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ASPECTOS JURÍDICOS DE LAS LESIONES *

EL NEXO CAUSAL. CAUSALIDAD Y CONCAUSALIDAD.


LAS COMPLICACIONES Y LAS INTERCURRENCIAS.

Dr. José A. Fraraccio **

I.- ASPECTOS JURÍDICOS DE LAS LESIONES.

El Código Penal Argentino (CP) establece en su Libro II, Título I, Capítulo


II, en sus artículos 89 al 94 la legislación sobre Lesiones. Si bien el CP no menciona a
las lesiones como leves, graves o gravísimas, la costumbre ha hecho que se denominen
de esa manera, así que seguiremos refiriéndonos a ellas en esos términos.
Debemos dejar aclarado que lesión es toda alteración anatómica o funcional
(física o psíquica) que sufre una persona. Y daño es el detrimento, menoscabo o pérdida
de la armonía o la integridad de la persona.
Una misma lesión puede producir diferente daño. Así, por ejemplo, la
pérdida de un dedo de la mano en un plomero puede alterar mínimamente su trabajo,
pero en un guitarrista el daño será mucho mayor.
Recordemos que existe un daño moral, que no es físico, funcional ni
psíquico, sino afectivo. No mesurable física o psíquicamente por los peritos. Se refiere –
por ejemplo – a la pérdida de las expectativas de vida, carrera truncada, pérdida de
posibilidades de progresar, etc., por lo que debe ser valorado por el juez (ver el Cap. 4).

Lesiones leves (Art. 89 CP).


"Se impondrá prisión de 1 mes a 1 año, al que causare a otro en el cuerpo
o en la salud, un daño que no esté previsto en otra disposición de este Código".
Se refiere a las lesiones leves, ya que las otras previstas son las graves (Art.
90) y gravísimas (Art.91).
La acción o investigación penal en las lesiones leves, sean dolosas o
culposas, se pone en marcha a instancia privada – el damnificado o su representante
legal deben iniciar la acción penal tendiente a investigar este delito. Sólo interviene de
oficio el Ministerio Público Fiscal en la investigación del hecho, en los casos en que
medien razones de interés público o por cuestiones de seguridad. Una vez iniciada la
acción penal a instancia privada, no puede detenerse aunque la víctima quisiera desistir
de la acción.
Lesiones graves (Art. 90 CP).
"Se impondrá reclusión o prisión a 1 a 6 años, si la lesión produjere una
debilitación permanente de la salud, de un sentido, de un órgano, de un miembro o una
dificultad permanente de la palabra o si hubiere puesto en peligro la vida del ofendido,

* Extractado en parte, del libro Medicina Forense Contemporánea, Ed. Dosyuna. 2005, del
mismo autor.
** Perito Médico Forense del Dto. Judicial Mar del Plata.
le hubiere inutilizado para el trabajo por más de un mes o le hubiere causado una
deformación permanente del rostro".
Subrayamos la palabra "debilitación", por ser la base de este tipo de lesiones
(graves). Se refiere a debilitamiento de la salud, un sentido, un órgano o de un miembro
(ver más adelante).
Es un delito de acción pública donde, de oficio, el Ministerio Público inicia
actuaciones (sumario) para esclarecer los hechos.

Lesiones gravísimas (Art. 91 CP).


