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Venganza

Subiste al tren y te reconocí al instante, en mis ojos se precipitó la náusea,


calculé los pasos que debía avanzar para llegar a ti: en siete estaría en tu
esternón. Te miré furtiva, me miraste con descuido, sin reconocerme. Caminé
hacia ti temblándome las mandíbulas de odio y prisa. Cuando estuve a tu lado
te miré a los ojos y hundí la navaja entre tus costillas. Noté tu cuerpo terso,
contraído. Tras la séptima puñalada caíste retorcido y por tus ojos comprendí
que comprendías: siete puñaladas, una por cada cómplice, una por cada
violación, una por cada año que tiene mi hija: Isabel.

Lina Mars

4 de mayo de 2010.

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