Está en la página 1de 79

Ensayos críticos

ISSN: 1900 - 480X

Tierras,
justicia y paz
en Colombia


Darío Fajardo Montaña 6
Darío A. Fajardo Montaña

Darío A. Fajardo Montaña (Bogotá. 1945) es ancropólogo de la Universidad


Nacional de Colomhia, Master in Arts de la Universidad de California en
Berkeley (USA), miembro corrapondiente de la Academia Colombiana de
Ciencias Económicas. Actualmente es profesor investigador de la Univcrsidad
Externado de Colombia. Fue oficial de programas/asistente representante FAO
en Colombia (2002-2007), consultor del Banco Mundial en el Proyecto Zonas de
Reserva Campesina (1998-2000), profesor asociado de la Escuela de Economía
de la Universidad Nacional de Colombia (1985-2003), director del Instituto
Amazónico de Invatigaciones Científicas (Sinchi) (1990-1996) y profesor titular
interino de la Universidad Nacional de la Plata (Argentina) (agosto de 1994-
noviembre de 1997).

Publicaciones recientes: "Desplanmientos Forzados en el desarrollo de la


agricultura comercial colombiana". Taula Catalana per la Pau, IV Jornades
Obertes, Barcelona. 2006; "El desplazamiento forzado: una lectura desde la
economía política", en Procuraduría General de la Nación. Territorio,
patrimonio y desplazamiento, Bogotá, 2006; "El contlicto armado y el campo" en
AA. VV. Guerra, sociedad y medio ambiente, Bogotá, Fescol, 2004; Tierra, poder
político y reforma agraria y rural. Bogotá. ILSA. 2002; “Para sembrar la paz hay
que aflojar la tierra”, Bogotá. Universidad Nacional de Colombia, Unibiblos,
2002; "Desarrollo y paz: perspectivas políticas de de las transformaciones
económicas del campo", en Manuel Alcántara y Juan M. Ibeas (eds). Colombia
ante los retos del siglo XXI: Desarrollo, democracia y paz, Salamanca,
Universidad dc Salamanca, 2001 “Colonización y estrategias de desarrollo”,
Bogotá, IICA-Ministerio dcl Medio Ambirnte, 1998 (coautor), entre otras.

Ésta es una publicación de

Espacio crítico Centro de estudios


Bogotá, Colombia. Septiembre de 2010
http://www.espaciocritico.com
Tabla de contenido

Introducción 4

Rasgos actuales de la agricultura colombiana 6


a. La “nueva agricultura”
b. La financiación del modelo
c. Palma africana y agrocombustibles. El
caso del piedemonte de la Orinoquia

La relación entre las tierras y el conflicto social 34


y político
a. El desplazamiento forzado en el control
territorial
b. Avances y obstáculos en el cumplimiento
de la Ley de Justicia y Paz

Conclusiones y recomendaciones 53

Anexos 60

Referencias 76
Introducción

Este informe expone los resultados de una indagación en torno al


desarrollo de las agriculturas de plantación (“nueva agricultura”), sus
relaciones con las políticas de tierras y fomento, así como con el
conflicto social y político agrario colombiano, en particular con los
procesos del desplazamiento forzado; concluye con algunas
recomendaciones derivadas de estos análisis1. La investigación fue
realizada a partir de una propuesta temática y metodológica planteada
ante el Centro Internacional de Toledo para la paz (CITpax) a finales de
2009 y se adelantó con el apoyo de Pedro Medellín Torres, Director del
programa de América Latina, y de Alba Marcellán, gestora del proyecto
de Colombia.

Una de las fuentes más relevantes para este estudio es el Instituto


Colombiano para el Desarrollo Rural (INCODER), sucesor del Instituto
Colombiano para la Reforma Agraria (INCORA); no obstante, a pesar
del carácter público de la información sobre titulaciones de tierras el
acceso a la misma se encuentra restringido, lo cual limita severamente
el análisis. Esta indagación ha sido motivada por una de las facetas más
llamativas del conflicto armado colombiano, cual es la aparente
contradicción entre el reconocimiento del significado que posee la
concentración de la propiedad agraria en este conflicto y la
insignificante atención prestada por el estado y la sociedad a la
solución de este desequilibrio. El estudio examina las orientaciones del
desarrollo agropecuario apreciables a partir de comienzos de la
presente década, las directrices de la política sectorial y sus
indicadores en términos de los recursos asignados. El análisis se apoya
en algunos procesos particulares de este patrón de desarrollo agrario
con énfasis en los conflictos sociales generados y en las decisiones
políticas adoptadas.

1
Para la obtención y elaboración de los materiales estadísticos de este informe se contó con la colaboración
del economista William Chavarro Rojas.

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 4


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

Las fuentes consultadas más relevantes, referenciadas al final de este


texto, incluyen instituciones públicas, organizaciones sociales, y
reconocidos autores y académicos en la materia, así como artículos y
reportajes publicados en diferentes medios de comunicación, en
particular El Tiempo, Semana y el portal de Verdad Abierta.
Adicionalmente, el informe se nutre de las entrevistas sostenidas con
Arcángel Cadena, presidente de la Asociación de desplazados del
Guaviare, con la Junta de Huasanó (Caloto, Cauca) del Proceso de
Unidad Popular del sur-occidente colombiano-PUSOC, con campesinos
de las veredas de Río Loro, Puerto Frazadas y Nogales (Tuluá, Valle),
con miembros de las direcciones de los sindicatos de trabajadores de la
caña de azúcar SINTRAICAÑAZUCOL, SINTRAINAL y SINALCORTEROS (Palmira,
Valle), entrevistas facilitadas por Camilo E. López, miembro de la
Coordinadora Campesina del Valle del Cauca. Juan Manuel Bustillo,
investigador de la Comisión Colombiana de Juristas contribuyó también
al suministro de la información utilizada para el análisis.

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 5


Rasgos actuales de la agricultura colombiana

El significado de la estructura de la propiedad de la tierra en la génesis


de los conflictos armados en Colombia y en su desarrollo económico y
social en general, constituye un tema largamente debatido 2 y ha
generado iniciativas legales de distintos alcances sin que se hayan
superado los principales problemas asociados a ella. La concentración
de la propiedad (ver gráfico 1: Colombia. Distribución de la propiedad
de la tierra) tiene efectos económicos y sociales, políticos y ambien-
tales desfavorables para la viabilidad del país y se traduce en el
incremento de los costos de la producción, en la profundización de la
pobreza y de los desequilibrios en la distribución del ingreso; en el
ámbito político contribuye a la exclusión social y a la ampliación de
formas de poder autoritarias y violentas, factores asociados
directamente con la persistencia del conflicto armado en el país. En
términos ambientales, en la utilización inadecuada de los suelos y
demás recursos del patrimonio natural de la nación.

Gráfico n° 1: Colombia. Distribución de la propiedad de la tierra

Fuente: IGAC-CORPOICA, Zonificación de los Conflictos de Uso de las Tierras en Colombia,


Capítulo II: Cobertura y uso actual de las tierras en Colombia, CORPOICA. Bogotá, 2001

2
Albert Berry, “¿Colombia encontró por fin una reforma agraria que funcione?”, Revista de Economía Institucional,
Vol. 4, N° 6, pp. 24-70, Bogotá, 2000.

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 6


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

De acuerdo con la información suministrada por la Sociedad de


Agricultores de Colombia para un estudio reciente de la FAO sobre la
producción de agrocombustibles, el país cuenta con aproximadamente
17 millones de hectáreas aprovechables para usos agrícolas, equiva-
lentes a una quinta parte del territorio nacional, pero de ellas
únicamente 5 millones cuentan con las infraestructuras requeridas para
su uso inmediato y el aprovechamiento actual no supera esa cifra 3.
Dados los niveles de concentración de la propiedad agraria, parte de los
campesinos sin tierra o con poca disponibilidad de la misma derivan su
subsistencia de la producción obtenida en los ecosistemas frágiles de
los bosques húmedos y páramos.

Las relaciones entre el control de la propiedad y el poder político han


dinamizado los procesos de desplazamiento forzado y, en la medida en
que las modalidades de producción dominantes (agriculturas de plan-
tación, grandes proyectos mineros, energéticos, de infraestructuras 4) se
apoyan en los sistemas vigentes de apropiación y control de la
propiedad, se amplían los efectos de la guerra y se retroalimentan sus
factores causales.

Al lado de estas tensiones entorno a la ocupación del territorio, otras


demandas generan conflictos de naturaleza similar: de una parte, las
impulsadas por los intereses en torno a los recursos del subsuelo
(combustibles fósiles, minerales) y de otra las inversiones en grandes
proyectos (en particular infraestructuras de transporte y turismo).

Este conjunto de fuerzas ha inducido transformaciones de distintos


alcances en las estructuras regionales dando lugar al abandono de las
tierras, deterioros del entorno y los recursos naturales y rees-
tructuraciones en las relaciones sociales en el interior de estos
territorios, en sus articulaciones con otros espacios y con la nación en
su conjunto. Estos procesos tienen distintos alcances y profundidades;
para efectos del análisis propuesto se examinarán algunos de ellos,
seleccionados en función de su relevancia y representatividad, en el
marco de los principales componentes del modelo dominante de
desarrollo agrícola.

El proceso de integración al comercio internacional iniciado en


Colombia desde comienzos de la década de 1990, en particular la

3
Arturo Infante, Santiago Tobón, “Implicaciones de las políticas públicas sobre biocombustibles en la seguridad
alimentaria de países seleccionados de América Latina. Colombia, FAO, 2008; IGAC-CORPOICA, Zonificación de
los Conflictos de Uso de las Tierras en Colombia, Capítulo II: Cobertura y uso actual de las tierras en Colombia,
CORPOICA, Bogotá, 2001.
4
Margarita Flórez et al., Selva Abierta. Vía Pasto-Mocoa e hidrovía del Putumayo, ILSA, Bogotá, 2007.

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 7


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

búsqueda de una mayor competitividad para la comercialización de sus


bienes agrícolas, ahora más expuestos a la oferta internacional, ha
incidido en la estructura de la propiedad, acentuando las tendencias
hacia su monopolización. Las reformas institucionales que acompa-
ñaron a esta nueva fase de las economías internacionales, en buena
parte encaminadas hacia la simplificación de los aparatos estatales y la
desregulación, orientaron la formulación de las políticas de acceso a la
tierra hacia la búsqueda de mecanismos de mercado, más que hacia la
intervención del Estado en la distribución de la propiedad. El resultado
de esta orientación fue la ley 160 de 1994, mediante la cual se
estableció el Sistema Nacional de Reforma Agraria.

Distintos factores, en particular la protección política y fiscal otorgada


en forma sistemática a la gran propiedad5, considerada como instru-
mento del desarrollo, en particular de la vía agroexportadora, hicieron
que los propósitos redistributivos de esta norma no alcanzaran efecto
alguno6. Por el contrario, la presencia creciente del narcotráfico y sus
articulaciones con los poderes políticos y económicos incidió en el
afianzamiento de la tendencia hacia la concentración de la propiedad
agraria, asociado con el desplazamiento forzado de grandes núcleos de
poblaciones rurales y la usurpación de sus tierras.

Esta dinámica ha resultado estimulada por la ampliación de la demanda


de materias primas de origen agrícola y mineral, lo que ha llevado a
expandir las presiones sobre la tierra, en particular en las regiones
campesinas, en los territorios ancestrales de las comunidades de
afrodescendientes e indígenas y en ecosistemas frágiles como es el caso
de algunos páramos y reservas forestales.

Por otra parte, en desarrollo de las políticas de liberalización comercial


han surgido distintos instrumentos como son los Tratados de Libre
Comercio (TLC), los cuales profundizarán seguramente estas tenden-
cias. Uno de ellos, actualmente objeto de negociación entre el gobierno
colombiano y los Estados Unidos, posiblemente introduciría cambios
sustanciales en la producción agrícola nacional y, de paso, en el uso y
propiedad de la tierra, como se desprende de las propuestas del
gobierno para la Orinoquia7.

5
Salomón Kalmanovitz, Enrique López E., La Agricultura colombiana en el siglo XX, FCE, Bogotá, 2006.
6
The World Bank, Colombia: Land Policy in Transition, Report No. 27942-CO, jan. 2004; Machado, Absalón, R.
Suárez (coordinadores), El Mercado de Tierras en Colombia ¿una alternativa viable? CEGA/IICA/TM Editores,
Bogotá, 1999.
7
Cecilia López M., Carimagua un modelo desplazador, Bogotá, 2008.

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 8


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

Puede visualizarse esta perspectiva al advertir lo ocurrido en otros


países de América Latina y en otros continentes, en donde empresas
transnacionales han comenzado a adquirir grandes extensiones de
tierras destinadas a la producción de cultivos para la exportación, en
desmedro de la oferta nacional y de la seguridad alimentaria de los
países en donde se adquieren estas tierras8.

La imposición de un tipo de desarrollo sustentado en la hegemonía de


los grandes dominios territoriales encuentra apoyo en condiciones
institucionales, jurídicas y políticas generadas de manera paralela.
Estas condiciones contemplan el establecimiento y aplicación de
normas favorables a la legalización de la propiedad de tierras
usurpadas, logradas gracias a las correlaciones de fuerzas en el poder
legislativo.

A las anteriores se añaden: el sub-registro de las transacciones


catastrales; procedimientos como la revocatoria de títulos sobre
propiedades otorgados por INCORA/INCODER, las cuales son
reasignadas a nuevos beneficiarios; el establecimiento de contratos
previstos por ley (“alianzas productivas”), las cuales, como lo señala la
experta en tierras Yamile Salinas, contrarían el mandato constitucional
al poner en riesgo el patrimonio de los campesinos beneficiados por
titulaciones; actúan por último fallos de extinción de dominio y compras
forzadas de deudas hipotecarias sobre predios rurales9. A todas estas
prácticas se añaden las limitaciones de la legislación derivada de la Ley
975 de 2005 (Ley de Justicia y Paz), las cuales, “dadas la precariedad
en la tenencia de la tierra y el testaferrato pueden contribuir a
“normalizar” la apropiación y usurpación “ilegal e ilegítima” de las
tierras10.

a. La “nueva agricultura”
Por razones geográficas, climáticas, históricas y económicas la
agricultura colombiana ha estado configurada por distintos tipos de
arreglos productivos cultivos y desarrollos técnicos; a partir de las
transformaciones inducidas por el desarrollo del modelo económico a
nivel internacional desde mediados del siglo XX, se han diferenciado
dos tipos de agricultura: “tradicional” (constituida en gran medida por

8
Congreso de Colombia: intervención del senador Jorge Enrique Robledo en el debate al ministro de Agricultura
sobre la situación del agro colombiano, Comisión Quinta, 5 de agosto de 2009.
9
Yamile Salinas, “Política de tierras en el marco de la Ley de Justicia y Paz”, en Centro Internacional de Toledo pera
la Paz, Observatorio Internacional DDR, Ley de Justicia y Paz, Informe Primera Fase, Madrid, 2008; John Jairo
Rendón, “El catastro alternativo”, Encuentro ILSA, Bogotá, agosto de 2009.
10
Y. Salinas, ob. cit., p. 156.

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 9


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

cultivos transitorios, desarrollada en medianas y pequeñas unidades,


con fuerza de trabajo familiar y asalariada) y “moderna” (compuesta
por cultivos transitorios y permanentes establecidos en unidades
medinas y grandes, superiores a 70 hectáreas, intensiva en capital y
realizada con mano de obra asalariada). Como se verá en este informe,
la “agricultura moderna”, en particular las plantaciones dedicadas a la
producción de bienes agrícolas para la exportación, o la “nueva
agricultura”11, se ha convertido en la principal beneficiada de las
políticas de fomento de la política sectorial, en particular desde
comienzos de la década en curso.

La integración comercial iniciada en los años 1990 tuvo antecedentes


relevantes dos décadas atrás, cuando, a nivel mundial se produjeron
cambios en políticas de inversión, producción y comercialización de
materias primas de origen agrícola y mineral. Eran resultado de las
dinámicas de su oferta y de decisiones en los centros de poder sobre las
inversiones y sus localizaciones, así como sobre la protección a su
producción agrícola en los países centrales (Banco Mundial, FAO,
CEPAL).

Hasta finales de los años 1980 la agricultura colombiana mantenía una


participación en el PIB del 17%12 con un crecimiento cercano al 3% y
mantenía niveles de producción y áreas en producción que no se han
alcanzado nuevamente. Durante la década de 1990 estas políticas
tomaron cuerpo en términos de la asignación de recursos de inversión,
reorganización y relocalización de la producción y comercialización de
alimentos y materias primas de origen agrícola, una parte de los cuales
corresponde al subsector de los Agrocombustibles. En esta coyuntura
las políticas económicas del país, en consonancia con las directrices
internacionales mencionadas dieron un giro a sus prioridades en
beneficio del sector empresarial pero en desmedro de los componentes
favorables a la mediana y pequeña producción agrícola como puede
advertirse en la tendencia seguida por las inversiones en los rubros del
desarrollo rural (ver gráfico nº 2: Colombia. Distribución Inversión
Rural por rubros 1995-2008).

La producción sufrió cambios considerables: de una parte, el área


cultivada, en ese entonces cercana a los 5 millones de hectáreas perdió
poco más de 700 mil hectáreas, equivalentes al 15% del total, afectando
principalmente a los cultivos temporales; al mismo tiempo los cultivos
permanentes iniciaron una expansión sostenida desde entonces. En

11
Carlos Gustavo Cano S., La nueva agricultura en Colombia, IICA, Bogotá, 1999.
12
Misión del Estudio del Sector Agropecuario, Estrategias y Políticas para el Desarrollo Agropecuario en Colombia,
Bogotá, 1990, t. 1, p.16.

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 10


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

1990 se sembraron 2.5 millones de hectáreas de cultivos semestrales y


1.2 millones en permanentes, en tanto que en 1997 las siembras fueron
de 1.6 millones de hectáreas en semestrales y 1.4 en permanentes. En
estos últimos los incrementos anuales más importantes fueron los de las
frutas (8.5%), palma africana (6.9%), caña de azúcar (5.5%) y banano
(3.7%)13.

De acuerdo con el registro que hiciera la Encuesta Nacional


Agropecuaria de 1995, se advierte una correlación entre el tamaño de
las explotaciones y el uso agrícola de las mismas, según la cual las
explotaciones mayores destinan a la producción de alimentos
superficies relativamente menores que las asignadas por las unidades
más pequeñas. Consecuencialmente, en la medida en que tiende a
profundizarse la concentración de la propiedad se reducen las áreas
dedicadas a la agricultura de los cultivos temporales, característicos de
la economía parcelaria. En los años recientes esta tendencia no ha
estado acompañada por incrementos sensibles en la productividad que
compensen la reducción de las áreas destinadas a la producción de los
cultivos temporales destinados a la alimentación. Según la encuesta
citada, las fincas de mayor tamaño, en este caso de más de 500
hectáreas, comprendían el 42% de las tierras dedicadas a la ganadería,
uso al cual asignaban más del 15% de su superficie; entre tanto los usos
agrícolas solamente abarcaban el 0.8% de sus superficies, mientras las
fincas con menos de 5 hectáreas a destinaban a la agricultura el 6% de
su superficie14.

De esta manera, al disminuir las tierras bajo control de la pequeña


propiedad descienden las áreas asignadas a cultivos temporales,
propios de la producción parcelaria15. La reducción de la oferta agrícola
ha sido compensada desde entonces con importaciones crecientes de
bienes de origen agrícola y pecuario, pero sin una adecuada
reasignación de la mano de obra desalojada de la producción agrícola.
De acuerdo con la Contraloría General de la República, en 2002 se
importaron 5 millones de toneladas de alimentos y materias primas de
origen agrícola en tanto que para 2008 estas importaciones superan los
8 millones de toneladas16.

13
Carlos Felipe Jaramillo, Crisis y transformación de la agricultura colombiana 1990-2000, Fondo de Cultura
Económica y Banco de la República, Bogotá, 2002.
14
DANE, Encuesta Nacional Agropecuaria. Resultados 1995, Bogotá, 1996, cuadro 5.
15
A este respecto, al analizar los efectos económicos de los desplazamientos forzados, Ana M. Ibáñez en su estudio
Hacia una política proactiva para la población desplazada en Colombia, Washington, 2006 (citado por Cecilia López
M., Carimagua, un modelo desplazador, Bogotá, 2008) expone la incidencia del desarrollo de las plantaciones de
palma aceitera en el desplazamiento y los efectos de estos desplazamientos en la producción alimentaria.

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 11


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

Siguiendo el estudio citado del Banco Mundial, la reducción de las


superficies sembradas afianzó la subutilización de la tierra en
Colombia; según esta fuente, “solo el 30% con aptitud agrícola es
utilizada para este propósito... en tanto que el doble del área adecuada
para pastos es dedicada a la ganadería” 17. En este mismo sentido, el
estudio realizado por el Instituto Geográfico Agustín Codazzi (IGAC)
junto con la Corporación Colombiana de Investigaciones Agrícolas
(CORPOICA) señala como de 14 millones de hectáreas aptas para la
agricultura, escasamente se están utilizando poco mas de 4 millones 18,
pero frente a los 19 millones aptas para ganadería se han dedicado 39
millones a pastos, con un hato de no más de 25 millones de cabezas.19
Al lado de la subutilización de los suelos ocurre la destrucción
generalizada de los ecosistemas en su conjunto, mediante prácticas
como quemas de rastrojos, talas indiscriminadas, mecanización y riegos
inadecuados, todos los cuales han conducido a procesos extendidos de
erosión, compactación, desertificación y salinización de los suelos. De
acuerdo con el Instituto e Investigaciones Ambientales (IDEAM) en
2001, el 33.9% de los suelos del país estaban afectados por grados de
erosión entre “moderada” y “muy severa”, al tiempo que en la región
Caribe el 28.3% de los suelos se encontraba salinizado20.

