El fin de la fe revolucionaria en la salvación terrena he hecho que se esfumara
la posibilidad de sacralizar la historia. Pero con ello se ha dado un verdadero eclipse de lo mesiánico que señala el fin de la pasión política y la penetración obsesiva de lo pragmático en la política democrática neoliberal.
La política democrática pierde tensión moral entra en n estadio de miradas de
corto plazo, de mantenimiento del poder mirando a los resultados de los barométricos de opinión publica mala noticia para la democracia.
La visión socio –cultural debe compaginarse con elementos históricos en cada
caso; pero indudablemente, la situación tras la eliminación de la bipolaridad mundial, acentúa los aspectos socio culturales, de identidad, etc.
Desde el punto de vista religioso, su planteamiento supedita la religión el
equilibrio del sistema. Es una verdadera utilización de la religión para paliar los traumas de la modernidad. La religiosidad fundamentalista, cuando se radica, se torna fácilmente violenta, como vemos en los casos del evangelismo norteamericano, del islamismo y del ultranacionalismo hinduista y judío.
La religión institucional (cristiana) en Europa y España se des-tradicionalisa
pierde el monopolio religioso y sufre los fenómenos de desdogmatizacion o libertad de interpretación por parte de los individuos.
Es previsible un gran desplome institucional en el término de unos 10 o 15
años.
La religión institucional mantiene en conjunto una relación correcta con la
política democrática, siendo los puntos conflictivos la moral (aborto, bioética…) y la enseñanza.
Una religiosidad neognóstica que se vuelve hacia el interior buscando
protección y consuelo, ante la constatación de la contingencia o no disponibilidad de ente mundo.
Esta religiosidad neo- mística y neo-esotérica, aparece evasiva desde el punto
de vista político, aunque algunos puedan interpretarla como una interiorización con funciones de resistencia al sistema.
La inmigración el relativismo y los problemas de desarraigo, identidad nacional,
subempleo y empleo precario constituyen un caldo de cultivo propicio para ser explotado en esta dirección.
Avistamos una especie de religiosidad del consumo de sensaciones estamos
ante la religiosidad segregada por el sistema neoliberal, que paradójicamente, diríamos que es un inmanentismo satisfecho, idolatra, en el sentido.