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SUMARIO: I. Importancia de la cooperación cautelar.- II. Tratados internacionales sobre cooperación cautelar:
a) Tratado de Derecho Procesal Internacional de Montevideo de 1889: 1. Ámbito espacial; 2. Ámbito material; b)
Tratado de Derecho Procesal Internacional de Montevideo de 1940: 1. Ámbito espacial; 2. Ámbito material; c)
Convención Interamericana sobre Cumplimiento de Medidas Cautelares (CIDIP-II, Montevideo 1979): 1. Ámbito
espacial; 2. Ámbito material; 3. Ámbito temporal; d) Protocolo de Medidas Cautelares de Ouro Preto de 1994: 1.
Ámbito espacial; 2. Ámbito material; 3. Ámbito temporal; e) Inexistencia de tratados aplicables.- III. Jurisdicción
internacional y ley aplicable a los distintos aspectos del proceso cautelar: a) Procedencia de la medida cautelar; b)
Contracautela; c) Cumplimiento de la medida cautelar; d) Oposiciones: 1. Oposiciones que resuelve el juez
exhortante; 2. Oposiciones que resuelve el juez exhortado; e) Otras cuestiones que resuelve el juez exhortado; f)
Medidas cautelares territoriales.- IV. Requisitos de los exhortos.- V. Cooperación entre jueces intervinientes en las
medidas cautelares internacionales: a) Proceso a distancia; b) Confirmación de la medida cautelar territorial; c)
Información sobre el cumplimiento de la medida cautelar; d) Información sobre el plazo para presentar la
demanda; e) Caducidad de la medida cautelar y mediación obligatoria.- VI. Límites a la cooperación cautelar.
Cuestiones que pueden dar lugar al rechazo de la medida o limitarla: a) ¿Análisis de la jurisdicción internacional
indirecta?: 1. Debe analizarse la jurisdicción indirecta; 2. No debe analizarse la jurisdicción indirecta; b) Efectos
territoriales en caso de menores; c) Modificación, reducción o sustitución de la medida cautelar; d) Absoluta
improcedencia de la medida; e) Orden Público Internacional.- IX. Conclusiones finales.
En virtud de tal situación, los tratados internacionales que regulan la ejecución de medidas
cautelares en los territorios de los distintos Estados, resultan de vital importancia, a efectos
de lograr el objetivo de una justicia eficaz más allá de las fronteras de cada uno de ellos.
Existen pocos convenios que regulen la materia en forma general en el derecho internacional
privado comparado (3). Sin embargo, en el derecho internacional privado argentino de fuente
convencional debemos destacar la existencia de varios tratados de carácter multilateral, que
vinculan a nuestro país con diversos Estados en el tema de las medidas cautelares dictadas
en un país que deben hacerse efectivas en otro.
1. Ámbito espacial
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El Tratado de Derecho Procesal Internacional de Montevideo de 1889 ha sido ratificado por la
Argentina, Bolivia, Paraguay, Perú y Uruguay y ha adherido posteriormente Colombia.
Actualmente es aplicable únicamente con Bolivia, ya que los otros Estados Parte han
ratificado otros instrumentos posteriores sobre medidas cautelares, como más adelante
veremos. Así, su ámbito de aplicación espacial queda -en principio- limitado únicamente a los
exhortos que peticionen medidas cautelares provenientes de Bolivia hacia los otros Estados
ratificantes o bien desde estos últimos hacia ese Estado.
De acuerdo al art. 30 de la Convención de Viena de 1969 sobre Derecho de los Tratados (4),
en los casos en que todos los Estados Parte de un tratado, lo sean también de otro posterior
sobre el mismo tema, se aplica en principio el posterior (5).
Sin embargo no puede dejar de señalarse que conforme el art. 59 de la misma Convención
de Viena de 1969, se mantiene la vigencia del tratado anterior entre países ratificantes de un
tratado posterior sobre el mismo tema en aquellas cuestiones no reguladas en la convención
posterior, que no sean incompatibles con las disposiciones del nuevo tratado, por lo cual la
afirmación expresada dista de ser absoluta (6), y es necesario analizar cada caso en
particular (7).
2. Ámbito material
Las medidas cautelares han sido abordadas en el Tratado de Derecho Procesal Internacional
de Montevideo de 1889, en el Título III en forma conjunta con el Reconocimiento y Ejecución
de Sentencias y Laudos Arbitrales y con el régimen de cumplimiento de los exhortos de mero
trámite y de obtención de pruebas, tema contemplado en los arts. 10, 11 y 12.
1. Ámbito espacial
2. Ámbito material
Al igual que el Tratado de 1889, regula las medidas cautelares en forma conjunta con el
reconocimiento y ejecución de sentencias y laudos arbitrales y con el régimen de
cumplimiento de los exhortos de mero trámite y de obtención de pruebas. Es aplicable lo ya
expresado al tratar el ámbito material del Tratado de Derecho Procesal Internacional de
Montevideo de 1889.
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c) Convención Interamericana sobre Cumplimiento de Medidas Cautelares (CIDIP-II,
Montevideo 1979)
1. Ámbito espacial
2. Ámbito material
En primer lugar la Convención define o califica los términos "medidas cautelares", "medidas
de seguridad", o "medidas de garantías" como equivalentes, a fin de evitar controversias o
interpretaciones disímiles en los conceptos que pudieren acuñar en tal sentido cada uno de
los Estados Parte y favorecer la ratificación por el mayor número de países.
A su vez, se realiza una calificación autárquica de lo que se entiende por medidas cautelares,
al referirse a todo procedimiento o medio que tienda a garantizar las resultas o efectos de un
proceso actual o futuro en cuanto a la seguridad de las personas, de los bienes o de las
obligaciones de dar, hacer o no hacer una cosa específica... (art. 1 párr. 1º).
Asimismo, prevé que las medidas cautelares podrán referirse a medidas necesarias para
garantizar la seguridad de bienes muebles e inmuebles (embargos, secuestros preventivos,
inscripción de demanda [10], administración o intervención de empresas), o de personas
(custodia de hijos menores y alimentos provisionales) (art. 2 incs. a y b).
Por ello, no observamos limitación alguna al tipo de proceso o circunstancia en las cuales
solicitar una medida cautelar dentro del ámbito de CIDIP-II, ya que no cabe crear excepciones
cuando la norma no las contempla.
3. Ámbito temporal
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Reviste importancia práctica el determinar a partir de qué momento la Convención
Interamericana sobre Cumplimiento de Medidas Cautelares entra en vigencia entre los
distintos Estados Parte. El ámbito de aplicación temporal está previsto en el art. 23, que prevé
la entrada en vigencia para los Estados Parte al trigésimo día a partir de la fecha en que tal
Estado haya depositado su instrumento de ratificación o adhesión.
1. Ámbito espacial
Este Protocolo ha sido elaborado en el marco del proceso de integración del Mercosur, como
parte integrante del Tratado de Asunción de 1991 y ha sido ratificado por la totalidad de los
países miembros. Así la Argentina lo hizo con fecha 14/3/1996, Brasil el 18/3/1997, Paraguay
el 12/9/1995 y Uruguay el 4/9/1998.
Se trata de un tratado cerrado, creado para regular las relaciones entre los países miembros
del Tratado de Asunción -que dio origen al proceso de integración regional- y un Estado sólo
podrá ser parte en el Protocolo en la medida en que ese Estado adhiera al Tratado de
Asunción, conforme lo dispone el art. 30.
