Está en la página 1de 5

GIDDENS: “De la temporalidad de la acción a una interpretación de los tiempos

modernos” Ontología y Sociología de Anthony Giddens


AUTORA: ANA M. GARCIA RAGGIO.
En el libro. “El eterno retorno” (Emilio de Ipola coordinador) Editorial BIBLOS.

Si las teorías subjetivistas afirman la libertad de los actores y su capacidad


de “hacer que las cosas sucedan”, los objetivistas parten al contrario del
postulado de que a los agentes “cosas les suceden”, en tanto están
sometidos a constricciones derivadas de las propiedades estructurales de la
sociedad. El cortocircuito que se produce entre ambas posiciones es
producto del supuesto de que el individuo o la sociedad tienen la primacía.
Como alternativa a ambas posiciones, Giddens afirma la necesidad de
resistir a ese dualismo y comprender el sentido profundo de lo que
denomina la “duplicidad de la estructura”.
Plantea que agencia y estructura están lógicamente implicadas entre sí.

1) CRITICA AL ESTRUCTURAL-FUNCIONALISMO
Estos enfoques piensan la estructura en términos de propiedades
observables en el ámbito empírico (como la estructura de un cuerpo
humano). “Entienden por estructura un patrón de relaciones observables en
una diversidad de contextos sociales (las que) producen efectos, por
ejemplo constricciones que son ajenas al actor, dando así lugar a un
dualismo.
2) CRITICA AL ESTRUCTURALISMO
Utilizan el concepto de estructura de un modo propio. Para Ferdinand de
Saussure las estructuras del lenguaje no existen como presencias situadas
en el espacio-tiempo, sino como relaciones de ausencia y presencia
implicadas en la emergencia del lenguaje como habla.
La estructura remite a una idea de sistema ausente. Entender una oración
supone conocer el complejo registro de reglas fonológicas, semánticas y
sintácticas que no están contenidas en el acto del habla, pero que son
necesarias para producirlo.
Los elementos estructurales, por un lado, y los actores, por otro, no se
encuentran exteriormente enfrentados, sino que, por el contrario, la
estructura está “crónicamente incrustada” en la propia acción. Es “medio”
(recurso) que orienta la acción y es asimismo resultado que se reitera en las
prácticas. La estructura es concebida como restrictiva y habilitante.
A diferencia del funcionalismo de Durkheim, donde las constricciones
rigen la conducta de los agentes de un modo que torna casi impensable la
idea de un actuar libre, para Saussure las estructuras no son externas a la
acción humana, ni identificadas únicamente como constricción.
Sin embargo, Giddens no acepta –aunque las recupera- estas teorías
estructuralistas sin discusión: Entender la lengua (el aspecto “social”,
ordenado, la forma) independizado y abstraído de la palabra (el
acontecimiento, la acción) lleva a concebir la lengua como un sistema
autónomo y cerrado que no guarda ninguna relación con el mundo objetivo,
y desdeña, por lo tanto, las prácticas sociales entendidas como la
participación a través de la acción, en “formas de vida compartidas”.

3) RECUPERAR AL SUJETO

Si bien Giddens acepta que el “yo” se constituye en el lenguaje, ese yo


gana significación a partir del contexto de actividades en las cuales los
agentes humanos están implicados. (El descentramiento del sujeto no debe
significar la desaparición del propio ser como agente).
Para Giddens, los modos de significar o la constitución de sentido están
relacionados estrechamente con actividades prácticas en el mundo real (…)
Afirma que el significado de las palabras proviene de “procedimientos” que
los agentes usan en el curso de sus acciones prácticas para alcanzar
“interpretaciones” de lo que ellos y los otros hacen. Un lenguaje es
ininteligible separado de las prácticas sociales, aún si esas prácticas no
pueden ser explicadas en su complejidad en forma verbal. Las relaciones
sociales no son pues- meramente- linguísticas, sino que se estructuran a
través de prácticas sociales que se reiteran en el espacio y el tiempo.
Así, existe culturalmente un conocimiento no discursivo que informa el
método utilizado por los actores para generar las prácticas que son
constitutivas de la trama de la vida social.
“Las acciones son prácticas situadas que conectan a las personas con la
estructura social”.
Giddens plantea una interpretación del agente humano que se centra en tres
“capas” de cognición-motivación:
9 Conciencia discursiva
9 Conciencia práctica
9 Inconsciente

