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Guia 1er Examen Glosario y Lecturas Marx Glosario
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Capital: dinero que sale a circular con la finalidad de incrementarse, se puede expresar así D – D´
(Dinero‐Dinero incrementado). La lógica de la producción capitalista es la acumulación incesante
de capital.
Acumulación del capital: transformación de la plusvalía en capital. La fuente de la acumulación
capitalista radica en la plusvalía creada por el trabajo no remunerado de los obreros asalariados.
Plusvalía: valor que el trabajo no pagado del obrero asalariado crea por encima del valor de su
fuerza de trabajo y del que se apropia gratuitamente el capitalista. Forma monetaria del producto
social excedente. Podemos entenderla también, como la diferencia que existe entre el salario que
se le paga al obrero y el valor que produce éste con su fuerza de trabajo.
Valor de uso: todo producto del trabajo humano debe poder satisfacer una necesidad humana.
Valores de uso: productos destinados al consumo directo de quienes se los apropian. (Sea el
propio productor o quien lo desposee)
Valor de cambio: producto del trabajo humano para cambiarlo en el mercado, venderlo.
Mercancía: tiene valor de uso y valor de cambio al estar desinada no al consumo directo sino a ser
intercambiado en el mercado. En la sociedad capitalista la mayor parte de la producción está
constituida por mercancías.
Capital variable: parte del capital que el empresario invierte en la compra de fuerza de trabajo (o
sea, el salario de los obreros) y que se incrementa en el proceso de producción, única mercancía
que produce más valor del que cuesta.
Ley del valor: ley económica de la producción mercantil, ley del intercambio equivalente de
mercancías de modo que la producción y el cambio de las mismas se efectúan a tenor del trabajo
socialmente necesario invertido en ellas.
Determinación del valor de cambio: en una economía basada en una contabilidad de horas‐
trabajo el valor de cambio de una mercancía está determinado por la cantidad de trabajo
necesario para producirla. Está contabilidad de trabajo no se mide individualmente sino con base a
la cantidad de trabajo socialmente necesaria para producirla.
Tiempo de trabajo necesario: tiempo en el que el obrero reproduce el valor de fuerza de trabajo,
o la cantidad de trabajo que necesitan los productores para satisfacer sus necesidades.
Tiempo de trabajo excedente: tiempo en el que el obrero crea valor sin contraprestación.
Trabajo socialmente necesario: cantidad de trabajo necesario en las condiciones medias de
productividad del trabajo, existentes en una época y ubicación geográfica determinada.
Valor de la fuerza de trabajo: en el capitalismo la fuerza de trabajo es una mercancía y su valor
está determinado por la cantidad de trabajo socialmente necesario para producirla, es decir el
costo del mantenimiento del obrero (en condiciones normales imperantes de su época). Se
analiza en dos dimensiones; Valor diario, está calculado sobre la duración normal de la vida de un
trabajador y sobre su desgaste normal‐medio de acuerdo a las condiciones imperantes de la
época; Valor total, tiempo total de vida útil del trabajador, es decir, el total de días que el
poseedor de la fuerza de trabajo puede vender su mercancía en el mercado en buenas
condiciones, más los años de vida en que ya no participará en la producción. La fuerza de trabajo
crea más valor que su propio valor de cambio (expresado en salario). Su valor de uso es “trabajar”
para producir mercancías que incorporan el valor del capital constante y del capital variable, pero
éste último siempre aporta un extra.
Normalmente un salario insuficiente o un sobredesgaste de la fuerza de trabajo constituyen casos
en lo que el capitalista se está apropiando de años futuros de trabajo y de vida. El salario extra
sólo compensa un parte de esos años futuros.
