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* Extractado en parte, del libro Medicina Forense Contemporánea, Ed. Dosyuna. 2005, del
mismo autor.
** Perito Médico Forense del Dto. Judicial Mar del Plata.
le hubiere inutilizado para el trabajo por más de un mes o le hubiere causado una
deformación permanente del rostro".
Subrayamos la palabra "debilitación", por ser la base de este tipo de lesiones
(graves). Se refiere a debilitamiento de la salud, un sentido, un órgano o de un miembro
(ver más adelante).
Es un delito de acción pública donde, de oficio, el Ministerio Público inicia
actuaciones (sumario) para esclarecer los hechos.
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II.- CAUSALIDAD. EL NEXO CAUSAL.
Tipos de Concausa.
Es clásico dividir las concausas en pre-existentes, concomitantes y
sobrevinientes al hecho.
La concausa pre-existente (o estado anterior), se refiere a los estados
mórbidos que condicionan una cierta predisposición del individuo a ciertas
enfermedades o lesiones. Sirva como ejemplo el caso de aquella víctima, que afectada
de osteoporosis grave (falta de calcio en los huesos), un simple golpe le produce una
grave fractura. El simple golpe no debía producir dicha lesión.
La concausa concomitante al hecho dañoso, donde ambas causas actúan al
mismo tiempo, como por ejemplo, el ataque de epilepsia mientras se maneja un
vehículo; o la caída por un empujón y que al mismo tiempo se dispare un arma que la
víctima llevaba en su cintura y lo hiere. El resultado lesivo no guarda relación con el
hecho original.
La concausa sobre-viniente al hecho (o hecho nuevo), como el caso de un
paciente alérgico a ciertos medicamentos, que en la convalecencia de una fractura
desarrolla un shock anafiláctico a un antibiótico y muere, no se pueden achacar a la
fractura el shock alérgico ni la muerte, ya que no constituyen la evolución normal o
habitual de aquella patología.
Este último tipo de concausa es el que frecuentemente muchos profesionales
confunden con complicaciones (y viceversa). A este respecto diremos que la forma de
diferenciarlas es mediante la determinación de si existe o no esa circunstancia
desarrollada dentro de las posibilidades evolutivas de la patología o trauma en cuestión
(vide infra).
Para que se dé esta situación de concausalidad es necesario que se
establezcan algunas condiciones fundamentales como son:
1. Que la concausa sea totalmente distinta o ajena a la causa o hecho primario.
2. Que exista relación directa entre la concausa y el resultado final (= relación
concausa-efecto).
3. Que exista necesaria u obligada sumatoria de ambas causales para el resultado
final.
Para el caso que el efecto o resultado se hubiera conseguido sólo por acción
de un hecho distinto al causal, éste quedaría excluido del resultado dañoso final y, por
lo tanto, será un hecho nuevo independiente del hecho primario o causa y no habrá
concausalidad, ya que el hecho dañoso juzgado no participó del resultado final por la
intercurrencia de un factor extraño a él. (Ej.: el caso de un paciente cardiópata,
convaleciente de una fractura de fémur que sufre un infarto de miocardio). En estos
casos se deberá separar un daño del otro.
Para que exista concausalidad deberá haber necesaria sumatoria de ambas
(causa y concausa) en la producción del daño o resultado final.
Pero es necesario recordar que esa sumatoria de efectos – entre el hecho
causal y el concausal – deberá ser obligada o necesaria para lograr el resultado final, de
lo contrario no existirá concausalidad. Así, en el ejemplo anterior, se dirá que el trauma
que originó la fractura produjo estrés y por esto sobrevino el infarto. Pero debemos
saber que no es necesario que haya fractura para que se produzca el estrés y el infarto,
por lo que el tema, visto así, salvo excepciones, no pasa del terreno teórico.
Veamos otro ejemplo clínico para entender esta cuestión:
Un individuo diabético sufre una fractura conminuta y expuesta de
pelvis. Dentro de la gravedad de su lesión, sufre una infección de partes
óseas y blandas de la cadera con evolución tórpida y muerte por sepsis.
A nadie escapa que la diabetes es un factor condicionante y favorecedor de
los procesos infecciosos. En el análisis de la cuestión existió un estado anterior
(concausa pre-existente), hecho distinto al trauma (punto 1).
