Para reconocer y comprender la dimensión política de las instituciones
escolares es necesario relacionar dos enfoques que generalmente se presentan disociados. Por una parte, el enfoque interno, que persigue estudiar y analizar las escuelas como sistemas de actividad política —en cuyo caso estaríamos hablando de micropolítica educativa—, y, por otra, el enfoque estructural, que presenta a la escuela como un aparato del Estado, responsable sobre todo de la producción y reproducción ideológica. Esta visión macropolítica de la escuela es necesaria, a su vez, para comprender su relación con el sistema económico, la justificación del currículo «oficial», el juego de intereses políticos e ideológicos que existen en la sociedad y en el sistema político en torno a la educación y a sus instituciones. Es necesaria la superposición de ambos enfoques para lograr un conocimiento más aproximado de la realidad. En los procesos de interacción los grupos diferentes perciben su entorno de distinta manera, desarrollan diferentes conceptos sobre la realidad construyendo diversas formas de conocimiento. Estos grupos interactúan buscando un interés común así como particular, aquí surge una relación inestable de dar y recibir. La acción política que sucede en las organizaciones puede suceder al menos por tres razones, individuos que no tienen personalidad política ni acceso al poder debido al rol que representan, el necesitar protección facilitada por grupos y la información necesaria para la supervivencia política en las organizaciones. En definición de poder en la escuela o como este se presenta podemos referirnos a aquellas en las cuales el conflicto es considerado aberrante y potencialmente desestabilizador para el sistema, esto es que se considera que las escuelas funcionan mejor cuando son dirigidas y controladas por burócratas benevolentes (Neomaquiavelismo). También tenemos el sentido Marxista donde se cuestiona la situación anterior, aquí se afirma que los sistemas de poder y de control impuestos conservan el orden social y de la organización, y no del consenso, su sistema es jerárquico beneficiando a la – elite del poder-. En otra postura tenemos la Weberiana la cual rompe con la dialéctica orden – conflicto, afirmando que el orden en cualquier sociedad esta siendo negociado constantemente y que la lucha política emerge por diferentes sistemas de significado, menciona que el poder procede de las alianzas dominantes más que de la autoridad formal, es jerárquica basada en los roles formales de la organización.