"Se impondrá reclusión o prisión de 3 a 10 años, si la lesión produjere una
enfermedad mental o corporal, cierta o probablemente incurable, la inutilidad
permanente para el trabajo, la pérdida de un sentido, de un órgano, de un miembro, del
uso de un órgano o miembro, de la palabra o de la capacidad de engendrar o
concebir".
Subrayamos la palabra "pérdida", porque constituye la base de este artículo
referido a lesiones gravísimas. Si eran graves las lesiones que debilitaban la salud, un
sentido, un órgano, serán gravísimas las que posibilitan la pérdida de esos elementos o
la pérdida de su uso, así como la capacidad de hablar o de engendrar o concebir.
La aparición de una enfermedad mental o corporal cierta o probablemente
incurable, o la inutilidad permanente para el trabajo, también constituyen lesiones
gravísimas.
El delito de lesiones gravísimas es, también, de acción pública.
El artículo 92 se refiere a las circunstancias agravantes de las lesiones, que
al igual que en el homicidio, son: la consanguinidad (ascendiente, descendiente o
cónyuge) del imputado con el lesionado, la alevosía, por precio o remuneración, con el
concurso premeditado de 2 o más personas, etc.
El artículo 93 se refiere a la circunstancia atenuante de la emoción violenta
en el caso de lesiones.
El artículo 94 se refiere a las lesiones culposas. (Fue reformado, juntamente
con el Art. 84, a partir del 29 de setiembre de 1999 por la ley Nº 25.189). Dice
textualmente: Se impondrá prisión de 1 mes a 3 años o multa de 1.000 a 15.000 pesos e
inhabilitación especial por 1 a 4 años, al que por imprudencia o negligencia, por
impericia en su arte o profesión, o por inobservancia de los reglamentos o deberes a su
cargo, causare a otro un daño en el cuerpo o en la salud. Si las lesiones fueran de las
descritas en los Art. 90 y 91 y concurriera alguna de las circunstancias previstas en el
segundo párrafo del Art. 84, el mínimo de la pena prevista en el primer párrafo será de
6 meses o multa de 3.000 pesos e inhabilitación especial por 18 meses. En este artículo
se basan las acciones contra la responsabilidad profesional de los médicos, en el fuero
penal, en cuanto a lesiones se refiere.
Pasaremos a definir algunos términos que, aunque médicos o anatómicos,
desde lo jurídico su significado no siempre coincide estrictamente con el concepto que
de ellos tienen las ciencias médicas.
Salud: para la OMS es el completo bienestar psíquico, físico y social del individuo. Es
la armonía biológica de las funciones corporales y mentales, no sólo la ausencia de
enfermedades. Para la medicina legal, desde el punto de vista del delito de lesiones,
salud – como lo decía Nerio Rojas (1989) – es sinónimo de equilibrio funcional,
incluyéndose dentro de ella al equilibrio psíquico o mental. Pero jurídicamente se debe
tener presente el concepto amplio de salud, en el sentido de completo bienestar físico,
fisiológico (funcional), psíquico y social del individuo.
Sentido: es la facultad de percibir los estímulos externos. Son la vista, el oído, el olfato,
el gusto y el tacto. Existe también un sentido que permite percibir estímulos internos
tales como las sensaciones corporales endógenas o propioceptivas. Así, tenemos
conciencia del dolor, la plenitud gastrointestinal, los deseos de orinar o defecar, del
equilibrio corporal, etc. Esta percepción interna a veces puede verse alterada por
lesiones que afectan órganos o vías nerviosas determinadas y sin afectación de los
sentidos encargados de las percepciones externas.
Órgano: para la medicina, órgano es el conjunto de tejidos que integran una
determinada función. Así, los tejidos que componen el pulmón están destinados a
cumplir la función respiratoria. Para la ley, órgano es sinónimo de aparato o sistema.
Sistema o aparato: para la medicina, es el conjunto de órganos que cumplen la misma
función. Aparato o sistema respiratorio, urinario, de la reproducción, etc. Para la ley,
órgano es sinónimo de aparato o sistema. Entiende como debilitación de un órgano a la
debilitación del sistema funcional. Esto es: la pérdida de un pulmón, que si bien es un
órgano en sí, constituye lesión grave, ya que sólo se debilitó la función respiratoria. Lo
mismo sucede con la función renal o de excreción de la orina: la pérdida de un riñón
(órgano) significa lesión grave, ya que se debilita la función renal. La pérdida de los dos
riñones, constituye lesión gravísima, ya que se pierde la función renal o excretoria de la
orina.
Miembro: para la anatomía es toda extremidad articulada con el tronco. Para la ley,
miembro puede ser una parte del considerado miembro anatómico. Así se puede tener,
por ejemplo, que la pérdida de la mano constituye lesión grave. La pérdida de ambas
manos, constituye lesión gravísima, pues se pierde la función (u órgano) de la
aprehensión. Para la valoración de la gravedad en cuanto a las lesiones de los miembros,
debe tenerse en cuenta la función, sin importar que recupere la misma mediante prótesis.
Peligro de vida: debe constituir un hecho real, con presencia de signos francos como
shock, estado de coma, paro respiratorio, etc. No es una cuestión que se refiera al
pronóstico ni a lo que pudo haber ocurrido, sino a un verdadero estado actual de peligro
que en algún momento de la evolución del paciente se haya presentado como
consecuencia de la lesión. Es el estado que amerita la acción de un tercero – médico o
personal paramédico u otra persona – que debió actuar para sacarlo del peligro, ya que
de otra manera se hubiera producido la muerte. Así, un disparo que haya pasado rasante
al cuero cabelludo, sin otra lesión que una herida de piel, no constituyó peligro de vida
(o riesgo de vida o peligro de muerte), sólo produjo lesiones leves.
Deformación permanente del rostro: se entiende a la lesión en rostro, que deja como
secuela una deformidad (cicatriz, mancha, decoloración, etc.) que se hace visible a
simple vista y que sin llegar a ser una monstruosidad, simplemente altera la armonía
estética o llama la atención a quien lo observa.
Se debe delimitar el rostro. Se entiende que va desde el borde superior del hueso frontal
hasta las clavículas; y de una oreja a la otra. Esto es: todo lo visible de frente y perfil,
incluye el cuello, ya que es parte visible, especialmente en mujeres. No importa que la
secuela se corrija con cirugía estética o plástica. Basta con que exista tal deformidad. A
los efectos periciales, ante lesiones en rostro, siempre debe esperarse al proceso de
cicatrización, a los fines de evaluar si quedan secuelas permanentes o no; es preciso,
entonces, evaluar nuevamente al paciente luego de dos o tres meses, de acuerdo a la
evolución, antes de dictaminar que las secuelas serán permanentes.
La inutilidad para el trabajo: La ley se refiere a la inutilidad, lo que significa
imposibilidad de realizar algo. Algunos autores diferencian inutilidad de incapacidad
(MORENO, R., 1981). Esta última se refiere a la pérdida de una capacidad pre-
existente. Este término involucra una aptitud física y mental desarrollada para una
determinada actividad. En cambio, inutilidad significa la imposibilidad de llevar a cabo
tareas tan simples como ser: asearse, jugar, pasear o simplemente deambular. Esto es lo
que sucede en la inutilidad para las tareas en niños o ancianos, que si bien no
desarrollan tareas laborales, se acepta como tal las actividades diarias habituales del
sujeto.
Se debe evaluar el tiempo que la lesión va a mantener a la víctima impedida
o con dificultad de hacer sus quehaceres habituales. Dice Fontán Balestra “la ley no se
refiere a trabajo habitual de la víctima ni al que desempeña al momento de la lesión,
sino a la actividad en general y que incluye a ambos”.