Plusvalía absoluta: es la obtenida mediante dos vías la prolongación de la jornada de trabajo que
significa mayor cantidad de trabajo desplegado, acompañado o no de un aumento de
remuneración que en un determinado punto ya no compensa el desgaste; y la intensificación del
trabajo que quiere decir el aumento del desgaste del trabajador eliminando tiempos muertos,
encomendando más tareas al trabajador y acelerando el ritmo de producción. Ambas modalidades
se pueden dar por separado o combinar. La creación de plusvalía absoluta constituye la base
general del sistema de explotación capitalista, dado que es condición ineludible de dicho sistema
extraer valor de la fuerza de trabajo más allá del tiempo de trabajo necesario.
Plusvalía relativa: Esta se entiende como una forma de explotación del trabajo asalariado que,
fundamentalmente con base en la transformación de las condiciones técnicas de producción
(incorporación de tecnología o formas novedosas de organización), resulta de la desvalorización
real de la fuerza de trabajo (vía el aumento de la productividad en las ramas que producen los
medios de subsistencia para los trabajadores, lo cual reduce el tiempo de trabajo necesario).
Productividad: aumento de la masa o cantidad de valores de uso con la reducción del valor de
tales, ello no crea más valor. La productividad se hace mediante un desgaste igual o menor del
trabajador, pero no mayor. Al aumentar la productividad del trabajo en las ramas que producen
bienes de consumo necesario para la fuerza de trabajo (básicos y nuevos incorporados) disminuye
el valor de la fuerza de trabajo dando paso a la plusvalía relativa.
Agustín Cueva. El desarrollo del capitalismo en América Latina. “El proceso de acumulación
originaria” y “El desarrollo oligárquico dependiente del capitalismo”.
Agustín Cueva en El desarrollo del capitalismo en América Latina señala la forma en que la
acumulación originaria de la región tuvo lugar sobre la base de una estructura económica y social,
heredada del lapso colonial, en la que coexistían diversos modos de producción “sui génesis”,
todos ellos precapitalistas. Otra de las peculiaridades de esta acumulación originaria es que esta se
realiza tardíamente cuando el capitalismo ha alcanzado su etapa imperialista en los países
centrales, lo que condicionó a su vez las formas en que se realizara la acumulación en la región
pues esta responderá a la clásica división internacional del trabajo de aquel tiempo: constitución
de economías primario‐exportadoras complementarias (dependientes) a las economías
industriales de los centros.
De acuerdo a “al qué se produce” y “quiénes” en cada formación social latinoamericana, Cueva
esboza el panorama de los diversos modos de producción coexistentes sobre los cuales se realizó
la acumulación y por tanto la transición hacia el capitalismo: formas de reproducción mercantil
simple (producción basada en la propiedad privada de los medios de producción y en el trabajo
personal de los productores, que elaboran artículos destinados a la venta en el mercado),
esclavista, servidumbre y situaciones en las que las relaciones capitalistas de producción
comienzan a despuntar tempranamente (como en la región rioplatense).
En estos procesos los “quiénes” fueron tanto los grupos locales dominantes y en algunos casos por
los solos “impulsos externos” vía la acción de compañías e inversiones extranjeras. Cueva afirma
que dicho proceso no fue homogéneo en la totalidad del territorio de las Estados
latinoamericanos, lo que le llevaría a afirmar que el capitalismo tendría su desarrollo (con todo lo
que esto implica) en epicentros localizables y aislados del resto de la economía donde lo
“tradicional” y precapitalista seguiría subsistiendo, pero además articulándose los distintos modos
de producción con el emergente capitalista, configurando lo que llamó la situación de enclave.
Es en este contexto de la existencia de esta estructura económica heterogénea que tiene lugar el
complejo proceso de transición hacia el modo de producción capitalista en la región. Del otro lado
de la medalla están las cuestiones concernientes a las relaciones sociales de producción y las
formas políticas que dan lugar a ello. Al respecto, Cueva, añade que la transición de los dos
principales polos de desarrollo del capitalismo latinoamericano se realizó por la “vía junker” o
como él la denominó la vía reaccionaria u oligárquica.
