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La sala de una casa adornada para una fiesta infantil: globos, serpentinas, adornos,
Personajes
GAMBITO, payaso
SARITA, amiga
CHAVITA, amigo
PIQUI, amiga
VENGI, amigo
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Acto I
MAGDA.—¿Sí, mami? ¿Me llevas mañana? Llévame de nuevo a los juegos. ¿Sí?
MAMÁ.—Ya veremos; pero dime qué escondes, que escribías que no me quieres
enseñar.
MAMÁ.—No debes ocultarle nada a tu madre, hija. Yo soy como tu mejor amiga,
(La MAMÁ prende las luces. MAGDA tiene casi cubierto el rostro con sus
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¿Por qué no me dijiste nada? ¿Cuándo colgaste todos los adornitos sin que me diera
cuenta? ¡Que pastel tan bonito, y las velitas! ¿Lo hiciste tú sola? Yo te hubiera ayudado.
cumpleaños, mami. Mas, hoy parecía que a ti también se te había olvidado. ¡Me estabas
MAGDA.— Sí, mami. (La abraza.) Está muy bonito el pastel, y con lo que me
MAGDA.—¿Segunda sorpresa?
qué es, déjame, déjame. ¡Ya sé! Una muñeca como la que le compraron a Sarita. ¡De esas
MAMÁ.— No.
MAGDA.—El juego de té que te dije en la tele con todas las tasitas. ¡Y vamos a
MAMÁ.— No.
MAGDA.—¡Ya sé! La casita para la muñeca que me trajo mi tío el año pasado.
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MAMÁ.—¡Invité a tus amiguitos a la fiesta!
MAMÁ.—¡A todos!
MAGDA.—¡No! ¡No quiero que nadie venga! ¡Que se vayan! ¡Que no me vean!
Además, nunca me felicitan y ni siquiera me regalan nada. ¿Por qué los invitaste? ¡Por
eso no me gustan mis fiestas! (Gimoteando.) ¡Mamá! ¿Por qué los invitaste? Nosotras
nos divertimos bien solas. ¡Ay, mamá! ¡No! ¡No quiero que vengan!
VENGI.—(Entra.) Hola.
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MAMÁ.—Pasa, Vengi. Siéntense. (Entra Piqui.) Piqui, que bueno que viniste. Me
SARITA.—(A PIQUI.) Vaya, siquiera hay más gente que el otro año.
hijo. Creo que ya son todos. Niños, ahorita viene Magda. Se está terminando de arreglar.
Pueden jugar con los muñecos que están ahí. Ahora regreso voy a la cocina. No me tardo.
PIQUI.—¿Me la prestas?
SARITA.—Claro que no. En mi casa me tienen prohibido que preste mis juguetes
a niñas como tú porque luego no me las devuelven. Así que no. ¿Por qué no agarras uno
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VENGI.—Yo sí sé que es. Son unos colores. Si quieres los abrimos para que los
veas.
CHAVITA.—¡No! Es de Magda.
CHAVITA y corre.) Ja, ja, ja, ja. Te voy a demostrar que son unos colores.
muñeca o los colores se van a caer. Sí, como no: le digo a la mamá de Magda. Tu muñeca
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3. Se muestra Sarita
(Aparece MAGDA con más cabellos sobre la cara. VENGI y CHAVITA cubren
el pastel caído.)
siempre nos divertimos bastante. ¿Pero sabes lo que más me gusta de tus fiestas?: el
pastel que hace tu mamá. ¿Hace unos pasteles muy ricos, verdad?
fresas.
papá compra el pastel más grande de la tienda. Pero ninguno se parece como a los que
MAGDA.—¿Otra sorpresa?
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porque el payaso ya se retrazó. (Sale la MAMÁ.)
SARITA.—Un payaso, Magda. Parece que tus fiestas mejoran con el tiempo: un
payaso y un rico pastel de fresas para todos. Lástima que el pastel ya no se pueda probar.
SARITA.—Lo siento, enano. Pero ella lo tiene que saber. Al fin, ya no pueden
hacer nada y ustedes tienen toda la culpa. Haber que van a hacer cuando regrese su mamá
y lo sepa todo.
SARITA.—Lo que pasa es que estos dos tiraron tu pastel al piso. (Empuja a
VENGI y a CHAVITA para descubrir el pastel.) Que lástima, con tanto que lo quería
MAGDA.—(Acongojada.) ¡Mi pastel! ¿Por qué lo tiraron? ¿Por qué son así?
