Contexto: Jesús se halla en abierta confrontación con los dirigentes saduceos. Los saduceos representaban a la casta sacerdotal privilegiada y a los laicos notables o ancianos. Se servían de la religión para mantener su poder sobre el pueblo. Conciben la vida como puro conservadurismo social y religioso. La pregunta se basa en la ley del levirato, con una casuística inventada y artificial. La pregunta trata de ridiculizar la fe en la resurrección de los muertos. ¿Qué ocurre después de la muerte? Como si pudiéramos con nuestra mente comprender a Dios. En realidad la pregunta crucial es: ¿quiénes somos? Los saduceos no creen en la resurrección. Y Jesús rechaza la idea pueril de la vida de los resucitados como prolongación de esta vida terrena. Jesús va al fondo: Hay una diferencia radical entre la vida terrestre y la vida eterna, sostenida por el amor de Dios. Esa Vida es absolutamente "nueva". El Reino de Dios que proclama Jesús es plenitud de vida. Afirma que la resurrección no es un simple revivir, es terminar con todo tipo de limitaciones y ataduras, para vivir plena y definitivamente libres y felices. Dios es Fuente de Vida. Creer en él es acogerlo como fundamento y meta de vida. La fe no nos saca de la historia, sino que nos encarna en ella, trabajando por una vida digna para todos. No creo en el Dios que ama el dolor, el Dios que se hace temer, el Dios que manda al infierno, el Dios que pone la ley por encima de la conciencia, el Dios árbitro que juzga con el reglamento en la mano,
Creo que Tú eres un Dios de vida y no de
muerte. Apoyándonos en Jesús, creemos que Dios está conduciendo hacia su plenitud el deseo de vida, de justicia y de paz que se encierra en la creación y en el corazón de la humanidad. No nos resignamos a que tantos esfuerzos por un mundo más humano y dichoso se pierdan en el vacío. Dios saciará la sed de vida que hay en nosotros.