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Autor: Mauricio En: Ontologia del Lenguaje

Uno de los focos de este blog es la Ontología del Lenguaje, una potente herramienta que me
permite generar sentido a lo que vivo y a lo que hago. Gracias a los buscadores, un alto porcentaje
de mis visitantes llega a aquí por esa vía.

Desde que inicié el blog, el Dr. Rafael Echeverría - creador del término "Ontología del Lenguaje" -,
ha sumado varias obras entre las que destaco: "La Empresa Emergente", "Por la Senda del Pensar
Ontológico", "Raíces de Sentido", "Actos de Habla: V.1.La Escucha" y "Conversación con Rafael
Echeverría", textos que espero ir comentando a futuro. A ellos se unen los ya clásicos "El Búho de
Minerva" y "Ontología del Lenguaje".

Por estos días ha llegado a mis manos la trascripción de la grabación de una conferencia que Rafael
Echeverría ofreciera en la Universidad Católica de Temuco, Chile, en agosto del 2003 y que es un
buen resumen de su visión.

Me he tomado la libertad de dividir ese texto en dos post y subtitularlo para hacerlo más ameno.
Que les sea de utilidad.

La agonía del Programa Metafísico

"Yo creo que hemos estado siendo partícipes de una transformación muy profunda, quizás de las más
profundas que uno pueda concebir, una transformación que pienso pone en cuestión premisas
fundamentales que hemos preservado durante cerca de 25 siglos. Sin embargo, ha sido una
transformación que está tomando tiempo, que se inició ya hace algunos años, algún tiempo atrás, que
no culmina del todo todavía, que no tiene un hito claro que la marque, porque es una caída dentro de
Berlín, pero que pienso que va a cambiar por completo la faz de la tierra y la forma como convivimos los
seres humanos. Yo creo, que estamos asistiendo a la clausura de un período fundamental de la historia
de la humanidad, particularmente de la historia de occidente, lo que yo llamo la clausura del Programa
Metafísico

Para entender lo que digo quiero hacer un poquito de historia, remontarme al siglo VI A. de C., cuando
en función de la invención del alfabeto algunos hombres en el mundo griego empiezan a hacerse
preguntas sin precedentes, comienzan a inaugurar la forma de encarar el mundo que no era habitual,
comienzan a preguntarse por el principio, por los fundamentos de todo lo que existe, de la naturaleza.
El primero que se lanza con preguntas insólitas fue Tales de Mileto, de la parte Jónica de Asia Menor del
mundo griego, y Tales nos dice: “el principio de todo lo existente es el agua, todo viene del agua, el
agua está presente en todo lo que existe”. y comienzan distintos griegos a dar respuestas diferentes. Y
en ese dar respuestas distintas se produce súbitamente una gran confrontación. En el lado Oeste del
mundo griego surge la respuesta extraña, la respuesta insólita surge Parménides, en el sur de Italia que
dice, “el principio de todo lo existente es el ser, el ser es inmutable, el ser no cambia y lo que importa
es entender el ser de lo existente, el cambio es una ilusión”. Desde el lado Este de ese mismo mundo
griego se escucha otra respuesta, surge la voz de Heráclito que se enfrenta a la respuesta de Parménides
y dice: “no señores, lo que es una ilusión es el ser, el fundamento de todo lo existente es el devenir,
todo está en cambio constante, todo está en permanente transformación,” equipara a ese cambio con la
imagen del fuego. Heráclito para nosotros es uno de los grandes sabios del mundo antiguo,
contemporáneo de Buda, de Confusio, es el gran sabio occidental, nos dice: “el principio de todo lo
existente es el logos”. En la época de Heráclito el logos significaba fundamentalmente el lenguaje,
después se da una connotación distinta. Dice Heráclito: “el lenguaje es lo que transforma el caos, es lo
que da el sentido”.

