Hace pocos días una sobrina lo protegió manteniéndolo encerrado en una de
las habitaciones mientras que cerca de 150 funcionarios y agentes de la policía asolaban, demolían y desalojaban a la fuerza el rancho de su hermano, en un OXJDUGHOD9HUHGD0RQVHUUDWH³Yo me hago matar SRUORQXHVWUR´ había dicho HVHGtD«\VyORIXHURQODVDEHMDVGHORVSDQDOHVTXHVXSDSiSURGXFHHQOD montaña las que se atrevieron a enfrentar uniformes y chalecos de todos los colores institucionales. Ayer Fabián Barragán interrumpió sus 31 años con un arma que compró en alguna circunstancia a un policía, uno de los mismos que hacía 8 días le había quitado los papeles. El quinto de ocho hijos, nacido y criado en la vereda Monserrate, hoy centro del interés del monopolio del suelo, HQHVWHFDVRHQFDEH]DGHODFXULD³GXHxD´GH0RQVHUUDWHEHQHILFLDULRV exclusivos del negocio sagrado. Su abuela, doña Mercedes, nació también en el Cerro hace 83 años. Creció picando la piedra que sus padres la entregaban a los dueños, quienes después les pagaron con la tierra que hoy quieren despojarles. Desde la altura vio crecer la Capital con el material que extraían para los dueños de canteras y del negocio inmobiliario. Es toda una familia extensa cuya vida campesina en las JRWHUDVGHODFLXGDGVHFRQVLGHUDXQHVWRUERSRUHVWDUHQXQ³HVSDFLRS~EOLFR´ RXQ³iUHDIRUHVWDO´GHFUHWDGDGHVSXpVGHVXDVHQWDPLHQWRHQHOOXJDU Legislación del despojo del territorio y de la vida, que se cuece desde el Gobierno Nacional y que se ejecuta sin asomo de vergüenza por las políticas públicas de gobiernos locales. Sin trabajo digno, con la amenaza del desalojo a toda su familia apretándole el cuello, en medio de un rebusque de un país invisible, con un arma de la fuerza pública obtenida en una esquina, Fabián con un fogonazo terminó su incontenible desesperanza. A su abuela y su padre, a su familia, líderes y pobladores referentes de los sectores populares de los Cerros Orientales, un profundo abrazo de solidaridad y dignidad.