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PARA DISCUSION

Historia de unas clases sin historia


(Co'mentarios critico s al País de cuatro pisos)

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HISTORIA OE UNAS CLASES SIN HISTORIA PARA EL ANALISIS CULTURAL

(Algunos apuntes sobre la relaci6n entre clase y cultura en c...


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Puerto Rico a partir de unos comentarios cr1ticos al libro
El pais de cuatro pisos de José L!lis Qmzález) c...
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A.G. Qu.in.Ww IUv,,",
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septiembre de 1983
t.1?~
9 1'1-';;'''15
G G,L\?,<.c~
presentación
cerep
es un centro de estudios e investigación fundado en ~970 por
un grupo de historiadores. economistas. sociólogos y estud10S0S de
la literatura y cultura puertorriqueña. Una doble ys.1mult.áneamo-
tivac16n anima al grupo: la voluntad de enca~ar la hlstona de la
real idad puertorriqueña desde nuevas perspectwas y el ~e~eo de e~­ El desarrollo de una pe'rspecti-va clasista en el análisis de la
tudi,ar los procesQs en su totalidad. integr,!ndo e1 an~l1s1s econo- problemática cultural ha sido durante la última década. un terreno
mico. cultural y político. De ahf que las lnvest'9aCl0nes y }OS en.el cual han convergido esfuerzos diversos y en el cual se han sus-
proyectos'·' tanto los' su~uest~s teóri~o~ como la docu~entaci on- cit;aqo vivas, polém,icas. Dos considt:'!raciQnes _;ne1 Ud; bles se actua 1i-
sean objeto de intensa dlscus16n y crltlca entre los rnlembros. zan por la lucha misma de clases en este diá1ogo-confrontaci6n: el
reconocimiento de la historia del problema clasista es al mismo
CEREP intenta. además. romper con la falsa .dicotomía d~ 1a ob- tiempo el problema de la historia como totalidad y el método no es
jetividad y el compromiso . . ~omenta ~l mayor rIgor metodologlco e~ pura forma, sino contenido histOricamente determinado. Esta Histo-
I la comprensi6n de la compleJIdad socIal, estando a la vez profun ria de unas clases sin historia del compañero A.G. Quintero Rivera.
! damente comprometido con la creación de una nueva realidad. es una contribución que sirve de continuidad a-este debate a la vez
que lo extiende a otros problemas y sienta nuevos parifmetros para el
di?l~o.

El punto de ~tida que se- aSigna el trabajo de Quintero Rivera es


cuadernos el País de cUatro -pisos de Jos~ Luis Gonzá'lez. Y lo hace compren-
diendo que ese ensayo, que l'provoc6"una gran discusión, no es sino un
El propósito'de los Cuadernos es ampliar el ámbito de las "momento" y que como tal, en su riqueza interior, plantea problemas
discusiones internas de CEREP, reprod~ciendo algunos de sus do- que s610 pueden verse en su inserci6n a la totalidad de la relaci6n
cumentos de trabajo. los Cuadernos se dividen en tres sub-series: histórica_ (y contradictoria) clases-cultura. Por eso el escrito de
José Luis, pOr su importancia, sirve como ore-texto a partir del cual
U<"iJfll.tnú'm,(ah fj dOCUlU{')Ltilh - incluye bibliografías, recopila- se formulan nuevas preguntas que desbordan el punto inicial real i-
ciones anotadas de documentos importantes de difícil acceso, es- . zándolo así en un nuevo mareo.
quemas detallados de investigación, cronologías comentadas y
otras herramientas de util idad para la comun-idad de investigado- Un elemento que subyace la trayectoria en este trabajo de Quintero
res. " Rivera- es el intento por mostrar que es una abstracci6n cargada de
peligros el establecer" una relación lineal entre 'la clase, tomada co-
. Inve6:UgacWn IJ anáJ.u.i6 se compone fundamentalr.tente de mo- mo elemento ais1ado.y cultura. la clase como tal es una abstracción;
nografías de investigaciones sobre temas especificas o capítulos las clases existen en el marco de sus relaciones contradictorias, en
de libros proyectados que puedan-leerse y ·aprovecharse en forma el terreno de la dial~ctica histórica que no puede ser reducida a re-
independiente y que convenga adelantar y dar a conocer. laciones causalistas o economicistas. No es cuestión de constatar
AVtutcu pa/Ut cJ.,UC!.U.6.i.6n - consiste de adelantos de investiga- ciertos desarrollos de ,las fuerzas productivas _y de ahí fijqr etapas
ciones en curso ·resultados preliminares de trabajos más ampl ios que correspondan mecánicamente a formas de conciencia, sino captar
sujetos, por ta~to. a revisiones y modif~caciones ulteriores. Es- el devenir histórico en las' relaciones sociales de producción que to-
tos podrán ser ensayos presen~ados por mlembrosy~as.oc1ados de talizan la acción social y efectiva de los actores.
CEREP en conferencias, coloquIos u otros foros publICaS.
Estos Jlcomentarios críticos," de Quintero Rivera son unas primeras
Esto~ Cuadernos son principalmente producto ,de las investiga- páginas que serán desarrolladas por su autor en un trabajo posterior
ciones de los miembros y asociados de CEREP. pero se publicarán más elaborado. Cumplen cabalmente con el programa de los Cuadernos
también trabajos de otras personas interesadas que llenen los _re- "Avances para la discusión". Son eso: avances -para una discusión
"quisitos _y propó-sitos de la serie. que se esclarecerá e_n sus propios elementos en -la medida en que sede~
sarrolle 10 que les sirve de base concreta: nuestra lucha por la
transformación de este orden cultural dominante.
plUmetta. ecUcWn: 1983
deJLec.lw6 lleóeJLvado6 o
cop!Jll,(gI¡;t
.impltMO en CEREP
apcv¡..tad.o 22200, e.ó;tac..i6n de eOMeOlJ u.p.ll.
IÚO p.ied/!Jl6, puVLt1) lÚeo 00931 Rubén Dávi1a Santiago
t.e..f.l.Mno (809) 763-5500 Comité de Publicaciones
UNIVERSIDAD DE PUERTO AICO,-
SISTEMA DE BIBLIOTECAS ¡'
ADQUISICIONES-OONATIVOS'
,"- ~~A?Im
índice

A. Introducción: Ensayo e investigación ..•. '...... ;.;.;.'.

B. Hacia un nuevo análisis de la cultura nacional 3

l. las relaciones de producción y las


contradicciones de los hacendados .•.....•...... 3

2. La dinámica de las clases y sus conflictos


(la clase - ¿o clases1- dominante en el
Siglo XX) ....................................... 11

3. la intercomunicación entre las clases, el


colonialismo y la definic-ión racial o clasista
de 10 popular ......... o . , • • • • • • • oo • • , •••••••••• 17

C. El plebeyismo y las diversas alternativas populares


de transfonnación cultural .•••.••... ¡............. 27

Notas y referencias .....' ........••••...•..•••. ;', .-..... 33

Cef.e.bJrac..i6n deR. Labolt Va!! (¿ 1'11 R?)

... Fero. la historia de Puerto Rico es tam-


bién otra historia. Es la historia de un
arduo proceso popul ar ... por desarrollar for-
mas de convivencia y del disfrute de la vi-
"dil. y las luchas por ello. Es una historia
clasista, es cierto; pero es una historia
también, y so~re todo. de lucha de clases.
Nota preliminar

Historia de unas clases sin historia para el análisis cultural


En junio de 1981, cuando estaba en todo su apogeo la discusión de El ,:
país de cuatro pisos. preparé la primera versión de este "comentario critico",
que presenté en un Coloquio que en torno a dicho libro se calebró en la UNAM,
México, el siguiente mes. Esa primera versi6n circuló también {muy 1 imitada-
mente) como material de trasfondo en la comisión sobre "Clase, cultura y
nación", del XIV Congreso Latinoamericano de Sociología celebral;lo en San Juan
en octubre de ese año. A partir de entonces, comencé a revisar este ensayo l_n~.~q~~cción: ensayo e investigación
para- su publicación. El poco tiempo que he podido arrancar a otros compro-
misos de trabajo y la complejidad de algunos·asuntos que quería abordar
fueron retrasando este proyecto, y fue cambiando su naturaleza. La polémica
en torno a Él ~de cuatro pisos ha menguado, considerablemente; mientras Entre sus primeros apuntes de las notas de 1857-58~-"Sobre la produc-
(terco al finl, mis argumentos continuaban. lenta pero locamente, creciendo
y enrevesándose. ción y las relaciones que derivan de ella"-':escribe Marx:
... Y es que El país de cuatró pisos se escribió como respuesta a una "puntos que han de mencionarse aquf
pregunta que está aún- absolutamente vigente: "¿Cómo crees que ha. sido afec- y que no deben ser olvidados •.....•
tada la_ cultura puertorriqueña por la intervención colonialista norteamericana Dialéctica de los conceptos fuerza
y cómo ves ll su desarrollo actua1?" (p. 11). IIComo pUÍlto(s) de partida para ·productiva (medlos de prOducción)
el diálogo (p. 12) en tOrno a esta enonne pregunta, los planteamientos de y relaclOnes de produccidn, una dia-
José Luis González mantienen pertinencia. Tectica cuyos Hmites habrá que de-
finir y que no suprime la diferencia
El desarrollo de una óptica clasista en la polémica cultural es, a mi real". '
juicio; una urgencia hoy de la lucha de clases. 'Lo que fue origi'nalmente
Un comentario cr'itico modesto a un importante libro. fue convirtiéndose en un '(Es un punto que tampoco quiero yo olvidar en este comentat'io crítico).
bosquejo (y notas) para otro 1ibro~ a través del·cua1 quisiera unir mis mano.s y más ade1ante 9 en un contexto distinto pero relacionado, abunda {calla solía:
a las-muchas manos que el desarrollo de dicha óptica' requiere. Sé que la pre- en imágenes) sobre la dialéctica, apuntado que: .
paración de ese libro me tomará varios años. y 'quisiera, mientras tanto. ,com-
partir estas notas iniciales con ustedes. Su ,discusión me ayudará enorme- "Un hombre no puede volver a' ser niño
mente en dicho proyecto de libro. ,sin volverse infantil. Pero, ¿no disfruta
acaso de la ingenuidad de la infancia 9 y
Para esta segunda versión inconclusa que presentamos como Avance para no debe aspirar a reproducir. en su nivel
pj_sf,usión.• he revisado considerablemente las Seociones' A-, Bl y"2de"""ía prf- más elevado, su v,erdad?"!/
mera versión, pero manteniendo Jos argumentos oriQ.inales; a partir de la
Sección B3 la revisión -en estiloy argumento-o ha sido sustancial. y es pre- ~i! como en esta imagen, 'Puerto Rico es tambHln su historia, historia
cisamente la temática ,de la cultura popular. que asoma en esa última parte que V1VlmoS y que está lejos. por tanto, de haber concluido, nos encontramos
del trabajo, a la c.ual quisiera dedicar los mayores esfuerzos en la tercera hoy en la ardua tarea de ir reconstruyendo la dialéctica de sus verdades.
revisión prometida. V~r~ades cambiantes que, sin embargo. perduran cOmo posibilidades y limita-
Clones: huella y sena de un futuro que queremos contribuir a conformar y
Este ensayo 1e debe enormemente a muchos' campa fieros y compañera's .. tr~n?fonmar. A transformar. con un profundo respeto y admiraci6n por.aque-
Quiero consignar en forma especial, las sugerencias y estlmulo de Rafael L, llos q~e en sucotidianidad corj"fl ictiva fueron aQr1endo' esas posibil idades,
'Irizarry, Lydia ~1ihgros González. Rubén Dávila Santiago y Arcadio D"iaz Pero Sln reparo alguno d~ quebrar algunas de sus tradiciones. En esta tarea.
'Quiñones, así: como el apoyo institucional del Centro de Investigaciones- So- ~, pesar de los comentarios crHicos, severos, que presentaré a sus valientes
ci'ales de la Universidad de Puerto Rico. que me permitió parte del tiempo _lntentos, considero a Jos~ Luis Gonzálei: un compañero -inc·ondicional.
necesario para esta segunda (aunque muy incompleta) revision.

A.G.Q. R.
La obra .ensayístJc¡l·de José Luis González despertó un enonne inte¡'és ~ . .E.1. .. P.~_'Ls __q~~ua~r_~_"p_i_sp_s.. no es tampoco un '_ibro de interpretación his-
¡: en el país. generando agudas polémicas. Hubo quien la P2~sentara como tor1ca. Es un anái1sIs cultural que el autor p,-esenta como necesariamente
, "la nueva interpretación para el Puerto Rico de los 80"~y no falt6 quien histórico. y ahí radica su prilKera gran contribuci6n. Trataré de examina¡'
I la definiera como "un ataque brutal" a quienes supuestamente representan ahora las limitaciones que tiene. a mi juicio, su análisis, que emanan pre-
i la posibilidad del cambio.ª" Para algunos es esclarecedora. para otros~ cisamente ,de. sus prop10s ·logr,os. y aperturas. .
I fuente de tinieblas; para algunos, lectura indispensable y otros la hubie-
ran felizmente censurado. El autor. sin embargo. define su Oltimo polé- B. Hacia ·un· nuevo:·.artllis1s de la cultura na~ional
¡ mico ensayo, "El país de cuatro pisos'*, simplemente tomo "notas· para una
definición de la cultura puertorriqueña" o "sólo como punto. de partida IIEmpi!zaré afirmando (señala González) mi acuerdo
1
"

