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INSTITUTO HENAO Y ARRUBLA

PRUEBA DE ESPAÑOL GRADO 8

Spanish First Term Exam eigth


Grade

Nice Citizen, With Human Richness,


Self Powered, Honest and Peace
Facilitator
PREGUNTAS DE SELECCIÓN MÚLTIPLE CON ÚNICA RESPUESTA - (TIPO
I)
Las preguntas de este tipo constan de UN enunciado y de CUATRO posibilidades de respuesta
entre las cuales debe escoger SOLO UNA, la que considere correcta, y rellenar el ovalo
correspondiente en la HOJA DE RESPUESTAS.

1- Según la lectura responde las preguntas 1 a la 11:


2- Según la lectura responde las preguntas 12 a la 25

¿Como inicio el neoclasicismo en Colombia?

El neoclasicismo o estilo neoclásico fue un movimiento cultural, artístico y literario que


se desarrolló desde mediados del Siglo XVIII hasta las primeras décadas del siglo XIX,
en que después fue sustituido por el Romanticismo. Su origen viene de la reacción ante
los "excesos" del barroco en el arte y especialmente el abuso decorativo de su última
fase: el rococó. El neoclasicismo significó una vuelta a los contenidos grecorromanos y
se buscaba nuevamente el equilibrio y la armonía entre los diferentes elementos.

En Hispanoamérica, tuvo gran influencia en la cultura y política. Creo gran interés por
la libertad y la suerte de sus pueblos; las ideas liberales de lucha contra la tiranía y la
intolerancia. Varias de las manifestaciones reconocidas son la poesía neoclásica y la
poesía gauchesca que se originó más tarde.

El neoclasicismo en general es la recopilación de todas las escuelas literarias en la cual


todo el mundo vivía en paz y todos eran lo suficientemente sabios para asumir su
oscurantismo e igualdad.

El neoclasicismo trató de imitar a los griegos y romanos. Su principal característica es la


belleza fría y sin alma. La sátira y la burla identificaban la prosa y el verso; algunos
críticos nombraron esa literatura como prerrevolucionaria, por su intención y por haber
antecedido a las guerras de la independencia americana. Todo esto se generó cuando
comenzaron las críticas contra las autoridades que representaban la corona española.

La poesía neoclásica se distinguió principalmente por su lírica de contenido ligero, con


temas sobre el amor, mitología, asuntos bíblicos, civiles y progresistas. También por el
renacimiento de la fábula, el epigrama y otras composiciones festivas y moralizantes,
introducción del paisaje y de personajes locales, incluyendo la flora y la fauna. Auge de
la poesía patriota, en forma de odas e himnos heroicos, sobre hechos de las guerras de la
independencia.

Además una entrada al léxico poético de voces regionales o populares y la aparición en


el Río de la Plata de la poesía gauchesca, que se explicará más adelante. Hubo también
una poesía revolucionaria, aunque de valor estético limitado. Ésta celebraba los triunfos
de las armas americanas, enaltecía a los héroes de la guerra que su vez promovía el
entusiasmo nacional y atacaba a España, sus hombres y sus actos. Esta poesía se ha
recogido en cancioneros, y algunas de las composiciones son anónimas, mientras que
otras aparecen firmadas.

En la prosa, los fenómenos fueron los siguientes: el surgimiento del periodismo político,
social y económico, como medio de difusión de la nueva ideología y revolución. Una
preferencia por los ensayos, proclamas, historias y discursos; el nacimiento de la
verdadera novela realista hispanoamericana en México José Joaquín Fernández de
Lizardi. Un ejemplo de este género son los himnos nacionales escritos en este estilo.
Aunque el periodismo fue la actividad literaria más inmediata y directa, la prosa
revolucionaria es riquísima en memorias, autobiografías, cartas, discursos, artículos,
ensayos, panfletos y traducciones. En el teatro, sin embargo, no hubo grandes
novedades. Se representaban las comedias y tragedias del repertorio clásico español.
Hubo, con todo, intentos de teatro popular, que pueden considerarse como los
precursores de los teatros realistas locales. El monólogo o unipersonal tuvo bastante
auge en esos momentos.

Los temas preferidos por los neoclásicos hispanoamericanos fueron de libertad y


progreso inspirados por los generales Simón Bolívar, Sucre y José de San Martín. El
máximo representante de la época es José Joaquín Olmedo (1780-1847), ecuatoriano
que compuso una famosa obra que elogio a Simón Bolívar La victoria de Junín.
También está José María Heredia (1803-1839), cubano y humanista, autor de dos
célebres odas: En el teocalli de Cholula y Niágara.

