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entre con buen pie y de la mejor manera posible en las que pueden ser procelosas aguas
del siglo XXI, que se abre ante nosotros con enormes interrogantes; un nuevo siglo
lleno de dudas y poblado de pequeñas –aunque, eso sí, firmes- certezas. De nuevo,
como en el XVIII, es como sí estuviéramos seguros únicamente de lo que no se debe
hacer, de cómo no debemos educar –como diría Rousseau-. Y Manuel Area aparece en
todo momento en esta obra como un consumado didacta, que no sólo es su especialidad
sino aquello que mejor lo define.
No es ésta la obra de un tecnócrata sino la de un hombre ideológica, política y
técnicamente comprometido con su sociedad y con su tiempo. La revolución
tecnológica, la tercera revolución industrial, debe inscribirse en el contexto de la
reforma, de la renovación o de la revolución social. Manuel sigue siendo fiel a los
principios de su concepción del mundo más arraigada. No reniega de nada. No resta. Al
contrario, suma o multiplica. La crítica es una constante a lo largo de toda la obra. La
crítica y la precupación por el rearme crítico de la ciudadanía, destinataria última de sus
reflexiones sobre el papel que las tecnologías deberán desempeñar en el mundo de la
educación.
La educación es hoy mucho más que una simple práctica técnica y más también
que una práctica social, podríamos decir parafraseando a Louis Althusser...La
desaforada marcha del mundo desde el arranque mismo del siglo XXI, el desorden
mundial generalizado, la explotación más despiadada del capitalismo más salvaje y el
descaro desvergonzado del neoliberalismo, están obligándonos a reconsiderar cada día
el papel planetario que debe jugar la educación. Luchar por más y mejor educación es
hoy una necesidad perentoria e insoslayable. La educación es inversión, riqueza directa,
capital humano. Y es además, como dice Manuel Area en varios momentos de su libro,
uno de los derechos fundamentales de la humanidad. Un derecho que es contribución
importantísima en el camino hacia una sociedad más justa e igualitaria. Y, por supuesto,
sigue siendo elemento fundamental para la transformación del mundo y para la
conquista de la libertad. Y, para todos los que vivimos y trabajamos cada día en su
entorno, siempre será una pasión irrefrenable y una emoción permanente. La educación
para la humanidad del mundo de hoy es sinónimo de salvación
En fin, estamos ante un libro imprescindible para aprender a aprender hoy día,
para orientarnos en el laberinto tecnológico y para enfrentarnos críticamente a todas las
dificultades que pueda depararnos el desarrollo de los acontecimientos. Un libro que nos
ofrece informaciones ultimísimas sobre la sociedad del conocimiento y su utilización
por parte de todas las instancias del sistema educativo.
Mil parabienes y felicidades mil para Manuel Area y lean este libro para
conocer de primera mano lo que nos espera.
HERMINIO BARREIRO
Universidad de SANTIAGO DE COMPOSTELA
Noviembre, 2004.