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LA MICROHISTORIA ITALIANA: PROPUESTAS Y DESAFÍOS

María Mercedes Quiñonez

Presentación

En este trabajo proponemos analizar una de las vertientes


historiográficas surgidas en torno a los años ’70: la microhistoria
italiana, haciendo un recorrido desde sus inicios hasta la opinión
actual de sus principales representantes.

Abordaremos no sólo el contexto general de surgimiento sino también


las condiciones específicas de la historia italiana que nos permiten
explicar la conformación de este grupo de historiadores. También se
analizarán brevemente las características que asume este proyecto
historiográfico, con su propuesta de la reducción de la escala de
investigación como recurso metodológico esencial y las distintas
vertientes del mismo.

La propuesta es profundizar en estas temáticas a través de las


opiniones y los artículos de los investigadores más importantes y
reconocidos dentro de la microhistoria italiana: Giovanni Levi, Carlo
Ginzburg y Edoardo Grendi. En este sentido nos proponemos dejar
hablar a los autores, para que el lector arribe a sus propias
conclusiones, que podrán coincidir o ser muy distintas de las que se
presentarán en este artículo.

De qué hablamos cuando hablamos de microhistoria

Para comenzar a hablar de microhistoria es necesario reflexionar


primero qué entienden los principales representantes y estudiosos
acerca de esta nominación. Esto es imprescindible debido a la
ausencia de un texto teórico fundante que defina y explicite sus
postulados centrales. Al respecto Giovanni Levi sostiene que no es
casual que la microhistoria no se base en documentos o manifiestos
teóricos, ya que es una práctica historiográfica, en tanto sus
referencias teóricas son múltiples, y considera que desde su inicio fue
"una propuesta de procedimiento de trabajo: una sugerencia de una
práctica de la historia [...] la microhistoria es un movimiento, una
sugestión, no una propuesta académica similar por ejemplo a los
Annales".

El historiador francés Jacques Revel- al presentar este grupo de


historiadores- afirma que el carácter "muy empírico" de la propuesta
permite entender porqué no existen textos fundantes de la
microhistoria. Para Revel, la microhistoria "no constituye ni un cuerpo
de proposiciones unificadas ni una escuela, menos aún una disciplina
autónoma (...) Más bien es inseparable de una práctica de
historiadores, de los obstáculos y de las incertidumbres
experimentados en el curso de tentativas muy diversas... es el
resultado de una experiencia de investigación".

Por lo tanto una forma posible de empezar a definir este proyecto


historiográfico es situar su contexto de surgimiento en la Italia de los
años ’70. Distintos autores sostienen que no es casual la
conformación de esta vertiente historiográfica a partir de un conjunto
de cuestiones formuladas por un pequeño grupo de historiadores
italianos comprometidos con una empresa común, pero cuyas
investigaciones particulares son diferentes entre sí. Para Revel la
microhistoria nace como una reacción, como toma de posición
respecto a un cierto estado de la historia social y, en este sentido,
tiene valor de "síntoma historiográfico".

Carlo Ginzburg sitúa históricamente los orígenes de la microhistoria


italiana en el contexto específico de oposición al modelo dominante
de la escena historiográfica internacional desde fines de los 50 hasta
mediados de los 70: modelo macroscópico y cuantitativo, del cual
Fernand Braudel y los historiadores de la segunda generación de
Annales emergen como principales exponentes. Para Ginzburg este
paradigma que define como estructural-funcionalista se hallaba en la
cumbre en el mismo momento en que surgen tensiones e inquietudes
subterráneas. En la misma Annales el autor encuentra ejemplos del
cambio de clima intelectual que se producía: "cuestiones
consideradas periféricas se desplazaban al centro de la disciplina y
viceversa. Las páginas de los Annales (y de las revistas de medio
mundo) fueron invadidas por temas... [como] la familia, el cuerpo,
las relaciones entre los sexos... Los estudios de historia de los precios
registraron una brusca caída".

Asimismo Revel sostiene que en esos años los grandes paradigmas


unificadores de las ciencias sociales se ponen en discusión, lo que
significa también poner en discusión las certezas de una
aproximación macrosocial. La propuesta microhistórica representa
entonces el síntoma de esa crisis de confianza. En este mismo sentido
el mexicano Carlos Aguirre Rojas sostiene que con la revolución
cultural de 1968 se produce la crisis de los modelos teóricos
generales entonces vigentes: estructuralismo, funcionalismo y
marxismo "vulgar".