Los demás filósofos se preocupaban fundamentalmente de preguntarse por la raíz de todo lo existente
en la naturaleza, del mundo exterior, Heráclito da un salto, nos confiesa que no solamente se ha
preocupado por el principio fundamental de todo lo existente en la naturaleza, sino que ha indagado en
su propia naturaleza y descubre cosas insólitas, entre ellas nos dice que nuestro carácter es nuestro
destino, que los seres humanos tenemos la vida que corresponde a la forma de ser de cada uno, el
destino está definido por nosotros mismos y al indagar en esta búsqueda de la naturaleza propia se sitúa
en una respuesta fundamental de la que somos parte, la pregunta: cómo somos los seres humanos, qué
nos caracteriza, por qué somos como somos, por qué nos diferenciamos de otros seres, qué es lo
característico, esa confrontación queda así planteada y de alguna forma desarrollos posteriores tienden
a desperfilarla.
En ese momento surge un personaje muy particular, de Atenas, en el corazón del mundo griego:
Sócrates, que busca lo fundamental, entender lo que es el bien de bien, lo que es vivir de una manera
adecuada para los seres humanos; es el primer filósofo de la vida, a los anteriores, la vida nos les
interesaba mayormente, y cuando inaugura el camino que va a marcar de manera decisiva la historia de
la humanidad, Sócrates tiene que escoger un camino, el camino de Parménides o el camino de
Heráclito, y Sócrates escoge el camino de Parménides y, por lo tanto, comienza un conjunto de
enseñanzas importante donde la noción del ser está en el centro. Hace varias aportes más, en ese ser
busca las ideas abstractas universales que dan cuenta de él. Se compromete con la búsqueda de la
verdad, revindica el pensamiento racional, sin embargo, será un discípulo de Sócrates: Platón quien va
en lo fundamental a inaugurar lo que llamamos el Programa Metafísico, no lo inaugura Sócrates, lo
inaugura Platón, que define los soportes fundamentales de la forma como hemos vivido en el mundo
occidental.

Para Platón lo más importante, no es tanto el arte de la vida, es el conocimiento, es la razón, es la


búsqueda de las ideas que constituyen para él la raíz de todo lo que existe y Platón inaugura la
metafísica que será luego desarrollada por sus propios discípulos.

Aristóteles y la Metafísica, él plantea sus tres pilares: la noción de ser, la noción de verdad y la
definición del ser humano como un ser racional, inaugura la Metafísica. Y si uno los lee, y se pregunta no
solamente qué dicen. Si uno lee, por ejemplo, la Metafísica de Aristóteles y se pregunta no tanto qué se
dice allí, sino contra quién está dicho lo que se dice allí, uno se da cuenta que está fundamentalmente
escrita para demostrar que Heráclito estaba equivocado. Heráclito y los Sofistas, (de los Sofistas no
tenemos tiempo de hablar ahora). La Metafísica busca mostrar que el camino de Heráclito es un camino
errado, inadecuado y desde entonces, progresivamente ese Programa de Platón y Aristóteles comienza a
conformar una forma particular de concebir al ser humano, la pregunta es: cómo somos fundamental y
esencialmente, cuál es el ser que portamos, el eje central es: “somos seres racionales”. El lenguaje
premisa fundamental de Heráclito es secundario, es la forma, es el instrumento, a través del cual el
pensamiento, la razón, el conocimiento se manifiesta, se expresa, lo importante es la razón no el
lenguaje, las demás dimensiones del ser humano, las emocionalidades, la corporalidad son despreciadas
porque nos vinculan a otra dimensión más animal, por lo tanto menos humana, como si lo humano no
influyera en la dimensión animal de la que somos portadores.

Friedrich Nietzsche

El Programa Metafísico tiene un poder inmenso, 24 siglos, en que muchos siguieron sus postulados,
siguieron sus premisas. Pero, ya, en el siglo XIX, surge un ser muy particular, un filósofo mal
interpretado, fuertemente tergiversado, él es consciente que está diciendo algo que sus
contemporáneos no pueden entender, que se declara ser un filósofo póstumo, “a mí se me va a entender
mucho después que yo muera, no les pido que sea entendido ahora”. En rigor no era un filósofo, era un
especialista del lenguaje, era un filólogo, su especialidad eran las lenguas antiguas y por eso a partir de
ella se conecta con el mundo griego y se da cuenta que ha llegado un nuevo momento en la historia de
la humanidad, un nuevo Sócrates, un nuevo filósofo de la vida que se plantee el desafío que se planteó
Sócrates, pero que esta vez no siga la senda de Parménides, sino que recupere el camino abandonado de
Heráclito. Lo que yo hago se inscribe en la senda de este genial ermitaño que es Federico Nietzsche.

