Doce muertos recordaban la apariencia de aquel día. Acariciaban el velo de la oscu
ridad mientras sonidos incoherentes encontraban un sentido en sus oídos. Doce cand ados bloqueaban sus salidas; doce ciegos guardaban los candados. Muertos todos veían luces repentinas llenas de esperanza donde sólo había tanta oscuri dad como en cualquier otro lugar. Siempre positivos querían creer que verían una est rella cuando menos lo esperaran. Pero el cielo no está hecho para cumplir los dese os más desesperados. Sólo está hecho para dar esperanzas. Incluso yo tuve una vez esperanza. Cansado de vagar y observar, subí mis ojos y la s estrellas me hablaron con palabras seductoras. 14 - 04 - 2010