En cuanto a su relación con el resultado infeccioso y muerte por sepsis,
necesariamente tuvo participación (punto 2). Pero al analizar la necesaria u obligada
participación de la diabetes en la infección (punto 3), vemos que no es indispensable
para lograr el resultado de muerte por sepsis, ya que muchos pacientes con estas
lesiones mueren sin ser necesariamente diabéticos. Este hecho desvirtúa o aleja la
presencia de concausalidad, atribuyendo el resultado final sólo al efecto traumático o
causal. Dicho en otras palabras: la magnitud del trauma puede perfectamente originar
por sí mismo el resultado letal.
Distinta sería la situación si la lesión inicial en ese paciente diabético
hubiera sido banal – una pequeña herida cortante de piel, por ejemplo – y de allí hubiera
surgido la sepsis. Si bien los dos hechos – la herida cortante (causa traumática) y la
diabetes (concausa pre-existente) – intervinieron en la producción del resultado letal,
era necesaria la sumatoria de ambos para el resultado dañoso, ya que de por sí la herida
sola, habitualmente, no llega a producirlo. Prevalece aquí el criterio de magnitud o
envergadura del acto lesivo, donde debe analizarse si por sí mismo era capaz de
producir semejante resultado. Es el mismo criterio en que se basa el inciso b) del Art.
81 del CP donde como atenuante del homicidio (preterintencionalidad) se exige que el
medio empleado no debía razonablemente ocasionar la muerte. En la concausalidad, el
hecho primario no era capaz de producir el resultado final si no hubiera sido por la
suma del otro hecho o concausal.
Es necesario que el perito realice un análisis de estas cuestiones médicas ya
que sino, se cometerán errores de apreciación jurídica en muchos casos de lesiones.
Téngase presente que casi todos los individuos presentan estados mórbidos variados
tales como obesidad, diabetes, vejez, hipertensión arterial, descalcificación ósea, etc. En
casi todos ellos tendrán participación en el resultado, pero estos factores jugarán un
papel muy variable en cada caso de lesión, que se deberá analizar prolijamente. Para
este análisis será fundamental plantearse si la lesión per se, habitual o frecuentemente,
es capaz de llevar a ese resultado.
Dicho de otra manera, deberá evaluarse pericialmente si el factor concausal
jugó un papel preponderante en el resultado final o sólo fue un mero acompañante. Una
cuestión a responder en el caso en estudio es preguntarse si ese mismo paciente, sin la
presencia del factor concausal hubiera podido evolucionar de la misma manera (para
esto ayudarán las estadísticas sobre el tema). Si la respuesta es sí, se aleja la presencia
de concausa.
En todos los casos de sumatoria de efectos, a los fines judicativos el perito
deberá establecer el quantum de proporción es achacable a una y otra causal, ya que así
tendrá el Juzgador una idea de proporcionalidad etiológica para poder deslindar la
responsabilidad del acto causal y así separarlo del concausal.
Téngase presente que en el fuero penal, si se produce un resultado como la
muerte de una persona, por ejemplo, a raíz de un hecho concausal – como el ejemplo
dado de la fractura con la reacción anafiláctica – en nuestro medio el victimario será
imputado de lesiones graves y no de homicidio. En algunos países como en Uruguay,
por ejemplo, existe en el ordenamiento jurídico la figura del homicidio concausal, forma
atenuada como el preterintencional, que permite a la justicia caratular así los hechos y
juzgarlos de acuerdo a esa figura. En el fuero civil y laboral, la concausalidad obligará a
escindir un daño de otro, es decir, lo producido por el hecho causal y lo atinente a la
concausa. Aquí se torna de interés lo dictaminado por el perito médico.
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IV.- COMPLICACIÓN.
Es todo acontecimiento perjudicial que sobreviene como consecuencia de
una situación primaria. Es necesario que exista el primer hecho para que se produzca el
segundo. Si no existiera el hecho primario o fundamental, no se puede producir la
complicación de éste. En la concausalidad los dos hechos existen por separado.