Es quizá el italiano Edoardo Grendi quien mejor define- y defiende- lo


que llama la "vía italiana hacia la historia social más avanzada". Este
autor sostiene que "el carácter colectivo de la propuesta
historiográfica del microanálisis en Italia ha estado ligado a una
cuestión de estilo: la historia como práctica, fundada en una fuerte
conciencia histórica, rebelada... contra los resultados analíticos,
contra la visión retórica de la profesión del historiador en un país
dominado... por ideologismos ligados a la herencia idealista y a un
arraigado dualismo político, con una inestable propensión a la
historia-síntesis". Además, esta propuesta se inscribe concretamente
en un punto del desarrollo de la historiografía europea, en la "historia
en migajas", en la fractura de la expectativa de síntesis.

Ese estilo del que nos habla Grendi toma cuerpo en la propuesta de
una escala de investigación, lo cual constituye y ratifica- en forma
provocativa- la disolución de la historia-síntesis. El discurso
microhistórico que comienza a circular a mediados de los años
setenta trata de huir de la lógica entificante del discurso histórico
general que remitía a categorías como estado, mercado,
estratificación social, familia.

Coincidiendo con los autores citados, Giovanni Levi afirma que, para
él, los años ‘70 y ‘80 fueron años de crisis para la creencia optimista
dominante según la cual el mundo se transformaría con rapidez y de
forma radical, de acuerdo con una orientación revolucionaria. Además
destaca la existencia de realidades que no se ajustan a los modelos
optimistas propuestos por los grandes sistemas marxistas o
funcionalistas. Este fracaso de los sistemas y paradigmas existentes
requirió no tanto la construcción de una nueva teoría social general,
sino también de una revisión completa de los instrumentos de
investigación utilizados.

El contexto italiano: el surgimiento de la "microhistoria


italiana"

Carlos Aguirre Rojas en un reciente estudio sostiene que el


surgimiento de la microhistoria en Italia se explica por factores
propios de la historia italiana. Así también Edoardo Grendi afirma que
para repensar la microhistoria es insuficiente colocarla únicamente en
la situación de historiografía general, prescindiendo del contexto
italiano, de la propia historia de los microhistoriadores.

Aguirre Rojas distingue- en la historia italiana- factores de "larga


duración", todos ellos interconectados, que permiten explicar el
surgimiento de una propuesta historiográfica como la que analizamos.
Entre esos factores de larga duración el historiador mexicano enuncia
en primer término el carácter tenazmente descentralizado y hasta
policéntrico del territorio y de la sociedad italiana, esta diversidad
cultural y geográfica que contribuye a la conformación de "ciudades
fuertes y autónomas", y que también dificulta la construcción de
pensamientos generales, homogéneos y válidos para todos los
espacios y todas las sociedades de Italia. En este contexto se
produciría una tensión entre las propuestas macrohistóricas y las
microhistóricas. En Italia "no habrá una sola ciudad que provea los
modelos nacionales a seguir... sino varias ciudades" las que
proveerán los modelos, especialmente los modelos culturales. Este
autor muestra también cómo con el Estado fascista se afirman
"ciertas visiones unitaristas y homogeneizantes de lo que había sido,
era y debía ser Italia...", por lo tanto, tras su derrota, florecen
nuevamente las culturas y las historias e historiografías locales y
regionales.

Este último proceso viene a profundizar otro rasgo de "larga


duración" que este autor encuentra en la historia italiana- muy
relacionado con el anterior- y es el mayor peso de la sociedad civil
frente al Estado, que también se ha hecho presente dentro del ámbito
de la historiografía italiana generando perspectivas más radicales y
de izquierda. Giovanni Levi será muy claro al expresar que "...los
historiadores que tomaron partido por la microhistoria hundían sus
raíces en el marxismo y tenían una orientación política de izquierda.
Sus obras se centraron siempre en buscar una descripción más
realista del comportamiento humano, recurriendo a un modelo de la
conducta humana basado en la acción y el conflicto y que reconoce
su- relativa- libertad más allá, aunque no al margen, de las trabas de
los sistemas prescriptivos y opresivamente normativos..."