El desarrollo oligárquico dependiente del capitalismo latinoamericano ilustra la forma en que éste
tuvo lugar en los principales polos de desarrollo de las economías latinoamericanas: el sector
agrario y el minero. El desarrollo del capitalismo agrario en Latinoamérica se hizo bajo una
modalidad que le permitió conservar el gran latifundio tradicional como eje central de su
evolución (al contrario del desarrollo de este sector en el caso del capitalismo clásico europeo en
el que se rompió, por procesos revolucionarios, la gran propiedad terrateniente y
consecuentemente las relaciones de servidumbre que ésta permitía).
Así a pesar de que los terratenientes en Latinoamérica están produciendo ya para el mercado
internacional (con una lógica evidentemente capitalista pues buscan la ganancia), además
insertados en la clásica división internacional del trabajo de la modalidad primario‐exportadora, y
que dividió el trabajo e introdujo una organización empresarial, pero conservó las formas de
vinculación no sujetas a salario ni a regulación de jornadas laborales (apropiándose de forma
gratuita del valor de la fuerza de trabajo pero una modalidad voraz propia de los peores rigores
del régimen colonial).
Por lo que este desarrollo peculiar de capitalismo no significó una revolución total en el desarrollo
de la producción material, no efectuándose un trastorno completo del modo de producción. O sea
que no tuvo verificativo la transformación radical de las relaciones hombre‐naturaleza mediante la
introducción de conocimientos, técnicas e instrumentos verdaderamente modernos, sino
mediante la explotación redoblada de los productores directos (mediante las relaciones de
esclavitud y servidumbre o en una variante de éstas).
Este capitalismo oligárquico dependiente tiene consecuencias en dos planos el económico y el
político‐social.
Económico: obstáculos que redundan en el estancamiento de las fuerzas productivas, allí donde
los elementos semiesclavistas o semifeudales siguen persistiendo en la evolución del capitalismo,
las fuerzas productivas se desarrollan de manera en extremo morosa y desigual; en contrario en
donde el trabajo libre (asalariado) se impone como regla, el desarrollo es más acelerado y
homogéneo.
Político‐social: retraso en la conformación de una burguesía realmente moderna, pues ésta surge
confundida y entrelazada con su origen aristócrata terrateniente, careciendo del espíritu
capitalista industrioso, pues estos en vez de invertir sus rentas extraordinarias (provenientes de la
explotación redoblada del trabajador y de la coyuntura de prosperidad por la demanda del
mercado internacional) las gastan en artículos de importación antes que producirlos ellos mismos.
Junto con ello la rémora en la constitución de un proletariado moderno. Lo anterior dará una
particularidad al carácter de la lucha de clases en América Latina.
La “vía junker” del desarrollo del capitalismo plantea otro problema, a saber, la conformación de
un mercado interno. Ante la pauperización creciente de las masas debido al mantenimietno de las
relaciones semifeudales, las clases trabajadoras no figuran como consumidores principales de la
producción local y mucho menos de bienes importados, sino sólo marginalmente y mediante
procesos de servidumbre o semiservidumbre (es decir, no en pagos de dinero o en algunos casos
en parte en dinero pero sobre todo a través de alimentos, uso de habitación, tienda de raya,
suministro de artículos de primera necesidad, herramientas, etc.); en la medida que la situación
fue evolucionando hacia una proletarización (aumento del número de asalariados) abandonando
las prácticas semiserviles por las de libre asalariado, éste proceso coadyuvó a la conformación del
mercado interno. En otras palabras es a través de la monetización del consumo lo que permitió la
formación de un mercado interno, aunque éste disminuyera en volumen absoluto por
consecuencia de la pauperización absoluta del productor directo.