Cuesta mucho entender a Nietzsche, porque de partida dice muchas barbaridades, hay que saber
perdonarlo muchas veces, para captar lo importante que es. Nietzsche nos dice: “lo más importante no
es la pregunta por el ser de Parménides, lo importante es participar en la transformación de cada uno,
no somos un ser dado, ni inmutable, somos seres en permanente transformación, donde cada cosa que
hacemos nos limita, nos cambia, nos lleva a ser distintos y de eso hay que hacerse responsable porque
podemos participar de este proceso, en el acto sagrado de nuestra propia creación”.

La verdad, dice Nietzsche, es un recurso que hemos inventado, pero en rigor sólo tenemos
interpretaciones, interpretaciones que cambian con el tiempo como todo cambia. Incluso las respuestas
que teníamos hechas, luego, descubrimos que eran insuficientes, que tenían errores”. Vivimos en
mundos interpretativos y eso es una cosa importante porque sobre todo lo que dice Nietzsche, al poner
en cuestión la noción de verdad, lo más importante no es que estamos postulando una tesis
epistemológica sobre el conocimiento, estamos inaugurando una ética de la convivencia humana
distinta. Porque el que se cree poseedor de la verdad tiende a despreciar al que piensa distinto, tiende
a descalificarlo, tiende a invalidarlo y solamente cuando sospechamos que ninguno en este mundo es
poseedor de la verdad, podemos tratarnos, mirarnos a la cara y convivir juntos desde el respeto.

Lo que Nietzsche procuró hacer, tanto como lo que hizo Sócrates es fundamentalmente una gran
revolución en el dominio de la ética, en el sentido de la vida y de la convivencia humana, Nietzsche
abre una senda importante, senda en la cual acontecen muchas cosas, senda en la cual se inscriben, por
ejemplo, el pensamiento de un filósofo alemán: Heidegger (1889-1976) muy discutido a veces con
fundamento, pero que tiene el gran mérito de decirnos, tenemos que replantearnos la pregunta que
hemos dado por contestada durante muchos siglos, de cómo somos los seres humanos y a esa pregunta
Heidegger la llama la pregunta ontológica. Heidegger sospecha ya cuando había dicho Nietzsche, lo
había insinuado que el elemento central de la respuesta que hay que dar es el lenguaje.

La Filosofía del Lenguaje

El lenguaje dice Heidegger, “es la morada del ser”. Para el ser humano el lenguaje es central para
entender cómo somos y, sin embargo, no logra una profundización mayor sobre el tema, sobre el
lenguaje. Y sí, de otra parte, por otra gente que viene de otros lados que de repente comienza a
sospechar que no solamente nos ha dado una respuesta insuficiente a la pregunta cómo somos los seres
humanos, sino que hemos mal interpretado radicalmente el lenguaje, que somos herederos de lo que yo
llamo de una visión contable del lenguaje. El lenguaje es básicamente un instrumento, un medio de
expresión, de transmisión, de comunicación que nos permite dar cuenta, por eso decimos que es
contable de lo que yo percibo, de lo que yo pienso, de lo que yo siento, pero que el lenguaje deja la
realidad incólume, tal cual ella es, da cuenta de ella, la registra y la expresa y la transmite.

Es en Inglaterra, al comienzo de la década de los 50, que se inicia un movimiento importante en la


Filosofía y que se va a conocer como la emergencia de la Filosofía del Lenguaje, donde justamente
comienza a sospecharse que esa visión del lenguaje es estrecha, es cerrada, que yo cuando hablo no
solamente describo pasivamente lo que allí existe, sino que cuando yo hablo tengo la posibilidad de
transformar con mi palabra la verdad, que la palabra tiene un poder mágico transformador que
habíamos desconocido ¿lo habíamos desconocido siempre?, yo creo que no, tenemos distintos indicios,
que la cultura antigua egipcia se valoraba el papel de la palabra, sabemos que la expresión, del hebreo
antiguo que se usaba en Judea, la tierra de los profetas, que sabían el poder de la palabra, que decía
“avara ha d’avara” creo mientras hablo, la palabra transforma. Y yo sospecho que esa expresión “avara
ha d’avara” nos volvió de otra forma, luego del cautiverio de judíos en Babilonia de 586 a 518 A. De C.
fue tomada por los persas y la expresión persa: “abracadabra”, que te abre puertas, que te abre
posibilidades, que redefine lo que es posible, es una expresión de esa original expresión arameo, “avara
ha d’avara".