para un diálogoll.~1 Antes de examinar, pues, las proposiciones de dichas con la idea ....-de que en el seno de toda sociedad
1: "notas", es importante tener presente .la naturaleza de su intención y dis- dividida en clases coexisten dos culturas: la
curso, . cultur:a de lq,s' oP.resor.es y la cultura de los
oprimidos." (p_ 12)
un país de cuatro pisos" no es, ni p.retende ser] la presentación de
una investigación 111eticulosa y científica sobre la historia de Puerto Rico. Ubicar la' problemádca cultural en el an'álisis'de cláses éomo plinto
Por esa razón es un error tomar el ensayo como fuente de datos, as' como de partida abona fecundas posibilidades y representa un movimiento renova-
también descartarlo por imprecisiones en éstos. El 1 ibro está. lleno de '., ~or en.e1 análisis cu.1tura1 en el pafs. Nos. o~.li.ga, sin embargo, a. examinar
interpretaciones basadas en una insuficiente evidencia. lo que dentro del con CUIdado .la ·form.l como Go~.zález ejercita el análisis ·de clases. donde,
contexto de la argumentae:ión no son necesariamente fallas del anál isis a: pesar de las contr.ibuciones' que su uso mismO representa y genera, se
l'! sino faltas de nuestra historiografía. .. encuentra. como sugerfa su debil idact fUlld~mental.
1:,
:1 Nos corr.esponde a todos, como puertorriqueños, ir aclarando, modifi- 1. . las _ rela.e; ~~~~' .d~--~r:oducci6n y las contrad; CClones de los hacendados
I ~' cando o sustituyendo esas interpretaciones, y a los investigadores' en par-
" ticular hacerlo en su trabajo cientffico .. Entiendo que uno de los propósi- ~: . " El ~nál~s~s.}~:';.clases requiere la consideración'· de la tQtalidad·de la' . .- ,-i)
tos de p pais de cuatro pisos es precisamente generar un debate que sirva ":.... V.ld~ soc~a 1 y"p.r.r.J~a~to el examen de las interrelaciones-entre lo ec..onÓlflico. , ... ' ;{~.:
para aclarar sus propios intentos interpretati.vos. Que el ens~yo no pretenda ,:,)~ ~olHICO'y.' 1"9.:';~iOCI0-cultu~al. El pats de_cuatro pisos intenta:· dicho ahá-'""El
presentar una investigación no significa que se trate de un ensayismo intui- : .lls1~ tota·11Z p!'l.te. Prima, S1n embargo, Clerta fonna de ver lo ecoriOOlico : . .!j:
tivo. El trabajo denota mucha investigación previa, tanto propia, como como 10 dettmJlinante: 10 econ6mico en ténninos del desarrollo de las 'fuer- -"
conocimiento y utilización de los aportes máS" recientes de historiadores y zas ~{oduc~ivas y no de la ~ialéctica entre éste y las relac.iones 'de pro-
sociólogos, Pero el ensayo no se dirige a presentar estas investigaciones. ducclon, como recuerda la c1ta de Marx con la cual inicié este trabajo.
sino. a partir de ellas, sistematizar una serie de reflexiones para' la polé- Esto carga de economicismo el anál isis total izante que intenta I y limita
mica politico-cultural. En la coherencia que requiere esa sistematización sus posibilidades.
para las propuestas polftico-culturales que sugiere y defiende, sus posibles
fa 11as o imprecisiones se tornan val iosas para el fnvestigador comprometido; Por· ejemplo, en la página 16 González seña·la:
constituyen un excelente inventario de problem&ticas a aclarar y de áreas
qu.e requ i eren, urgentemente~ i nvesti gac i ón. "en Puerto Rico esa clase (dirigente nativa) •.. no
queria a la independencia. y no la querb porque
El trabajo .de José Lui s Gonzál ez presenta enormes pel igros y aperturas. M.. pod'ia quererla, porque su debilidad como clase.
Su mayor valor estriba en presentar, en' una forma popular, la mejor sistema- detenninada fundamentalmente--lo cual no quiere
tización reciente de la crítica a la cultura dominante en el pafs. Es un decir exclusivamente~-por el escaso desarr:01.10 de
provocador quebrantador de mitos, que no se queda en tal, pues el valor. de las fuerzas productivas en "la sociedad puertorri-
dicho quebrantar radica en su planteamiento de una nueva fonna "de ver las . queña no le pennitfa ir más allá de la aspiración
cosas" desde una diferente "weltanscnaung". A saber, como el autor señala, refonnista que siempre la caracterizó. El relativo
desde una perspectiva "socialista, popular, mestiza y caribeña". Su publi- desarrollo de esas fuerzas productivas, y por con-
cación y 'difusión recalcan. además, la importancia de la interrelaci6n cons- siguiente de la ideologfa de la clase hacendada y
tante entre la investigación y la polém.ica polftico-cultural y, dentro de· profesional crio11a, .. entre 1868 y 1887 fue la que
ello, la presencia politica de la historia y s'u cienci~. detenninó el tr8nsito del asimilismo al autonomismo
en la actitud polttica de esa clase" (subrayados de
González)

2 3
y mol.s adelante añade (p. 29):

" ... "la cultura nacional" .... expresaba en sus con-


tradicciones a la clase social que le daba vida ...
Si esa clase se caracterizaba, como hemos visto.
por su debilidad y su inmadurez hist6rica, ¿podrfa
ser fuerte y madura la cultura producida por ella?"
La frase "detenninada fundarnentalmente':'"-lo, cual no quiere. dec.ir. exclu-
sivamente-- II no salva al análisis de González de un economicismo radical,
pues la fre,se queda como mera salvaguarda retórica al no incorporarse su
señalamiento al análisis que sigue. La debi1idad- y contradicciones de la .
cultura nacional se presentan en términos del escaso desarrollo de las fuer-
zas productivas y la inmadurez que ésto genera en la clase dirigente. Asi-
mismo el desarrollo ideológico, limitado pero real, de esa clase entre el
68 y el 87 aparece como un resultado del relativo desarrollo de las fuerzas
productivas en ese peri6do.
Esta interpretación lineal nubla. a mi juicio, la complejidad del pro-
ceso. Me pregunto siguiendo a González ¿no serían las contradicciones de
nuestra cultura 'nacional , al menos en parte~ producto de las contradiccio-
nes de su clase dirigente? ¿Contradicciones que surgían, no de un escaso
oesarrollo de las fuerzas próductivas, sino del modo de prod~cción (y las
relaciones de producción) en que estaba esta clase inserta?§{ No podemos
olvidar el rol híbrido de la clase de hacendados: produciendo, por un
lado, mercancías para exportación, articulándose de esta manera con el
mercado capitalista mundial del cual dependía, pues. su producción. mien-
tras basaba. simultáneamente, su producción de mercancías sobre formas
pre-capita1istas de explotación del trabajo. La economía de hacie'nda.
como econQ!llti!, dependiente, en~~.rraba en s_í mismTesta_ tr_emen~coiifradic­
<ÜQ..iLeJ;tructuria1··.qije~ lá_difE!renciali,(lanto· 'de'uria' economía capital is_ta
COJJ!cLQ!UJ.na_feudaL'!clAs.tc;a". Estaba dirigida hacia la progresiva inten-
sificación en la producción de 11)ercancfas -(cuyo máximo desarrollo. como
bien señala Marx en e] primer capítulo del ~apital, es la economía capita- .
lista), pero una particular relación entre os factores de la producción
llevaba a fundamentar 'dic_ha i.ntensificaci6n en el trabajo s_ervil o en un
modo de producción señorial.
Esta contradicción (de una producción señorial para el intercambio
capitalista) habría de repercutir, sin duda. en el ámbito ideológico y cul-
tura 1 sobre uniLclitliLg!lli...p-od,tia_j.r...:.ns..lumbt:and,o_lc.confonnando un oro~to
g¡ p.~ tal i g~L-ª_uLa~Y!~Lg!,lJL viv~soti di an~n.t_e...llDas...J:elª-~ iones sod al es
señorlaTes. Existen numerosas manifestaciones de un contradictorio libe-
rallsmef áristócl"ata o paternal ista desarrollado por esta 'clase,- que la-'
-Mau{ 6eH.a:c,iótt del. 'Pa/tildo UbVta..f. . llevó, posteriormente, entre otros factores. a, identifica~!ie m~s con
fA--'tclr'¿ve ,{(J.togIUfMco p¡Ul.({ídieo El'. Mundo) Alemania que¡ con Inglaterra en la primera .guerra mundial.J Esto. a su vez,
-,--- nos recuerda la diferenciación entre las llamadas vfa "junker tl (autoritaria)
,.
"
y vía IIfanner" (democrática) de desarrollo capitalista. Esta ideología
... la historia de Puerto Rico es una histo- clama por un fino análisis cultural que tome en cuenta la contradicci6n fun-
::: ria de .dominación _colonial y de clases, y en damental expuesta a nivel estructural. pero falta mas.
):: la medlda que la cultura se ha ido configu-
rando en esa historia, es una cultura colo-
4 nial y clasista~ con Susconcom; tantes de
de racismo y sexismo ... 5
'11:
11
",

1: :
"I la situación colonial de Puerto Rico complicaba ,las..contradicc1~nes
f de está ideológfa. Por'un lado, la necesidad de' liberarse de las 11mi- obviar la importancia de dichas relaciones (o' en términos más amplios, del
taciones comerciales que imponta la metrópoli (que la intensif1caci~n modo de producción) en la dinámica 'misma del desarrollo de las fuerzas
en la producci6n de mercanc1as requerfa) y sus aspiraciones hegem6nlcas productivas. Aunque González no cae en ello. su tesis de una "inmadurez
que emerg1an de su progresivo control del proceso productivo, empuj~ron histórica ll de la clase dirigente. por el escaso desarrollo de las fuerzas
a los hacendados a una .pol1tica liberal frente al absolutismo colomal productivas en el pars, podria utilizarse para revivir la vieja tesis colo-
español: propulsaron los principios del libre cambio y el gobierno pro- nialista que explica el tremendo desarrollo material experimentado por
pio. Esto re~ue.r1a de. cierto gra.do de integración nacional que sirviera Puerto Rico en el siglo XX como 'consencuencia de una supuesta superioridad
de basamento (o apoyo) a los reclamos de autoafinnaci6n. Por otro lado, . técnica norteamericana desplazando a los hacendados de una rudimentaria
el ser una clase señorial de una agricultura de exportación limitaba sus agricultura.~1 lo. cierto es que encontramos suficiente evidencia en el
posibilidades integradoras. Por estar orientada su produ~ción de mercan- siglo XIX para caracterizar, al menos, a un sector de dicha clase dirigen-
das' hacia la exportación, el" crecimiento de esta producc16n, no requerfa te, como clase moderna y modernizante, hecho que el propio· González reconoce
del desarrollo de un mercado interno. Eso, a su vez, retras6 el desarrollo y anal iza en foma. muy aguda para la 1iteratura en el segundo de los ensayos
de los caminos y comunicaciones, y de un sistema monetario unificado, que de El pais de cuatro piSos, "literatura e identidad nacional", que es pro-
son elementos tremendamente importantes para la integración de" un pafs. bablemente el mas sólido de la colección. El análisis de documentos como
la Revista de agricultura. industria y comercio (1885-1893) entre otros 10/ •
C~mo señalé en otro. momento, lIesta integraci6n se retrasaba además ·por nos retratan una clase con un alto' c'onocimiento e inter~s en las técnicas
el r~gimen de trabajo de' la .producción de mercanc1as de los hac~ndados. los agrTcolas más avanzadas, con una vocación y cultura progresista y moderni-
lazos de servidumbre de distintos tipos -el agrego, el endeudamlento secu- zante qu'e no. correspondla, evidentemente en forma 1ineal, al desarrollo
lar el pago en vales de tiendas de hacienda, el medianeo, los sistemas de general de las fuerzas productivas en el país.
trabajo forzado a trav~s de las leyes de libreta de jorna1eros.t." etc.- impo-
sibilttaban el desarrollo de un mercado de trabajo nacional. l1 !l El aisla .. El compañero Andrés Ramos Mattei en sus ffjUdiOS sobre la industria
miento local (que la ausencia de un mercado de trabajo implica) restaba azucarera en el siglo XIX y principios del X~, ha demostrado que los
sentido a una ideo1ogfa nacional en las clases IIsubalternas ll de la economfa avances tecnológicos presentes en la maquinaria de las grandes centrales
seliorf-al, sentido que la clase dirigente necesi~aba en su lucha poHtica: no.rtealllericanas de princip'ios de siglo ya estaban contenidos en la maqui-
naria utilizada por varias centrales en Puerto Rico desde la década de 1880.
a
11 • • • todav1a no hemos logrado sacudir esas masas, La diferencia tecnológica entre las centrales norteamericanas y las esta-
blecidas previo a 1898 no era, pues, en muchos casos cualitativa. Existía
rompiendo el hielo de su indiferencia y encendi~ndo
en su corazón el sacro fuego del pat"riotismo.lI-ªt s1 uná diferencia cuantitativa, es decir, de la cantidad de una misma maqui-
naria utilizada. Por 10 tanto, 1.'1 tremendo desarrollo de las fuerzas pro-
El he"ch'o de 'que el trabajo servil .fuera' para la clase de hacendados ductivas a principios de siglo no fue el .resultado de una "superioridad
'simultáneamente base económica de sus aspiraciones hegemónicas y limitaci6n técnica", sino de unas condiciones "erf la econom1a que permit1an y favoredan
a la concrecian poHtica de dichas aspira dones,' d.ebfa manifestarse tambi~n una absorción mayor de inversión tecnológica con beneficios para los inver~
en contradicciones a nivel ideológico y cultural. A este respecto s~rfa . sionistas. Estas condiciones estaban dadas, en gran medida, por la posición
muy' importante un buen análisis sobre 1a literatura de la fipoca en torno a relativa de los distintos factores de la producci6n, y por los modos de pro-
la llamada IIvaganciall, donde me parece encontrarse una contradictoria com- ducción (y sus relaciones) que los acompañaban y estructuraban.
binación de un paternal ismo ben~volo o, .compasivo con una saña y desprecio
I, por las "condiciones morale$" del campesinado. los libros Pági,nas para ~os Sigamos el ejemplo de la inversión tecnológica en la industria a}uca-
jornaleros de Puerto Rico (1879) de pederico Asenjo Arteaga, las clases JO~­ rera. Para transformar esos ingenios de trapiches en centrales, no solo se
naleras de Puerto Rico (1882) de Salvador Brau y El campesino puert9rrigueno necesitaba una mentalidad moderna y un conocimiento de la tecnología. sino
(1887) de Francisco'del Valle Atiles, son s610 los mas abarcadores 1ntentos además mucho dinero. Es decir, una' alta utilización de un factor econ6mico
de una literatura 'difundi~a entre revistas y peric1dicos que también cla~a (el capital líquido) comparativamente escaso en ese momento, frente al fac-
por un fino anánsis ideo16gico.. cultura1 que nos ayude a entender las 11- tor tierra. No hay que olvi~ar que todavía a finales de siglo ~1897~ la 12/
mitaciones de nuestra clase ll dirigente·.en el siglo XIX no sólo en t~rmi~os. tierra cultivada en Puerto R1CO no alcanzaba el 15% del total dlspomble._
de una '~inmadurez. hist6rica como señala González~ sino. de sus contradlc~lo­ Para que fue'ra económicamente rentable la fuerte inversión que el estable-
nes en una lucha de clases enmarcada en una particular dinál!lica de relaclo- cimiento de una central requería, esta maquinaria debía' utilizarse al máximo;
.nes de' producción. es decir, requería un flujo. constante de caña. para moler. 'Esto a su vez
.demandaba el control sobre ampl lOS predios de terreno contiguo, circun~an­
tes a la 'central, para el cul tivo cañero y una abundante mano de obra dlSPO-
El énfasis explicativo del desarrollo de las fuerzas producti~6s. sin nible a utilizarse, no todo el año, sino para la zafra.
tomar en consideración su diálectica con. las relaciones ~e.pr~duc~l n,qui .
pennea a Qy~~.!-=uatro pisos, limita también su anállsls e c as.es a

