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2010-C-Pascua 04
2010-C-Pascua 04
Jesús satisface el deseo profundo de toda persona: que haya alguien que me
conozca de verdad, en quien pueda confiar.
Conocer en lenguaje bíblico significa amar, amor recíproco y generoso, conocimiento
mutuo, comprensión sin palabras, íntima comunión, relación profunda y personal,
abandono incondicional, plena aceptación y confianza.
¿Me preocupo de conocer y respetar a las personas, al estilo de Jesús?
¿Qué sentimientos y actitudes provoca en mí saberme incondicionalmente conocid@
y amad@ por Jesús? ¿Saber que, como a mí, conoce y ama a todos los seres
humanos? Seguirle es tomar la opción de ir transformando el mundo, intentar
llenarlo de esperanza, hacerlo más habitable, más digno, más humano y más feliz
para tod@s.
Yo les doy vida eterna y no perecerán para siempre;
nadie puede arrebatármelas
Jesús nos revela a Dios, nos dice cómo es ese Dios que buscamos. Conocemos a Dios
mirando a Jesús. Quien se acerca a él encuentra acogida,tolerancia, comprensión,
bondad, sencillez, compasión, una mirada de humanidad profunda y un interés
incuestionable por sus problemas, dolores, anhelos, alegrías...
Ver a Jesús es ver a Dios.
En tiempo de Jesús se cuestionaba su divinidad. El escándalo era que siendo hombre
como los demás, pretendiera ser Hijo de Dios.
Hoy quizá cuesta más admitir su humanidad. Es difícil saber qué es y qué supone la
divinidad de Jesús sin conocer y asumir plenamente su humanidad. En la realización
de lo humano es donde podemos encontrar al Dios que se humanizó en el hombre
Jesús de Nazaret.
En la comunidad de Jesús no hay dirigentes y dirigid@s, pastores y ovejas.
¡Tod@s somos herman@s y a tod@s nos incumbe la responsabilidad!
El pasaje evangélico nos habla del Buen Pastor que es Jesús y del pueblo de Dios,
en el que tod@s somos corresponsables.
Si malo es sentirse “pastor”, considerando a l@s demás miembros de la comunidad
“ovejas”, no es mejor sentirse “oveja”, considerando a otr@s miembros “pastores”.
Esas falsas actitudes no ayudan a construir ni la comunidad ni el Reino de Jesús.
“Uno sólo es vuestro Padre, el del cielo, y todos vosotros sois hermanos” (Mt 23,9)
Aquí estoy Señor,
con hambre y sed de vida.
Mas sin pedirte mucho,
para no desatar tu osadía;
amando sólo a sorbos,
para no crear lazos;
rebajando tu Evangelio,
para hacerlo digerible...
Y mi hambre y sed no desaparecen.
Silba, Señor, tu canción,
como buen pastor;
que se oiga por lomas y colinas,
barrancos y praderas.
Despiértanos de esta siesta.
Defiéndenos de tanta indolencia.
Condúcenos a los pastos de tu tierra.
Danos verdadera vida. F.Ulibarri