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CAPÍTULO I

DEFINICIÓN DEL ESPIRITISMO

Puesto que nos proponemos distinguir primero el espiritismo de diversas otras co


sas que se confunden muy frecuentemente con él, y que sin embargo son muy diferent
es de él, es indispensable comenzar por definirle con precisión. A primera vista, pa
rece que se pueda decir esto: el espiritismo consiste esencialmente en admitir l
a posibilidad de comunicar con los muertos; es eso lo que le constituye propiame
nte, es decir, aquello sobre lo que todas las escuelas espiritistas están necesari
amente de acuerdo, cualesquiera que sean sus divergencias teóricas sobre otros pun
tos más o menos importantes, puntos que consideran siempre como secundarios en rel
ación a éste. Pero eso no es suficiente: el postulado fundamental del espiritismo, e
s que la comunicación con los muertos no es solo una posibilidad, sino un hecho; s
i se admite únicamente a título de posibilidad, no se es verdaderamente espiritista.
Es cierto que, en este último caso, uno se impide así rechazar de una manera absolu
ta la doctrina de los espiritistas, lo que ya es grave; como tendremos que demos
trarlo después, la comunicación con los muertos, tal como ellos la entienden, es una
imposibilidad pura y simple, y solo así se pueden cortar todas sus pretensiones d
e una manera completa y definitiva. Fuera de esta actitud, no podría haber más que c
ompromisos más o menos penosos, y, cuando uno se introduce en la vía de las concesio
nes y de los acomodos, es difícil saber dónde se detendrá. Tenemos la prueba de ello e
n lo que les ha ocurrido a algunos, teosofistas y ocultistas concretamente, que
protestarían enérgicamente, y con razón por lo demás, si se les tratase de espiritistas,
pero que, por razones diversas, han admitido que la comunicación con los muertos
podría tener lugar

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