TIPO DE LESIÓN ALTERACIÓN INUTILIDAD LABORAL

Daño en el cuerpo o en la salud, Inutilización laboral


LEVE no previsto en otra disposición menor de un mes
(Art. 89) del Código

Debilitación permanente de:


• Salud
• Sentido
• Órgano Inutilización laboral
GRAVE • Miembro mayor de un mes
(Art. 90) Dificultad permanente de:
• Palabra
Peligro de:
• Vida
Deformación permanente de:
• Rostro

Pérdida anatómica o del uso de:


• Sentido
• Órgano
• Miembro
• Palabra Inutilización laboral
GRAVÍSIMA Pérdida de capacidad de: permanente
(Art. 91) • Engendrar
• Concebir
Enfermedad mental o corporal
cierta o probablemente incurable

Las lesiones de acuerdo al Código Penal Argentino.


No se debe confundir el tiempo de curación de las lesiones con el tiempo de
inutilidad laboral. Una lesión puede curar en 15 días, pero la convalecencia de la misma
puede durar otros 15 ó 20 días más. Así, por ejemplo, una lesión abdominal curada por
cirugía abierta, puede requerir más de un mes de reposo laboral, aunque la lesión se
haya cicatrizado en 15 días. A los efectos de dictaminar sobre la inutilidad laboral, se
debe tener en cuenta la convalecencia del tratamiento instituido. En este sentido debe
valorarse, además, la posibilidad de actividad física de un sujeto, que aunque sus tareas
sean de oficina, no podrá desarrollar ejercicios físicos violentos, hasta que se halle
totalmente recuperado.

Las lesiones dentarias.


Las lesiones de los dientes traen aparejadas consecuencias de tres tipos:
masticatorias, foniátricas y estéticas.
La pérdida de una pieza dentaria, si es anterior, puede determinar un
trastorno de la fonación al no permitir la perfecta pronunciación de las palabras por
pérdida de aire al hablar, esto constituiría lesión grave. También puede ser visible su
ausencia, determinando una alteración estética del rostro, especialmente si son más de
uno los dientes perdidos (lesión grave).
En cuanto a la función masticatoria, hay que tener presente que cada pieza
necesita de su oponente para realizar la masticación. La pérdida de una pieza dentaria
presupone la anulación funcional de su oponente. La pérdida de la función masticatoria
de una pieza y su oponente, no afecta mayormente la masticación, por lo que
constituyen lesiones leves. Si son dos o más las piezas perdidas, se verá alterada la
función masticatoria, ya que son cuatro o más las que han dejado de funcionar,
constituyendo una lesión grave.
La pérdida de toda una arcada dentaria (inferior o superior) constituye lesión
gravísima, ya que se ha perdido totalmente la función masticatoria por falta de la arcada
oponente necesaria para llevar a cabo la masticación.
Cuando la pieza perdida era pilar de prótesis, y por este motivo se ha perdido
la posibilidad de emplazamiento de ésta, se constituirían lesiones graves, por
debilitamiento de la función masticatoria (o gravísima por pérdida, según el caso). En
todo hecho de esta naturaleza, deben las lesiones ser evaluadas por un odontólogo.
Existen variantes individuales anatómicas y funcionales que deberán ser
evaluadas por el perito, con cautela. También existen atenuantes como en los casos de
prótesis anteriores al trauma, o lesiones debilitantes de la salud dental, que facilitan la
lesión dentaria lo que debería hacerse constar en el informe pericial a los fines de poder
ser evaluada correctamente por el Juzgador.
La rotura e inutilización de una prótesis dental sin lesiones anatómicas
debería considerarse como daño a una cosa, ya que su reposición llevará a la víctima a
su estado anterior al trauma. Lo mismo ocurre con una pierna protésica, por ejemplo.

––––––––––––––––––––––––––––
II.- CAUSALIDAD. EL NEXO CAUSAL.

Si hay un tema de real importancia médico-legal y jurídica es el referido a la


causalidad. Una de las acepciones del término causa es la que se refiere al origen de
algo; en medicina es la etiología que provoca una enfermedad, lesión o daño.
El principio según el cual a toda causa le sigue un resultado se llama
principio de causalidad y el nexo que une dicha causa con el resultado, relación de
causalidad o nexo causal.
Este nexo causal entre la falta cometida y el perjuicio ocasionado es de vital
importancia jurídica para establecer responsabilidades ya sea en lo penal, en lo civil o
en lo laboral.
El concepto de nexo causal médico debe quedar bien aclarado en el peritaje
forense toda vez que se trata de una cuestión técnica o médico-científica no siempre
fácil de establecer aún por los expertos. Es así que muchas veces el nexo causal surge
espontáneamente de los hechos analizados y sin mayores problemas tanto para el
neófito como para el perito, pero en otros casos no resulta tan fácil o evidente esta
relación causa-efecto, lo que motiva serios problemas jurídicos.
En todos los casos, el perito deberá establecer como primera medida la real
existencia del daño producido (lesión o muerte). En segundo lugar deberá analizar los
lazos de unión entre la conducta desarrollada (violencia) y ese daño sufrido por la
víctima.
Este nexo de unión entre el acto cuestionado al autor o victimario y el
resultado dañoso – el llamado nexo causal – deberá analizarse médico-legalmente para
que queden claros a la hora de tener que valorarlo la Justicia. Todas las implicancias
relacionadas con estas cuestiones servirán al juez para establecer las responsabilidades
jurídicas pertinentes al hecho investigado.
Existen distintos tipos de nexos causales médicos, que convendrá analizar
en cada caso, ya que no siempre resulta sencillo ponerlos en evidencia:

a) Nexo causal directo o inmediato: es el que habrá cuando el resultado dañoso se


produce sin interrupción temporal y/o fáctica luego de la agresión (acción u
omisión antijurídica). Valga como ejemplo sencillo, un trauma abdominal con
hemorragia masiva que lleva a la muerte en pocos minutos.