2. Ámbito material
Por otra parte, indica los tipos de procesos en los cuales será aplicable el Protocolo,
incluyendo a los procesos ordinarios, ejecutivos, especiales o extraordinarios, de naturaleza
civil, comercial, laboral y procesos penales en cuanto a la reparación civil (art. 2).
Asimismo incluye en su ámbito a las medidas cautelares preparatorias, las incidentales y las
que garanticen la ejecución de una sentencia (art. 3), así como las que se dicten en materia
de custodia de menores (art. 12) alimentos provisionales, localización y restitución de
menores (art. 25).
Por lo tanto, comparando con CIDIP-II, vemos que el ámbito material de aplicación es más
amplio y preciso, ya que incluye en forma expresa los embargos ejecutorios y los referidos a
localización y restitución de menores.
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3. Ámbito temporal
El Protocolo entró en vigencia (art. 29) a los treinta días del depósito del segundo instrumento
de ratificación ante el Gobierno de Paraguay (art. 31). Actualmente se encuentra vigente en
los cuatro países miembros.
No existen otros tratados en los que la Argentina sea parte, que se refieran en general a las
medidas cautelares ordenadas en un Estado para ser ejecutadas en otros, motivo por el cual,
si el exhorto solicitando una medida preventiva en nuestro territorio emana de un juez de un
Estado no vinculado por las convenciones referidas, deberían aplicarse las normas de
derecho internacional privado internas.
El juez requirente, es decir el juez donde tramita el proceso principal, es quien resuelve sobre
la procedencia de la medida cautelar, aplicando su propia ley. Por lo tanto, el juez que
entiende en el asunto es quien conforme su normativa declarará la admisibilidad de la medida
precautoria (art. 13 párr. 1º Tratado de Montevideo de Derecho Procesal Internacional de
1940, art. 3 CIDIP-II de Medidas Cautelares, art. 5 Protocolo de Ouro Preto de Medidas
Cautelares).
Ahora bien: ¿qué debemos entender por procedencia de la medida? Todos los sistemas
jurídicos internos de los Estados disponen sobre la posibilidad del juez de decretar medidas
cautelares, siempre que cumplan ciertos recaudos o condiciones de procedencia, que el
interviniente deberá valorar. No debe olvidarse que normalmente la medida cautelar se
adopta y dispone sin escuchar a la parte afectada (14), que recién la conoce cuando se hace
efectiva o aún luego.
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En nuestro derecho, para la procedencia de la medida cautelar es imprescindible la
verosimilitud del derecho y el peligro en la demora como recaudos necesarios para su
dictado, así como la fijación de la contracautela que deberá otorgar el solicitante para
responder a los daños y perjuicios y costas que pudieran ocasionarse con la misma si fuese
injustificada o excesiva, salvo que estuviere exento de prestarla.
b) Contracautela
La finalidad de la contracautela es justamente evitar los efectos disvaliosos que una medida
excesiva o injustificada pueda causar al afectado. Pero la particularidad de las medidas
cautelares internacionales, es que los daños no se producen generalmente en el país del juez
que decretó la medida, sino que se trasladan en toda su intensidad al territorio en el cual se
traba la misma.
Por ello, en la contracautela, la intervención del juez exhortante y su derecho ceden en pos
del juez exhortado y del derecho del lugar de cumplimiento de la medida.
La contracautela pues, debe ser resuelta por el juez requerido conforme a su derecho.
Menudo problema se genera con la interpretación práctica de esta norma. La parte que
solicita la medida cautelar normalmente tiene sus bienes y respaldos económicos en el
Estado donde tramita el proceso principal. ¿Deberá prestar cautela en el país del juez
requirente u ordenante de la medida o en el del juez requerido o exhortado? Respecto de
esta cuestión Eduardo Vescovi sostiene que "del texto de la CIDIP-II no surge que la
contracautela se deba otorgar en el Estado requerido, sino que, lo que se dice, es que debe
ser resuelta por el juez requerido conforme a sus leyes. En consecuencia resulta
perfectamente posible que la contracautela se ofrezca, e inclusive se disponga y se otorgue
ante la jurisdicción requirente. Lo que debe quedar claro es que ello en nada obliga al juez
requerido, que puede perfectamente analizar -previo a hacer lugar al cumplimiento del
exhorto-, conforme a su ley, si la contracautela es correcta (su monto, su oportunidad, su
eventual exención, etc.). Pensamos pues que no está mal ni contraviene el texto de la norma
que el juez que dispone la medida cautelar, también disponga sobre la contracautela y que la
misma pueda ser otorgada inclusive en el estado del proceso principal; pero en todo caso el
juez requerido, según sus leyes, debe evaluar también la contracautela otorgada en el
extranjero (16).
A nuestro parecer, tal solución contradice el criterio de las normas convencionales. En efecto,
tal como vimos más arriba, el juez que decide la medida (juez principal o requirente), en virtud
de su propio derecho exigiría que el peticionante preste la correspondiente contracautela.
Pero ello es así en tanto y en cuanto se trate de medidas cautelares internas y no de aquellas
que deban efectivizarse más allá de las fronteras.
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empresas o personas existentes en ese país- y son totalmente distintos y ajenos al Estado
del juez ordenante.
Por lo tanto, a nuestro entender, el juez que ordena la medida en el proceso principal no debe
requerir al peticionante que preste contracautela en su territorio, a pesar de que sea un
recaudo imperativo de su propio derecho para el dictado de la medida cautelar. En efecto, la
solución de derecho interno cede en supuestos de aplicación de la CIDIP-II, del Protocolo de
Medidas Cautelares, o de cualquier otro tratado en la materia.
Por lo tanto la CIDIP-II y el Protocolo de Medidas Cautelares buscan que la garantía sea
fijada por los jueces del lugar donde se traba la medida y bajo el amparo de su propia ley a fin
de proteger al afectado de los perjuicios o efectos disvaliosos que pudieren ocasionarse en
ese Estado ante el exceso o abuso en la traba de la medida cautelar.
Mención especial debe realizarse ante los supuestos en que el peticionante de la medida
cautelar gozare de beneficio de pobreza en el Estado donde tramita el proceso principal y por
ello estuviere eximido de prestar contracautela. Tanto la CIDIP-II, (art. 16 últ. párr.) como el
Protocolo de Medidas Cautelares (art. 25) han receptado el reconocimiento del beneficio de
pobreza concedido en el Estado requirente ante el Estado requerido, relativo a los gastos y
costas del trámite, pero sin mencionar su relación con la contracautela. El art. 16 de CIDIP-II
dice: "...El beneficio de pobreza concedido en el Estado requirente será mantenido en el
Estado requerido".
Con respecto al Protocolo de Medidas Cautelares, podrían surgir algunas dudas, ya que el
art. 25 no posee una redacción idéntica a la de CIDIP-II, en cuanto al reconocimiento del
beneficio de pobreza. El beneficio de litigar sin gastos y otras circunstancias, eximen
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exclusivamente de la obligación por las costas y gastos previstas en el art. 24, sin mencionar
en forma expresa el reconocimiento en el Estado requerido del beneficio de pobreza
concedido en el Estado requirente.