En cuanto a la agricultura parcelaria, las formas de propiedad y


sucesión dominantes en las áreas de minifundio, generan la subdivisión
de las fincas hasta escalas improductivas (“microminifundio”); los
sistemas de producción generalizados en ellas, caracterizados por la
explotación intensiva de los recursos naturales con cortos períodos de
barbecho debidos a la limitada disponibilidad de tierras, generan
deforestaciones, pérdida de cubiertas vegetales, disminución de la
biodiversidad y de la retención del recurso hídrico y erosión de los
suelos.

Todas estas circunstancias dan como resultado la pérdida del potencial


productivo en estas áreas, la agudización del empobrecimiento de los
moradores y su emigración, en la medida en que la mano de obra

16
La institucionalización del sector Agropecuario, Contraloría General de la República, Bogotá, 2002, presentación de
Carlos Ossa E., Contralor General. Aurelio Suárez, Precios de la importación de alimentos 2002-2008 (Tabla 1).
17
The World Bank, op. cit., pp.10-11.
18
En términos de superficie cultivada (2000-2002) los principales productos son café, maíz, arroz, plátano, caña para
panela, yuca y caña de azúcar; en términos de valor: café, frutales, plátano, arroz, hortalizas, flores, papa, banano;
Ministerio de Agricultura, La Agricultura colombiana frente al Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos,
Bogotá, 2005; ver Tabla 5, p. 12.
19
IGAC-CORPOICA, Zonificación de los Conflictos de Uso de las Tierras en Colombia, Capítulo II: Cobertura y uso
actual de las tierras en Colombia, CORPOICA. Bogotá, 2001.
20
Tomás León, Liliana Rodríguez, Ciencia, Tecnología y Ambiente en la Agricultura colombiana, Cuadernos Tierra y
Cultura, ILSA, Bogotá, 2002, pp.18 y sigs.

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 12


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

excedente debe buscar trabajo en las demandas temporales de las


zonas aledañas de agricultura campesina, en los mercados más alejados
de la agricultura comercial, en las demandas ocasionales de traba-
jadores no calificados en los mercados urbanos, en la ampliación de
infraestructuras viales, la explotación de recursos del subsuelo o en la
ampliación de la frontera agraria, incluyendo las labores de los cultivos
proscritos.

A pesar de estos procesos, los estudios sobre el abastecimiento


alimentario de las ciudades muestran como una proporción del 63% de
los bienes agrícolas y el 30% de los pecuarios los proporcionan
productores campesinos. En el caso de Bogotá, los 2.8 millones de
toneladas de alimentos que ingresaron a la capital en 2002 fueron
proveídos por 516 de los 1.089 municipios del país (47%) y de ellos el
70% fue producido por economías campesinas, localizadas básicamente
en las áreas rurales de Bogotá y los departamentos de Cundinamarca,
Boyacá (hortalizas, tubérculos, lácteos), Tolima, Meta, Santander21.

b. La financiación del modelo


La asignación de recursos públicos para el sector agropecuario ha
seguido dos tendencias a partir de la década de 1990. En primer lugar,
el descenso de los rubros destinados al “desarrollo rural”, en particular
a las agriculturas campesinas, las cuales anteriormente fueron
favorecidas en alguna medida con recursos para programas de reforma
agraria, colonizaciones, proyectos de mujeres campesinas, empleo
rural, infraestructuras, servicios, proyectos comunitarios de bosques,
etc. De acuerdo con la información proporcionada por el Departamento
Nacional de Planeación, en el decenio 1995 a 2006 la inversión pública
en desarrollo rural descendió desde el 35,6% al 0,9%, recuperando algo
de participación en 2001 con el 26,9%. Al desaparecer los programas
de desarrollo rural integrado, sus recursos cayeron del 25,9% a 0%, en
tanto que los recursos para proyectos con mujeres campesinas se
redujeron de 3,5% a 0,9% (ver gráfico n° 2: Inversión pública en
desarrollo rural), en contraste con el comportamiento ascendente de los
recursos de apoyo a la “nueva agricultura”, en particular los incentivos
a la capitalización rural (ICR) y el programa de subsidios Agro Ingreso
Seguro-AIS, creado en la Ley 1133 de 2007 (ver gráfico n°3: Inversión
pública en apoyos directos agrícolas). Un componente particularmente
desfavorecido ha sido la reforma agraria: entre 1995-2008 la asignación
ha sido marcadamente descendente al transitar del 15.9% al comienzo

21
VVAA, Bogotá: autonomía agroalimentaria. Diálogos y controversias, Planeta Paz, Bogotá, 2006, pp. 46 y sigs.

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 13


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

del período de referencia al 1.2% en 2004 (ver gráfico n° 5: Colombia.


Inversión pública en reforma agraria 1995 -2008).

Esta tendencia refuerza la implantación de cultivos que requieren una


amplia gama de subsidios, los cuales se van conformando a través de
los precios establecidos para los consumidores, la baja tributación
sobre la propiedad de la tierra, transferencias directas, como las
proporcionadas por el programa Agro Ingreso Seguro (AIS), establecido
por la ley 1133 de 2007, y normas sobre la obligatoriedad del consumo
de productos derivados, como en el caso de los agrocombustibles (leyes
939/2001 sobre mezclas y 939/2004 sobre producción y consumo de
biodiesel)22.

Los episodios asociados con la asignación de los subsidios para


empresarios agrícolas contemplados en el programa AIS ilustran la
naturaleza de la “vía de crecimiento agrario” asumida por la dirigencia
del país. De acuerdo con la información suministrada por el
Departamento Nacional de Planeación, la participación de los apoyos
directos en la inversión total agrícola, asciende de 10% a 57%. Se
destaca la creación del AIS, de $850.000 millones, que aumentó del
35% en 2007 al 43,8% en 2008; a partir de 2005, los demás rubros ya
van descendiendo, el ICR cae desde 2006 (ver gráfica n° 3: Inversión
pública en apoyos directos agrícolas 1995-2008).

Estos comportamientos ofrecen plena coherencia con la perspectiva


política y los planes de desarrollo de esta administración, con la
concepción y tránsito de la ley de desarrollo rural, declarada
inconstitucional, con sus políticas laborales y con las decisiones sobre
dotaciones de tierras para campesinos desplazados por la guerra. Un
caso emblemático de este proceso es el del predio Carimagua 23; este
extenso predio de propiedad estatal, propuesto para ser entregado a
familias desplazadas en atención a las exigencias planteadas al
gobierno por la Corte Constitucional para atender a estas víctimas,
quiso ser luego entregado a grandes productores de palma africana,
alegando, por parte de altos funcionarios cercanos a los empresarios,
que los desplazados carecían de recursos para explotar estas tierras.

22
Arturo Infante, Santiago Tobón, obra citada; Mario Pérez, Paula Álvarez, Deuda social y ambiental del negocio de
la caña de azúcar en Colombia, Semillas, Bogotá, 2009.
23
Cecilia López M., Carimagua, modelo desplazador, Partido Liberal Colombiano, Bogotá, 2008.

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 14


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

Gráfico n° 2: Colombia. Inversión en desarrollo rural 1995 - 2008

Rubros: DRI, programas de desarrollo Rural Integrado; Inderena (referido a programas con campesinos
anteriormente financiados desde el Instituto Nacional de Recursos Naturales, actualmente Ministerio del
Ambiente). Fuente: Oficina Comercialización y Financiamiento Agropecuario. Departamento Nacional de
Planeación – DNP. (2010). Cálculos de los autores.

Precios de las importaciones de alimentos 2002-2008 (USD


tonelada)
Producto 2002 2008
Maíz amarillo 96 249
Maíz blanco 148 259
Trigo 172 485
Arroz 242 524
Cebada 133 485
Fuente: Aurelio Suárez, La verdadera vulnerabilidad alimentaria de Colombia, La Tarde, Pereira, 28 de
abril, 2009

Consecuente con este propósito, la política gubernamental se orientó a


fortalecer la “vocación exportadora” y a la par con la caída de la
producción de los alimentos de consumo directo se produjo el apoyo al
crecimiento de los cultivos permanentes o de “tardío rendimiento”
(palma africana o aceitera, plantaciones forestales, frutales) 24, los
cuales llegaron a ser elemento central en el plan de desarrollo del
presidente Álvaro Uribe para un eventual gobierno hasta el año 201925.

24
Carlos F. Jaramillo, Crisis y transformación de la agricultura colombiana 1990-2000, FCE, Bogotá, 2002.
25
Departamento Nacional de Planeación, 2019 Visión Colombia II Centenario, Editorial Planeta, Bogotá, 2005.

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 15


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

Gráfico n° 3: Colombia. Inversión pública en apoyos directos


agrícolas 1995 - 2008

Fuente: Oficina Comercialización y Financiamiento Agropecuario. Departamento Nacional de Planeación


– DNP. (2010). Cálculos de los autores.

No obstante, las exportaciones agrícolas se encuentran sometidas a una


doble presión: de una parte la competencia con productores altamente
subsidiados, como ocurre con la oferta norteamericana; de otra, la de
los ya mencionados costos relativos de la producción colombiana,
circunstancias que reducen la rentabilidad de las exportaciones. Ante
esta reducción de la rentabilidad de las exportaciones, el gobierno ha
fomentado la concentración de la propiedad a través de estímulos como
subsidios selectivos, al tiempo que ha presionado, mediante fuerte
represión a los sindicatos de trabajadores la flexibilización laboral con
miras en la reducción de costos de la producción 26; y, en el caso de los
agrocombustibles, ha establecido la obligatoriedad del consumo de las
mezclas, en beneficio de los grandes productores.

Como se deriva de los análisis de la historiadora Catherine LeGrand 27,


la defensa de la gran propiedad fue una de las políticas dirigidas al
afianzamiento de la pretendida vocación exportadora del país. Décadas
de frustración en torno a un reparto agrario llevaron finalmente al país

26
Las primeras expresiones de estas políticas fueron las reformas laborales contempladas en las leyes 50 de 1990 y
789 de 2002. Estas políticas, derivadas del consenso de Washington, fueron coherentes con el criterio explícito de
los hacedores de la política económica oficial de inducir la reducción de los costos laborales evitando incrementos
de los salarios, todo ello en beneficio de la estabilidad económica.
27
Catherine LeGrand, Frontier Expansion and Peasant Protest in Colombia 1830-1936, University of New Mexico
Press, Albuquerque, 1986.

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 16


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

a exhibir uno de los niveles más elevados del mundo en la


concentración de la propiedad28. En la coyuntura planteada a partir de
los años 90 y más específicamente desde la administración del
presidente Uribe, el afianzamiento de esta vía para el crecimiento
agrario se ha nutrido con la sostenida tendencia hacia la concentración
de la propiedad y el abandono de las intervenciones en reforma agraria
(ver gráfico n° 5: Inversión pública en reforma agraria). Según Ana
María Ibáñez, la monopolización de la propiedad agraria se ha
agudizado en esta década con respecto a su comportamiento en años
anteriores: un coeficiente de Gini del 0.85 en 2003 se incrementó al
0.87 en 200929.

Este rasgo, fundamental en la acumulación originaria del capital, tiene


en nuestro caso como particularidad la aplicación sistemática de la
violencia como instrumento de la expropiación, practicada por grupos
armados al margen de la ley y en ausencia de un estado que garantice
el equilibrio y redistribución de los predios. En esta tendencia estarían
convergiendo las iniciativas dirigidas hacia la legalización de los bienes
usurpados mediante el terror paramilitar, muchas veces acompañada
por el del propio estado.

Este proceso, registrado y denunciado de manera sistemática, también


habría de fortalecerse con los alcances de la política de titulación de
tierras derivados de la ley 1152 de 2007 (declarada inconstitucional),
en particular los decretos sobre saneamiento de títulos. Como lo enseña
la historia agraria, la tierra se controla para controlar a la gente 30 y así
lo reitera el desarrollo reciente de la política laboral colombiana. De
manera coherente con la sobreoferta de mano de obra resultante del
desplazamiento forzado y la usurpación de tierras los estrategas de esta
vía de crecimiento pusieron en marcha directrices del Banco Mundial
en torno a la “flexibilización laboral” para elevar la “competitividad” de
la economía colombiana.

En este marco se han desarrollado, con no pocas dificultades, los


acuerdos de un tratado de libre comercio con los Estados Unidos y ha
sido precisamente en el sector agropecuario en donde han surgido las
mayores críticas a esta adhesión, derivadas de sus debilidades
estructurales, ahora agravadas por las amenazas inherentes al
desmantelamiento de las protecciones tarifarias y comerciales.

28
De acuerdo con el Banco Mundial, el coeficiente de Gini para la concentración de la propiedad rural en Colombia
alcanzaba el 0.85 hacia 2003 (Colombia. Land Policy in Transition, 2004).
29
Ana M. Ibáñez, La concentración de la propiedad rural en Colombia: conflicto, desplazamiento forzoso y efectos
productivos, Universidad de Los Andes, presentación, mayo 2009 (con base en IGAC, 2009).
30
Hans Binswanger et al., Power, Distortions, Revolt, and Reform in Agricultural Land relations, The World Bank,
WPS 1164, 1993.

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 17


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

Ante estos riesgos, denunciados por gremios del sector y movimientos


sociales, el gobierno propuso el conjunto de ayudas contemplado en la
ley 1133 de 2007, programa Agro Ingreso Seguro. El propósito de la
medida era compensar la vulnerabilidad comercial de la producción
nacional ante la competencia de la producción de otras procedencias,
derivada de sus problemas estructurales. Esta vulnerabilidad resulta de
sus elevados costos relativos ante una competencia que tampoco es
transparente, dados los elevados subsidios con los que los países
centrales, en particular los Estados Unidos, protegen de manera
selectiva a sus productores31.

Como es conocido, los costos de producción agregan los de tierra,


crédito, insumos, mano de obra, transportes. En nuestro caso, los
controles monopólicos ejercidos por el poder terrateniente, las
multinacionales de los agroquímicos y la banca elevan estos costos.
Gran parte de ellos podría reducirse con políticas dirigidas hacia el
control y desmantelamiento de estos monopolios, como serían la
reforma agraria, la definición de tasas de interés adecuadas al
propósito estratégico de la seguridad alimentaria, desarrollos
tecnológicos, dotación de infraestructuras de transporte, etc. No
obstante, el carácter hegemónico de los intereses monopólicos ha
terminado orientando la asignación de los recursos públicos hacia
propósitos excluyentes, traducidos en transferencias de subsidios
selectivos para grandes empresarios agrícolas con déficit productivo,
también favorecidos con exenciones fiscales.

Las tierras para la “nueva agricultura”

Como ya se ha señalado, durante el período abarcado entre principios


de la década de 1990 hasta el presente, al lado de la crisis de la
producción alimentaria se ha afianzado la tendencia hacia la
concentración de la propiedad rural, documentada en varias fuentes.
Según un estudio de IGAC-CORPOICA, en 2002 las fincas con más de
500 hectáreas controlaban el 61% de la superficie predial y pertenecían
al 0.4% de los propietarios (ver gráfico n° 1) 32. A este respecto el Banco

31
Ministerio de Agricultura, La Agricultura colombiana frente al Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos
(Luis J. Garay, director), Bogotá, 2005; Jorge E. Robledo, La verdadera hecatombe. El debate del TLC permanece,
Ediciones Aurora, Bogotá, 2009.
32
IGAC-CORPOICA, Zonificación de los conflictos de uso de tierras en Colombia, Bogotá, 2002, según esta
fuente, en 1984 las fincas menores de 5 ha correspondían al 65.7% de los propietarios y controlaban el 5% de la
superficie; en 1966 representaban el 66.8% y controlaban el 4.3% de la superficie; en 2001, las fincas menores de 3
ha, pertenecían al 57.3% de los propietarios y controlaban el 1.7% de la superficie. Igualmente, para 1984 las fincas
con más de 500 ha correspondían al 0.5% de los propietarios y controlaban el 32.7% de la superficie; en 1996
pertenecían al 0.4% de los propietarios y controlaban el 44.6% de la superficie; en 2001 estas fincas aún

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 18


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

Mundial estima un coeficiente de Gini de 0.81 con base en el avalúo


catastral y de 0.85 con base en el área bruta 33. Esta característica de la
estructura de la propiedad se acentuó al tiempo con la agudización del
desplazamiento forzado: de acuerdo con Ana María Ibáñez, entre 2000
y 2009, en particular a partir de 2005, la propiedad de la tierra rural se
concentró aún más, particularmente en el 56.6% de los municipios, lo
que elevó el coeficiente mencionado en un 2.5%.34

En este proceso ha incidido el ingreso de los recursos del narcotráfico,


legalizados parcialmente a través de la adquisición de bienes raíces
urbanos y rurales. El vice Contralor General de la República, en un foro
convocado por la Contraloría General en junio de 2005 en torno a la ley
333 de 1996 sobre extinción de dominio 35 expuso los estimativos sobre
las tierras controladas por narcotraficantes y paramilitares, las cuales
fueron calculadas en más de 4 millones de hectáreas, proporción que ha
reforzado la concentración monopólica de la propiedad y reiterado el
significado político y estratégico de la gran propiedad territorial. Este
estimativo puede considerarse conservador frente al planteado por la
Comisión de Seguimiento a la política pública sobre desplazamiento
forzado, de 5.5 millones de hectáreas36; los registros de las hectáreas
abandonadas por parte de la oficina de Acción Social de la Presidencia
dan una cifra de 6.673503 hectáreas37 (ver mapas n° 2 y n° 3 sobre
tierras abandonadas y homicidios asociados a desplazamientos).

Por el contrario, la expansión de la agricultura de plantación, en


particular desde comienzos de la década de 2000, a más de las tierras
apropiadas por el paramilitarismo, ha contado con generosas gestiones
por parte del estado a través del INCODER. Estas incluyen desde
extensas titulaciones, como las otorgadas a un senador de la coalición
del gobierno así como a personas allegadas a él, en predios del
municipio de La Primavera, Vichada, de cerca de 38 mil hectáreas 38,

correspondían al 0.4% de los propietarios y controlaban el 61.2% de la superficie.


33
The Word Bank, op. cit., pp. 9-10.
34
Ana María Ibáñez, “La concentración de la propiedad rural en Colombia: conflicto, desplazamiento forzoso y
efectos productivos” (presentación en power point), Bogotá, 2009.
35
Luis B. Flórez, “Extinción de dominio, reforma agraria, democracia y paz”, en Economía Colombiana, edición
309, junio-julio 2005, Bogotá. Los alcances de esta ley fueron discutidos igualmente durante los debates a la
llamada “Ley de Justicia y Paz” mediante la cual la administración Uribe proporcionó el marco jurídico para la
legalización de los grupos paramilitares, a mediados de 2005.
36
Comisión de Seguimiento a la política pública sobre desplazamiento forzado, El reto ante la tragedia humanitaria
del desplazamiento forzado: reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes (vol. 5), Bogotá, 2009.
37
Información del Registro Único de Predios y Territorios Abandonados por la violencia RUPTA, INCODER, marzo
de 2010.
38
Se trata del senador Habib Mehreg, actualmente en prisión por sus vínculos con el jefe paramilitar Carlos Mario
Jiménez (a. Macaco); este último fue extraditado a los Estados Unidos por narcotráfico. A propósito, el portal
eltiempo.com/justicia, 5 de junio de 2008 refiere: “Más de 38 mil hectáreas del Vichada pasaron ilegalmente a
manos de amigos de senador Habib Mehreg”. El Tiempo encontró entre los beneficiarios a dirigentes del partido

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 19


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

hasta reversiones de títulos de antiguos beneficiarios de la reforma


agraria por incumplimiento de las condiciones pactadas en el contrato
de titulación, generalmente debidas a los desplazamientos forzados,
“englobados” dentro de títulos concedidos a nuevos beneficiarios39

c. Agricultura de plantación:
palma africana y agrocombustibles: el piedemonte de la
Orinoquia

El desarrollo de las plantaciones de palma aceitera o africana, actividad


ha contado con un amplio apoyo de las últimas administraciones al
tiempo que ha generado denuncias por atropellos generalizados contra
comunidades victimizadas por el terror y los destierros que han
favorecido en muchos casos la implantación y expansión de la
palmicultura40. La expansión de las plantaciones palmeras ha sido
objeto de mayor atención gremial y gubernamental a partir de los años
1990 debido al creciente interés en torno a uno de sus derivados, los
agrocombustibles, a los que posteriormente se hará referencia más
detallada.

Los primeros pasos de la palmicultura fueron las siembras


experimentales realizadas a comienzos de los años 1930 en distintas
regiones del país: la costa atlántica, Cundinamarca, Caquetá y
Putumayo41. A partir de los años 1960 se inició su gradual expansión, la
cual coloca a Colombia, con más de 300 mil hectáreas actualmente,
como quinto país productor, si bien media una abismal diferencia con
los principales productores (Malasia, con 3 millones de hectáreas e
Indonesia/Kalimantán con 1.5 millones).