6 7
~!(~l:;
f./;;',;
1,1:,
i! . El acceso a la mano de o_bra. sin embargo, no .era fácil en ese momento. 13 /
No por una ausencia de población. sino en virtud de dos factores relativos-
a los modos de producción: la importancia -todavfa a fines de siglo- de
, la producción famil¡ar del campesino de pequeña tenencia. como modo de pro-
l· ducción secundari~ (¿qu§ campesino 'trabajarfa para otro pudiendo trabajar
:i para sí?: "amigo no vendo mi cabal10.ni a medias quiero' sembrar maíz ... ).
y aún más significativo. los regímenes de trabajo de la economía señorial
(agrego, medianeo, endeudamiento secular) que ataban a los productores a
particulares, hacien~as. los !"egíme.n~s d~ trabajo prevalecientes impedían
la formación de un mercado libre (y por tanto, móvil) de trabajo. Estos
regfmenes de trabajo, que inciMan a finales de siglo, sobre el .;:!stado
relativo de los factores de producción (y tornaban comparativamente escaso
el factor de la mano de obra) habían ido generándose precisamente del desa-
rrollo de estos factores de producción en la transfomaci6n misma de una
economía parcelaria a una economía de haciendas en la primera mitad del
sig10.15/

la inversión tecnológica en la 'molienda' azucarera no podfa responder,


pu~s~ únicamente a una decisión micro-económica, de participantes de una
clase con llmadurez o inmadurez histórica". Enfrentaba enonnes obstáculos
macro-económicos cuya superación podfa implicar el trastoque de las bases
mi,smas de su dominio clasista, o 10 que .equivale a la propia transfonnacióD /
de la clase misma, con sus enormes implicaciones ideológicas y culturales._1_ 6
Aunque. entiendo que este proceso de transfonnación habia, de hecho, comenzado
a fillales de siglo (sólida, aunque' incipientemente).!L~ el patrón más gene-
ralizado de aumentar la producción respondfa aún más bien al modo de produc-
ción.señorial dominante. En lugar de intensificar la producci6n en la tierloa
poseída o controlada a través de la inversión tecnológica, se adquiría más
tierra donde vivieran campesinos. En esta fonna, se aumentaba la producción
v.ía un aumento en la mano de obra disponibl,e.a través del control sobre la
tierra'--el elemeniR/económico comparativamente abundante en dicha fonnación
económico-social. ___ los documentos de compra-venta de tierras en el siglo
X~X registran numerosas adquisiciones por parte de grandes terratenientes
con. la mayor proporción de su tierra"ociosao
F>,MIW"''';,·..I c .... 1 .. ~u ~tt. ,u..
b.o.do, ""'....¡, ... \on.l. ... '.
~_." ."It"l.~ .... pol ... ¡.... U ..... ¡""pMlri... do5 ~.nO"'''lo>t tirad ... po~ ..... , ... "" el. b ....,.... . la dialéctica de este proceso planteaba pues, dificultades a un aumento
'.' El c .......... j .. toda!.. ~b .. 1....¡u 0.., t .... <¡,,_~ c'",:",,,d,,b.o. .. l... p!... t,ui ......... . en la producción v;a el desarrollo de las fuerzas productivas, y fue un cam-
bio", en la configuración de los factores econólllicos, y las transfonnaciones
que generó en los modos de producción, y no el desplazo de la clase domi-
L!li.!>. F('·'l.-twIO cd., Ae.bUlu 1¡u,.f.61Vic.o de POllce, 1963 nante, lo que desencadenó el tremendo crecimiento en la producción a prin-
cipios del siglo xx. He dedicado otros tri~ajos especfficamente a ello
y ~o quiero repetir aqul la argumentación.-' Es importante sí recalcar'
sus implicaciones de tipo cultural. Si el escaso desarrollo de las fuerzas
... Si el escaso desarrollo de lcis fuerzas productivas estaba- 'íntimamente 1 igado a 'las 'relaciones de produ"cción a través
produ'ctivas estaba íntimamente " igado a las de 'las cuales habla aproximado la clase ,de hacendados una frágil hegemonía.
relaciones de producción a travps . de las 'la caracterización de esta clase y su cultura como .inmaduras resulta limi-
cuales habia -aproximado la clase de. hacen- tado;· habrla que recalcar más bien la tremenda contradicción entre su posi-
dados una frágil hegemonía, la caracteriza- ble proyecto y 'su cotidianeidad. .,
ción de esta clase y su cultura como inmadu-
8 ras resulta limitado; habría que recalcar
más bien la tremenda contradicción entre su
posible proyecto y su cotidianeidad.
9
El ejemplo de Leonardo Igaravidez. marqués. del Cabo Caribe. fundador .2. La dinámica de las clases y sus conflictos (la clase -¿o c1ases?-
de la primera central de caña moderna en- el país, la central San Vicente d01!1cln-ª--'lt:tLe.!!~~JilJº-. XX t
en 1873, merecerla, por sus contradicciones. un estudio histórico particu-
1ar. 20 / Aristócrata innovador, inició la revoluci6n técnica del azúcar en
Puerto Rico y terminó sus días en la cárcel por deudas. Demostró cómo para La historia moderna es la historia de la_ luc~a de clases. pero
la innovación técnica no basta un espíritu empresarial ni una cultura a la la lucha de clases y las clases tienen también su his-
altura de los tiempos. toria. Historia que tenemos que ir trazando (como vamos insistiendo) en
la dialéctica entre fuerzas productivas y relaciones de producción. A
González reconoce cierto desarrollo ideológico-cultural de la clase partir de su Usegundo piso"~~ José Luis Gon.zá1ez nos ~ab1a de una clase
dirigente entre el 1868 y 1887. Considera que fue-éste detenninado-por dirigente inalterada. que a veces llama hacendados y otras veces burguesía.
un relativo desarrollo de las fuerzas productivas en ese perlodo. Esta los cambios culturales de esa clase se' explican ·en términos de su auge y
visión lo lleva a pasar por alto unos cambios fundamentales en las relacio- decadencia. pero no de transfonnaciones radicales en la estructura produc-
nes de producción en dicho período, más importantes aún, en ese momento, tiva. Es progresista (aunque sólo reformista) por su linlitado auge a fines
que el desarrollo de las fuerzas productivas, pero.-en todo caso, estrecha- del siglo pasado; se torna conservadora con su decadencia frente al capi-
mente vinculado a éste. En 1873 se produce la abo1ici6n de la esclavitud. talismo monop6lico norteamericano en todo este-siglo. Su decadencia es
proceso que en realidad dura toda esa década y que representó un cambio tras- casi secular, se traduce en el hispanismo "blanquito" de De Diego en opo-
cendental en las relaciones de trabajo. En ese mismo año se abolen las sición a la nueva metr6poli que le ha creado Uincertidumbre· e inseguridad"
"leyes de la libreta" o la llamada esclavitud blanca, dando un golpe inicial. (pp. 81-82), aparece en el racismo conservador de Pedreira, buscando cul-
formal al menos, al trabajo servil. Ya señalamos como tambH!n ese año.- y pas al repliegue hist6rico de su perdida hegemonía -(pp. 86-88); la desespe-
no debe ser coincidencia. se establece la primera central azucarera en el ración de su agonía es Albizu (p. 17); pero todavía anda "jodiendo el parto"
país que, como bien señala Moreno Fraginals en un trabajo reciente 21/, ~o y es frente a su perdida ejemplaridad que surge el arte plebeyo de José
era meramente un ingenio más grande sino toda una forma completamente dlfe- Rosa y Luis Rafael Sánchez (p. 99).
rente de producir azúcar que conllevaba unas_ relaciones de producci6n mar-
cadamente distintas. Fernando Picó apunta para ese período una importante la enorme riqueza de atisbos explicativos de El vais de cuatro pisos
2
migración de la costa al interior y un proceso de concentración e tierras
2
es solo una apertura o un comienzo. El análisis de cases de la cultura
requiere un desarmllo teórico más sólido y abarcador. De 1815 a 1980
y desplazamiento de antiguos propietarios en la zona cafetalera--1. proceso
que he encontrado también pa-ra la zona cañera de loiza y Río Grande cir- Puerto Rico atravesó varias profundas transformaciones que no pueden resu-
cundante a la Central Canóvanas (1881) (en una investigación en curso). mirse como un "largo paréntesis transfonnador" (p. 90) de auge y decadencia.
En diversos· escritos de Ramos Mattei podemo·s ver que 1as unidades producti- Dejando a un lado el siglo XIX. discutido en la sección anterior. considero
vas de azúcar se redujeron de 550 a 325 en la década del 7023/, Y cómo fue équivocado -examinar la cultura puertorriqueña dominante de este siglo en
esa una década crftica para un amplio sector terrateniente en el. país. ténninos de una larga decadencia clasista con orlgenes a principios de si-
Todos estos elementos, y otros en los que no quiero seguir ahondando. nos glo. la clase de hacendados (de nuevo cuño. -asumiend,o como cierta su dife-
llevan a pregunta¡¡?os, ¿hasta qué punto estamos hablando en 1888 de otr~ rencia con los antiguos esclavistas} fue configurándose en una economía en
clase di"rigente?~. ¿hasta qué punto. la lucha por el mercado de trabaJO. transición: de una econom1"-a señorial de haciendas· a un capitalismo de plan-
no generó un conflicto entre dos distintas clases propietarias: hacendados taciones. Arrastró en su decadencia con las contradicciones de su propia
esclavistas. pro-españoles y reaccionario~.frente a unos hacendados de nuevo génesis, que se tornaron más agudas y transparentes. Su -desplazamiento se
cuño. liberal-refonni-stas y menos aristócratas. 10 que nuevamente nos re- inició ciertamente a principios de siglo. En la: primera década~ por ejemplo.
cuerda los posibles confHctos entre 10 que -mas se acercaría en una econo- se establecieron tres grandes corporaciones azucareras norteamericanas que
lnía dependtente a las v'ias. "junlcer y fanner" de desarrollo capitalista? ya en 1910 controlaban sobre el 40% de la producci6n. Sin embargo. en la
¿Cuáles fueron sus posibles implicaciones para la cultura nacional? . segunda década presenta esta clase su batalla final y no podemos caracteri-
zar ese periodo ·como de decadencia sino como de lucha.
Gervasio Garcfa. en el mejor trabajo escrito sobr~ la economía puerto-
rriqueña del siglo XIX, lamemtablemente aún inédito,.?2! presenta el papel Es una década sumamente importante para e1 analisis político y cultural
dominante de los comerciantes en la economía colonial-señorial._ Esto nos . <:I ue
clama por mayor investigación científica. Se .dió una revitalización
lleva a fonnularnos una última pregunta en esta secdón. ¿no ayudará más (efímera) de la irld.ustria cafetalera que había sucumbido en una aguda cri--
a explicar la l;Iebi-lidad de la cultura nacional y su clase dirigente una, sis a partir de la Invasión del 98. Entre 1917 y 1920 alcanzó las más
todavf.a entonces. subordinación al capital mercantil, más que el escaso altas cifras de ·producción de este siglo (aunque todavía menores a las de
desarrollo productivo que aduce González? ·-fines-del siglo XIX)~ En el azúcar se experimentó-un fortalecimiento de
Jas centrales nativas. acompañado de un .interesante proceso de agrupaci6n
de hacendados y capitalistas residentes en corporacione·s rivales a las
norteamericanas. Este tipo de corporación nativa llegó a controlar cerca
del 361. del azú·car producido entre 1916 y 1920. (Los intereses extranjeros
controlaban alrededor del 45% de la producción. Y el porciento restante
la
11
representilba. capitalistas locales individuales o famil_iares) incorporándose
más bien; a la-'burguesfa norteamericana-que configurando una clase "propia.)27
No debe ser fortuito que este exitoso renacer o atrincheramiento eco-
n6mico en esa década coincidiera con la época gloriosa del Partido Unión
de Puerto Rico (representante,po1ltico de esta clase). Fueron los años
de sus consecutivas victorias electorales, de la plataforma independen-
tista de su Programa (1914-22) y de su mayor.ingerencia en la polit!ca
gubernamental. Fueron los años de la batalla del idioma de su presldente,
JosÉ! -de Diego, "el caballe'ro de la raia ll • y los años tambié!:n d~ la cola-
boración entre el Partido y el gobernador (demócrata) norteamencano. ~ager
en la represión de los obreros. Fue también la década en que apareC10 la Metrópoli habfa dejado ver con toda claridad Que-presentarfa: su
la Revista de las Antillas y el modernismo apuntaba hacia un renacimiento oposición decidida a una propuesta de in·dependencia ..llr Para cualquier pafs
tul tur¡il~------- del Caribe, o aún mas, de América, un enfretamiento-de fuerza con los Esta-
dos Unidos ,en ese momento, momento de su pleno proceso de expansión hacia
A mediados de los años 20, sin embargo, comenzaron a aparecer signos una hegemonfa internacional, momento de intervenciones annadas anuales--
ineludibles del descalabro de esa clase y su contradictorio proyecto de México, .1914; Haitl, 1915; Santo Domingo, 1916; Nicaragua, 1917--no parecfa
<:;apitallsmo nacional. La economfa.cafeta1_era sufrió su crisis final: tener muchas posibilidades de éxito. El hecho que los hacendados fracasa-
entre 1926 y 1928 sus exportaciones brutas se redujeron en 67% y desenca- ran ,en su: intento de lograr el apoyo -deferente de los IIhonrados hijos del
denaron un descenso donde el valor de las exportaciones en el primer lus- trabajoll convertidos en un emergente y m11 itante proletariado, organizado
tro de la década del 30 se tornó 90% menor que en el lustro anterior y. ya (desordenadamente) en un Partido Socialista que crecfa vertiginosamente .
en 1940 era completamente insignificante. Es importante recalcar la crisis entre .1915 y 1924, debilittr aún más esas posibilidades.
de_los años 1926 al 28, pues preceden a los huracanes de San Fel'ipe (1928)
y San Ciprián (1932) que se han señalado como los responsables del dete- Un' enfrentamiento violento con los Estados Unidos pod1a implicar
rioro de esta industria por quienes quieren ocultar en la naturaleza pro- además. que se cerraran las puertas al comercio' norteamericano. cuando
cesos de la estructura económica. en el acc'es'o a ese mercado habtan cifrado los hacendados sus esperanzas de
un desarrollo-capitalista nacional desde las últimas décadas del Siglo XIX.
las corporaciones "nativas" del azúcar comenzaron ta.mbién a derrum- Lo que se habfa ido configurando como su proyecto de clase -el desarrollo
barse. En 1924 la corporación norteamericana Aguirre, dueña de la segunda capitalista, naciónal-· se encontraba en contradicción con la defensa deses-
central en molienda, adquirió' la Centra,l Cortada, que fluctuaba entre las perada ,de las bases estructurales (y los patrones correspondientes en la
posiciones 10 y 20 en términos de importancia. En 1925 la Central Canóva- superestructural.de donde ha,b'ia arrancado lit posibilidad de tal proyecto,
nas, quinta en molienda en el paÍs y seg~~da f?:ntre la~ centra1es II puerto- la' econom1a señorial." las contradicciones de -esta clase, propias del desa-
rriqueñas". cay6 en manos de la corporaClOn norteamerlcana FaJardo Su1@!' rrollo mismo de la haci"enda, junto a las contradicciones de su política
Ca .• que había fundado en 1905 la ter.cera central en molienda.del pa;~. frente a' su proyecto. que produc1an el nuevo marco colonial imperialista,
El importante líder unionista Eduardo fliorgetti era entonces Vlce-preSl- llevaron a la clase de hacendados a un callejan sin salida. los procesos
dente de la corporación nativa dueña de esta central. Entre 1926 y 1927 hi,stilr,icos que' la confi-guraron y/o en los cuales se encontraba inmersa,
se constituyó la cuarta: gran corporaci6n azucarera norteamericana en el despojaron ,a esta clase de su futuro y su sentido, por 10 que se hacfa
pals, la UllHe.d SugaJ: Co.., que se transfo~ó _luego en la .~ª-2_~er"I].-?yg"a.r. imposible representar sus intereses como los intereses de toda la sociedad.
Adquirió en esos dos años cinco centrales. cuatro de las cuales pertene-
clan a corporaciones nativas. Entre éstas se_ encontraba la Central Juncos, los' años 20 no sólo fueron años de claudicaciones programáticas del
sexta en molienda entonces. AS1, el 36% de la molienda que hablan repre- antiguo Partido Unión (abandona su posici6n pro .. independencia) y de agudi-
sentado las co~ª?raciones residentes del azOcar en 1920 se vio reducido ~ zación de su polftica errática y ambivalente, sino también, como señalamos
27% para 1934._ antes, años de la estocada estructural definitiva de su clase eje: la
agricultura tradicional atravesó su crisis final y las corporaciones azu-
Pero el descaiabro de esta clase no fue, definitivamente. un proceso careras IInativas" del "posib1ell Q,esarrollo capitalista lI au tóctono" fueron
exclusiv'amente'estructural. Aan ant·es de los procesos señalados de los años sucumbiendo., Ya a ,fines de los 20. la clase residente anti9uamente cuasi-
20, sus contradicciones 'previas y-la lucha de clases hablan ido deSpojando hegemó.ni.ca de hacienda, tanto en -sus remanentes ,tradicioriales como en sus
a esta' clase de futuro. El cambio en las relaciones de producción que contradictorios intentos capitalistas, hab1-a perdido frente al imperialismo
representó el desarrollo de las plantaciones capitalistas, conllevó una las' bases estructurales de su existencia misma,- pero por 10 menos tan im-
transfonnaci6n cultural profunda en las "clases subalternas" '. que se mani- portante, el fundamento cultural también de sus quebradas aspiraciones
festó en una lucha, para los hacendados, insospechada. Cabrla pre9untarse hegemónicas. A mi juicio, para los años 30 es~ clase había muerto.