b) Nexo causal indirecto o mediato: habrá cuando entre la agresión y el resultado


mediaren circunstancias temporales y/o fácticas que hicieran aparecer a éste
como separado del hecho agresivo o dañoso. Siguiendo el ejemplo anterior, si el
trauma abdominal no fuera tan intenso y se produjera una hemorragia moderada
o leve, con infección posterior y luego sepsis y – varios días más tarde – la
muerte del paciente. Las circunstancias temporales se refieren a efectos dañosos
o mecanismos tardíos en la producción del resultado (estados de coma post-
traumático y muerte luego de varios días, infecciones graves de las heridas con
sepsis y posterior muerte, etc.); y las circunstancias fácticas se refieren a hechos
surgidos en la evolución del paciente y que luego producen el resultado en
aparente separación con el hecho primario (embolias grasas, fallas
multiorgánicas, necrosis de órganos, etc.). Nótese que siempre existe relación
entre el hecho violento cuestionado (acción u omisión antijurídica) y el
resultado. O sea, el resultado se debe exclusivamente al hecho causal. Se trata
generalmente de complicaciones agregadas y en relación con el trauma inicial
(vide infra).
c) Nexo causal parcial: existe cuando al hecho lesivo o primario se le suma otra
causal que contribuye al resultado final. Al trauma inicial se agrega otro factor
extraño al que se suma necesariamente para producir el daño final. Nótese que
son dos hechos distintos: uno, es el cuestionado – acción antijurídica o agresión
– y el otro, extraño a este evento con el que no hay lazos de unión ni temporal ni
fáctica. Para continuar con el ejemplo dado del trauma abdominal, el paciente en
su evolución sufre un shock anafiláctico por una transfusión sanguínea o se cae
de la camilla, o el choque de la ambulancia que transporta al herido. Es decir, el
resultado final se debe en parte al hecho causal y en parte al hecho nuevo o
extraño. Se trata generalmente de hechos concausales (vide infra).

d) Nexo causal inexistente: es cuando el resultado dañoso final se produce


exclusivamente como consecuencia de otro factor extraño al evento primario
(lesión o acción antijurídica investigada). Aquí el hecho cuestionado no tiene
participación en el resultado final. Para el ejemplo dado, en la evolución del
trauma abdominal sobreviene un infarto de miocardio y la muerte, que nada
tienen que ver con la lesión primaria. Se trata de una intercurrencia (ver más
abajo).
Es fundamental que el perito médico diagnostique correctamente la relación
causal de los hechos violentos investigados en cuanto a la producción del daño sufrido
por la víctima (lesiones y/o muerte). Esta cuestión es esencialmente médico-legal y debe
quedar clara en el peritaje desde un principio, ya que en base a ello la Fiscalía caratulará
el delito, y se iniciará la investigación correspondiente. En lo civil y en lo laboral, será
el fundamento de los reclamos pertinentes. A partir del diagnóstico de causalidad
médica se desprenderán las responsabilidades jurídicas que deberán establecer los
juristas.
Debemos saber que el nexo de causalidad médico-legal será de suma
importancia para los hechos valorativos de índole judicial que realizará el Juzgador para
establecer, entre otras cosas, la autoría, la antijuridicidad del hecho, la imputación al
autor, su culpabilidad, su punibilidad, las circunstancias agravantes o atenuantes, etc.
Dicho de otro modo, la causalidad jurídica o nexo causal jurídico, hoy
basado en la teoría de la imputación objetiva, es un concepto más amplio que el nexo
causal médico-legal en sí, ya que los juristas tratarán de establecer la relación conducta
antijurídica – resultado dañoso, para lo que deberán evaluar, además del informe
médico-legal, otras circunstancias judiciales. Esto es fundamental al analizarse los
delitos de resultado material; aún en los delitos cuyo resultado sea la causación de
peligro para la vida o la salud, deberá acreditarse la existencia real del peligro o riesgo
creado y su relación causal con la conducta reprochada al autor, para lo que también
será importante para el juez el dictamen médico-legal al respecto.
Esta teoría de la imputación objetiva de un hecho delictivo a su autor, basa
sus principios en la creación, de manera indebida, de un riesgo o el aumento del riesgo
permitido para esas circunstancias, y que además dicho riesgo se realice en el resultado
dañoso (lesiones o muerte).
Como vimos, ese resultado puede no responder a la conducta desplegada
por el autor, faltando en este caso un elemento fundamental para la imputación del
hecho. Es bastante habitual o frecuente que en los delitos imprudentes (culposos), y
muy especialmente en las cuestiones de praxis médica, se establezca una interacción o
concurrencia de riesgos, que aunada o independientemente pueden ocasionar el
resultado. Aún en los hechos dolosos esta situación – de concurrencia de riesgos – se
puede dar, produciéndose así resultados (lesiones u homicidios) concausados,
preterintencionales, accidentales o simplemente ajenos a la conducta del encausado.
Por otra parte, no es infrecuente que el nexo causal médico-legal (o
científico) no coincida con el nexo causal jurídico. Si bien generalmente la “verdad
científica” es unívoca, el derecho busca – ante todo – hacer justicia, y algunas veces
resulta socialmente justo, como sucede en sede civil, que alguien sea indemnizado por
un daño sufrido sin que el “responsable” sea quien realmente causó el mal, pero debe
asumir dicha obligación como ocurre, por ejemplo, con el dueño de la cosa, el
empleador del dependiente que originó la lesión, quien asumió determinado riesgo, etc.
Esta concepción jurídica del asunto la debe analizar y resolver el Juzgador. Los peritos
deben realizar las consideraciones científicas o periciales de acuerdo a su lex artis, lo
que será de utilidad jurídica. Lo que suele ocurrir a veces – y lamentablemente con
bastante frecuencia – es que el mal asesoramiento o dictamen pericial puede hacer
incurrir en errores de interpretación jurídica a los jueces.
Desde el punto de vista pericial, el experto que deba examinar los hechos y
lesiones sufridas por la víctima deberá tener presente algunas cuestiones que le harán
llegar a un dictamen pericial útil a la hora de su valoración jurídica por los magistrados.
Así analizará:
- Zona corporal injuriada: existen zonas anatómicas donde una agresión puede
provocar graves lesiones o aún la muerte, a saber: cráneo, cuello, tórax y
abdomen. No deben descartarse otras zonas como los grandes vasos de ingle y
axila o la médula espinal.
- Magnitud de la injuria: la gravedad de la lesión o envergadura lesional
permitirá establecer un pronóstico (probabilidad de complicaciones y eventual
posibilidad de muerte). En todos los casos deberá evaluarse si la lesión per se
puede provocar graves consecuencias o la muerte, o si realmente requerirá de
otras circunstancias agregadas para tal resultado (vide infra).

