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RESURRECCIÓN

HYLE
-RELATOS-

VOLUMEN I

L. C. Hamilton
RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 2

HYLE -EL CAOS PRIMORDIAL-

“Esta prima materia se encuentra en un monte


que contiene una cantidad inconmensurable de cosas creadas.
Todo el saber del mundo se contiene en este monte.
No hay ciencia ni conocimiento, sueño o idea, que no lo contenga”

ABU´L – QÂSIM, KITÂN AL- ÍLM. (ALQUIMISTA)

“Ante la escasez de recursos necesarios


para proyectar nuestros sueños,
no hay mejor foco que la palabra de un escritor
ni mejor pantalla que la mente de un lector”

SIGMUND KINGMAN (1938 – 2004)


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RESURRECCIÓN HYLE
“Por un camino oscuro y solitario,
frecuentado sólo por ángeles malos,
donde un ídolo cuyo nombre es NOCHE,
en un negro trono reina erguido”
Edgar Allan Poe / EL PAIS DE LOS SUEÑOS.

Frente a Eric se levantaba la enhiesta puerta metálica, vieja conocida suya, grabada

con los números 360 – N.

EOOO... OOOE... EOOO... OOOE...

(La algarabía de los chicos y chicas se colaba hasta el vacío corredor).

Un suspiro barrió el pasillo mientras la trémula mano del niño se alargaba, vacilante,

hacia la dorada perilla...

PLINK!

Allí estaba. La dura y fría aldaba que le abriría paso a su horroroso destino. Apenas

habría girado la perilla unos centímetros sobre su crujiente y oxidado eje cuando, como

un susurro proveniente del infierno, resonó la voz chillona de la Maestra Ezbblue

Travens del otro lado de la puerta:

UUUAAARK!!!!
En aquel momento, Eric pensó que todas aquellas horribles e inquietantes

experiencias que había soportado antes de llega r al Instituto no podrían superar jamás

la violenta reacción que la cruel profesora prometía obsequiarle.


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La Arpía, como justamente habían apodado a la antipática mujer por su nariz de

gancho, sus ojos saltones - ampliados por gruesos lentes de vidrio- y ese particular tono

de voz que hería los oídos de sus jóvenes e infelices víctimas, nunca comprendería la

razón por la cual Eric llegaba tarde a clase en plena temporada de exámenes.

Ante las funestas consecuencias que su tardanza prometía granjearle, Eric decidió no

arriesgarse a una reprimenda segura y prefirió volver sobre sus pasos, derechito a

casa...

- Al fin y al cabo ¿Cuáles son las probabilidades de que algo así vuelva a ocurrirme?-

Se preguntó mientras se alejaba de la puerta.

<< En Resurrección Hyle nunca se sabe >>

Fue su única respuesta.

Repentinamente, un agudo silbido sobresaltó al chico. La agenda digital que cargaba

en su maleta anunciaba, mediante una ruidosa alarma, que ya daban las 10:00 AM, la

hora más odiada por La Arpía por ser la más amada por los niños: La hora del descanso.

“¡PIIP!, ¡PIIP! ¡PIIP!, ¡PIIP! ...”

Horrorizado, Eric se libró del morral tirándolo contra el suelo e intentando, con

torpeza, sacar la agenda del cúmulo de CD s, revistas y libros escolares amontonados,

sin orden ni concierto, en el fondo de la maleta como consecuencia del ajetreo de las

últimas tres horas.

“ ¡PIIP!, ¡PIIP! ¡PIIP!...”


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La inoportuna agenda salió al exterior y su sonido se propagó con mayor intensidad a

través de la solitaria atmósfera:

“¡PIIP!,

¡PIIP!...

¡CR AS H! ”
Por fin, el molesto aparato terminaba contra el suelo. Eric se encontraba exasperado y

furioso consigo mismo por no actuar con la serenidad que exigían las circunstancias.

La destrozada agenda emitió su último

“ PIIIIIIIIII IIp... ”

como si del quejido de un moribundo se tratase.

El escándalo no pareció llamar la atención de la Maestra Travens. Aliviado por aquel

repentino golpe de suerte, Eric recogió el destrozado aparato y se aprestó a marcharse

del Instituto.

Fue entonces cuando la puerta del salón 360 – N se abrió de par en par. El chico sintió

en su espalda la punzante mirada de La Arpía pero no se atrevió a volver su cabeza

hacia aquella anciana miserable.

-Señor Wisller, llega usted tarde ¿Algo divertido en la calle? ¿Alguna video-tienda

quizá? O ¿acaso un par de horas en VICE?


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El pequeño se giró lentamente, teniendo especial cuidado de no ver a su enfurecida

Maestra directo a los ojos pues, más allá del tradicional respeto que tal acción suponía,

odiaba encontrarse con La Mirada... Aquella detestable Mirada de cuervo que poseía el

extraordinario poder de arrancar la verdad más íntima del alma de sus pobres víctimas.

-No, señora... Eh... señorita Travens

Grave error. Alguien rió desde el interior del salón. La Arpía no tenía la culpa de su

soltería y por ello no había encontrado razón para ocultarla… ¡pero pobre de aquel que

de ello hiciera un chiste!

-Señor McQuinn, tenga la bondad de presentarse en Rectoría... AHORA- exigió la

Maestra, sin dejar de mirar a Eric ni por un segundo.

Un pequeño regordete se levantó del asiento, lentamente, como intentando posponer

su inevitable destino: La oficina del Director Lenous Mort. Sus mejillas sonrosadas muy

pronto se vieron surcadas por gruesas lágrimas de resignación.

-Como usted diga... señorita Travens- respondió el chiquillo con un perceptible dejo de

ironía en la voz mientras salía del salón con la cabeza gacha y los pies a rastras.

Su obesa figura se perdió al final del pasillo.

-En cuanto a usted, Señor Wisller, deberá explicar ante toda la clase el motivo por el

cual nos honra con su presencia después de tres horas de retraso a pesar de lo

importantes que son los exámenes de hoy.

-Sí, señorita Travens- convino Eric mientras vacilaba entre inventar alguna excusa o

decir la verdad.
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-Y no quiero una de esas excusas tontas y atropelladas. Tómese todo el tiempo

posible. No omita detalle hasta acabar su historia. Sólo así consideraré la remota

posibilidad de creerle, señor Wisller. Hasta entonces, nadie podrá salir de este salón.

Un mudo pero colectivo gesto de desaprobación e impotencia se posesionó de los cerca

de treinta rostros anhelantes que hasta ese momento habían seguido con dolorosa

impaciencia el momento glorioso en que el reloj del tablero digital marcaría las 10: 00 AM.

Ya habían perdido dos minutos de descanso. Y el tiempo corría.

El culpable de tan lamentable retraso fue víctima inmediata del escarnio público. Sus

compañeros le observaban con una mezcla de curiosidad y rencor. Algunos se burlaban

abiertamente mientras otros pocos le lanzaban furtivas miradas cargadas de

conmiseración y lástima, aunque cualquier manifestación explícita se hallaba coartada

por la presencia de La Arpía.

-¿Y bien, señor Wisller? Estamos esperando su confesión. ¿Qué fue esta vez? ¿Un

conejo blanco lo llevó al País de las Maravillas?

-No, señorita Travens

-¡Hable de una vez, señor Wisller! ¡No tenemos todo el día para esperar que se digne

confesar sus sucias fechorías! – gruñó la maestra falsamente exasperada, porque era

evidente que ella sí que tenía todo el tiempo del mundo. Ella no necesitaba descansar.

¡Ella odiaba la hora del descanso!

Consciente de lo mucho que estaba en juego, Eric lanzó un profundo suspiro, levantó

la cabeza y probó suerte narrando la siguiente historia:


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-“Era una mañana como cualquier otra. Me levanté de cama, bañé mi cuerpo y me

puse el uniforme. Seguí al comedor, saludé a mis padres y desayuné unas tostadas con

miel y leche tibia. El reloj marcaba las 6: 30 AM, el tiempo justo para salir del edificio y

tomar un autobús. Debo indicar que actualmente resido en uno de los apartamentos

situados en la Zona Industrial del Este, a unos cuantos minutos del Instituto.

Generalmente, mi padre espera a que yo suba al autobús mientras él enciende su auto

para ir al trabajo pero, en esta ocasión, debió marcharse aprisa, por lo cual aguardé en

solitario la llegada del Vehículo Escolar.

El asunto carecería de importancia, pues ya tengo once años y puedo orientarme con

facilidad en el Bloque Central de Resurrección Hyle, de no ser porque...”-

-¡Apareció el conejo blanco!- apuntó un chico desde el fondo del salón ante el

beneplácito de la Maestra.

-¡Ningún conejo!- exclamó Eric enfadado –Lo que vi fue... un Monstruo

Los pequeños, que ya comenzaban a sonreírse ante el cuento del conejo, soltaron una

enorme carcajada. Eric hundió la cabeza entre los hombros. No había comenzado nada

bien. La Arpía, sentada sobre el escritorio, le veía con sorna pero, aparentemente,

permitiría a Eric continuar su relato movida por lo que se podría definir como morbosa

curiosidad. La anciana esperó el tiempo justo como para que las burlas hicieran mella en

el muchacho, pero no demasiado como para permitir que sus otros alumnos pudieran

divertirse más de lo que ella juzgaba necesario. Entonces, La Arpía lanzó un temible

chillido sobre los niños y el mundo quedó en absoluto silencio.


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-Adelante, señor Wisller- dijo la profesora dirigiendo un gesto de infinita amabilidad al

niño.

- Bien- continuó Eric, aunque sentía el rostro ardiendo por la vergüenza. –“Como

decía, un Monstruo horripilante apareció por una esquina... ¡Así es! ¿Se imaginan mi

sorpresa al divisar tal criatura caminando despreocupadamente por la calle? Por un

momento creí que, a lo mejor, se trataba de una broma o de un actor disfrazado para

grabar alguna película de terror... Pero el Monstruo empezó a olfatear en dirección mía

y, de repente, dejó escapar su larga y morada lengua cubierta de saliva espesa y

amarillenta.

Estaba ya tan cerca de mí que no me cabe la menor duda: Aquel ser no era humano.

Comencé a retroceder con intención de volver al edificio pero aquel engendro pareció

anticipar mi reacción e inmediatamente brincó hacia las puertas de acceso dejando al

descubierto una hilera de dientes largos y filosos.

Observé la calle desierta con la tenue esperanza de encontrar algún rastro del autobús

pero, por extraño que suene, no se veía un alma en rededor. Presa del pánico, atravesé

la Avenida Sexta sintiendo las zarpas del Monstruo chocando contra el asfalto a tan sólo

unos centímetros de mí. Me introduje en la Calle Auster, que conduce al costado sur del

Hospital General de Resurrección Hyle, y viré bruscamente en dirección a la Torre de Air

Tapcol justo a tiempo para ver caer la criatura en el preciso punto donde, un segundo

antes, me encontraba.
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Animado por la descarga de adrenalina que el terror me infundía, corrí por la acera de

la Avenida Central rumbo al norte de La Ciudad, sin preocuparme por las personas que

se veían atropelladas en medio de mi ciega carrera.

No sé cuánto tiempo estuve corriendo como loco pero lo cierto fue que, al detenerme

ya extenuado, me vi sumergido en aquel lugar que suelen llamar Tierras Oscuras, los

suburbios de Resurrección Hyle. Había escuchado hablar de lo siniestro que resultaba

aquel sitio pero no pueden imaginar el verdadero significado de la palabra MIEDO hasta

que no están allí.

El nauseabundo olor a basura ahogaba mi garganta. A cada paso escuchaba el crujir

de cuerpos que, aún ahora, espero pertenecieran a las ratas que pululaban como

partículas de arena en una playa. Aunque las edificaciones de los suburbios no se

comparaban con las majestuosas construcciones de la Zona Industrial, el sol no osaba

penetrar las sucias calles que me rodeaban, como si temiera que las sombras treparan

por sus rayos, amenazando con apagar su antigua luz.

A esas alturas, pensé en echarme a llorar hasta que algún ser humano, si lo había allí,

se apiadara de mí y me llevara a casa. Sin embargo, consideré que tal comportamiento

no aseguraba de ninguna forma salir con vida del tétrico vecindario. También pensé en

enviar un mail a través de mi agenda pero recordé lo mal que funcionan los aparatos

eléctricos en Resurrección Hyle (además, si me estaban observando desde las

penumbras, tal como yo lo imaginaba, no era conveniente mostrar que cargaba algo de

valor en mi maleta)
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Así las cosas, decidí apretar el paso en medio de las estrechas callejuelas. Por fin se

acostumbraron mis ojos a la oscuridad (aunque ahora creo que habría sido mejor que

eso no hubiese sucedido) y pude reconocer los cuerpos demacrados y corruptos de

vagabundos, drogadictos y ancianos tirados a lo largo del callejón en una especie de

simbiosis hombre – basura. Las ganas de llorar volvieron a invadirme tras descubrir que,

por más que caminaba, no llegaba al Bloque Central. Aún peor, a cada paso parecía

adentrarme con mayor saña en las entrañas de Las Tierras Oscuras, una entidad tan

muerta como asesina.

Entonces tropecé con un ebrio inmundo. Su rostro descompuesto se balanceaba sobre

unos voluminosos hombros, como si se hubiese quebrado el cuello, y en sus recias

manos cargaba una enorme cuchilla y una botella vacía de Esencia Coral.

-Ea... chico... ¿Tienes un trago?- me dijo al tiempo que lanzaba su aliento putrefacto

sobre mi cara.

-No... señor- respondí esforzándome por no mostrarle el profundo desprecio que me

inspiraba.

-En ese caso... - farfulló el borracho –podrías darme algo... tuyo

Suponiendo que hacía referencia a mi morral, negué con la cabeza. Desde que el

asqueroso tipo me dirigió la palabra, mi mente había estado analizando las posibles vías

de escape y, ahora, era asunto de los músculos...


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Pero subestimé la habilidad del vagabundo. Al intentar escabullirme bajo su brazo

derecho, éste logró asirme de la maleta para luego lanzarme con violencia contra una

pila de desperdicios. Varias ratas brincaron sobre mi rostro en medio de gruñidos.

Debo admitir que el terror que el ebrio me causaba ayudaba a tolerar las fétidas

criaturas paseándose por mi cara. Aquel desquiciado se aproximaba, los ojos inyectados

en sangre y las mugrientas venas de su rostro palpitando sin control, blandiendo el

brillante cuchillo carnicero.

Cuando pensaba que ya nada me libraría de él, las ratas parecieron exaltarse y

desaparecieron entre la basura. Lancé un vistazo a mi enemigo y descubrí que este se

encontraba paralizado, con la vista fija en el vacío.

La botella cayó al suelo a la vez que El Monstruo hundía sus garras en el cuello del

bastardo... °

-¡Señor Wisller!- interrumpió la Maestra Travens con gesto de desaprobación.

-Disculpe, señorita Travens- convino Eric.

-Y entonces ¿fue por eso que llegó tarde al Instituto?- inquirió La Arpía con abierto

sarcasmo.

-No fue “sólo” por eso. Ante el espantoso espectáculo que presenciaban mis ojos, y

como no quería ser el postre, volví a emprender la huida con tan buena fortuna que

llegué a los albores de La Ciudad. Frente a mí se levantaba la inconfundible silueta de

La Mansión Embrujada...

- Querrá decir “La Antigua Mansión Brigain”- corrigió la Maestra.


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- Pues tendrá que reconsiderar tal denominación cuando le cuente lo que allí encontré.

-¿Entraste a La Mansión Embrujada?- preguntó una chica pelirroja con aire de

admiración.

- Por supuesto. ¿Qué más podía hacer en tales circunstancias?

“Caminé por el sendero que años antes estuviera sembrado de rosas y claveles. Al

llegar a la entrada principal tuve que arrancar los abrojos y las tiras de maleza que mis

pantalones habían recolectado en el trayecto. La puerta estaba abierta pero no había

señales de las cintas de seguridad que indicaban el sellamiento de la estancia. Supuse

que alguien debía vivir allí e ingresé tranquilamente al vestíbulo. Mientras avanzaba,

millones de partículas cenicientas se hacían visibles gracias a los rayos de luz que

penetraban por las múltiples cisuras del techo.

Busqué sobre las mesas cubiertas de polvo algún teléfono desde el cual comunicarme

con la oficina de papá pero fue una operación infructuosa. Sin más opciones, resolví

usar la agenda pero, al intentar conectarme a La Red, un aviso me indicó lo inútil del

sistema.

Una extraña vibración procedente del sótano me llamó la atención. Sin detenerme a

pensar en las sórdidas leyendas que se contaban respecto a La Mansión, decidí buscar

el origen del sonido pues, según mi razonamiento, donde hay personas hay

instrumentos de comunicación (excepto casos excepcionales como Las Tierras Oscuras)


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Bajé las escaleras y di con una puerta entornada. Ojeé el interior de la habitación pero,

lo que allí observé, estaba lejos de cualquier cosa que yo hubiese podido interpretar

como “útil”:

Un círculo resplandecía en la pared, liberando desde su centro un misterioso vaho que

invadía la atmósfera y se mezclaba trabajosamente con el aire, como si aquella

irradiación no perteneciera a nuestro mundo. Mi extrañeza fue aún mayor cuando del aro

lumínico emergió un chico de blanco cabello acompañado por una exótica criatura cuyos

ojos delataban su naturaleza violenta y salvaje. Al descubrir que allí no me prestarían

ningún servicio, subí las escaleras de puntitas, dispuesto a salir a la calle. Al parecer

tardé demasiado...

El chico de cabello blanco me lanzó un grito desde la puerta del sótano:

-¡Hey! ¡Amigo! ¿Podrías hacerme un favor?

Pretendí no oírle y continué avanzando hasta la salida pero el extraño ser,

acompañante del chiquillo, apareció de la nada ante mí.

-Creo que no me escuchaste- dijo amablemente el joven –Mi amigo y yo somos recién

llegados. Deseamos confirmar si este lugar es Resurrección Hyle.

Asentí con la cabeza.

-¡Fantástico! Oye, te ves preocupado ¿Hay algo que podamos hacer por ti?

-Sólo quisiera alejarme de aquí... - declaré en medio de mi confusión.

