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En ese momento juré que tomaría venganza.

No tenía claro contra quién: si mis amigos, mi familia o el


mundo entero iba a tener que soportar mi odio. Ya no buscaría desquitarme día a día de los adversos que
me ocurrían. No habría más desprecio a los demás al por menor. Ahora todos verían lo que puedo llegar a
ser si el mundo se dirige en mi contra. Ahora todos me odiarían como yo los odio a ellos, pero serían
aplastados por mi determinación. Y los 19 años de injuria que llevo encima.

Sólo 19 años. Es absurdo pensar que a los 19 años se puede odiar al prójimo en secreto como yo lo hago.
Cada sonrisa robada, cada pensamiento alegre no hace más que traicionar mi ego cuando en realidad
deseo aplastar completamente a los que me han hecho daño. Ni la mujer más bella, ni el amigo más
cercano, ni el familiar más querido serían pena para mí ni para la desgracia que les impondría. Yo estaré
en otro nivel, muy por encima de ellos, mientras los veo soportar amargamente el castigo por su propio
mal. El odio, el maldito odio. Es el odio el que quiero despertar en ellos. El odio hacia mí, sólo
comparable al odio que siento por ellos. Si alguno en estos años llegó a estimarme, verá ahora a mi figura
más allá de su alcance. Se lamentará por haberme conocido, por haberme saludado cada día en que nos
vimos, por haberme olvidado cada vez que lo hizo, dentro de las innumerables veces que llegué a ser
menos que un recuerdo mientras pensamientos alegres rodeaban su mente. Porque sólo quién es capaz de
dejar sus alegrías a un lado y comprender las desgracias es capaz de entenderme. Sólo aquellos que leen
con repudio y sin lástima verán con certeza el porvenir y la razón de mis actos.

Y me verán sólo. Sólo y más allá de su alcance. Empezaran a odiarme como yo a ellos, como sólo yo
merezco ser odiado. Porque en realidad soy el único ser que merece ser víctima de ese sentimiento. Y
como siempre sucede en estas historias, el infeliz debe ser borrado.

Por eso mismo, no podrán olvidarme una vez muerto. Mostrarán desde su interior sus verdaderos
resentimientos frente a mi cuerpo, frente a lo que dejé de ser. Llorarán o escupirán sobre mi tumba, luego
me despreciarán.

Y al final sólo yo me habré extinguido. Al igual que todo el odio conmigo. Para dejar sentimientos más
alegres a quienes en verdad se lo merecen. A todos, menos al que ya ha sido borrado.

Eldanior

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