12 13
La ausenc,ia de una clase_ hegemónica_ residente-o o la ausencia incluso pero acrisolados por la desubicaci6n estruc-
de una clase que pudiera proyectar al futuro unos patrones cultura'les en tural de- la'movilidad y la -crisis cultural .
su lucha por la hegernonÍ'a. fue el factor fundamental. a mi juicio que de identidad que producla la agonía de la
produjo una profunda crisis cultural en el pafs. que se tradujo e~ la antigua clase nacional con vocación hege-
llamada "búsqueda de .la identidad", tema central de la generación intelec- manica. de la cual se sentfan herederos
t~al del 30. La Rev~sta Indice. que agrup6 en _sus páginas las preocupa- miembros de este sector. Descalabrado el
cl~nes cl~ves d~ la lntelectualidad joven del periodo. manifestaba ese pasado y tremendamente inestable la ubi-
cl1ma de lnsertldumbre y duda desde su primer número: "concedemos supe- cación estructural presente, este sector
rioridad a ¿? sobre i:" (24/4/29, pl). Aún los viejos-ideólogos del Unionis- fue configurando una clase, mSs que en
mo, como Mariano Abril, manifestaban su desilución o desconcierto: termines de su pasado e presente, en tªr~
minos de su futuro. Arrastrando en su
"El país está desapareciendo ... se asemeja a nacionalismó ·de bolero las aspiraciones
aquel caballero de la muerte pintado por el hegemónicas de su clase-madre, este sec-
gran Durero, ,que ocultaba tras la armadura tor va a configurarse en clase en térinines
reluciente un esqueleto ruin."32/ de un proyecto polftico que proveyera la
base material de una nueva posible hege-
_ El Insularismo (1934) de Pedreira. el Prontuario Hi'st6rico (l935) de monTa.
Tomas Blanco, los Problemas de la Cultura Puertorriqueña (1935) de Emilio
Belaval y "Puerto Rico: ¿Pueblo o Muchedumbl'e1" (1936) de Geigel Polanco Al menos entre 1938 y 1944, este sector
fueron intentos intelectual~s de responder a la crisis de la identidad • profesi'onal no se manifestó. en sus accio-
~ero m~s que en término,s del presente -el cual todos describen como de' nes o relaciones~ como un mero sector so-
lncertldumbre y desasosiego- en tthminos de un pasado y sobre todo, de un cial, intermediario en la economía o pro-
programa (como agudamente señaló el compañero Arcadio Dfªz Quiñones en un veedor de servicios; se manifest6, ya
penetrante comentari-o crftico al PaTs de cuatro pisos.)~ claramente. como una clase en proceso de
hacerse. En. 10 que conceb1a. su natural
. No p~edo evitar revivir, e_o ~s~e punto, una vieja polémica con José representación del "pueblo" en el Estado;
LU1S Gonzalez. Los procesos economlCOS que fueron haciendo desaparecer la constitución de u·n Estado en el pa1s
a la.clase de hacendados generaron concomitantemente un intenso proceso y el logro de su dominio político en la
de movilidad en la estructura social. Si en los 30 los hacendados como necesaria reconstrucci6n económica de esa
clase, hab1~n muerto. los herederos de 'esta tradición clasista,heg~mónica. colonia en crisis, abrían las bases; tanto
fueron conf19urando una ~ clase en- .ténninos. ,preCisamente, de p'rograma. de su control clasista sobre el proceso
como apuntan las respuestas Tntelectuales mencionadas. El hecho (también. económico a travªs de la planificaci6ñ
dudoso) que podamos encontrar una continuidad (en términos familiares) en estatal, como de la legitimacion de su
la elite de ambas clases, no _quiere decir que estamos hablando de la misma control socialmente (a. través del popu-
cl ase como González sugiere, pues pueden estar ubicadas éstas:en rel aciones- 1 ismo). En el anal isis del surgimiento
d~ producción muy.d!~tintas, que generen distintos intereses y una dis- del Partido Popular nos enfrentamos pues.
tlnta cultura y.vls1on de mundo., ~En un trabajo previo, que me encuentro ante el complejo fenómeno del liderato
actualmente revlsando, caracterlce este proceso en forma bastante debatible~ de una clase que es sólo en sí en la
medida que es para" si. "35/
"Esta clase "naciente" era a principios de
década meramente semillas. Fue haciéndose,34/ Aparte de que se pueda estar de acuerdo o mi con, esta conceptualiza-
en toda la década, del sector profesional ción. que yo aún sostengo aunque no es éste el lugar para argumentarlo,
fonnado en la voraglnica movilidad social 10 cierto es que la clase que fue configurandose en Puerto Rico alrededor
descendente u horizontal. Gran parte de d_el. proyecto populista era distinta de la clase de hacendados. aunque re-
este sector era descendiente de-familias de tenía muchas tradiciones clasistas y culturales de aque11.a. Las trans-
hacendados, arruinados. y considerable parte fonnaciones de una econom'fa señorial a una economfa capItal ista son 'muy
también de estratos inferiores en el mundo. diferentes. en términos de relaciones, a las transfonnaciones dentro de
de hacienda. Llevaba consigo tradiciones- y un mismo modo de producción. como los cambios en-la lógica y dinámic~ de
elementos culturales de esa clase moribunda, acumulación de un capitalismo agrario a uno industrial.

14 15
Por su propia debilidad estructural 'y la posible_ imposibi.1idad de 3. La intercomunicación entre las clases, el colonialismo y
consolidarse como clase en esos ténilinos, la clase del de'sar"rollismo la definición racial o clasista de lo popular
populista fue desintegrándose con relativa rapidez. Y el examen de la
es ecificidad de su crisis es arte fundamental del anallsis cultural Hasta ahora hemos hablado muy poco de la cultura oprimida, cultura
del 'Puerto Rico de hov. Pero e o no de e pasar por a to que es aun que, segan González, frente al descalabro de la cultura dominante, se
la tradicion cultural de la clase dirigente de ese popu-lísmo la alter- abre paso hacia el futuro y constituye la posibilidad de una nueva y
nativa a superar en u~a política cultural popular alternativa. Luchar positiva redefinición de la nacionalidad. Pero antes de ello, y como
contra la cultura dOffilnante, asumiendo como clase dirigente aún la clase parte y puente con la sección anterior, debemos hablar de la intercomu-
de hacendados (presente en la conceptualizacitin de clases de El_ pa'i.s de nicación entre ,las clases.
cuatro pisos), es, a mi juicio, luchar contra un fantasma; contra una
hlstoria de unas clases sin historia. Remanentes culturales de esa vieja . González correctamente señala que las culturas dominante y oprimi-
cla:e ex~sten)aún poderosos. ~ concuerdo con José Luis González en da "no son compartimientos estancos sino esferas intercolllunicantes" que
la lmportancla de su desenmascaramlento y su ataque. Pero deben ubicarse se influyen mutuamente (p. 79). A pesar del señalamiento, González no
como tales (como remanentes) en una lucha de clases que responda al examen elabora sobre ello, 10 que arrincona al País de cuatro pisos en un mani-
de" la dialéctica entre fuerzas productivas y relaciones de producci6n, quefsR~ que el propio González aborrece y crítica. Es tarea urg~nte del
donde incluso en una diferente configuraci6n clasista, donde no existe-ya análisis clasista cultural examinar cuidadosamente esas esferas lnterco-
una clase de hacendados, pued~2 sus remanentes culturales tomar signifi- municantes. ¿Hasta qué punto ha necesitado la clase dominant,e incor~orar
cados marcadamente distintos ..J " elementos de la cultura popular_en sureclamo de legitimidad y cuáles han
sido estos elementos?38j ¿Qué elementos de la cultura -populal' spn sus-
Retomando el punto que he querido recalcar desde el comienzo, la ceptibles a ser adoptados por los dominantes y cuales son definitivamente
ausencia de la definicion de esta dialéctica lleva al País de cuatro pisos antagónicos a su cultura? ¿Cómo ha trastocado la clase dirigente su sig-
a cierta inconsHiencia en los criterios que utiliza para la- perlodizadón nificado popular? Por otro lado, es necesario examinar los ~lementos de
de la historia._ El tránsito del primer al segundo piso está dado pOI' un la cultura dominante que la popular ha incorporado. Y, mas lmportante
proceso migratorio que "blanquea" al pafs a principios del--siglo XIX; el aún, ¿qué elementos ha desarrollado la cultura popular sª.Yuntura~mente
paso del segundo al tercero por un cambio en metrópol i colonial; .Y del en la lucha de clases que limitan su proyección futura?--" Por eJemplo.
tercero al cuarto por la transformación de una economía agrícola a indus- ¿en qué grado han tenido las clases subalternas que desarrollar elementos
trial. " Todos son, sin" embargo, imposiciones externas, 10 que no es de culturales 'de manipulaci6n. y "jaiber'ía u para sobrevivir cotidianamente
extrañarse en una colonia. Pero sorprende que una presentación tan aguda, la opresión de clases y hasta qué punto se" han convertido estos elementos
de la dinamica social interna no la tome en consideración para los cambios en freno de concepciones c~lturales mas desafiantes o transfonlladoras?~.Q!
fundamentales. Queda pues un análisis hist6rico pero no dialéctfco; nos
presenta pisos pero faltan 1as escal eras, "esca 1ators" o ascensores. El análisis de estas esferas intercomunicantes en una situación colo-
¿Hasta' qué punto tenla uri piso las semillas de su propia destrucción? ¿Y, nial tiene mayor importancia" que la que, a mi juicio, González le otorga.
en qué medida el piso siguiente fue gestándose internamente de las contra- El hecho de que la clas~ dirigente internamente ha estado a su vez subor-
dicciones" del precedente? dinada a la metrópolis. le imprime un carácter necesariamente contestata-
rio a algunos elementos de_ su cultura. "Este entrejuego en una cultura
A este respecto, quiero llamar la atención nuevamente a la reseñá que es simultáneamente subordinada y dominante. la conviert_e en una ~~l,:"
crítica de Diaz Qwiñones antes citada, que plantea, au'nque muy p,arcamente¡ tura inherentemente contradictoria, representando tanto la conservaClon
como muchos de los elementos del Puerto Rico de la industrialización ,(cuado del "status qua" como la necesidad de un cambio. los elementos contesta-
piso)', fueron generándose (como programas y visiones, al menos) desde la rios de su contradicción pueden facil itar puentes de intercomunicación
década del 30 (tercer piso). Cómo los planteamientos de Pedl'eira, Blanco. más sólidos con las clas~s subalternas y creo que el popuiismo PPDista
Belaval y Geigel fonnan parte de un proceso que junto a Padin, Chardón, es un extraordinario ejemplo de ,ello que clama por un buen i?aliSiS cul-
Muñoz Marín y otros culminaron en la propuesta populista del 40 que con- tural: ¡daba gusto ser popular~ muy claramente recuerdo.- 4 ,
fonnó al Puerto Rico de los años 50. Cómo estaban enraizados esas pro-
puestas en la dinámica de clases de entonces. que como dinámica no _sólo Ese tan necesario análisis cultural del popul;smo debe irremediable.-
tiene pasado sino también futu_ro. _Cómo, dentro de este contexto, es equi- mente incluir la transferencia del caracter "contestatario que frente a
.vacado examinar las manifestaciones culturales de un momento dado, -sólo la colonia asumía (aún parcial y contradictorio), al ámbito de h política
en ténninos de su trasfondo y no también de su proyección futura, que es social donde se fortaleclan los puentes dé intercomunicación mencionados.
también parte ("no realizada) de su presente. Un cas~ de fecundas posibilidades para la_investigaci6n 10 constitu~e la
defensa PPDista de los derechos de los hijos ilegftimos. A principlos de
los 40, ésta fue una de las primeras batallas legislativas de e:e nuevo
partido que irrump'ía desafiante y triunfante en la escena pol'ítlca. Las
16
17
medidas fueron objeto de la más feroz Oposlclon por diversos sectores
," :1 sociales 'identificados con el ,ya-carcomido (en 'la crisis de los años
30) orden social prevaleciente entonces. Frente a esa feroz oposición,
el PPD en aquel momento se mantuvo firme y con el apoyo de algunos legis-
ladores.del Partido Socialista aprob6 las med;das.~
Una de las más importantes aportaciones y a su vez, limitaciones, de
El pa'is de cuatro pisos es la diferente perspectiva que adelat:lta en torno
a "las tantas yeces denunciada penetración cultural no.r~eamer;cana". (p. 34).
"la cultura popular bajo el régimen colonial
"
norteamericano, no ha sufrido nada que pueda
definirse como un deterioro, sino m§s bien
como un desarrollo." (p. 30)
Concuerdo con José Luis González en su crftica al lloroso independentismo
tradicional que presenta una imagen falseada de "despuertorriqueñización"
en su. apego' a u_nos el ementos de 1a "cultura nacional" que nunca _se- adop-
taron populannenle. Pero tampoco- podemos, en contraposición,_ p_as."ar por
alto~ las serias y profundas problemáticas culturales envueltas en los
efectos del colonialismo a nivel popular.· Si las a1ternativas de inter-
pretación fueran deterioro o desarrollo, me abanderizarfa con González
por el desarrollo, pero 10 que consldero precisamente equivocado: es plan-
tear los parámetros explicativos en términos de esa disyuntiva lineal,
que limita las posibilidades fecundas de un análisis dialéctico.
El problema metodol6f)ico que he venido recalcando desde los inicios
del trabajo -la in~erpretac;ón de la dinámica social por el.desarrollo
de las fuerzas productivas sin considerar su interrelación dialéctica
Con las relaciones de producción- está a mi juiCio en el meollo de esta
forma lineal .de plantear los efectos de la presencia norteamericana en el
pafs. En la medida en que nuestra relación con los Estados Unidos posi-
bilitó una aceleracion dramática en el desarrollo de las fuerzas produc-
tivas, frente a un más limitado desarrollo en las ültimas' décadas del
siglo XIX bajo España y aún en comparación (especialmente en los ültimos
35 años) con -los países latinoamericanos formalmente independientes,- esas
relaciones cól¡)niales han'sido positivas, porque la posible ,lucha_',de_las
"clases pop'ulares" por transformarlas arrastrará ese desarrolloy'podrá
plantearse, por tanto, en ténninQs de un "estadio" cualitativamente más
elevado de la historia humana.43/

Un planteamiento parecido, aunque un tanto más sofisticado, está pre-


sente en la tradición socialista puerto~riqueña de principios de siglo.
El obrero _tipógrafo Ramón Romero Rosa11Por ejemplo (probablemente su más
articulado ideólogo)., distingue, ya para 1904, entre 10 que llamaba: la
miseria_ natural y la miseria artificial. La primera era producto de un .
eScaso desa_rrollo de las fuerzas prodiJctivas. mientras la segunda era
generada por -la apropiaci6n individual de una creclente producción colec-
I tiva. es decir, principalmente por el desarrollo de las fuerzas producti-
i vas de una economía capitalista .. (Ven este sen.tido, las relaciones de
l'

19
,,1;'\:
~;t~'-'~:j,}: ;
producción están mas presentes, "-e intrfnsecamente- en Romero Rosa qu-e
en Jos~ Luis González.-) La miseria artificiál, argumenta Romero. lleva"
implfcita las semillas de su superación porque las bases de relaciones
sobre las cuales se sustenta generan 10 que llama "la cuestión social"
y el planteamiento socialista. La miseria artificial tiene sus bases
en la organización social. en la sociedad de clas~5 y su superación
conlleva necesariamente la transformación social.--' La miseria arti-
ficial vincula •. pues. indisolublemente la pobreza con la desigualdad
y la explotadon, ~Qn las enonne,S repercusiones que _ello implica para
la cultura popular~(a lo que quisiera volver en la Oltima sección
de este ensayo). .