Una complicación suele agravar al hecho primario (= causa o acto sometido
a juzgamiento). También es sabido y, por otra parte justo, que el autor se responsabilice
por todo el daño sufrido por la víctima. Pero existen complicaciones frecuentes
estadísticamente, o habituales de acuerdo a las lesiones, que prácticamente son
absorbidas por el hecho primario. No ocurre lo mismo con otras que por su rareza o
exotismo, constituyen una excepción. Así, por ejemplo, una herida de la piel, que en su
evolución sufre una severa infección, constituye una complicación más o menos
frecuente. Pero si como resultado de esa herida sobreviene un tétanos y posterior
muerte, se estará ante una complicación exótica o de muy baja incidencia estadística en
su aparición; será responsabilidad del perito médico deslindar el daño concerniente al
hecho en sí y lo atinente a la o las complicaciones exóticas o infrecuentes. El juez podrá
valorar adecuadamente el caso en estudio si tiene un dictamen pericial adecuado y
completo.
E. Garcia Maañón (1989), en su obra Homicidio Simple y Homicidio
Agravado, cita fallos que hacen referencia a que la admisión de la concausa requiere
que la circunstancia sobreviniente sea extraña a las contingencias comunes del evento.
Por este motivo una exótica complicación podría ser considerada por el Juez como un
hecho concausal.
Las complicaciones de una determinada patología o lesión suelen estar
tabuladas en la literatura médica como posibles de ocurrir con mayor o menor
frecuencia estadística. De allí que algunas complicaciones sean muy frecuentes y otras
muy raras o extraordinarias. Los hechos concausales suelen ser ajenos a la evolución de
la patología estudiada.
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V.- INTERCURRENCIA.
Es todo evento dañoso que se produce independientemente de la acción o
hecho primario y ocasiona por sí solo un daño. No necesita de la sumatoria con éste
para producir semejante resultado.
Se diferencia de la concausa en que el resultado final lo es por efecto
exclusivo de la intercurrencia. No se suma al daño original. Valga como ejemplo el del
infarto de miocardio que produjo la muerte en un paciente convaleciente de una fractura
de fémur; o las lesiones (o muerte) producidas por otro accidente mientras la víctima se
hallaba en recuperación de las primitivas lesiones.
En el dictamen pericial se deberán tener muy en cuenta los conceptos de
complicación, intercurrencia y concausa. Para dilucidar esta cuestión el perito médico
deberá hacerse algunas preguntas. Analicemos el ejemplo dado del paciente con la
fractura de fémur que en su evolución sufre un infarto de miocardio y la muerte.
Las preguntas que debe hacerse el perito en estos casos, son las siguientes:
¿Se hubiera producido la muerte sólo por efecto de la fractura de fémur?
Obviamente no, ya que de acuerdo a la frecuencia estadística, no es una lesión mortal.
¿La fractura de fémur condiciona la aparición de un infarto de miocardio?
La respuesta, obviamente, es no.
¿Si no existiera la fractura, se hubiera producido el infarto? Seguramente que
el estado cardiovascular del paciente era patológico antes del trauma y era un candidato
a sufrir el infarto sin necesidad de la ocurrencia del accidente traumático.
Todas las conjeturas que se puedan hacer respecto del posible estrés
ocasionado por el trauma y su incidencia en la ocurrencia del infarto no pasan del
terreno teórico y nada agregan a la objetividad que debe caracterizar a un dictamen
pericial. Esta causal sólo operará en casos excepcionales donde exista indiscutida
inmediatez entre el hecho estresante y el resultado (infarto).
A manera de resumen:
Definiremos algunos términos con respecto del tema en estudio:
a) Causa: hecho o factor etiológico o primario que origina un daño o lesión.
b) Concausa: hecho o factor distinto al primario que se agrega obligada o
necesariamente a éste para producir, juntos, un resultado dañoso final. Suele ser
una atenuante en la valoración de la responsabilidad del autor del daño. El perito
deberá cuantificar la participación proporcional de uno y otro evento en el total del
daño.
c) Intercurrencia: factor que interviene en forma aislada respecto del hecho
primario y produce, per se, el resultado dañoso. No existen lazos que la unan al
hecho primario.
Se deben distinguir y separar los dos tipos de daño. Se diferencia de la concausa
en que se separa netamente del hecho primario en cuanto a la producción del daño,
que puede ser totalmente atribuido a la intercurrencia. Suele ser una eximente de
la responsabilidad del autor respecto del daño por ella causado.
d) Complicación: factor que se agrega como consecuencia directa del hecho primario.
Su aparición puede ser estadísticamente frecuente o habitual, o bien, exótica.