Lo sabíamos, en la tradición hebrea cristiana, está planteado con tanta fuerza el poder de la palabra, el
poder del verbo, en el inicio la palabra fue logos. Dios crea el mundo con el poder de la palabra.
“Hágase la luz”, dijo, y la luz se hizo. La palabra crea entidad y comienza a descubrirse, por tanto
vuelvo atrás, hacia algunas décadas solamente que hemos desconocido el poder transformador del
lenguaje, de la palabra, que cuando yo hablo no solamente describo lo que existe, sino que porque
hablo hago que ciertas cosas pasen, transformo; cambio.

El primer filósofo del lenguaje Ludwig Wittgenstein, nos dice: “todo lenguaje es una forma de vida,
aprender un lenguaje es aprender a vivir”. Poco tiempo después, una década después un filósofo nacido
de Oxford, Austin nos dice: “la palabra es acción, yo con la palabra intervengo, modifico el curso de los
acontecimientos, hago que pase lo que no me ha pasado, si yo no hubiera hablado”. Austin muere el año
62, y antes de morir, una periodista le pregunta: “Usted está diciendo que la palabra es acción ¿qué
importancia tiene eso?”, él le responde: “¿importancia? yo creo que ninguna”. Pero, ustedes pueden
haberse dado cuenta que sólo ahora estamos reconociendo la importancia de ese descubrimiento y
estamos reconociendo cómo dimensiones fundamentales de la vida humana son entendibles por el poder
transformador de la palabra. Pero, aquello, en lo que yo estoy comprometido no es la Filosofía del
Lenguaje, el tema de la Filosofía del Lenguaje tenía como sujeto, como objeto fundamental el análisis
del lenguaje, yo me defino por un espacio que he llamado el espacio de la Ontología del Lenguaje,
donde los aportes que los filósofos del lenguaje han hecho junto con muchas otra gente, pensamos que
dan claves fundamentales para entender cómo somos los seres humanos, y, responder en forma
diferente a la pregunta, que nos define como esa forma particular de ser que nos caracteriza y decimos
muchas cosas y decimos incluso la respuesta del lenguaje es insuficiente, porque el lenguaje siempre se
da acompañado, siempre se da como parte de un binomio más amplio; más rico, las conversaciones.

Cuerpo, Lenguaje, Emociones

Cada vez que hablamos, entramos en conversaciones. El lenguaje es un ingrediente fundamental de toda
conversación, pero no se da solo, se da siempre con otros ingredientes fundamentales que están
presentes. En toda conversación planteamos hay tres ingredientes fundamentales, de hecho hay muchos
más, pero el resto deriva, proviene de los tres que indico ahora: el lenguaje, la emocionalidad y la
corporalidad. Se dan cuenta que estamos rescatando los muertos del programa metafísico: el lenguaje,
la emocionalidad, la corporalidad, los elementos despreciados por los metafísicos, por lo tanto hay que
colocarlos de nuevo en el centro y así como la metafísica tenía tres pilares fundamentales; el ser, la
verdad y la razón, la propuesta que llamamos ontológica, que busca ponerlo en cuestión, que busca
inaugurar una ética de la convivencia, de la existencia humana distinta dice: a los tres pilares de la
metafísica, oponemos otros tres pilares. Al ser, oponemos el devenir, y, del devenir rescatamos la
importancia de la acción, de la transformación, del cambio. A la verdad, oponemos la noción de
observador, somos observadores distintos, ninguno es poseedor de la verdad, sólo tenemos
interpretaciones de acuerdo al tipo de observador que somos y la pregunta frente a las interpretaciones
no es cuál es la verdadera, sino cuál es la que nos permite vivir mejor, ser más efectivo, tener vidas más
satisfactorias, establecer modalidades de convivencias más armónicas. Y a la razón, oponemos el
lenguaje y de ahí emerge la noción de conversación. Y decimos si queremos entender como los seres
humanos somos, preguntémonos por la forma como conversamos, nuestras conversaciones nos
constituyen, somos nuestras conversaciones, yo soy y tengo la vida que tengo de acuerdo a como
converso con los demás y como converso conmigo mismo, mi forma particular de ser, lo que llamo mi
alma, cada uno tiene una forma particular de ser y, por tanto, en particular un alma, que está
constituida de manera fundamental por nuestras conversaciones.