- Mecanismo lesional y/o fisiopatología de la producción del daño (lesión o


muerte): resulta fundamental en el dictamen la explicación de la producción del
daño sufrido, sean lesiones o la muerte de la víctima, ya que así podrá
establecerse el nexo causal médico-legal entre injuria y daño.
- Elemento o arma utilizada: existen armas o elementos capaces de producir la
muerte y otros que por lo general no la producen. Si bien el análisis de este
aspecto es del resorte jurídico, el médico deberá valorar qué arma pudo
ocasionar dicha injuria, en especial cuando más de un elemento agresor fueron
utilizados.
- Características de las lesiones: tanto de la mortal como de las accesorias si las
hubiere. Como se sabe, existen ciertas características lesionales que permiten
inferir actos o estados subjetivos de los actores – víctima y victimario – tales
como heridas típicas de agresión o defensa, multiplicidad de heridas como
reflejo de delitos pasionales, lesiones agregadas a la mortal en tiempo y forma
que denotan ensañamiento del victimario, agresión sexual como acto previo o
posterior al hecho dañoso (lesiones o muerte), etc. Estas características
lesionales permitirán al juez, conjuntamente con otros elementos probatorios del
caso, establecer o sospechar algunas particularidades jurídicas tales como el
animus necandi (ánimo o intención de matar), ensañamiento, defensa propia,
preterintencionalidad, estado de necesidad, etc.
III.- CONCAUSALIDAD.
Cuando en la producción de una enfermedad o lesión concurren más de una
etiología o causa, se dice que existe concausalidad. Vale decir que concausa es una
causa agregada a otra para producir un determinado efecto (daño o enfermedad).
También puede ocurrir que esta unión de causas sea sucesiva y no simultánea,
agravando una el efecto de la otra.
Poco tiempo se tardará en entender que si en derecho se juzgan las
conductas o actos humanos, toda conducta productora de daño que deba evaluarse
judicialmente sea en el fuero penal, civil o laboral podrá estar influenciada por la
existencia de concausalidad y que incidirá en forma directa sobre la judicialidad del
caso.
Al médico cabrá la responsabilidad de discernir acerca de los fenómenos
médico-legales inherentes a determinado caso para que la justicia pueda encuadrarlo
dentro o fuera de los hechos concausales.

