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En la actualidad el reto que muchos han podido identificar ha sido el limite civilizatorio que se

nos ha presentado de manera súbita desde muchos aspectos. El cambio climático es uno de los
más importantes componentes de este límite al que me refiero, conjuntamente con la grave
crisis de modo de vida y de sistema económico. De manera manifiesta la mayoría de
organizaciones que incluso se mostraban escépticas ante esta posibilidad una a una han ido
reconociendo la posibilidad de que estemos enrumbados en un sendero que nos conduzca a
nuestra propia destrucción.

Las respuestas han sido múltiples, sin embargo, han sido de corte sectorial y por esta
característica resultan irrelevantes o ineficaces, lo que en cualquiera de los dos casos resulta
inútil.

La respuesta de los países desarrollados ha consistido en plantear un sistema que internalice


de manera eficiente a cuestiones como las emisiones de carbono, la contaminación y los así
denominados servicios ambientales. Esta respuesta ha sido criticada desde varios sectores y
sobre todo desde el tercer mundo, para quienes, estas soluciones son excluyentes y de corte
paliativo, mas no una verdadera solución ante una crisis de la envergadura que ellos estiman
para la misma.

Es por esto que han surgido varias iniciativas que desde la periferia han podido ganar espacio
en los escenarios internacionales a fuerza de constancia y denuncia de lo que ellos consideran
son las injusticias e ineficiencias del modo de vida actual. En este marco de aparece como una
opción de paradigma civilizatorio la opción, que ya ha cobrado gran fuerza en los escenarios
académicos alrededor del mundo, que es la del Sumak Kawsay. En pocas palabras esta se
puede resumir como una forma de vivir que, en armonía con la naturaleza, permite satisfacer
todas las necesidades, no lujos, que tienen las personas.

Estas dos opciones se han barajado de manera simultánea sin embargo la propuesta del centro
es definitivamente más aceptada y escuchada por motivos geopolíticos. Tal vez el sumak
kawsay no es la respuesta a la crisis que a la que posiblemente nos enfrentamos, pero,
parecería que es tiempo de abrir el abanico de posibilidades y los oídos hacia nuevas
propuestas de actores más pequeños que sufren las consecuencias más graves de los
desequilibrios e ineficiencias del sistema actual.

DIEGO ROJAS BAEZ

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