Está en la página 1de 1

El pavorreal

En una radiante mañana de primavera, cuando en la campiña todo es verde y las aves
cantan alegremente, se encontraba un pavorreal pavoneándose con un porte digno de
un rey y al llegar a un charco vio su reflejo y dijo:

─ ¡Aaah! ¡qué hermoso soy!


─ Soy un dechado de perfección.
─ Soy la máxima creación de Dios.
─ Mi cabeza es hermosa y con ese copete ¡qué digo copete, no, corona porque soy
el rey de las aves!
─ Mis ojos son perfectos, expresan mi sabiduría, y qué decir de mi pico que hace
juego con esos ojos.
─ Soy de grácil figura, envidia de los demás.
─ Pero si mi figura causa envidia, se mueren al ver mi plumaje lleno de color que
asemeja al arcoíris que se nos regala después de la lluvia con sol.
─ Mi cola es un abanico multicolor.

Hinchado de vanidad, lleno de orgullo y soberbia, con esa mirada llena de


grandeza vio una semilla que estaba en el suelo, al bajar la cabeza para comerla, vio
sus patas negras, huesudas, flacas y con esas uñas como garras: sintió un golpe en
el pecho y exclama:

─ ¡cómo es posible! ¡Yo que soy perfecto! ¡Cómo es posible que tenga unas patas
huesudas, negras y con esas uñas tan feas como si fueran de un vulgar zopilote!

Y diciendo esto cayó fulminado como si un rayo le hubiese partido el corazón.

Moraleja: la soberbia nos impide ver nuestros defectos y limitaciones, cuando no


aprendemos de estas se hace escarnio de nuestra ignorancia.

Héctor Ramírez Gervacio


Comentarios y aportaciones: herage_23@hotmail.com

También podría gustarte