-Concedido- repuso el particular muchacho. Las poderosas “manos” del ser salvaje

tomaron mi cintura y, acto seguido, nos encontrábamos a varios metros de La Mansión.


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-Muy bien. Estamos a mano ¡Adiós!- Se despidió el chico desapareciendo junto con su

particular compañero.

A mi alrededor reposaba una fila de casas que reconocí perfectamente: Era la Zona

Residencial del Oeste. Aturdido pero alegre, anduve por la acera rumbo al Este, es decir,

hacia el Instituto...”

-Y entonces llegó usted... - resolvió la Maestra Travens.

-No, señorita; se equivoca...

“Aunque todas las casas de la Zona Residencial del Oeste son exactamente iguales

entre sí, descubrí una vivienda cuya vetusta apariencia contrastaba con la armoniosa

modernidad del vecindario. A lo mejor, si no hubiese estado tan inquieto por las dos

horas de retraso que llevaba, me habría percatado de la delicada situación que se

desarrollaba en ese lugar: Varias unidades de SIL rodeaban la vieja residencia e

intentaban razonar con un maniático refugiado en el caserón. Naturalmente, fui la

víctima perfecta del enajenado individuo quien, con un audaz movimiento, me tomó del

cuello y me arrastró a su habitación mientras una lluvia de balas despedazaba las

ventanas y agujereaba las paredes.

El secuestrador resultó ser un tipo de aspecto sepulcral. Lo que quiero decir es que

emanaba un aura de muerte a su alrededor, como si la negra ropa de cuero que vestía

la hubiera confeccionado un modista del averno. Su rostro sólo se insinuaba bajo el

enorme sombrero de ala ancha pero, irónicamente, resplandecía en la oscura silueta de

su cara un ojo blanquecino que le confería un aire aún más severo y ominoso.
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-Lo siento, pequeño- me dijo con voz gutural –Esto no tardará mucho...

Antes que pudiera protestar, me llevó por un desvencijado pasillo donde el suelo

aparecía fracturado y las lámparas del techo colgaban con acidia. Al final del corredor un

estrecho salón, opaco y sin ventanas, nos esperaba. Sobre el suelo no me sorprendió

descubrir un Sello Plateado que parpadeaba con mayor intensidad a medida que el

maniático se le acercaba. Fue cuando me di cuenta que ya no estaba atrapado por el

misterioso sujeto y que, de hecho, yo le seguía por mi propia voluntad.

-¿Por qué me trajo con usted?- le pregunté.

-Los SIL, esos androides asesinos, estaban a punto de destrozar este lugar con

proyectiles de alta precisión. Un niño como rehén me daría ALGO de tiempo- razonó El

Extraño.

- Entonces... ¿Moriremos? – le increpé atónito.

El Extraño guardó silencio. Luego, sacó de su traje una enorme daga en la que se veía

grabado El Sello. Aún recuerdo el extraordinario brillo de La Inscripción del suelo cuando la

daga se enterró en su corazón resplandeciente. En un abrir y cerrar de ojos nos hallábamos

en el Antiguo Cementerio, algunos metros al sur del caserón que se hacía pedazos.

Me despedí del individuo y emprendí mi camino al Este. Cuando ya se perdía de vista,

El Extraño me advirtió:

- Cuidado, Cazador. El Monstruo de la muerte acecha tu destino

Y así, luego de cuarenta minutos de recorrido, llegué a las puertas del Instituto.

Esa es mi historia”
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La Maestra Travens, con la boca muy abierta, reparaba en el desaliñado aspecto de

Eric. Los vaqueros rotos y cubiertos de tierra, su cabello revuelto y sucio y el hedor que

su pequeño cuerpo despedía apoyaban parte del relato.

Por otra parte, Eric tenía una legendaria fama de mentiroso.

-Señor Wisller, acompáñeme a la Rectoría inmediatamente

Eric bajó la cabeza. Su estrategia había fracasado.

Una vez en la oficina del Director Mort, Eric se preguntó qué habría sucedido con

Vince McQuinn, el obeso chiquillo que minutos antes había sido enviado allí.

Lenous Mort se hallaba recostado en su sillón, de espaldas a la Maestra Travens y a

su joven alumno.

-Disculpe, señor... - musitó la anciana – El joven Eric Wisller parece sufrir un grave

caso de paranoia alucinatoria... me preguntaba, si tenía usted tiempo...

La mujer se detuvo. Una escalofriante risa repicó en el austero recinto.

-Aún tengo algo de apetito- indicó el rector –pero puedo compartir los restos

-Gracias, Señor- contestó la Maestra con júbilo.

Eric no comprendía nada. Pronto, las manchas de sangre goteando sobre el suelo de

madera y los trozos de uniforme del pequeño McQuinn, esparcidos por doquier, le

revelaron la oscura verdad...

La puerta se cerró tras Eric y Lenous Mort, el Monstruo, giró su silla hasta quedar

frente a su nueva víctima.

-Bienvenido a Resurrección Hyle- chilló La Arpía antes de lanzarse contra su presa.


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LAS CRIATURAS DEL POZO


“Cuando la última palabra horade la rocosa
altura de los montes
flotará en el olvido
el vaho pestilente de los muertos
y el sollozo punzante de los vivos”
Fernando Mejía / SI LOS MUERTOS ENTIERRAN A LOS MUERTOS.

Jhonny y Polly observaban con curiosidad la miríada de criaturas atrapadas en el

pozo. No había peligro. Sólo algunas, las más avezadas, se atreverían a trepar los

muros pero, tras dolorosos esfuerzos por izarse sobre la enarbolada mole de piedra

caliza, no lograrían otra cosa que caer… caer pesadamente sobre sus congéneres ante

las risas gozosas de la pequeña pareja de observadores que en la superficie aguardaba.

Jhonny y Polly se divertían enormemente escuchando los guturales chillidos de

aquellos patéticos seres, cuyo único propósito sería alimentar a La Comunidad por unos

cuantos meses… quizá semanas.

-¿Recuerdas lo que Mamá y Papá dijeron de estos bichos?- preguntó Jhonny a Polly.

-Sí... Que podían ser muy peligrosos si te encontrabas con uno en estado salvaje-

respondió la niña.

-Pues a mí no me parecen tan amenazantes- señaló Jhonny con aire despectivo.

-En ese caso... podrías tocarle la cabeza a alguno- le desafió Polly.

El niño pareció dudarlo.

-Lo sabía

-¿Sabías qué, Polly?


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-Que te daría miedo

-¡Claro que no.

-¡Claro que sí, Jhonny!

-¡Te digo que NO!

- Entonces... ¡Demuéstralo, hermanito!

-Lo haré

Ambos chicos bajaron los escalones. Sabían a donde se dirigían. En una oscura

silería, a varios metros bajo el suelo, donde mucho tiempo atrás se levantara La Ciudad,

les esperaba una antigua habitación. En los primeros años después de La Apertura de

los Sellos, aquel cuarto estrecho había servido para alimentar manualmente a las

criaturas y, sobre todo, como punto de vigilancia.

El lugar presentaba pequeños hoyos rectangulares que comunicaban con el interior

del pozo. Tales aberturas permitían la introducción de las afiladas lanzas de hierro que

los vigilantes habían usado durante algún tiempo como forma de “aplacar” a las criaturas

en caso de peleas o intentos de fuga.

A decir verdad, la disposición de cada hoyo permitía a las criaturas escalar los

empinados muros hasta una altura relativamente ventajosa pero, ya que la superficie de

las murallas aparecía completamente lisa, los infelices engendros terminaban cayendo,

como pichones recién nacidos, sobre la masa taciturna que deambulaba en el fondo del

pozo.
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Con el paso de los años, los cuartos de vigilancia habían llegado ha convertirse en

puntos de observación innecesarios debido al extraño fenómeno que azolaba al mundo,

despojando a las criaturas de su aguerrido espíritu, tornándolas indiferentes y

manipulables.

Así, como lo único que se debía hacer para mantener con vida a la manada era

alimentarla adecuadamente y permitir su reproducción, los actuales vigilantes tan sólo se

preocupaban por lanzar trozos de carne desde la abertura superior del pozo para luego

largarse sin preocupación.

Fue por tal razón que los chicos no encontraron obstáculo alguno mientras descendían

a los cuartos abandonados, dispuestos a probar su valentía. Al llegar hasta la oxidada

puerta metálica, Jhonny sintió un profundo alivio, aunque procuró disimular tal

sensación ante su hermana, pues la entrada aparecía sellada y difícilmente

encontrarían las llaves.

Sin embargo, la tranquilidad del chico duró poco. De una violenta patada, Polly se

abrió paso hacia el oscuro aposento e invitó a Jhonny a seguirle con una mueca

socarrona pintada en el rostro.

A través de los minúsculos orificios que rodeaban el pozo podían adivinarse múltiples

siluetas moviéndose con lentitud, esperando en silencio, aguardando la hora de comer...

-Adelante, Jhonny. Introduce tu mano y acaricia la cabeza de alguna... Puede ser una

pequeña.

-No me presiones ¿De acuerdo?. Lo haré a mi manera


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Evidentemente, sólo existía una manera: La que Polly indicaba.

A medida que se aproximaba a una de las pocas aberturas del muro milagrosamente

desprovistas de telarañas e insectos ponzoñosos, Jhonny sentía su corazón desbocado,

golpeando contra el pecho como un tambor africano, mientras un frío sudor resbalaba

por su espalda y un creciente temblor, que esperaba fuese imperceptible para Polly, se

apoderaba de cada una de sus extremidades

Los dedos del chico penetraron la escotilla.

Mediante el tacto, Jhonny consiguió identificar suaves superficies, líquidas y

viscosas… masas que no eran otra cosa que fragmentos de carne putrefacta

acumulada por años...

Polly soltó una risita al advertir la expresión de asco que su hermano esbozaba.

La mano de Jhonny estaba por alcanzar el otro lado del muro. Pronto se vería

expuesta a las hambrientas bestias y, entonces, poco podría hacerse en caso de que

algo saliera mal...

-Muy bien. Ahí está- señaló Polly con el ojo izquierdo cerrado y el derecho unido a un

agujero cercano, no exento de inmundicias.

- Pues no siento nada- observó Jhonny.

- Pronto sentirás algo- aseguró Polly con emoción contenida.

Una pequeña criatura, aún inmadura, se aproximaba a la extremidad del chico. Su

paso era lento y su actitud no denotaba mayor interés por aquella mano solitaria que se

agitaba enloquecida.
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-¡Ya basta, Polly! ¡Me largo de aquí!

- Cobarde. Así aprenderás a no alardear...

-Sí, de acuerdo ¡Ahora ayúdame! ¡Estoy atorado!- Clamó Jhonny al tiempo que

forcejeaba contra el muro.

-Será mejor que te apresures. Uno de esos bichos se encuentra ya muuuuy cerca de

ti, querido hermano.

La situación, en principio inocente, se tornaba ahora completamente desesperada: Por

más que Jhonny halaba de su brazo, éste no emergía de la rocosa estructura, como si el

mismo agujero se hubiese transformado, de repente, en las ávidas fauces de una de

aquellas criaturas. En medio del terror que le embargaba, el chico tomó una dura pero

imperiosa decisión: dar una brusca sacudida a su mano, un único y certero tirón,

inmisericorde, muy doloroso, por supuesto, pero definitivamente preferible a soportar el

lento sufrimiento que le aguardaba, el suplicio interminable de recibir por tiempo

indefinido las punzantes mordidas de la criatura, arrancando uno a uno sus dedos,

reduciéndolos a pulpa, tragándolos con lentitud…

El niño inspiró profundamente. Se preparó mentalmente. El miedo aún le atormentaba.

Procuró tranquilizarse trazando un ingenuo paralelo entre la desesperada medida que

constituía el arrancarse un brazo y la reciente pérdida de su último diente, del que

Jhonny se había desprendido orgullosamente sin ayuda de nadie. Automáticamente, el

niño acarició con su lengua la desnuda encía donde la pequeña punta del nuevo colmillo

comenzaba a brotar. Algo que no pasaría con su mano.


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El sólo hecho de imaginar el terrible dolor que le aguardaba, ese detestable crujido de

los huesos desprendiéndose de la carne y el chorro de sangre manando del muñón

destrozado, le provocaba nauseas...

Supo entonces que no sería capaz.

Por fin, la criatura llegó hasta la menuda mano...

Jhonny sintió el cálido roce del cuerpo de la bestia y, cerrando los ojos, se preparó

para lo peor...

Segundos después, el niño era libre.

-¿Viste eso. Polly?. ¡Me ha ayudado!. Tal vez es cierto lo que dicen... ¡Tal vez son

inteligentes y tienen sentimientos como nosotros!

-No me hagas reír, Jhonny. La verdad es que casi te haces del susto... Espera a que

nuestros compañeros se enteren...

-¡Ni se te ocurra! Si los adultos lo saben... Si descubren que estuvimos aquí abajo...

Una mano se asomó ante los chicos. La criatura parecía querer contactar a la pareja

de niños… esos extraños que vivían más allá del pozo.

Polly se acercó al rosado miembro, esa mano tan similar a la suya...

Entonces, clavó un profundo mordisco en ella y succionó unos buenos tragos de

sangre antes de correr junto a su hermano a la superficie.

- Estúpidos humanos ¡Con razón les domesticamos tan fácilmente!

Y los jóvenes vampiros escaparon de las ruinas.


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POLLITOS FOSFORESCENTES
Los asuntos domésticos siempre han sido (y seguirán siendo) una

molestia inevitable. Por tal motivo, su programa favorito “PRODUCTOS

DEL MAÑANA PARA EL HOGAR DE HOY”

presenta a usted en ésta edición:

¿Harto de que los animales de su granja se pierdan en la noche?

¿Cansado de esperar por semanas a que alcancen la talla adecuada?

LOS POLLITOS FOSFORESCENTES SON LA SOLUCIÓN.

Quédese con nosotros y conozca…

¿Desesperado por tener que fregar platos todo el día?

¿Ya no soporta que esos molestos huesos se atasquen en el lavabo?

EL FREGADOR AUTOMÁTICO 3000 ES PARA USTED!

Su diseño ergonómico le dejará sin aliento y su núcleo cien por ciento

orgánico se deshará de esas sobras que provocan ruidos y malos

olores.

Además…

¿Odia sentarse en ese inodoro frío e incomodo?

LA TAZA TÉRMICA T600 CALENTARÁ SU…

-¡APAGADO!- ordenó Ray. El TVlaptop obedeció dócilmente

“La T600 calentará su vida” fue cuanto pudo recordar el hombre intentando

despertar por completo. Ray comenzaba a cansarse de escuchar todas las


RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 25

mañanas el mismo infomercial, pero debía resignarse. La Corporación le había

vendido el TV con un programa de actualización continua y automática que

encendería el aparato cada mañana para mostrarle los últimos productos SEED

disponibles en La Red.

El sueño comenzó a abandonar a Ray. A su derecha reposaba la pijama de

Clarence -la mujer con la que, finalmente, había accedido a casarse hacía sólo

unos meses- pero no estaba su propietaria.

-Quizá se levantó temprano para darle de comer a los animales- pensó Ray al

tiempo que luchaba contra la fuerza de atracción que el lecho ejercía sobre sí.

Vencida la ley física, Ray logró levantarse, ducharse y vestirse conforme a las

labores que esperaban.

Al bajar las escaleras un agradable olor abofeteó su nariz: El desayuno estaba

listo. Una vez en la mesa, su sorpresa fue mayor. La rutina diaria dictaba que Ray se

levantara antes del amanecer, organizara el desayuno, despertara cariñosamente a

los niños y todos se sentaran a comer con gran animosidad.

Pero allí estaba Clarence, fritando unos huevos, mientras Kate, de diez años, y

William, de doce, disponían los cubiertos y acomodaban la silla a papá que, por

cierto, aún no salía de su asombro.

-¿Me perdí de algo?- comentó Ray tomando asiento

- No, querido- respondió Clarence con la sartén en la mano.

- No me digas que olvidé alguna fecha importante...


RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 26

Clarence exhibió una enorme sonrisa y le sirvió los huevos revueltos. Los chicos

se peleaban por pasarle el café y las tostadas.

- Tú pusiste los cubiertos- decía Kate – Ahora yo le paso el resto a papá

- Tú ya hiciste lo que te correspondía. Las servilletas no se colocaron solas sobre

la mesa ¿Verdad?

En últimas, William tuvo que ceder pero durante toda la comida estuvo haciéndole

gestos a su hermana.

-¡Aniversario!- Exclamó Ray de repente.

-No, amor

-¿Cumpleaños?

Los chicos negaron con la cabeza.

-Entonces, me rindo- Confesó Ray.

-Sencillo, querido. Te compensamos por la dura “cacería” que tuvimos anoche.

Conducir esos pequeños diablillos hasta el corral no fue fácil. Nosotros ayudamos

pero tú te esforzaste más

Ray recordó la tediosa jornada del día anterior.

Había viajado a la capital con el fin de obtener una serie nueva de pollos Tipo-C.

La Red había anunciado que tales animales resultaban mucho más rentables que los

pollos comunes. Su característica más notable, aparte del rápido crecimiento y

excelente sabor, era la luminiscencia azulada que despedían en la oscuridad. De


RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 27

esa manera, podían ser vigilados al anochecer o atraparles con facilidad en caso de

que escaparan a lo profundo del bosque.

Al llegar a La Corporación, el joven vendedor se había desecho en halagos

respecto al novedoso producto:

-No se arrepentirá, señor Clayton. Usted es uno de los pocos granjeros que tendrá

la ventaja de trabajar con estos maravillosos especimenes. La verdad es que su

opinión, junto a la de los demás compradores, determinará el comercio masivo de

nuestras aves genéticamente alteradas.

-¿Está seguro de que no habrá ninguna dificultad con estos... pollos?- Preguntó

Ray, aunque ya tenía una caja con cincuenta unidades en la parte trasera de su

camioneta.

-Por supuesto que no. Estos animales son tan confiables como un cachorrito

Ray quedó satisfecho con tal respuesta. En realidad, sus dudas no eran más que

una forma de entablar conversación pues, en los trece años que había dirigido la

granja, había presenciado y participado de los cambios que la tecnología imponía.