En síntesis, el juez del proceso principal (exhortante) dispone conforme su propia ley la
procedencia de la medida cautelar y el juez del lugar de cumplimiento de la medida
(exhortado) conforme su ley resuelve el otorgamiento de contracautela o garantía necesaria
que deberá brindar el peticionante.
En cuanto a la ejecución de la medida cautelar queda -como vimos- a cargo del juez del lugar
donde se solicita su cumplimiento (exhortado), quien resuelve conforme a su ley. Todo lo
referente pues al cumplimiento de la medida, su tramitación procesal en el estado requerido,
la forma de trabar el embargo o el secuestro -si se trata de un bien-, o disponer la custodia -si
se trata de un menor- o de tramitar la intervención o administración -si se trata de una
empresa- o de inscribir la demanda, se rige por la ley del juez requerido.
d) Oposiciones
Como principio general, las oposiciones que el afectado pudiera plantear a la medida cautelar
dispuesta, son resueltas por el juez requirente, aplicando su ley (art. 5 CIDIP-II, art. 9
Protocolo Medidas Cautelares), ya sea que se hayan presentado ante él o bien ante el juez
exhortado, quien las remitirá al juez exhortante.
En este último supuesto vemos que la única intervención del juez del lugar de cumplimiento
de la medida, es la de la recepción de las oposiciones que plantee el afectado por la cautelar
dispuesta, pero en modo alguno analiza las mismas ni su procedencia. Simplemente las
remitirá al juez exhortante quien previo a resolverlas suspenderá el proceso por un plazo no
mayor de sesenta días a efectos de que el impugnante pueda hacer valer sus derechos.
Vencido el término o presentados que fueren los argumentos, el juez requirente resolverá en
definitiva conforme su propia normativa.
Vale destacar que la suspensión del proceso por un plazo de sesenta días impuesta al juez
requirente, prevista en el art. 5 de CIDIP-II, tiene su fuente en el Tratado de Montevideo de
Derecho Procesal Internacional de 1940, art. 14. Es de lamentar que en el más reciente
Protocolo de Medidas Cautelares no se haya dispuesto una norma o regulación semejante.
Sin embargo la jurisdicción del juez que entiende en el proceso principal y la aplicación de su
ley para resolver las oposiciones, tiene una importantísima limitación cuando se trata de
oposiciones basadas en el dominio y demás derechos reales, o en la posesión o dominio del
bien embargado (art. 5 últ. párr. CIDIP-II y art. 7 inc. c, Protocolo de Medidas Cautelares). En
estos supuestos es el juez requerido quien resolverá la cuestión conforme a sus propias
leyes, que son precisamente las del lugar de situación del bien.
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Se trata de las tercerías de dominio y de mejor derecho basadas en privilegios con garantía
real que normalmente serán planteadas por terceros que alegan ser titulares de dominio del
bien afectado o invocan un derecho preferente al del acreedor solicitante de la medida.
b) La modificación de la medida cautelar, así como las sanciones por peticiones abusivas o
maliciosas (art. 4 párr. 1º CIDIP-II y art. 7 incs. a y b Protocolo de Medidas Cautelares).
Sobran los ejemplos en los que de desarrollarse todo el mecanismo normal de petición de un
embargo sobre un bien, o de una medida cautelar sobre un menor ante los tribunales
internacionalmente competentes, la medida se vería frustrada por la demora -por mínima que
fuera- en la realización de los trámites judiciales necesarios para la protección del derecho.
Por ello, para estos casos de medidas urgentes, la Convención ha establecido la posibilidad
de que las partes puedan presentarse directamente ante el tribunal del lugar en el que se
encuentra ubicado el bien o la persona objeto de la medida y solicitar la adopción de la
cautelar que corresponda. Se trata de una previsión excepcional y que puede ser decidida,
dadas las circunstancias de gravedad y peligro en la demora, por juez incompetente en la
esfera internacional. Ahora bien, como la regla es que la medida cautelar debe ser dictada
por juez competente en la esfera internacional, esta particular excepción de otorgar
competencia al juez del lugar donde está situado el bien o reside la persona, genera ciertas
obligaciones al juez interviniente. Este juez competente en razón del territorio y urgencia
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deberá comunicar al juez internacionalmente competente la adopción de la medida y estar a
lo que resuelva éste en definitiva.
Pueden darse dos situaciones diferentes, según que el proceso principal se haya iniciado o
no.
La primera, si el juicio principal se encuentra en trámite, el juez que adoptó la medida deberá
comunicarla de inmediato al juez o tribunal que conoce en el principal, quien en definitiva
resolverá sobre el mantenimiento de la medida o su levantamiento.
La segunda hipótesis es que el juicio principal no se hubiese iniciado aún. En este caso el
juez que adoptó la medida fijará un plazo dentro del cual el peticionante deberá iniciar la
demanda y obtener la conformidad del juez con jurisdicción internacional.
¿Cuál será el plazo? La norma de CIDIP no dispuso un plazo determinado, razón por la cual
entendemos que hay que fijar un plazo razonable.
¿El plazo quedará sujeto a lo que disponga la ley interna del juez interviniente? En el caso del
derecho procesal argentino el art. 207 CPCCN. establece que el plazo de caducidad de la
medida cautelar trabada con anterioridad a la iniciación del juicio es de diez días desde la
traba de la misma. El plazo de esta norma puede resultar exiguo para los casos
internacionales. Como el juez competente en la esfera internacional se encuentra en otro
Estado, la presentación de la demanda requerirá mayor tiempo. Por eso, en nuestro parecer,
el juez podría fijar en términos razonables y conforme las circunstancias del caso, un plazo
mayor, que no sea excesivo para evitar que se causen perjuicios al afectado por la medida
(20).
Es importante destacar que el derecho uruguayo posee una norma de fuente interna expresa
para supuestos internacionales (21), que establece el plazo de treinta días para el inicio de la
acción en cuestiones de medidas cautelares urgentes.
El Protocolo de Ouro Preto de Medidas Cautelares, nada ha previsto sobre las medidas
cautelares territoriales. Lamentamos que se haya omitido un tema de tal trascendencia en la
regulación normativa específica para el Mercosur.
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cooperación del Mercosur no impiden la aplicación de otras convenciones que faciliten la
cooperación (art. 26 del Protocolo de Medidas Cautelares) (23).
Así, dispone que la comunicación de un juez a otro se hará mediante exhortos o cartas
rogatorias y los que pueden ser transmitidos al órgano requerido por vía judicial, por
intermedio de los funcionarios consulares o agentes diplomáticos, por la Autoridad Central del
Estado requirente y requerido o por las propias partes interesadas (art. 13 CIDIP-II y art. 19
Protocolo de Medidas Cautelares).
En cada caso deberá constatarse que el exhorto y los documentos remitidos por el juez
requirente se encuentren debidamente legalizados. La exigencia de legalización o su
exención, depende de los tratados -si lo hubiere- entre el Estado del juez requirente y el
Estado del juez requerido. Por ejemplo, la Convención que suprime la exigencia de
legalización de los documentos públicos extranjeros, firmada en La Haya el 5 de octubre de
1961, actualmente no es aplicable con relación a los Estados Parte de la CIDIP-II y del
Protocolo sobre Medidas Cautelares, pues solamente ha sido ratificada por la Argentina entre
los Estados Miembros del Mercosur y los ratificantes de la CIDIP-II (24).