Siempre me hacen cosas feas. Mi mamá me va a regañar. Va a pensar que yo fui. ¿Por
qué lo tiraron?
embarra los dedos de merengue.) Y le vamos a decir a tú mamá para que los regañe. Pero
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para que se quite lo fea. (Le embarra la cara a MAGDA con merengue.)
quítate! ¡No me hagas esto! ¡No me gusta! ¡Sarita! ¡Por favor, no!
(Todos ríen.)
4. Se muestra Chavita
CHAVITA.—(A SARITA.) ¡Ya déjala! Ella no quiere. Déjala. Déjala. (La jala
del brazo.)
SARITA.—¡Ah!, otro feo. A ti también te falta ser más bello, feo. (Le unta
merengue.)
Ya se supo: la defiende. Son novios, son novios. Los novios se quieren. Los novios se
quieren.
novio. ¡Son novios. Se quieren! No, mejor vamos a abrir el regalo de los novios.
mamá, Vengi.
Cálmate!
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VENGI.-Ah, el novio quiere más. ¿Cuánto, Chavita? ¿Más? Ah, ya entendí: más.
novio? Ya vez; yo tenía razón: son unos colores. ¿Adivina para qué vamos a querer unos
pintar!
5. Se muestra Piqui
venga tu mamá los vamos a acusar porque ellos tiraron tu pastel y porque te pusieron
va a regañar. Yo por eso no quería una fiesta. No quería invitarlos. Mi mamá hizo el
invites, llorona. Al cabo que yo tengo muchas fiestas a donde ir con gente… (La mira
despreciativa.) Normal.
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porque a ella nunca le hacen fiesta de cumpleaños. Ya no llores. Mira lo que te traje. Te
PIQUI.—(A CHAVITA). Pero tú con Vengi lo tiraron y por eso se calló. Y ahora
regaló Piqui. Es como la tuya, Sarita. Ahora sí podemos jugar a las muñequitas. (Dándole
VENGI.—Nadie quiere jugar a eso. Esta fiesta está aburrida. No hay ni dulces, ni
pastel, ni nada. Y ese payaso no viene. Siempre me aburro en estas fiestas. ¿Por qué las
verdadera. La tuya la venden en todas partes y no cuesta nada. (A PIQUI.) ¿De dónde te
la robaste?
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6. Se muestra Vengi
ensucie. La voy a guardar para siempre. Gracias, Piqui. (Le da la muñeca a VENGI.)
PIQUI.—¡No se la prestes!
VENGI.—Sí. Pero primero le vamos a dar de comer porque tiene mucha hambre.
(Agarra merengue y amenaza con alimentar a la muñeca.) Anda, come muñequita. Miren
va a comer la muñeca. Esta gorda no le dio de comer. (Mira a PIQUI con burla.) Se lo ha
¡Dámela… Dámela!
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VENGI.—(A MAGDA.) Ya no llores. Te la voy a dar. ¿La quieres? Toma.
(Simula que se la entrega.) Ah, no la quieres. Toma. Ya, aquí está. ¿No la quieres?, pero
la muñeca de los brazos.) Es fácil lo que tiene que hacer. Dile que lo haga. (PIQUI se
VENGI.—Es bien fácil, hasta la muñequita podría. Mira, sólo tienes que ir por la
PIQUI.—¡Tonto! Sabes que no puede. ¿Por qué dices tonterías? Pero cuando
vean. Además no es difícil. Es nada más poquito. Aquí la voy a dejar a un lado. Nada más
tienes que bajarte por ella, Magda. (La deja en el suelo y agarra la silla por atrás.)
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MAGDA.—No, Vengi. Mejor no. Dámela. No seas malo, ¿sí?
VENGI.—Ah…, quieres que coma pastel y que se le rompan los brazos, ¿verdad?
a decir nada a mi mamá. Si quieres le digo que yo tiré el pastel para que me regañen a mi.
muñeca.)
agarrar. (VENGI pone la muñeca y regresa a agarrar la silla.) Pero, por favor, ya no la
Otras veces ya me he bajado solita sin que mi mamá se de cuenta. (Grita. Se cae. Todos
se asustan.)
¡No quiero tener amigos! ¡Váyanse todos! ¡No me escuchan, váyanse! ¡Lárguense de
aquí!
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SARITA.—No te enojes. ¿Te duele algo?
hacen cosas feas mis amigos. Yo trato de ser buena, pero ellos parece que me odian.