Tipos de Concausa.
Es clásico dividir las concausas en pre-existentes, concomitantes y
sobrevinientes al hecho.
La concausa pre-existente (o estado anterior), se refiere a los estados
mórbidos que condicionan una cierta predisposición del individuo a ciertas
enfermedades o lesiones. Sirva como ejemplo el caso de aquella víctima, que afectada
de osteoporosis grave (falta de calcio en los huesos), un simple golpe le produce una
grave fractura. El simple golpe no debía producir dicha lesión.
La concausa concomitante al hecho dañoso, donde ambas causas actúan al
mismo tiempo, como por ejemplo, el ataque de epilepsia mientras se maneja un
vehículo; o la caída por un empujón y que al mismo tiempo se dispare un arma que la
víctima llevaba en su cintura y lo hiere. El resultado lesivo no guarda relación con el
hecho original.
La concausa sobre-viniente al hecho (o hecho nuevo), como el caso de un
paciente alérgico a ciertos medicamentos, que en la convalecencia de una fractura
desarrolla un shock anafiláctico a un antibiótico y muere, no se pueden achacar a la
fractura el shock alérgico ni la muerte, ya que no constituyen la evolución normal o
habitual de aquella patología.
Este último tipo de concausa es el que frecuentemente muchos profesionales
confunden con complicaciones (y viceversa). A este respecto diremos que la forma de
diferenciarlas es mediante la determinación de si existe o no esa circunstancia
desarrollada dentro de las posibilidades evolutivas de la patología o trauma en cuestión
(vide infra).
Para que se dé esta situación de concausalidad es necesario que se
establezcan algunas condiciones fundamentales como son:
1. Que la concausa sea totalmente distinta o ajena a la causa o hecho primario.
2. Que exista relación directa entre la concausa y el resultado final (= relación
concausa-efecto).
3. Que exista necesaria u obligada sumatoria de ambas causales para el resultado
final.
Para el caso que el efecto o resultado se hubiera conseguido sólo por acción
de un hecho distinto al causal, éste quedaría excluido del resultado dañoso final y, por
lo tanto, será un hecho nuevo independiente del hecho primario o causa y no habrá
concausalidad, ya que el hecho dañoso juzgado no participó del resultado final por la
intercurrencia de un factor extraño a él. (Ej.: el caso de un paciente cardiópata,
convaleciente de una fractura de fémur que sufre un infarto de miocardio). En estos
casos se deberá separar un daño del otro.
Para que exista concausalidad deberá haber necesaria sumatoria de ambas
(causa y concausa) en la producción del daño o resultado final.
Pero es necesario recordar que esa sumatoria de efectos – entre el hecho
causal y el concausal – deberá ser obligada o necesaria para lograr el resultado final, de
lo contrario no existirá concausalidad. Así, en el ejemplo anterior, se dirá que el trauma
que originó la fractura produjo estrés y por esto sobrevino el infarto. Pero debemos
saber que no es necesario que haya fractura para que se produzca el estrés y el infarto,
por lo que el tema, visto así, salvo excepciones, no pasa del terreno teórico.
Veamos otro ejemplo clínico para entender esta cuestión:
Un individuo diabético sufre una fractura conminuta y expuesta de
pelvis. Dentro de la gravedad de su lesión, sufre una infección de partes
óseas y blandas de la cadera con evolución tórpida y muerte por sepsis.
A nadie escapa que la diabetes es un factor condicionante y favorecedor de
los procesos infecciosos. En el análisis de la cuestión existió un estado anterior
(concausa pre-existente), hecho distinto al trauma (punto 1).
En cuanto a su relación con el resultado infeccioso y muerte por sepsis,
necesariamente tuvo participación (punto 2). Pero al analizar la necesaria u obligada
participación de la diabetes en la infección (punto 3), vemos que no es indispensable
para lograr el resultado de muerte por sepsis, ya que muchos pacientes con estas
lesiones mueren sin ser necesariamente diabéticos. Este hecho desvirtúa o aleja la
presencia de concausalidad, atribuyendo el resultado final sólo al efecto traumático o
causal. Dicho en otras palabras: la magnitud del trauma puede perfectamente originar
por sí mismo el resultado letal.
Distinta sería la situación si la lesión inicial en ese paciente diabético
hubiera sido banal – una pequeña herida cortante de piel, por ejemplo – y de allí hubiera
surgido la sepsis. Si bien los dos hechos – la herida cortante (causa traumática) y la
diabetes (concausa pre-existente) – intervinieron en la producción del resultado letal,
era necesaria la sumatoria de ambos para el resultado dañoso, ya que de por sí la herida
sola, habitualmente, no llega a producirlo. Prevalece aquí el criterio de magnitud o
envergadura del acto lesivo, donde debe analizarse si por sí mismo era capaz de
producir semejante resultado. Es el mismo criterio en que se basa el inciso b) del Art.
81 del CP donde como atenuante del homicidio (preterintencionalidad) se exige que el
medio empleado no debía razonablemente ocasionar la muerte. En la concausalidad, el
hecho primario no era capaz de producir el resultado final si no hubiera sido por la
suma del otro hecho o concausal.
Es necesario que el perito realice un análisis de estas cuestiones médicas ya
que sino, se cometerán errores de apreciación jurídica en muchos casos de lesiones.
Téngase presente que casi todos los individuos presentan estados mórbidos variados
tales como obesidad, diabetes, vejez, hipertensión arterial, descalcificación ósea, etc. En
casi todos ellos tendrán participación en el resultado, pero estos factores jugarán un
papel muy variable en cada caso de lesión, que se deberá analizar prolijamente. Para
este análisis será fundamental plantearse si la lesión per se, habitual o frecuentemente,
es capaz de llevar a ese resultado.
Dicho de otra manera, deberá evaluarse pericialmente si el factor concausal
jugó un papel preponderante en el resultado final o sólo fue un mero acompañante. Una
cuestión a responder en el caso en estudio es preguntarse si ese mismo paciente, sin la
presencia del factor concausal hubiera podido evolucionar de la misma manera (para
esto ayudarán las estadísticas sobre el tema). Si la respuesta es sí, se aleja la presencia
de concausa.
En todos los casos de sumatoria de efectos, a los fines judicativos el perito
deberá establecer el quantum de proporción es achacable a una y otra causal, ya que así
tendrá el Juzgador una idea de proporcionalidad etiológica para poder deslindar la
responsabilidad del acto causal y así separarlo del concausal.
Téngase presente que en el fuero penal, si se produce un resultado como la
muerte de una persona, por ejemplo, a raíz de un hecho concausal – como el ejemplo
dado de la fractura con la reacción anafiláctica – en nuestro medio el victimario será
imputado de lesiones graves y no de homicidio. En algunos países como en Uruguay,
por ejemplo, existe en el ordenamiento jurídico la figura del homicidio concausal, forma
atenuada como el preterintencional, que permite a la justicia caratular así los hechos y
juzgarlos de acuerdo a esa figura. En el fuero civil y laboral, la concausalidad obligará a
escindir un daño de otro, es decir, lo producido por el hecho causal y lo atinente a la
concausa. Aquí se torna de interés lo dictaminado por el perito médico.