Gran parte de lo que los actores hacen está organizado comprensivamente


en y a través de la conciencia práctica. Ello significa que el modo en que
generan sentido es “metodológico”.
Giddens considera –con Garfinkel y la etnometodología- que el hecho de
que los actores tengan que vérselas con un mundo al que le otorgan sentido
se apoya necesariamente en un “conocimiento mutuo” que les permite
otorgar significado a lo que cada actor realiza en el transcurso de su vida
diaria. Es un saber de “convenciones” en el que el significado de lo que
“todo el mundo conoce” es creado y recreado mediante su permanente
aplicación práctica y su permanente reformulación en la práctica. Por eso
acuerda con Garfinkel en que el “entendimiento común” es una operación
de reconocimiento mutuo de reglas que permiten compartir sentido. Este
establecimiento de convenciones sociales (…) requiere de un esfuerzo
continuo llevado adelante por actores competentes, y se manifiesta en el
seguir reglas, probar destrezas y recursos varios. Esta “metodología”
refinada constituye, a la vez, un artilugio de continua protección (sujeto a
riesgos de fracturas). Ese saber práctico, por ser un saber imprescindible,
habilita formas de cognoscibilidad y simbolización construidas que hacen
a la constitución del agente y a la estabilidad de la personalidad.
“Permiten una vida social saturada de seguridad ontológica”.
Esta dimensión práctica del entendimiento, a la que Giddens denomina
“conciencia práctica”, excede con creces lo que un actor puede llevar al
discurso (“conciencia discursiva”). (…) La conciencia práctica solo es
“inconsciente” o, en términos más exactos “no- consciente” en el sentido
de que no es inmediatamente asequible al discurso, y no lo es – por lo
general- en toda su riqueza; pero esto de ningún modo significa en Giddens
que sea “inconsciente” en el mismo sentido en que símbolos y modos de
cognición están sujetos a represión y distorsión.

“La capacidad de que dispone la conciencia práctica nada tiene que ver con
la habilidad de los agentes para tomar decisiones, si por tomar decisiones se
entiende escoger bajo circunstancias en las cuales los agentes confrontan
conscientemente el alcance de sus alternativas, evaluando y optando por
una u otra de entre ellas.
(….)
Examinando los contenidos del concepto de conciencia práctica, Giddens
destaca que es la fenomenología la que exhibe con mayor agudeza una
preocupación por el significado de la conciencia en el fluir de la vida
diaria. Lo que resta es caracterizado como el producto de fuerzas que
actúan en el interior de la sociedad (caso funcionalismo), o inscrito en el
inconsciente (caso estructuralismo y pos-estructuralismo).
De ahí la importancia que Giddens otorga al último Wittgenstein para quien
el tiempo y el espacio, como propiedades del lenguaje, tienen que ser
comprendidos en el contexto más amplio del tiempo y el espacio de las
actividades mundanas de todos los días. Es en la conjunción de la trama
espacio-temporal, de la cual los actores hacen uso para organizar sus
actividades cotidianas, donde hay que buscar el origen y la naturaleza del
sentido.
(….)

La radicalidad de la modernidad tiene como uno de sus componentes el


“aumento de la reflexividad”, entendida como la utilización regularizada
del conocimiento de la vida social en cuanto elemento constituyente de su
organización y transformación (…) Paradójicamente, el conocimiento
sistemático y la reflexividad moderna van acompañados de la fe, entendida
como una confianza ciega en que todo funcionará de acuerdo con lo
esperado. Sólo en la modernidad tardía la “confianza en los sistemas
expertos” comienza a ser filtrada y cotejada –en sus afirmaciones- por un
público atento.
En su ontología Giddens confiere centralidad a lo que denomina
“relaciones espacio- temporales” (lo que remite a Heidegger y a su
caracterización de la historicidad del Dasein). Tiempo y espacio se
presuponen inevitablemente.
¿Cómo se da esa relación en la modernidad?
El reloj designaba “zonas del día”, zonificación que también se dio en el
espacio (la fábrica, los lugares de veraneo, los ámbitos de reclusión). El
actual proceso de globalización es una disrupción episódica signada por la
transformación de esa “organización racionalizada” de las categorías de
espacio y tiempo, consumándose un proceso de distanciación espacio-
temporal. Un tiempo que ha devenido instante y un espacio que se ha
tornado mundial.
Parecería existir en la modernidad tardía (Giddens no lo dice
explícitamente) una erosión del tiempo y una expansión de la especialidad).

