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Domingo 24 de Octubre, 2010

El Anillo de doña Laura.

El anillo de doña Laura Chinchilla, que tan flamantemente lució


en su principal imagen de campaña, requirió la extracción de
más de 250 toneladas de rocas y minerales, que después de
pasar por un proceso de lixiviación con cianuro, fueron
reducidos al fragmento de oro con el que se confeccionó la
joya que lleva en el dedo.

Es decir, que entre ella y su esposo, requirieron 500 toneladas


de materiales removidos y sometidos al proceso químico
mencionado, con el fin de sellar con oro su unión matrimonial.

Quizás la Presidenta Chinchilla desconoce lo anterior y sus


implicaciones. Podría saberlo, si hubiese leído la sección
redactada por el Dr. Allan Astorga en el Informe Especial
“Minería Química a Cielo Abierto: El Caso de Las Crucitas”,
elaborado por la comisión de once expertos de la Universidad
de Costa Rica, creada por el máximo órgano de esa institución,
en Octubre del 2008.

Si doña Laura leyera el texto completo, además de la


resolución de abril del Parlamento Europeo, y la
documentación mundial sobre el tema, y si se hubiera tomado
la molestia de escuchar nuestros argumentos sin rechazarlos mecánicamente, quizás no se quitaría
el anillo –que debe tener un elevado valor sentimental para ella y para el señor Rico más allá del
oro-, pero sí tendría más elementos para decidirse a derogar el decreto de Oscar Arias que declara
de Conveniencia Nacional el proyecto minero en Crucitas. Es la única persona con la potestad de
hacerlo, según lo reconoció la Sala Constitucional.

La peor demanda para Costa Rica, será la factura ambiental que nos pasará esa industria voraz y
destructora, y el juicio más duro será el de la historia, y el de las generaciones venideras que
señalarán a los responsables de no cumplir con el encargo que les fue dado para proteger lo que
es también de quienes no han nacido.

David Rojas,

17 días en Huelga de Hambre

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