Asimismo es de destacar que el exhorto y los documentos anexos, deberán ser presentados
debidamente traducidos al idioma oficial del Estado requerido (art. 23 Protocolo de Medidas
Cautelares), pudiendo exigir éste que la traducción se realice conforme sus propias leyes (art.
14 inc. c CIDIP-II). En el derecho argentino, se exige que las traducciones de documentos
públicos extranjeros sea realizada por traductor público matriculado en nuestro país y
certificado por el Colegio profesional respectivo (art. 123 Ver Texto CPCCN. y ley de
traductores 20305 Ver Texto ).
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1) copia auténtica de la demanda (si la hubiere), de la petición de la medida cautelar y de la
providencia que la decretaron; documentación anexa y providencia o auto fundado que la
decrete (art. 15 inc. a CIDIP-II y art. 21 b, c y d Protocolo de Medidas Cautelares). Hay que
destacar que si ya se ha dictado sentencia, se acompañará ésta en vez de la demanda y
documentación anexa.
4) identificación y domicilio del juez o tribunal que libra el exhorto (art. 21 inc. a Protocolo de
Medidas Cautelares).
Los gastos y costas que irrogue el diligenciamiento del exhorto corren por cuenta de los
interesados, razón por la cual es necesario designar a una persona autorizada por el
peticionante de la medida cautelar para tramitar el exhorto, quien se hará cargo de los gastos
y costas que pudieran causarse (art. 16 CIDIP-II y arts. 21 inc. f y 24 del Protocolo de
Medidas Cautelares). Es facultativo del juez requerido diligenciar el exhorto si no figura el
responsable por las costas, pero cuando se trate de medidas cautelares referidas a
alimentos, o bien cuando el interesado gozare de beneficio de pobreza en el Estado
requirente, debidamente manifestada en el exhorto, el juez requerido no podrá negarse a su
tramitación, la cual deberá realizar de oficio (art. 16 párr. 2º CIDIP-II y art. 25 del Protocolo de
Medidas Cautelares) (25).
a) Proceso a distancia
Como vimos, el juez del Estado donde tramita o deberá tramitar el proceso principal es quien
resuelve sobre la admisibilidad de la medida cautelar aplicando su ley y por ende el
encargado de resolver las oposiciones que a la misma puedan efectuar los demandados o
terceros afectados. En este sentido el tribunal exhortante aparece en principio como "el
dueño" de la medida (27).
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Ahora bien, tal principio no es absoluto, ya que en temas relativos al dominio u otros derechos
reales, la cuestión será resuelta por el juez requerido, conforme su propia ley (28).
Pero tratándose de una medida cautelar dictada en un Estado distinto de aquél en donde
debe hacerse efectiva, la cuestión a dilucidar es ante qué jurisdicción debe presentarse esa
oposición o los pedidos de levantamiento.
En tal sentido, podemos afirmar que las oposiciones y pedidos de levantamiento, deberán
plantearse ante el juez requerido quien deberá remitir las actuaciones al juez requirente para
que este las resuelva.
El juez o tribunal del Estado requerido debe informar inmediatamente la fecha en que se dio
cumplimiento a la medida cautelar solicitada o bien las razones por las cuales no fue
cumplida (art. 15).
Creemos que también deberá incluirse en este deber de informar, lo relativo a aquellos
supuestos en que, por aplicación del art. 7 inc. a, se haya modificado o reducido la medida
cautelar, o bien se autorizare su sustitución.
El juez o tribunal del Estado requirente comunicará el plazo -contado a partir del cumplimiento
de la medida cautelar- en el cual la demanda en el proceso principal deberá ser presentada o
interpuesta, así como la fecha de presentación o la no presentación de la demanda en el
proceso principal (art. 14 incs. a y b).
Esta última exigencia tiene relación con el plazo de caducidad al que está sujeta la medida
cautelar trabada por el juez requerido, decretada en forma previa al inicio del litigio, si no se
interpone la demanda dentro de los plazos previstos en el derecho del Estado del juez
requirente.
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La caducidad de la medida cautelar por vencimiento del plazo existente para iniciar la
demanda, presenta cierto inconveniente en el derecho argentino, -hoy felizmente solucionado
por la práctica- como consecuencia de la obligación de las partes de someterse a la instancia
de mediación antes de la iniciación de la demanda (Ley de Mediación Obligatoria 24573 Ver
Texto ) (LA 1995-C-3140).
Si la ley 24573 impide la promoción de la demanda hasta tanto se haya pasado por la
instancia previa no judicial de la mediación obligatoria, la determinación del plazo para iniciar
el proceso principal, una vez trabada la medida cautelar preparatoria, presentaba dificultades
ya que existe una imposibilidad legal de promover la demanda y la mediación no tiene
carácter de demanda judicial (31).
La mediación obligatoria también puede constituir una seria dificultad para disponer algunas
medidas cautelares que requieren la iniciación conjunta del proceso principal, como sucede
en el derecho argentino con la intervención societaria, que exige la promoción de la acción de
remoción del directorio (arts. 113 Ver Texto y 114 ley 19550 LS. [t.o. 1984, LA 1984-A-46],
mod. por ley 22903 Ver Texto [LA 1983-B-1605]); o la anotación preventiva de litis (art. 229
Ver Texto CPCCN.) (32).
Dado que la ley 24573 no ha previsto estas situaciones, debería razonablemente entenderse
que la iniciación del procedimiento de mediación cumple con el requisito de iniciación de la
demanda a los efectos de las medidas cautelares (33).
Por ello, podemos afirmar que atendiendo a la finalidad que inspira la cooperación judicial
internacional, la regla general es el cumplimiento de las medidas cautelares dispuestas por el
juez requirente por parte del juez requerido.
Tal excepción a la regla general, reviste mayor importancia en el supuesto de las medidas
cautelares, donde la incidencia del derecho de fondo y la circunstancia de que implican
ejercer coerción sobre bienes o personas, exigen extremar los recaudos para su
cumplimiento por parte de los órganos jurisdiccionales del Estado requerido.
Sin embargo, ello no puede en modo alguno afectar la finalidad e inspiración de los tratados
celebrados, debiéndose tener en claro que siempre prevalecerá la cooperación cautelar,
salvo que nos encontremos ante los supuestos que impiden su cumplimiento o bien autorizan
a su limitación por parte del juez requerido.
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a) ¿Análisis de la jurisdicción internacional indirecta?
Los tratados internacionales sobre la materia no contienen una norma expresa sobre la
facultad del juez requerido de analizar la jurisdicción indirecta, lo que ha dado lugar a diversas
posturas doctrinarias.
El art. 2 de CIDIP-II, dice: "Las autoridades jurisdiccionales de los Estados Parte en esta
Convención darán cumplimiento a las medidas cautelares que, decretadas por jueces o
tribunales de otro Estado Parte, competentes en la esfera internacional, tengan por objeto..."
(35).
Fundándose en estas normas, algunos autores sostienen que el juez exhortado debe
controlar la competencia en la esfera internacional del exhortante (37).
Por eso sostiene Vescovi, que el afectado por la medida puede impugnar la resolución del
juez exhortado que dispone la medida cautelar en virtud de la falta de competencia del juez
exhortante -análisis de la jurisdicción indirecta- (39).