Nada malo ocurrió con las semillas transgénicas, ni con las vacas híbridas, ni con

los lectores térmicos de naturaleza fotovoltaica... Entonces, ¿Por qué habría de

suceder algún percance con los pollitos fosforescentes?

Al divisar la camioneta, los niños se habían enloquecido de emoción. Por casi tres

semanas esperaban la llegada de las graciosas avecillas y, esa tarde, jugaron con

ellas como si de mascotas se trataran.


RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 28

-No se encariñen mucho con ellas- les advirtió Ray –Recuerden que la mayoría

serán vendidas en la capital y otras tantas nos servirán de alimento en el invierno

A la luz del sol, los pollos no parecían nada especial. Animalillos cabezones con

dos puntitos negros por ojos y un par de alitas frágiles, como las de un querubín.

Al anochecer, sin embargo, el aura azulada que les rodeaba era

sobrecogedoramente bella. A Clarence le recordaban enormes luciérnagas

emplumadas que corrían de un lado a otro en medio del más perfecto desorden.

Los niños, encantados con tal espectáculo, habían abierto la cerca por

equivocación y, en cuestión de segundos, un río añil bullía a través de la salida.

A Clarence y a Ray les pareció gracioso, al comienzo, pero luego se percataron del

riesgo que corría su inversión si aquellos pollos llegaban a extraviarse en el bosque.

Así, sin perdida de tiempo, la familia entera se vio corriendo tras las ágiles y

resplandecientes criaturillas hasta que, luego de dos horas de intensa cacería,

lograron capturar a las escurridizas aves.

Efectivamente, Ray había tenido que hacer los mayores esfuerzos para agarrar a

los polluelos. Hubo uno en especial que, en una carrera maratónica, logró llegar

hasta el bosque y se hubiera podido perder en la espesura de no ser por la rápida

intervención del granjero quien logró asirlo de una pata, con un movimiento tan

brusco que la débil extremidad se quebró entre su mano.

El pollo no cesaba de piar pero, al llegar a casa, Clarence le entablilló la patita y el

animalejo enmudeció.
RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 29

Era esa la pequeña odisea del granjero… odisea que había desencadenado tan

espléndido desayuno.

-Muy bien, he quedado satisfecho- Dijo Ray con algunas migajas de pan en la

boca.

-Me alegro- repuso su esposa mientras le daba un apasionado beso.

-Ahora Kate ¡A lavar los platos!. Los hombres nos vamos al trabajo... - apuntó Will

tirándole a su hermana la sucia servilleta.

-¡Ah, no! La esclavitud femenina terminó a mediados del siglo XXI ¿Verdad mamá?

Ray y Clarence intercambiaron miradas. Todos los santos días era lo mismo: Una

acalorada discusión y, al final, Clarence o Ray terminaban tras el fregadero.

-Yo lo haré- resolvió Clarence con aire resignado.

-Claro que no, querida. Ya es hora de que estos niños aprendan ciertas cosas...

-¿Cuánto ofreces, papá?- Preguntó Will extendiendo la palma de su mano.

-¿Qué?- Gruñó Kate -En ese caso yo lo haré

-Pero ¿Cómo se atreven?. Lavar los platos no es un trabajo remunerado. Ustedes

lo hacen y punto

Los pequeños se miraron uno al otro, lanzaron un suspiro y siguieron discutiendo.

Cansado de esta situación, Ray resolvió comprar el dichoso Fregador Automático

que La Red había estado anunciando durante la última semana. Esa noche realizó el

pedido en línea y, al día siguiente, una caja de tamaño mediano aparecía frente a la

entrada principal.
RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 30

-¿No es una medida algo... exagerada?- observó Clarence al ver a su marido

instalando el aparato.

-Se trata de un electrodoméstico más... Una máquina compuesta por polímeros

inteligentes y un núcleo orgánico integrado que, a diferencia del anterior lavaplatos,

asegura la desintegración total de cualquier residuo de comida... incluso de esos

huesos de pollo que suelen atorarse en el sifón. Además, venía en oferta si la

pagabas por La Red... - arguyó Ray leyendo el manual, como si fuese un

presentador de TV.

-Con que lave los platos es suficiente- aceptó la confundida mujer, que era mas

bien escéptica respecto a la tecnología.

Un par de días bastaron para que el artefacto se convirtiera en el electrodoméstico

más querido por los niños, después del TVlaptop, claro está.

Cierta noche, los Clayton fueron despertados por un terrible chillido.

-¿Lo has oído?- murmuró Clarence en la oscuridad.

-Sí. Parece que una de las vacas tiene dificultades...

Ray se levantó de cama, se puso un grueso abrigo de lana, las botas de cuero y,

por si acaso, tomó el rifle que descansaba junto a la puerta de la habitación.

Al salir al pasillo se encontró con las menudas siluetas de Kate y William.

-¿Qué pasa, papá?- preguntó Kate con voz temblorosa.

-Nada, cielo. Regresen a la cama, no quiero que se desvelen por un simple...


RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 31

En ese instante, un chillido aún más agudo sacudió el ambiente.

Procurando no delatar la inquietud que le invadía, Ray bajó las escaleras y se

dirigió al corral del ganado. El gélido manto de la noche cubría la granja. La luna se

asomaba, inmensa, como un gran ojo plateado en espera de algo...

La puerta del establo estaba abierta.

<< Espero que no sea un ladrón. Jamás le he disparado a un hombre >> Pensó Ray.

Al penetrar en el corral, iluminado con placas infrarrojas, el inquieto granjero por

poco grita de espanto: El cuerpo de una vaca yacía sobre el pajar, su vientre

aparecía destrozado y gran parte de su cuerpo había desaparecido bajo un charco

de sangre y vísceras.

-Por Dios- musitó Ray – Pensé que los lobos se habían extinguido en el 2027

De repente, una sombra se deslizó por entre un grupo de vacas que permanecían

arrinconadas contra una esquina del establo, como si temiesen terminar igual que su

desafortunada compañera.

Ray tuvo un mal presentimiento. Un animalejo salió al exterior lentamente,

dirigiendo un par de ojillos negros a su propietario y acercándose, con gráciles

saltos, a sus piernas.

El habitual color amarillo del polluelo se encontraba velado por una mancha rojiza

que le cubría la totalidad del cuerpo.

-Quieto ahí, maldito rapaz- amenazó Ray afianzando la escopeta entre sus dedos.
RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 32

El pollo continuó avanzando en medio de rápidos saltitos y movimientos de

cabeza.

-Te lo advertí

El disparo conmovió el silencio nocturno. Desde su habitación, Clarence temió lo

peor.

-¡Mamá! ¡Mamá!- gritaban los chicos al tiempo que brincaban sobre la cama -

¡Papá disparó! ¿Lo oíste?... ¡¿Lo oíste?!

-Claro que lo oí- contestó la angustiada mujer. - Aprisa, tomen las palas mientras

yo...

-¿Qué?- inquirieron los niños al unísono.

Su madre sacó un objeto plateado del cajón y, con mano temblorosa, cargó el

arma.

Al rato salían cautelosamente del cuarto. La casa parecía aterradora en las

penumbras.

Cuando bajaban los escalones, Ray entró corriendo y azotó la puerta principal.

-¡Rápido!- Vociferó con tono suplicante – Cierren ventanas y puertas exteriores. Y

llamen a SIL cuanto antes...

-¿Llamar a los androides? Pero la policía tardará mucho en llegar aquí... – aseguró

Will bastante extrañado.

-Los pollos… Los pollos se han vuelto locos. Devoraron a “Becky” y, posiblemente,

terminen con el resto del ganado... ¡Luego vendrán por nosotros!


RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 33

Su mujer, y en especial los niños, no podían creer lo que Ray decía. Pronto

cambiaron de opinión cuando un ejército azulado rodeó la vivienda.

Las puertas se sacudían ante la presión de las criaturas que se agolpaban

desesperadamente contra la superficie metálica.

-¡Quieren entrar! Oh, Dios... ¿Cómo es posible? ¡Los pollos normales ni siquiera

tienen dientes!- Se quejaba Clarence.

-Sí… y tampoco brillan en la oscuridad ¿Verdad? - replicó Ray mientras vigilaba

las puertas con visible ansiedad.

El sonido de una ventana quebrándose paralizó a la familia.

-¡Al segundo piso! ¡AHORA!- Ordenó Ray custodiando la retaguardia mientras

huían.

Los polluelos, con sus negros ojillos brillando de excitación, no tardaron en

aparecer por el vestíbulo. Cuando Kate, Will y Clarence esperaban a Ray en lo alto

de las escaleras, éste resbalo justo cuando pretendía subir corriendo a la segunda

planta. Su escopeta salió despedida hasta el tercer escalón.

Los pollos ya conquistaban el primer peldaño.

-¡Papá!- Gimió Will lanzándose escaleras abajo con la pala en alto.

Kate y Clarence reaccionaron luego y bajaron para ayudar a Will a contener el

torrente de aves lumínicas.


RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 34

Ray observaba, atónito, cómo decenas de polluelos perecían bajo las palas y los

proyectiles que su esposa, con precisión sorprendente, encajaba en las cabezotas

de los brillantes animalejos.

Enseguida recuperó el aliento y extendió la mano hasta tocar el arma abandonada.

Un polluelo estaba a escasos centímetros de sus dedos; Ray temió perderlos bajo

el pico del animalejo pero, por fortuna, un golpe de pala sacó volando a la tierna

alimaña.

Escopeta en mano, el granjero descargó su artillería contra las saltarinas figuras

hasta que, después de unos minutos, sólo quedaron tres polluelos vivos.

Confiados por la ventaja numérica, los Clayton descendieron los últimos escalones y

dieron muerte a los emplumados.

Dos horas después, cuando los SIL llegaron, no encontraron más que un montón

de cadáveres fosforescentes esparcidos a lo largo del primer piso.

-Gracias por nada- les despidió Ray sin que estos se inmutaran.

-Santo cielo, Clarence. ¿Tienes idea de cuánto nos costará esto?- reclamó Ray

agotado.

-La Corporación pagará los daños. Lo mejor será volver a la cama- le consoló su

mujer abrazándole el cuello.

-Dudo mucho que podamos dormir después de esto- murmuró Will.

-¡Papá! ¿Estás seguro de que todos están muertos?- preguntó Kate con lagrimas

en los ojos.
RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 35

A decir verdad, no lo estaba. ¿A quién se le ocurriría ponerse a contar unos

malditos pollos cuando estos estaban a punto de comerse a sus propietarios?

-Será mejor que todos vayamos al cuarto de papi- repuso Ray mientras enjugaba

las lágrimas de Kate.- Yo vigilaré que todo marche bien

Todos aceptaron entusiasmados y, al cabo de unas horas, se arrebujaban bajo la

gruesa manta del lecho matrimonial.

El silencio volvió a tomarse la morada. Ray observaba, tranquilo, como dormía su

familia.

<<Confiables como cachorritos... ¡Patrañas! >> Meditó el granjero. Unas inmensas

ganas de orinar se apoderaron de él. Procuró ignorar su urgencia pero, al final, fue

su necesidad de satisfacción corporal la que primó sobre su sentido de la seguridad.

Sin hacer el menor ruido, se levantó de cama y cruzó el pasillo en dirección al

baño. Luego de aliviar su vejiga, dio media vuelta con intención de regresar junto a

los niños, pero quedó petrificado al encontrarse, frente a frente, con un brilloso

polluelo. El mismo polluelo al que accidentalmente le había partido la pata días atrás.

Entonces recordó: Lo habían dejado dentro de la casa hasta que pudiese caminar

por sí solo... y al parecer ya podía hacerlo.

La escopeta sólo tenía un cartucho; más que suficiente para volar el animalillo en

pedazos.

El fosforescente animalejo piaba con desespero mientras los cañones se

aproximaban a su menudo cuerpo.


RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 36

- Hasta nunca, amiguito- musitó Ray con cierta crueldad.

El proyectil fulminó al pollo y cientos de fragmentos brillantes se dispersaron por el

baño.

Ray suspiró aliviado. Caminó hacia la puerta para calmar a Clarence y a los niños

que, sin duda, despertaban sobresaltados a causa de la detonación.

Al entrar al cuarto, los trozos de carne y ropa, mezclados sobre las rojas sabanas,

impedían identificar a cual de sus familiares se habían devorado primero.

-¡NO! ¡POR DIOS! ¡NO!- Chilló Ray -¡CLARENCE!... ¡MIS NIÑOS!...

El granjero se dejó caer junto al lecho, bañado en lágrimas, con el rostro contraído

por el dolor...

Un sonido le obligó a mirar tras de sí...

-Debí suponerlo- Reflexionó débilmente mientras la bestia consumía sus entrañas

– Porque no hay criatura en el mundo que lave los platos sin obtener algo a

cambio...
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INFECCIÓN
“Provocaron la ira de Dios con sus obras
y se desató la mortandad entre ellos”
Salmos 106 – 29

-¿Qué desea ordenar el señor?- preguntó un mesero gordo y desgarbado,

acicalándose sus negros y retorcidos bigotes de rata vieja con los dedos bañados

en grasa.

-Carne guisada, ensalada agridulce y... verduras T-4- contestó jovialmente

Alexander, dejando con delicadeza el menú virtual dentro del bolsillo del mesero.

-Excelente elección, señor Guestman ¿Y para el jovencito?

El jovencito aún no reaccionaba. La elección de su padre le había dejado

boquiabierto.

-Pero ¡Papá! ¿Verduras T-4? ¿Acaso ya no recuerdas lo que sucedió en la Zona

Residencial del Oeste? ¿Aún así, piensas comerte esas cosas transgénicas?

Alexander pareció algo incómodo por la impertinente lluvia de preguntas que su

hijo le formulaba. Los demás clientes del restaurante les miraban con aire de

curiosidad.

El mesero soltó una risita nerviosa.

-¡Por favor, Tim! Creí que eso ya había quedado claro. Lo que le sucedió a esas

pobres personas fue, sin duda, un lamentable accidente, pero aquello ocurrió

hace más de diez años ¡Tú ni siquiera habías nacido! Las verduras T-1 ya no
RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 38

existen. Hoy por hoy, millones de personas en todo el planeta consumen verduras

T-4 y nada malo les ha pasado. Ahora que, si lo que buscas es un pretexto para

no comerte las verduras… ¡Perfecto! Pide un helado y relájate. Las cosas han ido

muy bien hasta el momento y no dejaré que eches a perder la cena por una de tus

tontas pataletas ¿me has oído?

El chico recibió, avergonzado, las miradas burlonas que desde las otras mesas

le lanzaban. ¡Un mocoso en pañales se atrevió a sacarle la lengua y a reírse

satisfecho!

-Un helado de cereza... Natural, si es posible- exigió Tim sin interés, hundiendo

su rostro entre las manos.

-Excelente elección, jovencito- celebró el mesero mientras señalaba las órdenes

en una libreta digital.

Segundos después, Alex comía sus verduras T-4 y Tim un delicioso helado

SINTETIQUÍN con sabor a cereza.

-Vamos, Tim. Ya no estés de mal humor. Acabo de cerrar un trato con la mejor

editorial de La Ciudad ¡La Editorial SEED! ¿Te imaginas? Esto nos abrirá grandes

oportunidades para el futuro cercano... De hecho, tendré que aprovechar este día

porque, desde mañana, comenzaré a escribir un nuevo libro. Los editores me

exigen reportes diarios ¿Comprendes?

-Sí, papá- repuso el niño mirando a su padre.


RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 39

Hacía mucho que no lo notaba tan animado. El divorcio y la crisis laboral de los

últimos años le habían arrebatado ese espíritu festivo que solía cargar a todos

lados. No obstante, desde su arribo a Resurrección Hyle, todo pareció mejorar

para ambos: El Instituto resultó ser un colegio maravilloso para Tim y el trabajo no

cesaba de llegar a manos de Alex.

La época en que debían preocuparse por el sustento del día siguiente quedaba

atrás, así como la oscura posibilidad de que Tim volviera a vivir con su frívola

madre quien, si bien poseía dinero y lujos atractivos para cualquier niño

medianamente inteligente, nunca abandonaría ese mundo plástico y superficial

con el que se había comprometido… Primero muerta antes que rebajarse a mimar

a un chiquillo.

Por ello, Tim decidió tragarse aquel orgullo estúpido y hacer las paces con su

padre ¿Qué importaba si comía esas estúpidas verduras? Alexander acababa de

decirlo: millones de personas las engullían cada día y nunca enfermaban ¿Por qué

debía ser diferente con su papá?

-¡Más verduras!- ordenó éste mientras levantaba el plato vacío en alto.

Esa noche, el desgraciado escritor maldecía su apetito a la vez que vomitaba

una sustancia espesa y verdosa entre el excusado.

-¡Papá! ¿Te sientes mejor?- Preguntó Tim al otro lado de la puerta del baño.

-Sí, eso creo. Es sólo una pequeña indigestión- explicó Alex secándose la boca

con un pañuelo.
RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 40

-¿Pequeña indigestión? ¡Si te acabaste cuatro platos de verduras en quince

minutos!

-Bueno, quizá exageré... – concedió Alex saliendo del baño, demacrado, como

una terrible versión de sí mismo después de veinte años de mal matrimonio– pero

tú no te quedas atrás ¡Tres copas de helado de cereza y luego un par de

malteadas! Me sorprende que no estés compartiendo el baño conmigo...

Padre e hijo se echaron a reír, cruzaron el corredor y se acostaron en la misma

cama. Desde que Tim había comenzado a sufrir esas horrendas pesadillas a los

cinco años, Alex había decidido tenerle cerca en caso de presentarse alguna

nueva crisis nerviosa. Claro que las pesadillas de Tim habían desaparecido, como

por arte de magia, luego del divorcio de sus padres, hacía casi dos años.

-Ya va siendo hora de que aprendas a dormir solo, jovencito.

-¡Pero, papá! Esta cama es demasiado grande para ti solo... y aún no has

pensado en casarte nuevamente ¿Verdad?

Alex sonrió, arropó a su hijo y le deseó buenas noches.

A la mañana siguiente, Tim despertó sin la compañía de su padre.

<< La cama está fría... papá debió levantarse bastante temprano >> pensó el chico

mientras se quitaba el pijama, se echaba una toalla al hombro y avanzaba al baño.