Siempre es lo mismo. Ojalá fuera como ellos para que no me hicieran nada. Yo no pedí
estar así. ¿Por qué, por qué? ¿Qué te hice, Diosito? ¿Por que me hiciste así? Cúrame. Por
favor, cúrame. Si me curas te prometo que me voy a portar bien. Le voy a hacer caso a mi
mami en todo lo que quiera. Voy a ser buena hija. Voy a ir a la iglesia cada domingo, y
me voy a aprender todos los rezos, todos los que tú quieras. Voy a ser una niña aplicada
Pero por favor, cúrame. ¡Quiero caminar, correr como mis amigos, como todos los niños
de la escuela! ¿Por qué yo tengo que estar en esta silla? ¿Por qué, Diosito? ¿Acaso no te
gusto?, pero en la iglesia dicen que todos nos parecemos a ti. Y tu no estas sentado como
yo en una silla como esta. ¡Si supieras cuanto la odio! ¡Odio a todos! ¡Nadie me quiere!
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Acto II
MAMÁ.—(Sentándola de nuevo.) ¡Ay!, hija. ¿Pero cómo te caíste? ¡Te dije que
tuvieras cuidado, Magdalena! Nunca te caes. ¡Dime qué pasó! Mira como estás de la
cara. ¿Por qué corriste a tus amiguitos? ¿Y qué pasó con este pastel? ¡Mira qué reguero!
Por Dios, hija. Ya no eres pequeña. Debes saber cuidarte sola: no siempre voy a estar
(Abraza a su MAMÁ.)
MAMÁ.—Bueno, está bien. Pero adivina lo que traje. Cierra los ojos. (Le hace
MAGDA.—¿Ya, mami?
MAMÁ.—Ya.
Siéntense todos, niñitos. Y vean como Gambito también es mago. (Hace aparecer una flor
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pasó a esta princesita. A ver, princesita: ¿le gustan los chocolates, su majestad?
¡Atención! Todos, atención. Gambito hará otra aparición mágica: ¡la toalla de las
sonrisas! Todo aquel que se seque con esta toalla convertirá sus dolores en sonrisas.
sonrisas. Toalla de las sonrisas… Aparece aquí deprisa. (Aparece una toallita.) ¡Ta, ta,
tan! (Con la toalla limpia el merengue de la cara de MAGDA que comienza a reír.)
hagan bulla. Todos, por favor, hagan una fila. ¿Nadie quiere ser el siguiente? Que niños
MAMÁ.—Que payaso tan ocurrente. Ahora vuelvo. Voy por gelatinas. (Sale.)
majestad nunca me dijo nada. ¡Un apuesto pajecito! ¿Querrá secarse con la toalla el
pajecito?
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sorpresa el pajecito? (Baila como indio.) ¿Sorpresa o toalla, toalla o sorpresa, sorpresa o
CHAVITA.—Sorpresa.
tutú. ¡Sorpresa! El pajecito quiere sorpresa, niños. Aquí tiene su sorpresa el pajecito.
(Hace aparecer un globo. CHAVITA ríe.) Con que vamos a ver, ¿quien es el siguiente
participante? ¡Oh, por Dios! (Frente a PIQUI se inca con una pierna en el suelo.) ¡La
duquesa de las flores! (PIQUI sube y abraza sus rodillas de miedo.) Duquesa, por favor.
Prefiere usted la mano izquierda o la derecha. En una hay una sorpresa; y en la otra, la
toalla de la sonrisas.
tutú. La duquesa de las flores quiere una sorpresa. (Imita locomotora.) Tu-tu, chucu-
viene en camino. La sorpresa viene en camino. (Saca de una bolsa confeti y baña a
PIQUI).
(MAGDA se carcajea y los otros comienzan a reír. GAMBITO rocía a los demás.
Da vueltas por la sala imitando una locomotora y echando confeti. Se detiene de golpe
¡Por todos los Dioses del olimpo! Oh, atenienses, hermanos míos, por qué sois tan
ingratos. ¿Por qué nadie mandó rápido mensajero en cóncava nave para avisarme que
Afrodita, Diosa de las cosas bellas, estaba entre nosotros? (A los pies de SARITA.) Tú
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que siempre hablas con sabiduría, Afrodita, decidme si prefieres la toalla de la sonrisas o
SARITA.—La toalla.
tutú. La Diosa quiere la toalla. ¡Si la Diosa quiere la toalla, la toalla tendrá! (Le pasa la
toalla por la cara a SARITA que se carcajea al igual que todos.) Hasta luego, Diosa,
Rocinante. Ya veo que reconocéis a tu amo. ¡Oh gran señor!, caballero de la Mancha.
yelmo. Pero antes decidme para que lo asista en su valerosa causa: ¿Querrá, oh gran
VENGI.—Sorpresa.
tutú. ¡El Quijote quiere una sorpresa! (Se hecha a VENGI a la espalda y trota como
caballo por la sala. Lo vuelve a dejar en su asiento y le regala varias espanta suegras.)
