Se ha de dotar a los niños y a las niñas de conocimientos y competencias básicas que resulten
necesarios en la sociedad actual. Estimular el deseo de seguir aprendiendo y la capacidad de
aprender por sí mismos.
Se educa con una finalidad que no es inmediata, sino con el propósito de que aquello que ahora se
enseña y se aprende en un contexto escolar pueda ser utilizado en su día, en la realidad, en el
momento en que estos conocimientos, habilidades o actitudes aprendidas se hagan necesarias.
La movilización de saberes (saber, saber hacer, saber ser) se presenta desde escenarios comunes
de la vida cotidiana hasta en escenarios complejos, y ayuda a visualizar un problema, determinar los
conocimientos oportunos para solucionarlo, reconstruirlos en función del escenario, así como
extrapolar o prever lo que falta.
los saberes asociados a las competencias son una necesidad para asegurar su adquisición y
desarrollo, son una garantía para hacer compatibles dos aspiraciones irrenunciables en el mundo
actual: la de educar al alumno para el ejercicio de una ciudadanía universal, y la de educarlo para el
ejercicio de una ciudadanía enraizada en la realidad social, cultural nacional y regional de la que
forma parte.
El buen químico, dispone de una serie de saberes como física, biología, química, anatomía,
patología, farmacéutica, etcétera, que sólo son una condición necesaria de su competencia.
Las competencias del buen químico que se ejemplifica van más allá de una memorización, al menos
cada vez que la situación sale de rutina, le exige: relacionar,
inferir, realizar, interpretar, sistematizar operaciones complejas que sólo pueden construirse en la
realidad y de acuerdo con los saberes.
De esta forma, la movilización conlleva las situaciones complejas que obligan a plantear el problema
antes de resolverlo, a señalar los conocimientos pertinentes, a reorganizarse en función de la
situación, a extrapolar o colmar los vacíos.