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Fui a ver lo sucedido.


Justo ahí, en la Torre Sur, una grieta. Ya no pude decir un rayo; el rayo vino, dejó el
mensaje, es decir la grieta, y se fue. Los relojes detenidos y el tiempo en pleno apogeo.
Sentí curiosidad. ¿Qué dios, Dios, señor, Señor, cosa o Cosa habría hecho esto? Me
regresó el camino a la casa. Busqué entre mis libros de matemática una explicación. Todas
las definiciones y los teoremas me llevaban al siguiente razonamiento, helo aquí:

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Sin pensarlo dos veces, bueno, creo que no lo pensé, abordé un vector unitario, esta vez
iba solo, y partí. Al encontrarme en la bifurcación, es decir, aquel lugar en donde, saliendo
de Matagalpa, debe uno decidir si toma rumbo al infierno o rumbo al cielo, no supe, de
momento, qué hacer. Busqué otra vez en el libro de los teoremas, libro que está por salir
al mercado (de libros teológicos), y encontré el siguiente:


  
     

 
  
   


 
   

o leí la demostración, y como todo buen ser umano (sin h) pensé (también los seres
umanos piensan, pero sin h): como estoy justo encima de La Perla del Septentrión,
entonces puedo decir que estoy justo encima de La Perla, como lo requiere el teorema; de
ahí que, si me dirijo al infierno, llegaré al infierno y si me dirijo al cielo, llegaré al infierno.
Lo que no podía decidir era si ambos infiernos eran iguales. Sí tenía certeza de que ambos
eran infiernos, y son a la fecha (basándonos en ese teorema). En el momento, no noté que
había también un 
  
 Este otro afirmaba más o menos lo
siguiente: -  
  
 . Este teorema era importante en
mi viaje al cielinfierno. Ya que en mis entradas y salidas (el cielinfierno tiene puertas y
ventanas; pregunté a un angeliablo el porqué de las puertas y ventanas y me respondió
diciendo: ¡i idea! Yo fui puesto aquí por razones que son secretos de Estado; de las
ventanas y puertas no me han explicado nada.) me encontré con angeliablitos y
angeliablos medianos que tenían (tienen) aureola y cachos, o de otra manera, cachos y
aureolas. Las demostraciones de estos teoremas, del cielinfierno, quedan como ejercicio
para el lector que no tiene fe en ellos.
En mi vector unitario llegué al cielinfierno. Resultó que este sitio espaciotemporal,
curvado por tanta misericordia y maldad, está dividido en dos partes. Conste que no
puede existir una parte sin la otra por la   
  
  Al llegar a
la cielinfierrecepción me indicaron pasar con uno, luego con otro, luego con otro y así
inicié una travesía de descenso y ascenso al infinito. En la de descenso me encontré con
un angeliablo que tenía la aureola más externa que los cachos. Me preguntó: ¿Qué te trae
por este espaciotiempo? (Yo creía que en el cielinfierno no tenían noción de cuestiones de
relatividad general ni especial, vaya sorpresa la que me llevé.) El Rayo, la grieta, la Torre
Sur, cualquiera de estos tres me trae aquí. ecesito una explicación razonable para esta
fechoría.

Después de revisar el libro de los rayos (a propósito, tenía la forma de tridente), me invitó
a ver los registros. o había registro de rayo alguno dirigido hacia la Torre Sur. Observé
únicamente tres (fue lo que pude ver): uno dirigido hacia un cerro de la Perla, otro hacia
una anciana sobre la Perla y, el tercero, hacia un bar de la Perla, cercano, éste, a la Torre
Sur. Como puede ver usted͙ (Olvidó mi naturaleza y dijo semejante barbaridad.), como
puede usted ver señor gusano,͙ o soy señor gusano, soy señor umano. Como puede ver
usted señor humano. Sin h por favor. Creí que los había hecho con h, pero sigamos. Como
puede ver usted señor umano, no hemos dirigido ni un solo rayo hacia la Torre Sur. Quizás
encuentre información en el compartimento de al lado, el de ascenso al infinito.

ota: Antes de continuar con mi búsqueda de información valiosa sobre el


acontecimiento, husmeé entre las posesiones de aquel angeliablo. Tenía un VHS, un
televisor, un sistema de radiotransmisión en el que se podía leer PerlaўCielinfierno, la
palabra misericordia estaba escrita en el piso y de la siguiente manera: missery-kordia.
Quise preguntarle por qué estaba escrita esa palabra así, pero mis intentos por
despertarlo fueron en vano, se quedó dormido realizando un movimiento automático con
las manos sobre la palanca de las muertes y de los nacimientos. Me alejé del recinto y
viajé unos cinco segundos en mi vector unitario.

A medida que me acercaba al otro compartimento, el silencio se acentuaba cada vez más.
Fue tal la falta de ruido que hasta llegué a pensar que me faltaban los oídos. Toqué los
lados de mi cabeza y, qué alivio, ahí estaban las orejas, no sé si los oídos, pero me
tranquilicé con saber que las orejas no se me habían caído. Al llegar noté que estaban una
Sodoma y una Gomorra juntas. Una humana me colocó un par de oídos (Para oír. Porque,
en la Perla, también hay oídos para ver.). Pude escuchar ya, toda la algarabía. De entrada
una cerveza, clubes nocturnos a un lado, casinos al otro, delincuencia en el cielo raso,
missery en el piso, etc. Por fin llegué a la cielinfierrecepción. Me atendió otra humana. (A
propósito, las humanas son más bonitas que las umanas.) Pregunté por el angeliablo
responsable del compartimento, me llevó por unos pasillos y me señaló el fondo. Lo
encontré en un rinconcito, tenía los cachos más externos que la aureola, o, de otra forma,
la aureola entre los cachos. Me miró con tristeza y dijo que me explicaría lo sucedido con
la Torre Sur. De momento, no pregunté absolutamente nada. La tristeza y la melancolía
que impregnaba el lugar eran indecibles. Su voz dulce me atormentó tanto que no logré
articular palabra alguna, me dediqué a oír. Comenzó dispensándose por el alboroto que
me dio la bienvenida, alegando que era impotente para controlar tanta locura, maldad y
tanto pecado. Me explicó que el Rayo que provocó la grieta en la Torre Sur fue producto
de su pérdida de control en el compartimento del que estaba a cargo. Desde que llegó el
primer humano fue perdiendo el control. El angeliablo del otro compartimento fue
formando una alianza con los humanos hasta que le hicieron perder por completo el
control de esa mitad del cielinfierno. En resumen, resulta que él pasó una lista para los
objetivos de los tres rayos de Ese Día. El rayo del bar fue cambiado de dirección.

Regresé a la Perla. o traje conmigo el libro de los teoremas. Lo dejé al angeliablo del
segundo compartimento. Antes, anoté el siguiente teorema, del que este segundo
angeliablo tenía una demostración contundente:

 
      


Llegué al lugar de los hechos y, tremendo susto, al fijarme bien, me di cuenta que no fue
la Torre Sur, fue la Torre orte. ¿Se equivocaron allá en el cielinfierno? Puede que sí.
También puede que no.

Creo (el angeliablo, el segundo, me confesó que también él cree) que el libro de los
teoremas, como libro infinito que es, tenga algún teorema que afirme que hay humanos
(con h fijémonos bien!) que no son malos. Fijémonos bien (luego he de buscar algún
teorema sobre la repetición de palabras en una misma oración, párrafo, etc.) que no estoy
diciendo ͞un teorema que afirme que son buenos͟, conformémonos con que diga (el
teorema, no yo) que no son malos.

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