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Es cosa rara esto del futuro.

Uno lo espera con ahínco, sufriendo cada segundo del


presente y llorando a moco tendido por el pasado. Pero el futuro trabaja a un ritmo
imparable. Cuando te quisiste dar cuenta ya no es futuro (ni siquiera presente), sino que
se remonta por el mar de la historia, encaminado a paso firme hacia el olvido.
Y con cada año que pasa es peor. Somos los nietos de los hombres de hierro, de los
arrabales y las lágrimas de tango. Somos hijos de una generación que nació sin color,
que vivió en la calle y probó los golpes con gusto a represión.
Somos NOSOTROS, criados en el medio del caos y la ignorancia. Mantuvimos las
costumbres y crecimos con la primera ráfaga de la computación, los juguetes chinos y el
Anime. Las plazas eran lugares transitables y los juegos despedían ese olor a óxido de
mediados de los '50. Tomábamos la leche mirando Digimon y recorríamos en bicicleta
las infinitas distancias en una vuelta manzana.
Han cambiado muchas cosas, ya que el futuro ya llegó, como decía Solari. Los chicos
ya no salen de sus casas y viven enjaulados entre cuatro paredes, o entre 4 televisores.
En la Tv lo único que se ve es la paranoia de nuestra sociedad, coartando nuestras
esperanzas. "Y como último consejo: no salgan de sus casas, amigos. El mundo está
perdido, ¿de qué vale cambiarlo ahora?". Se perdió el respeto en las instituciones, en el
prójimo y en nosotros mismos.
Ahh, ¿y la nueva generación? ¿Quiénes nos suplantarán en el futuro, si es que éste llega
a venir algún día? ¿Qué se puede esperar de gente que nunca vió Kablam!? ¿Qué no
sabe lo que es Cablín?
De chicos de 7 años que imitan a un señor con la barba en la garganta que no sabe
hablar siquiera; que cuando llega la hora de la cena, corren despavoridos hacia el
televisor gritando: "¡Ma! ¡Dale que ya empieza Tinelli!"
Ahora los nenes putean como si fueran convictos. A los 8 años, yo decía "culo" y me
reía, se lo digo de verdad. Pero le apuesto, señora y señor lector, que si escucha a unos
niños discutir, podrá oír claramente como uno insulta al otro de maneras que yo aún
desconozco.
Me siento viejo escribiendo esto. Viejo como el tiempo que recuerdo como si fuera
ayer. Pero supongo que siempre fue así. No hay nada que hacerle.
Se ve algo en el final de la calle. Es borroso y difuso, pero sé que está ahí... No hay
caso. El futuro se ha ido de nuevo.

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