(Todos ríen.)
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solemne heraldo.) En un reino muy lejano de altos bosques y aguas cristalinas, el
princesa que quiera ser la invitada o invitado de honor a nuestro banquete. ¿Alguien de
ustedes niños quiere ser ese honorable invitado? (Los niños no dicen nada.) Estamos
impacientes por recibirlo. Tendrá a su disposición todo lo que quiera y desee: regalos y
juguetes.
invitada de honor.
GAMBITO.—¡Fanfarrias! ¡Por todos los Dioses del olimpo! ¡La Diosa de las
cosas bellas, Afrodita! Por favor, mi Diosa, tome asiento en su trono de diamantes.
y Reinas de todos los rincones de la tierra, su alteza, la Diosa Afrodita, desea los más
finos y valiosos regalos que le puedan obsequiar. Ella espera impaciente en el trono de
se acerca. Si la duquesa no tiene sus regalos antes de las doce morirá de pena. ¡Uno!
¡Niños, sus obsequios! Y le dicen por qué se los regalan para que la Diosa sea generosa.
GAMBITO.—¡Los más finos y valiosos regalos que puedan conseguir! Por favor,
mi Duquesa. ¡El tiempo se termina! Cuatro. ¡Niños, los más valiosos regalos que tengan!
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Cinco.
GAMBITO.—Seis.
(SARITA se sorprende.)
GAMBITO.—Siete.
GAMBITO.—Ocho.
VENGI.—(A Sarita con una liga en la mano.) Aquí tienes. Mi liga la que pega
más fuerte.
GAMBITO.—Nueve.
VENGI.—Es tuya porque eres mi amiga y no tengo otra cosa que darte.
Mi osito que siempre me acompaña y me cuida de las cosas feas. A ti también te hace
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falta para que nadie te haga algo que no quieras. Te lo regalo porque eres mi amiga. Y
para que te acuerdes que siempre quiero que vengas a mis fiestas.
sido complacida. ¡Fanfarrias! (Con la mano imita una corneta.) Tú-tutú, tú-tutú, tú-tutú.
enemigo! ¡Silencio, por favor! Un mensaje secreto. (Se concentra y emite sonidos de
la bella niña de los ojos encantados en el planeta oscuro! Toda la galaxia está en peligro.
preocupen: los dedos del oráculo secreto lo descubrirán. (Pasa la mano por cada cabeza
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haciendo sonidos de telégrafo. Se detiene en la de CHAVITA.) ¡Tú! A ti te necesita la
República, ¡y pronto!
Tenemos a nuestro héroe. Aplaudan, niños. ¡Silencio! ¡Vienen las fuerzas oscuras! (Les
miente. (A los niños.) Vamos a regalarle la estrella del coraje a nuestro pajecito valiente.
estrella, estrella!
tutú. La estrella de la valentía está aquí, dentro de nosotros y siempre nos acompaña.
(Saca una cadena con una estrella. Se la pone en el corazón.) Toda mi valentía.
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CHAVITA.—(A GAMBITO.) No la quiero. ¡Me va a quemar! ¡No!
valiente. Podrías luchar con leones, fieras gigantescas, monstruos marinos y salir
victorioso. Sálvanos, ¡oh valiente pajecito!, de esta oscura amenaza. ¡Comer la gelatina!
Comer que los clones se acercan. ¡Come pajecito! Si te la acabas antes de que lleguen al
último color del arco iris estamos salvados. Pero si llegan al violeta moriremos.
GAMBITO.—Rojo.
GAMBITO.—Verde.
Chavita el valiente!
GAMBITO.—Añil.
(CHAVITA termina.)
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principio. ¡Arriba el pajecito! ¡El valiente pajecito! ¡Nos salvó a todos! ¡Nuestro querido
pajecito valiente!
han de saber que Gambito, el payaso de todos los chiquitos, es también inventor. ¡Sí!
Finlandia hasta la Patagonia y desde Cuba hasta las Filipinas. ¿Quieren saber qué es?