De allí que algunos autores como Boggiano interpreten que el juez exhortante ha de ser
competente en la esfera internacional (art. 2 CIDIP-II de Medidas Cautelares), y que la
competencia debe ser juzgada según la ley del Estado donde deba surtir efectos la medida
cautelar, por aplicación de la Convención Interamericana sobre Eficacia Extraterritorial de las
sentencias y laudos arbitrales extranjeros, Montevideo, 1979, art. 2 inc. d. Para Boggiano, el
cumplimiento de la cautelar por el tribunal requerido no implicará compromiso de reconocer y
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ejecutar la sentencia extranjera que se dicte, pero la jurisdicción quedaría reconocida por
haberse analizado al disponer la medida cautelar (41).
En suma, para estos autores el juez al que se solicita la traba de una medida cautelar debe
analizar la jurisdicción indirecta. Dado que los tratados sobre medidas cautelares no indican
el criterio en base al cual debe realizarse el análisis, se recurre a las convenciones sobre
reconocimiento de sentencias, que en general someten el control de la jurisdicción indirecta a
las normas del juez que debe reconocer la sentencia, o en este caso trabar la medida
cautelar.
Aún para quienes sostienen esta posición, en la medida en que existan tratados
internacionales que unifiquen las normas de jurisdicción internacional, el problema se
simplifica, ya que tanto el juez exhortante como el exhortado analizarán la jurisdicción
internacional directa e indirecta respectivamente en base a las mismas normas. Así sucede
entre los países ratificantes de los Tratados de Montevideo de 1889 y 1940, del Protocolo de
Buenos Aires sobre Jurisdicción Internacional en Materia Contractual, del 5 de agosto de
1994 (CMC decreto 1/1994), del Protocolo de Santa María sobre Jurisdicción Internacional en
Materia de Relaciones de Consumo de 1996 (CMC decreto 10/1996) del Acuerdo de
Transporte Multimodal entre los Estados Parte del Mercosur (CMC decreto 15/1995), del
Protocolo de San Luis en Materia de Responsabilidad Civil Emergente de Accidentes de
Tránsito, firmado en Potrero de los Funes, Provincia de San Luis, el 25 de junio de 1996.
(CMC. decreto 1/1996).
Para Tellechea (42) y Opertti (43) en la doctrina uruguaya, y Boggiano (44) en nuestro país,
debería analizarse la jurisdicción indirecta (no sólo en exhortos sobre medidas cautelares,
sino en todo requerimiento extranjero) y proceder a su rechazo, cuando se trate
manifiestamente de un asunto de jurisdicción exclusiva del juez al que se solicita la traba de
la medida cautelar. Igual postura toma en el derecho argentino Goldschmidt (45), aunque
interpretando las normas de los Tratados de Montevideo de Derecho Procesal Internacional
de Montevideo de 1940.
Pensamos que el juez exhortado no debe ni puede analizar la jurisdicción internacional del
juez que le requiere la cooperación cautelar, por los siguientes motivos:
a) Las Convenciones no incluyen la jurisdicción indirecta entre los requisitos para dar curso al
exhorto (arts. 14 y 15 de CIDIP-II, arts. 21 a 23 del Protocolo Medidas Cautelares). Si el
propósito hubiera sido que el juez exhortado analizara la jurisdicción indirecta, se habría
incluido entre los requisitos, como sucede en los tratados que regulan el reconocimiento de
sentencias que establecen expresamente el análisis de la jurisdicción indirecta (Convención
Interamericana sobre Eficacia Extraterritorial de las sentencias y laudos arbitrales extranjeros,
Montevideo, 1979, CIDIP-II art. 2 inc. d, Protocolo sobre Asistencia y Cooperación Judicial de
Las Leñas, 1992, art. 20 inc. c).
Esto significa que la cooperación debe ser requerida por tribunales de justicia, lo que supone
la actuación de órganos independientes -formen parte o no del Poder Judicial- capaces de
resolver con autoridad de cosa juzgada. La notoria falta de independencia del rogante lesiona
16
principios procesales básicos del Estado requerido, ya que normalmente en ese caso los
interesados se hallan en imposibilidad o grave dificultad de defender sus derechos (46).
c) Tanto en CIDIP-II como en Protocolo los arts. 2 y 4 están incluidos dentro del ámbito de
aplicación de la respectiva convención, porque se regulan medidas cautelares dispuestas por
autoridades jurisdiccionales y no por autoridades administrativas o gubernamentales (47).
e) Tampoco puede interpretarse que la voluntad de los delegados en la CIDIP-II, haya sido
autorizar el análisis de la jurisdicción indirecta del juez requirente por parte del juez rogado,
ya que la posición de Parra Aranguren no fue receptada en el texto del tratado, el que se
aprobó -en este aspecto- tal como había sido proyectado por el Grupo de Trabajo que nada
menciona sobre este punto (48).
17
i) Puede también sostenerse que el juez exhortado solamente podría negarse a cumplir la
medida cuando se invade su jurisdicción exclusiva, pues en este caso está comprometido el
orden público internacional, pero que ello no autoriza a analizar en otros casos la jurisdicción
indirecta.
j) Por último, no puede perderse de vista la necesidad imperiosa cada vez más evidente en
las condiciones actuales de la economía mundial y especialmente en los procesos de
integración, de prestar un eficaz apoyo a la cooperación judicial internacional, que se logra
más acabadamente cuando se prescinde del análisis de la jurisdicción internacional indirecta.
El valor de la cooperación judicial internacional sólo debe ceder ante motivos graves,
evidentes y manifiestos de afectación de los principios de orden público internacional del juez
requerido.
Tanto la CIDIP-II (art. 9) como el Protocolo de Medidas Cautelares (art. 12) prevén que en
materia de custodia de menores, el juez requerido puede limitar el alcance de la medida
exclusivamente a su territorio, a la espera de una decisión definitiva del juez o tribunal del
proceso principal.
Se permite limitar los efectos de la medida cautelar al territorio del juez exhortado, quien
cumple la medida -por ejemplo entregar la custodia del menor a la madre cuando la tenía el
padre u otra persona-, pero no autoriza que el menor sea trasladado del país del juez
exhortado.
La norma tiene como fundamento evitar rupturas traumáticas del entorno familiar, afectivo y
cultural del niño, que pueden producir graves perjuicios en su formación. Además de esta
manera, el juez exhortado puede sujetar el niño a su jurisdicción, para evitar su traslado fuera
de sus fronteras, en espera de lo que se resuelva en definitiva en la jurisdicción requirente,
cumpliendo de esa manera el principio del mejor interés del menor, previsto en la Convención
Internacional de los Derechos del Niño de 1989 (52).
El juez o tribunal requerido tiene facultades de modificar la medida cautelar peticionada por el
juez o tribunal del principal (CIDIP-II art. 4 párr. 1º y Protocolo de Medidas Cautelares art. 7
inc. a).
Así el juez rogado, aplicando su ley, podrá adoptar las medidas pertinentes para modificar,
reducir o sustituir la medida cautelar.
Un ejemplo de esta limitación podría ser la solicitud de un embargo hasta cubrir determinada
suma de dinero, sobre el salario de una persona domiciliada en la Argentina, que supere los
límites porcentuales mensuales previstos en la legislación laboral argentina. En ese caso, el
juez rogado, sin rechazar la cooperación cautelar, debería reducir el porcentaje al establecido
en la ley interna, modificando el establecido por el juez rogante.