En el otro lado de la moneda a la pauperización del productor directo está la acumulación
acelerada de la oligarquía, lo que determinaría una restricción al mercado interno. Puesto que
esto daría lugar a que el mercado interno se constituyera en realidad en una extensión del
mercado internacional. Las situaciones de enclave ilustran este hecho: a pesar de que estos nodos
cuenta con la mejor remuneración salarial de los trabajadores, su consumo es canalizado a través
del monopolio comercial ejercido por empresas comerciales del propio enclave a través de la
venta de artículos y manufacturas importados (que generalmente además eran exentas de
impuestos), circunstancias que afectaron la consolidación de un dinámico mercado interno.
Sumémosle a ello e hecho de que los que concentraban la riqueza dispensaban sus gastos hacia
bienes importados de todo tipo: consumo básico, suntuarios, manufacturas y bienes de capital en
menor medida.
Lo anterior da lugar a la deformación de las economías nacionales, puesto que los sectores de
mejores ingresos están aislados del resto del mercado internacional; y es allí donde los salarios
representan los mejores negocios para las inversiones en el comercio internacional, puesto que la
venta de productos importados abarata el costo de la fuerza de trabajo para la exportaciones (de
bienes primarios) y representa a su vez un gran negocio producto del monopolio que ejerce
(importación de manufacturas).
El modelo de desarrollo volcado al exterior del capitalismo latinoamericano supone una estructura
interno de gran desequilibrio entre las diferentes ramas de producción: una hipertrofia de las
actividades primario‐exportadoras y una correlativa atrofia de las actividades destinadas al
consumo interno. Dando lugar a casos tan extremo en los que junto a una agricultura de
exportación no se tiene la capacidad para desarrollar una agricultura de consumo interno capaz de
satisfacer las necesidades de alimentación de la población local.
El propio desarrollo industrial allí donde llega a darse, refleja las distorsiones de este desarrollo: la
mayor parte de la expansión industrial se realiza a base de pequeñas unidades fabriles de baja
eficiencia o bien desarrollando ramas complementarias de la actividad primario‐exportadora.
Para el período entre 1880 y 1914 el capital imperialista controla los puntos nodales de la
economía moderna de Latinoamérica: ferrocarriles, minería, plantaciones, aparato financiero,
sobretodo el estadounidense. Lo que redunda en tres efectos: primero, desnacionalización de la
economía latinoamericana; segundo, tales inversiones contribuyen a la deformación de la
economía local al estar situadas en puntos estratégicos para el desarrollo de las economías
imperialistas y no en las que más beneficiarían a los países anfitriones, y tercero, tales inversiones
representan el vehículo más expedito para la succión de excedente económico, al aprovechar
bajos salarios, materias primas baratas, poca competencia de capitales locales y precios de la
tierra relativamente poco considerables.
Así, las contradicciones del capitalismo se desarrollan en América Latina de forma extremista.
Ruy Mauro Marini. Dialéctica de la dependencia. “El secreto del intercambio desigual”.
La tesis del escrito de Marini se basa en lo siguiente: La inserción de América Latina en la
economía capitalista (mediante la división internacional del trabajo bajo la modalidad del modelo
primario‐exportador) contribuyó a desarrollar el modo de producción específicamente capitalista,
que se basa en la plusvalía relativa en los países centrales. En otras palabras el eje de
acumulación en las economías industriales se desplazó de la plusvalía absoluta a la plusvalía
relativa. Así en Europa la acumulación pasa a depender de la productividad del trabajo que de la
explotación del trabajador, este cambio es posible por una explotación mayor del trabajador en
América Latina (y otras regiones periféricas).
Para explicar cómo se da este proceso Marini empieza aclarando algunas consideraciones teóricas:
La diferencia entre plusvalía relativa y productividad.
