Está en la página 1de 1

m  

La vida es como las tiendas. En la mayoría de las ocasiones, las


devoluciones son limitadas. Interesantemente, necesitas un recibo de lo
que compraste y, por supuesto, necesitas lo que compraste. Necesitas
llevarlo a la tienda, y necesitas entregarlo al cajero y de esa manera
realizar el cambio. ¡Que muchas cosas se necesitan!

En la tiendita de Dios las devoluciones, también, son limitadas. Sin


embargo, puedes traer artículos de otras tiendas. Por supuesto,
necesitas un recibo y necesitas llevar lo que compraste.

En nuestro recorrido por la vida, en ocasiones, nos detenemos en


tiendas y compramos artículos que no nos aprovechan. Pero no olvides
que siempre cerca de ti, hay una tiendita de Dios para ti. Ahí podrás
cambiar el odio por amor, la tristeza por gozo, el pecado por la santidad,
tu cautiverio por la libertad, la soledad por Su Presencia.

Si es bueno y reconoces que no lo tienes, en la tiendita de Dios lo podrás


encontrar. No olvides que toda la mercancía es gratis para el que
compra, la cuenta la paga Jesús.

La única condición es que promociones la tiendita a quien tiene


necesidad. Que seas eco del amor de Dios. Recuerda que Dios te amo
primero.

Emanuel Nieves
SC-301
9 de septiembre de 2010
Prof. Aida Díaz

1 Juan 4:19-21 Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero. Si


alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues
el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a
quien no ha visto? Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que
ama a Dios, ame también a su hermano.

También podría gustarte