GAMBITO.—Muy bien. Pero antes quiero un voluntario que le gusten mucho los
dulces. ¿A quién le gustan mucho los dulces? Pero que le gusten mucho, mucho, mucho,
tú-tutú, tú-tutú. ¡Una voluntaria! Pásale por acá voluntaria. ¡Por todos los sapos
encantados, si es la Duquesa de las flores! Duquesa, a sus pies. Disculpe tanta majadería
de este pobre aprendiz de bufón suyo. Duquesa, por este lado por favor.
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GAMBITO.—¡Ah, sí. Por supuesto: el invento! Niños y niñas, atención por favor.
VENGI.—¿Dónde? No lo veo.
GAMBITO.—Aquí, en mi nariz.
SARITA.—¿En tu nariz?
sólo se hace esto. (GAMBITO apachurra su nariz y se escucha una melodía de niños.)
otras melodías. Selecciona una.) ¡Ésta, ésta es la que buscaba! ¿Les gusta mi nuevo extra-
centro! Para ganar este juego sólo tienes que danzar como la más ávida bailarina de tu
reino. ¡Si ganas te llevarás completamente gratis el nuevo invento de Gambito: un nuevo
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MAGDA.—(A PIQUI.) No pasa nada. Nadie se va a reír. Y si se ríen, qué
Todos bailaremos porque la música es el dulce favorito de los niños. ¡Bailen, niños!
(Todos bailan.) ¡Bailen, todos! Bailen que no hay Duquesa por rica o famosa que fuese
qué?, porque me gusta comer sabroso y de todo. (Hace bailar a PIQUI.) Vente Duquesa.
Baila conmigo. Me gustan los tacos, las tostadas, las tortas, enchiladas de pollo y las
turrón.
CHAVITA.—¡Súper!
GAMBITO.—El rey de Cucuruchá ordena que se ordene: ¡que todos los niños se
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GAMBITO.—¡Silencio en la sala! El abogado defensor tiene la palabra. (Hace
reverencias.) Su señoría, señores del jurado, señor fiscal. ¡Un niño está en peligro! Está
tristecito. Tenemos que rescatarlo. (Les reparte globos rojos a cada uno.) Su mamá está
enojada con su papá. ¡Y el papá se va de la casa! El coraje se ha metido en sus vidas. ¡El
GAMBITO. —¡Sí! Del coraje de la mamá y el papá. Estos globos del coraje
hicieron que ellos se enojaran. Así que hay que destruirlos para que el coraje se termine.
Pero sólo un niño será quien termine con el coraje. Los demás protegerán sus globos
tutú. No esperaba menos de usted mi noble caballero andante. Montad vuestro corcel y
destruid ese coraje que habita en la gente de este pueblo. Ahora necesitamos algo más
poderoso que el coraje. ¿Alguien sabe qué es más poderoso que el coraje?
VENGI.—¡Pegarle al coraje!
GAMBITO. —¡No! Pegarle al coraje saca más coraje. Nunca hay que comer más
pastel si ya nos llenamos. No hay que ser pendencieros. La violencia no es una virtud
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PIQUI.—¡La confianza!
mocillos que el papá y la mamá se enojan cada vez más. ¡Van a dejar al niños solo!
CHAVITA.—La felicidad.
GAMBITO.—¡Sí, sí, sí, sí! ¡La felicidad es más poderosa que el coraje! Por lo
GAMBITO.—No importa porque es ésta. Todo aquel que se pinche con esta
aguja tendrá felicidad eterna. (Les muestra una aguja grande.) Pero todavía hay un
Merlín, un hechicero muy poderoso. Como es de la felicidad come momentos felices. Así
que piensen en momentos muy felices y aprieten con las dos manos la aguja para que se
alimente con los recuerdos y sea fuerte. (GAMBITO aprieta la aguja con las dos manos
SARITA.—(Recibiéndola.) ¡Felicidad!
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VENGI.—(Recibiéndola.) ¡Lo mejor! Ten, Gambito. ¿Ya está cargada?
(Imita danza india y ulula como los indios.) Ahora, pronto caballero, romped todos los
(VENGI recibe la aguja y comienza a perseguir los globos. Los niños corren para
rompí otro!