En la medida que la ocupación norteamericana aceler6 el predominio


de la miseria artificial, ha cumplido una obra civilizadot'g por la
superación dialéctica que la miseria artificial conlleva. __ J Si a ello
4/__
añadimos el régimen de libertades civiles (libertad de reunión, asocia-
ción y palabra, derecho a la huelga, etc.), identificado con'el desa-
rrollo capitalista,48/(,y en Puerto Rico. con la dominación norteameri-
cana que impulsaba ~ste), régimen que posibilitaba 'la organizadón del
movimiento obrero que a su vez encarnaba el planteamiento transformador
de la "cuestión social l1 , se entiende corno tanto socialistas de princi~
pios de siglo (como Romero o Manuel F. Rojas), como social istas contem-
poraneos como José Luis González, aborrezcan la -sostenida insinuación
de algunos de que la ocupaci6n norteamericana constituy6 nuestra más
grande calamidad hist6rica.49/

Sin embargo. tanto la tradici6n obrera de principios de siglo, como


el libro de José Luis González que estamos examinando, pasan por alto
dos elementos, que si bien no invalidan el tuétano de su planteainiento.
compl i can consí derablemente el anal i si s. Estas compl icaciones no surgen
de un purismo académico sino 'de la propia complejidad de la realidad y
no pueden, a mi juicio,' obviarse en un análisis de las alternativas cul-
turales populares, pues constituyen elementos definitorios de esa real i-
dad y no meros adjetivos.

En primer lugar, el desarrollo de las fuerzas productivas con la ace-


leración de 1a transformacion capital ista a principios de siglo se di6 -en
el marco de la expansión imperialista de la economi-a norteamericana. Es
decir. el desarrollo capitalista en Puerto Rico no responde- únicamente a
procesos endógenos. sino es, 10 que ha venido a llamarse en estas ú1timas
décadas.-un capitalismo dependiente. Como capitalismo comparte con cual-
quier capitalisn~ unos procesos econ6micos básicos y unas esenciales rela-
ciones de producción. Pero la configuración de clases. los 'procesos de
formaci6n de éstas y sus relaciones, {alianzas y conflictos} son, en el
marco dependiente de ese modo de producci6n, marcadamente distintos. Aún ... Una larga y fuerte tradición sol idarla
los procesos en el desarr.l?llo de las fuerzas productivas conllevan' dife- toma, ante la crisis clasista. unos nuevos
rencias fundamentales en el capitalismo dependiente; no en el hecho de contextos, que trastocan o redefinen sus
que las fuerzas productivas se desarrollen (recuerden los "estadios"). viejos significados y su t,rayectoria. la an-
pero sí en la lógica del proceso', en el peso relativo de los diversos tigua fuerte sol idaridad o'ór'era de la lucha
factores económicos y las relaciones productivas en el proceso trans- sindical se trastoca entonces en la solida-
fonnador. ridad de la barra, del cafetír\ p¡"ofundamen-
te humana también e inquebrantable. como
20 ilustra extraordinariamente "Copas y AI1I;~lOS'~
que popularizó "la Voz" ...
21
. Un ejef!lP~o puede ayudarnos a· v.er ~n ·fonna menos abstracta a qué nos creciente crisi~ de SOl~1?rid~dcla~ista:,.debido sólo en parte.a 1.0 men-
estamos ref1nendo. Una de las caracterfsticas del capitalismo ·depen- cionado en este ensayo,~ arropa a los barr.ios populares la bol erística
die~te es que muchas de sus unidades productivas, establecidas por de Felipe Rodrlguez, "La Voz". Una larga y fuerte tradición solidaria
capltal foráneo, no est~n relacionadas entre sl; es decir, están inte- toma, ante la crisis clasista, unos nuevos contextos, que trastocan o
gradas solo m~y parci"almente en una economía nacional. Son, más bien, redefinen sus viejo, significados y su trayectoria. La antigua fuerte
eslabones de lndustrias, o cadenas productivas, cuyos insumas y consumo solidaridad obrera de la lucha sindical se trastoca entonces en la soli-
(eslabonamientos previos y posteriores) se encuentran fuera de la eco- daridad de la barra, del cafetín s prOfundamente humana también e inque-
nomT~ ~e1 ~als. En ese sentido, su dinámica econ6mica es hlbrida. Su bra~table, como ilustra extrao~inariamente "Copas y Amigos", que popu-
partlc.lpac1ón en ~1, des.arrollo de las fuerzas productivas responde a larlZó. "La Voz" en .(cuanto)
50.· . . . .radlo
. y ve110nera a principios de los años
ambas, pero nonnalmente más a la dinámica de la industria en la cual
está inserta (su~ :slabonami·entos lIexteriores")., que a la configuraci6n
de factores eConOlll1COS en el paTs donde está localizada. Y la dinámica El desarrollo de una conciencia de clase o de elementos culturales
de dicha unidad productiva responderá cada vez más a sus eslabonamientos alternativos para la superaci6n de la "rniseri~ artificial'~ encuentra, por
ext~rnos, mie~tras .vayan aumentando los grados de d.ependencia de la eco- 10 tanto, en una economía dependiente, unas particulares problemáticas
nOfila; e: declr, ~m~entras vaya des-integrándose más, internamente; C0l110 propias. La gran contribución del importante "boom" sociológico latino-
ha ocurr1do dramatlcamente en Puerto Rico en su desarrollo manufacturero americano de los ultimos quince años apunta precisamente en esa dirección:
·dependiente, en "su cuarto piso". el examen de las particularidades de la dinámica económica y la configu-
ración de los conflic~os clasistas en una situaci6n estructural de depen-
Para .los obreros tra~ajando en unas de esas uni dades productivas, dencia {o de expansión imperialista del capitalismo mundial desde la
sus relaclones.de producclon estan más estructuralmente ligadas a clases perspectiva de las sociedades dependientesJ.~ El desarrollo capitalista
y sectores socla1es de los eslabonamientos (previos y posteriores, i.e .• que la ocupación norteamericana ace1er6 de fonnas distintas en diversos
externos) d: la unidad en el sector industrial donde esta inserta, que momentos hist6ricos, no puede pues examinarse a secas. Se trata de un
a las relacl0nes con las personas con las cuales comparten cotidianamente capitalismo dependiente .. cuya ·dinámica histórica no es. en fonna mecánica,
su existencia y sus vi"das en su pa1's. Por ello. la viS}·ón de totalidad la de su modo de producción dominante ·considerado en ténninos abstractos.
que~el ~desarroll0 de la ~on:iencia de clase necesita.§Q es más compleja. Es completamente entendib1e que esta dimensión del an.11isis no estuviera
esta mas nublad~ po~ med1aclOn:s, es más dif"cil de a1qmzar para dichos presente en el socialismo puertorriqueño de principiOS de siglo, pero a
obreros del capltal1smo dependlent@!que para el proletario generado en las alturas de los años 80 es francamente imperdonable no tomarlo en con-
un modo d~ ~r~ducción de dinámica propia, como era el proletariado modelo ·sideración.
de los anal1S1S de Marx y Engels en la Inglaterra de mediados del Siglo
XIX . . U~a huelga en una de esas unidades productivas -en una fábrica . Los procesos de desarrollo dependientes de la expansión imperialista
dada- tlene pocas repercusiones estructurales en la economTa del país de las economTas capitalistas centrales. se enmarcan en Puerto Rico, sin
e~ la esfera de l~ producci~n. (aunque alguna en la esfera de la. circu1a- embargo. en un contexto superestructural que los distingue. en cierta
c16n porque al deJar de reClbn salarios·, los obreros demandarán menos medida, de estos procesos, en la mayoría de los pafses de América, gene-
bienes y servicios en el mercado interno). La ausencia de repercusiones rando. por otro lado, semejanzas con muchos de los paises del Caribe, .
nacionales a nivel productivo de una huelga en una de las unidades del Africa y Asia. Se trata de un contexto de subordinaci6n pol1tfca directa
capita1ismo,dependiente, significa que la solidaridad de los obreros en a la potencia imperialista que va dominando la estructura productiva de
ot~as ~nidade: no se plantee como estructuralmente necesario, 10 que la sociedad dependiente, o la intervención directa de dicha potencia en
deJa S1n sent1do los Raros de solidaridad o "boicots secundarios ll (en la el aparato de Estado (gubernamental en su sentido ampl io) de la formación
jerga sindicalista)52i' socio-económica de la dependencia. Las especificidades de ·este tipo de
Estado no pueden dejarse de lado.en un análisis cultural. pues definen.
La desaparición de este tipo de actividad sindical está hist6rica- con particularidades propias, el escenario de la lucha de clases. La au-
ment: relacionada en Puerto Rico, y en forma muy estrecha. con la ex- sencia de estudios de estas especificidades constituye una de las grandes
tend1da y profunda fragmentación del movimiento obrero a fines de los limit~ciones para el análisis de clases (cultural,.. pero también político
años 40 y principios de los 50, que corresponde temporalmente también y soclo-económico) del Puerto Rico del Siglo XX.~ y esta limitación de
y n~ debe ser coincidencia, ·con el famoso milagro econdmlco puertorri: nuestra historiograf'ia y ciencias sociales se hace patente en los inten~
queno: el espectacular crecimiento de la industria manufacturera en el tos interpretativos de El país de cuatro pisos.
c~pita 1ismo dep~'ndiente de . la post-guerra (cuando se vanaglorió. Puerto
R1CO de compartlr con· Israel las tasas anuales de crecimiento econ6mico . La consideración de las, especificidades que introduce el colonialismo
más ele~a~~s del mundo entonces). Las repercusiones culturales de la moderno al Estado en el contexto de la economfa dependiente, vincula
desaparlC10n de los paros obreros por solidaridad en este contexto no estrechamente el primero. al segundo de los elemE;!ntos que quería.discutir,
deben 'escapar al análisis cultural del Puerto Rico contempor.1neo 'Me
pennito adelantar al respecto, pero sólo adelantar, que frente a 'una

22 23
que· pasan por alto Josª Luis González y .el pensamien~o. socialist:a. obrero
de· principios de siglo ·én su··planteamiento· sobre·· el··significado del· colo-
nialismo norteamericano para la cultura de los oprimidos y sus posibili-
dades transformadoras. Ambos. en fechas tan diversas, recalcan la impo~­
tancia de la apertura democratica producida por las transformaciones
burguesas del Estado en la aceleración capitalista bajo los Estados unidos.
y tienen. a mi juicio. toda la razón: esta apertura ha contribuido al
desarrollo cultural alternativo de los "sectores" populares. Sin embargo.
si incorporamos los significados especiales que el colonialismo moderno
imprime a estas transformaciones burguesas. tendremos un cuadro más con-
tradictorio y complejo. pero más real.
En otros trabajo~he intentado mostrar. aunque todavía en fonna
muy incompleta y tosca. como el colonialismo imprimi6 a estas transforma-
ciones burguesas un carácter incompleto y sobreimpuestamente contradic-
torio que forzó a la clase obrera. beneficiada por dichas transformacio-
nes. a colocarse, en diversos momentos hist6ricos, a la vanguardia de
su defensa, precisamente por los l1mites de su incpmpletabil1d~d. y
como la inserción· de .ideologÍa liberal burguesa e.n la práctica obrera,
que la defensa de estas transformaciones conllevaba, 11en6 a su vez de
contradicciones la cultura alternativa (democrático-socialista) que esta
clase comenzaba, frente al capitalismo, a fraguar.· La historia obrera
puertorriqueña de las primeras décadas de este siglo· no puede comprenderse
estando ajenos a estas contradicciones. 57! La historia, de unas clases
sin historia, que subyace el análisis cultural de El pafs de cuatro pisos.
necesita pues. desarrollarse; incorporando. antes que nada, la hlstorl-
cidad de las· clases que en sus conflictos la forman. Pues, para las cla-
ses sociales. si no van a ser entelequias, ( socidógicas. esco.lásticas
o retóricas). sino clases vivientes y actuantes, su ·historia es parte
esencial de su presente y futuro .•. de 10 que son.
El examen·d·e la t'éultura de los oprimidos" necesita de la historia
de los oprimidos. Y. dentro de un análisis clasista, requiere diferenciar
entre las· diversas clases subalternas. González corr.ectamente señala
. que no se trata de un bloque mono11tico. Los elementos de diferenciación
que utiliza. sin embargo, no son siempre, a mi juicio, los m~s adecuados.
En la p. 70, por ejemplo, señala:
"La cultura de los oprimidos exhibe en su
composi"ción tres fuentes o ingredientes his-
toricos reconocidos: las supervtvencias ~ /'1.// )
culturales del mundo indfgena .•. las aporta- ·"1,'/: O('/'illl,'
ciones continuamente vivas de la poblacion
negra inicialmente e~clava y del campesino
fundamentalmente blanco ll • ... El racismo es un fenómeno sumamente co¡¡¡-
plejo que requiere profundización concept!!al
González limita su análisis de clase con esta antigua V1S10n racial. y analítica. conjuntamente· con investigacio-
No cabe duda que el estudio de las aportaciones culturales de indígenas, nes de procesos concretos. Pero aún dentro
africanos y españoles (que conceptualmente es distinto a indios. negros de· la precariedad de nuestra histOl'io!:J!'dfítl
y blancos) son importantes como trasfondo o bagaje. Pero· esas distintas al l'especto, me atrevo a preguntar: ¿acep-
etnias (que en el caso africano podrían ser varias) no se mezclan como tarla la cultura dominante el ementos del
campesino "blanco'. por ser blanco o pOI' C(lO;-
pesino?
24
25
en sancocho. El desgarrador proceso mismo que los l1ev~ a convergir
generó una dina~;ca cultural aún mas fuerte'y-decisiva que los 'patro-
nes_trasfondo 58.yel analisis de ésta no puede escapar a la dial~ctica
fuerzas productivas-relaciones de producción en que vengo insistiendo.
En esa -dinamica.las anttguas etnias se trastocan en razas por el matiz
racista de los procesos que la configuran.
El desenmascaramiento del racismo de la cultura opresora que .logra
González es sumamente importante, pero también desvirtuante si se queda
,. ahf. o si" en ·su reacci6n cae antag6nicamente en sus propios ténrtinos.·
" El racismo es un fenómeno· sumamente complejo que requiere profundizaci6n
conceptual y analftl"ca, ~onjuntamente con investigaciones de procesos
, concretos. Pero aún dentro de la precariedad de nuestra historiografía
al respecto, me atrevo a preguntar: ¿aceptarfa la cultura dominante
elementos del 'blanco': por ser blanco campesino? ¿Hasta
qu~ punto el 10 que sabemos. que .o:r.<,.dos.
medianeros arios

, o etarios de plantaciones, desarrollaran s1 unos elementos de


'1 cultura aótagdnica. ·hacfa estos elementos. y no su composición racial.
;i imposibl.es de incorporar, e incluso de reconocer, por la cultura domi-
nante? ¿Hasta qué punto el racismo es mas una manifestaci6n ideológica
'1 de la lucha social que su motor? (Aunque, por la dialéctica de dicha·
,'¡- lucha, en coyuntur{ls particulares, puede la ideolog?a ser fuente· de
:ti
nuevos confltctos), . .
.,,'j
:.1 Quedan muchlsimos argumentos en el tintero. El mas importante es
quizás la discusión d.e1 plebey1smo y la cultura popular alternativa. a
la que querfa dedfcar las reflexiones finales de este trabajo y para las
cuales toda esta última sección era meramente preámbulo. Siento sólo
poder adelan~ar. en este borrador i"nconcluso. algun~s. preguntas en torno.
c. El plebeyismo y las diversas alternativas populares de transfonna-
c1l1n cultura I

Uno de los·elementos para un nuevo análisis cultural. más sugestivo.