El tercer rasgo estructural lo constituye la enorme densidad histórica


de la península italiana y de su sociedad, lo cual significa no sólo que
es teatro y protagonista de dos milenios de historia sino también que
conserva y preserva los indicios que permiten justamente recuperar
esa densidad histórica. Riqueza de fuentes- documentales,
arquitectónicas, artísticas-; diversidad y profusión de archivos;
importantes contribuciones teóricas e historiográficas- respecto a
múltiples períodos y problemas históricos-, contribuyen a que un
proyecto historiográfico de estas características pueda afirmarse.

Un cuarto y último rasgo se refiere a la condición excepcionalmente


cosmopolita de la cultura italiana, que, sin embargo "...no excluye el
hecho de que toda esta amplia apertura y esta clara receptividad se
desarrollen sobre la base de la también simultánea afirmación
constante de una cultura italiana propia y autóctona". Además, el
propio Aguirre Rojas señala que ese cosmopolitismo también se
refleja en las múltiples fuentes de inspiración teóricas y
metodológicas y los referentes de diálogo intelectual de los
microhistoriadores italianos.

El itinerario de un proyecto historiográfico

Para comprender las características que asume la microhistoria


italiana es necesario no solamente analizar los factores de larga
duración presentados sino también comprender cuál es la propia
historia de este grupo de historiadores. En este trabajo- siguiendo, en
parte, la propuesta de Aguirre Rojas- dividiremos para su estudio a la
microhistoria italiana en tres fases sucesivas y complementarias.

En una primera etapa- situada entre 1966 y 1976- se gesta el


proyecto microhistórico y se encuentran los caminos individuales de
los máximos representantes de la microhistoria: Giovanni Levi, Carlo
Ginzburg, Edoardo Grendi y Carlo Poni. En esta etapa aún no hablan
de microhistoria, pero sí aplican los procedimientos del microanálisis
y se va gestando la base teórica necesaria para cimentar este
proyecto. A fines de este primer momento ya se nuclean estas
trayectorias individuales en torno a la revista Quaderni Storici. En
este período de los "orígenes" un hito fundamental es la publicación
de Il benandanti (1966) de Carlo Ginzburg, en el cual esboza el
modelo de una historia crítica cultural. Al respecto escuchemos al
propio Ginzburg relatar sus inquietudes y propósitos respecto a este
libro "A comienzos de los años ’60 me había puesto a estudiar los
procesos de Inquisición tratando de reconstruir, más allá de las
actitudes de los jueces, las de los hombres y mujeres acusados de
brujería. Pronto me di cuenta que esta perspectiva no etnocéntrica
implicaba una confrontación con las investigaciones de los
antropólogos...".

Este primer período culmina con la publicación de una de las obras de


microhistoria más traducidas y difundidas en todo el mundo, El queso
y los gusanos de Carlo Ginzburg.

En la segunda etapa- entre los años 1978 y 1989, denominada por


Aguirre Rojas como de "auge" del proyecto-, se escriben los textos
más importantes de la microhistoria italiana y cuando se difunden por
el mundo los principales aportes teóricos, metodológicos e
historiográficos de este grupo. En estos años se explicita y adquiere
valor lo que será la principal propuesta metodológica: el cambio de la
escala de análisis. Es al inicio de esta etapa cuando- según Ginzburg-
comienzan a hablar por primera vez de microhistoria.

También se produce la incorporación al núcleo concentrado en la


revista Quaderni Storici de Giovanni Levi y se renuevan las
principales áreas de la historia social, dando lugar a una de las
vertientes de la microhistoria: la vertiente social. Se conforma de
esta manera el verdadero proyecto colectivo de la microhistoria
italiana, nucleados alrededor de una revista que también conoce un
período de auge y crecimiento, aumentando su distribución a toda
Italia y a gran parte del mundo. Este período será el más fructífero a
nivel colectivo, en el cual sus representantes producen importantes
textos de investigación empírica, pero también el momento en el cual
concentran las mayores y más ricas contribuciones teóricas y
metodológicas del proyecto.
Finalmente una tercera etapa- desde 1989 hasta la actualidad- en la
cual el proyecto se fragmenta en varios itinerarios individuales
fuertes y se produce "el abandono sucesivo de la revista Quaderni
Storici por parte de la mayoría de los miembros del núcleo duro
principal...". Se incorpora al Comité científico de la revista una nueva
generación de historiadores y se separan las historias de, por un lado,
la revista Quaderni Storici y, por otro lado, del proyecto
microhistórico italiano. Este pierde el carácter colectivo que lo había
caracterizado en la etapa anterior, lo que lleva a algunos de sus
principales representantes a expresar que la microhistoria se
encuentra en crisis.