Nuestras conversaciones determinan lo que es posible para cada uno y lo que no es posible. Nuestras
conversaciones determinan los niveles de efectividad y de inefectividad que alcanzamos en la vida.
Nuestras conversaciones definen nuestras alegrías y nuestros sufrimientos, porque la alegría y el
sufrimiento son fenómenos conversacionales. Sufrimos en función de lo que esperamos, de las
expectativas que tenemos, de las imágenes que tenemos con respecto a cómo complacer el futuro y
aquí aparece el lenguaje como un ingrediente fundamental y, por tanto, comenzamos a descubrir la
nueva visión del ser humano.

Pero, yo quiero rescatar algo que no es suficientemente apreciado, éste no es un cambio como se dijo, a
nivel de la teoría, éste no es un cambio a nivel de los conceptos, éste es un cambio a nivel de la ética,
de las modalidades de relacionarnos con los demás y lo digo porque muchas veces las distinciones
ontológicas se las utiliza en espacios metafísicos, en espacios impositivos, en espacios abusivos,
carentes de respeto, mientras allí estén las estamos distorsionando, los estamos contaminando, estamos
perdiendo lo más importante que ellas tienen, ellas inauguran un espacio ético diferente y los restantes
espacios es el respeto, el respeto del otro como ser diferente, legítimo y en las distinciones no nos
confundan, este espacio se define por su ética no por otra cosa.

¿Qué es el Ser Humano?

Estamos en los umbrales de una nueva concepción de lo que significa el ser humano y yo creo que la
concepción del ser humano es lo más importante que podemos establecer, porque a partir de ella
definimos todo el resto, a partir de una determinada concepción del ser humano hacemos ciertas cosas,
miramos el mundo de una cierta forma, miramos a los demás de una cierta forma, emprendemos
proyectos distintos, damos respuestas a todo el resto de forma tributaria a la forma como nos
concebimos, como somos, ya no hay algo más importante que indagar en la noción del ser humano que
nos anima, que nos da sustento en todo lo que hacemos, por eso que esto es una transformación de una
profundidad inmensa, que está dando sus primeros pasos, que lleva ya más de 100 años dando algunos
pasos importantes, que no está terminada, que está inconclusa, que no está completa, que seguirá
dando pasos, y donde como insisto lo fundamental es reconocer tanto el poder transformador generativo
de la palabra y el lenguaje como de las conversaciones.