pero a su vez mas pobremente desarrollado en El pa1's de cuatro pisos es
el conceP:to de plebeyi"smo. José Luis González toma el tennino del análi
sis que hace José Ortega y Gasset del arte de Gaya. La determinaci6n
histórica de dicho arte, segOn Ortega, está dada por la reacción popular
Mruú.6u-átti6n deR. V..út det TJt.aba.jo·. ante la criSTS de la aristocracia que rE:!present6 la pérdida de su "ejem-
plaridad",
LILi./, FoJt:tuiio, M., Atbum lúu.6lLi.c.o de Ponc.e,
"Trajo ~sto consigo que el pueblo se sintiese
desamp~rado y abandona90, sin modelos. suges-
... ¿Hasta qué punto el hecho de que los descendientes': tiones ni disciplinas venidas de 10 alto ... (se
de esclavos - como artesanos proletariz"r1ose o. como-,':". vio obligado) a vivir por si mismo y desde sí
proletarios de plantaciones - desarrollaran unos e1e- ,; mismo,· .par9. nutrirse de su propio jugo·e ins-
mentas de cultura antagónica. hacía estos elementos y piración ... En vez de buscar fuera sus formas.
26 no 10 racial de ellos, imposibles de incOl'porar por la
cultura do,llinante? 27
educa y estiliza poco a I>0co 1as suyas
tradicionales". (Ortega- segan"- González.· __ Intentando abordar algunas de e,st.as _~r~guntas en este cOI!L~ntario
pp. 92-93). '-~r1tico al 'sugerente Pafs de-cuatro pisos, me percaté que este ensayo
iba en la v1a de convertirse en un libro. Y conscie~te tamb~én de que
González distingue ·el plebeyismo del popularismo, porque en el brime~ las alternativas culturales populares de transformac16n requleren 68yor
ro 10 popular "no es (meramente) tema ni motivo. sino esencia que no re- reflexión e investigación de 10 que puedo en el momento dedicarlet--:-I de"
quiere mediación para imponerse como. creaci6n estªtica válida en s1 y cidf comparti-r con ustedes este borrador inconcluso; sintiendo la ~e­
pa~a si" (p, 101). Lo distingue también del primitivismo •. porque se cesidad tambH~n de la discusion que pueda generar, ~ara esa mayor 1n-
trata de formas que llevan tras sr un proceso de desarrollo cultura] o vesti-gaci6n y reflexión de ese libro futuro. No qUlero concluir, sin
estil ización '10 cual no excl uye que aprovechase' tal o cual elemento usado embargo. la.presentación de este borrador, sin com~art1_r tam~ién l?o
por (la clase dirigente). pero sometiéndole a una remodelaci6n segan {su} gu1a general que va encauzando este proceso ref1ex1vo. Pueden resu ..
propio estilo" (p. 93). Primitivismo serf es ontane mo poco desarro-. mir esta guta unos fragmentos de otro bprrador que presenté para la
llado (Y. por tanto, no amenazante a las formas su . res") y popula- discusión tle un grupo de uniones obreras hace unos meses y que co~
risino IIselecci6n desde arriba de formas de abajo que no aspiran a ser ligeras modificaciones adoptó el Congreso Puerto~riqueño de T~abaJa~
modelos. Plebeyismo (por el contrario) es creación de modelos desde dores en su documento de "Diagn6stico de la. realldad puertorrlqueña
abajo y su fmposicidn hacia arriba u (p. 99. @nfasis mfo). (lo que ha sido para m! tremendo acicate para continuar trabajandO):

Es la cri-sis o progresjvo desmoronamiento de la élase dirigente "Tradi"cionalmentese ha examinado la cultura puerto-


nativa (que- González a veces nombra como hacendados y :otras, burguesfa),: rri-queña en _el marco de la concepción oficialista
d~r;;"nte todo el siglo XX. 10 que generó. la situación donde, segan González, ejemplificada en el sello o "escudo" del Instituto
!'la, masa popular puertorriqueña. huérfana en grado cada vez mayor de la de Cultura Puertorriqueña: como amalgama de tres
"ejemplaridad" de una clase. dirigente .•. empez6 hace vados lustros a ... etnias -10 español. 10 indio y- 10 africano. En las
nutrirse -de su propto jugo e inspiración plebeyos" (p. 99) y comienza a altimas d~kadas de discusión cultural se ha querido
imponer sus formas en el arte, como ejemplifican las obras de Luis I;tafael añadir tainbl@n una cuarta cultura ·externa, incorpo-
Sánchez en la literatura y de Jos@,Rosa en las artes pHisticas (p. 100). r8ndose y moldeando la amalgama: la cultura norte-
. americana. No cabe duda que es muy importante el
No cabe duda que la crisis de hegemonia d,e una clase- dirigente re, estudio_ de las aportaciones culturales de estas et-
presenta. precisamente. el debilitamiento de su influenci_a cultural sobrE! nias corno trasfondo o bagaje ... la historia del Caribe
las clases "populares" y que ~sto contribuye a posibilitar un mayor des a" pre-colombino" de algunas regiones de Africa y de
rroll0 cultural propio IIdesde abajoll. No creo que haya duda tampoc,?,' . España fueron produciendo unas cult~ras dive~sas,
respecto a. que el plebeyismo -as? expuesto- ayuda a entender las di~eren .. · que arrastró. naturalmente, ese ~arlado contl~gente
cias. soc;o-hi"stOricamente condicionadas. entre 10 popular de un 011er, humano que convirgió en Puerto Rlco en los .prlmeros
que. se acerca a las costumbres populares con IIsimpaUa pero sin identi .. s'ig10s de la co10nización. Pero-la historla no ter ..
ficación, .. intrrnseca ll (p. 100) y 10 popular de un Rosa "que rompe defi- minó ahi. Nuestra cultura no puede ser una mera
nitivámente con los modelos venidos "de 10 alto" (p, 101) Y a- travll!s de jerarquizaci6n o suma (siquiera diferencia9a) de esaS
cuyo arte "habla la masa popular puertorriqueña" (p. 102) en la elabo- histor-ias previas. Puerto Rico tiene su propia his-
ración estética misma. toria que va confonnando y transfonnando continua-
mente'la cultura. Y. sin olvidar 1as historias-tras-
Quedan. sin embargo. numerosas_ lagunas y preguntas. Por ejemplo. fondo, _es en esa historia propia que tenemos que
¿Surgen las _formas culturales alternativas populares sólo ante la crisis concentrar el examen de nuestra cultura.
de los modelos dominantes? (¿Son sólo una respuesta al vado?) ¿Son.
siempre alternativas: o hasta qué punto !la podrán ser pa,:,alelas y pOl~ La historia de Puerto Rico es una historia de
ende susceptibles de ser integradas o pennitidas cOPlo·r.es1duales (en dominación colonial y de clases. y en la medida que
los. patrones culturales de la clase dominante) º) por el contrario, ~nta" la cultura se,ha ido configurando en esa historia,
góni~as-y en es~ sentido temidas y combatidas?~ ¿COmo se diferenc1ah es una cu]tura colonial y cla~ista, con sus conco ..
histórica, y socialmente posiblés diversos modelos culturales alternos mitantes de racismo y sexismo. Considero completa-
íc, populares; cuáles serfan'las bases ~lasistas. de esas diferencias? Y. mente ajenos a los intereses de l.a clase obrera
sobretodo, sigu;-endo la Hnea de argumentaci6n de las páginas_ preceden .. colocarse, ~omo pretenden algunos. a la defensa.de
,
·:i. tes~ ¿cómo se mani'fi'esta. c6mo genera, qué lfmites posibilita o impone, esa cultura._
la dinámica de las relaciones productivas al desarrollo de modelos cul-
:j, turales propios de las llamadas, en sentido amplio, "clases populares"?
I
¿Cuándo. en dicha dinámica. seran (lo serán siempre?) estos modelos ple-
I beyos? 29
28
'ir.
:r'
!
:.1'

Matti6M.tac..i.6n oblteJra. IFLTI, 1913


IPu('J¡,f.o lUc.o 1I.u6:tJr.adol

'" la identificación -de las 1 ibertacJc'. l. i·


viles con el desarrollo capitalista fL(Jr:,-.
fortuita ni accidental ... t.stá hasada en 1.)';.
luchas iniciales de reconocimiento de exis-
tencia civil de la clase obrera que emana-
ba lógicamente del presupuesto capitalista
de un mercado de trabajo libre y de la "li-
bre" contratación salarial.
30 31
.,~, •

" Pero, _la histori-a de Puerto Rico. es~también otra


historia. Es la historia de un arduo proceso popu- .. NOTAS Y REFERENCIAS
lar. frente a las situaciones adversas señaladas, por
desarrollar formas de convivencia y del disfrute de
la vida, y las luchas por ello. Es una historia cla- 1. Karl Marx~ Elementos fundamentales para la critica de la
sista. es cierto; pero es una historia tambi~n, y economía polTtica (Grundr1sseJ 1857-18~ volumen 1,
sobre todo, de lucha de clases • Mexico: Siglo XXI. 1980. pp. 30, 32-33.
.. . Aquellos que queremos que PuertlJ Rico siga exis- 2, Juan,M. Garc5a P.assalacqua. "Vo quiero un pueblo, a brief
tiendo y desarrollándose como pais sentimos, natural- history of the Puerto Rican masses", mimeo de conferencia
mente, la inclinacion de defender la cultura puerto- dictada en Nueva Vork. marzo de 1981 y lOAn interpretation
rriqueña. Sin embargo, emanando nuestra cultura de for the 80·s". San Juan Star, 27/12/80, p. 19.
una historia (contradictoria) de continuada (aunque
variada) dominación colonial y de clase, nos enfren- 3. Manuel Méndez Ballester. "Un
tamos ante la importante tarea de discernir en la (San Juan), 5/12/80, p, 31,
cultura entre los elementos generados para la desi- El país de cuatro-pisos
gualdad, la sumisión y el discrimen, moldeados (aun- Luis Gonzalez y El paYs de
'que -no -siempre originadós) por 1as clases dominantes, suplemento -En Rojo, ,pp. 1-4;
y que muchas veces aceptamos inconscientemente todos, ronchas",. El Nuevo Dí-a 8/1/81, p.
y los elementos culturales populare$ de la cotidiana en El Mundo 2176781; Manuel Maldonado
resistencia y lucha, que son la base de una posible de cuatro pisos", El Reportero 22/7/81, p. Y
cultura-popular alternativa más genuinamente democrá- El pals de cuatro plSOS: aproximación crítica a la obra
tica y liberadora.lI sociológica' de -José Luis Gonzálezl~ Revista Casa de las Amªricas
135. nov-dic. 1982, pp. 151-159; Arcadlo Diaz QUlñones, "En
pugna con el tercer piso", El Reportero 6/10/80, p. 16;
Eduardo Seda "Cuál Puerto R1CO esta vivito y coleando", Cla-
ridad 11-17/9/81, Suplemento En Rojo, pp. 4-5; Josªluis
',' t
Mendez, "la arquitectura intelectual de El pa1s de cuatro
q' pisos", Clari~ad 16-22/4/82 y 23-29/4/82, ambos En Rojo.
4, El pafs de cuatro piSOS y otros ensayos, San Juan: edicio-
nes Huracan, 1980, pp. 9 Y 12.
5, Concuerao con Dobb en que "By mode of production ~e (Marx)
did not refer merely to the state of technique -to what he
termed the state of the productive forces but to the way
in which the means of produdion were owned and to the
social re1ations'between men which resulted from their con-
nections with the process of production", Studies in the
Development of Capitalismo Londres: Routledge and Kegan
'¡ Paul, 1970, p. 7. En_forma similar argumenta Hobsbawm que,
en la relación base-superestructura en Marx, "base no es
mera economía ni tecnología, sino la totalidad de las rela-
, ciones de producción; es decir, la organización social en
su sentido más_ amplio ... " ("Karl Marx·s Contribution to
Historiography", enR. Blackburn ed., Ideolo9Y in Social
Science~ Londres: Fontana, 1972, p. 274. traducclan mia) o
,i las relaciones ·sociales de producción que. como bien ac·lara
Agustín Cueva, incluyen mucho mas que las meras relaciones
,directas de trabajo (I1El uso del concepto de modo de produc-
ción en América latina: algunos problemas teóricos", in-
"
cluido como Cap. I-I de su libro Teoría social y,rocesos
32 ~líticos en América Latina. México: edical, 199.

33
Una versión ampl iada y revisada del Cuaderno CEREP 4 se
6. No como evidencia, sino como-'ilustración-; -presentaré "este publicó recientemente: La-hacienda- azucarera. -su creci-
ejemplo: Angel Marla Quintero, hacendado de Morovis y miento y crisis en Puerto Rico (Siglo XIX), San Juan:
legislador por el Partido Unión en el perlodo de liLa CEREP, 1981.
Alianza" (1924-28). bautizó a su hijo primogénito en 1917
~n plena Primera Guerra Mundial) con el nombre de ~¡,. 12. Fuentes y mayor detalle .en mi artfculo "Background to the
Angel Guillermo en honor al Kaiser de Alemania y de niño Emergence of Imperialist Capita1ism in Puerto Rico". ~_
10 llamaban Wilhem. •
bean Studies XIII: 3. octubre de 1973 o en "Algunas aclara-
ciones imprescindibles para el análisis dinámico de la clase
;El'libro del- editorialista de La Democracia (periódico obrera", .!iévista.·_c!.e Ci"en"cias SoCiales' XVIII! 1-2. junio de 1974.
del mayoritario Partido Unión) Mariano Abrll Alemania ante
el_con~licto europeo, S.J.: Progress Publ.,'1915. es muy 13. De hecho. la "faHa de brazos!!· fue el lamento constante de .
sugestlvo al respecto.
los hacendados durante todo el siglo XIX. Ver por ejemplo
Fernando López TuerO, Estado moral de los factores de la pro-
Podría argumentarse -la posibilidad de un pro-germanismo 9ucción~1' Cuba y Puerto Rico, Madr-id: Llb. Fernando Fe. 1896.'
de esa clase en reacci6n_a la superimposición colonial; es
decir, como forma de anti-americanismo (como ocurrfa en 14. En 1897 las fincas menores de 20 cuerdas ocupaban un 32.4% del
Irlanda en reacción al, dominro, ingH!s). Entiendo Que ésto total de tierra cultivada'. Cal cul ado__ de ,clfras del US War Dept.
pudo haber fortalecido esta identificación (por eso uso en Census of Porto Rico. 1899,.Washington:' Gov. print of., 1900.
el texto la frase "eritre otros factores"), pero sus rafees
s~n, a ~i juicio, mSs profundas_o No hay que olvidar Que el 15. Ver desarrollo del argumento en "Background to the Emergence ... 11.
llbro cltado de Mariano Abril es previo a la parcfalización
norteamericana directa en el conflicto.
16.: La importancia del análisis de la conciencia de clase en situa-
7. Quintero, GonzSlez. Campos y Flores, Puerto Rico~ identidad ciones donde la lucha en que se inserta un sector ce clase
nacional y.clases sociales. San Juan! ediciones Hura~ " supera las condiciones Objetivas de su _existencla inmediata.
1979, p. 18. está excelentemente trabajado para otro contexto (el contexto
artesanal-obrero) en el artículo de Rub~n Dávi1a Santiago,
"Algunas consideraciones sobre las primeras organizaciones
8. Luis Muñoz Rivera (1 ider m3ximo dei Partido Autonomi·s-ta). "Las obreras y la conciencia de clase!!, Revista de Ciencias Social es
caus~s del mal" (1891) reproducido en sus Campanas poltti_cas.
Nadrld, 1925, P. 24. XXII: 3-4, dic. 1980, PP. 301-327'. La conciencia de clase no es
vista como 'mero reflejo subjetivo de condiciones de existencia,
9. Presente en trabajos tan importantes c;omo; E.- Fern3ndez t~éndez. sino como conocimiento y práctica, es decir, c'omo IIherramienta"
clasista en la lucha social.
Historia de 'la cultura en Puerto Rico' San Juan:- ediciones Roda.
dero, 1964, Cap. IV y J, Steward·.et-.ai. ~ The People of Puerto .
Rico. Ur~ana~ I1linois U~ Press, .-1956, _Cap_"\, v.._ V.er.,taml;llen Sobre la importancia de tras'cender eT examen de las alternati-
vas_micro~econ6micas en las posibles ~cciones abiertas a deter-
Andrés Sanchez Tarni"el1a. La economra de' Puerto Ri-co. etapas en minados participantes de una clase social, incluso en su practica
su desarrollo. Madrid: Afrodisio Aguado, S.A. 1971. p. 69. económica misma, ver de Lucien Goldmann. "Reflections on History
10. Por ejemplo, Enrique Delgado, Proyecto para la _t:;:r~ació_n de lt.!"!.<;1- and C1ass Consciousness" en 1. M~száros ed., As~ects of histora:
and class consciousness. Londres: Routledge an Kegan Paul Lt .,
em resa de Factorfas Centrales ara la Isla de Puerto Rico San 1971, Que señala: lisociological history may attain positive re-
Juan: Tip. Acosta. 1881; D. Santlago MacCormlck. nforme s~bre su1ts by establishing' the relation between the processes of
.el ~ sistema de las Fa~tor'ías Centrales para la elaboracion del history at various 1evels (economic, social, po1itical, cultural)
ªzucar. San Juan: Tlp. Boletln Mercantil, 1880: AdOlfo Vendrell, and the historical-subjects, i.e._, the, social classes. Since the
La caña ~e azúcar;. Nociones sobre su cultivo y trabajo industrial, st.atus of the trans~individual subjects is radica1ly different
P.R.:' Tlp. del ASllo de Beneflciencla. 1892.' . from that of the individual subject, this relating of 'historical
processes to social classes involves. -.at the same time a rad-ical
11. e.g. "Riqueza azucarera: una fuente olvidada para nuestra histo- 'reversal of scientific perspectives -and methodology" (p, 73).
-ria';, Caribbean Studies, XIII: 3. oct. 1973; UApuntes sobre la
transición hacia el sistema de centrales en la industria azuca-
rera", Cuadernos CEREP 4, febrero, 1975; y otros aún inéditos.