En cuanto al fomento de su organización productiva, desde finales de


los años 90 los gobiernos han impulsado los acuerdos conocidos como
“alianzas productivas” promovidas por agencias multilaterales como la
FAO, la CEPAL y el Banco Mundial y acogidas por el gobierno

político Colombia Viva, (perteneciente a la coalición del gobierno), un concejal de Pereira y al gerente de la
empresa de servicios públicos Serviciudad del municipio de Dosquebradas (departamento de Risaralda)”.
39
Entrevista con funcionarios de INCODER, Bogotá, marzo de 2010.
40
Los conflictos generados por las condiciones en las que se ha establecido una proporción importante de las
plantaciones de palma aceitera aparecen planteados en: F. Mingorance et al, El cultivo de la palma africana en el
Chocó. Legalidad Ambiental, Territorial y Derechos Humanos, Human Rights Everywhere, Diócesis de Quibdó,
Bogotá, 2004 y en testimonios como los recolectados en AAVV, Agrocombustibles: Llenando tanques, vaciando
territorios, Censat Agua Viva, Proceso de Comunidades Negras, Bogotá, 2008.
41
María M. Aguilera, Palma Africana en la Costa Caribe: un semillero de empresas solidarias, Centro de Estudios
Económicos Regionales, Banco de la República, Cartagena, 2002.

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 20


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

colombiano42. Este instrumento ha sido aplicado para el fomento de


diversos cultivos entre ellos la palma africana. A través de las
“alianzas” el gobierno propicia el establecimiento de relaciones
contractuales entre grandes, medianos y aún pequeños productores con
el fin de lograr incrementos de la productividad y el aprovechamiento
más eficiente de los recursos, para lo cual proporciona subsidios y
estímulos fiscales los cuales benefician principalmente a grandes
empresarios.

En 2009 el gremio palmero FEDEPALMA, con el apoyo de la USAID,


realizó una evaluación del funcionamiento de las alianzas productivas.
El informe de esta evaluación43 (citado en adelante indistintamente
como Estudio FEDEPALMA) señala que el 28.5% de la palmicultura del
país es manejada dentro de estos acuerdos, los cuales cubren poco más
de 50 mil de las 330 mil hectáreas sembradas en el país. En ellas
participan cerca de 4 mil pequeños productores, cada uno de los cuales
tiene en promedio 12.8 has sembradas en palma. El ejercicio se realizó
en 14 municipios de las zonas palmeras del país44, recolectó
información en 24 de estas alianzas, correspondientes a la mitad de
estos acuerdos.

El estudio, altamente favorable al proceso, no deja de advertir algunas


de sus limitaciones. Revela que la participación de los empresarios y los
proveedores está motivada por las facilidades del acceso al crédito y
otros incentivos del gobierno: 20 de las 21 alianzas visitadas obtuvieron
créditos bancarios para la implementación del proyecto y 18 accedieron
al incentivo a la capitalización rural (ICR) establecido en la ley 101 de
1993; adicionalmente cuentan, en condiciones monopsónicas a la
provisión de materia prima, gracias a lo cual el 80% de las “empresas
ancla” tiene previsto ampliar la extracción y el 75% prevé ampliar sus
compras a proveedores45. Sin embargo, no se ocultan problemas como
las incertidumbres de los proveedores sobre la baja capacidad de
negociar los precios de venta de sus cosechas a las “empresas ancla”,
explicada de esta manera en el estudio: “El conflicto causado por el
porcentaje de liquidación del precio entre la empresa ancla y los
proveedores aliados se debe principalmente a la falta de claridad en la

42
Página Web de la FAO: www.infoagro.net RLC-Alianzas productivas, Santiago, octubre de 2001.
43
FEDEPALMA/CECODES/USAID-MIDAS, Estudio de alianzas de palma africana a nivel nacional, Bogotá, 2009.
44
Las zonas palmeras: Central (Santander, Cesar, Bolívar, N. de Santander), Norte (Bolívar, Magdalena, Atlántico,
norte de Antioquia, Córdoba, Sucre, Guajira), Occidental (Nariño/municipio de Tumaco, Valle del Cauca, Guapi) y
Oriental (Meta, Casanare, Caquetá, Vichada). La evaluación recolectó información en los municipios de San Pablo,
Simití, Cantagallo, María La Baja, Arjona, Mahates (Bolívar), Tibú, Sardinata, Cúcuta (N. de Santander), Puerto
Lleras, Puerto Rico (Meta), La Doctrina (Córdoba), Sabana de Torres, Rionegro (Santander).
45
Estudio FEDEPALMA, p. 14.

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 21


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

información a todos los productores sobre la manera de calcular el


precio y los costos de transporte, asistencia técnica y otros que pueden
estar implícitos en el precio, y a la falta de figuras de arbitraje entre las
partes” 46

A estas dificultades se añaden las limitaciones para el mejoramiento de


su producción y productividad debido a las carencias de recursos
económicos y a los riesgos fitosanitarios (en particular la patología de
origen desconocido y denominada “pudrición del cogollo” 47), lo cual se
traduce igualmente en restricciones para el mejoramiento del manejo
ambiental de la producción, las cuales generarán dificultades a la
comercialización internacional, sujeta a procesos de certificación, de
alcance incierto para los pequeños productores. Finalmente se
advierten la verticalidad de las decisiones a favor de las empresas, la
elevada dependencia de la financiación que realiza el gobierno
norteamericano a través del programa MIDAS, de la USAID, de los
recursos de fortalecimiento técnico y organizacional, fuente que provee
recursos para el 71% de las “alianzas” y que se encuentra en proceso
de cierre.

En consonancia con la búsqueda de la “vocación exportadora”, el


Estado, de la mano de los empresarios interesados, amplió la
exploración sobre las perspectivas de exportación para los agrocom-
bustibles. El carácter limitado de las reservas de combustibles fósiles y
el manejo de sus precios por las empresas transnacionales que
controlan buena parte de su suministro han estimulado la búsqueda de
fuentes alternativas de energía, entre ellas los combustibles de origen
agrícola.

En 2001 el gobierno colombiano inició un programa al respecto con la


“ley de alcohol” (ley 693 de 2001) pero fue a partir del siguiente
gobierno cuando se intensificó el propósito de sustituir los combustibles
fósiles, como lo expresan el plan de desarrollo Visión 2019 y docu-
mentos posteriores como la ley 939 de 2004 y el Plan Nacional de
Biocombustibles de 2007. Al tiempo con estas directrices, en las que se
definieron los propósitos de la sustitución, el gobierno estableció otros
instrumentos y políticas de apoyo directo e indirecto al programa de
agrocombustibles, con énfasis en las agroindustrias de la caña de
azúcar y la palma africana, fuentes de etanol y biodiesel,
respectivamente.

46
Ibídem, p.36.
47
Ver www.cirad.fr : “pudrición del cogollo”

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 22


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

El desarrollo de los agrocombustibles como sustituto parcial de los


derivados del petróleo ha sido cuestionado a causa de las implicaciones
que han tenido en muchos casos para las poblaciones locales así como
también de la competencia que representan en cuanto a tierra, aguas e
insumos, para la producción de alimentos48. Colombia no es una
excepción en los casos de la caña de azúcar y la palma africana, cultivo
este último al cual se hará referencia en este estudio; igualmente las
condiciones políticas y sociales con las que se ha producido su
expansión han generado extendidas polémicas49.

Un calificado estudio de la FAO sobre el programa colombiano de


agrocombustibles50 desnuda algunas de sus más protuberantes
debilidades. Si bien sus autores señalan las ventajas de los desarrollos
productivos y comerciales de estas dos agroindustrias, destacan
igualmente sus limitaciones. En el caso de la palma, contaría con
superficies aptas diez veces superiores a las actualmente sembradas
(aproximadamente 350 mil hectáreas) pero no se dispone de suficiente
capacidad para su procesamiento y su ampliación requeriría
inversiones que no se han concretado. En cuanto a la caña de azúcar
existe capacidad instalada suficiente para el área sembrada (cerca de
200 mil hectáreas) pero la expansión del cultivo implicaría poner en
riesgo el abastecimientos de alimentos básicos como el azúcar y la
panela y las exportaciones de la primera, además de las amenazas
contra el agua requerida por los cultivos de las vertientes,
particularmente campesinos, las cuales no son tenidas en cuenta en el
informe citado.

No obstante, el grueso de las limitaciones para la perspectiva de


exportación de los productos de estas dos agroindustrias se encuentra
en los costos de producción. Comparados con los de los principales
competidores, Estados Unidos y Brasil, en el caso del etanol, Indonesia
y Malasia en el del biodiesel, no dan perspectiva a las exportaciones
colombianas. Según el estudio de Infante y Tobón, el costo del barril de
etanol en Colombia para 2007 era de USD63, frente a USD47 de
Estados Unidos y USD36 de Brasil. Con respecto al aceite, el costo del
barril en Colombia es de USD618 frente a USD216 de Malasia y
USD154 de Indonesia.

48
Mingorance, F. et al., El cultivo de la palma africana en el Chocó. Legalidad Ambiental, Territorial y Derechos
Humanos, Human Rights Everywhere, Diócesis de Quibdó, Bogotá, 2004.
49
Miguel Fadul O., Alianzas por la paz, Banco Mundial, Bogotá, 2002.
50
Arturo Infante V., Santiago Tobón R., Implicaciones de las políticas públicas sobre biocombustibles en la seguridad
alimentaria de países seleccionados de América Latina. Colombia, FAO, Roma, abril de 2009.

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 23


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

Desde la perspectiva de los costos de producción el estudio aborda el


tema del empleo particularmente en el caso de la caña de azúcar: con
miras en la disminución de sus costos laborales y de las tensiones
surgidas en las relaciones de las empresas con los trabajadores por la
aplicación de medidas de “flexibilización laboral” como son las deri-
vadas de la operación de las llamadas Cooperativas de Trabajo
Asociado, el gobierno ha propuesto la mecanización del corte de la
caña. No obstante, tal como lo establece el estudio, el corte sin
mecanizar de una superficie de 200 mil hectáreas de caña de azúcar
dedicadas a la producción de etanol requeriría 13.25 millones de
jornales, cifra que se reduciría a 4.86 millones de jornales al meca-
nizarlo. Estas proporciones, en un panorama de crecimiento del desem-
pleo y de la informalización no hacen de la mecanización una opción
viable, aún en la perspectiva de incrementar su “competitividad”51.

Ante la magnitud de los tropiezos para la exportación de los


agrocombustibles en estas condiciones, la iniciativa de la dirigencia
colombiana es volcarse al mercado interno, pretendiendo obtener en él
elevados márgenes de ganancia.

De esta manera los componentes de subsidios para los grandes


proyectos de agro-exportación, comprendidos en los programas Agro
Ingreso Seguro y “Alianzas productivas” en 2008 recibieron, el primero,
500 mil millones y el segundo 16 mil millones de pesos, equivalentes al
43.8% y el 1.4% del total del presupuesto de inversión del Ministerio de
Agricultura, tal como puede apreciarse en el Anexo N° 1 (ver gráfico n°
4: Inversión pública en fomento a la capacidad empresarial). No sobra
señalar el sesgo de los beneficios fiscales a favor de los grandes
empresarios evidente, por ejemplo en la reducción del impuesto de
renta del 37.5% al 15% para una inversión mínima de 32.500 millones
de pesos52.

51
Entrevistas con las direcciones de los sindicatos de trabajadores de la caña de azúcar SINTRAICAÑAZUCOL,
SINTRAINAL y SINALCORTEROS, Palmira, marzo de 2010.
52
Emilio García G. Ganadores y perdedores en el agronegocio de la palma aceitera, portal Monografías .com miércoles
27 de mayo de 2009

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 24


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

Gráfico n° 4: Colombia. Inversión pública en fomento a la capacidad


empresarial agrícola 1995 – 2008

Fuente: Oficina Comercialización y Financiamiento Agropecuario. Departamento Nacional de


Planeación – DNP. (2010). Cálculos de los autores.

A propósito de los subsidios directos para los grandes empresarios, la


investigación realizada por Juan E. Lewin53 señala cómo, a principios de
2009 el Ministerio de Agricultura otorgó créditos por 27.600 millones
de pesos, de los cuales una sola empresa, Palmeros del Pacífico Sur
Sociedad Agrícola, de Tumaco, obtuvo 4.321 millones de pesos,
equivalentes a más del 15% del total. Tres empresas palmicultoras
(Palmas Pororó, Palmas Sicarare y Palmas Tamacá) obtuvieron el
14.27% de estos créditos.

Esta política de subsidios ha convergido con la política de tierras


encaminada al afianzamiento de la gran propiedad como soporte de las
agro-exportaciones. A su vez, esta política de tierras ha terminado
beneficiando formas ilegales de apropiación de la misma y fortaleciendo
las tendencias históricas de concentración de la propiedad.

La palma africana en el piedemonte de la Orinoquia

La Orinoquia ha constituido aún hasta el presente una extensa frontera


del territorio colombiano. En términos políticos y sociales la han
caracterizado las relaciones políticas y económicas generadas desde los
latifundios ganaderos, acompañadas por algunos ciclos extractivos de
corta duración.

53
“Palma, ingreso seguro”, portal www.lasillavacia.com 6 de octubre de 2009.

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 25


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

En la subregión del bajo Ariari, noroccidente del departamento del


Meta, luego de las primeras etapas de la guerra civil de 1950 se inició
un proceso de colonizaciones campesinas, coincidentes con algunas
titulaciones de tierras por parte del Instituto Colombiano de la Reforma
Agraria (INCORA, actualmente Instituto Colombiano para el Desarrollo
Rural, INCODER) en el marco de la ley 135 de 1961, las cuales se
extendieron hasta el ahora municipio de El Retorno, departamento de
Guaviare. Tras la guerra civil, la configuración política de la región
descansó en el poder de grandes hacendados vinculados a los partidos
tradicionales; su hegemonía, respaldada por el Estado y ejercida a
través del clientelismo y los controles del limitado aparato económico,
encontró resistencia en las comunidades de colonos campesinos
localizados en las márgenes de los territorios controlados por las
haciendas54.

Hacia finales de la década de 1960 y en este contexto sociopolítico


comenzaron a establecerse los primeros cultivos de marihuana y luego
de coca en algunas de las colonizaciones de la región. La implantación
de estos cultivos fue inducida por agentes del tráfico de esmeraldas y
posteriormente de narcóticos, lo cual generó en corto tiempo profundos
cambios en las condiciones de vida de las poblaciones locales y severos
conflictos, inicialmente producidos por el robo de cosechas a manos de
algunos de estos agentes, los cuales habrían de facilitar el desarrollo
del paramilitarismo en la región55.

Las actividades de protección a las explotaciones petroleras


desarrolladas en los años 1980 en el piedemonte de Arauca, Casanare y
Meta ampliaron los poderes de algunos nuevos terratenientes apoyados
en el tráfico de esmeraldas y estupefacientes y generaron capitales que
habrían de vincularse a la palmicultura. En el nuevo latifundismo
conformado de esta manera convergieron las relaciones de poder de los
terratenientes tradicionales con las generadas por las economías
ilegales.

Los requerimientos de espacios para la legalización (lavado) de activos


derivados de las empresas ilícitas, la resistencia política de las
comunidades de colonos campesinos a las presiones del nuevo
latifundio y la presencia y acciones de la insurgencia condujeron al
ejercicio de presiones violentas por el control de territorios, con la

54
F. Bernal, obra citada.
55
Oscar Arcila N., Carlos A. Salazar, Sur del Meta. Territorio amazónico, Instituto Sinchi, Bogotá, 2007; Ómar
Gutiérrez L., Desarrollo rural alternativo y economía política de la coca en el Meta 1982-2004, UNDP, ASDI,
Bogotá, 2005; Fernando Bernal C., Estudio de tierras y conflicto. El caso de los Montes de María y el departamento
del Meta. 1980-2004, Bogotá, 2006 (mecanografiado).

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 26


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

participación del estado a favor del nuevo poder latifundista. Estos


conflictos han contemplado igualmente confrontaciones armadas entre
este latifundismo ligado al narcotráfico y al paramilitarismo,
evidenciadas en las confesiones de algunos de sus representantes
dentro de la Ley 975 de 200556.

Mapa n° 1
Medio Ariari: Suroccidente del Meta y Noroccidente Guaviare

Tomado de: FEDEPALMA, Evaluación Alianzas productivas, Bogotá, 2009

Los territorios de los municipios de San José del Guaviare, El Retorno y


Calamar, del departamento del Guaviare están comprendidos
parcialmente dentro del Área de Manejo Especial de La Macarena,
creada mediante el decreto 1989 de ese mismo año. Esta figura
establece una gama de espacios diferenciados en su uso, desde la
reserva natural hasta las áreas de desarrollo, que permiten usos

56
Dentro de las confesiones de algunos jefes paramilitares producidas en el marco de la aplicación de la Ley de
Justicia y Paz, se conoció acerca de las operaciones del llamado “frente Alto Ariari” como resultado de las cuales
ocurrieron numerosos asesinatos, desapariciones y desplazamientos en los municipios de esta región. Al respecto el
estudio de A. Isacson y A. Poe “After Plan Colombia”, International Policy Report, Washington, Nov. 2009 y
“Documentos exclusivos: así se fraguó el acuerdo de paz con los 'paras'” Lunes, 26 de Abril de 2010 08:00 en
www.verdadabierta.com

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 27


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

agrícolas y ganaderos, hacia los bordes exteriores de la antigua


reserva.

La diferenciación expresa el manejo contradictorio que le ha dado el


Estado a sus fronteras: de una parte, estableciendo la pretensión de
regular el uso de los suelos, con propósitos conservacionistas de
ecosistemas excepcionales y vulnerables; de otra, la presión de las
colonizaciones sobre estos mismos ecosistemas, forzadas por la
concentración monopólica de las tierras con mejores aptitudes para el
establecimiento de asentamientos humanos en las regiones más
integradas del país. Desde el punto de vista de la integración política y
económica, esta figura facultó al Estado para iniciar la titulación de las
500 mil hectáreas sustraídas a la reserva natural 57, con lo cual se
estimularon las colonizaciones impulsadas por el INCORA como opción
ante la inviabilidad de la reforma agraria.

A pesar de haber existido una oficina del INCORA en el municipio de El


Retorno, Guaviare, no todas las titulaciones se completaron, lo cual
debilitó los derechos de propiedad de buena parte de los colonos,
circunstancia de la que habría de tomar ventaja comerciantes y
narcotraficantes interesados en la apropiación fraudulenta de tierras58.

Durante la administración del Presidente Andrés Pastrana (1998-2002)


se adelantaron conversaciones de paz con la guerrilla de las Fuerzas
Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en un área
desmilitarizada conocida como zona de distensión, comprendida por los
municipios de La Uribe, La Macarena, Vista Hermosa y El Castillo
localizados en el sur del río Ariari, departamento del Meta y San
Vicente del Caguán, en el Caquetá. Al mismo tiempo que se cumplían
estas conversaciones, el gobierno, con el apoyo de los Estados Unidos
comenzó a ejecutar un amplio programa de contrainsurgencia
denominado “Plan Colombia”59.

El desenvolvimiento económico de la región resulta afectado por los


altibajos propios de la agricultura los cuales se hacen más agudos en
las regiones de frontera, dada la precariedad de los sistemas de
transporte y las circunstancias políticas de sus relaciones con el estado
y con la “sociedad mayor”, a todo lo cual se añaden los efectos de las

57
O. Arcila, C. A. Salazar, obra citada, pp. 32 y sigs.
58
Entrevista con el señor Arcángel Cadena, presidente de la Asociación de desplazados del Guaviare, Bogotá, 5 de
febrero de 2010.
59
Oslavio Beltrán R. (Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos-ANEPE, Ministerio de Defensa de
Chile), La nueva doctrina de intervención estadounidense y el Plan Colombia, Santiago, 2002.

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 28


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

economías ilegales. En estas circunstancias, a comienzos de la década


de 1990 el gobierno inició la erradicación de los cultivos proscritos,
precisamente en momentos de una caída de precios de la pasta base de
la cocaína. Ante esta medida, que incluyó las aspersiones aéreas sobre
todos los cultivos, incluyendo los de pancoger y las restricciones al
comercio de productos como la gasolina y el cemento, utilizados en la
vida cotidiana pero también empleados como precursores para la
elaboración de la pasta de cocaína, los colonos del Guaviare, junto con
campesinos de otras áreas en colonización organizaron marchas de
protesta durante varios días. A pesar de una intensa represión, que les
causó muertos, heridos, detenidos y sensibles pérdidas económicas
llegaron a algunos acuerdos con el gobierno, el cual se comprometió
básicamente a dar cumplimiento a algunos proyectos de inversión ya
previstos en el presupuesto de la nación; uno de estos compromisos fue
el establecimiento de reservas campesinas, figura prevista en la ley 160
de 1994 de reforma agraria.