Suele ser indiferente en la apreciación de la responsabilidad del autor del daño,
salvo que la misma sea exótica en cuyo caso se constituiría en un factor atenuante.
Nótese que la concausalidad se da sólo bajo las condiciones del punto b).
Quizá el Juez la adjudique también en el caso de complicación exótica del punto d).
Es fundamental desde el punto de vista médico-legal y jurídico que el perito
deje aclarada esta situación de la existencia o no de concausalidad a los fines de que el
juez pueda establecer el grado de responsabilidad del autor del daño, toda vez que la
existencia de concausa será una atenuante de la responsabilidad.
Es frecuente oír a juristas decir que la concausalidad corta o interrumpe el
nexo causal, pero debemos dejar en claro que esto es así con respecto al daño total
resultante, ya que no lo altera respecto del daño primario causado. Por este motivo es
mejor hablar de que la concausa altera el nexo causal debiendo esta alteración ser
analizada por el juzgador en cada caso y en base al dictamen médico pericial que
claramente establezca el quantum de proporción del daño total corresponde a cada
hecho (causal y concausal). Recordemos que existen concausas que sólo son un mero
adyuvante en la producción del daño y otras que lo ocasionan en gran proporción
asemejándose a una intercurrencia.
Para el caso de la existencia de complicaciones, en líneas generales, debería
aceptarse que el resultado producido in toto debe asimilarse al hecho juzgado como
producto final del daño causado por la lesión. Dicho en otras palabras, la complicación
es producto de la propia existencia del factor productor del daño (causa) y, en
general, no atenuará la responsabilidad del autor. Si esa complicación es exótica o
estadísticamente muy infrecuente, deberá ser aclarado por el perito, ya que quizá el juez
podrá considerar la morigeración de la responsabilidad del que originó la lesión. Así, en
los hechos culposos podría ser asimilada la complicación exótica a un hecho concausal
y en los homicidios dolosos podría integrar los elementos de la preterintencionalidad.
En cuanto a la intercurrencia como productora de un daño o su
agravamiento, hará delimitar la responsabilidad del autor del hecho primario sólo a sus
consecuencias directas o propias.
La aparente concausa posterior debe ser analizada cuidadosamente por el
perito para poder descartar la presencia de complicaciones del hecho primario o la
presencia de intercurrencias, ya que – como se dijo – tienen distinta implicancia
jurídica.
Así, por ejemplo si un individuo ocasionara una fractura a otro y – siguiendo
el ejemplo anterior – luego la víctima muriera por un infarto de miocardio, el autor
tendrá que responder solo por la fractura, tanto en el fuero penal como en el civil.
Si la víctima fracturada sufriera una exótica complicación o se sumara un
hecho concausal que contribuyera en la producción de la muerte, en el fuero penal quizá
el autor deba responder sólo por lesiones, pero en el fuero civil tal vez sea
responsabilizado por la parte proporcional de la muerte de la víctima, lo que
monetariamente tendría distinto valor indemnizatorio que la sola fractura.
Dijimos que el perito debe ser bien claro en el análisis de estas
circunstancias, dado que el hecho puede llegar a ser evaluado por el juez de maneras
muy distintas. Así, si existe un estado previo de minusvalía en la víctima (concausa pre-
existente o estado anterior) conocida por el autor de la lesión y se demostrara que éste
aprovechó esa situación para lesionarlo, se podría estar ante una circunstancia agravante
del hecho. En cambio si esto fuera ignorado por el autor, puede este hecho constituirse
en una atenuante de su responsabilidad.
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Autor
Responsable
Hecho
Antijurídico
COMPLICACIÓN
Autor
Responsable
Hecho
Antijurídico
INTERCURRENCIA
CONCAUSA
Esquemas que muestran las variaciones posibles en cuanto a la responsabilidad del autor de una
lesión o daño ante la existencia de complicaciones, concausas o intercurrencias.
Obsérvese que las complicaciones, salvo excepciones, suelen integrar el daño producido.
Nótese que la responsabilidad penal – en el caso de concausa – llega hasta el daño o lesión
primaria; pero la responsabilidad civil puede extenderse a parte de la resultante total del daño.
En el caso de la intercurrencia – única productora del daño total producido – el autor no
participa ni penal ni civilmente de éste resultado final, sino sólo de la lesión o daño primario.