Sin embargo, y paradójicamente, las principales propuestas de este


proyecto historiográfico continúan difundiéndose por todo el mundo,
lo que muestra que el proyecto no ha desaparecido, sino que se ha
transformado, permaneciendo vigente y como horizonte de
investigación para nuevas generaciones de historiadores.
Actualmente para algunos estudiosos las propuestas teóricas y
metodológicas de los microhistoriadores italianos se han vuelto
patrimonio de la comunidad de historiadores, que en todas partes del
mundo abrevan en el proyecto, lo nutren y lo resignifican.

Distintas vertientes de mismo desafío

Del mismo modo en que podemos hacer una división cronológica,


también podemos presentar a estos autores en base a orientaciones
temáticas, lo que ha llevado a distintos estudiosos a hablar de dos
"vertientes" de la microhistoria italiana.

Desde el núcleo de la microhistoria en Italia, Edoardo Grendi señala


la existencia de dos vertientes de la misma. La primera- que
denomina cultural- parte de episodios, historias de casos, "tanto más
feliz cuanto más densa era la crónica". Según el autor su relevancia
es por lo menos doble: como ejemplificación de un particular
problema historiográfico y en cuanto ilustración de la cultura del
tiempo, más que de un específico grupo social. Aquí la referencia
obligada es Il formaggio e i vermi (El Queso y los gusanos) de
Ginzburg.

La otra vertiente, vinculada a la contextualización social, toma


procedimientos analíticos diferentes referidos a la reconstrucción de
las redes de relaciones y a la individualización específica de la
elección (individual o colectiva). Aquí cobra fuerza y sentido el uso
del término estrategia, que si bien tiene un significado hiper-
racionalista es para Grendi el garante de un protagonismo que la
tradición historiográfica solamente atribuye a las elites. En ambas
vertientes, y desde la crítica a los microhistoriadores, se ha puesto en
cuestión la representatividad del caso estudiado, como así también la
elección de casos excepcionales (derivado del problema de fuentes).
En esta vertiente se ubica el propio Grendi y Giovanni Levi.
Específicamente Grendi "defiende el análisis de las relaciones
sociales, cuya densidad sólo podría ser captada al reducirse la escala
de observación"

A pesar de esta división en dos vertientes otros historiadores también


recuperan la figura de Carlo Ginzburg ligándolo a la tradición- dentro
de los estudios históricos, artísticos y culturales- abierta por el
alemán Aby Warbug. José Emilio Burucúa resume el interés en la
obra de Warbug en la actualidad en torno a tres núcleos de su obra:
"primero, una idea peculiar del Renacimiento como tiempo de
inauguración de la modernidad; secundo, un acercamiento a la
etnología con el propósito de comprender el sentido de las prácticas
mágicas en las sociedades arcaicas del presente, et tertio, un método
de investigación y descubrimiento para la historia de la cultura" . Esta
tradición, abierta por Warburg y continuada por el grupo de
historiadores reunidos en el Instituto que lleva su nombre, en la
ciudad de Londres, se diversifica y prende en distintos lugares del
mundo.