El cumplimiento de los acuerdos entre el gobierno y los colonos


implicaba acelerar la titulación de las tierras campesinas y suministrar
recursos de inversión a través de proyectos; este proceso se puso en
marcha al tiempo que se iniciaron las conversaciones entre el gobierno
del Presidente Andrés Pastrana y la guerrilla de las FARC. Cuando, de
manera abrupta, concluyeron las conversaciones, se precipitó la
operación de la nueva fase de la estrategia militar a la cual se
denominó “Plan Patriota”, sobre las zonas en donde se habían
adelantado las conversaciones. La operación militar conllevó una
nueva fase de represión contra las comunidades campesinas que
empezaban a organizar las reservas60. Como resultado, numerosas
familias resultaron desplazadas, debiendo vender sus tierras y mejoras
a menor precio a algunos comerciantes de la zona; en varios casos han
transferido estos predios a personas que han iniciado la organización
de nuevas “alianzas productivas”, como parte de la expansión de este
modelo, a partir de su afianzamiento al sur de los municipios de San
Martín y Puerto Rico, en el departamento del Meta, en el proceso ya
considerado.61

De acuerdo con la evaluación de Isacson y Poe sobre el “Plan Colombia”


y su sucesor, el “Plan de Consolidación”, 62 los resultados obtenidos por

60
César Ortiz G. et al., Zonas de Reserva Campesina. Aprendizaje e innovación para el Desarrollo Rural, Pontificia
Universidad Javeriana, Bogotá, 2004.
61
Entrevista con el señor Arcángel Cadena.
62
Adam Isacson, A. Poe, After Plan Colombia. Evaluating “Integrated Action”, the next phase of U.S. assistance,
International Policy Report, Center for International Policy, Washington, nov. 2009.

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 29


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

estas intervenciones aún distan de los propósitos planteados; por el


contrario, los conflictos se han agravado con el afianzamiento de
grupos paramilitares sin que la guerrilla haya desaparecido 63. Uno de
esos grupos es el denominado “Bloque Centauros”, con el cual
mantienen estrechos vínculos conocidos empresarios vinculados al
paramilitarismo como el comerciante de esmeraldas Víctor Carranza,
Héctor Buitrago y Luis A. Arango, este último responsable de las
acciones de los paramilitares en la zona del alto Ariari, Meta 64,
desmovilizados en el marco de la Ley 975 de 2005.

Este ha sido el contexto político en el cual se ha producido el desarrollo


de la palma aceitera en la Orinoquia, particularmente en el
departamento del Meta. En él se encuentra la mayor superficie
sembrada en palma en el país, estimada entre las 60 mil y las 97 mil
hectáreas65. Este crecimiento tiene que ver con factores de índole
ecológica y agrológica que favorecen el cultivo pero también actúan: en
primer lugar, la disponibilidad de tierras; en segundo lugar las
fragilidades del ordenamiento político e institucional infiltrado por el
narcotráfico con sus efectos en las relaciones laborales y en las
debilidades de la titularidad de pequeños y medianos propietarios y, en
tercer lugar, la disponibilidad de capitales, a lo que se añaden los
incentivos brindados a los empresarios interesados en el cultivo. Estas
circunstancias han generado episodios como los ocurridos en torno al
destino del predio Carimagua, situado en el departamento del Meta66,
anteriormente de propiedad del Instituto Colombiano Agropecuario
ICA, hoy Corporación Colombiana para la Investigación Agropecuaria,
CORPOICA67 y las titulaciones de tierras a favor del senador Mehreg, ya
mencionado.

Como se ha señalado, la expansión de la palmicultura ha estado ligada


de una u otra manera a los conflictos armados y recientemente a la
corrupción y mal uso de los recursos públicos. Las regiones más
afectadas por esta convergencia han sido el medio Atrato (las

63
Fernando Bernal, obra citada.
64
“Ex jefes del Bloque Centauros apagan el “ventilador” por amenazas, portal www.verdadabierta.com , 23 de
febrero de 2010.
65
Emilio García G., obra citada.
66
Ver Cecilia López M., obra citada; Germán Quimbayo, Carimagua y los agrocombustibles, Revista Equinoxio, 2 de
mayo de 2010.
67
Ante las exigencias de la Corte Constitucional al gobierno nacional de dar el cumplimiento a la reparación debida a
las víctimas del desplazamiento forzado en materia de las tierras abandonadas, el gobierno consideró entregar este
predio a familias victimizadas; no obstante el entonces ministro de Agricultura Andrés Arias replanteó este destino,
prefiriendo asignarlo a empresarios palmeros, entre los que se encontraba un familiar del ministro de Hacienda,
aduciendo que los desplazados carecían de los recursos necesarios para explotar esas tierras. Ver López y
Quimbayo, citados.

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 30


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

emblemáticas comunidades de los ríos Jiguamiandó y Curvaradó) y


Urabá, el sur de la costa pacífica, en particular el municipio de Tumaco,
el Magdalena medio y los departamentos de la Orinoquia,
representados por el departamento del Meta.

En estas condiciones la región se hace representativa de esta tendencia


en la expansión de la “agricultura de plantación” de la mano de la
guerra: se extienden los cultivos de palma africana y se incrementan la
violencia, los homicidios, los desplazamientos forzados y el abandono de
tierras (ver mapas números 2 y 3), tal como lo atestiguan los registros
de las víctimas; un testimonio de la transformación de una antigua
región campesina, el Alto Ariari, enclave de la agricultura de plantación
de la palma africana, es el hallazgo de una fosa común aledaña al
cementerio del municipio de La Macarena (epicentro del Programa de
Consolidación) con más de 2000 de cadáveres, sepultados por el
ejército a partir de 200568.

Cementerio clandestino en la Macarena, Meta, Foto J. Ramírez

A fines de los 60 comenzó el establecimiento de cultivos de palma


africana alrededor de San Martín y gradualmente se ha expandido
hacia el sur y hacia el occidente69. El informe de FEDEPALMA reporta
poco más de 1.200 hectáreas sembradas en palma en la región, pero los
productores informan que esta superficie supera las 7 mil hectáreas; se
encuentran en construcción dos plantas extractoras. Los desarrollos
palmeros recientes se iniciaron en 2003, al tiempo con la construcción y
pavimentación de la carretera entre Villavicencio con San José del
Guaviare y que une los Municipios de Puerto Lleras, Puerto Rico,
Puerto Concordia. De acuerdo con el estudio de FEDEPALMA, en
términos agronómicos se trata de suelos bien drenados, levemente
68
CINEP, El reto de las víctimas: el reconocimiento de sus derechos, Informe Especial, Bogotá, 2009.
69
Estudio FEDEPALMA, Informe de caso Alianza Agropecuaria Agrícola Santamaría.

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 31


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

ondulados, con un régimen de lluvias de 2.800 mm anuales y una época


relativamente seca al final y principios de año (diciembre a febrero).

La evaluación económica de la producción palmera señala que la


propiedad de la tierra entre los pequeños proveedores (30% de los
predios) está “en proceso de legalización” (“baldíos con posesiones
antiguas”); los grandes productores, controlan fincas con más de 300
hectáreas, con tenencias regularizadas que corresponden al 70% de los
predios.

En varios municipios de esta región, especialmente desde Puerto Rico,


Meta, hacia el sur se extendió la operación del sistema de “alianzas
productivas” sustentado en el suministro de fruto de palma por
pequeños productores a “empresas ancla” configuradas por
plantaciones extensas de palma y plantas procesadoras. Los
“proveedores” son pequeños productores, como ya se dijo con tenencias
precarias de tierras y contratos de exclusividad en la provisión a estas
empresas; la debilidad de esta tenencia los hace dependientes de las
“empresas ancla” en el acceso al crédito y a la asistencia técnica.

La producción del aceite de palma y demás derivados sigue el modelo


de las “alianzas productivas” contemplado en la política sectorial.
Sustenta su justificación en la necesidad de generar empleos lícitos
luego de la campaña de erradicación y recibe distintos apoyos de
fuentes internacionales70 y gubernamentales nacionales, departamental
y local, como son el Incentivo a la Capitalización Rural (ICR) que facilita
la financiación de los participantes, entre otros. Los términos del
contrato comprometen a la empresa (denominada “empresa ancla”) al
suministro del material vegetal y la asistencia técnica; por su parte, los
campesinos, algunos de los cuales fueron productores cocaleros y
firmaron convenios de erradicación, se obligan a aportar recursos de
capital y mano de obra, todo por un valor equivalente a 30% de la
inversión total, estimada en 5.500 millones de pesos, destinar sus
tierras al proyecto, vender la producción a la empresa y aportar la
mano de obra, en una siembra inicial de 1.000 hectáreas.

Una empresa representativa del desarrollo de la agricultura de


plantación en el occidente del departamento del Meta inició sus
operaciones con poco más de 900 hectáreas en el municipio de San
Martín. La elevada competencia presente en este municipio la condujo
a establecer el desarrollo de sus actividades en el municipio de Puerto
Rico. Estas actividades se iniciaron a comienzos de 2000, con la

70
El programa MIDAS de la Agencia para el desarrollo Internacional de los Estados Unidos (USAID)

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 32


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

adquisición de 1.600 hectáreas, favorecida por los bajos precios de la


tierra pero también afectada por problemas de “orden público”, propios
de una zona cuya economía está sustentada en buena medida en la
producción de hoja de coca y la comercialización de sus derivados y la
presencia de grupos paramilitares y guerrillas.

Al evaluar el desempeño de la “alianza”, cerca de 9 años después de


iniciada se destacan como ventajas la experiencia de la “empresa
ancla”, las posibilidades de acceso al crédito institucional, el contar con
un mercado asegurado, el bajo costo de la tierra y la “mejora de la
seguridad en la región”. Como dificultades se señalaron: la no
legalización de los títulos de los pequeños productores, lo cual dificulta
el otorgamiento de créditos, su limitada capacitación técnica, la
“cultura de lo ilícito” y los riesgos del “orden público”.

El balance productivo de las “alianzas” indica que el 57% de ellas tiene


productividades calificadas como “bajas” o “muy bajas” debido a
problemas técnicos (fitosanitarios) y financieros. Entre los primeros se
destaca el impacto de la “pudrición del cogollo”, patología que se está
extendiendo prácticamente en todas las áreas plantadas con efectos
letales en el Pacífico y de menor impacto en las demás regiones. Según
el estudio más del 50% de los productores está afectado por problemas
fitosanitarios y el 80% de ellos los percibe como la mayor amenaza.

Las condiciones de los pequeños productores difícilmente podrían dar


resultados diferentes. Establecidos en fincas de condiciones
agronómicas deficientes y con tenencias precarias de las mismas,
carecen de capital para invertir en la tecnología requerida para el
cultivo lo que se traduce en bajos rendimientos (paquete tecnológico);
agravan esta desventaja los precios de venta a la empresa, establecidos
en condiciones de monopolio.

Esta relación de dependencia se hace más profunda en tanto ésta


otorga créditos a los productores asociados para la gestión de los
títulos, la supervivencia de las familias y la complementación de sus
ingresos, generando una profunda dependencia con tintes
paternalistas, como puede advertirse en la siguiente observación,
recogida en el informe: Las alianzas están contribuyendo al
mejoramiento de la calidad de vida, con afiliaciones a servicios de salud
del régimen contributivo y mejoras en el acceso a los servicios sociales.
Sin embargo las organizaciones no tienen la capacidad ni la vocación
de prestar estos servicios y de fortalecer socialmente a las familias para
que sepan manejar los mayores ingresos provenientes de la palma sin
que se creen fenómenos sociales indeseados.

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 33


La relación entre las tierras y el conflicto social y político

a. El desplazamiento forzado en el control territorial

Si bien existen diferen-


cias entre los consolida-
dos del gobierno y los de
los organismos de control
y organizaciones no gu-
bernamentales en las ci-
fras sobre población des-
plazada y tierras usurpa-
das, resultantes de diver-
gencias en los criterios y
procedimientos de regis-
tro, se hace evidente la
magnitud de la expropia-
ción. En un documento
elaborado por varias
agencias del gobierno se
señala: “El fenómeno del
desplazamiento y en par-
ticular el despojo y el
abandono forzado de las
tierras en Colombia, han
alcanzado una magnitud
y una complejidad que
hace necesario reforzar la
capacidad de las insti-
tuciones del Estado para
atenderlo y reducirlo de
manera más contunden-
te. Este abando-no de
tierras, tiene diversas y
graves consecuencias so-
bre las condiciones de vida de la población rural y sobre la actividad

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 34


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

productiva del país, especialmente en el campo. Es necesario por lo


tanto refor-mular la política de tierras para la población víctima del
desplazamiento forzado, de manera que se pueda contar con medidas,
mecanismos e instituciones, adecuados, ágiles, efectivos para responder
a este fenómeno”71.

Estas apreciaciones
sobre las magnitudes
de la expropiación, el
carácter sostenido de
las tendencias hacia
la concentración de la
propiedad, regis-
tradas por distintos
estudios y la coin-
cidencia con las
transformaciones de
la agricultura en tér-
minos de sus articu-
laciones con los mer-
cados mundiales en
condiciones de libe-
ralización comercial
no dejan lugar a
dudas sobre el afian-
zamiento del patrón
de desarrollo agrí-
cola. En nuestro caso
este patrón se im-
planta en el marco de
la convergencia de la
concen-tración de la
propiedad agraria,
con el narcotráfico, el
paramilitarismo y el
desplazamiento for-
zado, con la aquies-
cencia y apoyo del
estado. El proceso ha
sido particularmente evidente en los casos del banano, en Urabá y de la

71
Departamento Nacional de Planeación, Ministerio de Agricultura y desarrollo Rural, Ministerio del
Interior y de Justicia, Agencia Presidencial para la Acción Social y la Cooperación Internacional,
Propuesta de lineamientos de política pública de tierras y territorios para la población víctima de
desplazamiento forzado, en riesgo de desplazamiento forzado, y del despojo, Bogotá, junio 25, 2009, p. 2

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 35


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

palma africana en varias de las regiones en donde se ha es-tablecido su


cultivo, como es el caso del departamento del Meta examinado ante-
riormente72.

En la región de Urabá, paradigmática de los conflictos generados por la


“nueva agricultura” fue realizado recientemente un estudio por parte
del investigador Moritz Tenthoff para el Transnational Institute. Este
ejercicio analizó la formación del “proyecto paramilitar agroindustrial”
con la participación de agencias del estado, en desarrollo de sus
políticas de “desarrollo alternativo” y “erradicación de cultivos ilícitos”.
De acuerdo con este análisis, el proceso ocurrido en la región de Urabá
representa al paramilitarismo contemporáneo, configurado por “la
colaboración de la fuerza pública, la vinculación a grupos económicos
poderosos, su discurso contrainsurgente y su violencia contra la
población civil”73.

Estos hechos, paulatinamente develados gracias los testimonios de las


víctimas, las indagaciones de las organizaciones de derechos humanos y
las progresivas investigaciones judiciales, ha sido posible establecer
cómo desde el establecimiento de las “Autodefensas Unidas de Colombia
(AUC)” han avanzado las usurpaciones de tierras a las comunidades y
aún a medianos propietarios, el desplazamiento forzado y la expansión
del narcotráfico. Como parte de este proyecto se han definido áreas de
producción y de tráfico, al tiempo con la expansión de las empresas de
la palma, la ganadería y la explotación forestal, con capitales nacionales
y extranjeros y el estímulo de fondos estatales dispuestos para el
“desarrollo alternativo” y la sustitución de cultivos ilícitos.

El “ordenamiento territorial” del narcotráfico ha consolidado como


áreas de producción el interior de Córdoba, ejemplificado por el
municipio de Tierralta, en donde el área cultivada en coca pasó de 178
has. en 2002 a 1.124 en 2005, en tanto que Turbo, Necoclí y Arboletes
actúan como puertos de embarque de los estupefacientes74.

72
Fernando Botero H., Urabá. Colonización, violencia y crisis del Estado, Universidad de Antioquia,
Medellín, 1990; F. Mingorance et al., El cultivo de la palma africana en el Chocó. Legalidad Ambiental,
Territorial y Derechos Humanos, Human Rights Everywhere, Diócesis de Quibdó, Bogotá, 2004;
Comisión Intereclesial de Justicia y Paz, La Tramoya. Derechos humanos y palma aceitera. Cuvaradó y
Jiguamiandó, CINEP, Programa Andino Democracia derechos humanos, Diakonia, Bogotá, 2005; Moritz
Tenthoff, “El Urabá: donde el Desarrollo Alternativo se confunde con intereses económicos y la
reinserción del paramilitarismo”, Transnational Institute, informe sobre políticas de drogas N° 27,
Ámsterdam, septiembre de 2008.
73
Ibídem
74
Ibídem

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 36


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

Las normas y el despojo

Como puede apreciarse en este caso, el Estado ha producido normas


con contenidos favorables a la restitución de tierras para las familias
desplazadas75, pero estas acciones terminan orientándose en dirección
contraria, viabilizando la legalización de la apropiación de las tierras
abandonadas por los desplazados por parte de otros interesados,
(Salinas, 2008). Algunas de las críticas más recurrentes a la Ley 975 de
2005 (Ley de Justicia y Paz) planteadas incluso por las Naciones Unidas

75
Red de Solidaridad/Presidencia de la República, Atención a población desplazada por el conflicto interno ,
Bogotá, 1999; CODHES, Desplazamiento forzado y políticas públicas, Bogotá, 2006.

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 37


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

tiene que ver con la ausencia de mecanismos que penalicen a los


incursos en los delitos asociados con el paramilitarismo, así como la
reparación de las víctimas de estos mismos delitos. La Corte
Constitucional emitió varias sentencias cuyos efectos, sin embargo, son
paulatinamente neutralizados, como lo ha señalado la Comisión
Colombiana de Juristas76.

En cuanto a las normas que legalizan el despojo, conviene tener en


cuenta las observaciones que se hicieran a la ley 1152 de 2007, las
cuales se centraron en identificar la “línea maestra” de la política
agraria, dirigida a favorecer la agricultura empresarial de exportación,
en desmedro de la agricultura campesina 77, uno de cuyos contenidos
centrales tiene que ver con la prescripción adquisitiva de dominio.

Al formularse el proyecto de la que sería ley 1152/07, se establecía


dicha prescripción a favor de quienes hubiesen ocupado tierras durante
5 años suponiéndolas baldías. La norma fue suprimida en la versión
aprobada de la ley y luego de varios intentos con distintos proyectos de
ley (319-2005C, 102 de 2006 y 246 de 2007) para el “Saneamiento de la
propiedad inmueble”, el Congreso expidió la Ley 1182 de 2008 “por
medio de la cual se establece un proceso especial para el saneamiento
de la propiedad inmueble”. Con ella se facultó a los jueces civiles
municipales para atender la titulación incompleta (“falsa tradición”), lo
que, de hecho facilita la legalización de titulaciones realizadas en
condiciones irregulares78.

Con respecto a este propósito, la Comisión Colombiana de Juristas


planteó varias observaciones sobre los riesgos para la población
desplazada, los cuales no fueron obviados por la ley expedida: advierte,
en primer lugar, que no se contemplan mecanismos efectivos para que
las víctimas del destierro se opongan de manera efectiva al
“saneamiento” esto es, a la pérdida de sus derechos sobre las tierras
abandonadas bajo presiones. En efecto, establece que la población
desplazada solamente puede oponerse al “saneamiento” de la titulación,
a su reversión para ser otorgada a los nuevos reclamantes en la

76
Comisión Colombiana de Juristas, Revertir el destierro forzado: Protección y restitución de los
territorios usurpados a la población desplazada en Colombia, Bogotá, 2006, página 38 y siguientes.
77
Absalón Machado, Gabriel Tobón, “Notas a la ley 1152”, Mesa de Tierras, Bogotá, 2007.
78
El Ministerio de Agricultura está desarrollando varias iniciativas con carácter piloto, derivadas de una
Consultoría sobre recuperación de tierras, apoyadas por la Oficina Internacional de Migraciones (OIM) de
las Naciones Unidas, la Universidad de la Florida (EE.UU.), la Comisión Nacional de Reparación y
algunas universidades públicas y privadas, dirigidas a regularizar las condiciones de la tenencia de las
víctimas del desplazamiento (entrevistas a las consultoras Eugenia Méndez y Rosa Padrón, Ministerio de
Agricultura, Bogotá, agosto de 2009) .

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 38


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

diligencia de inspección del bien, exigencia que desconoce las


circunstancias reales de los desplazados, en las cuales por razones
económicas y de seguridad personal difícilmente pueden volver a los
lugares de donde fueron desterrados.

Gráfico n° 5: Colombia. Inversión pública en reforma agraria


1995 -2008

Fuente: Oficina Comercialización y Financiamiento Agropecuario. Departamento Nacional


de Planeación – DNP. (2010). Cálculos de los autores.

En marzo de 2008 fueron expedidos los decretos 639 y 640,


reglamentarios de la ley 1152/07; el primero de ellos está referido a la
extinción del derecho de dominio de predios “con aptitud de
aprovechamiento agrícola, pecuario, forestal o pesquero”, en los cuales
se determine la ausencia de ejercicio de la posesión agraria durante tres
años continuos, situación calificada como “incumplimiento de la función
social de la propiedad” (decreto 639/08) y el segundo (decreto 640/08) a
los procedimientos para la adquisición de predios por parte de la Unidad
Nacional de Tierras Rurales, establecida por la ley 1152, la cual, como
se ha señalado, fue declarada inconstitucional.