La productividad consiste en que el trabajador sólo crea más productos en el mismo tiempo, pero
no más valor, lo que si hace la productividad es rebajar el valor individual de los productos, en
relación al valor que las condiciones generales de la producción le atribuyen, así que el capitalista
individual busca aumentar la productividad para superar a sus competidores y obtener una
plusvalía superior a ellos. No es que esté generando más plusvalía sino solamente se está
alterando el reparto general de la plusvalía entre los diversos capitalistas, pero no modifica el
grado de explotación del trabajo. Si además el procedimiento técnico que permitió el aumento de
la productividad se generaliza a las demás empresas se uniforma la tasa de productividad, ello no
acarrea tampoco el aumento de la cuota de plusvalía: se habrá tan sólo acrecentado la masa de
productos, y el valor social de la unidad de producto se reduciría en términos proporcionales al
aumento de productividad del trabajo. La consecuencia sería la disminución de la plusvalía.
Marini explica que lo que determina la cuota de plusvalía no es la productividad del trabajo en sí,
sino el grado de explotación del trabajo, o sea, la relación entre el tiempo de trabajo excedente
(en el que el obrero produce plusvalía) y el tiempo de trabajo necesario (en el que el obrero
reproduce el valor de su fuerza de trabajo, esto es, el equivalente de su salario). Sólo la alteración
de esa proporción, en un sentido favorable al capitalista, es decir, mediante el aumento del
trabajo excedente sobre el necesario, puede modificar la cuota de plusvalía.
Para que la productividad incida en la cuota de plusvalía, por la vía de reducir el tiempo de trabajo
necesario y por tanto aumentar el tiempo de trabajo excedente, es necesario que esta se dé en las
ramas que producen bienes‐salario lo que abarata el costo de la fuerza de trabajo.
América Latina (AL) juega un papel de proveedor de alimentos baratos para la población obrera y
urbana en Europa, lo que incidió en abaratar la fuerza de trabajo en los países industriales, aunado
esto al hecho de que los precios de los productos primarios se deprimen en el mercado
internacional, cuestión que se aclarará más adelante.
El autor se pregunta por las condiciones internas de producción en América Latina que le permiten
cumplir esa función, y destaca que tanto a nivel de su economía interna como en el papel que
juega en el progreso del modo capitalista de producción en los países industriales se revelará
contradictoria.
Esto es así porque el aumento de la productividad acarrea el consumo proporcional de materias
primas (debido a que se produce más productos), puesto que si bien por un lado la oferta mundial
de alimentos que crea América Latina contribuye al abaratamiento de la fuerza de trabajo para los
países industriales, el aumento de la composición‐valor del capital (el aumento del capital
constante sobre el variable), mediante el aumento del capital constante (que incluye las materias
primas) provoca un caída de la cuota de ganancia (puesto que sólo crece la oferta de productos
por efecto de la generalización de la cuota de productividad de todos los capitalistas individuales).
Para contrarrestar esto existen dos opciones aumentar la cuota de plusvalía (mediante una mayor
explotación del trabajador) e inducir una baja paralela en el valor del capital constante. Y en esta
segunda opción se refiere a la oferta mundial de materias primas industriales que aparece como
contrapartida de la oferta de alimentos que ofrece Latinoamérica.
Así, la región juega un doble papel, abaratar la fuerza de trabajo de los países centrales y disminuir
el valor del capital constante, permitiendo a los países desarrollados a superar la contradicción del
aumento de la productividad.
Lo que lleva a considerar otra cuestión: el hecho de que el aumento de la oferta mundial de
alimentos y materias primas ha sido acompañado de la declinación de los precios de esos
productos, relativamente al precio alcanzado por las manufacturas. A este fenómeno se le conoce
como el deterioro de los términos de intercambio. Este hecho necesita una explicación ya que no
es por efecto de la productividad que los precios de las materias primas y alimentos disminuyen en
el mercado internacional (desvalorización real de esos bienes), ya que en la región la
productividad de eleva más lentamente, y por qué esta depreciación no se tradujo en un
desestimulo en AL para incorporarse a la economía internacional. ¿Por qué, del lado de la oferta,
se verifica una expansión acelerada independientemente de que las relaciones de intercambio se
estén deteriorando? No porque produjeron más de lo debido que su posición comercial se
deterioró, sino que fue el deterioro comercial lo que las forzó a producir en mayor escala.