El excusado aún tenía rastros del detestable líquido verdoso que Alex había

expulsado la noche anterior. Asqueado y temeroso, Tim pegó su espalda a la

pared del baño y se cuidó de no abandonar la seguridad del muro, a través del
RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 41

cual se desplazó lentamente hasta conquistar la bañera, lejos de aquel inodoro

infecto.

Nada más abrir el grifo, al niño le pareció que las gotas de agua cayendo contra

el suelo encubrían a la perfección el sonido del verdoso fluido escapando del

inodoro. Tim trató de librarse de esta demencial idea y comenzó a frotar el jabón

contra su cuerpo. No había nada de qué preocuparse. Estaba solo en el baño.

Pero… ¿Y ese ruido?

No. No era su imaginación. Algo ronroneaba cerca suyo ¿Acaso aquel zumbido

era producto de la espuma colándose por el sifón o se trataba de… algo más?

Tim procuró ocupar su mente en algo útil. Se aplicó el champú sobre la cabeza

y, entonces, su desesperación aumentó al percatarse de la indefinición en que él

mismo se había puesto: La espuma cayendo por su cara le cegaba. Afuera, el

glauco fluido adoptaba una monstruosa forma y en breve le atacaría con

brutalidad.

Se libró con fiereza de la espuma, corrió la cortina del baño y lo encontró:

Un blanco excusado con la tapa abierta se reía de él.

Tim soltó un gran suspiro cuando salió del baño, se puso el uniforme y tomó el

autobús que le llevaría al Instituto.

A pesar de todo, fue imposible para Tim concentrarse en las clases. Todavía le

invadía una extraña sensación de angustia pero, por más que intentaba razonar,

no llegaba a ninguna conclusión que le sugiriese el motivo de tal inquietud.


RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 42

Al regresar al departamento, cuando el reloj daba las 6:30 PM, su temor, en

principio irracional, creció exponencialmente convirtiéndose en verdadero terror.

Los Guestman vivían en uno de los últimos niveles del edificio Victory Cern,

ubicado justo frente a la Torre Central del centro de Resurrección Hyle. Para llegar a

lo alto de la construcción se podían tomar dos caminos: Las escaleras o el ascensor.

El primer camino era perfecto para aquellos que vivían en los primeros niveles del

edificio pero resultaba sumamente tortuoso para quienes residían en los pisos

superiores. El elevador, por su parte, le ahorraba mucha energía a los usuarios pero,

en contraste, les robaba preciosos minutos de vida. Se trataba de un armatoste

antiguo que, dado su valor histórico, había logrado permanecer varios años en el

moderno edificio. Muchos se ufanaban de la distinción y clase que el artefacto

otorgaba a Victory Cern aunque, en opinión de Tim, aquel aparato oxidado, que

rechinaba durante todo el trayecto y amenazaba con desplomarse en cualquier

instante, era un tétrico cajón metálico cuyos gemidos no hacían más que exacerbar

la brutal intranquilidad que le invadía.

El ascensor empezó a moverse.

¿Y si al llegar a casa se encontraba con que su padre ya no era él mismo?

El ascensor iba a mitad de camino.

¿Sería posible que las verduras T-4 fuesen tan peligrosas como sus antecesoras?

El ascensor ya cruzaba las tres cuartas partes del recorrido total.


RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 43

¿Qué hacer en caso de que Alex estuviese infectado con esas cosas? ¿Sería

capaz de matar un padre a su hijo o viceversa?

El ascensor llegaba a su destino.

Las puertas se abrieron con lentitud y un corredor, tenuemente iluminado,

apareció ante el niño. Tim llegó al departamento 719. La puerta se abrió tras emitir

unos cuantos chasquidos.

Extraños rumores flotaban en la atmósfera; Parecía oírse la voz de Alexander

pero, definitivamente, NO era la voz de Alexander.

Los murmullos provenían del estudio. Tim acercó el oído a la habitación pero no

logró comprender qué decían las voces.

-¿Quién anda ahí?- Rugió desde el interior del estudio una voz que, para alivio

del pequeño, pertenecía a su padre. -¿eres tú, Tim?

La última pregunta parecía cargada de una abstrusa maldad.

-Sí, papá... Soy yo. Voy a entrar... para saludarte...

-¡NO!- advirtió Alexander tajantemente.

-¿Estás ocupado... con alguien más?- Inquirió Tim con la temblorosa mano

apoyada en la perilla.

-¡No!- repitió Alex –Estoy solo. Hay comida en el horno. Caliéntala y vete a la

cama.

-¿Yo solo?- gimoteó Tim.

La puerta se entreabrió accidentalmente.


RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 44

-SÍ- concluyó Alex cerrando la puerta con tal premura que Tim no logró detallar

gran cosa.

Confundido por la inusual conducta de su padre, el pequeño se recluyó en el

cuarto y aguzó el oído, dispuesto a captar la menor señal de aquello que prometía

convertirse en una lúgubre certeza.

Recordó lo que había leído cierta vez en La Red acerca de los fatales sucesos

ocurridos en la Zona Residencial del Oeste, esto es, cuando La Infección llegó a

Resurrección Hyle.

Los habitantes del sector habían sido elegidos por La Corporación para probar

un nuevo tipo de verduras cuyas propiedades alimenticias habían resultado

presuntamente potencializadas mediante manipulación genética. Se suponía que,

luego de unos cuantos meses, la población seleccionada sería mucho más

saludable y resistente a las enfermedades en comparación con aquellos que no

fueron expuestos al T-1.

Pero, cuando los primeros investigadores de SEED se presentaron en la Zona

Residencial del Oeste, descubrieron que casi todas las personas habían muerto

de la forma más horrenda al explotar sus entrañas y expulsar por el vientre una

especie de abortos cetrinos cuyo único objetivo era ocupar otros cuerpos sanos y,

así, reproducir La Infección.

Los pocos investigadores sobrevivientes llevaron las malas nuevas a La

Corporación. Los altos ejecutivos de SEED creyeron en la veracidad del relato, no


RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 45

tanto por la angustia de los funcionarios sino por las pústulas verdosas que en

sus estómagos se manifestaban.

Rápidamente, la Zona Residencial del Oeste fue acordonada por oficiales SIL y,

en cuestión de días, La Infección pareció erradicada, no sin que muchos sujetos,

sobrevivientes a los parásitos, murieran durante el proceso (aunque las versiones

informales señalaron que varios de estos muertos no presentaban rastros de

Infección)

El asunto fue que, después de aquella mortandad, las personas tomaron cierta

aprensión contra los productos artificiales; Pero aquella posición cambió

radicalmente cuando los alimentos naturales –bastante escasos, por cierto-

elevaron sus precios en el mercado en contraste con los transgénicos, que

disminuyeron su valor monetario e incrementaron sus beneficios nutricionales.

En últimas, La Ciudad olvidó el infierno de la Zona Residencial del Oeste

cediendo ante el consumismo utilitario.

Sin embargo, ¿Cómo sabía La Corporación que los T-4 no revelarían sus

efectos a largo plazo? ¿Y si el caso de su padre era sólo el comienzo de una

enorme cadena de mutaciones?

Tim no tuvo que esforzarse mucho para calcular el riesgo latente que el edificio

corría... ¿El edificio? No. Eso sería minimizar la situación: La Ciudad, el país, ¡EL

MUNDO! estaban en juego.


RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 46

El chico podía “ver” con claridad un planeta dominado por desgarbados

parásitos viscosos que dejaban, a lo largo de las calles, cadáveres destrozados

cuyas vísceras brillaban a la luz del crepúsculo.

-¿Ocurre algo, Tim?

La presencia de Alex sorprendió al pequeño que, instintivamente, se cubrió el

cuerpo con la sabana.

-No me digas que has tenido otra de esas horribles pesadillas...

El tono de preocupación que su padre ostentaba parecía entrañar algo de

sinceridad.

-Papá... ¿Estás bien?- preguntó Tim quedamente.

-Claro que sí, hijo. ¿Por qué lo preguntas?

-¿Con quién hablabas en el estudio? ¿Por qué no me permitiste entrar?

Alexander guardó silencio. Por un momento, Tim temió que se abalanzaría sobre

él y le golpearía hasta matarlo. Así, nadie conocería su secreto...

-Acompáñame. Te mostraré lo que he estado haciendo- fue la respuesta de

Alex.

Una vez frente a la puerta del estudio, el señor Guestman se detuvo.

-Antes de enseñarte esto, hay algo que debes saber, Tim...

-¿Qué cosa, papá?


RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 47

Fue cuando Alex se dio media vuelta, levantó su camisa y dejó al descubierto

una serie de tumores violáceo - verdosos, coronados por grotescos ojos saltones

inyectados en sangre y unos tajos que, a modo de bocas, declaraban:

-¿TE GUSTAN LAS VERDURAS, TIM? JA, JA, JA, JA...!!!!

Tim despertó en medio de un penetrante grito.

A su lado, con expresión cansada y unos papeles en la mano, reposaba su

padre profundamente dormido.

-Han vuelto... Las malditas pesadillas han vuelto- murmuró Tim con el corazón

desbocado y el sudor corriendo por su pálido rostro.

Teniendo cierto cuidado, el chiquillo tomó los papeles que Alex sostenía: se

trataba de una corta obra teatral firmada por Alexander Guestman y un documento

impreso, enviado la mañana anterior por la Editorial SEED, donde se le exigía

terminar la obra para el siguiente día y, de paso, se le recomendaba que él mismo

estudiase los diversos papeles cuando la historia estuviera lista.

<< ¡Así que aquellas voces pertenecían a papá! ¡Estaba revisando los diálogos en

el estudio y, por ello, no deseaba que yo lo interrumpiese! >>

Tan sencilla explicación hizo que las lágrimas acudiesen a sus ojos. Estaba a

punto de acostarse junto a su padre pero, por si acaso, decidió realizar una última

prueba:

Con el cuerpo crispado por la tensión, Tim levantó poco a poco la camisa de

Alexander.
RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 48

Entonces lo vio...

Un vientre completamente liso y sonrosado.

-¿Se puede saber qué haces?- preguntó Alex algo perturbado.

-Perdona, papá... Es sólo que...

-¡Ah! ¡Las verduras! Es eso ¿Verdad?- El señor Guestman sonreía con

afabilidad.

-Sí.- Confesó Tim apenado.

-Descuida, hijo. Ya ha pasado todo. Como te dije, no fue más que una pequeña

indigestión ¿Qué te parece si nos vestimos, me acompañas a la Editorial SEED

para entregar este trabajo y luego comemos algo super-delicioso?

-¡Sííííí! Me muero por otro helado de cereza- canturreó el niño mientras se

despojaba de la camisa.

-¡Espera! Una cosa más... - intervino su padre de repente.

-¿Qué, papá?

-Ese brote... será mejor que te lo hagas revisar.

Sobre el vientre de Tim florecían una serie de pústulas color cereza cuyos

diminutos ojillos en desarrollo le veían burlonamente...


RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 49

BAJO LA CAMA
“Me miran los hombres y exclaman: ¿Qué tienes?
¿Por qué taciturno refrenas el paso?
Espectro o vampiro ¿do vas? ¿de do vienes
así... ensangrentado como sol de ocaso?
Julio Flores / EN MARCHA

<< Tranquilo, pequeño >> le consolaban << Todo ha pasado. Ya no te podrán hacer

daño >>.

El niño sonrió. Estaba entre los suyos. Sin embargo, aún después de aquella noche,

se estremecía al pensar en todo el tiempo que estuvo al alcance de aquellos seres.

¡Era un milagro que siguiese vivo!

Sus padres adoptivos le habían elegido, cuando sólo contaba cuatro años de edad,

por su aspecto saludable y enternecedor. Además, nada se sabía de sus verdaderos

padres.

-Un niño precioso- había dicho Lauren, la madre adoptiva.

-Y sin pasado...- indicó Peter, el padre adoptivo.

Los años transcurrieron en completa calma: El primer día de clases, la primera

novia, el primer campamento lejos de casa...

Hermosos recuerdos.

Pero todo comenzaría a cambiar cuando, en su doceavo verano, Sean Mason y sus

nuevos padres se mudaron de casa, ubicada en Kaer Auren, viajando en barco hacia

Kaer Wyrd.
RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 50

La mayoría de los jóvenes suelen tomar con amargura un cambio tan abrupto.

Atrás quedan los amigos, los maestros y todos aquellos objetos y lugares que

guardan con recelo miles de experiencias vívidas a lo largo de los años.

Comenzar de cero en todos los aspectos suele resultar muy duro para los pequeños

pero, en el caso de Sean, todo esto carecía de importancia.

Quizá, por su naturaleza reservada o, tal vez, por el tenso ambiente escolar que el

chico percibía en la Academia, Sean jamás se llevó muy bien con sus adorables

compañeritos de Kaer Auren. . Eso sí, en cuanto al desempeño académico y las

relaciones familiares, el chico se destacaba por su agudeza y amabilidad.

Los maestros le calificaban como “un niño poco emotivo pero muy elocuente”

En todo caso, al divisar la imponente ciudad que les esperaba, con sus bellas Zonas

Residenciales, excelentes oportunidades laborales y el respaldo de La Corporación

SEED, los Mason se llenaban de esperanza y trazaban planes respecto a un futuro

que parecía más y más prometedor a medida que el barco se acercaba al puerto.

No tardó la familia en adaptarse a la agitada vida de Kaer Wyrd. Ministros y

Científicos, recelosos unos de otros, trabajaban sin cesar en campos del conocimiento

tan variados y complejos como la interpretación científica del Canon, métodos óptimos

de explotación energética más allá de los fósiles y otros tantos disparates que, por

fortuna, dejaban una estela comercial bastante provechosa para los Mason.
RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 51

Peter y Lauren vivían orgullosos de su hijo. Excelente estudiante, gran deportista y,

como ellos, prometedor negociante. Nunca habían tenido una queja de Sean pero,

como suele decirse, nada es para siempre...

Unas semanas después de acomodarse en la Zona Residencial del Oeste, Sean

comenzó a comportarse de forma extraña y su rendimiento físico e intelectual se vio

sumamente desmejorado sin que nadie hallase explicación concluyente.

-¿Estás enfermo?- Le preguntaba Lauren.

-No- Contestaba Sean.

-¿Aburrido? ¿Extrañas Kaer Auren?- Indagaba Peter.

-Para nada

-¿Dificultades con tus maestros? ¿Alguien te molesta en la nueva Academia?

-Claro que no, mamá. Es sólo que...

-¿Qué?- Sus padres le miraban con ansia.

-Estoy cansado. Es todo.- Decía Sean finalmente.

No podía decirles la verdad. Era una locura. ¿Cómo confesarles que, lo que en

realidad le ocurría, se debía a las siete noches sin dormir que completaba en su

maldita habitación?

Las primeras semanas no sucedió nada extraordinario. El cuarto, un discreto

espacio de cuatro por cuatro, blancas paredes y enormes ventanales enrejados desde

los cuales podía contemplarse la límpida calle, se ubicaba en el primer nivel de la

casa.
RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 52

Como la mudanza impedía llevar demasiadas cosas a un lugar tan lejano, Sean se

conformó con llenar la habitación con una cama, un pequeño armario y una mesita de

noche donde solía hacer sus deberes a la luz de unas enormes velas.

Cuando el sol se ocultaba, Lauren pasaba por la alcoba de Sean, le deseaba

buenas noches sembrando un dulce beso en su frente y apagaba las velas.

Era, pues, imposible para el chico no sentir una opresión en el pecho cada vez que

despertaba a media noche, luego de una espantosa pesadilla, sin la menor posibilidad

de encontrar una luz que disipara sus oscuros presentimientos:

Los ruidos bajo la cama eran producidos por horrendas criaturas que esperaban con

paciencia a que el menudo pie de un niño se plantara sobre el piso para agarrarlo con

sus zarpas y llevarlo a la otra Realidad, donde un sórdido destino le esperaba.

Al comienzo, Sean consideró tales sonidos como partes de un sueño del cual aún

no despertaba. Luego de comprobar, mediante fuertes pellizcos, que los ruidos bajo la

cama persistían a pesar de tener los ojos muy abiertos, intentó encontrar

explicaciones más racionales:

-Es el piso, cuyas tablas se acomodan contra el suelo...

Son crujidos, nada más.

Las uñas de los engendros rascando los tablones resonaban con fiereza.

-Son los ecos de mis propios movimientos que se funden contra el duro pavimento.

Sólo eso y nada más.


RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 53

A continuación, murmullos subrepticios que bien podían interpretarse como risas

espectrales.

-Es el viento que se cuela bajo el marco de mi encierro.

Solo eso y nada más.

Y así pasaba Sean horas enteras, horas eternas, intentando aplacar bajo el peso

del razonamiento la certeza de los hechos.

-Cada vez está más flaco- Se quejaba su madre.

-Es verdad. No es así como esperábamos que fuera. ¡Se supone que permanecería

robusto y saludable!- Comentaba su padre.

Y Sean los escuchaba, oculto tras la puerta del brillante dormitorio marital, un lugar

al que anhelaba entrar cuando, inevitable, el crepúsculo cernía sus redes anunciando

la presencia del terror.

Pero Sean jamás se atrevía a cruzar el umbral donde sus padres dormían

plácidamente. La vergüenza, y una inquietante sensación de alarma, le impedían

pronunciar las mágicas palabras:

-¿Puedo dormir aquí esta noche?

<< A veces no hay más opción que la cruel resignación >> se repetía al regresar al

cuarto, brincando varios metros desde el armario hasta su cama para no ser tomado

por los tobillos y arrastrado hacia el averno.

Finalmente, el cansancio crónico de Sean fue patente para maestros, compañeros

y, por supuesto, para los padres del muchacho.


RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 54

-¿Qué pasa, hijo? ¿Por qué te duermes en clase? ¿Acaso... no puedes conciliar el

sueño por la noche?-

El tono de preocupación que sus padres adoptaban inquietó sobremanera a Sean.

No obstante, estaba decidido: Ellos jamás sabrían la verdad.

-No lo sé- Era lo único que el chico, pálido y tembloroso, atinaba a decir.

Esa noche, sus padres volvieron a conversar y Sean les volvió a escuchar, en

silencio, oculto...

-¿Lo has visto? En nombre del Supremo... parece otro...

