El gran Ser que se ha orientado completamente hacia el despertar, el
señor de la compasión, penetrando en el profundo estado de la sabiduría
trascendental, enfoco los cinco componentes que forman la personalidad y los encontró todos por igual vacios. Tras esta compenetración, el venció todo el sufrimiento.
Escucha, Gran héroe, la forma no se diferencia de la vacuidad, la
vacuidad no se diferencia de la forma; la forma es vacuidad y la vacuidad es forma. Lo mismo vale para los sentimientos, las percepciones, las formaciones conceptuales y la conciencia.
Escucha, Gran héroe, todas las realidades se caracterizan por la
vacuidad; no surgen ni cesan, no son puras ni impuras; no aumentan ni disminuyen. Por lo tanto en la vacuidad no hay formas, sentimientos, percepciones, formaciones conceptuales ni conciencia; no hay ojos, oídos, nariz, lengua, cuerpo ni mente; no hay formas, sonidos, olores, sabores, tactos ni concepciones mentales; no existen elementos de los ojos…ni tampoco elementos de la conciencia…ni tampoco la vejez y la muerte; ni el fin de la vejez y de la muerte. No existe la verdad del sufrimiento, ni la verdad de la causa del sufrimiento, ni la verdad de la extinción del sufrimiento, ni la verdad del sendero; asimismo, no hay sabiduría ni realización ni no realización.
Porque no hay nada que realizar, un gran ser que se ha orientado
completamente hacia el despertar, sustentado en la sabiduría trascendental, está libre de obstrucciones mentales. Al estar libre de obstrucciones, procede sin miedo y trasciende toda la confusión y alcanza la suprema iluminación perfecta. De la misma manera, todos los iluminados del pasado, presente y futuro, sustentados en la sabiduría trascendental, llegan a la plenitud de la suprema iluminación perfecta.
Por lo tanto, la sabiduría trascendental es una gran formula espiritual,
una gran formula de sabiduría, una formula suprema, una formula sin igual, mediante la cual realmente se destruyen todos los sufrimientos, porque es la verdad inalterable.
Como culminación, se proclama la siguiente oración de la sabiduría
trascendental,
Vamos, vamos, vamos mas allá, vamos a la otra orilla, ¡Iluminación!,