34 35
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17. En una monografía de una -investig'ac_i6n en' curso. Economfa X


olítica en Puerto Rico (1900-1934 ; al unos elementos re 10-
"al-estructura es de creClm ento azucarero y el an 15 s e
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la poHtica obrera. 5.-J.: Centro de "Investigaciones Sociales.
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.... ~ 1982~ -he comenzado a ex~minar ese proceso en· t~mino_s de la
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..... ~ .... economía azucarera (pp .. 43-45 Y Cuadros 7-'y a) .
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según he podido recoger de viejos informantes. Respecto a
la zona cañera. ver el valioso ensayo'de-José Curet. De la
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.... b esclavitud a la abolición, San Juan: CEREP, Cuaderno~

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O 1979, p. 6.
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.... 19. roEl capitallsmo y el proletariado ruraP', Revista de Ciencias
~ ':;:: Sociales XVIII: 3-4. dic. 1974. Anado nuevos elementos expli-
O catlvos en un trabajo todav1a in~dlto: II~~S. contradicciones
m de la acumulaci6n capitalista y el ·llamado·problema de pobla-
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c16n ll • ponencia presentada en semina.r1.o del Centro de Investi-
gaciones Sociales, Junio· de 1981 (borrad!Jr en mimeo).
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21. "Plantations in the Caribbean: th.e case of Ct,lba-Puerto R1co-
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Santo Domingo", ponencia presentada en Seminario celebrado en
Santo Domingo, junio 1981, (a ·publicarse pr6ximamente) hay
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..., copia del manuscrito en la biblioteca de CEREP.)
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22. Libertad y servidumbre ... ·y IIDeshuman;zaci()n del trabajo, cosi-
ficaci6n de la naturaleza: los comien2:os del auge del i::af~ en
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Utuado". en Francisco Scarano ed.,. Inmigra.cH]" ':f chses sociales
en el Puerto Rico del siglo XIX, S.J:: .ed •. Huractn,·1981. pp.

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187"206. ... . .
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..., ~/j 23. e "Innovaci6n t~cnica y cambio social
de Puerto Rico: 1870 .. 1880 11 , mimeo
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..... de trabajo presentada en nario de Santo Domingo • .Q2..cit .•
próximo a publicarse; copia en CEREP. -

36
37
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24. Los- ensayos.de Scarano y Cubano Iguina en Scarano ed. -lnl1li--
gración y clases sociales ... son sumamente sugestivos' a.,...---res- 29. Esta infonnación se obtuvo del análisis d-~ l~s infonnes-·anua~
pecto. les que -todas las- corporaciones azucareras deb1an rendir al
Departamento de Estado, preservadOS en el Archivo General de
25. Economíe dominée et remiers ferments d'or anisation ouvriere: Puerto Rico (AGPR) en el fondo de Corporaciones [)omésticas
uerto Rico entre e XIXe et le Xe S1 c e, tes s octora, con fines pecuniarios. El análisis ae la posición relativa de
de París, ,1976 2 cap. l. cada central en la prOducción total fue calculada con datos de
Puerto Rico.) Re~ort of the Governor. S.J.: gov. print. of.,
26. Recordará -el lector la estructura cronol ó9i ca· de ·la imagen: 1920. pp. 338~33; ·E. Fernández García,·ed.-, El- libro de
"El primer piso fue una cultura popular de carc1.cter esencial- Puerto Riéo. S.J.: El libro azul publishing Co., 1923. p. 544~
mente afroantl1lana. Pero, a principios del Siglo XIX se le PeriOdlco El Mundo. 5/12/19, p: 5; Y a parti_r de 1923 en Farr
ech6 a esa sociedad un segundo piso, construido y amueblado por and Ca .• Manual of SU9ar Companies. New York, publicación anual.
dos oleadas inmigratorias. La invasión norteamericana de 1898 Las llamadas especlf1cas en el AGPR de los ejemplos presentados
empezó a echar un tercer piso" (contraportada, subrayado en el fueron: Central Cortada (Santa Isabel Sugar Co ..>. Caja 10.
texto). El cuarto piso es el de la industrializaciót:l y el popu- éxpediente_ 91; Lo'iza Sugar Ca .• C. 7 exp. 76; Central Juncos,
lismo de los últimos 40 años. C. 4. exp.·-27. Existe en AGPR un listado para las corporacio-
nes -domé_st_i c.as.
27. Datos -de investigación, en curso, algunos de los cuales adelanto
en Economía y política ... , particulannente p.' 58. 30. Intent!! Un análisis más detallado en "El Partido Socialista y
la lucha polftica triangular en las primeras d!!cadas bajo la
28. Lisa E. OaVis; "La traducción de Salom(l de Guerra Mondragón lt ,
dominacilln _ norteameri cana". Rev. de Ciencias Sociales XIX: l.
Sin Nombre X: 4. marzo 1980, apunta la importancia de vincular mar:z:o,de -~9?5. pp. 47~100.
estos movimientos literarios a la po11tica nacional del P. Unión.
P.ara.un análisis valioso sobre la ideoloqía del P-. Unión en 31. Ver •. po'r_ ejemplo, citas del "Congressional Record l' y IIHearings U
la decada han llamado del "trauma"). ver de la Cámara de Representantes en Manuel Mal donado. Denis. Puerto
de Rico, una- interpretación histórico-social. México: Siglo xxr;-
1969. pp~ _100-102; también los discursos inagurales de Jos go-
años de la dominaci6n bernadores coloniales Tawner (1922) "National Viewpoint on the
española_. los criollos estaban en posici6n de ascenso histórico Future St;;l.tus of Porto Rico ll en Fernández Garc1a ed .• El libro
y (el periódico1 La Democracia refl ejaba esta real idad expresán- de ·Puerto Rico, pp .. 185-191, Y Yager (1913) citado en Dolores
dose con una visiOn social liberal, progresista; ... yen opo- Muñiz, Puerto'Rico under the Administration of-Gov; Ya~er 1913-
sición a instituciones españolas conservadoras. Como resultado 1921, tesis Ph. D. in!!dita. U. of Michigan. 1944. part cular-
de las transformaciones que siguen a la invasi6n norteamericana, mente p. 24. K. Mixer, Porto Rico Histor and Conditions, N.Y.
la situación del Partido .•• va a cambiar. quedando éste en una Macmillan.·Co .• 1926 señala p. 88 1t was state n Was lngton
situación defensiva de relativa debilidad. Estas transformacio- that col1ective citizenship (1917 was voted part1y to end sepa-
nes aceleraron y profundizaron la división de 'la gran familia ratist-_propaganda u • Sin embargo. todavía en 1919 el Represen-
puertorriqueña' ... Como consecuencia ..• el periódico -comenzó a tante de<Púerto Rico en el Congreso (Comisionado. Residente
defender legados culturales de un mundo pasado •.. tales como tI'a- Córdova Dávila), miembro entonces del P. Unión.-pronunciaba allf
diciones y costumbres y los roles tradicionales de la mujer ... un largo discurso a favor de la independencia (Speech, Washington:
la Iglesia Católica. que una década antes era considerada con~ Gav. publ .. of., 1919).
servadora ... " (pp. 78~79). Esta tesis habla sido presentada
antes por- José Luis González (yen parte también por este ser- 32. Periódico La Democracia 30/3/29. citado en el mismo -Indice 1:
vidor) en varios escritos. entre ellos en el libro llamado 2, mayo. 1929. p. 1.
"Coloquio de Princeton"--Puerto Rico: identidad •.. (1979). El libro
de Negrón. enriquece la tesis mostrando con mayor detalle dicho 33. "En pugna. con el tercer piso ll , .QI!..cit.
tránsito del liberalismo al conservadurismo con una -profusión de
ejemplos y só1 ida evidencia, pero no profundiza, sin embargo. 34. Gonzál~z en Arcadio ·Diaz Quiñones. Conversación c~n José Luis
sobre las contradicciones clasistas quenas ayuden a entender 10 Gontálet. ·S;J.: Huracan, 1976. critica -el uso que hago del con-
dialectico de dicho transito, donded"i:!l repliegue conservador cepto "clase-en~hacerse" por considerarlo una traducci6n directa
surge un movimiento como "el moderni smo". de "class .in the making ll y sugiere el ténnino ".el_ase· en formación".·
Aunque d~f~nitivamente ese ténnino hace mej.or uso-d~l idioma y

38
39
reconozco que helase-en-hacerse" está tomado del inglés 40. los trabajos de Rafael.·.Ramírez, "Ritual~s políticos en Puer.to
(especfficamente de la concepción del análisis c1a~ista Rico", la escalera VI:2;· mayo de 1982 y·El arrabal Y·'a poH-
del extraordinario libro de E.P. Thompson •. The Maklng of tica, S.J.: ed. UPR, 1977, son muy sugerentes en este sentido.
the English Working Class. Londres: Penguln. 1968), ln-
51sto en el concepto. pues el hacerse irn~lica que la clase 41. Se ha publicado recientemente un libro que, desde la literatura,
está participando activamente en su p~p~o proceso de for- recoge elementos importantes al respecto: Edgardo Rodríguez
mación. Ver también de Thompson; Tradlc,~n. revuelta y Jul iá, las tribulaciones de Jonás. S.J.: ed. Huracán, 1981.
conciencia- de clase, Barcelona: ed., Crltlca. 1979. espe-
cialmente pp. 33-40. 4~. No. p.ue.de qescontarse tampoco, ·la importancia de la situación
familiar personal que atravesaba entonces su líder máximo.
35. A.G. Quintero Rivera. "Bases sociales de i~ trans:onnaci6n
ideológica del PPO en la década de 1940-50 • S.J •. Cuadernos Agradezco a la compañera Marcia Rivera el haberme señalado
6, CEREP, 1975, pp. 75-76. . la importancia de ese debate.

36. González identifica el peso de esa cultura hacendada (a mi 43. Subyace·a·este tipo de ·planteamiento un·marxismo teleoló9ico
juicio remanente) en el independentismo (nacionalista) con- muy en boga cuando. se iniciaba José luis Gonz&lez en su prác-
servador y·en la "intelectua~idad pa~riót!ca". Y, como in- tica marxista (y muy seductor todavía entre muchos sectores).
telectual e independentista lnternaclonallsta, siente la Ese tipo de marxismo concebía la historia en términos de unas
urgencia de combatirlo par~ ayudar a en~auza~, "más a tono con etapas o "estadio~' sucesivos (esclavismo-feudalismo-capita_
su visión de mundo, su mov1miento y su gremlO. Comparto lismo-socialismo) regidos por unas leyes de desarrollo en las
con José Luis González esta preocupación y me siento de él cuales un cambio de estadios requería un determinado nivel de
compañero en esa batalla. Pero, el hecho.de que nos toca desarrollo del estadio' anterior.
de cerca~ no debe nublarnos en :1 examen met~culos~ y pro-
fundo (como Su complejidad requlere) de la ~laléctlca entre No pretendo con este señalamiento implicar que José Luis
fuerzas productivas y relaciones de pro~uccl~n.en. el Puerto González sea un marxista "old fashioned" ni que sustente esa·
Rico de los últimos años. y tratar de ,dentlflcar allf los tesis, sino que es muy posible que remanentes de su proceso
principales obstáculos .. enemigos o "contend1entes" al esta- de fonnación aSomen en un pensamiento naturálmente, muy trans~
blecimiento de una cultura popular alternatlva. A las altu~as formado.
. de 1983. estos ·princi pa 1es enemigos no son,. evidenteme~te. :IPor
Dios! el independentismo conservador y la lntelectual1dad pa- Un ejemplo muy ilustrativo y pertinente de ese tipo de aná-
triótica" tradicional. lisis por "estadios" es el art'icul0 del antropólogo soviético
1. Potekhin. "De quelques probl~es méthodologiques pOur .
37. Como bien señalara el compañero antropólogo Antoni~. Lau~ia 1 de la formation des nations en Afrique au sud du
en un foro sobre el libro celebrado en la UPR a prlnciplos de 17, 1958, pp. 60-75. Ese
1981.
38. En este sentido me· parece correcta la distinción que hace Anibal
Quijano, Dominación y cultura, Lima: Mosca ~zul, 1980! p: 2~!
entre cultura dominante y cultura d~~los dOmln~ntes, dlstlnclon
que hubiera enriquecido la formulacl0n de Gonzalez (~. 12), va-
liente, fundamentalmente válida, pero limitada y linntante por 44. la clasificación de "Obrero-tipógrafo!! no es algo que mera~
su maniqueísmo esencial. mente, a base .de su oficio, le otorgamos a ·Romero Rosa noso-
tros ahora; así se identificaba él mismo en sus escritos.
39. Ver examen "de un caso concreto (estrechamente~vin~u~ado a l~
que expondremos en.el próximo párrafo) en. Ruben Davl1a Sant1agó, 45. R. del· Romeral (pseudónimo de Ramón Romero Rosa), La cuestión
"El derribo de las murallas y el Porvenir de Borinquen"! CEREP, social v Puerto Rico. S.J.: s.ed.,s.f. (circa, 1904). reprodu-
Cuadernos, Investigación y análisis·8, S.J., 1983, partl~ular­ cldo en~.G. QUintero Rivera ed., Lucha Obrera, Antolog'ia de
mente. pp. 6... 7. grandes documentos en la historia obrera puertorriqueña,. S.J.:

40 41
CEREP, 1971, pp .. 16-32·. En un corto artfcul0 de presentación·
de algunos de sus escritos, intenté dar una visión general de
su pensamiento: "El análisis social de Ramón Romero Rosa,
obrero tipógrafo puertorriqueño de principios de siglo". Revista
Caribe II: 2-3, 1980-81, pp. 27-31. ---
46. Como, de hecho, históricamente implicó en las primeras décadas
de este siglo en Puerto Rico. Ver unos inicios de este examen
en Ricardo Campos·, "Apuntes sobre la expresi6n cultural obrera
en Puerto Rico", (mimeo), S.J., 1974 y en Gervasio L. Garc'ia y
A.G. Quintero Rivera, Desaf'io y solidaridad. breve historia del
movimiento obrero puertorriqueño, S.J.: Huracán-CEREP, 1982,
pp. 67-75 (estas páginas resumen trabajos previos más detalla-
dos: A.G. Quintero Rivera, "Socialista y tabaquero: la pro-
letarizacHln de los artesanos", Sin nombre VIII: 4. marzo de
1978 y los art1culos de la Revista de Clencias Sociales antes
citados "El capitaUsmo •.. " y "El Partido Sociahsta y la
lucha •.• ", sección liLas elementos de cultura democrátíca y la
patria socialista", pp. 63-70). .
Ver también tanto las obras originales reproducidas como las
introducciones del e~itor en la AntOlogía de teatro obrero
puertorriqueño (1899-1920), preparada por Rubén DSV1.1 a Santiago,
S.J.: CEREP, en prensa.
47. Un buen ejemp10·de esta visi6n, puede verse en la hoja suelta
del líder tabaquero Epifanio Fiz Jiménez repartida por el movi-
miento obrero para el "Labor Dayu de 1914. AGPR, ColecciOn
Jungham. reproducida en Lucha Obrera. p. 55.
Una posiciOn similar asumió Marx en sus artfculos periodís-
~ep1toducido de C.P. TllOmpMI1," The. Pove!LtL{ 06 The.olU/ 411d O.the1L6 Cl,¿.ay¿., ticos sobre el colonialismo británico en la India; posición
Nueva V01ÚZ.: Montltfy Re.vleLV Pll.eM, 1978, p. 100 que modificó radicalmente más tarde. Ver examen de la trayec-
¡.tltabaiado It bab('. dl! W1 Mabado (kf. "Na.t((Iuct.f MaJt..i.:t.iml? AtUJC.WIl~ G'tct'.l1ll'icfl, toria de su pensamiento respecto al colonialismo en Renato
7n!j.r"Ú.,/lta) . Levrero. Naci6n. metrOpolis y colonias en Marx y Engels.
8arcelona: Anagrama" 1975.
48.· La identificación de las libertades civiles con el desarrollo
capitalista no es fortuita ni accidental. Es una identifica-
ción hist6rica-estructural. Está basada por un lado en las
luchas de la clase que representaba dicho desarrollo--la bur-
gues'ia; y por otro en las luchas iniciales de reconocimiento
de existencia civil (o extensi6n de la ciudadanta en el sentido
que usan el ténnino T.H. Marshall. Class. Citizenship and Social
Development, Garden City. N.Y.: Doubleday Anchor Book, 1965 y
Reinhard Bendix, Nation-buildin..\L.afiJLciiiz.enship., N.Y·.: John
Wiley and Sons, 1964) de la clase obrera, que emanaba lt'lgica-
mente del presupuesto capitalista de un mercado de trabajo
libre (frente a las formas serviles anteriores) y de la "libre"
contratación salarial.
". El colocar a los modos de producción (y
sus l6gicas) por encima de la histDria ha
.llevado posteriormente a verdaderas abet-ra-
42 ciones epistemo16gicas •.. 43
capitalista en su desarrollo .imperialista (IISU etapa (ihum:)
49. Ver '-de Manuel F. ROjas 2 Cuatro 'sig10'S: de ignorancia y servi...: superior" en palabras de algunos traductores de Lenin), tanto
dumbre en Puerto Rico~ S.J.: Imp. la primavera. 1914. los en su vertiente de la economía dependiente en la llamada
ejemplos de Romero. Rojas y González son especialmente vali~­ "periferia u como en el capitalismo monópolico trasnacional.
sos porque forman parte, en distintos momentos, de una tradl-
cidn obrera donde el reconocer lo positivo de la ocupación Algunos buenos ejemplos de análisis concreto de desarro-
no impide condenar enérgicamente el colonialismo; mi:ntras una llos en la'conciencia de clase (no en este Oltimo contexto.
fuerte tradici6n paralela no llegó a 10 segundo. QUlzá por la a 10 que volveremos prontamente en el texto) pueden verse en
existencia de esta última. han sentido los primeros siempre ·los ·escritos E.P. Thompson antes citado (nota 34); 'algunos'de
leí necesidad de' distinguir su condena y alternativa, de la los trabajOS de Eric J. Hobsbawm. como Labouring Men, Londres,
"patriótica" tradicional: hacendada o peql!eña burguesa. Esp~­ 1964 o ":rhe labour Aristocracy in 19th century Britain". en
cialmente sugestiva es la defensa de Rojas de la independ~ncla John Seville ed., Democracy and the Labour Movement. Londres:
en la asamblea del Partido Socialista en el 1919: P. Socla- Lawrence and Wishart, 1954. pp. 201-239; respecto a la intere-
lista. Programa. Constitucian Territorial b Actuaciones, S.J.: sante clase esclavista, híbrida en muchos· aspectos también.
Tip. Justicia. 1919. reproduclda en Lucha brera, particular- como nuestros hacendados, en Eugene D. Genovese. The World the
mente pp. 84-88 en este altimo. De Romero ver en Ibid. pp. 16- Slaveholders Made. N.Y.: Vintage. 1969 O el clásico latlnoamer1-
32. cano de RaO' Cepero Bonilla. AzOcar y abolic1lln, La Habana: s.
ed., 1948;' respecto a la propia burgues1a en plena Revolución
50. Sobre la importancia de la totalidad para la conciencia del.pro- Burguesa (Francesa) son muy sugerentes de Ralph Miliband. "Ber-
letariado y las dificultades de éste aprehenderla en el caplta- nave: a case of bourgeois class consdousnec:s" en l. M§száros
lismo en abstracto. ver el clásico de Luckacs. Historia Y con- ed •• Aspects of history ..• pp. 22-48 y Daniel Guérin W~urqeojL~
ciencia de clase. uso ed. inglesa. Londres: Merlin Press, 1971. ~Qr.il1i nus} .La 1ucha de clases en el aaogeo de 1a Revo 1uci 6n
Luckacs no examina caso concreto alguno de formación de concien- Er.anceg,_1793_-:1795 •. Madnd: Ahanza e itor1al, 1974.
cia de clase. Su analisis es puramente teórico, en terminos de pero'les pidO regresen pronto al texto y comiencen nuevamente
la lógica del capitalismo como modo de producción. En el des- la oración, pues habrán olvidado. con razón. el contexto en que
menuzamiento de las implicaciones para la conciencia de esa ló- surgió esta nota. .
gica. es sumamente valioso. siempre y cuando nos .a~erq~emos a
ese desmenuzamiento conscientes de las enormes llmltaclones que 51. "iNo. otra larga nota a mitad de la misma oracian, pOI" favor!"
su concepción a-histórica del modo de producció~ introduc: ~n Me estaran ~iciendo; seré ahora breve: .Quijano. Dominación y
su examen, El colocar a los modos de producción (y sus 10g1cas) cultura. p. 38 se refiere a una !'adhesión fl"agmentaria" en la
por encima de la hi~toria ha.llevado poster~o~~n~e a verdade- cultura dependiente.
ras aberraciones eplstemológlcas. como, a ml JU1C10. muy correc-
tamente crftica E.P. Thompson en The Poverty of Theory and Other 52. Lo que además ha sido prohibido en Puerto Rico por la ley Taft-
essays, N.Y.: .Monthly Review Press. 1978 (exlste tra.duc~H')n . Hart1ey a'partir de finales de los años 40. cuya mención nos
española, Barcelona: ed. Crftica. 1981). Estas aberraclones lleva a otros aspectos. po11ticos, del colonialismo que tocaré
reprochan incluso a Luckács. clasificándolo como historicista en el texto ero brev~. .
(¡i~!), por no "superar correctamente" la'(a mi juicio falsa) dis-
tinción entre 10 "16gico-abstractoll y 10 "histórico-concreto" (e.g. 53. Que intenté d.~s¡rrollar en forma más ~barcadora en Desaf1o •..
Nicos Poulantza~ "Breves remarques surl'object 'du Capital': en cap. VI "Bredas en la conciencia de sólidaridad: el movi-
En partant du "capital" Paris: Anthropos, 1968, reproducldo miento obrero en el proceso de crecimiento industrial (1945-
bajo el trtulo de "Teor1a e historia en la interpretación de ."El 60)" .
Capital" en Dobb, Pietranera et al (José Aricó. ed.). EstudlOS
sobre El Capital l. Buenos Aires: Ed. Signos, 1970, p. 94). 54. Son ya textos indispensables para el an~lisis clasista en este
contexto. las discusiones recogidas en los 1 ibros del Instituto
. Aunque de todas formas era muy dif1c~1. por el con~exto :t
tiempo en que.escr·ibía (la.lucha proletaria.en.el m~rlente lm~e­
. I de Investigaciones Social.es de la UNAM. Las clases sociales en
América latina, M~xico: siglo XXI, 1973 Y Clases sociales y
rio Austro-húngaro. circa 1919). al sacar la hlstorla del capl- I crisis pol1tlca en Amerfca Latina, México: siglo XXI. 1977.
talismo. como modo de producción, no pudo preveer Luckács ~n su Es especlalmente revelador del primer volumen. el enfrenta-
interesante y valioso análisis lógico. algunas transformaclones \ miento entre la entonces emergente tradición analftica latino-
de esa lógica que se produéirfan inter!1amente en el modo ~e .pro- americana con el estreñido eurocentrismo francés de teóricos.
ducción en su historicidad: las transformaciones de la loglca entonces. en gran boga.

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Debemos mencionar también los innovadores intentos-_
interpretativos en los escritos histórico-sociológicos de como en elJuventud
{obrero} dramático caso-:dely su
estudiosa ~S;'~~i:~~a~,~~,~~
Fernando Henrique Cardoso, Aníbal QUijano, Francisco Weffort,
Ruy Mauro Marini, Jean Casimir. Vania Banbirra, Edelberto {"filósofo" lo llamaban en el movi"ient"
Torres Rivas. Mónica.p~~alta Ramos, Theatonio Dos Santos, Er- Vilar {Rubén a Santiago
nesto Laclau. entre otras (algunos de los cuales participaron
en las discusiones antes citadas. Las referencias bibliográfi-
cas completas alargarían desmesuradamente esta nota.
55. Como bien señala el compañero soci6logo Kelvin Santiago eri
uno de los pocos intentos de inicios, abarcadores, al res- . La prese~cia, real y~sumamente importante, de la {en mi
pecto: "Algunos aspectos de la integraci6n de Puerto Rico 1~terpretac16n~ insercion liberal en la práctica obrera,
al interior del Estado metropolitano norteamericano: los tlene que examlnarse en la propia historia. y contradfccio-
or'igenes de la nueva estructura estatal colonial {1898-1929)'.', nes, de esa ~l~se,- que incluye evidentemente (pero no 10 es
ponencia en el XIV Congreso Latinoamericano de Sociología. todo) 1~ PO~lc16n del ~als_ en los procesos internacionales
San Juan. octubre de 1981. Intentos más modestos, pero muy . del capltallsmo. El llbro del Taller de Fonnac16n Polft;ca
importantes son también: de Emilio González Díaz, "El Estado es ~n excelente ejemplo de las tergiversaciones de la his-
y las clases dominantes en la situaci6n colonial", Revista t~rla,~ que puede ,ll.evarnos. Un enfoque escolastico, pero su
M~,ª .. ~SoG.iolog1a Xl:3, sept. 1978, pp. 1142-1I52,repro- dlscus16n a fondo ~equerirla'otro ens~o.
ducido tambi@n en mimeo por el CIS-UPR junto a otro trabajo
baja el t1tulo general de. Estado y clases sociales en Puerto Por otro lado consigno la deuda con los argumentos del
Rico. S.J., 1977; y de Pedro Juan Rúa, "Puerto Rico, ¿colonia c?~pañ~ro Alejandro N~gueras Salinas respecto a la inser-
clásica?", en su libro Bolívar ante Marx y otros ensayOS. S.J.: f!.Q!l.llbera~ e~ la practica obrera en los comienzos""i.feí
Huracán, 1978, pp. 61-74. P?rtl~O Soclal1sta (1915~24, aproximadamente), cuya inves-
tlgac16n desafortunadamente no ha sido publicada.
56. Principalmente en liLa dominación imperialista del Estado e~ 58. A es~e resp~cto ver el iluminador ensayo de Manuel Moreno
Pue·rto Rico y la política obrera {190Q-1934)II, Revista Mexlcana Frag~na 1s, Aportes cultura les y deculturaci6n", en Moreno
de Sociología XL:3, sel?t. ~978, Pi?' 1119-1139", :eproducl~O en i~~~~nals ed., Africa en América' Latina, M~xico: Siglo XXI,
R.J. Duncan ed. Investlgac16n 'soclal en Puerto R1CO, S.J .. UIA,
1980 pp. 91-115. Adelante los puntos b!sicos de la argumenta-
ción'en "La desintegración de la pol1tica de clases II: de la 59. V~r :1 extr.aOrdinariamente sugestivo ensayo de Raymond
política obrera al populismo", Rev. de Ciencias Sociales XX:1, Wllllams, Base and Superstructure 1n Marxist Cultural Theory"
mario, 1976, pp. 3-47 Y los.resumf en Desaffo ..• pp. 89-93.
~~86~ libro Problems in Mater1alism and Culture, Londres: Verso,
57. Se ha pub l1cado recientemente ~n ~ 1~bro •. qU; t;bvi?ndo 1a exi sten-
cia de contradicciones en la dlnamlca -hutonca (IY osan llamarse 60. El sentirme identificado y comprometido, po11tica y vivencial~
marxistas!) y con una apl icaci6n me_cánica (escol ástica-eurocen:- mente con ellas me obliga, además, a una especial rigurosidad
tri sta) de la valiosa distinci6n de Marx entre el campo y la C1U- en su análisis.
dad condenan a la clase obrera puertorriqueña (al menos e~ las
pri~eras décadas de siglo) a la condición de rabiza h;st6rlc~:
Taller de Fonnación política. la cuesti6n nacional: E.LPartld.Q
Nacionalista y el movimiento obrero, _S.J.: Huracan, 1~82. la
polltica'revoluc10naria, argumentan estos autores, podla 11~garle
a nuestra clase obrera sólo desde la clase obrera norteamerlcana,
que representaba los obreros de,la "ciudad)', en su contexto; y
como el movimiento obrero norteamericano estaba plegadO 'del trade-
unionismo Gomperista , el -obrerismo puertorriqueño pu~o alca~zar
no más de una política liberal. Las (numerosas) manlfestaclones
obreras en un sentido distinto (transformador), so~ tratadas por
estos autores como mera retórica (ique mamey!), cuando po~ esa
supuesta ret6rica se jugaron numerosos obre:os hasta~su vlda
entonces. sufriendo allanamientos, persectlclo nes Y carcel es J 47
·r. ·
:J ,~

'J
1···'.'1"

1904

1974

'" (Esta) historia necesita, pues, des<t!·¡,O-


llarse; incorporando, antes que .nada, la
historicidad de las clases que en sus con-
f1i.ctos la forman. Pues. para las el ase's
sociales, si no van a ser enteleq-uias, (so-
ciológicas, escolásticas o retóriéas-). sino
clases vivientes y actuantes, su historia es
48 parte esencial de su presente y flltllJ'O •.. ,11:"
lo que son.

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