-Tranquila Lauren. Muchas veces nos lo advirtieron en el orfanato... Y nosotros los

ignoramos

-Pero Peter ¿Porqué justo aquí, en Kaer Wyrd?

-No lo sé, cariño

-¿Y si le contamos la verdad? Que él no es...

-Eso no cambiará nada. Además, nos odiará por ello

-¿Y si lo llevamos con un doctor?

-¡Jamás!... ¿Deseas que te condenen por brujería?

-Pero... No soy una bruja...

-Ellos no lo verán así

-Entonces... ¿No hay más opción, Peter?

Un largo silencio.

-Me temo que no, Lauren. Habrá que... LIQUIDARLO


RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 55

Sean trastabilló.

¿Qué ocurría con sus padres? ¿Por qué hablaban de esa forma? A lo mejor

bromeaban. Sí, eso era... Una lección para que jamás volviese a escuchar tras la

puerta.

- Voy por el hacha- Dijo Peter sombríamente.

El niño se volvió hacia las escaleras. Se encontraba confuso pero, en medio de la

tormenta que era su mente, un alivio le embargó: Ya no importaban las criaturas bajo

la cama. Sus padres querían matarlo.

Mientras corría escaleras abajo, procurando no hacer ruido, tropezó estúpidamente

con un florero decorativo. El objeto rodó por los escalones y se estrelló con fuerza

contra el suelo.

-¿Quién anda ahí? ¿Eres tú, Seaaaaan?- Rugió Peter con un tono de voz que el

chico jamás había escuchado en boca de criatura racional.

Enseguida, su padre se asomó exhibiendo una brillante hacha de hierro y unos ojos

asesinos e inmisericordes.

-¡A por él!- Acució Lauren con un cuchillo de cocina apretado entre el puño derecho.

Gimiendo de horror, Sean salió disparado como una flecha hacia su habitación

esperando escapar a través de las ventanas (la puerta que conducía al exterior de la

morada permanecía cerrada con gruesas cadenas y candados oxidados) Cuando

recordó las rejas metálicas que protegían los cristales de su cuarto, ya era demasiado

tarde.
RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 56

Sean no se molestó en cerrar la puerta. Esperó con tranquilidad a que sus padres

llegaran y le hicieran trizas.

-Lo siento, hijo. No podemos arriesgarnos a que descubran nuestro secreto... - Le

dijo Peter sosteniendo el hacha en alto.

-¿Qué secreto?- replicó Sean con rostro impasible.

-Que no eres nuestro hijo. ¡Que ni siquiera eres humano! Que comienzas a

volverte... como Ellos

-¿Como quienes, papá? – Ahora, esa última palabra sonaba extraña en labios de

Sean.

-Como aquellas criaturas que llegaron hace doce años por la Puerta de Cristal-

Explicó Lauren visiblemente agitada

-Adios, hijo- Se despidió Peter antes de descargar el golpe mortal.

El crujido fue espantoso... Los Mason esperaban ver el chorro de sangre

ascendiendo al techo, expulsado como agua por un aspersor.

Nada ocurrió.

-¡Maldita sea!- Dijo Peter mientras intentaba arrancar el hacha incrustada en el

suelo de madera. -¡Esos bastardos!

Al apartar la cama descubrieron el túnel que las criaturas excavaran por semanas

para llevarse de vuelta su hijo extraviado.


RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 57

EL PROCESO DE CREACIÓN
“El poeta es un fingidor.
Finge tan completamente
que hasta finge que es dolor
el dolor que en verdad siente”
FERNANDO PESSOA / AUTOPSICOGRAFÍA

Como un grano. Como un grano tumefacto y espantoso. Así estaba el auditorio: A punto

de reventar.

La confusa sumatoria de murmullos espectrales aumentaba las

oleadas de injerencia discursiva, explotando en plena sala igual que

los aleteos generados por millares de incansables mariposas...

O algo así diría alguno de los pseudopoetas reunidos para el recital. El caso era que el

molesto zumbido desconcertaba cada vez más a Jake quien, desde hacía por lo menos

dos semanas, no encontraba la inspiración necesaria para plasmar en el blanco

documento una historia interesante que le permitiese impresionar al maestro, a sus

compañeros y, sobre todo, a sí mismo. Eso sin mencionar que para aprobar “Creación

Literaria” debía exponer un buen relato ante el exigente público del campus

universitario…
RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 58

¿Exigente?

Bueno, quizá esto resultaba algo exagerado. A decir verdad, la mayoría de asistentes

no eran más que curiosos pertenecientes a otras facultades de la Universidad.

El maestro King se había encargado de reunir un generoso puñado de espectadores con

el fin de intimidar a sus trece estudiantes de Literatura.

¿He dicho intimidar?

De acuerdo, tal vez no deseaba intimidarlos realmente. A lo mejor, su verdadera

intención era presionarlos a realizar un trabajo concienzudo, algo bien hecho, y no una

de esas historias mediocres, superficiales, sin más propósito que aplacar la insaciable

manía calificativa del profesor.

La verdad, todos habían hecho su mejor esfuerzo. Jake también se había esforzado.

Para infortunio suyo, no lo suficiente. El día había llegado. Ya fuera por gracia de Dios o

por diabólica desgracia, el último estudiante en leer su trabajo final sería Jake Campbell.

La angustia, y el palpitar constante de un horrible dolor de cabeza ocasionado (según

el doctor) por un alto nivel de estrés, le impedían escuchar con atención los ingeniosos

relatos que sus diestros compañeros lanzaban al aire como arroz en una boda:

“... el canto de las aves,

la inocencia de los niños,

el vuelo de una sucia cometa

perdiéndose en las alturas...”


RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 59

Eran fragmentos de un poema que entonaba con orgullo Mary Simons, su actual

compañera de cuarto y apasionada amante nocturna.

Un consuelo ineficaz.

Ni aún la sensual compañía de Mary, con todo y sus prominentes sinuosidades,

lograba quitarle a Jake el cruel desasosiego que sentía al contemplar la hoja en blanco,

carente de letras, un espejo de fibra sintética destinado a reflejar el contenido de su

propia mente.

Jake se odiaba a sí mismo. No sabía si se odiaba por envidiar a sus compañeros o por

saberse mejor que ellos y, no obstante, sentirse incapaz de demostrarlo.

Tan profunda frustración le recordaba un libro, “el más hermoso jamás escrito”, según

estimaba nuestro desesperado aspirante a escritor. En aquella novela, el autor captaba

en unas pocas líneas de hermosa sencillez la dolorosa imagen de un chico con ojos de

alcaraván derrumbándose ante la inexorable muerte de su amado Maestro... del mismo

modo que Jake vería morir al suyo, atravesado por la sutil daga de la decepción, cuando

su alumno estrella saliese a línea de fuego y todos los presentes descubrieran al primer

y único escritor capaz de pararse frente al mundo sin nada que leer.

...Entonces ¿Qué esperas?

¡Vuela!

¡Huye del prístino nido donde abandonaste el alma!... ”

Declamaba el arrogante Huxley ante la asamblea embelesada.

¿Escapar?
RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 60

¿Evitar la situación?

Sí, parecía fácil pero...

El maestro había sido claro:

- Pueden pararse a observar al auditorio. Pueden leer un párrafo, una frase o,

simplemente, echarse un pedo; pero jamás, escuchen bien, JAMÄS se les ocurra dejar

al público plantado. ¡Ay! de aquel que no se presente el viernes. ¡Me aseguraré que ese

infame no se gradúe en esta universidad mientras los hijos de mis hijos sigan con vida!

El papel en blanco que Jake sostenía entre los dedos estaba húmedo y arrugado a

causa del sudor que corría por sus manos como pequeños riachuelos de agua salada.

Dos semanas.

Dos semanas pensando, día y noche, en una historia... ¡Una simple y maldita historia!

Observando con creciente temor como se le escapaba el tiempo sin que ninguna idea

decente acudiese a su cabeza.

No. No era que le asustara el público.

-Jake…

Era la crítica lo que le aterraba.

-¡Jake!

Era el miedo ineluctable al nunca ausente comentario destructivo emergiendo entre

la multitud,

-¡JAKE!
RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 61

brotando de aquellas mentes catedráticas ocultas en medio de

los asistentes, señalando su fracaso y destruyendo por siempre su endeble confianza…

¡Era eso lo que le tenía bloqueado!

-¡JAKE!

Lo que le impedía escuchar las claras voces que antes susurraran a su oído las

fantásticas historias que le habían granjeado un nombre ante sus compañeros y

profesores… Un nombre como ninguno… El legendario nombre de…

-¡JAKE CAMPBELL!-

Gritó exasperado el maestro King desde la primera fila.

Las miradas de cientos de individuos repararon en la figura asustadiza del joven que

descendía, con una lentitud sólo equiparable a su torpeza, las gradas del auditorio,

directo a una tarima profusamente iluminada por dos enormes focos amarillentos.

Una masa enorme de brazos y cabezas revolviéndose en sus sillas rodeaba al

muchacho.

Los murmullos se extinguían mientras la muchedumbre esperaba, con ansia apenas

contenida, escuchar aquel emocionante relato que el joven entonaría. Después de todo,

es de conocimiento general que lo mejor siempre se guarda para lo último.

Finalmente, completo silencio.

El hombre tosiendo que nunca falta...


RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 62

Jake preparaba sus intestinos para liberar un pedo cuando llegó: La Inspiración, la luz

del entendimiento, la claridad mental y el poder de las palabras atacando a los

espectadores, azotándolos con su mortal procacidad.

El dolor de cabeza que le había atormentado los últimos días remitió instantáneamente

cuando Jake Campbell comenzó a “leer” el papel vacío:

- “Era una tarde de otoño. Las luces del crepúsculo morían en las calles de La Ciudad.

Las chiquillas seguían de cerca al despreciable sujeto que había abusado de ellas,

usándolas primero y olvidándolas después.

Dos otoños atrás, a los nueve años de edad, las gemelas habían descubierto que

poseían extraordinarios poderes telepáticos.

Fue durante una visita al Hospital General de Resurrección Hyle, junto a todos los

estudiantes del cuarto grado del Instituto, cuando exploraron por primera vez las

habilidades mentales de las que habían sido dotadas. Las gemelas se habían quedado

atrás del grupo principal de niños y un enfermo había aprovechado este pequeño

descuido para lanzarse contra ellas en un desesperado esfuerzo por saciar sus

perversos instintos sexuales. En ese preciso instante, el profesor Crow, aquel que

guiaba la clase, se volvió hacia las chiquillas, sólo para observar con ojos desorbitados

el horrendo espectáculo:

Cuando las nudosas manos del depravado apenas distaban unos centímetros de su

objetivo, ambas niñas le habían lanzado una mirada. Una profunda mirada con esos
RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 63

extraños ojos dorados de los que siempre se habían burlado los demás niños. Una

mirada a través de aquellas luminarias infernales que ahora parecían brillar

intensamente… cada vez más intensamente… –aunque el profesor nunca estaría

seguro de tal detalle –

El enfermo comenzó a retroceder con lentitud mientras se tomaba la cabeza entre las

manos y profería grandes gritos de dolor.

Momentos después, los alumnos del cuarto grado, incluidas las gemelas, eran

aseados con gran diligencia por varias enfermeras que intentaban eliminar las manchas

de sangre y trozos de cerebro esparcidos por el corredor cuando la cabeza del demente

decidió explotar en mil pedazos”

Jake hizo una pausa para dar vuelta a la hoja en donde debería estar escrita su

alocada historia...

El público se encontraba más silencioso que de costumbre: O se habían aburrido por

completo o estaban realmente interesados en su relato. Jake continuó leyendo,

confiando en que el silencio fuese producto de la segunda opción:

-“Aquel día era parte del pasado. Ahora el enemigo no pertenecía a la atribulada

Realidad de las gemelas sino a otro lugar...

Sus frágiles cuerpos vagaban por la calle en tanto sus poderosas mentes exploraban

lejanos universos en busca de aquel bastardo embustero que, ahora, después de tanto

tiempo, reaparecía con una invitación que le costaría la vida. Habían intentado eliminarlo

en otras ocasiones pero el astuto personaje siempre parecía encontrar una manera de
RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 64

evadirlas, dándose incluso el conveniente lujo de ignorar su existencia cuando no

precisaba de sus servicios. Cuanto más rastreaban al enemigo, más se encendían sus

áuricos ojos. Las gemelas empezaban a debilitarse cuando optaron por tomarse de las

manos y realizar un último esfuerzo, por fortuna fructífero. Segundos después,

desaparecían de la solitaria calle para aparecer en el recinto donde su jurado enemigo

embelesaba a una horda rebosante de estúpido interés...”

Segunda pausa.

Jake no podía “leer” las siguientes frases. Una molesta sensación de cosquilleo le

subía por el cuello, oscureciendo sus ideas. El dolor había regresado.

-Señor Campbell ¿Ocurre algo?- inquirió el maestro King desde su silla.

-No, señor. Es sólo que... – Jake no soportó más.

El micrófono cayó estrepitosamente al suelo y la hoja en blanco fue a dar a los pies del

extrañado maestro. Jake se llevó las manos a la cabeza al tiempo que lanzaba un largo

y perturbador grito.

Años después, los asistentes continuarían discutiendo la insólita presencia de un par

de niñas que huían apresuradamente del auditorio mientras la cabeza de Jake

Campbell volaba en mil pedazos.


RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 65

LOS PACIFISTAS
“Pólvora venenosa propagada,
ornado por los ojos de tristes pirotecnias”
Miguel Hernández

I
-¡Esta es su última oportunidad! ¡Salgan con los brazos en alto y no intenten nada

estúpido, de lo contrario, los oficiales abrirán fuego sobre el edificio!- anunció el

teniente Clifford cubierto por varias unidades SIL.

-¡JAMÁS! ¡CERDOS ASESINOS!- Se dejó escuchar el grito de los rebeldes desde el

interior del restaurante CHICKENSPOUT´S.

La toma forzada completaba ya dos horas. Los cinco rebeldes tenían

aproximadamente treinta rehenes, entre ellos varios niños y mujeres, y no habían

liberado a ninguno desde el comienzo del asalto.

La situación se tornaba cada vez más crítica para las autoridades pues los terroristas

no tenían nada que perder si destruían el edificio y sí mucho que ganar en tal caso.

Entre los cientos de oficiales humanos y sintéticos apostados alrededor del

restaurante, había uno en particular consumido por la ansiedad: Joshua Evans,

detective del Bloque Occidental de Resurrección Hyle.

Sólo él sabía lo verdaderamente complicado que resultaba todo aquello... Los sujetos

a quienes se enfrentaba la policía no eran individuos comunes y corrientes sino un

grupo de criaturas rechazadas por la sociedad, perseguidos por la ley, forzadas a


RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 66

defender su existencia tras un puñado de inocentes que, quizá, no significasen nada

para ellos.

Pero Joshua debía comprenderlos por una sencilla razón: él también era un proscrito.

La diferencia residía en que aquellos seres habían sido descubiertos debido a sus

dorados y delatores ojos mientras que, gracias a unos modernos lentes de contacto

color negro, el detective Evans permanecía oculto para el mundo.

Además, nadie se atrevería siquiera a sospechar que un oficial pertenecía a tan

despreciada raza.

-Los SIL van a entrar- declaró el teniente con aire resignado.

-¡No pueden hacerlo!- replicó Joshua – diga lo que diga La Corporación, un SIL no

tiene sentimientos; ¡Posiblemente asesinarán a más de un rehén antes de exterminar a

los G-3!

-Lo sé, Evans. Créame que lo sé. Pero las órdenes vienen de arriba... - le hizo saber

el veterano teniente mientras se pasaba un sucio pañuelo por la frente sudorosa.

-Malditos - murmuró Joshua que aún no comprendía cuál era la verdadera posición

de La Corporación SEED. A veces, cuando cierto grupo de G-3 era capturado, La

Corporación asumía el control del asunto y, según decían, se encargaba de llevarse a

los rebeldes a la Torre Central, donde ninguna organización anti-evolutiva podría

hacerles daño.

Otras veces, La Corporación parecía perder interés en el destino de aquellos sujetos

de ojos dorados y enviaba a sus letales unidades SIL para acabar con la resistencia.
RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 67

Sin embargo, si los G-3 que se encontraban refugiados en el restaurante eran del tipo

que Joshua creía, las cosas terminarían muy mal para todos.

-Adelante- indicó uno de los androides mientras dejaba al descubierto la

innecesariamente enorme metralleta injertada en su brazo derecho. Las demás

unidades, exactamente iguales al líder, le siguieron con esa habitual sonrisa maléfica

pintada en el rostro. No obstante, cuando los primeros SIL se aproximaban a la puerta

principal de CHICKENSPOUT´S, el terrible presentimiento de Joshua se hizo realidad:

El edificio voló en pedazos, junto a algunas residencias cercanas, destruyendo gran

parte del ejercito SIL y acabando con la vida de todos los rehenes y de los propios

rebeldes.

En medio del caos reinante, Joshua logró mascullar unas cuantas palabras:

-¡MIERDA!... Después de todo... sí eran psicoquinéticos...

II
-Las personas comienzan a cansarse de esta guerra- El teniente Clifford se llevó un

sorbo de cerveza a los resecos labios. Luego continuó: -No han pasado más de dos

días desde el incidente CHICKENSPOUT´S y ahora ocurre esto: Todo un centro

comercial destruido por esos malditos ¿Puede creerlo, Evans?

-Es natural que reaccionen contra la sociedad que los condenó- repuso este último

con otra espumosa cerveza en la mano que el oficial aún no se dignaba probar –Están

inmolándose, destruyéndose a sí mismos y a quienes les rodean con el único fin de


RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 68

darnos un mensaje: No se irán solos al infierno. Quizá los eliminemos a todos pero ¿A

qué precio?

El teniente miró a Joshua detenidamente:

Era un excelente oficial, bastante inteligente, intuitivo, un perfecto veterano pese a

ser tan joven. Muchos decían que parecía tener un sexto sentido que le permitía

adelantarse a lo que pensaban sus interlocutores y, de no ser por la tranquilizante

oscuridad de sus ojos, cualquiera diría que se trataba de un G-3 telepático.