Para entender nos recuerda que teóricamente el intercambio de mercancías expresa el cambio de
equivalentes, cuyo valor se determina por la cantidad de trabajo socialmente necesario que
incorporan las mercancías (Ley del Valor); en la práctica, se observan diferentes mecanismos que
permiten realizar transferencias de valor, pasando por encima de las leyes del intercambio. Marini
señala que este es el caso donde distintas esferas de producción se interrelacionan, como en las
transacciones entre naciones que intercambian distintas clases de mercancías, como
manufacturas y materias primas. El mero hecho de que unas produzcan bienes que las demás no
producen (manufacturas industriales), o no lo pueden hacer con la misma facilidad, permite que
las primeras eludan la ley del valor, es decir, vendan sus productos a precios superiores a su valor,
configurando así un intercambio desigual. Ello implica que las naciones desfavorecidas deban
ceder gratuitamente parte del valor que producen, y que esta cesión o transferencia se acentúe en
favor de aquel país que les vende mercancías a un precio de producción más bajo, en virtud de su
mayor productividad, lo que constituye una transferencia de valor doble en este caso.
Para contrarrestar esa transferencia de valor se recurre al incremento de valor intercambiado
(producción a mayor escala), por parte de la nación desfavorecida, lo que permite neutralizar total
o parcialmente la transferencia de valor.
Lo que importa señalar es que, para incrementar la masa de valor producida, el capitalista debe
necesariamente echar mano de una mayor explotación del trabajo, ya a través del aumento de su
intensidad, ya mediante la prolongación de la jornada de trabajo, ya finalmente combinando los
dos procedimientos. Sólo el primero —el aumento de la intensidad del trabajo— contrarresta
realmente las desventajas resultantes de una menor productividad del trabajo, ya que permite la
creación de más valor en el mismo tiempo de trabajo. En los hechos, todos aumentan la masa de
valor realizada y, por ende, la cantidad de dinero obtenida a través del intercambio.
Esto explica, en porque la oferta mundial de materias primas y alimentos aumenta a medida que
se acentúa el margen entre sus precios de mercado y el valor real de la producción.
Lo que aparece claramente, pues, es que las naciones desfavorecidas por el intercambio desigual
no buscan tanto corregir el desequilibrio haciendo un esfuerzo redoblado para aumentar la
capacidad productiva del trabajo, sino más bien compensar la pérdida de ingresos generados por
el comercio internacional, a través del recurso a una mayor explotación del trabajador.
Así, la contrapartida del proceso mediante el cual América Latina contribuyó a incrementar la
cuota de plusvalía y la cuota de ganancia en los países industriales implicó para ella efectos
rigurosamente opuestos. Y lo que aparecía como un mecanismo de compensación a nivel del
mercado es de hecho un mecanismo que opera a nivel de la producción interna.
La mayor explotación del trabajador (aumento de la plusvalía) se logra por los siguientes
mecanismo: el aumento de la intensidad del trabajo, la prolongación de la jornada de trabajo, es
decir, del aumento de la plusvalía absoluta en su forma clásica; habría que señalar, finalmente, un
tercer procedimiento, que consiste en reducir el consumo del obrero más allá de su límite
normal, por lo cual “el fondo necesario de consumo del obrero se convierte de hecho, dentro de
ciertos límites, en un fondo de acumulación de capital”, implicando así un modo específico de
aumentar el tiempo de trabajo excedente, que se da en AL y que Marini denomina el mecanismo
de superexplotación, el cual viola el valor de la fuerza de trabajo, no permitiendo reproducirse en
condiciones normales (le retira al trabajador la posibilidad de consumir lo estrictamente
indispensable para conservar su fuerza de trabajo en estado normal).