Si bien estos decretos excluyen su aplicación cuando su no


aprovechamiento obedezca a fuerza mayor o caso fortuito (como podría
ser el caso del desplazamiento forzado tipificado por la ley) coloca en la
responsabilidad del sancionado la prueba de las causas que llevaron al
abandono, acto difícilmente realizable por personas desterradas

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 39


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

mediante la coerción79. En el informe del DNP presentado en octubre de


2007 para dar cumplimiento a lo ordenado por la Corte Constitucional
en su sentencia T-025 de 1994 y con referencia a la ejecución del
componente Tierras a cargo del INCODER, señalaba que “entre el 2002
y enero de 2007 se ha adjudicado a la población en general, un total de
78.977 hectáreas a 5.346 familias y que de ese total 38.141 hectáreas
que benefician a 2.797 familias fueron adjudicadas a población en
condición de desplazamiento. Los valores absolutos muestran un
crecimiento continuo en el número de familias beneficiadas al pasar de
31 en 2004 a 137 en 2005, a 472 familias beneficiadas en 2006 y en lo
corrido de 2007 se tiene un record de 92 familias beneficiadas”.80

Gráfico n° 6: Colombia. Distribución semestral de hectáreas


rurales recibidas por el FRV, 2007-9

Durante 2007, 5.526,3 Ha. fueron recibidas en el FRV; en 2008, 2.392,3 Ha.; y en 2009,
5.115 Ha. Fuente: Acción Social, Fondo para la Reparación de las Víctimas (2010). Cálculos
de los autores.

El informe concluye señalando: “la programación del Plan de


inversiones de Plan Nacional de Desarrollo se elaboró teniendo en
cuenta el impacto de los Autos de la Corte, así como cada uno de los
compromisos establecidos en el cronograma de recursos entregado a la
Corte. Además se ha considerado en las estimaciones la evolución del
fenómeno del desplazamiento de manera que pueda garantizarse la
cobertura a toda la población desplazada. Prueba de lo anterior es que
durante el período 2007-2010 se invertirá dos veces más de lo asignado
entre 2002-2006 y 9 veces más de lo asignado en el período 1998-2002”.

79
Ministerio de Agricultura, decretos 639 y 640 de 2008, reglamentarios de la ley 1152 de 2007.
80
Departamento Nacional de Planeación, “Verificación de cumplimiento de la sentencia T-025”, GEGAI-
20074030449821, Bogotá, 24 de octubre de 2007, p.47.

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 40


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

Al observar el comportamiento de la inversión pública agrícola dirigida


hacia la población desplazada (ver gráfica n° 7: Colombia. Inversión
pública en población desplazada 1995 - 2008) se advierte un rápido
crecimiento del “subtotal desplazados” y programas para desplazados a
partir de 2006; contrasta este crecimiento con las asignaciones para
reforma agraria dirigida a desplazados (constante al 0.0%) y “vivienda
de interés social rural”, el cual se reduce del 1,2% al 1,1% (2007-8).

Gráfico n° 7: Colombia. Inversión pública en población desplazada


1995 - 2008

Fuente: Oficina Comercialización y Financiamiento Agropecuario. Departamento Nacional de Planeación –


DNP. (2010). Cálculos de los autores.

No puede dejar de insistirse en el contraste entre el carácter estratégico


del problema de la expropiación de la tierra y la “desterritorialización”
de las comunidades, de una parte, frente a su desatención por parte del
Estado en términos de recursos, acciones y disposición para su
seguimiento y evaluación. La Corte Constitucional lo ha expresado al
señalar no solamente la ausencia de indicadores pertinentes 81 sino,
fundamentalmente, la “ausencia institucional”, representada tanto en el
Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural como en el INCODER82.

81
Auto 233 de 2006.
82
Auto 335 de 2006 de la Corte Constitucional en el que concluye sobre el desempeño del INCODER con
respecto a la Sentencia T-025 “No es admisible que retrocesos evidentes en la adjudicación de tierras
para población desplazada sean presentados por Incoder como avances. La Procuraduría debe concluir
que no sólo no hay avances en este tema, sino que la regresividad es notoria.

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 41


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

Gráfico n° 8: Colombia. Distribución geográfica y anual


hectáreas rurales
recibidas por el FRV 2007 - 2009

Fuente: Acción Social, Fondo para la Reparación de las Víctimas (2010). Cálculos de los
autores.

Tras la Sentencia de la Corte Constitucional T-25 y el Auto 178 de 2005,


en el que se reitera la responsabilidad del Estado en la atención a las
personas afectadas por el desplazamiento, se sucede una prolongada
lista de Autos de la Corte solicitando la presentación de indicadores
sobre coordinación interinstitucional y goce efectivo de los derechos de
los desplazados, estableciendo, además el alcance de los indicadores83.

En cumplimiento de estas directrices el Ministerio de Agricultura y


Desarrollo Rural puso en marcha el programa de Consultas en
Recuperación de Tierras–CONRET, dirigido a la recuperación y
regularización de la tenencia de tierras por parte de personas
desplazadas y despojadas de las tierras en las sustentaban su existencia;
a estas personas les ofrece “orientación jurídica a la población rural
victima de la violencia, que ha perdido sus predios o se encuentra en
riesgo de hacerlo, para que pueda ejercer eficazmente las acciones
judiciales o administrativas correspondientes”. Según su descripción, el
83
“…los indicadores de resultado solicitados, deben permitir medir (i) el grado de avance, estancamiento o
retroceso en la superación del estado de cosas inconstitucional; (ii) los errores y obstáculos en el diseño e
implementación de los distintos componentes de la política de atención y permitir su corrección adecuada
y oportuna; (iii) el cumplimiento de los fines de la política, en particular, el goce efectivo de los derechos
de la población desplazada, en cada fase del desplazamiento y cada componente de atención de la política;
(iv) el goce efectivo de los derechos de sujetos constitucionalmente protegidos que forman parte de la
población desplazada. Y, desde un punto de vista técnico, deben, además, (v) responder a criterios
homogéneos en su diseño, aplicación y validación; y (vi) ser significativos, confiables y aplicables” (Auto
233 de 2007).

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 42


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

programa contempla “brigadas de capacitación y atención en los


municipios y atención directa a cargo de estudiantes en los consultorios
jurídicos de las universidades vinculadas al programa” 84. Sin embargo,
como señalaban las personas sucesivamente a cargo del programa,
hasta ahora se adelanta a través de algunas acciones piloto y para
lograr efectividad, el programa deberá tener el alcance de una política y
un programa nacionales. Constatan las instancias que han asumido el
seguimiento a la atención a las víctimas del desplazamiento que el
conjunto de medidas ha dado pocos resultados y en el caso de programa
CONRET sus actividades se han reducido a “anuncios y preparativos de
la formulación del Programa de Restitución y de la instalación de las
Comisiones Regionales de Restitución de Bienes”.

Un caso emblemático de la práctica de la restitución de las tierras de las


comunidades desplazadas lo representa el de las comunidades de los
ríos Jiguamiandó y Curvaradó, afluentes del Atrato, departamento de
Chocó. En informe conjunto de la Comisión Colombiana de Juristas y la
Comisión Intercongregacional de Justicia y Paz sobre la aplicación de las
recomendaciones para este proceso emanadas de la Corte
Constitucional entre enero y junio de 2008, las comunidades
desplazadas desde 1997 por el ejército y los grupos paramilitares, al
regresar a las cercanías de sus lugares de origen han continuado
recibiendo amenazas, inclusive por parte de paramilitares
desmovilizados pertenecientes a la cooperativa Convivir que opera
localmente85. Ilustran esta situación persistente las observaciones del
Representante Especial del Alto Comisionado para los Refugiados:
“[los]desplazados tienen la impresión generalizada de que no hay
voluntad de devolverles la tierra y demás bienes y, en algunas regiones
del país, sospechan que aunque la causa original de los desplazamientos
podía haber sido el conflicto armado, la apropiación de las tierras por
parte de grandes empresas era, cuando menos, un efecto colateral, si no
parte de una política de desplazamiento forzado. Se denunció ante el
Representante la ocupación ilegal de tierras, bien mediante la
transferencia de títulos bajo coacción por una compensación financiera
mínima o mediante su falsificación. Asimismo, se denunciaron muchos
casos de adquisición de tierras indígenas y propiedades colectivas
afrocolombianas en violación del artículo 60 de la Constitución de
Colombia y la Ley Nº 70 de 1993”86.
84
Ver nota 81.
85
Comisión Colombiana de Juristas, V Informe de seguimiento a la aplicación de las recomendaciones
correspondiente al período enero a junio 2008, Bogotá, 2008, p. 5; Comisión Intercongregacional de
Justicia y Paz, Informe sobre la observación individual sobre el Convenio (No 169) sobre pueblos
indígenas y tribales en países independientes, acerca de la solicitud de protección de las comunidades del
Curvaradó y Jiguamiandó, Chocó (Colombia), 29 de agosto de 2008, pág. 17.
86
Ibídem.

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 43


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

Además de las observaciones sobre la percepción de las comunidades


del incumplimiento de sus obligaciones por parte del Estado en torno a
la protección y restitución de sus bienes, el informe del Representante
especial señala aspectos específicos como son la desprotección a las
mujeres, la vulneración de los territorios de las comunidades indígenas
y afrodescendientes, la precariedad de las negociaciones entre el
gobierno y los paramilitares en lo referente a la devolución y restitución
de los bienes usurpados y el establecimiento de proyectos de
reconciliación forzada entre víctimas del desplazamiento y sus
victimarios87. Añade lo referente a los vacíos institucionales derivados
de la expedición de la ley 1152 de 2007, la cual eliminó las
competencias en torno a la atención en materia de tierras para la
población desplazada.

La declaración de inconstitucionalidad de esta ley no ha subsanado la


situación denunciada en la medida en que no ha sido definida aún una
política de tierras que beneficie a la población desplazada. A este
respecto el gobierno, representado por el Departamento Nacional de
Planeación, el Ministerio del Interior y el Ministerio de Agricultura,
produjo un documento titulado “Política de Tierras para la población
desplazada. Propuesta de lineamientos en el marco de las órdenes del
auto 008 de 2009” el cual fue objeto de análisis por parte de la
Procuraduría General de la República y de la Comisión de Seguimiento a
la política pública sobre desplazamiento forzado88.

Los dos organismos destacan el reconocimiento del gobierno sobre la


magnitud del desplazamiento y coinciden en señalar la prolongada
perspectiva temporal asignada a la superación de vacíos en la atención.
La Comisión de seguimiento reclama la presencia de componentes de
reparación de efectos transformadores y la Procuraduría va más allá al
señalar tanto la necesidad de “una reforma agraria integral y
actualizada”, cuya ausencia “ha sido una de las causas del conflicto
social y del fenómeno del desplazamiento que vive el país”. Añade: “el
desplazamiento de más de tres millones de colombianos es una tragedia

87
En total el FRV ha recibido 13.033,6 Ha. en el periodo 2007-9. Ninguna ha ido para reparación de las
víctimas. El origen por departamento, según participación, de estas hectáreas recibidas, es Antioquia
(33,86%), Meta (21,41%), Bolívar (19,94%), Córdoba (17,45%), Cesar (3,88%), Magdalena (3,07%),
Caldas (0,39%). Respecto a la participación anual, en este mismo periodo, se recibieron 42,4%, 18,35% y
39,24% de las hectáreas, respectivamente. Ver gráfico n° 8.
88
Comisión de seguimiento a la política pública sobre desplazamiento forzado, “Comentarios a los
lineamientos de política pública de tierras y territorios para la población víctima de desplazamiento
forzado presentados a la Corte Constitucional el 5 de octubre de 2009”, Bogotá, noviembre de 2009; oficio
N° 01046 del Procurador General de la República dirigido al presidente de la Corte Constitucional, de
noviembre de 2009 referido al mismo propósito.

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 44


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

humanitaria que evidencia la situación que se está viviendo en el país en


materia de acceso a la tierra”.

Las observaciones de estas dos instancias a la propuesta gubernamental


de política de tierras, además de proponer un conjunto de medidas de
carácter técnico y administrativo que permitirías a las entidades
estatales actuar con mayor eficiencia y agilidad. Se propone mejorar los
diagnósticos sobre usurpación de bienes y de la calidad técnica de los
equipos a cargo, precisar y acortar los plazos de la restitución, entre
otras cuestiones, y se contemplan dos elementos particularmente
relevantes: la Comisión de seguimiento, por su parte, señala la
necesidad de una perspectiva de reparación de efectos transformadores
en tanto que la Procuraduría precisa en su análisis que “existe una
contradicción entre el modelo de desarrollo agropecuario que se aplica
actualmente en el país y las aspiraciones y postulados del Estado Social
de Derecho”.

Se desprende de los análisis antecedentes que las condiciones


inherentes a las relaciones de poder económico y político han propiciado
la concentración de la propiedad como base del crecimiento económico,
e igualmente el despojo como procedimiento para implantar la
concentración de la propiedad territorial.

Desde esta misma perspectiva, la acción del Estado, a través de políticas


económicas generales (fiscales, tributarias) y sectoriales refuerza tanto
la concentración de la propiedad como los mecanismos del despojo y
todas estas acciones configuran el modelo de desarrollo agropecuario
vigente, el cual entra en contradicción con los “postulados y
aspiraciones” del Estado Social de Derecho. La reversión de estas
condiciones, calificadas como “estado de cosas inconstitucional” por la
propia Corte Constitucional solamente puede ocurrir mediante una
acción transformadora que neutralice los factores que han permitido la
formación y afianzamiento del latifundio, su configuración como relación
social y permitido su implantación como poder político.

En consecuencia, la acción transformadora ha de dirigirse hacia la


restitución plena de los derechos de las personas y las comunidades, el
cese de la impunidad de los agentes públicos y privados, la reversión de
la exclusión política, económica y social, a través de políticas, acciones y
medios (políticos, institucionales y técnicos) dirigidos hacia la
democratización efectiva del acceso a la tierra y a los recursos para la
producción.

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 45


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

Proyectos de explotación de recursos naturales y macroproyectos

A pesar de las transformaciones en la composición de la economía


colombiana ocurridas desde el inicio de la sustitución de importaciones
en la década de 1960, la agricultura mantuvo una participación en el
PIB superior al 24%. Como se señaló anteriormente, a partir de
comienzos de la década de 1990 se produce un descenso sostenido del
sector, con cambios internos a favor de los cultivos llamados de tardío
rendimiento, una parte sustantiva de los cuales está orientada hacia las
exportaciones89. Concurrió con este comportamiento el crecimiento del
sector minero exportador, iniciado en la década anterior y representado
fundamentalmente por explotaciones y exportaciones de carbón y
petróleo.

En términos de los conflictos en torno a la tierra y a los territorios, la


ampliación de las actividades minero-extractivas y de los grandes
proyectos energéticos y de infraestructuras (“megaproyectos”) se
proyectó en confrontaciones con comunidades indígenas,
afrocolombianas y campesinas mestizas. Estos fueron los casos de las
comunidades del Cacarica y el Atrato, desplazadas violentamente ante
las expectativas en torno a la construcción del canal Atrato-Truandó, los
conflictos con las comunidades wayúu, en la Guajira, en torno a las
explotaciones carboníferas de El Cerrejón y los más recientes en el
municipio de Cajamarca, Tolima, en donde se produjo el asesinato de
varias personas por parte de tropas del ejército en un área que sería
desalojada para iniciar exploraciones auríferas por parte de la empresa
minera Anglo Gold Ashanti Mining90.

Los desarrollos mineros, energéticos y de infraestructuras han sido


inscritos dentro de los planes de desarrollo y recibido prioridad y plena
protección por parte de los sucesivos gobiernos, incluso a costa de las
condiciones de vida de las comunidades cuyos territorios resultan
afectados por estos emprendimientos91. Los marcos legales derivan de
las leyes 2655 de 1988, 685 de 2001 y las reformas recientemente
aprobadas, por las cuales fueron demandas ante la Corte Constitucional
los artículos 203 y 213 de la última ley por la afectación a ecosistemas
frágiles; adicionalmente se han manifestado varias comunidades y
89
En las publicaciones oficiales de los gremios, en particular de los productores de palma aceitera se
exponen argumentos a favor del modelo; adicionalmente pueden consultarse los estudios citados de Miguel
Fadul O., Alianzas por la Paz: El Modelo Indupalma, Banco Mundial, Bogotá, 2009; Carlos G. Cano, La
nueva agricultura. Una contribución al proceso de paz en Colombia, TM Editores, Bogotá, 1999, así
como en el de Alfredo Rangel et al., La palma africana: mitos y realidades el conflicto, Fundación
Seguridad y Democracia, Bogotá, 2009.
90
Tomado de www.justiciaypaz.com , noviembre 2, 2009
91

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 46


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

sectores ambientalistas que señalan como esta norma cobija 2.213


solicitudes sobre 4 millones de hectáreas de suelo y subsuelo y 40
títulos sobre 140 mil hectáreas en el Chocó.

b. Avances y obstáculos en el cumplimiento de la Ley de


Justicia y Paz

Tras el desarme y desmovilización de más de 30 mil alegados


combatientes de 37 bloques de grupos paramilitares, la Ley 975 de 2005
regula los procesos de reinserción de ex combatientes y su
reincorporación a la vida civil y económica en empresas y proyectos
productivos, en zonas urbanas y rurales, luego de procesos de apoyo
psicosocial, educación y capacitación Esta articulación ha ido
acompañada por procedimientos de registro, apoyos económicos,
acompañamiento psicológico y capacitación técnica para la
participación en proyectos productivos de distinta índole. Esta ha sido la
propuesta formal, explícita en las normas, discursos, presentaciones y
sustentaciones de esta política. Las prácticas y resultados evidencian
propósitos no explícitos inicialmente, que comienzan a dibujarse en
evidencias y documentación surgidas gradualmente.

No obstante, organizaciones como Human Rights Watch (HRW) han


planteado dudas sobre la realidad de la desmovilización, definiéndola
como deficiente debido a la identificación incompleta de los ex
combatientes y a un seguimiento impreciso del comportamiento
posterior de los mismos. Paralelamente se comenzó a registrar la
continuidad de las actividades delictivas de grupos asimilables a las
organizaciones paramilitares, con distintos niveles de tolerancia de las
autoridades militares, policiales y civiles, llegándose a configurar la
apreciación generalizada de que se trataba fundamentalmente de un
proceso de legalización de bienes usurpados y personas con severos
antecedentes delictivos. Desde la perspectiva del “modelo agrario”, las
debilidades del proceso de “justicia y paz” han posibilitado la
consolidación del despojo de tierras por parte del paramilitarismo, las
cuales son estimadas por el propio gobierno en 6.8 millones de
hectáreas92.

El proceso se ha visto además sustancialmente alterado con la


extradición de los principales jefes paramilitares hacia los Estados

92
Acción Social, cifras que coinciden con las de la Procuraduría (HRW, p. 29).

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 47


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

Unidos en los momentos en los que iniciaban sus confesiones 93.


Instancias como las Comisiones de Seguimiento y Colombiana de
Juristas, el Centro Internacional de Toledo y la Escuela de Derecho de la
Universidad de California en Berkeley94 coinciden en la preocupación
por los resultados de la decisión de extraditar a los jefes paramilitares a
Estados Unidos para que sean juzgados por narcotráfico. Esta inquietud
ha sido motivada por el temor de que no pueda conocerse la verdad
sobre las cadenas de responsabilidades en sus actuaciones y se eluda la
reparación de las víctimas, inquietud que solamente podrá ser superada
sise producen las confesiones plenas de estos incriminados y las mismas
tienen efecto dentro del marco de derechos que cobija a las víctimas.

De acuerdo con los informes consultados por Tenthoff 95, en el área de


influencia del “Bloque Elmer Cárdenas” en Urabá, los proyectos
dedicados a la siembra y aprovechamiento de teca, cacao y palma
encontraron apoyo del programa Familias Guardabosques, el cual hasta
el 30 de junio de 2007 había transferido 20 millones de euros
provenientes, entre otras fuentes, de las embajadas de Japón e Italia, y
de la comunidad autónoma de Madrid, además de los recursos de
USAID-MIDAS, los cuales se habían comenzado a gestionar con
anterioridad a la aprobación de la ley 975/07.

Las declaraciones de los jefes paramilitares extraditados a los Estados


Unidos en el marco de las audiencias realizadas bajo Justicia y Paz,
publicadas en el portal Verdad Abierta, confirman las características de
la consolidación de este proyecto96. En las tierras usurpadas para el
desarrollo del proyecto político-económico se han asentado
excombatientes desmovilizados, en medio de las comunidades
sobrevivientes proporcionando las bases para la aplicación de iniciativas
estatales como el programa “familias guardabosques”.

Esta iniciativa forma parte del Programa de la Presidencia contra los


Cultivos Ilícitos de la Presidencia de la República (PCI), el cual cuenta
con apoyos financieros de las Naciones Unidas y de la Cooperación

93
Human Rights Watch, Herederos de los paramilitares. La nueva cara de la violencia en Colombia, Nueva
York, 2010; International Human Rights Law Clinic, citado.
94
International Human Rights Law Clinic, Truth Behind Bars. Colombian Paramilitary Leaders under
U.S. Custody, School of Laws, University of California, Berkeley, 2010.
95
. Tenthoff, Moritz, “El Urabá: donde el Desarrollo Alternativo se confunde con intereses económicos y la
reinserción del paramilitarismo”, Transnational Institute, informe sobre políticas de drogas N° 27,
Amsterdam, septiembre, 2008
96
Así se fraguó el acuerdo de paz con los paras (transcripción de la reunión secreta entre el comisionado de
paz, Luis Carlos Restrepo y los jefes paramilitares), publicado en www.verdadabierta.com el portal
Verdad Abierta el 26 de abril de 2010.