-Alguien debe estar tras todo esto- dijo por fin el teniente Clifford después de dar otro

sorbo de cerveza, largo como la guerra entre humanos y no humanos–No creo que

todos los G-3 de La Ciudad hubiesen acordado reunirse un buen día sólo para concluir

que empezarían a destrozar edificios enteros hasta que los humanos les aceptáramos

en nuestra sociedad.

-Dudo que les interese ser aceptados… Tal vez saben que nunca podremos

aceptarlos y por eso se comportan como genocidas - opinó Joshua.

Su bebida permanecía intacta.

-En cualquier caso, deben por fuerza estar organizados para estas acciones

terroristas. Alguien debería ir en busca del cabecilla de esos asquerosos fenómenos...

-¿Es eso una propuesta, teniente, o es sólo una idea?- inquirió Joshua sabiendo de

antemano, y no gracias a sus habilidades telepáticas, que era una orden.

-Sí, detective. Me han informado que existe cierto individuo... un soplón, que

frecuenta las Tierras Oscuras de Resurrección Hyle. A lo mejor él sepa algo de esto...
RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 69

-¿Por qué habría de saber algo?

-Porque ese individuo es un G-3. Un miserable de Primera Generación tan

insignificante que sus propios camaradas le desprecian, pero suficientemente extraño

como para que sólo sea tolerado en los suburbios.

-Y usted desea que me ponga al frente del asunto…

-Confío en usted, Evans. Si alguien puede infiltrarse en las Tierras Oscuras sin

levantar sospechas y, además, encontrar al soplón entre tanta porquería, ese es usted.

-Supongo que debo tomar eso como un cumplido ¿Verdad, teniente?

-Sinceramente, deseo que obtenga algún resultado lo antes posible. Ya estoy cansado

de ver edificios en llamas y de sentir que en cualquier momento explotará mi hogar, o el

Instituto donde estudian mis hijos o… ¡Dios nos ampare! que llegado el momento ni

siquiera el Transporte Público será seguro para los pacíficos ciudadanos ¿Comprende?

El teniente revelaba una auténtica preocupación por sí mismo, por su familia y, sobre

todo, por La Ciudad entera y sus nobles ciudadanos. Joshua había tomado partido

hacía mucho tiempo.

<< Recuerda que el ser más apto no es aquel que desarrolla sus habilidades mentales

por encima de los demás sino aquel que elige el bando con mayor probabilidad de

supervivencia… Si lo dudas, recuerda lo que sucedió con el Hombre de Cro-Magnon >>

Se decía el detective cuando le asaltaban las dudas o el remordimiento.

-Lo haré, señor- confirmó Joshua vaciando toda la jarra de alcohol en su garganta.
RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 70

III
SEPTIEMBRE 22

“ Me encuentro en el corazón de los Barrios Bajos, rodeado por vagabundos,

prostitutas y ebrios malolientes. Hoy completo tres días oculto bajo un disfraz tan

perfecto que ni mi propia madre me reconocería (si quisiera)

Durante este lapso de tiempo he contemplado el sub-mundo que rodea Resurrección

Hyle; una zona sumida en la miseria y los desperdicios (tanto materiales como

humanos) arrojados del Centro de La Ciudad como si con ello fuesen a desaparecer

aquellas molestias que tanto nos recuerdan el primer cuarto del siglo XXI.

Bajo algunos cartones cubiertos de estiércol, húmedos a causa de los orines, escribo

estas pocas líneas... Tal vez sea una forma de recordar la realidad de este lugar

cuando el calor del mundo moderno intente desalojar, con su embriagante abrazo, la

verdad que aquí me agobia.”

SEPTIEMBRE 23

“El soplón aún no asoma las narices. Procuro hacer pocas preguntas para no levantar

sospechas y me contento con usar mis habilidades mentales cuando deseo obtener

información adicional. Hasta el momento tengo la seguridad de que nuestro hombre

pasará por estas calles –si se les puede llamar así- aunque resulta imposible

determinar cuándo... Podría ser hoy, o mañana, o en unas semanas... Al final, no

importa.
RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 71

Últimamente se escuchan rumores. Rumores que auguran el surgimiento de un

numeroso grupo de seres humanos que clama por la paz entre G-3 y fuerzas armadas.

Quisiera creer que las marchas pacíficas y afiches decorados con blancas palomas

cambiarán la situación pero me temo que Los Pacifistas desconocen la complejidad del

problema.

Tan sólo nos queda esperar, enterrados en nuestro propio desperdicio”

SEPTIEMBRE 25

“Hoy ha sucedido algo fuera de lo común. Un chico corría por la calle, completamente

aterrado, perdido en este antro del infierno. Mi primer impulso fue saltar junto a él y

conducirlo al Centro de Resurrección Hyle – de donde seguramente provenía- pero

comprendí que, al hacerlo, me pondría en evidencia ante los cientos de ojos recelosos

que vigilan tras las sombras.

Espero de todo corazón no encontrar su cuerpo ultrajado bajo un espeso mar de

ratas...

¡Qué Dios y Karin me perdonen!”

SEPTIEMBRE 26

“Ha llegado. Se trata de un individuo flaco y encorvado, horriblemente envejecido, si

bien su rostro no revela más de 25 o 30 años. He pasado tanto tiempo aquí que tengo

todo dispuesto para acercarme a él y exprimirle las ideas. No he querido abordarlo


RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 72

ahora porque sé de muy buena fuente que estará un par de días por éstas calles en

busca del preciado PSI-SPEED, un narcótico que sólo puede adquirirse aquí, en las

Tierras Oscuras del Norte. Mañana será el gran día”

SEPTIEMBRE 27

“Con gran dificultad escribo ahora estas líneas El viejo lapicero me tiembla entre los

dedos debido a la agitación... Sería mucho más fácil transcribir mis pensamientos en

una agenda digital pero no considero sensato cargar tales aparatos conmigo dadas las

circunstancias. Además, estas notas deberán desaparecer cuando mi misión concluya.

Si alguien se entera de que soy un G-3 mi vida y la de mi hija estarán en peligro.

Bien, ya estoy más calmado. Veamos si recuerdo todo lo ocurrido esta mañana:

Salí de mi pocilga, seguí al sujeto y lo enfrenté en un sector completamente desolado

–o eso parecía-

Sin mediar palabra procedí a penetrar su mente pero, al instante, comprendí que algo

iba mal. Entonces, unos ojos tan brillantes como los míos bloquearon cualquier

tentativa por captar información.

Luego de presentarnos formalmente, le ofrecí disculpas a Joe Kenneth, como se

hace llamar el soplón, y este, sonriendo, me confirmó que era un G-3 de Segunda

Generación (y no de Primera, tal como se me había dicho anteriormente) gracias a lo

cual podía levantar ciertas barreras mentales contra nosotros, Los Telepáticos.
RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 73

También me comentó que su especialidad era la psicoquinesis de bajo nivel. Quizá

lo dijo como advertencia aunque dudo mucho que fuese así.

En ningún momento le revelé mi profesión –creo que resultaba evidente para

cualquiera- pero de todas formas se apresuró a soltar la lengua.

Confesó que pertenece a un grupo anti-evolutivo de Vigilantes (algo comprensible

pues muchos G-3 detestan ser lo que son) constituido por decenas de humanos de la

más variada categoría. Su objetivo es dar un golpe mortal a los G-3 de Segunda

Generación y a los pequeñines de Tercera Generación para evitar el advenimiento de

La Cuarta Generación, la temida especie que, según los entendidos, será capaz de

exterminar toda forma de vida humana sobre el planeta... algo exagerado, creo yo.

Luego de mucho presionarle para que me confiara el lugar exacto donde ejecutarían tal

golpe, empezó a farfullar un sinnúmero de incoherencias respecto al desprecio que

sentía por sí mismo al considerarse un traidor ante su propia raza e, inclusive, ante los

humanos para los que trabajaba puesto que estaba “cantando” como si le torturaran.

Fue cuando me percaté de lo drogado que Joe Kenneth estaba. No podía irme más

satisfecho pero entonces le oí murmurar:

-Mañana... mañana verán La Ciudad ardiendo... una luz que se verá desde el

espacio... Voy a dar la señal... ¡Y el Hades vendrá a visitarnos al mediodía!

Enseguida intenté retenerlo, mas el trastornado sujeto comenzó a destrozar la calle

con su mente y a reír sin control hasta que finalmente huyó entre la podredumbre
RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 74

dejándome la horrenda sensación de haber perdido una perfecta oportunidad de evitar

tan mortífera catástrofe.

No... Aquel infeliz no mentía. Algo sucederá mañana y sólo yo puedo evitarlo.

Sin embargo ¿Cuál es el blanco de estos terroristas? ¿Cómo podrían dar un golpe

definitivo a los G-3? Para averiguarlo tengo que encontrar a Joe Kenneth.”

IV
Si alguna de las criaturas que habitaba las Tierras Oscuras hubiese sabido leer,

habría encontrado sumamente interesantes aquellos trozos de cartón fechados aunque

sin firmar.

El 28 de septiembre, a las 11:38 AM, un individuo bien vestido, de lentes oscuros,

flaco y encorvado, esperaba el autobús que lo guiaría al Centro de La Ciudad.

Unos pasos más atrás, otros sujeto impecablemente vestido, con gabardina gris y

penetrantes ojos negros, hacía acopio de todas sus fuerzas para vencer las barreras de

su enemigo.

Joe Kenneth apenas pudo resistirse a la onda telepática que Joshua le arrojaba.

<< ¿Dónde será? >> preguntó el detective sin mover los labios.

<< ¿De qué diablos hablas? ¡No te conozco! ¡Déjame! >> Exigió la víctima con rostro

impasible.

<< ¿Me tomas por imbécil? Dar contigo no fue difícil... Un drogadicto escandaloso

nunca pasa inadvertido en Resurrección Hyle. Sé que planeas un atentado a gran


RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 75

escala junto a tus camaradas humanos... Dime lo que deseo saber o vaciaré tu mente a

la fuerza >>

<< ¡Demonios! ¡No hay nada que puedas hacer! Mejor lárgate de La Ciudad antes que

sea tarde... >>

Joshua consideró por un momento tal posibilidad.

De hecho, si fracasaba en la misión, no sólo morirían muchas personas sino que

incluso la vida de su querida niña estaría en peligro debido a las represalias que

seguramente se desatarían contra los G-3 de Tercera Generación a raíz de un

genocidio como el que estaba por tener lugar en La Ciudad.

Pero Joshua no podía ser egoísta. Sería relativamente fácil dejar que muchos murieran

mientras él se ocupaba de poner a Karin en un lugar seguro pero su falso papel de

detective había terminado por convertirse en una parte fundamental de su ser. Si el

atentado tenía éxito ni todas las marchas y camisetas blancas de Los Pacifistas

podrían evitar el exterminio. La misión del detective era salvar personas y detener a

Joe era la única manera.

Con agónico esfuerzo, Joshua fue penetrando cada vez más hondo en la mente

infecta de Joe, quien se retorcía de dolor ante las sorprendidas miradas de los

transeúntes.

Los lentes de contacto del oficial se hicieron añicos y una turba enfurecida cayó sobre

aquel G-3 que atacaba a un pobre humano encorvado.


RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 76

Durante el último instante de concentración, Joshua logró arrancarle al soplón una

única pero fundamental palabra:

<< SEED >>

Entonces, todo fue claro para el detective: ¡Los estúpidos Vigilantes se rebelarían

contra La Corporación detonando La Torre Central, el centro de su poder, el último

bastión de los G- 3!

Deshaciéndose con furia de la chusma que le retenía, Joshua logró alcanzar al

terrorista lanzándose sobre este y asestándole tantos golpes como le era posible.

La muchedumbre que venía en auxilio de Joe quedó paralizada tras descubrir que,

bajo los lentes oscuros de la presunta víctima humana, brillaban unos dorados ojos

exactamente iguales a los de Joshua.

El autobús frenó en La Estación y sólo uno de los luchadores se coló por la puerta

empujando bruscamente a otro caballero, cargado con sendas maletas, que acababa

de arribar al paradero.

Cuando el segundo G-3 intentó penetrar al vehículo, el conductor cerró

distraídamente la puerta.

El conductor balbuceó una breve disculpa y, con evidente hastío, se dispuso a abrir

de nuevo la puerta del vehículo, pero fue rápidamente interceptado por un extraño

sujeto de ojos ambarinos.

-No se le ocurra hacer eso. Diríjase a la próxima estación: La Torre Central. ¡AHORA!
RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 77

-¡Oiga! ¿Qué pasa ahí adelante?- protestó el hombre de las maletas desde los

puestos traseros del autobús – Encienda el motor de una buena vez... ¡Algunos

tenemos cosas que hacer!

-¡Un momento!- dijo el detective tratando de abrir la puerta –ese hombre es un

delincuente... ¡desea destruir media ciudad!

El conductor se apresuró a mirar al tipo que estaba dentro del autobús.

-¡Encienda de una maldita vez el motor o volaré éste vehículo en mil pedazos!- gritó por

fin el terrorista abriéndose el abrigo como un exhibicionista bien dotado… sólo que bajo

el abrigo había algo que ni los caballeros al interior del autobús podía deja de ver.

-TX 3000- murmuró el detective fuera del vehículo, impotente, comprendiendo de

repente la razón por la cual Joe Kenneth caminaba encorvado: El peso de un explosivo

mil veces más poderoso que la nitroglicerina apenas si le permitía caminar.- Así que

por eso escogieron a un psicoquinético… ¡Activará la carga con su mente! ¡Piensa

inmolarse frente a La Corporación SEED!

El chofer, que segundos antes dudaba, apretó los botones de aceleración, dejando al

detective tirado en medio de la carretera.

-Lo ha hecho usted excelente- agradeció el terrorista dando unas cuantas palmaditas

al hombro del aterrado conductor.

-Señoras y señores… Humanos y no humanos…Sea la paz entre nosotros…-

comenzó a recitar, de repente, el hombre de las maletas, dejando su asiento y

ubicándose justo delante del G-3


RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 78

-¡Ni un paso más, Pacifista de mierda! No quiera ser el héroe si no quiere volar junto

con sus palomas blancas ¡Siéntese ahora! ¡VAMOS!

–Hoy es un día especial- continuó el extraño sin vacilar - Son ustedes afortunados. Sí,

usted también, amigo de ojos dorados. Hoy terminará para nosotros la guerra entre

humanos y no humanos. He descubierto la clave que nos permitirá vivir en completa

armonía...

-¿La clave? ¿Cuál? ¿Dónde?- preguntó el G-3 mirando ansiosamente su reloj:

11: 58 PM

Aún había tiempo

El extraño esbozó una sonrisa y señaló las maletas.

El detective apenas se incorporaba del suelo, observando con desasosiego cómo se

alejaba el autobús y, con él, la última oportunidad de evitar la catástrofe. Había

fracasado...

Fue cuando una violenta explosión levantó el vehículo por los aires a tan sólo dos

minutos de La Corporación SEED.

Sí. Ese fue el primer acto terrorista de Los Pacifistas.


RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 79

CONEXIÓN PERDIDA
Finalmente lo había conseguido.

Después de dos años de constante investigación, algunos chantajes y no pocas

amenazas, Frank Aulster accedía a la Base de Datos Principal que tan celosamente

resguardaba La Corporación SEED.

El sistema estableció siete minutos mientras se cargaban todos los archivos referentes

a Los Enlazantes.

Sentado sobre una silla giratoria, Frank esperaba ansiosamente la transmisión de

datos desde las cuatro terminales decodificadoras a su computadora personal. Era un

equipo modesto pero lo bastante poderoso y discreto para un hacker que, como Frank,

necesitaba pasar desapercibido. De cualquier forma, era bastante difícil que le

descubrieran estando allí, en un lejano apartamento de la Zona Residencial del Oeste

aledaño al Antiguo Cementerio, el escondite perfecto y, además, económico debido a su

ominosa ubicación y a las escabrosas leyendas que sobre él se tejían.

Como fanático de la tecnología, Frank no era muy propenso a creer en cuentos de

espantos. Por esa razón, el que la vieja casera le hubiese advertido que el espíritu de los

seres queridos solían visitar el departamento antes de partir al Otro Lado, no habría

impresionado mucho a Frank excepto por un detalle y es que él comenzaba a creer que

había cosas que la ciencia aún no podía explicar como, por ejemplo, Los Enlazantes,

que eran la razón por la cual arriesgaba su vida y, quizá, la de su esposa…

Siete minutos...
RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 80

Siete minutos y, entonces, sabría la verdad acerca de aquellos extraños individuos que

un “buen día” aparecieron de la nada para ocupar las principales ciudades del planeta.

No es que Los Enlazantes fueran malvados o especialmente amenazantes, pero el

inusual apoyo que SEED les brindaba era suficiente motivo para preguntarse cuáles eran

los propósitos de tales individuos y, sobre todo, de sus abominables Enlaces Astrales.

Quizá, estas últimas criaturas constituyeran el verdadero origen de los miedos de Frank.

No era corriente que tan siniestros poderes accedieran al Plano Terrenal con sólo

invocar su presencia... Aunque, por otra parte, Los Convocados sólo obedecían órdenes de

sus Enlazantes y mientras estos últimos mantuvieran su pacífica actitud, nadie debía

preocuparse por nada... Nadie excepto Frank, que temía por la mujer que había capturado

su corazón.

June Aulster ejercía como maestra en una prestigiosa institución de La Ciudad. Por ley,

Los Enlazantes más jóvenes debían tomar sus clases junto a los “niños normales”, pobres

criaturas, ignorantes del peligro potencial que tan particular convivencia implicaba.

Nadie solía mirar con buenos ojos a un Enlazante, si bien poseían una apariencia

humana, y por ello los maestros, simples mortales, debían lidiar con la odiosa

responsabilidad de mediar en caso de conflicto.

Era claro para Frank que un Enlazante fuera de control podría invocar alguna monstruosa

criatura y, en medio de su ira, asesinar fácilmente a cualquiera que tuviese la mala fortuna

de estar cerca de él. June podría, entonces, ser fácilmente una presa inocente de esta

convivencia forzada entre humanos y Enlazantes que La Corporación se negaba a disolver.


RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 81

¿Por qué? Bueno, esa era una de las preguntas que Frank se dispondría a resolver en tan

sólo unos minutos, cuando la infiltración a la Base de Datos estuviera completa.