Otro supuesto podría darse en el caso de peticionarse el embargo sobre los fondos existentes
en la cuenta corriente bancaria de una persona o empresa. Acreditada que sea por el
afectado la necesidad de los fondos para el giro normal de su actividad o negocio, el juez
rogado podrá sustituir el embargo sobre la cuenta corriente, por otra medida cautelar que
garantice adecuadamente al peticionante.
18
Por supuesto en ambas circunstancias deberá informar al juez requirente de tal situación y de
la resolución adoptada.
Uno de los límites a la cooperación cautelar -el otro es el orden público internacional que
seguidamente analizaremos-, lo constituye la absoluta improcedencia de la medida cautelar
que se solicita.
La CIDIP-II (art. 4 párr. 2º) prevé la hipótesis en la que el juez rogado traba la medida, pero
inmediatamente el afectado se presenta y justifica la absoluta improcedencia de la misma -
por ejemplo, porque el bien embargado no pertenece al deudor-, lo que habilita
excepcionalmente al juez rogado a juzgar sobre la procedencia de la medida, y si llega a la
conclusión de que es absolutamente improcedente, puede levantarla.
A pesar de la aparente similitud entre las normas de ambos tratados, encontramos diferencias
que pueden incidir en su alcance en cada caso. En efecto, la CIDIP-II dice: "...Solamente en
caso de que el afectado justifique la absoluta improcedencia de la medida o cuando la
petición se fundamente en la disminución de la garantía constituida, el juez del Estado de
cumplimiento podrá levantar dicha medida de acuerdo con su propia ley". El Protocolo de
Medidas Cautelares expresa que: "El juez o tribunal del Estado requerido podrá rehusar el
cumplimiento, o en su caso, disponer su levantamiento, cuando sea verificada su absoluta
improcedencia, de conformidad con los términos de este Protocolo".
En primer lugar, la CIDIP-II exige -en una interpretación literal de su texto- que la absoluta
improcedencia sea planteada y justificada por el afectado, con lo cual pareciera que
solamente podría levantarse la medida por su absoluta improcedencia, una vez trabada y no
antes.
El Protocolo de Medidas Cautelares es diferente a simple vista, ya que deja a criterio del juez
o tribunal requerido dar o no cumplimiento a la medida. Está clara en el Protocolo la facultad
de analizar de oficio la absoluta improcedencia de la medida cautelar, sin perjuicio de
proceder al levantamiento también en virtud de la petición del afectado.
A pesar de que el texto literal de las normas es diferente, creemos que el juez rogado debe
analizar siempre de oficio y preliminarmente a su ejecución, que la medida cautelar que se le
solicita no sea absolutamente improcedente, ya sea por que no cumple con los requisitos
19
exigidos en el tratado o bien porque violenta normas o principios de su legislación, incluso en
el ámbito de CIDIP-II. Recién satisfecho este examen, dará curso a la cooperación cautelar,
sin perjuicio de que el afectado pueda plantear el levantamiento de la medida ante el juez
requerido, por considerarla absolutamente improcedente.
Pensamos que con relación al orden público internacional, deberá recurrirse a la fórmula
superior utilizada en el art. 5 de la Convención Interamericana sobre Normas Generales de
Derecho Internacional Privado (CIDIP-II) que dispone: "La ley declarada aplicable por una
Convención de Derecho Internacional Privado podrá no ser aplicada en el territorio del Estado
Parte que la considerare manifiestamente contraria a los principios de su orden público".
Siguiendo a Tellechea Bergman podemos afirmar que una rogatoria extranjera puede afectar
el orden público internacional del Estado rogado, en razón de:
Con respecto al literal c), hay que determinar si -como plantea Tellechea- el juez requerido
puede analizar si el proceso en sí mismo en el cual se dispuso la medida cautelar lesiona el
orden público del juez exhortado, o si solamente cabe analizar lesiones al orden público
producidas por la medida concreta que se pide.
En este punto coincidimos con Goldschmidt quien sostiene que el juez rogado sólo deberá
analizar el orden público en relación al objeto del exhorto. Al prestar auxilio judicial, el juez
exhortado sólo puede negarse a prestarlo si lo que concretamente le pide el juez exhortante
está prohibido o es contrario a los principios en que se sustenta su ordenamiento jurídico y no
entrar en el examen del objeto del proceso principal (57).
20
En suma, creemos que el análisis de orden público internacional como impedimento a la
cooperación cautelar, debe circunscribirse exclusivamente al objeto de la medida cautelar
solicitada en el exhorto internacional.
4) Los requisitos para la tramitación del exhorto internacional que tiene por objeto una medida
cautelar, obedecen al criterio de celeridad y simplificación, exigiendo recaudos de fácil
cumplimiento.
5) Los exhortos que tienen por objeto medidas cautelares pueden tramitarse tanto por la vía
diplomática, como por intermedio de la Autoridad Central, o bien en forma privada por las
partes interesadas, o por vía judicial directa entre jueces de zonas fronterizas.
8) Es importante que los tratados vigentes en materia de medidas cautelares incluyan las
cuestiones referidas a alimentos, localización y restitución de menores, que en virtud de las
particularidades de estas medidas, pueden estar sujetas a la limitación territorial que puede
disponer el juez rogado.
NOTAS:
(1) Trabajo realizado en el marco del grupo de investigación que dirige la Profesora María Blanca Noodt Taquela.
21
(2) Noodt Taquela, María Blanca, "Los procesos a distancia y otros modos de cooperación judicial internacional en
el Mercosur", en Revista Voces Jurídicas Gran Cuyo, Mendoza, Ed. La Ley, año 3 n. 5, octubre de 1998, ps.
299/313, esp. 303, versión actualizada del publicado en "El Derecho Procesal en el Mercosur", Libro de
Ponencias, octubre de 1997, Santa Fe, Universidad Nacional del Litoral, 1997, ps. 327/337.
(3) No existe ninguna convención multilateral que regule el tema de las medidas cautelares en la esfera
internacional, ya sea en las Convenciones de La Haya, o entre los países que conforman la Unión Europea. Sin
embargo Boggiano, Antonio, "Curso de Derecho Internacional Privado", 1993, Ed. Abeledo-Perrot, p. 172 entiende
que la Convención de La Haya sobre Procedimiento Civil de 1954, aprobada por la Argentina por ley 23502 Ver
Texto (LA 1987-B-1728), podría ser aplicable a las medidas cautelares en virtud del art. 8, a pesar de que
reconoce la falta de tratamiento específico del tema en esta Convención.
(4) La Argentina es parte de la Convención de Viena sobre Derecho de los Tratados, que fue aprobada por ley
19865 Ver Texto (ALJA 1973-A-563) de 1972 y entró en vigencia el 27/1/1980.
(5) Conf. Fresnedo de Aguirre, Cecilia, "La cooperación cautelar internacional en el Mercosur", en "El Derecho
Procesal en el Mercosur" Libro de Ponencias, octubre de 1997, Santa Fe, Universidad Nacional del Litoral, 1997,
p. 393.
(6) El art. 59 de la Convención de Viena de 1969 sobre el Derecho de los Tratados dice: "Terminación de un
tratado o suspensión de su aplicación implícitas como consecuencia de la celebración de un tratado posterior: 1.
