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Sacié mi culpa al fin. Hoy tuve que trabajar.

Fui con la esperanza de que el censista


pasara por casa después de las 14, y con la idea absurda de que lo atendiera un amigo
que anoche durmió en casa y le dijera que se diera una vuelta más tarde, o él mismo me
llamara por teléfono y entonces echarme una corrida para ser parte.
Mi amigo ni siquiera escuchó el timbre y apenas si se enteró, al mediodía, de que había
muerto Kirchner; sorpresa que incluso me convirtió en redactor de política por un día (y
chau idea absurda de abandonar el diario aunque sea por un ratito…).
Vale una autocrítica: no supe hasta muy tarde de que podía censarme en el colegio
público más cercano a mi casa (¿se comunicó bien esto?). Una amiga me advirtió a las
19:20 y allá fui. Una señora desesperada, de unos 45 años y acento extranjero, me decía
que a esa hora sólo habían censado a la planta baja de su edificio, y que la gente mayor
no podía bajar de los pisos de arriba y que cómo podía ser, si ella y ellos también tenían
el derecho.
"Yo la tengo a la presidenta Cristina en el twitter, y se lo voy a decir", me contaba.
Una señora que pertenecía al instituto se me acercó y explicó que seguramente ya
habían pasado tres veces por mi departamento y que entonces mi inmueble iba a figurar
como "ausente". Le contesté que eso me parecía raro a menos que hubieran gastado las
tres chances antes de las 14, pero me fui con la cabeza gacha porque en definitiva la
culpa era mía y sólo mía.
"Pasa que murió Kirchner", me dijo antes de que me diera la vuelta. "Sí, murió
Kirchner", respondí, aunque nunca entendí la libre asociación.
Recién llegado a casa después del fulbito de los miércoles, leo en el twitter que todavía
podía censarme llamando al 0800-999-CENSO (23676). Gasté el teléfono hasta que dio
línea. Fue rápido (más corto que el otro formulario, creo) y hasta lo censé a mi amigo, si
no le erré la fecha de nacimiento.
Durante el día (y la semana previa) había oído a mucha gente jactarse de que no iba a
atender al censista. Con algunos discutí, y del mismo modo abandoné otras rencillas
inconducentes. También vi, hoy, mucha gente contenta por la muerte de Kirchner. Y no
supe muy bien cómo reaccionar, aunque el asco procesó por dentro. Un montón de
asociaciones libres corren por la cabeza mientras mastico, pasada las 23, esta
hamburguesa que está buenísima.

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