Mientras recojo migajas de mi última apuesta perdida y vacío los bolsillos, apenas visitados por pelusas y paisajes tardíos la memoria absuelta del fatal desperdicio y sí, me repito ante el cruel espejo por una cabeza la mía he puesto en juego y gasto mis noches de espasmo y gorjeo en dar con un rastro de aquel verde otoño Mas aun, el rostro Las nuevas heridas el coxis disperso y el aliento hirsuto son fiel evidencia de un sabor extraño que nada en el aire… Que indudablemente No se asemeja al dolor que produce el perder.