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Huellas de Dios
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Huellas de Dios

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Paseando por el bosque a veces podemos descubrir, si nos fijamos bien en el entorno, huellas de animales. No solo una impresión de una pezuña en el lodo del bosque, sino también una corteza de árbol arrancada, unas ramas desordenadas o rotas, agujeros en la tierra, todo puede ser un indicio o huella de un animal. La presencia de estos rastros nos indica dos cosas: Una, que un animal ha pasado por allí antes que nosotros, y otra, si tenemos algún conocimiento de fauna y flora, qué clase de animal es. Si somos además rastreadores pacientes y perspicaces, podremos incluso reconocer alguna de sus características o de sus actividades. Del mismo modo, cuando exploramos la naturaleza, podemos encontrar evidencias de un Creador y cuando echamos un vistazo a algunos acontecimientos históricos, evidencias de una Mano providencial.
Si Dios ha hecho el mundo y además interviene en la historia de los hombres, tal y como lo afirma la Biblia, también estará interesado en que nosotros podamos reconocer que El existe. Por eso ha dejado suficiente rastro de sí mismo en su Creación y en la Historia para que podamos reflexionar y comprender que hay un Dios poderoso y amoroso.

LanguageEspañol
Release dateApr 21, 2021
ISBN9781005245184
Huellas de Dios

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    Huellas de Dios - Luisa H. Hofmann

    La nieve es un estado semisólido del agua en condiciones atmosféricas frías. En invierno nieva cuando las temperaturas bajan de cero grados centígrados. Todos hemos ido alguna vez al monte cuando estaba nevado y hemos contemplado un bello paisaje invernal o hemos aprovechado para jugar y disfrutar con la nieve.

    Pero la nieve guarda secretos asombrosos que no han sido descubiertos para el mundo hasta hace unos pocos años. Científicos de renombre hicieron en siglos pasados diversos estudios sobre la nieve, pero fue el americano naturalista Wilson A. Bentley quien a principios del siglo veinte fotografió por primera vez un cristal de nieve. Bentley dedicó 40 inviernos de su vida al estudio de los minúsculos cristales que se aglomeran para formar los copos de nieve y llegó a examinar y fotografiar más de 5.000 gracias a un microscopio con cámara integrada creado por él mismo. Quedó tan impresionado por la belleza de estas formaciones que se dedicó a estudiarlas y examinarlas para descubrir que cada cristal es maravilloso cual delicada estrella de hielo de seis puntas, con distintos bordes, enlaces, curvas y ramificaciones que a simple vista son muy difíciles de ver.

    Bentley llegó a varias conclusiones después de sus trabajos. Primero, que todos los cristales de nieve eran figuras de seis puntas. Segundo, que todos ellos eran hermosos y de bello diseño. Tercero, que no había dos cristales de nieve iguales.

    Tanta belleza le dejó tan impresionado que escribió lo siguiente: Bajo el microscopio me doy cuenta de que los copos de nieve son milagros de la belleza y es una vergüenza que esta belleza no sea vista y apreciada por los demás. Cada cristal es una obra maestra de diseño y no hay diseño que se haya repetido. Cuando un copo de nieve se derrite, el diseño se pierde para siempre. Tanta belleza sin dejar rastro detrás.

    ¿No es sorprendente? Pero vamos a ver ahora cómo se forman estas maravillas de la naturaleza.

    El agua que está allá arriba en las nubes necesita de alguna partícula sólida para formar los cristales, por ejemplo, una mota de polvo o un grano de sal marina. Entonces se congela alrededor de esta partícula y forma el núcleo de lo que va a ser el cristal. Este núcleo siempre tiene forma de polígono de seis lados o hexágono. Después empiezan a crecer unas delicadas ramitas llamadas dendritas de cada una de las seis puntas del hexágono, y continúan dibujando diferentes ramificaciones hasta completar un maravilloso cristal de nieve. Cada cristal es diferente porque cada uno de ellos crece de distinta manera dependiendo de las zonas del aire que va encontrando a medida que cae del cielo. El cristal congelado comienza a viajar a través de una nube, o quizá de una ventisca, para después precipitar a tierra. Al pasar por diferentes zonas con diferentes temperaturas, cada cristal se desarrolla de manera única y con formas infinitas, como si cada uno tuviera su propia historia que contar.

    Sin embargo, los cristales recién formados son muy inestables, sobre todo los más complicados. Muchos de ellos se funden antes de llegar al suelo, otros compactan y cambian, se redondean y pierden su forma hexagonal, de manera que pocos de ellos conservan su forma cuando se posan en las ramas de los árboles o en el suelo. Una buena forma de contemplar cristales de hielo es esperar una nevada suave y extender un sombrero de tela impermeable de color oscuro, dejando que se vayan posando los cristales en él. En ese momento, tendremos solo unos segundos de tiempo para observar el cristal antes de que se deshaga ante nuestros ojos.

    Curiosamente, la Biblia habla de los tesoros de la nieve en el libro de Job, capítulo 38, versículo 22, donde se encuentra la siguiente frase: ¿Has entrado tú en los tesoros de la nieve, o has visto los tesoros del granizo?. Una forma ciertamente acertada de describir estas pequeñas joyas de la Naturaleza.