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 48


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

Internacional; los proyectos productivos (cacao, caucho, palma africana)


los realizan organizaciones tales como CORDESVIDA, CONSTRUPAZ,
las cuales sostiene relaciones con el Bloque paramilitar Elmer
Cárdenas (BEC); esta organización criminal controla la región y
representan la estrategia de legalización del proyecto iniciado con el
desplazamiento y usurpación de tierras (ver mapa n° 4: Urabá. Zonas de
implantación del proyecto agroindustrial)97.

De acuerdo con el autor citado, quien se basa en información disponible


sobre el programa, participan en el mismo aproximadamente “5.000
familias en el Urabá chocoano y alrededor de 8.500 familias en el Urabá
antioqueño, equivalentes a “poco más del 15% de las Familias
Guardabosques en todo el país”98.

El pormenorizado estudio del Transnational Institute expone la


construcción del proyecto regional a través de adquisiciones de tierras y
organizaciones de empresas financiadas con recursos públicos de
distinto origen, incluyendo los canalizados por agencias
gubernamentales nacionales y regionales, tales como el mencionado
programa Familias Guardabosques y la Corporación Regional de Urabá,
CORPOURABÁ, entre otros. A las tierras adquiridas por compras hechas
bajo presión y a menosprecio a campesinos de la región se añaden las
legalizadas por el INCODER, algunas de ellas a testaferros y agentes
directos de jefes paramilitares99.

En relación con la entrega de bienes por parte de los grupos


desmovilizados para la reparación de las víctimas, la Comisión
Colombiana de Juristas (CCJ), junto con la Comisión de Seguimiento a la
política pública sobre desplazamiento forzado, ha adelantado una
evaluación sobre las actividades del Estado en cumplimiento de las
distintas sentencias de la Corte Constitucional en la materia. Desde esta
instancia y de manera reiterada se ha requerido al Estado la atención a
sus obligaciones constitucionales con magros resultados, en particular
en lo atinente a la restitución de las tierras usurpadas.

El seguimiento de las acciones ordenadas por la ley en cuanto a


reparación de las víctimas, a través de las actas de recepción de bienes

97
Tenthoff, ob. cit.
98
Del Urabá antioqueño los municipios de Arboletes, San Juan y San Pedro de Urabá; de la porción
chocoana del golfo: Belén de Bajirá, Riosucio, Unguía, Carmen del Darién y Acandí. (Ver Mapa n° 4:
Urabá. Zonas de implantación del proyecto agroindustrial, M. Tenthoff, ob. cit.)
99
Amigos del senador, vecinos del paramilitar?, www.semana.com , 19 de julio de 2008, reproducido por
Verdad Abierta, actualizado el 27 de febrero de 2009.

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 49


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

para el Fondo de Reparación de Víctimas (FRV), permite apreciar cómo,


entre 2007 y 2009, solamente se han recibido 56 predios rurales, con un
total de 13.033 hectáreas, de acuerdo con los artículos 16 y 18 del
decreto 4760 de 2005 y el artículo 18 del decreto 3391 de 2006 (ver
gráfico n° 6 y Anexo 2: Bienes inmuebles recibidos-FRV) pero sin que
ninguna víctima de despojo hubiera sido beneficiada con área alguna
dentro de esos predios, ni en casos de permuta de predios, ni de
retornos voluntarios.

Geográficamente estas superficies se distribuyen entre Antioquia (4.413


ha.), Bolívar (2.598ha.), Caldas (51.2 ha.), Cesar (506) ha.), Córdoba
(2.274 ha.), Magdalena (399.6 ha.), Meta (2.790 ha.); durante 2007
fueron recibidas 5.526.3 ha.; en 2008, 2.392 ha., y en 2009, 5.115 (ver
gráfico n°8: Colombia. Distribución geográfica y anual hectáreas rurales
recibidas por el FRV 2007 - 2009). Estas cifras contrastan con las
estimadas por la Comisión de Seguimiento, las cuales ascienden a
5.504.517100 y hacen evidente no solamente la magnitud del despojo sino
la política de tierras del estado, evidenciada en la “omisión” de la
atención al mandato legal.

De acuerdo con la tendencia ya identificada sobre la restitución de las


tierras, tendencia que expresa la característica central del “modelo” de
la agricultura de plantación en Colombia, centrado en la
monopolización violenta de las tierras, el número de hectáreas devueltas
equivale al 0.22% de las apropiadas por los incriminados dentro de la
aplicación de la Ley de Justicia y Paz. Las cifras no sorprenden; no
obstante, llama la atención al comparar el número de hectáreas con las
tituladas a una sola persona, el ya mencionado senador Habib Mehreg,
así como con el debate en torno al predio Carimagua, mencionado en
páginas previas. A lo anterior se agregan las denuncias por titulaciones
de INCODER a personas cercanas a jefes paramilitares 101, al tiempo que
se conocen las modalidades de usurpación de tierras mediante presiones
contra los campesinos, con el aval de las autoridades (INCODER).

Siguiendo lo plantado inicialmente por el CITpax para esta consultoría


en cuanto a la identificación de mediciones, al aproximarse a un
indicador para la restitución de las tierras, construido a partir de las
actas de recepción de bienes para el Fondo de Reparación de Víctimas
(FRV) y el estimativo de las tierras usurpadas de la Comisión de
Seguimiento, medido en las hectáreas afectadas, no en las víctimas,
100
Comisión de Seguimiento a la política pública sobre desplazamiento forzado, Decimoprimer informe,
Bogotá, 2009, p. 11: El INCODER informa en 2010 sobre 6.673.503 el número de ha abandonadas.
101
www.eltiempo.com , 5 de mayo de 2010

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 50


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

podría plantarse el siguiente cálculo para un indicador general de no-


restitución (IGNR):

Si, vnr = vd – vr; IGNR = vnr / vd

Donde,
vnr, es el número total de víctimas no restituidas (en hectáreas)
vd, es el número de víctimas de despojo (en hectáreas)
vr, es el número de víctimas de despojo restituidas (en hectáreas)

Luego,
vnr = 6.673.503 Ha. – 13.033,6 Ha. = 6.660.469,4 Ha.
IGNR = 6.660.469,4 ÷ 6.673.503= 0,998

De esta forma, el indicador general de no-restitución mediría en 0.99%


las hectáreas no restituidas a las víctimas de despojo, hasta ahora y a
partir de la promulgación de la Ley 975 de 2005.

Es necesario tener en cuenta que el FRV, administrado por Acción


Social, no es el único procedimiento, dispuesto por el gobierno, para
restituir tierras a las víctimas de despojo102. Para tener una medición
con menor margen de error, deben revisarse también las instituciones
que, junto con Acción Social, tienen el mandato de restituir los derechos
sobre la tierra y el territorio de estas víctimas. Así, en el marco de la Ley
975 de 2005 también se reciben reclamaciones de los predios
abandonados en la Unidad Nacional de Justicia y Paz de la Fiscalía
General de la Nación, así como en las sedes regionales de la Comisión
Nacional de Reparación y Reconciliación, junto con las Comisiones
Regionales para Restitución de Bienes, como parte del diseño del
Programa de Restitución de Bienes.

El incumplimiento en la restitución de bienes a las víctimas del despojo


no parecen tener perspectivas de modificación en el corto plazo. En
comunicado del Ministro del Interior del día 8 de octubre de 2009 se
anunció la creación de la Sociedad de Activos Especiales (SAE), adjunta
Ministerio de Hacienda, la cual entrará a administrar los bienes
mediante los cuales se haría las reparaciones de víctimas; parte de estos
bienes serían los recibidos en el marco de la ley 975 de 2005, junto con
los administrados por la Dirección Nacional de Estupefacientes. Hasta la
fecha se desconoce su reglamentación y normas de operación pero
según la información suministrada por la Coordinación Administrativa

102
Entrevista telefónica el 19 de febrero de 2010 al abogado Fernando Vargas, consultor en Derechos
Humanos y DIH, en la Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento (CODHES)

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 51


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

de la SAE103 aún no se había restituido a las víctimas ninguna de las 13


mil hectáreas recibidas.

En este marco, CODHES ha señalado que, la Fiscalía, al investigar el


delito de desplazamiento forzado en proceso ordinario, el cual es
diferente al marco de la Ley 975 de 2005, debería conducir una
estadística de las víctimas que persiguen en la demanda de parte civil,
la restitución de sus inmuebles abandonados o despojados104.

103
Entrevista con el Sr. Edgar Gómez, abril 5, 2010
104
Ibídem.

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 52


Conclusiones

De acuerdo con la información disponible en las fuentes consultadas,


puede concluirse que quienes orientan los desplazamientos pretenden
ejercer el control de: 1) áreas significativas por su potencial productivo
en términos agrícolas, mineros y de favorabilidad para determinados
desarrollos energéticos y de infraestructuras y 2) poblaciones
potencialmente aprovechables como mano de obra en estos proyectos.
Como parte de todos sus efectos este proceso hizo transitar al país a
niveles más profundos de pobreza y a condiciones gravosas de
vulnerabilidad alimentaria. Como lo ha señalado Ana María Ibáñez, el
desplazamiento forzado dejó al 75% de los hogares desplazados por
debajo de la línea de indigencia105.

Los niveles de destrucción de la agricultura parcelaria alcanzados


condujeron al país de la autosuficiencia a la dependencia de los
mercados externos en cerca del 50% de nuestros requerimientos. De
esta manera, el llamado “giro de la política agropecuaria” 106 de la
pasada década no se tradujo en una recuperación productiva sino en el
posicionamiento económico y político del empresariado de los “cultivos
de rendimiento tardío” o agricultura de plantación. Lo evidencia la
ampliación de sus áreas sembradas107 en contraposición con las
agriculturas temporales, con resultados negativos para la disponibilidad
de alimentos y el incremento de sus importaciones así como en el
empleo rural.

La tendencia hacia la concentración de la propiedad agraria, que ha


acompañado históricamente la formación del capital en las distintas
sociedades, en nuestro caso va de la mano de dos características: en
primer lugar, el carácter de la apropiación monopólica de la tierra
como fuente persistente de poder político; en segundo lugar, el
acompañamiento de procesos sistemáticos de violencia a la

105
Ana María Ibáñez, El desplazamiento forzoso en Colombia: un camino sin retorno hacia la pobreza,
Universidad de Los Andes, Bogotá, 2008, p.107.
106
Título del balance realizado por José A. Ocampo y Santiago Perry (Tercer Mundo, Bogotá, 1995).
107
Palma aceitera, banano, cacao, bosques comerciales.

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 53


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

concentración de la propiedad. A estos rasgos se han sumado en las


últimas décadas los efectos de la economía del narcotráfico, extendidos
a diversos ámbitos de la sociedad. La convergencia de estos factores ha
generalizado diversos comportamientos delictivos en los agentes
económicos, agudizados al profundizarse la integración comercial
(mundialización).

Los poderes regionales asociados con el narcotráfico y el latifundio han


ampliado su control sobre el Estado, orientando en exclusivo beneficio
propio y de manera creciente su gestión. En la medida en que el control
monopólico de la tierra acrecienta los costos de producción se
restringen las posibilidades de competir en los mercados
internacionales, lo cual, a su vez disminuye la rentabilidad de las
inversiones orientadas hacia estos mercados.

En este marco de poder, construido a partir de las alianzas entre el


control de la tierra e intereses financieros especulativos de una u otra
forma articulados con el narcotráfico, las capacidades y recursos
públicos son utilizados para compensar las bajas rentabilidades
relativas.
Estas circunstancias explican la reiterada inviabilidad política de un
reparto agrario democrático y más recientemente, las definiciones de
las políticas a favor del sub-sector de los biocombustibles. Entre otras,
el gobierno ha incluido elevadas exenciones fiscales, la canalización de
buena parte de los recursos para el fomento de la agricultura hacia los
círculos del poder ya mencionados (como el programa Agro Ingreso
Seguro) y establecido la obligatoriedad del consumo de las mezclas
combustibles en beneficio de sus productores, ya auxiliados por las
medidas descritas.

A lo anterior se añade que las alianzas mencionadas han evadido la


búsqueda de condiciones técnicas para confrontar la competencia en
los mercados internacionales hacia los cuales se ha buscado orientar la
gestión de la economía nacional. En esta forma, los círculos del poder,
en lugar de impulsar la generación de condiciones racionales de gestión
económica, lo cual les exigiría desarrollar capacidades innovativas
dentro de una perspectiva modernizadora de la sociedad, han preferido
ampliar sus márgenes de ganancia por otros medios. Por profundizar la
concentración de la propiedad agraria, incluso mediante su usurpación
violenta y la destrucción de comunidades y patrimonios ambientales
para elevar sus captaciones de rentas y subsidios. Por la imposición de
sobreprecios, de la obligatoriedad de consumos establecidos por ley y
de la destrucción de las capacidades de negociación de los trabajadores

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 54


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

mediante las normas de “flexibilización laboral”, la criminalización de


las protestas y el terror antisindical.

De tiempo atrás Colombia ha conocido la falacia de las estrategias


basadas en el supuesto de que un crecimiento sustentado en las
garantías ilímites a todo tipo de capitales, la “confianza inversionista”,
generaría bienestar para todos. Igual ocurrió con las supuestas
bondades de las “aperturas”; más recientemente y como parte de la
exclusión y el empobrecimiento resultantes de este modelo, el país
debió convencerse de que no puede alcanzar el logro estratégico de la
seguridad alimentaria abandonado su agricultura campesina,
desterrando a las comunidades de pequeños productores con la
pretensión de abastecerse en los mercados externos.

Por el contrario, la usurpación de tierras, el desmantelamiento de las


comunidades y de sus territorios nos ha precipitado en una “guerra sin
fin”. Muy poco podremos avanzar en la construcción de una sociedad
incluyente y hacia la modernización democrática del país, del
mejoramiento de las condiciones de vida de las poblaciones rurales en
términos de su salud y educación, de sus calidades productivas, de su
participación política, de promoción de la cultura y, en general de la
dignificación de la vida en el campo, sin remover estos obstáculos.

A manera de síntesis:

• La tendencia hacia la concentración de la propiedad agraria, que ha


acompañado históricamente al desarrollo económico en las distintas
sociedades, en el caso colombiano va de la mano de dos
características: en primer lugar, la apropiación monopólica de la
tierra como fuente persistente de poder político; en segundo lugar,
el acompañamiento de procesos sistemáticos de violencia. A estos
rasgos se han sumado en las últimas décadas los efectos de la
economía del narcotráfico, extendidos a diversos ámbitos de la
sociedad.

• La convergencia de estos factores ha generalizado diversos


comportamientos delictivos en los agentes económicos y políticos.
La magnitud de las denuncias de estos hechos presentadas ante las
instancias nacionales e internacionales pertinentes y la reticencia
de las agencias estatales responsables en actuar de acuerdo con el
mandato constitucional y las leyes, hacen ostensible la injerencia de
los intereses ligados al modelo agrario en la gestión del estado.

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 55


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

• Los análisis de las causas de los desplazamientos forzados


realizados por las instancias de ley, por los organismos
internacionales de derechos humanos, investigadores y otras
entidades no gubernamentales permiten establecer como
principales responsables a quienes pretenden ejercer el control de:
1) áreas significativas por su potencial productivo en términos
agrícolas, mineros y de favorabilidad para determinados desarrollos
energéticos y de infraestructuras y 2) poblaciones potencialmente
aprovechables como mano de obra en estos proyectos.

• Los desplazamientos forzados producidos durante las últimas dos


décadas han hecho transitar al país a niveles más profundos de
pobreza, y a condiciones gravosas de vulnerabilidad alimentaria. El
desplazamiento forzado dejó al 75% de los hogares afectados por
debajo de la línea de indigencia108.

• La producción de alimentos descansa fundamentalmente en las


economías campesinas; las materias primas para la industria, por su
rentabilidad, han sido asumidas por la agricultura intensiva en
capital. En el caso colombiano, la gran concentración de la
propiedad y los avances de los cultivos industriales han tenido como
contrapartida la reducción de los cultivos transitorios y su
dependencia de los mercados externos en cerca del 50%.

• La apropiación ilegítima de los recursos públicos agrava los efectos


de las onerosas condiciones generadas por la reducida tributación
de la tierra y demás beneficios fiscales que reciben quienes
controlan el estado. Estas circunstancias explican la reiterada
inviabilidad política de un reparto agrario así como los sesgos en la
asignación de recursos destinados al fomento de la agricultura a
favor de subsectores específicos ligados estrechamente con la
dirección del gobierno.

108
Ana María Ibáñez, El desplazamiento forzoso en Colombia: un camino sin retorno hacia la pobreza,
Universidad de Los Andes, Bogotá, 2008, p.107

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 56


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

Recomendaciones

Contemplan dos términos de aplicación: de una parte el de la población


afectada directamente por el desplazamiento forzado, obligada al
abandono de sus bienes, la cual ha de ser sujeto de reparación y de
garantías de no repetición; por otra, la sociedad en su conjunto,
afectada por las relaciones que han dado lugar al ejercicio sistemático
del despojo. En uno y otro caso cabe la responsabilidad del estado de
asegurar la no repetición mediante intervenciones transformadoras del
ordenamiento social, económico y político.

• Con respecto a la reparación de las víctimas del desplazamiento han


de tenerse en cuenta las recomendaciones de la Comisión de
Seguimiento a la política públicas de atención a los desplazados, la
Comisión Colombiana de Juristas, la Comisión Intercongregacional
de Justicia y paz, el Representante Especial del Secretario General
de las Naciones Unidas y de otras instancias referidas a
experiencias que guardan similitudes con el caso colombiano 109.
Estas instancias proponen acciones inmediatas para proteger los
bienes de los desplazados centradas en el pronto y efectivo registro
de los mismos, la invalidación de títulos de traspaso de estos bienes,
el cruce de información sobre registro de predios abandonados por
las víctimas con confesiones de apoderamiento de tierras por
pretendidos beneficiarios de la ley 975 de 2005 para impedir su
expropiación, restitución directa de los predios a las víctimas sin
pasar a través del Fondo de Reparación General.

• Teniendo en cuenta las dificultades interpuestas en distintos niveles


de la acción de la justicia por los interesados en la usurpación de las
tierras, es recomendable tener en consideración la experiencia
desarrollada por el programa de catastro alternativo del Movimiento
de Víctimas de Crímenes de Estado (MOVICE) 110 para asegurar el
reconocimiento de la calidad de los poseedores de los bienes
abandonados y contar con el estrecho acompañamiento de las
organizaciones de las comunidades como garantía de las víctimas y
con la protección del estado111.

109
Ver Jose-Maria Arrayza, M. Moratti, Getting the Property Questions Rights. Legal Policy Dilemmas
in Post-Conflict Property Restitution in Kosovo (1999-2009), Oxford University Press, aug. 2009; ver
igualmente Comisión Colombiana de Juristas, V Informe de Seguimiento a la Aplicación de las
Recomendaciones, correspondiente al período enero – junio de 2008, Bogotá, 2008
110
Movimiento de Crímenes de Estado, Catastro Alternativo, www.movimientodevictimas.org, Bogotá,
2009
111
Convenio IV de Ginebra sobre protección a las personas, 1949

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 57


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

• Un referente para el próximo plan de gobierno y para las iniciativas


legislativas que sustenten su plan de desarrollo es el Capítulo XIV
del Proyecto de ley de Reforma Agraria presentado ante el Congreso
de la República por las organizaciones campesinas, “PROTECCIÓN
DE LOS DERECHOS DE LOS DESPLAZADOS”. Este proyecto
propone procedimientos para el registro de los bienes de las
personas desplazadas así como para la protección de sus derechos
frente a riesgos de su enajenación, a través del cruce de
información entre las instancias de registro (Superintendencia de
Notariado y Registro de Instrumentos Públicos, oficinas locales de
registro de instrumentos públicos, comités territoriales para la
Atención Integral a la Población Desplazada competentes).
Complementariamente añade la exigencia a los jueces que tramiten
demandas de prescripción adquisitiva de bienes, de presentar
certificación de que el predio en cuestión no se encuentre en el
registro nacional de predios abandonados por la violencia de la
Superintendencia de Notariado y Registro o del Procurador
Delegado para Asuntos Ambientales y Agrarios (ver Anexo n°1).

• La superación de la usurpación y concentración de las tierras y el


desplazamiento forzado, con sus secuelas de empobrecimiento y
mayor vulnerabilidad alimentaria de la nación como apoyos para el
afianzamiento de una vía de crecimiento, requiere intervenciones
transformadoras dentro del estado de derecho que garanticen su no
repetición.

• En acatamiento al estado de derecho se requiere poner en marcha


de manera inmediata, iniciativas que permitan la construcción de un
ordenamiento ambiental territorial, como marco de un nuevo
reparto agrario, orientado hacia propósitos efectivos de restitución
de las tierras abandonadas por los desplazados a sus poseedores, la
democratización de la tenencia y uso de la tierra así como al respeto
de la vocación productiva de los ecosistemas.

• La política de tierras debe involucrar la devolución de los predios


usurpados, la redistribución y ordenamiento del uso del territorio
acordes con las potencialidades ecosistémicas y el reconocimiento y
respeto de los territorios étnicos y campesinos existentes.