De repente, un agudo sonido le golpeó los tímpanos haciendo que brincara de su silla y

empuñara con fortaleza la 25 mm que reposaba junto al monitor.

Después de mirar a todos lados, sin aliento y empapado por el húmedo sudor que

descendía por su espalda tensionada, se percató del origen de aquel sonido:

 “SOLICITUD DE CONEXIÓN” 

Indicaba un mensaje en la pantalla.

Frank suspiró agradecido, se sentó de nuevo y apretó una tecla –ENTER- con su

tembloroso dedo índice:

“SOLICITUD ACEPTADA. AGUARDE UN MOMENTO, POR FAVOR, Y GRACIAS POR

USAR NUESTROS SERVICIOS” 

Para el observador común, la paranoica actitud de Frank habría resultado sospechosa,

por no decir patológica, pero el inquieto cibernauta tenía motivos de sobra para temer por

su vida:

Durante las últimas semanas, una serie de Mensajes “Anónimos” le advertían no

involucrarse demasiado en ciertos “Asuntos Confidenciales” pues, caso contrario, las

consecuencias no tardarían en manifestarse. En efecto, los sufragios a nombre del señor y

la señora Aulster llegaron un par de días después. La policía nada pudo hacer. O bien La

Corporación actuaba con absoluta precaución o bien había comprado un buen número de

oficiales.
RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 82

Frank habría querido desistir pero pistas definitivas comenzaron a llegar de fuentes

anónimas pero, en apariencia, igualmente interesadas en que el misterio de Los Enlazantes

fuera resuelto lo más pronto posible. Entonces continuó indagando. Por un tiempo, todo

pareció tranquilo. Luego, recibió la llamada: Si continuaba metiendo las narices June

pagaría las consecuencias.

Sabiendo que después de llegar tan lejos ya no podría dar marcha atrás, Frank sabía que

su casa era monitoreada. Que habia cámaras y micrófonos hasta en el inodoro. Arregló las

cosas para simular una pelea con June. En retrospectiva, había sido una escena de lo más

divertida. ¡June incluso le había lanzado unos platos a la cabeza! Sólo así podría salvarla.

Frank se había marchado para nunca regresar. El plan pareció funcionar a la perfección. Lo

último que Frank hizo fue rentar aquel destartalado apartamento y esperar pacientemente

por dos semanas hasta comunicarse con June a través de una Línea Privada que uno de

sus amigos más confiables le había facilitado. No se trataba, claro está, de una Línea

Telefónica – pues resultaba fácil para La Corporación rastrear y detectar tales señales-

sino de una Línea Virtual Codificada que sólo June usaría.

Por eso, Frank aceptó la SOLICITUD DE CONEXIÓN...

¿Quién más podría ser sino June?

-J: AMOR ¿ESTÁS AHÍ?- apareció al fin el mensaje de la mujer.

-F: SÍ PRESIOSA. AKÍ ESTOI ☺- respondió Frank moviendo, tan rápido como podía,

sus torpes dedos sobre el teclado virtual.

-J: ¿CUÁNDO VOLVERÁS A ↸?


RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 83

- F: PRON6TO!

- J: ¡SIN TI ESTOY COMO MURTA!

Frank se proponía a contestar que él también la extrañaba, que no podía vivir sin ella...

pero June fue más rápida:

- J: ¡SIN TI ESTOY COMO MUERTA! 

Frank suspiró.

- F: ODIO CUANNDO ACES ESO 

- J: ¿QUÉ COSA, FRANK?

- F: CORREGIR TUS FRASES! LA RED FUE CREADA PARA ESIO... PARA ESCRBIR

A TODA PRISA

- J: LO SIENTO, AMOR. NO PUEDO EVITARLO- Fue la respuesta de June.

Frank podía imaginarla alzándose de hombros y esbozando una tenue sonrisa con sus

labios... esos labios como pétalos de flor.

Era verdad. June era perfeccionista por naturaleza y ni siquiera ocho años de “matricidio”

(como Frank le llamaba) habían conseguido modificar tan exasperante rasgo.

- F: DESCUIDA, PRESIOSA.ES SOLO KE... ME HACEN FALTA TUS MANIAS.

- J: Y A MÍ LAS TUYAS. HOY COCINÉ TU PLATO FAVORI...

La frase quedó a medias... Algo impropio de June.

- F: JUNE? ESTAS ALLI?

Una larga pausa.


RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 84

En realidad fueron unos cuantos segundos, como bien lo demostraba La Carga del

computador que aún no copiaba todos los archivos acerca de Los Enlazantes.

- J: HOY COCINE TU  FAVORITO: VERDURAS T-4 - Prosiguió June,

regresándole el alma al cuerpo tensionado de Frank.

- F: POR QUE TITUBEAS6TE?

- J: CREÍ ESCUCHAR UN RUIDO... LA VERDAD ESTOY UN POCO ASUSTADA. LOS

ÚLTIMOS DÍAS HE SENTIDO QUE ME VIGILAN… HE ESCUCHADO LA PUERTA

ABRIRSE PERO PARECE QUE NO ERA NAD...

De nuevo una interrupción.

Sólo que, en esta ocasión, se trataba de un inesperado apagón al interior del vetusto

edificio donde Frank permanecía oculto.

-Demonios- musitó Frank desde las tinieblas, apretando con fuerza la automática.

La Carga no se había completado y su computadora no dada señales de vida.

<< Espero que no se haya fundido el hardware... ¡Vaya! ¡Parece que, después de todo, La

Corporación no me perdió el rastro en ningún momento! >>

A pesar de la espesa oscuridad y la atenazante angustia que crispaba sus articulaciones,

Frank se las arregló para apuntar al espacio vacío donde, según creía, estaba la puerta,

esperando acabar con cualquier ente –humano o Astral- que se atreviera a cruzar el umbral

Un crujido quebró el silencio.

El gatillo se movió unos milímetros bajo el dedo sudoroso de Frank y, entonces...


RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 85

Regresó la luz al edificio.

-¿Sólo... fue un apagón?- murmuró, casi incrédulo, el confuso hombre protegido tras la

silla giratoria.

Las fallas eléctricas eran típicas en La Ciudad.

-¡Los archivos! ¡JUNE!- recordó Frank olvidándose del temor.

Sobre el monitor aparecían unas letras:

¿HAY ALGUIEN ALLÍ?

Frank estuvo a punto de responder, contento de que La Línea se hubiese restablecido tan

rápidamente, pero se detuvo en seco al notar que el mensaje carecía de remitente...

-F: KIEN ERES? COMO OBTUBISTE ESTE CONTACTO?- escribió Frank. Sus ojos

pasaban de la brillante pantalla a la puerta del departamento y viceversa.

¿DÓNDE ESTÁS?

Las letras aparecían con celeridad asombrosa. Debía tratarse de un Hacker sumamente

hábil con el teclado... si es que estaba usando uno.

- F: PRIMRO RESPONDE: KIEN ERES?

YO... NO SABRÍA DECIRTELO. SÓLO RECUERDO EL ROSTRO DE UN NIÑO Y

LUEGO… APARECIÓ ESE MONSTRUO DE LA NADA… ¡DIOS! ¡TODO ES TAN

CONFUSO AQUÍ! CREO QUE ALGO HORRIBLE ME HA OCURRIDO…CREO QUE ESA

CRIATURA ME HA…

- F: NO TE CREO.- tecleó Frank lleno de furia. Los nudillos de la mano con la cual

sostenía el arma presentaban una marcada lividez –SOLO UNA PERSONA PODRIA
RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 86

COMUNICAR4SE CONMIGO... SI ALGO LE PASA A MI ESPOSA ESTAS MUERTO!

ENTIENDES? ¡MURTA!

¿MURTA?

Contestaron del Otro Lado.

¡YO NO ESTOY MURTA!

Fue entonces cuando, ante los aterrados ojos de Frank, se fueron borrando uno a uno los

últimos caracteres del mensaje, para luego aparecer de nuevo... con una sutil diferencia:

 ¡YO NO ESTOY MUERTA! 

Frase que se repitió a lo largo y ancho de la pantalla:

¡YO NO ESTOY MUERTA! 

 ¡YO NO ESTOY MUERTA!

¡YO NO ESTOY MUERTA! ¡YO NO ESTOY MUERTA!

 ¡YO NO ESTOY MUERTA! 

Una atroz certeza, tan atroz como el dolor que le consumía, atravesó la mente de Frank:

<< Perfeccionista hasta El Final >>

Y con lágrimas digitó:

- F: CLARO QUE NO, AMOR, CLARO QUE NO...

Cuando la pantalla del computador, fundido desde el momento del apagón, dejó de emitir

su luz sobrenatural, un disparo resonó en la estancia...

Realmente, Frank no podía vivir sin June.


RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 87

LA REVELACIÓN
“No, no, ¡eso, no!
¡Todo menos saber qué es el Misterio!
Superficie del universo, oh párpados
cerrados, ¡Nunca os alcéis!
La mirada de la Verdad Final no
podría soportarse”
Álvaro de Campos (het. De Fernando Pessoa)
DEMOGORGON

Era la Prisión Militar de Resurrección Hyle un lugar de pesadilla, una tierra

poblada de monstruos criminales y asesinos de toda índole. Si por insensata

curiosidad criatura alguna remontaba sus pensamientos a tan innoble universo,

recreando la vista en las furtivas figuras recortadas bajo el filo de los barrotes

oxidados de aquel cuadro demencial, acudían a la mente los vacíos imaginarios

del psicópata moderno que aquí enumeramos:

1) Una mirada fría e impasible.

2) Una mente despierta pero truculenta, ávida de abominables maquinaciones.

3) Cierto regusto por la sangre y demás sustancias corporales, en especial si

son ajenas.

4) Fotos de mujeres o niños pegadas en un muro grisáceo que hace las veces

de templo o sabe Dios qué cosa.

5) La imagen de un hombre físicamente espantoso y, por regla general,

impotente.

Pero no fue esto lo que el Padre Raymond H encontró tras las rejas del presidio.
RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 88

Dos individuos compartían la lúgubre celda, precariamente iluminada por una luz

mortecina y sobrenatural que se colaba por un pequeño rectángulo incrustado en

la pared, la única ventana del dormitorio. Ambos reclusos se encontraban

recostados sobre un viejo camarote, de tal manera que, del hombre que reposaba

en la colcha superior, no podían advertirse más que sus negros pies.

El otro sujeto, aquel joven de rasgos delicados, cabello corto y lustroso e

increíble aire de calma y seguridad– a pesar del indecible tormento que debía

estar experimentando- era Reaper Dwight: asesino de niños, mujeres y ancianos a

lo largo y ancho del planeta.

Fue en Resurrección Hyle donde, por decirlo de algún modo, llegó a

consagrarse como el más despiadado infanticida de los últimos diez años. A su

“nada despreciable” lista se sumaban cinco chicos y tres chicas de La Ciudad,

salvajemente acuchillados en el pecho con un arma que, según los entendidos,

constituía una verdadera reliquia histórica.

En efecto, La Daga parecía pertenecer a cierto pueblo de hechiceros,

desaparecido siglos atrás en misteriosas circunstancias, sobre los cuales no

atinaron los expertos a vislumbrar mayor verdad.

Nada se supo del cómo llegó tal arma a manos de Reaper Dwight y, mucho

menos, del por qué de sus execrables actos teniendo en cuenta que, tras

minuciosos análisis médicos y psicológicos, nunca se halló el menor rastro de

trastornos cerebrales o perturbaciones psíquicas en el recluso. Antes bien, los


RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 89

resultados de las pruebas revelaron inusitadas capacidades intelectuales

acompañadas de una no menos asombrosa concepción ética y moral del mundo,

bastante acorde a los parámetros esperados para el hombre común.

Ante la inevitable pregunta: “¿Por qué lo hizo?”, el cínico asesino acostumbraba

a alzarse de hombros o negarse a responder, arguyendo que “Los mortales no

podrían comprender tan elevadas cuestiones”

Todo esto sabía el Padre Raymond antes de reunirse con la pérfida figura que le

esperaba, con inquietante anhelo, en la celda compartida.

Un guardia cerró la reja tras el viejo sacerdote comentando que debía hacer su

ronda pero que, en caso de emergencia, sin duda debían llamarle.

-Dios está conmigo, hijo mío- dijo el Padre – ve también con él.

El guardia se retiró lanzando una mirada cargada de desprecio hacia Reaper.

-Padre Raymond... me alegra que haya podido venir- aseguró el homicida

poniéndose en pie.

-Siempre acudiré al llamado de un alma arrepentida- afirmó el sacerdote

sentándose sobre el catre inferior e indicando a Dwight que le imitara.

-Gracias, Padre. No sabe lo importante que esto es para mí...

-En unos minutos vendrán por ti. ¿Sabes como será, hijo mío?

-Sí, Padre. Inyección Letal. Un compuesto experimental diseñado por La

Corporación: causa mucho más dolor y aniquila el cerebro con menor velocidad.

Raymond asintió.
RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 90

Reaper Dwight podía ser un monstruo y, no obstante, ¿Cómo evitar sentir

lástima por la horrenda muerte que aguardaba a tan joven individuo?

-Entonces, Dwight ¿Deseas confiarme tus pecados? ¿Quieres algún tipo de

absolución en las postrimerías de La Muerte?

-No, Padre. No deseo una absolución... y, a decir verdad, no creo necesitarla.

Todo cuanto he hecho ha sido un Acto Divino

El Padre guardó silencio.

Reaper Dwight supuso que el sacerdote ya habría tratado con decenas de

homicidas, quizá peores que él, si eso era posible, y quizá por ello no le

asombraba en lo absoluto La Revelación de su oveja descarriada.

-¿Qué deseas entonces, hijo?

-Confesaré... pero no mis muchos pecados, pues no puedo considerarlos tales,

sino la oculta razón tras mis acciones: La razón por la cual hice lo que hice y por

qué haré lo que, muy a mi pesar, tendré que hacer.

-Adelante. Escucharé tus últimas palabras.

Una obscena carcajada se desgranó por la celda.

El prisionero de la colcha superior se retorcía de risa.

-¿Ha leído usted todo esto?- comenzó por decir Reaper ignorando a su insidioso

compañero de presidio al tiempo que señalaba las Sagradas Escrituras, una Biblia

antigua y descuadernada que Raymond sostenía entre las manos.


RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 91

-Por supuesto, hijo. Todos los días dedico algo de mi tiempo a las palabras del

Señor.

-¿Qué sabe usted de los Sellos?

El Padre se revolvió, incomodo, en el catre.

-Son símbolos. Metáforas que guardan subrepticios contenidos. Durante varios

siglos fueron objeto de interpretaciones, la mayoría poco afortunadas, pero

finalmente se llegó a un acuerdo general...

-Lo sé, Padre- interrumpió Reaper – Yo también consulté los textos eclesiásticos

del siglo XXI. Sin embargo, debo diferir de tal acuerdo, Padre Raymond. Los

Sellos no son divinos... Están MALDITOS.

-No veo como podrías concluir tal cosa... - intentó disuadirle Raymond.

-Sencillo, Padre. Porque yo soy un “Elegido”, un enviado del Señor destinado a

borrar la infamia que ha contaminado Las Realidades.

-¿La infamia, hijo?

-¡Los Sellos! Las Marcas del Maestro Oscuro. Me refiero al ser que usará La

Puerta de Cristal para guiar las hordas del Caos a todas Las Realidades; El

responsable del encierro y la liberación de Los Prisioneros...

-¿Fue ese Maestro Oscuro quien te encerró?- inquirió el Padre con tono neutro.

Reaper reflexionó un momento.

Raymond se estremeció, nervioso, como si hubiese dicho algo indebido.


RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 92

El psicópata lanzó un vistazo alrededor de la celda y reparó en la minúscula

ventana por la cual parecían colarse los primeros rayos de sol...

La inquietud se apoderó de Reaper luego de clavar sus ojos en la ventana ¿Se

debía acaso al halo de misterio que flotaba en la atmósfera?

No. No era eso. Era la certeza de que, con el amanecer, se aproximaba la hora

de su ejecución... Tenía que darse prisa...

-El Maestro Oscuro fue quien infectó Las Realidades con su Sello ponzoñoso. La

Corporación SEED es el mayor logro de aquel ser pero... por fortuna estamos

nosotros...

-¿Nosotros?

-Los Cazadores. Los encargados de rastrear, encontrar y asimilar Los Sellos del

Maestro. Generalmente están inscritos en objetos inanimados pero, en ocasiones,

aparecen en el cuerpo de algún ser vivo...

-Y tienes que asesinarlos- concluyó el Padre con gesto comprensivo, como si,

de repente, ya no fuera un siervo del Señor sino un Analista del Psiquiátrico

Estatal

-¡No tengo opción, Padre!- exclamó Reaper tomando a Raymond por la sotana -

¡Yo también estoy Sellado! ¡Si no tomo Los Sellos diseminados por el mundo y me

hago más poderoso, alguien vendrá a cazarme!

-¿Tú... estás Sellado?- el Padre se estremeció de nuevo.


RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 93

Reaper no esperaba que el viejo le creyera pero, al parecer, lo había conmovido

un poco... o tal vez el Padre también sabía La Verdad...

-¡Mire!- Reaper se abrió la camisa. En el pecho, demasiado perceptible a pesar

de las penumbras que comenzaban a abandonar el cuarto, se distinguía con toda

claridad La Inscripción, El Sello circular característico de La Corporación SEED.

La risa espectral del otro prisionero sacudió la fría madrugada.

El psicópata estaba harto de aquel imbécil pero no podía perder su tiempo con

él...La libertad – ¡hermosa libertad!- dependía del Padre.

-¡Eso no es posible! ¡Por Dios, NO!- el sacerdote soltó La Biblia, se incorporó de

la colcha y retrocedió espantado hasta chocar contra las rejas.

-Así es, Padre Raymond- dijo Reaper Dwight en un susurro – y lo que es más

interesante: sólo otro Sellado puede percibir este Sello Corporal...

-¿Qué dices, hijo? ¿Qué dices?- el Padre temblaba junto a los gruesos barrotes,

incapaz de gritar, incapaz de escapar a su destino...