4) SOBRE LA REFLEXIVIDAD

En “Social Theory and modern sociology” Giddens agrega una nueva


constricción a la que proviene de una racionalidad limitada.
Giddens desarrolla la categoría de reflexividad en dos registros o sentidos:

9 Reflexión: Se refiere al monitoreo de la acción en la medida en que las


personas se mantienen rutinariamente en contacto con los fundamentos
de lo que hacen, como elemento esencial del mismo hacer.
9 Reflexivity: Representa un vuelco de la acción sobre sí misma, sus
condiciones y consecuencias. Esta regulación autorreflexiva constituye
un monitoreo del monitoreo. La tesis de Giddens es que toda
constricción estructural es contextual en el sentido que varía de acuerdo
con la reflexividad societal y con los cambios en la estructura de poder.
En un mundo de “excavación” de la tradición de los agentes adquieren
capacidades antes desconocidas para reflexionar desde una posición
hermenéutica acerca de las reglas y recursos de la estructura social
vigente y colaborar a su modificación. (….) Los sistemas expertos –
como la psicología, el psicoanálisis y las ciencias sociales – cumplen un
papel fundamental. (…) La reflexividad se torna colectiva y su
capacidad crítica la habilita para cambiar lo vigente.
5) CONCLUSION

En la sociología de Giddens, los recursos materiales y la autoridad se


difuminan en su potencialidad de constricción, a la vez que achican los
márgenes entre probabilidades y posibilidades reales de comandar las
propias biografías e identidades. Así, pues, en un mundo limitado de
elecciones posibles parece no haber línea divisoria entre las posibilidades
de elección de una joven madre soltera de un barrio marginal y los de una
ejecutiva de una empresa transnacional. Todos se trastocan en actores
constructores con las mismas posibilidades de decisión.
Lasch (un pensador en una línea análoga a la de Giddens) le critica la
matriz cognitiva, más atenta a la disolución estructural que a las nuevas
condiciones estructurales económicas, comunicacionales e informativas
producidas por los sistemas expertos. Existen – afirma Lasch- junto a los
“ganadores de la reflexividad”, batallones enteros de “perdedores de la
reflexividad”.
Giddens considera a la reflexividad como una forma de liberación de la
agencia respecto a las constricciones estructurales.
Esta veta utópica estaría anclada en la tradición ilustrada que –sostiene
Lasch- va de Kant a Habermas. (…)
Aunque critica el proyecto ilustrado e intenta conjugar emoción con
conocimiento, es imposible ignorar que la comunicación emocional está
posibilitada por agentes que se consideran autónomos y que lo son en la
medida en que se juzgan iguales y que entablan un diálogo racional en
busca de consensos.
Estas características parecen extraídas de un modelo racional e idealizado
de esfera dialógica. Pero, ¿no resulta entonces que aspectos sustantivos de
los cuestionados principios de la Ilustración, retornan por la ventana? (…)
Giddens afirma enfáticamente la capacidad de autocrítica de la razón.
En una misma línea argumentativa, Giddens apuesta a la capacidad de las
personas para reaccionar de manera creativa tanto ante la experiencia
mediada como ante el consumo directo. Es este un mundo de agentes que
luchan y triunfan contra las influencias mercantilizadotas y que, superando
diferencias de clase, étnicas o culturales, están habilitados para discriminar
activamente entre los diversos tipos de información, interpretándolos desde
su propio punto de vista. Pero: ¿no se magnifican las capacidades de los
sujetos hasta exaltarlos al rango de héroes competentes para eludir el canto
de las sirenas, simbolizado (hoy) por el fonológico discurso de los medios
que expanden una “única ideología cultural consumista?.
Debemos, al mismo tiempo, ser cautelosos ante el optimismo de Giddens
fundado en la pérdida de la capacidad estructurante por parte de la
modernidad organizada. (…) Giddens sostiene que la intrusión de lo global
en la experiencia personal abre el mundo y acrecienta la reflexión crítica.

También podría gustarte