    Imaginémonos ahora por un momento cuántos copos de nieve pueden caer en una hectárea de terreno durante una nevada que dure solo media hora. ¿Cuántos cristales podríamos imaginar bajando del cielo, cada uno con un diseño diferente? Pensemos incluso en todas las nevadas del mundo que estén cayendo hoy, o que hayan caído en la historia, sabiendo que ninguno de los cristales se repite ni se ha repetido jamás, pues cada uno tiene su propia forma. Es algo increíble que se escapa de nuestra capacidad de cálculo.

    Meditemos ahora en esto: ¿no es lógico intuir que una inteligencia superior está presente, un Dios imaginativo y poderoso haciendo tales maravillas? ¿Acaso la naturaleza por sí misma haría una cosa semejante, cuando estos cristales de nieve no tienen ninguna utilidad especial? En los cristales de nieve, por su belleza, complejidad, delicadeza y número, encontramos una huella clara de la genialidad y del poder de Dios.

    Un Dios que sea capaz de imaginar y crear algo así tiene que poder ser capaz también de diseñar cada una de nuestras vidas según un propósito diferente y único. La misma Biblia que habla de los secretos de la nieve nos explica claramente que Dios tiene un propósito para cada hombre que pisa este mundo, que nos ha hecho a cada uno diferentes para que cumplamos alguna tarea específica, y que la verdadera felicidad del hombre consiste en descubrir cuál sea este propósito y caminar en él. El hombre o la mujer que quiera descubrir cuál es el plan de Dios para su vida puede acercarse a este único Dios poderoso y bueno si es capaz de reconocer su pecado y su insuficiencia, pues Dios no desecha un alma que se acerca a Él en una actitud humilde.

    Capítulo 2

    El arco-iris

    Existen muchas cosas llenas de belleza en la Naturaleza capaces de sorprendernos, pero hay un fenómeno meteorológico que desde siempre ha asombrado y sobrecogido a los hombres desde tiempos remotos. Una maravilla, una obra de arte gigantesca llena de colores y de luz que aparece a veces en el cielo lluvioso durante unos minutos de repente, como para sorprendernos, y al poco tiempo ir lentamente palideciendo y apagándose hasta dejar nuevamente el cielo tal como siempre ha estado, azul e inmenso. Nosotros lo llamamos Arco Iris, y no muchas personas hay que, cuando éste aparece en el cielo, no se detengan de su actividad diaria para contemplarlo, sobre todo porque no muy a menudo tenemos ocasión de tenerlo ante nuestros ojos.

    El Arco-Iris es el resultado del fenómeno de refracción y reflexión de la luz sobre las gotas de lluvia. Estos dos fenómenos hacen que la luz desvíe ligeramente su trayectoria cuando ésta pasa a través de un cuerpo transparente.

    Esto es lo que sucede con un rayo de luz de sol: primero incide sobre una gota de lluvia y penetra en ella desviándose ligeramente de su trayectoria original. Luego se refleja en la cara interna y opuesta de la gota y vuelve a salir de ella otra vez. Durante estos tres movimientos la luz blanca ha cambiado tres veces de dirección, y en cada una de ellas se ha descompuesto en siete brillantes colores. Cada color tiene una longitud de onda diferente, por eso cada uno de ellos se refracta en ángulos distintos, y esa es la razón por la que aparecen siempre en el mismo orden: rojo, naranja, amarillo, verde, azul, añil y violeta. Podríamos decir que el agua es capaz de descomponer un rayo de luz blanca en los colores que lleva guardados dentro para que nosotros podamos admirarlos. Este fenómeno se repite en cada una de las gotas del agua de lluvia que componen un aguacero. El efecto combinado es un mosaico de pequeños destellos de luz dispersados por muchas gotas de lluvia, distribuido como un arco en el cielo.

    Podemos comprobar el efecto de la descomposición de la luz usando un prisma, por ejemplo, o una lágrima de cristal de una lámpara antigua. Si movemos el cristal al sol, veremos que esos siete colores aparecen bailando reflejados en las paredes de nuestra casa.

    Para que se produzca un Arco-Iris es necesario que las gotas de lluvia sean esféricas e iguales. Las gotas cumplen estas condiciones cuando caen a la tierra a una velocidad uniforme, por lo tanto, no hay Arco-iris cuando hay viento fuerte o cuando la lluvia es torrencial. Si las gotas son grandes contemplaremos un Arco-iris brillante y de color intenso, pero si son pequeñas, entonces se producen colores pálidos y de tonalidad pastel.

    Para poder observar un Arco-Iris debemos encontrarnos con el sol a nuestras espaldas. Un observador estará viendo la luz dispersada por ciertas gotas de agua, y otro observador que se encuentre a su lado estará observando la misma luz, pero dispersada por otras gotas de agua. Aunque parezca raro, cada uno de ellos está en realidad observando su propio Arco-Iris.

    A veces aparecen Arco-Iris dobles. Esto es debido a que la luz del sol está siendo reflejada hasta dos y tres veces por las mismas gotas de lluvia, saliendo de ellas en otros ángulos. Si observamos un Arco-iris doble, veremos que el arco superior presenta los colores de modo invertido al inferior. A veces se pueden ver incluso más de dos arcos, unos dentro de otros, que se producen por efectos especiales de interferencias lumínicas.

    Si las condiciones atmosféricas son perfectas se produce un Arco-iris circular. Desgraciadamente estas maravillas no se pueden apreciar desde

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