Lectura 2:

El romanticismo.
n cierto modo, el romanticismo representa un ejemplo más de la dinámica pendular de
muchos movimientos culturales y del arte occidental; ya que contrapone al cuidadoso
formalismo y al intelectualismo racionalista del barroco, el predominio de las
emociones y de los sentimientos; al mismo tiempo que postula un alto grado de libertad
formal. Todo lo cual, indudablemente, opera en el sentido de que - sobre todo en el
campo de la literatura - las creaciones artísticas resulten ser accesibles a un público
promedio que está a medio camino entre el refinamiento cultural de unos pocos y la casi
total ignorancia de la gran masa de la población, que era la situación prevaleciente en la
época previa.
Como surge de sus antecedentes, uno de los ingredientes del romanticismo fue
precisamente el objetivo de acercarse a las expresiones populares, recogiendo de alguna
forma la tradición del romancero medieval y de las canciones contemporáneas; y la
aproximación a la naturaleza.
De esta manera, el estilo característico de la literatura romántica en general, es la
invocación de los sentimientos, especialmente aquellos de índole más individual y
subjetiva como en particular el sentimiento amoroso; y un recurso a la imaginación
creadora en el orden formal - particularmente en la poesía - apuntanto a la liberación de
las formas estrictas (como la del soneto, por ejemplo). En el teatro, fueron abandonadas
las tres unidades clásicas de tiempo, de espacio y de acción.
Otro elemento característico de la literatura romántica, es la desaparición del personaje
heroico, pasando a ocupar el lugar protagónico un tipo de individualidad más cercana a
lo que Rousseau llamara el “hombre corriente”.

En cuanto a su temática, deben señalarse los orígenes filosóficos del romanticismo


literario, fuertemente influídos por el pensamiento previo y contemporáneo de la
Revolución Francesa, como las ideas de los enciclopedistas y de Juan Jacobo Rousseau;
que hacían confluir posiciones políticas y de desenvolvimiento individual, al sustentar la
liberación frente al despotismo como frente a los convencionalismos sociales.
El fundamento filosófico del romanticismo, es esencialmente de origen alemán,
especialmente por las obras de autores como Fichte, Schelling y Hegel, que hicieron una
intensa crítica del racionalismo del Siglo XVII. Ese movimiento filosófico conocido
como el idealismo clásico, contiene elementos que luego fueron comunes en el
romanticismo literario, especialmente una revalorización del sentimiento como fuerza
espiritual.
El romanticimo no reniega de la racionalización en términos absolutos, pero sustenta
que - sobre todo a nivel del individuo - el sentimiento y la imaginación no solamente
siguen siendo parte de la naturaleza, sino que los exalta como impulsos legitimantes de
la acción, incluso a veces abiertamente en contra de los dictados de la razón y la
prudencia.
En ese sentido, existe en las obras más representativas del movimiento romántico, una
permanente dualidad, entre una actitud individual en que los sujetos centrales de las
obras se sienten incomprendidos por un medio social al que se adjudica ser puramente
materialista y pragmático; y una reacción ante ese sentimiento de desencanto, que en
buena medida se orienta a postular ciertas utopías de la organización social. Tal como si
la insatisfacción espiritual y la depresión anímica no se originaran en el propio interior
del individuo, sino que fueran causadas por la “incomprensión” de la sociedad.

A nivel de las relaciones políticas, el nacionalismo también operó esencialmente en el


plano de los sentimientos antes que de la racionalidad; promoviendo ideas que
impulsaron tanto a la valorización de los idiomas, como al cultivo de las costumbres
tradicionales y folklóricas. Pero también contribuyó al desarrollo del concepto de la
Nación, como centro determinante de la existencia de un Estado y de un Gobierno
propio y soberano.
En este sentido, no puede perderse de vista que los nacionalismos europeos - algunos
provenientes de épocas anteriores, pero que en todo caso se afianzaron y consolidaron a
partir de la Batalla de Waterloo - constituyeron una poderosa fuerza emotiva y
colectiva, que movió a los pueblos; a menudo no solamente en un sentido afirmativo y
constructivo, sino también en sentido negativo y destructivo, alimentando odios
xenófobos y dando motivo a no pocas guerras.

La exagerada exaltación del yo que propició el romanticismo, como centro de una


individualidad sentimental, corrió pareja en algunos aspectos con el enfoque excesiva y
fundamentalmente emocional de algunas cuestiones relativas a la sociedad, que
requerían no tanto ser tratadas desde un punto de vista emotivo, como ser analizadas
con un sentido predominantemente racional; lo cual evidentemente dejó huellas
negativas en la historia de los siglos XIX y XX.

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