Para Burucúa en Italia es el lugar donde esta tradición fructifica con


igual ímpetu que en Londres, e influye en la historiografía cultural
italiana en dos campos: el de la filosofía y la ciencia del
Renacimiento, donde descollan Eugenio Garin y Paolo Rossi y en la
obra incomparable de Carlo Ginzburg. La filiación con esta tradición
se debe a varios motivos: "primero, Carlo trabajó en el Instituto
londinense a mediados de los sesenta y allí escribió sus
esclarecedoras Notas sobre un problema de método. Segundo, la
presentación del paradigma indiciario [...] no sólo fue colocada bajo
la advocación de Aby Warbug desde el epígrafe (Dios está en lo
particular), sino que tal paradigma es per se una forma generalizada
y sistemática del método warbuguiano... Tercero, buena parte de los
artículos y libros de Ginzburg son producto del estudio indiciario
aplicado a problemas del significado de obras de arte o de la
literatura y se resuelven, a menudo, en términos de identificación de
alguna variante del Nachleben der Antike".

Un punto central que rescata Burucúa en la tradición warbugiana, y,


por supuesto en la propuesta de Carlo Ginzburg, es el "paradigma
indiciario", que propone descubrir pequeñas "huellas" presentes en
los documentos, los cuales analizados a escala micro, revelarían
aspectos que de otra manera pasarían desapercibidos. Nos interesa
destacar que los métodos indiciarios renacen ya a fines del siglo XIX
en torno a tres personalidades: Giovanni Morelli, quien revoluciona
los estudios que permiten la identificación de los autores de obras no
documentadas en la pintura, basándose en algunos detalles
periféricos a las figuras centrales, que cada autor repite de manera
casi automática y que permite al estudioso, identificando esas
‘huellas’, atribuir las mismas a un artista determinado. Otra expresión
contemporánea de este método se encuentra relacionada con el
personaje del detective Sherlock Holmes- inventado por Arthur Conan
Doyle-, apasionado buscador de huellas y señales dejadas por los
individuos- voluntariamente o no- en una escena de crimen. Esta
búsqueda le eprmite al detective identificar a los autores que se
esconden detrás de esos indicios. Ya a comienzos del siglo XX
Sigmund Freud busca y analiza signos exteriores de la conducta
humana para develar la parte reprimida e inconsciente de la psique
de los individuos.

Queda mucho más por analizar de la filiación de Ginzburg con la


tradición warbuguiana, pero basta destacar que la figura de Ginzburg
trasciende- con creces- los límites o el encasillamiento en la
microhistoria italiana. Además, Burucúa lo presenta como un polo de
atracción historiográfica en sí mismo y no lo filia a los
microhistoriadores italianos, sino que rescata sus estudios más
ligados a la historia del arte y sus trabajos sobre magia, brujería,
entre otros.

Microanálisis y microhistoria: los problemas de escala

La microhistoria italiana se caracteriza- y es reconocida en el resto


del mundo- por su propuesta de la reducción de la escala de
investigación como recurso metodológico esencial. Esta propuesta se
inscribe también en el complejo panorama de crisis de la historia
serial, la cual prefiere seleccionar como objeto de conocimiento sólo
lo que se repite, lo que es posible seriar, pero para el italiano Carlo
Ginzburg esta opción significa pagar un precio, en términos
cognoscitivos, muy elevado: en el plano cronológico, en el plano
temático, en la documentación, anulando la particularidad de la
documentación existente en beneficio de los que es homogéneo y
comparable. Para Ginzburg cada documento "aún el más raro puede
inscribirse en una serie, también, puede servir, si se analiza
adecuadamente, para arrojar luz en una serie documental más
amplia."

Para Jacques Revel esta mutación en la escala de análisis está funda


en el principio de que la elección de cierta escala de observación
produce efectos de conocimiento y puede llegar a ser una particular
estrategia de conocimiento, siendo fundamental la variación, más allá
de la elección de escala que realice el historiador.La elección
individual o particular no está en contra de lo social, sino es un modo
posible y distinto de aproximarse a lo social. Se trata de enriquecer la
realidad, tomando en cuenta los aspectos más diversos de la
experiencia social. Los microhistoriadores afirman que cada actor
histórico participa en procesos de dimensiones y niveles diferentes,
desde lo más local a lo más global. No existe una oposición entre
micro y macro análisis, ya que no se trata de realidades diferentes
sino de niveles diferentes de la misma realidad, observada desde
distintas escalas.

