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PICARESCA GENÉTICA

Pearl Duncan es una mujer negra de unos cincuenta años que vive en
Nueva York y tiene la aspiración lejana de heredar un castillo en
Escocia. Sus argumentos no son heráldicos, sino genéticos, basados
en uno de esos estudios de ADN que se están volviendo muy
populares en Estados Unidos, y que por menos de trescientos dólares
le permiten a uno seguir el rastro de sus orígenes, casi siempre
lejanos en un país de emigrantes y de descendientes de esclavos. Los
antepasados de la señora Duncan habían trabajado desde el siglo XVIII
en las plantaciones de caña de azúcar de Jamaica, y aunque su cara parece en las
fotografías puramente africana el informe reveló que un diez por ciento de material
genético era blanco y escocés. Consultando archivos, no tardó en descubrir que un
tatarabuelo de su madre había sido el dueño de una plantación.

El rastro de papel no fue menos revelador que el de ADN, y la señora Duncan,


volviendo hacia el presente por caminos paralelos a los que la habían llevado a un
dueño de esclavos de hace más de dos siglos, encontró a sus descendientes
contemporáneos en Escocia, parientes suyos remotos pero indudables, y dueños de
una fortuna petrolífera y de once castillos. Esa fortuna, razona ella, tuvo su origen
en el trabajo de los esclavos, igual que una gran parte de la prosperidad burguesa
de Europa, basada en el cultivo del azúcar, del algodón y el tabaco. ¿No le
correspondería en justicia heredar al menos uno de los castillos?

Según el New York Times, donde he leído la historia, la señora


Duncan habla irónicamente de su condición de heredera, pero
no sería muy raro que algún abogado se le ofreciera para
asesorarla en su reclamación. A los estadounidenses les gusta
muy comprensiblemente investigar sus genealogías –cada
apellido es el primer indicio de una historia, la sugerencia de
un viaje desde algún lugar lejano del mundo– pero también
recurrir a los pleitos cuando hay a la vista algún beneficio, y
esas dos aficiones juntas adquieren extraordinarias
posibilidades prácticas gracias a la facilidad de los estudios
de ADN.

A la señora Duncan, su diez por ciento de linaje escocés le


permite imaginarse que tendría derecho a un castillo en alguna colina brumosa,
pero otros avispados están logrando beneficios más tangibles en virtud de
descubrimientos parecidos. Entrar en una buena universidad es, como se sabe, una
obsesión muy americana, y normalmente la competencia es tan agotadora que
muchas veces no basta contar con un expediente académico magnífico. Lo decisivo
muchas veces, en igualdad de condiciones, es que se pertenezca a una minoría, lo
cual le da derecho a uno a beneficiarse de lo que se llama la acción afirmativa,
destinada a compensar las desventajas que un estudiante negro, nativo americano,
hispano o asiático haya podido sufrir a causa de su origen étnico.

Pero las cosas no siempre son lo que parecen, y la tonalidad de la piel, la forma de
la nariz o de los ojos o los rizos del pelo resultan indicadores inseguros, como
sabían bien los expertos en limpiezas de sangre. En las novelas de William Faulkner
se cuentan historias de hijos de esclavos con la piel tan clara que pueden hacerse
pasar por blancos, y de señores orgullosos a los que les arruina la vida el
descubrimiento de una parte mínima y delatora de "sangre negra”.

Ahora esa dosis que antes traía la vergüenza puede abrirle a uno la puerta de una
universidad que de otro modo habría sido totalmente inaccesible. Personas pálidas
y rubias se hacen pruebas de ADN con la esperanza de encontrar la huella casi

1
imperceptible pero decisiva, que les permitirá solicitar su admisión en la
universidad dentro de la cuota reservada a una minoría. Y también las hay que
indagan su patrimonio genético en busca de un tatarabuelo indio, no por el
romanticismo de saberse descendientes de un jinete gallardo de las praderas, sino
para reclamar el derecho a disfrutar de los beneficios enormes que las licencias
para instalar casinos en el territorio de sus reservas están produciendo a muchas
tribus indias.

Rizando el rizo de las genealogías, hay quienes buscan con la esperanza de


descender de los esclavos negros que también tuvieron esas tribus, alegando que
también a ellos les corresponde parte de la herencia de los casinos, igual que a la
señora Duncan la de los pozos de petróleo y los castillos de sus parientes
escoceses. No hay límites para la pillería, ni para el narcisismo. Una de las muchas
injurias que suelen hacerse a las víctimas es reclamar al cabo del tiempo privilegios
basados en el dolor que sufrieron.

Antonio Muñoz Molina

Per veure l’article en anglès al New York Times, seguiex el següent enllaç:

http://www.pearlduncan.com/articles/DNA1.htm

PEARL DUNCAN
Pearl Duncan is not only the first African American, but also the first person in the
world, to use DNA to trace her ancestors from one continent, to two other
continents. Performing her DNA tests in 1999, she used the family nicknames that
survived in her African-American family to trace her ancestors to families named
Opare of the Akan people of Ghana, in West Africa. She then traced them to specific
farmers in African villages in the 1660's. Using genealogy, she then traced her
ancestors to the 1690s in Colonial America in Jamaica, and to the 1720's in
Scotland. She has a Scottish male ancestor, and numerous African ancestors, whose
modern-day African descendants she met and compared families' DNA to DNA.

Duncan detailed her remarkable story in her nonfiction book, DNA Dawns on My
Secret Ancestry, chronicling how she traced her ancestors. In her upcoming book,
she explores how to use DNA to trace ancestors, highlighting the little people who
find nobles and slaves in their family trees. Given her ten years of research, the
Ghanaians recognized her and the Scots granted her a medieval coat of arms of
ancestors who were nobles related to royals. She was granted a coat of arms by a
Scottish Court, authorized by Britain's Queen Elizabeth II.

An author and adventure sports travel writer, she has written articles about Trans-
Atlantic yacht races, travel, and other sports adventures as well as a short story
book, Water Dancing, which received strong national reviews. She also contributed
to A Rock Against the Wind: African-American Poems and Letters of Love and
Passion. Her articles appeared in Sailing, Sail, Yacht/Racing, Cruising, Billboard,
Record World, Essence, Black Enterprise, The Village Voice, The New York Soho
Weekly News, Class, The New York Times, The Los Angeles Times, The Philadelphia
Inquirer, The Hartford Courant, Black World Today Online Magazine, and BET.com.
Her search for her ancestors has been featured in The New York Times, The Palm
Beach Post, and The Minneapolis Star-Tribune and on CBS-TV, BET-TV, and dozens
of newspapers in Germany, France, Italy, Switzerland, England, Sweden and Brazil.

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Duncan taught literature at Rutgers University-Newark, the College of New Rochelle,
The College for Human Services, and Jersey City State College and was educated at
Bryn Mawr College where she studied Humanities and Social Sciences.

http://www.apbspeakers.com/speaker/pearl-duncan

29/07/09

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