• Los municipios deben producir sus planes de ordenamiento


territorial y dentro de ellos deberá figurar el uso que se debe dar al
espacio de cada municipio. A su vez, las unidades de explotación
localizadas dentro del mismo deben ajustar su dedicación a este
ordenamiento de manera prioritaria. La extensión de estas

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 58


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

explotaciones deberá estar limitada de acuerdo con los


requerimientos locales y regionales, teniendo en cuenta, en primer
lugar, la demanda local de tierras: pequeños productores sin tierra
o con tierras insuficientes para garantizar el bienestar de estas
familias. Los tipos de explotación permitidos en cada municipio,
además de ajustarse a las condiciones ambientales deberán
ajustarse a las necesidades locales relacionadas con los
requerimientos alimentarios y de ingresos de la población local.

• La política de tierras ha de ser complementada con una política


social que le garantice al campesinado y a las poblaciones rurales
populares la condonación de las deudas de los pequeños
productores y el acceso a un crédito altamente subsidiado,
orientado a la adquisición de tierras para la producción de
alimentos y a planes y programas de reactivación económica del
campo que busquen simultáneamente el aumento de la
productividad, la protección y conservación del medio ambiente y la
seguridad y soberanía alimentarias.

• Colombia debe crear una capacidad científica y técnica al servicio


del campo con la ayuda de la experiencia internacional.

• Estos propósitos han de traducirse en un plan de gobierno como


marco coherente de una política de tierras acorde con los
mandatos constitucionales sobre el acceso a la tierra y la protección
a la producción de alimentos. Un referente de esta política de
tierras es el pronunciamiento del ministerio público con respecto a
los delineamientos de la política de tierras propuestos por el
ministerio de agricultura112, en el cual se señala la existencia de
“contradicciones entre el modelo de desarrollo agropecuario que se
aplica actualmente en el país y las aspiraciones y postulados el
estado de derecho”, frente a lo cual plantea la “necesidad de
realizar una reforma agraria integral y actualizada cuya demora ha
sido una de las causas del desplazamiento forzado de más de tres
millones de personas.”

112
Carta del Procurador General de la Nación al Presidente de la Corte Constitucional: Comentarios al
documento “Lineamientos de política de tierras y territorios para la población víctima del
desplazamiento forzado, en riesgo de desplazamiento forzado y del despojo”, DP 01048, Bogotá,
noviembre 20, 2009

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 59


Anexos
Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

Anexo n°1

Capítulo XIV del Proyecto de ley de Reforma Agraria


presentado ante el Congreso de la República por las
organizaciones campesinas, “PROTECCIÓN DE LOS
DERECHOS DE LOS DESPLAZADOS”;

Artículo 184. Todas y cada una de las personas desplazadas por la


violencia tienen derecho a la verdad, justicia, reparación y restitución,
que incluye la restitución de la propiedad o posesión de las tierras y
demás inmuebles.

Artículo 185. La Superintendencia de Notariado y Registro, llevará un


registro de los predios y territorios abandonados a causa de la
violencia. Para tal efecto, los Notarios Públicos y los Registradores de
Instrumentos Públicos, procederán a impedir cualquier acción de
enajenación o transferencia de títulos de propiedad, o de otros
derechos sobre aquellos bienes, cuando tales operaciones se adelanten
contra la voluntad de los titulares de los derechos respectivos. Las
solicitudes de protección relacionadas con territorios étnicos, serán
enviadas al Ministerio del Interior y de Justicia, para efectos de lo
dispuesto en el artículo 116 de esta ley.
El Procurador Delegado para Asuntos Ambientales y Agrarios llevará un
registro de predios que las personas desplazadas por la violencia hayan
abandonado según denuncia oral o escrita presentada ante la
Procuraduría o ante otra entidad pública.

Parágrafo 1°. Los personeros municipales o distritales, los Alcaldes


municipales o distritales, la Oficina Presidencial de Acción Social, la
Defensoría del Pueblo y cualquiera de las entidades públicas enterada
al respecto, estarán obligadas a enviar a la Superintendencia de
Notariado y Registro y al Procurador Delegado para Asuntos
Ambientales y Agrarios las denuncias sobre predios que hayan tenidos
que abandonar las personas en condición de desplazadas para que

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 61


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

dicha Superintendencia y este Procurador procedan a incluirlos en el


registro respectivo.

Parágrafo 2°. El propietario, poseedor, ocupante o tenedor de un predio


o territorio, o el Ministerio Público, podrán solicitar la inclusión del
mismo en el registro de predios abandonados y la correspondiente
prohibición de enajenación o transferencia. Dicha solicitud deberá ser
atendida por la Oficina de Registro de Instrumentos Públicos del
Círculo respectivo, dentro de los treinta (30) días siguientes a la fecha
en que fue recibida. La solicitud de protección se presentará ante las
Oficinas del Ministerio Público y dentro del día siguiente a su
recepción; esta deberá ser enviada a la Oficina de Registro de
Instrumentos Públicos del Círculo en donde se encuentre ubicado el
predio, para su trámite y decisión. Decidida la aceptación o el rechazo,
informarán a la Superintendencia de Notariado y Registro dentro de los
5 días siguientes a la ejecutoria del Acto Administrativo, para lo de su
competencia. Cuando los derechos ejercidos por los desplazados no se
encuentren inscritos en los folios de matrícula de los inmuebles
respectivos, las Oficinas de Registro de Instrumentos Públicos o el
Comité Territorial para la Atención Integral a la Población Desplazada
competente, según el caso, ordenará que las medidas de protección de
que tratan los artículos anteriores, sean registradas.

Artículo 186. Amplíese a veinte (20) años el término de todas las


prescripciones de que trató el artículo 1° de la Ley 791 de 2002, tales
como la prescripción extraordinaria adquisitiva de dominio, la extintiva,
la de petición de herencia, la de saneamiento de nulidades absolutas y
queda restablecidas así las prescripciones veintenarias en el Código
Civil.
El artículo 2532 del Código Civil quedará así:
“Artículo 2532. El lapso de tiempo necesario para adquirir mediante
la prescripción extraordinaria, es de 20 años contra toda persona, y no
se suspende a favor de las enumeradas en el artículo 2530, pero sí a
favor de las personas desplazados por la violencia.

Artículo 187. El inciso 1° del artículo 2529 del Código Civil quedará
así:
“Artículo 2529. El tiempo necesario a la prescripción ordinaria es de
cinco (5) años para los muebles y de diez (10) años para bienes raíces”.

Parágrafo 1°. En cualquier caso, la prescripción ordinaria, la


prescripción extraordinaria, la prescripción establecida por el artículo
11 de la ley 200 de 1936, los procesos de saneamiento de la propiedad

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 62


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

y los de jurisdicción coactiva, se suspenden en beneficio de los


desplazados por la violencia y mientras dure el desplazamiento forzado.

Parágrafo 2°. Los jueces que den trámite a demandas de prescripción


adquisitiva de dominio no podrán tramitar la demanda sin antes haber
obtenido una certificación de que el predio no se encuentra en el
registro nacional de predios abandonados por la violencia de la
Superintendencia de Notariado y Registro o del Procurador Delegado
para Asuntos Ambientales y Agrarios. Si se encontrare el predio
respectivo en uno de los registros antes mencionados o si el juez
encontrare alguna evidencia de que el supuesto poseedor demandante
se ha beneficiado del desplazamiento forzado del anterior poseedor o
propietario, se suspenderá el proceso hasta tanto el demandante pueda
probar plenamente que tiene una posesión que no ha resultado de un
desplazamiento forzado.

Parágrafo 3°. Los jueces respectivos están obligados a informar a la


Superintendencia de Notariado y Registro y al Procurador Delegado
para Asuntos Ambientales y Agrarios sobre cualquier juicio de
pertenencia por prescripción de cualquier especie que proceda en sus
despachos, inmediatamente se reciba la demanda y sobre cada una de
las actuaciones del despacho y dicha Superintendencia y este
Procurador estará en la obligación de acreditar cualquier denuncia de
desplazamiento del respectivo predio hecha por persona desplazada
para lo cual llevará un registro.

Artículo 188. Son nulas todas las compraventas de predios y mejoras


que campesinos desplazados forzadamente se hayan visto obligados a
hacer por motivos de violencia, amenazas u otras formas de coacción,
así como son nulas también las prescripciones decretadas sobre sus
bienes. Si los compradores demuestran que han obrado de buena fe, el
Incoder adquirirá los predios o mejoras. En todo caso la propiedad o
posesión de los predios y mejoras serán devueltas a los campesinos
desplazados. Los desplazados por la violencia tienen pleno derecho a
ejercer las respectivas acciones de nulidad, lesión enorme, rescisión o
posesorias; para lo cual, la prescripción de las mismas empezará a
correr solamente cuando cese la condición de desplazamiento.

Parágrafo 1°. En todo caso, el recurso de revisión de que trata el


artículo 379 del Código de Procedimiento Civil, procederá en contra de
la sentencia ejecutoriada que resuelva cualquiera de las acciones de
que trata el presente artículo, cuando lo allí resuelto afecte a una
persona que tenga la condición de desplazada.

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 63


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

Parágrafo 2°. En caso de que no sea posible el retorno con garantías a


sus tierras de los desplazados por violencia, el Estado los reubicará y
dotará de tierras en las condiciones previstas para ellos en esta ley.

Parágrafo 3°. En el lapso de dos (2) años a partir de la vigencia de esta


ley, el Incoder deberá recuperar desde el punto de vista de la propiedad
y la posesión las UAF ya entregadas, cuyos beneficiarios fueron
desplazados por la violencia, garantizando su restitución o en el caso
del parágrafo anterior su destinación y tenencia en manos de los
sujetos descritos en la ley.

Artículo 189. Los Comités Territoriales de Atención Integral a la


Población Desplazada con el objeto de proteger a una comunidad de
actos arbitrarios contra su vida, integridad y bienes, declararán la
inminencia de riesgo de desplazamiento o su ocurrencia por causa de la
violencia, cuando se presenten circunstancias que puedan originar o
hayan originado, el desplazamiento forzado en una zona determinada
del territorio de su jurisdicción, y procederán a identificar a los
propietarios, poseedores, tenedores, ocupantes y territorios de
comunidades indígenas y negras ubicados en esta, para lo cual dentro
de los 30 días siguientes a la declaratoria, elaborarán un informe a la
fecha de emisión del acto de declaratoria, cuando esta es de inminencia
de desplazamiento; o a la fecha en que ocurrieron los primeros hechos
que ocasionaron el desplazamiento, cuando esta es de ocurrencia,
relacionando los titulares amparados y la calidad jurídica que ostentan,
con base en los datos existentes en las Oficinas de Registro de
Instrumentos Públicos, de Catastro, de Incoder, la Unidad Nacional de
Tierras Rurales y otras entidades. Para identificar las calidades de
derechos sin formalizar y los titulares de otros derechos, los Comités
obtendrán y contrastarán información en las comunidades respectivas.

El acto de declaratoria de inminencia o de desplazamiento, se remitirá


a las oficinas de Registro de Instrumentos Públicos correspondientes,
solicitándole que se abstengan de inscribir actos de enajenación o
transferencia a cualquier título, de los bienes rurales correspondientes,
mientras esté vigente la declaratoria, salvo que los legítimos titulares
de derechos expresen de manera libre y espontánea la voluntad de
transferir sus derechos, mientras se halle vigente la medida, y para tal
fin obtengan autorización del respectivo Comité. Respecto de población
desplazada que tenga la calidad de ocupante de un bien baldío, dicho
acto también se remitirá al Incoder para que dentro de los 30 días
siguientes a su recibo adelante de forma preferente los procedimientos
de titulación a que haya lugar y si a ello tuvieren derecho, de
conformidad con las normas que regulan la materia.

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 64


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

El informe así elaborado por los Comités, es prueba sumaria de las


calidades de poseedor, tenedor y ocupante, para aquellas personas
incluidas en el mismo.

Cuando en las zonas objeto de declaratoria se encuentren asentadas


comunidades étnicas, los Comités Territoriales para Atención Integral a
la Población Desplazada procederán a informar al Ministerio del
Interior y de Justicia - Dirección de Etnias, para que inicie o culmine de
manera preferente, los procedimientos especiales de constitución,
saneamiento, ampliación, reestructuración y deslinde de resguardos
indígenas o procedimientos de titulación de propiedad colectiva de
negritudes según el caso y cuando a ello hubiere lugar.

Artículo 190. Los desplazados que opten por el retorno a sus lugares
de origen y tengan la calidad de ocupantes de baldíos, podrán acumular
el tiempo de explotación efectiva con el de duración del
desplazamiento, para cumplir con el requisito mínimo de ocupación y
explotación exigido en la ley para su titulación. Para este efecto, el
Incoder iniciará de manera preferente e inmediata, el trámite de
titulación y ordenará abrir un folio de matrícula inmobiliaria al
respectivo predio con el Acto Administrativo que acepte la solicitud de
adjudicación del predio baldío en el cual se inscribirá su contenido.

La Resolución de que trata el inciso anterior ordenará suspender el


proceso de titulación respecto de ese baldío durante el tiempo que dure
el procedimiento de titulación por la subsistencia del desplazamiento
forzado.
Si transcurrido dicho término el desplazado no retorna a reanudar el
aprovechamiento del predio, Incoder revocará la resolución de
aceptación de la solicitud de adjudicación y ordenará el levantamiento
de la medida de protección a la Oficina de Registro de Instrumentos
Públicos correspondiente de oficio o a solicitud de la Agencia
Presidencial para la Acción Social y la Cooperación Internacional, los
comités territoriales de atención a la población desplazada, el
Ministerio Público o el interesado.

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 65


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

Anexo n° 2

Presupuesto Ministerio de Agricultura 2009

Aporte Nal. Rec. propios Total %


TOTAL PRESUPUESTO 1.022.359.500.000 1.022.359.500.000
Presupuesto funcionamiento
(2009) 234.459.500.000 234.459.500.000 22,93
Presupuesto inversión
(2009) 787.900.000.000 787.900.000.000 77,07
suministros y equipos
Sistematizac. red
información 1.000.000.000
agropecuaria nacional
Divulgación, asist. técnica,
capacitación 28.000.000.000 28.000.000.000

Asistencia técnica
desarrollo 10.000.000.000
agropecuario y
pesquero
Formulación y ejecución 14.000.000.000
alianzas productivas
Apoyo formación ciencias 4.000.000.000
agropecuarias
nacional
Protección y bienestar social 12.000.000.000 12.000.000.000
del recurso humano
Progr dllo de oportunidades 12.000.000.000
de invers y
capitalizac de
activos de micro-
empres
rurales
Investigación y estudios 52.400.000.000 52.400.000.000
Mejoramiento de
competitiv 2.200.000.000
y políticas
modernizac

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 66


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

agropec, forestal
y pesquera
Asistenc técnica desarrollo 40.000.000.000
tecnológico agropec
nal.
Diseño e implement
estratég 10.200.000.000
de transición para la
agricultura y medio
rural
nacional
Levantamiento información 13.500.000.000 13.500.000.000
para procesamiento
Montaje operación sistemas 13.500.000.000
información agropecuaria
nacional

Organiz institucional apoyo 665.000.000.000 665.000.000.000


administración del Estado
Apoyo Agro Ingreso
Seguro 525.000.000.000
AIS – nacional
Implement prog
reactivación 30.000.000.000
cafetera nacional
Implement operación fondo 110.000.000.000
comercializ de
productos
agopecuarios
nacional
Subsidios directos 12.000.000.000 12.000.000.000
Subsidio vivienda rural por 12.000.000.000
intermedio del Banco
Agrario de Colombia

Transferencias 4.000.000.000 4.000.000.000


Implementac programa 4.000.000.000
silvicultura en zona
marginal cafetera
Nacional

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 67


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

INSTITUTO COLOMBIANO AGROPECUARIO – ICA


Aporte Nal. Recurs. propios Total %
TOTAL PRESUPUESTO 92.280.461.000 41.861.000.000 134.141.461.000
Presupuesto funcionamiento
(2009) 56.454.700.000 2.840.000.000 59.294.700.000 44,20
Presupuesto servicio deuda
públ. (2009) 260.000.000 260.000.000 0,19
Presupuesto inversión
(2009) 35.565.761.200 39.021.000.000 74.586.761.200 55,60
Construcción infraestructura 10.000.000.000 10.000.000.000
del sector
Infraestruc de apoyo a 10.000.000.000
prevención y control
a
producción agropec
nal.
Investigación y estudios 2.000.000.000 2.000.000.000
Manten. bancos germoplas-
ma animal, vegetal y 2.000.000.000
microbial nacional
Organiz institucional para
apoyar 33.565.761.200 29.021.000.000 62.586.761.200
administración del Estado
Administr centros diagnóst. 11.136.000.000 4.044.000.000
Labs. y oficinas de preven-
ción y control
agropec.
nacional
Administr fondo nacional
de 12.300.000.000
protección agropec.
Prevención y control plagas 18.429.761.200 10.677.000.000
y enfermedades en
ani-
males y vegetales
nacional.
Pesca y acuicultura:
adminst. 4.000.000.000 2.000.000.000
y control de recursos
pesqueros de la acui-
cultura.

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 68


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

INSTITUTO COLOMBIANO DESARROLLO RURAL - INCODER


Aporte Nal. Recurs. propios Total %
TOTAL PRESUPUESTO 433.744.295.000 15.012.200.000 448.756.495.000
Presupuesto funcionamiento
(2009) 38.095.700.000 5.012.200.000 43.107.900.000 9,61
Presupuesto servicio deuda
públ. 51.000.000 51.000.000 0,01
Presupuesto inversión
(2009) 395.597.595.000 10.000.000.000 405.597.595.000 90,38
Construcción infraestructura 330.037.595.000 6.000.000.000 336.037.595.000
del sector
Producc, aprovechamiento 330.037.595.000 6.000.000.000
agrícola: análisis,
dise-
ño y construcc distri-
tos riego y drenaje
nacional.
Adquisición infraestructura 14.000.000.000 14.000.000.000
del sector
Tenencia de la tierra: titula- 14.000.000.000
ción de baldíos nal.
Mantenimiento y
mejoramiento 3.400.000.000 2.000.000.000 5.400.000.000
infraestructura
Producc, aprovechamiento 3.400.000.000 2.000.000.000
agrícola: admin,
conser-
vación y operación
dis-
tritos riego y drenaje
nacional.
Mantenimiento y
mejoramiento 900.000.000 2.000.000.000 2.900.000.000
infraestructura administrativa
Reforzamiento estrutural 900.000.000 2.000.000.000
edificio INCODER
BOG.

Organiz institucional para


apoyar 2.260.000.000 2.260.000.000
administración del Estado
Implementación sistema de 2.260.000.000
información de dllo
rural
nacional.
Subsidios directos 45.000.000.000 45.000.000.000
Tenencia de la tierra: subsi- 45.000.000.000
dio integral

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 69


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

conforma-
ción empresas
básicas,
atención poblac
despla-
zada y campesina nal.

UAE UNIDAD NACIONAL DE TIERRAS RURALES - UNAT


Aporte Nal. Recurs. propios Total %
TOTAL PRESUPUESTO 13.774.400.000 0 13.774.400.000
Presupuesto funcionamiento
(2009) 7.774.400.000 0 7.774.400.000 56,44
Presupuesto inverisón
(2009) 6.000.000.000 6.000.000.000 43,56
Adquisición infraestruct 5.400.000.000 5.400.000.000
del sector
Tenencia de la tierra: apoyo 4.000.000.000
técn, admivo y
judicial
para titulación baldíos
y
procesos agrarios nal.
Adquisición predios para 1.400.000.000
fines productivos nal.