Se considerará que un tratado ha terminado si todas las partes en él celebran ulteriormente un tratado sobre la
misma materia y: a) Se desprende del tratado posterior o consta de otro modo que ha sido intención de las partes
que la materia se rija por ese tratado; o b) Las disposiciones del tratado posterior son hasta tal punto
incompatibles con las del tratado anterior que los dos tratados no pueden aplicarse simultáneamente. Se
considerará que la aplicación del tratado anterior ha quedado únicamente suspendida si se desprende del tratado
posterior o consta de otro modo que tal ha sido la intención de las partes".
(7) Noodt Taquela, María Blanca, "Arbitraje internacional en el Mercosur", 1999, Ciudad Argentina, ps. 51 y 52.
(8) Fresnedo de Aguirre, Cecilia, "La cooperación cautelar internacional en el Mercosur", en "El Derecho Procesal
en el Mercosur" Libro de Ponencias, octubre de 1997, Santa Fe, Universidad Nacional del Litoral, 1997, p. 396.
(9) No obstante, la Convención autoriza a los Estados a restringir su ámbito de aplicación en razón de la materia
(art. 1 párr. final), facultad que no ha sido utilizada hasta ahora por ninguno de ellos. Ver Secretaría General de la
Organización de los Estados Americanos, www.oas.org.
(10) En la Argentina, de acuerdo al art. 229 Ver Texto CPCCN. se denomina "anotación de litis".
(11) Fresnedo de Aguirre, Cecilia, "La cooperación cautelar internacional en el Mercosur", en "El Derecho Procesal
en el Mercosur" Libro de Ponencias, octubre de 1997, Santa Fe, Universidad Nacional del Litoral, 1997, p. 397.
(12) El Reino de España adhirió a las Convenciones Interamericanas sobre Exhortos o Cartas Rogatorias de
Panamá de 1975 (CIDIP-I), y sobre Prueba e Información del Derecho Extranjero de Montevideo de 1979 (CIDIP-
II), con fecha 14/7/1987 y 11/12/1987 respectivamente.
(13) Así se sostuvo en los autos "Mundial Films S.A. v. Penta Films SpA." del Juzg. Nac. Com. n. 10, Secretaría n.
19 de la ciudad de Buenos Aires, resolución de fecha 29/6/1992, inédito, en el que se aplicó la Convención de
CIDIP-II de Medidas Cautelares para resolver una medida cautelar territorial en un caso con Italia. Se trataba de la
suspensión de exhibición en la Argentina del largometraje "Mediterráneo" ganadora del premio Oscar de 1992 a la
mejor película extranjera, decretada como medida cautelar en relación con el incumplimiento de un contrato de
distribución cinematográfica. También aplicó analógicamente la CIDIP-II, en un caso con México, Estados Unidos
de América y Suiza, el fallo de la C. Nac. Crim. y Corr. Fed., sala 1ª, 12/11/1990, causa 22222, "Incidente de
embargo de A. E. L.", en Noodt Taquela, María Blanca, "Derecho Internacional Privado", 1992, Ed. Astrea, ps.
118/120.
(14) En el Derecho de Brasil, sin embargo, el Codigo de Processo Civil, Lei 5869 del 11/1/1973, con numerosas
modificaciones posteriores, dispone que se concede traslado al afectado (art. 802), excepto que la citación del
demandado pueda tornar ineficaz la medida (art. 804).
(15) Conf. art. 3 CIDIP-II párr. 2º y art. 6 Protocolo Medidas Cautelares de Ouro Preto. En los Tratados de
Montevideo de Derecho Procesal Internacional de 1889 y 1940, ninguna alusión se realiza al tema de la
contracautela o garantía.
(16) Vescovi, Eduardo, "Derecho Procesal Civil Internacional", 2000, Ediciones Idea, Montevideo, p. 137.
(17) Por ejemplo: contratar un seguro de caución, obtener una garantía bancaria independiente o abstracta.
22
(18) C. Nac. Crim. y Corr. Fed., sala 1ª, 12/11/1990, causa n. 22222, "Incidente de embargo de A. E. L.", citado en
nota 12.
(19) Seguimos la sistematización que realiza Noodt Taquela, "Los procesos a distancia...", ob. cit. en nota 2, en
Revista Voces Jurídicas Gran Cuyo, ps. 299/313, esp. p. 305.
(20) En el caso "Mundial Films S.A. v. Penta Films SpA." citado en nota 13, se fijó un plazo de sesenta días
corridos para que el juez de Italia, donde debía promoverse la demanda, ratificara la medida cautelar territorial
dispuesta por el juez argentino.
(21) El Código General del Proceso uruguayo dice en su art. 311.2: "Se adoptarán en cualquier estado de la
causa, e incluso como diligencia preliminar de la misma. En este caso, las medidas cautelares caducarán de pleno
derecho si no se presentare la demanda dentro de los treinta días de cumplidas, condenándose al peticionario al
pago de todos los gastos del proceso y de los daños y perjuicios causados"; Código General del Proceso de la
República Oriental del Uruguay, ley 15982 de 1988.
(22) Vescovi, Eduardo, "Derecho Procesal Civil Internacional", 2000, Ediciones Idea, Montevideo, p. 144.
(23) Noodt Taquela, "Los procesos a distancia...", ob. cit. en nota 2, en Revista Voces Jurídicas Gran Cuyo, ps.
299/313, esp. p. 313.
(24) La Argentina aprobó la Convención por ley 23458 Ver Texto de 1986 (LA 1987-A-133), la ratificó el 8 de mayo
de 1987 y entró en vigencia para nuestro país el 18 de febrero de 1988.
(25) Es dable destacar la mayor amplitud del Protocolo de Medidas Cautelares en relación a la tramitación de
oficio del exhorto que no sólo se limita a alimentos provisorios, sino que incluye también a la localización y
restitución de menores.
(26) Noodt Taquela, "Los procesos a distancia...", ob. cit. en nota 2, en Revista Voces Jurídicas Gran Cuyo, p. 303.
(27) Vescovi, "Derecho Procesal Civil Internacional", 2000, Ediciones Idea, Montevideo, p. 138.
(28) Véase al respecto art. 5 últ. párr. CIDIP-II y art. 7 inc. c Protocolo de Medidas Cautelares.
(29) Noodt Taquela, "Los procesos a distancia...", ob. cit. en nota 2, en Revista Voces Jurídicas Gran Cuyo, p. 305.
Queda la duda si el rechazo de la cooperación cautelar podría ser efectuado de oficio por el juez requerido en el
ámbito de la CIDIP-II sobre Cumplimiento de Medidas Cautelares, ya que su art. 4 exige que el afectado justifique
su absoluta improcedencia.
(30) Noodt Taquela, "Los procesos a distancia...." ob. cit., en nota 2, p. 304.
(31) Noodt Taquela, "Los procesos a distancia..." ob. cit., en nota 2, ps. 308/309.
(32) Noodt Taquela, "Los procesos a distancia...." ob. cit., en nota 2, ps. 308/309.
(33) Noodt Taquela, "Los procesos a distancia...." ob. cit., en nota 2, ps. 308/309.
(34) Goldschmidt, Werner, "La autonomía de la jurisdicción internacional indirecta", ED 120-898; Noodt Taquela,
María Blanca y Chalita, Graciela, "La jurisdicción indirecta en la Conferencia de La Paz de 1984 (CIDIP-III)", ED
119-887/895.