La apuesta de la experiencia microsocial es que la experiencia más


elemental, la del grupo reducido, incluso la del individuo, es la que
más ilumina el problema, porque es la más compleja y porque se
inscribe en el mayor número de contextos diferentes. Como también
afirma Levi, la reducción de escala es un procedimiento analítico
aplicable en cualquier lugar, con independencia de las dimensiones
del objeto analizado. El principio unificador de toda investigación
microhistórica en la creencia de que la observación microscópica
revela factores que de otra manera no pueden ser observados. El
principio metodológico es uno sólo para Levi "es un problema de
escala. La microhistoria no es estudiar cosas pequeñas sino mirar en
un punto específico pequeño, pero proponerse problemas generales.
Es la modificación de la escala de observación"... "a medida que se
reduce la escala se hace más preciso el detalle. Es la variación de la
óptica del historiador, en este sentido es muy importante el
historiador, no el documento. La posición que toma el investigador en
la investigación".

De la misma manera, la microhistoria tampoco es sinónimo de


historia local ya que no se trata de reducir el ‘espacio’ a investigar,
sino reducir la escala de observación. Lo local, la comunidad, el
espacio reducido no debe ser estudiado para establecer un modelo a
escala de un conjunto, como si se tratara de un experimento. Una
comunidad se convierte en objeto de una investigación porque es
relevante en sí misma y porque aporta algo significativo al
conocimiento histórico de una realidad general que se manifiesta a
distintos niveles.

El enfoque microhistórico aborda también el problema de cómo


acceder al conocimiento del pasado mediante diversos indicios, signos
y síntomas. Es un procedimiento que toma lo particular como punto
de partida y procede a identificar su significado a la luz de su
contexto específico. Pero, a diferencia de la insistencia del
funcionalismo en la coherencia social, los microhistoriadores se
centran en las contradicciones de los sistemas normativos y, por
tanto, en la fragmentación y pluralidad de puntos de vista que hacen
a todos los sistemas fluidos y abiertos. Los cambios se producen
mediante estrategias y elecciones mínimas que actúan en los
intersticios de los sistemas normativos contradictorios.

Giovanni Levi sostiene "muchas veces los historiadores piensan que lo


general es lo genérico o la generalización. La microhistoria busca
analizar los funcionamientos y a través de éstos generalizar
conclusiones, especialmente para producir preguntas y respuestas
que puedan ser comparables en otros contextos" y en este tránsito
entre lo particular y lo general aclara que "las cosas no se
generalizan... Se deben generalizar las preguntas no las respuestas".
Carlo Ginzburg coincide "lo que me interesa en la microhistoria es
sobre todo el problema de la generalización en la historia como
disciplina. Es decir, en lugar de dar por sentada la generalización,
volver a proponerla como problema"

La construcción del relato

Otro punto para el análisis es reflexionar acerca de cómo construyen


el relato los microhistoriadores. Ginzburg reflexiona sobre la historia
narrativa, ya que para él se trata no solamente de reconstruir una
experiencia individual sino también de contarla y contar asimismo los
obstáculos o ausencias documentales que se interponen en la
investigación y que deben ser elementos constitutivos (no el narrador
omnisciente) y por lo tanto debían formar parte del relato. Las
hipótesis, las dudas, las incertidumbres llegan a ser parte del relato:
"la investigación de la verdad sería parte de la exposición de la
(necesariamente incompleta) verdad alcanzada". En una entrevista
realizada por Adriano Sofri a Carlo Ginzburg él reflexiona "¿Por qué
no hacer entrar, siempre, al lector dentro del laboratorio del
estudioso? Pienso que presentar el resultado de la investigación y no
su camino falsea definitivamente las cosas"

Así, las investigaciones microhistóricas italianas afrontan la cuestión


de la comparación en clave distinta: a través de la anomalía y no a
través de la analogía. Primero de todo, hipotetizando como
potencialmente más rica la documentación más improbable: el
‘excepcional normal’, en segundo lugar, "mostrando como han hecho
por ejemplo Giovanni Levi y Simona Cerruti que cada configuración
social es el resultado de la interacción de innumerables estrategias
individuales: una trama que solo la observación muy cercana permite
reconstruir" .