Como he dicho, los seres humanos tenemos algo en particular estamos en la vida no solamente para
revelar cómo somos, para ser de acuerdo a un ser predeterminado con el que nacimos en el nacimiento,
estamos aquí para encontrarnos, estamos en esta tierra con la gran responsabilidad de estar
permanentemente diseñándonos, inventándonos, incluso cuando negamos la posibilidad de hacerlo, no
tenemos alternativa. Hemos dicho la palabra transforma, la palabra genera, el lenguaje tiene una
fuerza transformadora fundamental, que transforma ¿qué hacemos con el lenguaje?. Con el lenguaje
construimos relaciones con los demás, no hay relación con otros que no requiera del lenguaje y no digo
solamente de la oralidad, porque el lenguaje ocurre de múltiples otras formas, con el lenguaje yo logro
establecer compromisos, acuerdos y, porque establezco compromisos y acuerdos con otros, logramos
hacer juntos lo que ninguno podría hacer por cuenta propia o individualmente. El lenguaje nos ha
convocado, yo estoy aquí porque alguien, dos personas, me hicieron una invitación y me trajeron,
ustedes están aquí porque también hubo personas que los invitaron o porque algunos hicieron de
invitadores. El lenguaje genera posibilidades, toda posibilidad surge de conversaciones, las posibilidades
no están en el mundo exterior dando vueltas, las crean, las constituyen nuestras conversaciones y
cuando me desespero porque siento que algo no es posible, sé que puedo abrir conversaciones que
puedo tener el poder de demostrar posibilidades que no tenía.
Para los seres humanos lo que es posible resulta de lo que conversamos, con otros y con nosotros. Las
conversaciones, el lenguaje genera mundos, construimos el mundo con nuestras conversaciones,
decimos hágase una escuela y hacemos escuela, hágase una cátedra y hacemos una cátedra, hágase una
empresa, hágase un país, y el país se hizo, y la escuela se hizo y la cátedra se hizo, con el lenguaje
construimos el futuro, nos imaginamos lo que es posible, y orientamos las acciones hacia el logro de lo
que hemos imaginado, nos permitimos leer fantasías, sueños, con el lenguaje estamos
permanentemente construyendo los futuros distintos, pero con el lenguaje también construimos
nuestras identidades. La mayoría de ustedes no me había visto, alguno posiblemente había leído mi libro
y a partir de eso tenían alguna impresión quizás de cómo yo era, y ahora que me están viendo, me están
viendo no solamente como escribo sino que me están mirando con una emocionalidad distinta, con mi
corporalidad entera, y yo sé que mientras estoy hablando me estoy constituyendo ante ustedes en un
ser que posiblemente antes no era y cada vez que uno de ustedes habla se constituye de una forma
particular ante los demás y ante ustedes mismos. Nuestras conversaciones, lo que decimos habla de
nosotros mismos, habla de muchas cosas, pero siempre, inevitablemente habla de nosotros mismos y
escuchando a alguien empezamos a tener una idea de cómo esa persona es, creemos que no hay nada
más importante para entender el género humano que el lenguaje de las conversaciones, creemos en el
acto, el logos, el lenguaje estatuido a un lugar central para entender el mundo que observamos, que es
un mundo siempre visto a través del lenguaje, es un mundo que lo vemos con el tamiz de las palabras
que tenemos para dar sentido. Las palabras que usamos nos hacen ver mundos distintos, yo sin ciertas
palabras hay cosas que no puedo ver, las palabras que aprendo me cambian el mundo, y no solamente
las palabras, ese mundo que yo veo.

Todo ser humano cuando se para frente a él y lo observa, no solamente lo ve con el tamiz de sus
palabras, de sus distinciones, también tomamos partido frente a ese mundo, si nos gusta o no nos gusta,
es feo, es bello, es aburrido, es entretenido, vemos a alguien y le decimos es incompetente, es
competente, es alegre, es triste, hacemos juicios sobre ese mundo y de acuerdo a los juicios que
hacemos también vamos conformando mundos diferentes.

No hay un mundo, hay tantos mundos como seres humanos existen, porque cada ser humano tiene su
diferencia, tiene su plena legitimidad, su autonomía, emite juicios sobre lo que observa diferente,
constituimos mundos con las narrativas que tenemos, los seres humanos somos muy especiales, nos
gusta contar cuentos, nos encanta escuchar cuentos. Yo les estoy contando un cuento, sólo un cuento,
no es más que un cuento, no les estoy entregando la verdad, es esto simplemente un cuento. No
solamente nos gusta contar cuentos, escuchar cuentos, muchas veces creemos los cuentos que contamos
y vivimos de acuerdo a ellos, los cuentos nos constituyen.

Toda nuestra vida, nuestra existencia está plagada por el poder de las conversaciones, por el poder del
lenguaje, por la emocionalidad que expresamos en esas conversaciones, porque yo podría estar
hablando las mismas palabras con una emocionalidad muy distinta, estaríamos pensando cosas distintas,
con una corporalidad muy distinta, estaríamos percibiendo cosas muy diferentes.

Se está inaugurando un cambio fundamental en el paradigma más importante que anima al ser humano
que es la posesión que tenemos sobre nosotros mismos y que a veces no nos damos cuenta del cambio,
de lo que se está viendo, de las nuevas aguas que se están abriendo, de la posibilidad de cruzar un
continente diferente."...

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