Era un nuevo diseño, completamente hecho de duraluminio: 245 m de largo, 41 m de d
iámetro, 16 bolsas (14 de hidrógeno y 2 balones de aire) con una capacidad de 200.00 0 m³ de gas, con un empuje útil de 112,1 t (1.099 MN), gracias a cuatro motores diésel Daimler-Benz DB 602 de 1.200 CV (890 kW). Alcanzaba una velocidad máxima de 135 k m/h. Fue construido con algodón, barnizado con óxido de hierro y acetato-butirato de celu losa impregnado de polvo de aluminio.(el polvo de aluminio y el óxido de hierro fo rman una mezcla llamada "termita" que es muy inflamable) En un primer momento, se pretendió llenar el Hindenburg con helio, pero un embargo del ejército de Estados Unidos sobre este elemento obligó a los alemanes a cambiar el diseño para pasar a usar hidrógeno altamente inflamable. A pesar de que la densid ad del hidrógeno es la mitad de la del helio, la capacidad de levante apenas aumen tó en un 10%. Gracias a este pequeño incremento de potencia, en el invierno de 1936 se añadió capacidad para 10 cabinas de pasajeros más. Nueve de ellas disponían de dos ca mas, y la última de cuatro. También se quitó un piano para ahorrar peso. Los alemanes tenían experiencia en el uso del hidrógeno, sin sufrir nunca un acciden te relacionado con la alta inflamabilidad del gas. Aun así, y para mayor seguridad , se trató la envoltura del dirigible para que no acumulara electricidad estática y saltaran chispas. Tenían tanta confianza en su capacidad para manejar hidrógeno, que los ingenieros alemanes incluyeron una sala para fumar en el Hindenburg. El accidente: El 6 de mayo de 1937, tras haber cruzado el Atlántico, el Hindenburg se acercó a la base de amarre en la Estación Aeronaval de Lakehurst (Nueva Jersey), después de espe rar varias horas a que el tiempo tormentoso le permitiera las maniobras de atraq ue. A las 19:25, mientras el Hindenburg ya había largado los amarres y se acercaba a l a torre, se observó a popa un destello de fuego de San Telmo, que son chispas exte nsas e inermes de electricidad estática (había una tormenta eléctrica y el aire estaba cargado eléctricamente). Repentinamente, se prendió fuego en la parte superior de l a popa, extendiéndose casi instantáneamente por todo el dirigible mientras la estruc tura caía lentamente sobre los pasajeros que saltaban desde una altura de 15 m y m arinos que ayudaban en las maniobras. Quedó destruido por completo en menos de 40 s y su esqueleto permaneció largo tiempo en el suelo hasta que fue vendido como ch atarra. A pesar de lo impactante del desastre, de las 97 personas que había a bordo sólo 35 murieron, la mayoría de ellas quemadas o aplastadas bajo la estructura. En concret o, de los 36 pasajeros y 61 personas de la tripulación, 13 y 22 personas murieron, respectivamente. Muchos de los tripulantes y pasajeros se salvaron gracias a la rotura de los tanques de agua, que cayó sobre ellos, salvándoles de las llamas. Cobertura mediática: El desastre es recordado por la extraordinaria cobertura mediática, a través de pelícu las, fotos, y especialmente, de la narración radiofónica de Herbert Morrison desde e l lugar del accidente. La presencia de tantos periodistas se debía al anunciado pr imer vuelo transatlántico para pasajeros que llegaba a suelo estadounidense en aqu el año. La narración de Morrison no fue difundida hasta el día siguiente. Aun así, se co nvirtió pronto en una de las más recordadas de la historia, con la memorable expresión «¡Oh, la humanidad!» («Oh, the humanity!»), que desde entonces quedó ligada al recuerdo de desastre. Estas palabras de Morrison hay que colocarlas en el contexto de la pr oducción. El periodista se había referido anteriormente a toda la gente allí presente como «masa de humanidad». Usó la frase cuando vio que el dirigible ardiendo iba a caer sobre aquellas personas. Sin embargo, no está claro si las palabras originales fu eron las anteriores o «all the humanity» («toda la humanidad»). La gran cobertura mediática del accidente tuvo una gran repercusión en el futuro de los dirigibles para pasajeros. Las múltiples imágenes del siniestro dieron la vuelta al mundo, acabando con la confianza que se tenía en este transporte.