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IV.- COMPLICACIÓN.
Es todo acontecimiento perjudicial que sobreviene como consecuencia de
una situación primaria. Es necesario que exista el primer hecho para que se produzca el
segundo. Si no existiera el hecho primario o fundamental, no se puede producir la
complicación de éste. En la concausalidad los dos hechos existen por separado.
Una complicación suele agravar al hecho primario (= causa o acto sometido
a juzgamiento). También es sabido y, por otra parte justo, que el autor se responsabilice
por todo el daño sufrido por la víctima. Pero existen complicaciones frecuentes
estadísticamente, o habituales de acuerdo a las lesiones, que prácticamente son
absorbidas por el hecho primario. No ocurre lo mismo con otras que por su rareza o
exotismo, constituyen una excepción. Así, por ejemplo, una herida de la piel, que en su
evolución sufre una severa infección, constituye una complicación más o menos
frecuente. Pero si como resultado de esa herida sobreviene un tétanos y posterior
muerte, se estará ante una complicación exótica o de muy baja incidencia estadística en
su aparición; será responsabilidad del perito médico deslindar el daño concerniente al
hecho en sí y lo atinente a la o las complicaciones exóticas o infrecuentes. El juez podrá
valorar adecuadamente el caso en estudio si tiene un dictamen pericial adecuado y
completo.
E. Garcia Maañón (1989), en su obra Homicidio Simple y Homicidio
Agravado, cita fallos que hacen referencia a que la admisión de la concausa requiere
que la circunstancia sobreviniente sea extraña a las contingencias comunes del evento.
Por este motivo una exótica complicación podría ser considerada por el Juez como un
hecho concausal.
Las complicaciones de una determinada patología o lesión suelen estar
tabuladas en la literatura médica como posibles de ocurrir con mayor o menor
frecuencia estadística. De allí que algunas complicaciones sean muy frecuentes y otras
muy raras o extraordinarias. Los hechos concausales suelen ser ajenos a la evolución de
la patología estudiada.
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V.- INTERCURRENCIA.
Es todo evento dañoso que se produce independientemente de la acción o
hecho primario y ocasiona por sí solo un daño. No necesita de la sumatoria con éste
para producir semejante resultado.
Se diferencia de la concausa en que el resultado final lo es por efecto
exclusivo de la intercurrencia. No se suma al daño original. Valga como ejemplo el del
infarto de miocardio que produjo la muerte en un paciente convaleciente de una fractura
de fémur; o las lesiones (o muerte) producidas por otro accidente mientras la víctima se
hallaba en recuperación de las primitivas lesiones.
En el dictamen pericial se deberán tener muy en cuenta los conceptos de
complicación, intercurrencia y concausa. Para dilucidar esta cuestión el perito médico
deberá hacerse algunas preguntas. Analicemos el ejemplo dado del paciente con la
fractura de fémur que en su evolución sufre un infarto de miocardio y la muerte.
Las preguntas que debe hacerse el perito en estos casos, son las siguientes:
¿Se hubiera producido la muerte sólo por efecto de la fractura de fémur?
Obviamente no, ya que de acuerdo a la frecuencia estadística, no es una lesión mortal.
¿La fractura de fémur condiciona la aparición de un infarto de miocardio?
La respuesta, obviamente, es no.
¿Si no existiera la fractura, se hubiera producido el infarto? Seguramente que
el estado cardiovascular del paciente era patológico antes del trauma y era un candidato
a sufrir el infarto sin necesidad de la ocurrencia del accidente traumático.
Todas las conjeturas que se puedan hacer respecto del posible estrés
ocasionado por el trauma y su incidencia en la ocurrencia del infarto no pasan del
terreno teórico y nada agregan a la objetividad que debe caracterizar a un dictamen
pericial. Esta causal sólo operará en casos excepcionales donde exista indiscutida
inmediatez entre el hecho estresante y el resultado (infarto).

A manera de resumen:
Definiremos algunos términos con respecto del tema en estudio:
a) Causa: hecho o factor etiológico o primario que origina un daño o lesión.
b) Concausa: hecho o factor distinto al primario que se agrega obligada o
necesariamente a éste para producir, juntos, un resultado dañoso final. Suele ser
una atenuante en la valoración de la responsabilidad del autor del daño. El perito
deberá cuantificar la participación proporcional de uno y otro evento en el total del
daño.
c) Intercurrencia: factor que interviene en forma aislada respecto del hecho
primario y produce, per se, el resultado dañoso. No existen lazos que la unan al
hecho primario.
Se deben distinguir y separar los dos tipos de daño. Se diferencia de la concausa
en que se separa netamente del hecho primario en cuanto a la producción del daño,
que puede ser totalmente atribuido a la intercurrencia. Suele ser una eximente de
la responsabilidad del autor respecto del daño por ella causado.
d) Complicación: factor que se agrega como consecuencia directa del hecho primario.
Su aparición puede ser estadísticamente frecuente o habitual, o bien, exótica.
Suele ser indiferente en la apreciación de la responsabilidad del autor del daño,
salvo que la misma sea exótica en cuyo caso se constituiría en un factor atenuante.