Según sostiene J. Revel, con los microhistoriadores nos encontramos


antes elecciones explícitas de formas de escrituras. Pero esta
búsqueda no depende solo de una elección estética, más bien se trata
de una elección de orden heurístico, ya que invita al lector a
participar en la construcción de un objeto de investigación y porque
los asocia en la elaboración de una interpretación. Giovanni Levi
afirma que el relato no debe ser visto como una opción entre historia
cualitativa, individualizada, e historia cuantitativa, cuya ambición es
determinar leyes, regularidades y un comportamiento colectivo
formal. La función concreta del relato se puede resumir en dos
características: intento de demostrar, mediante una relación de
hechos consistentes, el verdadero funcionamiento de ciertos aspectos
de la sociedad que resultarían distorsionados por la utilización
independiente de la generalización y la formalización cuantitativa, así
se muestra la relación entre los sistemas normativos y la libertad de
acción individual. La segunda afirma la necesidad de incorporar al
cuerpo principal del relato los procedimientos de la misma
investigación, las limitaciones documentales, las técnicas de
convencimiento y las construcciones interpretativas. Nuevamente, el
punto de vista del historiador se convierte en parte intrínseca del
relato.

Giovanni Levi en una entrevista sostiene "Me parece que debe


cambiarse esta visión donde el historiador se presenta en forma
autoritaria: yo digo la verdad y tu entiendes. Esto implica
manipulaciones. En este sentido, la microhistoria introduce mayor
complejidad en la narración"

Reflexiones finales

Es necesario reflexionar porqué, y a pesar del éxito internacional de


esta propuesta historiográfica, sus principales representantes acusan
una crisis o bien dan por finalizado este proyecto. Al respecto
Giovanni Levi afirma de manera contundente "yo creo que hoy nadie
hace microhistoria. Hay una crisis de la microhistoria, en el sentido
que el éxito de la microhistoria en los diarios, las revistas, etc., ha
producido dos cosas: una es ...la historia basura, ocuparse de cosas
que no interesan a nadie, que son muy pequeñas, esta es una suerte
de imagen falsa de la microhistoria [...] Por otra parte, existe una
crisis en la causa por la cual la microhistoria había nacido... A
principios de los ’80: la microhistoria nació como una crítica a una
conceptualización muy fuerte del marxismo, del estructuralismo y en
general era una razón para complicar la conceptualización de la
realidad [...] Hoy me parece que estamos totalmente del otro lado de
la cuestión, todo lo vemos muy complicado pero no tenemos una
interpretación global de la historia".

Pareciera que actualmente y frente a dos procesos- por un lado el


temor a la fragmentación y, por otro, la "vulgarización" de la
propuesta microhistórica- los historiadores italianos vuelven a
propuestas macro para tratar de explicar el pasado histórico.

Y ante la pregunta de si la microhistoria implica un reposicionamiento


del historiador con la sociedad, Levi es muy claro y sostiene: "Este es
un problema que yo remitiría a un debate más general... que es la
crisis del historiador hoy. Hoy los historiadores no son tan
importantes como antes porque la relación con los medios de
comunicación es muy pequeña [...] Uno de los problemas que la
microhistoria se proponía al principio era una relación más informal
con el lector, tener más lectores. Una forma de historia menos
académica, más informal [...] Los historiadores no tienen la
capacidad de responder a la agresión de la vulgarización de la historia
de los revisionistas".

Sin embargo, y a pesar de estas opiniones, gran parte de los


historiadores considera que el proyecto no ha finalizado y que la
microhistoria sigue siendo una vertiente posible para analizar el
pasado histórico. Para Susana Bandieri la microhistoria es casi la
única perspectiva historiográfica "que ha sabido sortear con éxito la
crisis de la disciplina histórica" y reconoce que "buena parte del
actual éxito internacional de la propuesta quizá derive de la habilidad
literaria de sus cultores italianos y de su ámbito particular de
difusión, especialmente en el caso de Ginzburg". De la misma
manera, Darío Barreira considera que hoy hablar de microhistoria no
significa hablar de un objeto muerto, sino que las problemáticas son
significativas para el conjunto de la disciplina histórica.

Parece entonces que el proyecto historiográfico original- en el cual


encontramos las trayectorias de Levi, Ginzburg y Grendi, entre otros-
ha finalizado en su carácter colectivo, pero la microhistoria, como una
manera provocativa y diferente de hacer historia, trasciende con
creces los límites del grupo italiano y fructifica en diferentes partes
del mundo.

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