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Se pudren en silencio, sin medallas.

Y con sus huesos


oxidados al sol en el Bicentenario, recuerdan que hubo
compatriotas que vendieron a sus hermanos por ambición.
De este héroe sólo quedan unas pocas fotos. Ya no existe.
Su cuerpo, cruelmente desmembrado, fue rematado también
por 30 monedas de plata.
Su orgullosa estampa se pierde en el horizonte del recuerdo,
como aquellas vitales travesías que realizaba para unir los
confines de la patria.
En algún lugar del cielo,
dos solitarias tumbas se
hacen compañía.
Requiem, para los héroes
que prestaron servicios
invalorables a una nación
necesitada. Traicionados,
vendidos … asesinados
por la cobarde ambición de
intereses mezquinos.
Un minuto de silencio en su honor y para recordar los
nombres de los impunes traidores. ¡Viva el Bicentenario!

sin-ley1@hotmail.com
www.sinleyprensa.blogspot.com

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