La Belleza de Los Peces

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La belleza de los peces

Algú n día voy a escribir, por fin, ese ensayo sobre la belleza y le voy a poner
como epígrafe una cita de Pedro Enríquez Rodríguez: “Algunas personas no son
bellas, son versiones de la belleza”. No só lo porque me parece una frase que en lo
sencillo y certero de su aseveració n resume lo que considero genial, sino porque
yo misma no estoy segura de entender qué significa la belleza.

Esto dicho –o escrito– tengo que apuntar que me enternecieron los mudos peces
voladores que Rodríguez aprisiona en su segunda publicació n. El silencioso vuelo
de los peces (Equinoccio, 2009) reú ne 14 relatos cortos cuyos temas caminan
entre los intricados meandros de las relaciones humanas con una elegancia
poblada de evocativas imá genes sentimentales.

Me gustaría sacar copias y repartirlas entre los escritores má s jó venes, porque


Rodríguez descubre allí algo espasmó dico, que la unió n entre la sencillez del
argumento y la concreció n de una imagen golpea el alma con la contundencia de
la empatía. Y ¿qué má s puede pedir uno del lector que su empatía?

El autor hace algo allí que a mi me ha costado la vida entender: que una historia
no es sobre su argumento, sino sobre los sentimientos que despierte en quien la
lee.

“Una mujer sola en la paya”, el cuento al que pertenece la cita con la que
comienzo este texto, será discutido este miércoles 7 de abril en el evento
Repliegues narrativos que él organiza con otros autores emergentes como Krina
Ver, Gabriel Payares y Carlos Villarino –todos de probada solvencia en la prosa
de ficció n. En esa convocatoria estaré yo, sin mi grabadora pero con mi libreta,
tratando de meterme en las burbujas de ciertos peces y

¡Enhorabuena por los peces de bellas imá genes y por la narrativa que ya no debe
replegarse!

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