Nótese que la concausalidad se da sólo bajo las condiciones del punto b).
Quizá el Juez la adjudique también en el caso de complicación exótica del punto d).
Es fundamental desde el punto de vista médico-legal y jurídico que el perito
deje aclarada esta situación de la existencia o no de concausalidad a los fines de que el
juez pueda establecer el grado de responsabilidad del autor del daño, toda vez que la
existencia de concausa será una atenuante de la responsabilidad.
Es frecuente oír a juristas decir que la concausalidad corta o interrumpe el
nexo causal, pero debemos dejar en claro que esto es así con respecto al daño total
resultante, ya que no lo altera respecto del daño primario causado. Por este motivo es
mejor hablar de que la concausa altera el nexo causal debiendo esta alteración ser
analizada por el juzgador en cada caso y en base al dictamen médico pericial que
claramente establezca el quantum de proporción del daño total corresponde a cada
hecho (causal y concausal). Recordemos que existen concausas que sólo son un mero
adyuvante en la producción del daño y otras que lo ocasionan en gran proporción
asemejándose a una intercurrencia.
Para el caso de la existencia de complicaciones, en líneas generales, debería
aceptarse que el resultado producido in toto debe asimilarse al hecho juzgado como
producto final del daño causado por la lesión. Dicho en otras palabras, la complicación
es producto de la propia existencia del factor productor del daño (causa) y, en
general, no atenuará la responsabilidad del autor. Si esa complicación es exótica o
estadísticamente muy infrecuente, deberá ser aclarado por el perito, ya que quizá el juez
podrá considerar la morigeración de la responsabilidad del que originó la lesión. Así, en
los hechos culposos podría ser asimilada la complicación exótica a un hecho concausal
y en los homicidios dolosos podría integrar los elementos de la preterintencionalidad.
En cuanto a la intercurrencia como productora de un daño o su
agravamiento, hará delimitar la responsabilidad del autor del hecho primario sólo a sus
consecuencias directas o propias.
La aparente concausa posterior debe ser analizada cuidadosamente por el
perito para poder descartar la presencia de complicaciones del hecho primario o la
presencia de intercurrencias, ya que – como se dijo – tienen distinta implicancia
jurídica.
Así, por ejemplo si un individuo ocasionara una fractura a otro y – siguiendo
el ejemplo anterior – luego la víctima muriera por un infarto de miocardio, el autor
tendrá que responder solo por la fractura, tanto en el fuero penal como en el civil.
Si la víctima fracturada sufriera una exótica complicación o se sumara un
hecho concausal que contribuyera en la producción de la muerte, en el fuero penal quizá
el autor deba responder sólo por lesiones, pero en el fuero civil tal vez sea
responsabilizado por la parte proporcional de la muerte de la víctima, lo que
monetariamente tendría distinto valor indemnizatorio que la sola fractura.
Dijimos que el perito debe ser bien claro en el análisis de estas
circunstancias, dado que el hecho puede llegar a ser evaluado por el juez de maneras
muy distintas. Así, si existe un estado previo de minusvalía en la víctima (concausa pre-
existente o estado anterior) conocida por el autor de la lesión y se demostrara que éste
aprovechó esa situación para lesionarlo, se podría estar ante una circunstancia agravante
del hecho. En cambio si esto fuera ignorado por el autor, puede este hecho constituirse
en una atenuante de su responsabilidad.
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Del resultado o daño causado, concausado e incausado. Responsabilidades.


Establecidos el resultado disvalioso (lesión actual estabilizada o secuela) y
su consecuente incapacidad, deberá valorarse su etiología u origen y su relación – nexo
causal – con el acto imputado al agente.
Cuando ese resultado esté relacionado pura y exclusivamente con el actuar
doloso o culposo (o cualquier otro atributo de responsabilidad) del agente, sin causas de
justificación, lo hará a éste pasible de responder por el total del daño.
Si aquel resultado fuere producto de sumatoria de causas – concausado –
tanto por el actuar del encartado más otro factor ajeno agregado, se deberá evaluar el
grado de proporcionalidad entre ambas etiologías o concausas y se hará responsable al
agente de la parte correspondiente a su actuación.
Mas si el resultado fuere atribuido exclusivamente a causas ajenas a la
actuación del agente, ninguna responsabilidad podrá achacársele a éste al respecto.
Este análisis lo deben hacer obligadamente tanto el perito médico del caso
como los abogados de las partes, así como el magistrado interviniente. Esta tarea se
torna indelegable para estas personas, ya que de no llevarse a cabo engendraría
responsabilidad profesional a cualquiera de ellas.
Veamos un ejemplo real y práctico de reclamo de daños causados por praxis
profesional:
Un recién nacido de parto normal es asistido por un servicio de
neonatología. De las primeras consultas no surgen alteraciones.
A los 30 días se detectan anormalidades hepáticas – ictericia en
aumento – por lo que se realizan estudios y se diagnostica una atresia de vías
biliares (malformación consistente en falta de desarrollo de las vías biliares).
El paciente evoluciona con ictericia en aumento – como es lógico – y
debe hacerse un transplante hepático.
La familia reclama daños y perjuicios por la falta de diagnóstico al
nacer y las consecuencias sufridas por toda la patología – incluido el
transplante hepático – con su repercusión física y moral para el niño y sus
padres.
Obviamente que la parte demandante presentó medios de prueba y
puntos de pericia tendientes establecer el estado actual del niño, con sus
secuelas y dolencias sufridas, gastos irrogados, etc.
Que el diagnóstico se produjo tardíamente no caben dudas, ya que
podría haberse diagnosticado antes. Pero la pregunta a hacerse los peritos y
juzgadores es: si se hubiera diagnosticado en tiempo y forma, ¿en qué hubiera
cambiado la evolución de la enfermedad y del niño? Obviamente, igual
hubiera llegado al transplante hepático, ya que éste era el tratamiento
inevitable de la enfermedad.
Por lo tanto, aquí se puede ver que la conducta criticada al profesional
no participó de todo el daño producido.
Habrá que establecer qué proporcionalidad del daño cabe al retraso
diagnóstico, esto es, si se hubiera diagnosticado antes, la evolución hubiera
sido la misma? O se hubiera disminuido en algún aspecto el daño?
Estos interrogantes deben ser planteados y respondidos tanto por el
perito médico como por los demás operadores jurídicos.

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Autor
Responsable

Hecho
Antijurídico

Daño o Daño Total


Lesión 1ª Resultante

COMPLICACIÓN

Autor
Responsable

Hecho
Antijurídico

INTERCURRENCIA

Daño o Daño Total


Lesión 1ª Resultante

CONCAUSA

Esquemas que muestran las variaciones posibles en cuanto a la responsabilidad del autor de una
lesión o daño ante la existencia de complicaciones, concausas o intercurrencias.
Obsérvese que las complicaciones, salvo excepciones, suelen integrar el daño producido.
Nótese que la responsabilidad penal – en el caso de concausa – llega hasta el daño o lesión
primaria; pero la responsabilidad civil puede extenderse a parte de la resultante total del daño.
En el caso de la intercurrencia – única productora del daño total producido – el autor no
participa ni penal ni civilmente de éste resultado final, sino sólo de la lesión o daño primario.

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