Investigación y estudios 600.000.000 600.000.000


Asesoría y
acompañamiento ord.
Terrrit. 600.000.000
(Presentación elaborada por William Chavarro, marzo 29, 2010)

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 70


Anexo N° 3
Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010

Tierras, justicia y paz en Colombia


Bienes inmuebles recibidos (solamente predios rurales)
Acta Semes-tre Año Bienes Área (Ha.) Tenencia Ocupa-ción** Cultivo Bienes Bienes Bienes Víctimas Área
entrega entrega recibidos* entregados entregados- entregados reparadas reparada
vered. mpio. - dept. (flias) (Ha.)
1 1 2007 Finca El porvenir 1.390,7 Propiedad Cuidandero Nativo Brisas del San Martín Meta 0 0
Manacacias
1 2007 Finca San Javier 1.000,0 Propiedad Cuidandero Nativo Serranía del San Martín Meta 0 0
Camoa
3 2 2007 Hacienda Lusitania 399,8 Propiedad Desocupado Palma africana San Miguel Puerto Gaitán Meta 0 0

9 2 2007 Finca La cagada 1.338,0 Propiedad Cuidandero Ninguno Pecoralia Tarazá Antioquia 0 0
15 2 2007 Clínica municipal 0,4 Posesión Viviendas Ninguno Guaimaro Tarazá Antioquia 0 0
Nueva Luz
17 2 2007 Hacienda Las 277,7 Propiedad Desocu-pado Ninguno Tierra Santa Buenavista Córdoba 0 0
margaritas
2 2007 Urbaniz. rural Juan 7,8 Propiedad VIS rural Ninguno Piamonte Cáceres Antioquia 0 0
Carlos J.
18 2 2007 Finca La cabaña 37,5 Propiedad Desocu-pado Ninguno Tierra Santa Buenavista Córdoba 0 0

2 2007 Hacienda El Cairo 214,5 Propiedad Desocu-pado Ninguno Las Mojosas Cáceres Antioquia 0 0

2 2007 Hacienda La uno 542,1 Propiedad Desocu-pado Caucho Las Mojosas Cáceres Antioquia 0 0

19 2 2007 Finca La orquídea 40,1 Propiedad Desocu-pado Ninguno Guacimal Puerto Berrío Antioquia 0 0
Alicante
20 2 2007 Finca La victoria 277,7 Propiedad Desocu-pado Ninguno Cachipay Puerto Berrío Antioquia 0 0

24 1 2008 Finca Villa Rosa 47,6 Propiedad Abandonado Ninguno Santafé Ralito Tierralta Córdoba 0 0

1 2008 Finca San José 49,9 Propiedad Abandonado Ninguno Santafé Ralito Tierralta Córdoba 0 0

Darío Fajardo Montaña


1 2008 Finca El escondido 39,1 Propiedad Abandonado Ninguno Santafé Ralito Tierralta Córdoba 0 0

35 2 2008 Finca Lorena 1 166,3 Propiedad Desocu-pado Ninguno La Tagua Santa Marta Magdalena 0 0

36 2 2008 Finca Lorena 2 41,0 Propiedad Desocu-pado Ninguno La Tagua Santa Marta Magdalena 0 0

37 2 2008 Finca Santa Helena 81,2 Propiedad Desocu-pado Ninguno La Tagua Santa Marta Magdalena 0 0
71
Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010

Tierras, justicia y paz en Colombia


Acta Semes-tre Año Bienes Área (Ha.) Tenencia Ocupa-ción** Cultivo Bienes Bienes Bienes Víctimas Área
entrega entrega recibidos* entregados entregados- entregados reparadas reparada
vered. mpio. - dept. (flias) (Ha.)
38 2 2008 Finca Bellavista 18,5 Propiedad Desocu-pado Ninguno La Tagua Santa Marta Magdalena 0 0

39 2 2008 Finca La labranza 39,1 Propiedad Ocupado Ninguno La Tagua Santa Marta Magdalena 0 0
40 2008 Finca Remolino 53,5 Propiedad Desocu-pado Ninguno La Tagua Santa Marta Magdalena 0 0

42 2 2008 Finca La esperanza 4,0 Propiedad Desocu-pado Banano, coco Paraje San Juan de Antioquia 0 0
Sabanilla Urabá
48 2 2008 Hacienda La 602,7 Propiedad Desocu-pado Ninguno Las Mojosas Cáceres Antioquia 0 0
Esmeralda
51 2 2008 Finca Providencia 150,2 Propiedad Ocupado Acacias San Lorenzo Tierralta Córdoba 0 0
52 2 2008 Finca Vizcaya 308,1 Propiedad Ocupado Ninguno San Lorenzo Tierralta Córdoba 0 0
53 2 2008 Finca La esperanza 633,9 Propiedad Ocupado Acacias Santa Marta Tierralta Córdoba 0 0
2
54 2 2008 Finca La esperanza 41,2 Propiedad Ocupado Ninguno Santa Marta Tierralta Córdoba 0 0
1
55 2 2008 Finca Mi refugio 116,0 Propiedad Ocupado Ninguno Santa Marta Tierralta Córdoba 0 0
64 1 2009 Finca La ilusión 441,4 Propiedad Desocu-pado Ninguno Cuatro bocas San Martín Cesar 0 0

65 1 2009 Finca San Felipe 64,6 Propiedad Desocu-pado Ninguno Cuatro bocas San Martín Cesar 0 0

67 2 2009 Finca La ilusión 46,0 Propiedad Ocupado Ninguno Siete vueltas San Juan de Antioquia 0 0
Urabá
68 2 2009 Finca Villa Amalia 160,1 Propiedad Desocu-pado Ninguno Tasajera Guamo Bolívar 0 0

69 2 2009 Finca Chimborazo 468,7 Propiedad Ocupado (40 Campe-sinos Tasajera Guamo Bolívar 0 0
pers.)
70 2 2009 Finca Carare 279,0 Propiedad Desocu-pado Ninguno Tasajera Guamo Bolívar 0 0

Darío Fajardo Montaña


71 2 2009 Finca San José 413,3 Propiedad Desocu-pado Ninguno Tasajera Guamo Bolívar 0 0

72 2 2009 Finca El Bongo 369,8 Propiedad Ocupado (37 Campesinos n/a Guamo Bolívar 0 0
pers.)
73 2 2009 Finca Parcela 78 12,5 Propiedad Desocu-pado Ninguno La Esperanza Sonsón Antioquia 0 0

74 2 2009 Finca El tesoro 51,2 Propiedad Desocu-pado Ninguno Jagual Norcasia Caldas 0 0

75 2 2009 Finca La fe 128,8 Propiedad Ocupado Palma africana San Blas Simití Bolívar 0 0
72
Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010

Tierras, justicia y paz en Colombia


Acta Semes-tre Año Bienes Área (Ha.) Tenencia Ocupa-ción** Cultivo Bienes Bienes Bienes Víctimas Área
entrega entrega recibidos* entregados entregados- entregados reparadas reparada
vered. mpio. - dept. (flias) (Ha.)
76 2 2009 Finca La caseta 139,2 Propiedad Ocupado Palma africana San Blas Simití Bolívar 0 0

77 2 2009 Finca La floresta o 221,6 Arriendo Ocupado Palma africana San Blas Simití Bolívar 0 0
José Barajas
78 2 2009 Finca El carajo 133,0 Propiedad Ocupado Palma africana San Blas Simití Bolívar 0 0

79 2 2009 Finca La esperanza 285,0 Propiedad Ocupado Palma africana San Blas Simití Bolívar 0 0
o patio bonito
80 2 2009 Finca El Gallinazo 300,5 Propiedad Ocupado Ninguno Botón Dabeiba Antioquia 0 0
81 2 2009 Finca Las Delicias 158,6 Propiedad Desocu-pado Maíz, arroz, Bejucal Valencia Córdoba 0 0
coco, frutales,
maderables.

82 2 2009 Finca El Porvenir o 414,4 Propiedad Desocupado Maíz, arroz, El Águila Valencia Córdoba 0 0
Balcania maderables.
83 2 2009 Finca Hato Grande 43,0 Propiedad Desocu-pado Pastos Salinas Caldas Antioquia 0 0

84 2 2009 Finca La Margarita 16,0 Propiedad Desocu-pado Pastos Salinas Caldas Antioquia 0 0

85 2 2009 Finca El Silencio 2,0 Propiedad Desocu-pado Pastos Salinas Caldas Antioquia 0 0

86 2 2009 Finca San Marino 514,5 Propiedad Desocu-pado Pastos Bosque Ebéjico Antioquia 0 0
Naranjo
87 2 2009 Finca Pocuna 316,2 Propiedad Desocu-pado Pastos Bosque Ebéjico Antioquia 0 0
Naranjo
88 2 2009 Finca Hicoteas 13,6 Propiedad Ocupado Pastos Bosque Ebéjico Antioquia 0 0
Naranjo
89 2 2009 Finca El Diamante 14,7 Propiedad Desocupado Pastos Bosque Ebéjico Antioquia 0 0

Darío Fajardo Montaña


Naranjo
90 2 2009 Finca El Saladito 30,4 Propiedad Desocupado Pastos Bosque Ebéjico Antioquia 0 0
Naranjo
91 2 2009 Finca Lote de 65,0 Propiedad Desocupado Pastos Bosque Ebéjico Antioquia 0 0
terreno Naranjo
92 2 2009 Finca Peña Lisa 11,9 Propiedad Desocupado Pastos Bosque Ebéjico Antioquia 0 0
Naranjo
56 fincas/predios 13.033,6 0 0
Fuente: Acción Social, Fondo para la Reparación de las Víctimas. Tomado el 20/4/2010 de: http://www.accionsocial.gov.co
** VIS rural: viviendas de interés social rural.
73
Anexo n° 4
Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010

Beneficiarios del Programa Agro Ingreso Seguro (AIS)

Departamento donde Aporte a la Aporte al Subsidios (riego y Línea Especial de


Nombre Sector Total
está inscrita campaña 2002 referendo drenaje, e ICR) Crédito
Molino Flor Huila S.A. Bogotá Arroz $15,000,000 $32,873,914 $36,465,000 $69,338,914
Unión de Arroceros S.A. Bogotá Arroz $10,000,000 $150,703,280 $150,703,280
Avimol S.A. Santander Avicultor $5,000,000 $477,179,600 $477,179,600
Incubadora Santander S.A. Santander Avicultor $70,000,000 $569,498,552 $569,498,552
Pollo Andino Ltda. Bogotá Avicultor $3,000,000 $562,034,187 $206,850,000 $768,884,187
Serrano Serrano, Francisco
Santander Avicultor $11,700,000 $308,291,435 $308,291,435
Arturo
Triángulo Pollo Rico S.A. Bogotá Avicultor $2,000,000 $573,215,000 $573,215,000
Agroguachal Valle del Cauca Azúcar $1,500,000 $361,872,340 $361,872,340
Central Castilla S.A. Valle del Cauca Azúcar $25,000,000 $536,400,000 $889,233,280 $1,425,633,280
Central Tumaco S.A. Valle del Cauca Azúcar $3,000,000 $78,240,000 $78,240,000
Compañía Agrícola San Felipe
Valle del Cauca Azúcar $5,000,000 $313,015,236 $313,015,236
S.A.
Compañía Agropecuaria Balsilla
Valle del Cauca Azúcar $5,000,000 $427,986,449 $427,986,449
S.A.
Hacienda La Cabaña S.A. Valle del Cauca Azúcar $10,000,000 $1,640,000,000 $1,640,000,000
Ingenio del Cauca S.A. Cauca Azúcar $25,000,000 $3,086,800,000 $1,137,312,500 $4,224,112,500
Ingenio la Cabaña S.A. Valle del Cauca Azúcar $25,000,000 $2,124,893,478 $1,258,259,344 $3,383,152,822
Ingenio Pichichí S.A. Valle del Cauca Azúcar $15,000,000 $650,550,000 $650,550,000
Ingenio Risaralda S.A. Risaralda Azúcar $10,000,000 $692,250,000 $692,250,000
Ingenio San Carlos S.A. Valle del Cauca Azúcar $25,000,000 $450,166,659 $450,166,659
Inversiones Equipos y Servicios

Darío Fajardo Montaña


Valle del Cauca Azúcar $5,000,000 $459,758,315 $459,758,315
- Inesa S.A.
Manuelita S.A. Valle del Cauca Azúcar $43,000,000 $23,000,000 $464,472,059 $2,210,000,016 $2,674,472,075
Mayagüez S.A. Valle del Cauca Azúcar $50,000,000 $25,000,000 $2,792,493,471 $1,149,540,008 $3,942,033,479
Quantum S.A. Valle del Cauca Azúcar $5,000,000 $423,308,752 $423,308,752
Agroindustrias Tinaja S.A. Antioquia Banano $1,500,000 $500,000,000 $41,589,600 $541,589,600
Bananeras de Urabá Valle del Cauca Banano $1,000,000 $370,909,800 $370,909,800
C.I. La Samaria Magdalena Banano $15,000,000 $1,113,758,074 $457,101,617 $1,570,859,691
Mejía Restrepo Plantíos y Cia.
Antioquia Banano $2,000,000 $273,797,501 $273,797,501
S.C.A.
74
Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010

Departamento donde Aporte a la Aporte al Subsidios (riego y Línea Especial de


Nombre Sector Total
está inscrita campaña 2002 referendo drenaje, e ICR) Crédito
Cereales y
Agropecuaria La Loma Ltda. Bogotá $4,000,000 $80,000,000 $80,000,000
oleaginosas
Frigorífico Guadalupe S.A. Bogotá Ganadero $15,000,000 $1,262,286,630 $1,262,286,630
Frigosinú S.A, Córdoba Ganadero $9,900,000 $906,620,723 $906,620,723
Camagüey S.A. Atlántico Ganadero/Palma $10,000,000 $591,856,200 $591,856,200
Algarra S.A. Cundinamarca Lácteos $1,500,000 $2,932,094,660 $2,932,094,660
Freskaleche S.A. Santander Lácteos $2,000,000 $517,768,350 $517,768,350
Productos Naturales la Alquería
Cundinamarca Lácteos $100,000,000 $703,501,600 $703,501,600
S.A.
Barreto Solano, Luis Francisco Huila Palma $5,000,000 $279,034,879 $279,034,879
C.I. Tequendama Magdalena Palma $15,000,000 $479,635,746 $479,635,746
Oleoflores S.A. Barranquilla Palma $2,000,000 $10,000,000 $2,864,406,510 $2,864,406,510
Palmas del César S.A. Cesar Palma $5,000,000 $1,254,321,400 $1,254,321,400
Palmas Oleaginosas de Casacara
Bogotá Palma $5,000,000 $488,918,588 $488,918,588
Ltda.
Palmeras de Alamosa S.A. Cesar Palma $5,000,000 $500,000,000 $500,000,000
Dávila Diazgranados, Alberto
Magdalena Palma $2,500,000 $176,592,600 $176,592,600
Francisco
Lacouture Dangond, Alfredo Magdalena Palma $5,000,000 $932,223,812 $932,223,812
Solano Tribín, Nicolás Simón Magdalena Palma $1,000,000 $455,891,242 $455,891,242
Vives Lacoutures, José
Magdalena Palma $1,000,000 $1,105,627,736 $1,105,627,736
Francisco
Corporación Social Coltabaco Antioquia Tabaco $20,000,000 $958,755,672 $958,755,672
Abadía Campo, Harold Valle del Cauca $1,000,000 $132,408,680 $132,408,680
Banci Ltda. Bogotá $1,000,000 $505,893,769 $505,893,769

Darío Fajardo Montaña


Cano Sanz y Cia. S. en C. Tolima $5,000,000 $99,807,570 $99,807,570
Fernández Zaher, José Ángel Bolívar $1,000,000 $40,500,000 $40,500,000
Lopera Gil, Francisco Antonio Antioquia $5,000,000 $57,893,400 $143,351,250 $201,244,650
Matilde Cabal de Cabal e Hijos
Valle del Cauca $5,000,000 $99,790,000 $99,790,000
S de H
Oriente S.A. Valle del Cauca $4,000,000 $210,000,000 $210,000,000
Total $549,600,000 $128,000,000 $34,485,646,040 $10,114,354,444 $44,600,000,484
75
Referencias

• Arraiza, Jose-Maria & Moratti, Massimo, Getting the Property


Questions Rights. Legal Policy Dilemmas in Post-Conflict
Property Restitution in Kosovo (1999-2009), Oxford University
Press, aug. 2009
• Berry, Albert “¿Colombia encontró por fin una reforma agraria que
funcione?” Revista de Economía Institucional, Vol. 4, N°6, pp. 24-70,
Bogotá, 2000
• Bonilla G., Ricardo., Jorge Iván González (coordinadores), Bienestar
y macroeconomía 2002/2006, Universidad Nacional de Colombia,
Contraloría General de la República, Bogotá, 2006
• Cano, Carlos G. La nueva agricultura. Una contribución al proceso
de paz en Colombia, TM Editores, Bogotá, 1999
• Comisión Colombiana de Juristas, Revertir el destierro forzado:
protección y restitución de los territorios usurpados.
Obstáculos y desafíos para garantizar el derecho al patrimonio
de la población desplazada en Colombia, Bogotá, 2006
• CODHES, Desplazamiento forzado y políticas públicas, Bogotá,
2006
• Comisión de Seguimiento a la política pública sobre desplazamiento
forzado, El reto ante la tragedia humanitaria del
desplazamiento forzado: Reparar de manera integral el
despojo de tierras y bienes, Vol. 5, Bogotá, 2009
• Comisión de Seguimiento a la política pública sobre el
desplazamiento forzado. ‘Resultados de la II encuesta nacional de
verificación’, en Séptimo informe de verificación sobre el
cumplimiento de derechos de la población en situación de
desplazamiento. Bogotá: 2008.
• DANE, Encuesta Nacional Agropecuaria. Resultados 1995, Bogotá,
1996

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 76


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

• Departamento Nacional de Planeación, “Verificación de


cumplimiento de la sentencia T-025”, GEGAI-20074030449821,
Bogotá, octubre 24, 2007, p.47
• Escuela Nacional Sindical, “Informe de la negociación colectiva en
Colombia 2004”, página web, (consultada julio 2005)

• Fadul O., Miguel, Alianzas por la Paz: El modelo Indupalma, Banco


Mundial, Bogotá, 2001

• Fajardo M., Darío., Tierra, poder político y reforma agraria y


rural, Cuadernos de Tierra y Justicia, ILSA, Bogotá, 2002

• Fajardo M., Darío, Territorios de la agricultura colombiana,


Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 2009

• Farné, S. et al., “El mercado laboral y la seguridad social en


Colombia entre finales del siglo XX y principios del siglo XXI”,
Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 2006.

• Margarita Flórez et al., Selva Abierta. Vía Pasto-Mocoa e hidrovía


del Putumayo, ILSA, Bogotá, 2007.

• Flórez, Luis B., “Extinción de dominio, reforma agraria, democracia y


paz”, en Economía Colombiana, edición 309, junio-julio 2005,
Bogotá.

• Giraldo, César, “Las finanzas públicas tienen color político”,


Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, diciembre 14, 2007

• Ibáñez L., Ana María, El Desplazamiento forzoso en Colombia:


un camino sin retorno hacia la pobreza, Universidad de Los
Andes, Bogotá, 2008

• Ibáñez, Ana María, Andrés Moya, Andrea Velásquez, Hacia una


política proactiva para la población desplazada, CEDE, Bogotá

• IGAC-CORPOICA, Zonificación de los conflictos de uso de


tierras en Colombia, Bogotá, 2002

• Jaramillo, Carlos Felipe, Crisis y transformación de la


agricultura colombiana 1990-2000, Fondo de Cultura Económica
y Banco de la República, Bogotá, 2002

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 77


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

• Kalmanovitz, Salomón, Enrique López E., La Agricultura


colombiana en el siglo XX, Banco de la República-Fondo de
Cultura Económica, Bogotá, 2006

• La institucionalización del sector Agropecuario, Contraloría


General de la República, Bogotá, 2002.

• León, Tomás, Rodríguez, Liliana, Ciencia, Tecnología y Ambiente


en la Agricultura colombiana, Cuadernos Tierra y Cultura, ILSA,
Bogotá, 2002, pp. 18 y sigs.

• Machado, Absalón, Gabriel Tobón, “Notas a la ley 1152”, Mesa de


Tierras, Bogotá, 2007

• Mingorance, F. et al, El cultivo de la palma africana en el Chocó.


Legalidad Ambiental, Territorial y Derechos Humanos, Human
Rights Everywhere, Diócesis de Quibdó, Bogotá, 2004

• Misión de estudios del Sector Agropecuario, Estrategias y Políticas


para el Desarrollo Agropecuario en Colombia, Bogotá, 1990

• Naciones Unidas, documentos preparatorios del UNDAF, Bogotá,


2007

• Restrepo, Darío I. (ed.), La falacia neoliberal, Universidad


Nacional, Bogotá, 2003

• Romero, Marco A. et al., Desplazamiento Forzado y Políticas


Públicas. Análisis Sectorial, CODHES, Bogotá, 2006.

• Perilla Gómez, Marisol, “Análisis PND 2006-2007 Financiero


Presupuestal Población desplazada”, Bogotá, 2007

• Rangel et al., La palma africana: mitos y realidades el conflicto,


Fundación Seguridad y democracia, Bogotá, 2009

• Red de Solidaridad/Presidencia de la República, Atención a


población desplazada por el conflicto interno, Bogotá, 1999

• Rodríguez G. César et al., El desplazamiento Afro, Universidad de


Los Andes, Bogotá, 2009

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 78


Tierras, justicia y paz en Colombia Darío Fajardo Montaña

• Salinas Abdala, Yamile, “Respuesta al Informe Conjunto de


Cumplimiento del Gobierno Nacional sobre la sentencia T-025 y sus
autos posteriores, en especial el 218 y el 266”, Comisión de
Seguimiento a la política pública frente al desplazamiento forzado.

• Salinas Abdala, Yamile, “Batería de indicadores presentados a la


Corte Constitucional. Tierras y Derecho a la Propiedad”, Bogotá,
enero, 2008

• Salinas Abdala, Yamile, “Política de tierras en el marco de la Ley de


Justicia y Paz”, CITpax, Observatorio Internacional DDR-Ley de
Justicia y Paz, Madrid, 2008.

• The World Bank, Colombia. Land Policy in Transition, Report No.


27942-CO, jan. 2004

• Tenthoff, Moritz, “El Urabá: donde el Desarrollo Alternativo se


confunde con intereses económicos y la reinserción del
paramilitarismo”, Transnational Institute, informe sobre políticas de
drogas N° 27, Amsterdam, septiembre, 2008

• Varios, Agrocombustibles: Llenando tanques, vaciando territorios,


Censat Agua Viva, Proceso de Comunidades Negras, Bogotá, 2008

Ensayos críticos No. 6, Bogotá, primer semestre de 2010 79

También podría gustarte