(37) Fresnedo, de Aguirre, Cecilia, "La cooperación cautelar internacional en el Mercosur", en "El Derecho
Procesal en el Mercosur" Libro de Ponencias, octubre de 1997, Santa Fe, Universidad Nacional del Litoral, 1997,
p. 400; Vescovi, "Derecho Procesal Civil Internacional", 2000, Ediciones Idea, Montevideo, ps. 132 y 147;
Tellechea Bergman, Eduardo, "Libro II, Título X del Código General del Proceso. Normas procesales
Internacionales. Una nueva regulación del Derecho Internacional Privado Procesal de la República", en Revista
Uruguaya de Derecho Procesal, Montevideo, Fundación de Cultura Universitaria, 1988/4, ps. 528/550, esp. p. 539.
(38) Vescovi, "Derecho Procesal Civil Internacional", 2000, Ediciones Idea, Montevideo, p. 132.
(39) Vescovi, "Derecho Procesal Civil Internacional", 2000, Ediciones Idea, Montevideo, p. 139.
(40) Actas y documentos CIDIP-II, vol. II, Washington, OEA, 1980, acta de la 5ª sesión de la comisión I, ps.
97/121, esp. p. 114.
23
(41) Boggiano, Antonio, "Derecho Internacional Privado", t. I, 1991, Ed. Abeledo-Perrot, p. 433 Ver Texto .
(42) Tellechea Bergman, Eduardo, "Sobre las Normas Procesales Internacionales del C.G.P." en Revista de
Derecho Procesal, Montevideo, 1988, n. 4, ps. 536/537.
(43) "Creemos que el juez exhortado sólo podrá dar cabida a la excepción de incompetencia cuando se trate,
manifiestamente de un asunto de su jurisdicción exclusiva, pues de no hacerlo estaría renunciando al deber de
defensa de su propia jurisdicción"; Opertti, Didier, "Medidas cautelares con especial referencia al Derecho
Procesal Internacional", III Jornadas de Derecho Procesal (Rivera 1985), p. 8, citado por Tellechea Bergman,
Eduardo, ob. cit., en nota 41, p. 537.
(44) Boggiano, opina que "admitir lo contrario implicaría un dispendio judicial, una incongruencia jurídica interna, al
ejecutar el exhorto de un juez que consideramos carente de jurisdicción para dictar la medida que nos solicita
ejecutar. Además entrañaría consentir la invasión de la justicia argentina", ob. cit., t. II, p. 1307.
(45) "La oposición al exhorto por la causal indicada (jurisdicción exclusiva del juez argentino), sólo se justifica si la
jurisdicción internacional propia reclamada es la exclusiva; en caso contrario no debe alegar la falta de jurisdicción
del juez exhortante", Goldschmidt, Werner "Derecho Internacional Privado", 1985, Ed. Depalma, p. 479.
(46) Kemelmajer de Carlucci, Aída, "Los Protocolos de Cooperación Jurisdiccional y de Medidas Cautelares del
Mercosur", en Revista de Derecho Privado y Comunitario, Ed. Rubinzal-Culzoni, 2000-1, ps. 570/609, esp. ps.
599/600, con cita de Peyrano, Jorge, "Régimen de las medidas cautelares en el Mercosur y anotaciones
complementarias" en JA 1997-IV-841 y Tellechea Bergman, Eduardo, "Panorama de los Protocolos del Mercosur
sobre Derecho Internacional Privado, con especial referencia a aquellos relativos a la cooperación jurídica
internacional" en "Del Mercosur. Aduana. Jurisdicción. Informática. Relaciones Intercomunitarias", 1996, Ed.
Ciudad Argentina, ps. 187/241, esp. p. 227.
(47) El exhorto debe proceder de una autoridad judicial propiamente dicha o de un organismo administrativo de
carácter jurisdiccional cuyos pronunciamientos queden sujetos a control judicial suficiente para impedir que tales
órganos ejerzan un poder absolutamente discrecional sustraído a toda revisión ulterior (Corte Sup., 19/9/1960,
"Fernández Arias, Elena y otros v. Poggio, José s/suc.", Fallos 247:646, JA 1960-V-447, citada por Goldschmidt,
ob. cit. p. 480). En principio la petición de auxilio judicial internacional debe partir de un organismo judicial. Así la
Corte Suprema de Justicia de Chile en sentencia del 7/1/de 1957, resolvió no transferir a la Argentina los bienes
de Perón sitos en Chile, conforme se lo había pedido la Junta Nacional de Recuperación Patrimonial por un
exhorto tramitado por la Cancillería Argentina. Goldschmidt, ob. cit., p. 477.
(48) Inclusive el delegado del Uruguay Dr. Ronald Herbert, manifestó la posición de su país contraria al control de
la competencia internacional en materia de cooperación cautelar. "Actas y Documentos CIDIP-II", vol. II, 1980,
Washington, OEA, acta de la 5ª sesión de la comisión I, p. 109.
(49) Propuesta de Alberto Pardo, delegado de la Argentina, "Actas y Documentos CIDIP-II", vol. II, 1980,
Washington, OEA, acta de la 5ª sesión de la comisión I, p. 240. Inclusive Parra Aranguren adhirió a tal postura,
difiriendo la inclusión de normas de competencia internacional en una futura Convención que incluyera a las
medidas cautelares y al reconocimiento de sentencias extranjeras, p. 240.
(50) Aprobada en la Quinta Sesión Plenaria realizada en la ciudad de La Paz, con fecha 24/5/1984. Sólo fue
ratificada por México con fecha 12/6/1987, necesitando de dos Estados ratificantes como mínimo para su entrada
en vigencia (art. 12).
(51) Opertti Badan, Didier, "Exhorto y embargo de bienes extranjeros. Medios de cooperación judicial
internacional", 1976, Montevideo, p. 329.
(52) Kemelmajer de Carlucci, Aída, "Los Protocolos de Cooperación Jurisdiccional y de Medidas Cautelares del
Mercosur", en Revista de Derecho Privado y Comunitario, Ed. Rubinzal-Culzoni, 2000-1, p. 604.
(53) Vescovi, "Derecho Procesal Civil Internacional", 2000, Ediciones Idea, Montevideo, p. 139.
(54) La Convención Interamericana sobre Normas Generales de Derecho Internacional Privado, aprobada por la
Argentina por ley 22921 Ver Texto (LA 1983-B-1680), se encuentra vigente en diez Estados: la Argentina, Brasil,
Colombia, Ecuador, Guatemala, México, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela.
(55) Tellechea Bergman, Eduardo, "Panorama de los Protocolos del Mercosur sobre Derecho Internacional
Privado, con especial referencia a aquellos relativos a la cooperación jurídica internacional" en "Del Mercosur.
Aduana. Jurisdicción. Informática. Relaciones Intercomunitarias", 1996, Ed. Ciudad Argentina, p. 532.
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(56) Tellechea Bergman, Eduardo, "Panorama de los Protocolos del Mercosur sobre Derecho Internacional
Privado, con especial referencia a aquellos relativos a la cooperación jurídica internacional" en "Del Mercosur.
Aduana. Jurisdicción. Informática. Relaciones Intercomunitarias", 1996, Ed. Ciudad Argentina, p. 537.
(58) Noodt Taquela, "Los procesos a distancia...." ob. cit., en nota 2, p. 312.
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