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Me preguntaba la otra vez: ¿por qué te cruzas por el camino de algunas personas y

desconoces el rumbo de otras?

Aparentemente es obra del destino, aunque hay quienes opinan que es obra divina.

Sin saber entonces que es, tú y yo nos topamos un día por ahí, y sin saber cómo, te
metiste por una rendijita, en mi corazón.

Lo único certero es que desde ese instante no has salido de mis latidos, que son más
fuertes cuando te siento cerca.

De repente mis ojos se iluminan con la magia del amor, destellan alegría porque
gritan que te quiero.

Como la corriente de un rio, la sangre corre fugaz por mis venas, no se detiene, como
no se detienen mis pensamientos por ti.

Solo espero que mis labios recorran cada milímetro de los tuyos, que mis manos hallen
refugio en las tuyas y que mi piel susurre caricias a tu piel.

Solo pretendo que tu alma sonría como sonrío cuando te escucho, que mis palabras
arrullen tus miedos y los duerma por siempre.

Ojala me alcanzaran los brazos para hurtar la luna y guiarte en la oscuridad


nocturna.

Ojala mis pies no se cansaran para ir tras tus pasos hasta el fin del mundo si es
posible.

Porque mi dicha se halla en el laberinto de tu ser, no la tendría si tu no existieras, si no


cruzáramos caminos.

Porque mi tristeza se halla muerta en el fondo de mi espíritu cuando puedo palpar tu


respiración junto a la mía.

Porque simplemente me gustas y sé que te adoro.

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