GAMBITO.—(Mira por una bola mágica imaginaria.) Niñas y niños, puedo ver a
GAMBITO.—¡Sí, sí, sí, sí! La bolita no miente. Los papás se han tomado de la
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CHAVITA.—¡Esta fiesta está muy divertida!
todos los infantes pasarán a degustar las exquisiteces del pastel de cumpleaños, pero
antes, por órdenes superiores de nuestro heroico colegio de las flores, rendiremos los
honores que nuestro tan querido pastel se ha merecido. ¡Atención, firmes, ya! (Los niños
se ponen en firmes y hacen una formación.) ¡Paso veloz, ya! (Comienzan a trotar tras
GAMBITO.) ¡Soldados, repitan después de mí! (Los niños repiten cada línea después de
él.)
y en la tierra un camaleón.
VENGI.—¿Cuento?
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MAGDA, SARITA, PIQUI, CHAVITA, VENGI.—¡Sí!
imaginación. Y como los niños ya vienen con cascos gratis desde que nacen, pues
GAMBITO.—¡Muy bien! Pues prepárense porque… Esta era una vez, hace
mucho tiempo, en un lugar muy lejano, sobre una hermosa isla había un enorme
laberinto. Era tan grande el laberinto que nadie había podido salir una vez que entraba.
Tenía miles de caminos, veredas oscuras, paredes que parecían murallas. Nadie por
cuenta propia se atrevía a penetrar tan peligroso lugar. Cuando la oscuridad cubría la isla
Todos sabían que ahí vivía un monstruo. (Imita toro embistiendo.) El monstruo se
llamaba Minotauro. ¿Quieren saber como era Minotauro? Pues bien. Él era un centauro.
Los centauros son mitad hombre y mitad toro. Lo que nadie sabía es que ese centauro no
era un monstruo: ¡se hizo monstruo! Cuando no vivía en el laberinto y todavía era un
niño, como era diferente a los demás pensaban que era malo. Nadie lo quiso: ni los
humanos, ni los toros. Así que el centauro se fue a vivir al laberinto. Entonces, en su
soledad comenzó a brotar coraje de su corazón y comenzó a odiar a la gente. Fue así
como ocurrió el hechizo y se hizo feo. Se hizo feo para la gente y se hizo feo para sí
mismo: él tampoco se quería. Cuando era niño y era bueno nunca nada malo le pasó
porque así son algunos cuando ven a alguien diferente. Pero Minotauro nunca les hizo
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caso, ni se dio por ofendido. El sabía que era diferente y como era diferente podía hacer
cosas diferentes y divertidas. Pero su buen corazón se cubrió con la tristeza, después con
el coraje, y al final vino el odio. Entonces las cosas malas comenzaron a llegar a su vida.
Hasta que una vez un hermoso joven entró al laberinto con la intención de matar al
monstruo. Para no perderse amarró la punta del hilo de un ovillo en la entrada del
laberinto. Caminó y caminó, caminó mucho tiempo hasta que encontró al centauro y
centauro estaba a punto de quitarle la vida al joven, que se llamaba Teseo, éste sacó una
daga y acabó con su oponente. Nadie lloró la muerte del centauro. Tampoco nadie supo
que el centauro ya había muerto hacía mucho tiempo. ¿Quieren saber quién
laberinto porque no pudo soportar que la gente lo viera diferente. Y así terminó la vida de
Minotauro. Y así termina esta historia. ¡Ta, tan! ¿Pero saben un secreto? Una antigua
leyenda dice que si un niño le regala algo al Minotauro, él, allá lejos en el hades, va a
dejar de odiar un poquito cada vez y va a llegar el día en que quiera a la gente como
(Breve silencio.)
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MAMÁ.—Bueno, pero primero le cantamos las mañanitas a Magda y después nos
MAGDA.—... yo quiero…
GAMBITO.— ¡Fanfarrias! (Con la mano imita una corneta.) Tú-tutú, tú-tutú, tú-
tutú. ¡Tenemos a una niña valiente! ¿Y qué le quieres ofrecer al centauro, valiente
princesita?
poeta. ¡Silencio, bellos atenienses! (Imita a un toro enojado.) Necesitamos abiertas las
puertas del hades porque la princesita va a hablar. Adelante, princesita, que el Minotauro
te escucha.
MAGDA.—Es para que se haga bueno aquel a quien nadie quiere. (Recita o
canta.)
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Para que todos se acerquen y me traigan lindas flores.
hija.
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VENGI.—Perdóname. No me he portado bien. (A la MAMÁ.) Yo tiré el pastel
hadas pueden enojarse con vos. Primero nuestra querida princesita pedirá un deseo para
(Breve silencio.)
MAGDA.—¡Ya sé! ¡Quiero tener muchos amigos y que mis amigos me quieran
como soy!
(Se apagan las luces y sólo se ve el resplandor de las velitas encendidas. Todos
FIN
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