-No sabe cuanto tiempo anduve buscándole... Es un hombre difícil de encontrar

¿Verdad que sí, señor Raymond? O debo llamarle Jason... Jason Baker. ¿A qué

se debe ese cambio de nombre? ¿Acaso obedece a cierto temor por su... vida?

A medida que hablaba, el psicópata se acercaba cada vez más al tembloroso

anciano: Un hombre alto, enjuto y demacrado (posiblemente debido a su

constante temor a ser cazado)

Los pies de Reaper aplastaron las hojas en blanco de la Biblia del sacerdote.
RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 94

La brillante hoja de La Daga se reflejó en el trémulo mentón de Raymond H...

¡Ah! ¡Cómo le hubiese gustado al Cazador ver el rostro transfigurado del viejo en

aquel preciso momento! Pero un negro sombrero de ala ancha le cubría las

facciones, las marchitas facciones que pronto serían consumidas por la afilada

cuchilla...

-Esto debe ser una pesadilla... - gimió Raymond desde el suelo, cada vez más

encogido por el terror.

-¡Una pesadilla! ¡Claro que no! ¡Usted no sabe lo que es una pesadilla! Pesadilla

es no poder dormir jamás, Padre. Pesadilla es descubrir que eres el nuevo blanco

del Cazador Legendario, aquel que nunca duerme, aquel que desolla a sus

víctimas envolviéndolas en un sueño tan profundo y complejo que ni Dios mismo

lograría distinguir el mundo de los sueños del mundo real… ¿Conoce usted a ese

Cazador Legendario, señor Parker?

-JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA...

Tronó la aberrada carcajada del segundo prisionero.

-¿Qué es tan gracioso imbécil? ¿No entiendes lo que aquí ocurre? Cuando

acabe con este viejo me encargaré de ti... no serás el primero al que asesine por

placer...

-Antes... ¿Puedo hacerte una pregunta?- musitó el Padre con la cabeza

inclinada, como si estuviese orando...

-Claro, “Padre”...
RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 95

-¿Recuerdas cómo llegaste aquí?

-¡Por supuesto, viejo! Me hicieron unos exámenes, me despojaron de La Daga

(sin saber lo fácil que me sería recuperarla), y solicité su presencia...

-Y ¿Antes de eso?- preguntó Raymond. Su tono ya no era desgarrador... había

algo maléfico en aquella voz reseca y serpenteante.

-¿Antes? ¿Antes?...

-Sí, mi querido hijo, antes de entrar a Prisión ¿Dónde estabas?- Ahora era el

“Padre” quien, irguiéndose lentamente, hacía retroceder al asesino.

-Yo... Escapaba… Escapaba sin descanso del Cazador Legendario… y llegué a

una antigua casa... una choza deshabitada...

-Y ¿Después?

-Después... vi un cuadro… el cuadro de una prisión…

- Sí, hijo mío, sí… ¿Y luego?

-Luego… luego me lancé sobre una suave colcha... ¡Oh, Dios! ¡Era tan suave!

-¡Claro que lo era, hijo mío, CLARO QUE LO ERA!

La Daga cayó al suelo.

Reaper Dwight yacía contra el muro, completamente aterrado, y fue entonces

cuando decidió echar una última mirada a través de la abstrusa ventana que tanta

inquietud le había causado desde su ingreso a la Prisión...


RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 96

Allí, al otro lado de las rejas. estaba su propio cuerpo, descuartizado, casi

irreconocible a excepción del rostro que, apacible, manifestaba el profundo sueño

en el cual le había atrapado el Cazador Legendario.

Ahora el Padre estaba tras la ventana. En la choza. En el mundo real.

-¡Hijo mío!- dijo mientras jugueteaba con sus entrañas –Yo te absuelvo de tus

culpas. Ahora cumple tu condena

-¡NO! ¡Es mentira! ¡ES UNA MALDITA MENTIRA!- chilló Reaper tirando de las

rejas pintadas en el cuadro.

Los guardias le sostenían.

La Inyección le esperaba.

El prisionero volvió a reír...


RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 97

D-MENTE EN MENTE
“Ellos sacan a Dios de la criatura,
ya con el escalpelo o con la idea,
y el enigma eternal de la natura,
surge el conjuro de su voz que crea”
Víctor Hugo / LOS MAGOS

“¿Alguna vez te has preguntado qué pasaría si, luego de llegar al más alto nivel de

madurez psicológica –llámese juventud, vejez o decrepitud- tuvieras la

oportunidad de volver a ser un niño sin olvidar absolutamente nada de lo que

hasta el momento hubieras aprendido?

PUES BIEN... ¡AHORA ES POSIBLE!”

Éste era el misterioso correo electrónico que encontró en su agenda el

distinguido profesor Daimon Madness. El mensaje en cuestión se hallaba

prácticamente oculto entre decenas de archivos olvidados que el viejo profesor

estaba a punto de eliminar. .. Pero, al parecer, el extraño mensaje tenía cierto

mecanismo que obligaba al usuario a bórralo cuatro veces antes de desaparecer.

Algo contrariado, el canoso maestro presionó una, dos y tres veces el icono de

la pantalla digital que le permitiría enviar al limbo virtual aquel molesto mensaje.

No obstante, cuando su índice, torcido y arrugado, se aproximaba por última vez

a la brillante pantalla, el viejo se detuvo...

¿Y si lo que decía resultaba ser verdad?


RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 98

Una oleada de esperanza azotó su demacrado cuerpo mientras contemplaba tal

posibilidad.

Sus años como docente del Instituto le habían dejado excelentes dividendos

económicos con los cuales se había podido costear la enorme casa en donde

residía, los últimos cachivaches tecnológicos y, sobre todo, los múltiples

tratamientos contra el cáncer que le consumía las entrañas.

Tal vez sobreviviera un par de años más soportando a medias el tormento físico

al que era sometido en el Hospital General de La Ciudad pero, y esta pregunta se

la hacía con frecuencia, ¿Valía la pena tal sufrimiento?

El profesor Daimon no tenía más razón para vivir que su meloso gato de

compañía, Mr. Finnkles, pues sus familiares hacía mucho le habían abandonado y,

por otra parte, el viejo nunca tuvo valor para casarse (aunque oportunidades no

faltaron)

Sin embargo, parecía difícil aceptar que al oprimir un simple icono –

RESPONDER- su vida cambiaría.

Mr. Finnkles saltó sobre el regazo del anciano y lanzó un quedo maullido, como

si intentara decirle:

<< ¿Qué haces? Si cambias de vida ¿Quién cuidará de mí? >>

La temblorosa mano del señor Madness se deslizó por el brillante lomo del

felino. Enseguida, un timbre proveniente de la agenda indicó que la decisión había

sido tomada:
RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 99

-Lo siento, amigo- atinó a decir el viejo mientras apartaba al minino de su lado.

II

-Antes que nada, déjeme felicitarlo por elegirnos. Nuestros programas de

Intercambio Mental son pioneros en La Ciudad. Tenemos los mejores planes de

pago y la más reconocida nómina de asesores...

-¡Ya basta!- ordenó el profesor con impaciencia – El dinero no es problema para

mí. Sólo deseo saber cómo funciona y cuándo estaría todo listo para la...

transición.

-Sí... por supuesto, Señor Madness. Acompáñeme a la sala de Inducción, allí le

explicaré el proceso y el tiempo de ejecución del SWEVEN.

Daimon siguió al funcionario a través del amplio vestíbulo de La Corporación

SEED donde cientos de empleados y usuarios hablaban animadamente acerca de

los múltiples servicios que les podían ofrecer.

A continuación, penetraron en un elevador que se destacaba por ser tan

estrecho que apenas cabían ambos hombres en su interior.

El Asesor usó su tarjeta de identificación, deslizándola por el lector infrarrojo,

para poner en marcha el elevador con una orden verbal:

-Al subnivel 7

A lo cual respondió otra voz, melodiosa pero artificial:

DE INMEDIATO. DISFRUTEN EL RECORRIDO Y GRACIAS POR USAR ESTE

SERVICIO.
RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 100

Segundos después, Daimon y el funcionario caminaban por un extenso corredor

de blancas paredes. A lado y lado se encontraban incrustadas bruñidas puertas de

plata marcadas con dígitos variables.

El Asesor abrió una de las puertas y con un gesto, similar a una reverencia, le

indicó al profesor que siguiera.

El laboratorio estaba iluminado por placas azuladas. Un abrumador número de

máquinas trabajando en silencio rodeaba a los recién llegados. En el centro del

salón se levantaba una enorme estructura metálica, irregularmente dispuesta, por

cuyos extremos sobresalían gruesos cables enredándose entre sí como un nido

de serpientes atezadas.

-Aquí estamos- dijo el Asesor sonriendo nerviosamente.

-¿Y?- preguntó Daimon cada vez más irritado.

-Pues... Bueno. El procedimiento es bastante sencillo, señor Madness. Tan sólo

debe usted reposar unos cuantos minutos en una de las cápsulas que están a su

derecha y el sistema analizará, registrará y grabará sus contenidos mentales en

un diminuto microchip cuántico que, junto a ciertos componentes electrónicos, le

permitirá gozar de una nueva vida.

-Suena sencillo- reconoció el profesor más bien escéptico – pero ¿Cómo

funciona?

-¿Qué? ¿Su funcionamiento? Debe usted comprender que soy un mero asesor

de Ventas y, por lo tanto, es poco lo que puedo decir del principio científico que
RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 101

sustenta el proyecto. Parece tratarse de una copia electromagnética de su mente

aunque, desafortunadamente, posee un par de inconvenientes...

-Sabía que no era tan perfecto- comentó Daimon.

-Espere, no se alarme. Es sólo que, como Asesor, debo informarle de los límites

del SWEVEN...

-¿SWEVEN?

-SWEVEN; el nombre con que bautizamos el microchip cuántico... ¿En qué

estaba?

-Los límites del SWEVEN...

-¡Ah! Sí. Son básicamente dos:

1. Una vez iniciado el proceso de “copiado” no hay vuelta atrás: La mente no

podrá regresar al cuerpo original. Se desconocen las razones pero, créame, en

los proyectos de prueba no funcionó.

2. Sólo se puede implantar su mente en el cuerpo de un niño y sólo en una o dos

oportunidades como máximo. Al parecer, los cambios corporales y el proceso

de inducción son bastante dañinos para la sensible estructura del SWEVEN, Si

el chip sufre algún daño sus datos estarán perdidos...

-Un momento - Intervino el profesor - ¿Acaso no pueden crearse otras copias de

mi SWEVEN?
RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 102

-Se puede pero, por un fenómeno conocido como enmarañamiento cuántico,

cualquier cambio en su información electromagnética alterará automáticamente las

demás copias, haciéndolas obsoletas para nosotros.

-Entiendo- Daimon se encontraba maravillado.

-¿Alguna otra pregunta, señor Madness?

-¿Por qué un niño? No me malinterprete pero... ¡Este invento es el sueño de los

transformistas!

-La mente “copiada” reemplaza la mente del cuerpo objetivo. Entre más años

tiene el objetivo, más difícil será que el SWEVEN desplace esa antigua mente. Un

recién nacido sería el sujeto ideal pero, en tales circunstancias, el proceso de

inducción resultaría peligroso y harto engorroso para el usuario. Un chico o chica

de siete a once años nos parece apropiado.

-Un chico de nueve estará bien- se apresuró a solicitar el anciano – y, a

propósito ¿Dónde consiguen los cuerpos?

-Esa es una pregunta que no estoy autorizado a responder- repuso el Asesor

con expresión inescrutable.

-¿Cuándo puedo empezar?- preguntó Daimon

El asesor sonrió y, luego, le llevó a una oficina para formalizar el trato.


RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 103

III

Nuevamente estaba allí, esperándolo, con las manos entre la negra chaqueta y el

cigarrillo en la boca. Al comienzo no creía que, en verdad, aquel sujeto le vigilase pero,

con el correr de los días, aquella conclusión parecía más y más acertada.

Bueno. No había razón para desesperarse. Aquel tipo le vigilaba pero no se atrevería

a nada más ¿Verdad?

Por otro lado, el individuo no tendría más de treinta años y jamás imaginaría que su

víctima le superaba en conocimientos por lo menos sesenta años... aunque físicamente

aparentara once.

Daimon Madness, ahora llamado Eric Wisller, llevaba una vida perfecta desde hacía

ya dos años. Vivía con unos amables y comprensivos padres en un edificio del Centro

de Resurrección Hyle; asistía al Instituto donde, sin mucho esfuerzo, obtenía

excelentes calificaciones e, incluso, se las había arreglado para socializar con los

chiquillos inmaduros que ahora eran sus amigos. Sin embargo, las preocupaciones que

hacía tanto no le mortificaban se materializaban ahora en la forma de un sujeto que,

todas las tardes, le esperaba en una esquina del instituto, mirándole fijamente mientras

subía al Autobús Escolar que le llevaría a casa.

Desde el momento en el cual estuvo seguro de tal vigilancia, Eric / Daimon sacó una

sola conclusión: Aquella última advertencia, que el Asesor le había hecho con tono

confidencial antes de meterlo en la cápsula, parecía cumplirse:


RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 104

<< Si alguna vez nota algo extraño o, mejor, alguien extraño, debe usted estar alerta,

señor Madness: El creador del SWEVEN fue despedido en circunstancias algo...

confusas. Antes de desaparecer, juró apoderarse de al menos uno de sus inventos y,

así, encontrar la manera de alterar todos los chips cuánticos como venganza contra La

Corporación SEED >>

Lo que el Asesor había olvidado mencionar era ¿qué diablos hacer en caso de

encontrar al desquiciado sujeto?.. Por supuesto, SWEVEN tenía incluido un sistema

informativo que monitoreaba continuamente el estado del usuario (y del chip) para

realizar una intervención de emergencia en caso de necesitarlo, pero aquello

tranquilizaba muy poco al chico / anciano.

Quizá, aquel problemilla era una forma de purgar su culpa... Porque a decir verdad no

todo había resultado perfecto para Eric/ Daimon:

Inquieto por la suerte de su anterior cuerpo y, en últimas, de su querida mascota, el

profesor había hecho una breve excursión a la enorme residencia que antaño le

perteneciera más, lo que allí encontró, no fue nada agradable.

Contrario a lo expuesto por el Asesor, el viejo cuerpo del señor Madness terminó

ocupado por otra mente, pero no cualquier mente; se trataba de un SWEVEN

mezquino, arrogante y violento... en especial con Mr. Finnkles.

En los escasos minutos que Eric / Daimon observó al sujeto desde una ventana

adyacente al jardín, el mísero gato había recibido varios puntapiés, pisotones y demás

agresiones que incluían torturas psicológicas como, por ejemplo, la imposibilidad del
RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 105

minino para alcanzar una croqueta atada a un cordel que el anciano balanceaba con

pérfida fruición. El desespero con el cual Mr. Finnkles procuraba atrapar su alimento le

sugería al chico / anciano que aquel animal llevaba días sin comer..

Eric / Daimon estuvo tentado a abrir alguna ventana y dejar escapar al pobre felino

pero, luego de meditarlo mejor, se abstuvo de hacerlo pues, posiblemente, Mr. Finnkles

no duraría ni un día en las duras calles de La Ciudad.

¿Llevarlo a casa? Imposible. Sus comprensivos padres no tolerarían un animal en el

elegante departamento.

-Lo siento, amigo- musitó entonces el chico / anciano escabulléndose entre el jardín,

alejándose de la mansión por segunda vez con el ánimo de no regresar jamás.

Aunque lo haría.

IV

-Estúpido... estúpido... ¡ESTÚPIDO! – se repetía Eric / Daimon mientras corría

por las calles cada vez más oscuras de Resurrección Hyle –Olvidar un libro en el

salón y regresar por él... ¡SOLO PARA PERDER EL AUTOBÚS! ¡QUE

ESTÚPIDO!

El chico / anciano lanzó un rápido vistazo a sus espaldas.

No había nadie siguiéndole... O eso parecía.

-¡Noventa y tres años¡ ¡Noventa y tres años y, aún así, cometo errores tan...

tan... ESTUPIDOS!
RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 106

Un ruido como de pasos le obligó a correr más deprisa. No podía permitir que El

Creador le atrapara. Eric / Daimon no lograba imaginar lo que aquel enfermo

habría de hacerle si lo agarraba... o a lo mejor sí: Le abriría el cráneo, extraería su

preciado SWEVEN para introducirlo entre un frasco (o conectarlo a su agenda

digital) y desecharía el cuerpo en las alcantarillas de La Ciudad o, peor aún, en las

Tierras Oscuras de Resurrección Hyle, donde los remedos humanos y las ratas

podrían divertirse con sus restos (que, en el sentido estricto de la palabra, eran los

restos de alguien más)...

Sin saber cómo, el chiquillo / anciano arribó a su edificio, atravesó el vestíbulo y

se introdujo cual dardo en el elevador, justo cuando las puertas del mismo estaban

a punto de cerrarse.

-Llegas tarde- dijo una voz a su izquierda.

Eric / Daimon soltó un grito infantil, impotente, terrorífico...

El sujeto de la chaqueta negra le esperaba.

-¿Qué quiere?- preguntó el chico / anciano aterrado.

-Bien lo sabes, amiguito. Recuperar lo que me pertenece-

-Gritaré-

-¿De nuevo? Vamos, no soy tan necio ¿sabes?. Aquí tengo algo que te hará

callar...

-¡AUXILIO! ¡AYÚDENME!- vociferó Eric / Daimon.

El aspersor le roció con su gas somnífero y todo fue oscuridad.


RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 107

Poco a poco, la conciencia y la percepción de los objetos, borrosos e indefinidos,

se hicieron presentes. ¿Dónde estaba? ¿Qué había ocurrido?

Unas voces llegaron a sus oídos... unas voces casi incomprensibles,

segmentadas y difíciles de asimilar...

-Doctor... Agradezco... ayuda... Asesor... mentir... límites...JA... JA ...JA

-Yo... tengo... pertenece... y... tú... también... Suerte... Eric

-Adios... ¡Llegaré... tarde... Instituto!

Daimon no se extrañó al ver pasar el cuerpo de Eric hacia la puerta... ¡Lo que le

extrañó fue reconocer la puerta!

-¿Y bien?- dijo El Creador dirigiéndose a Daimon -¿Quiere una croqueta, Mr.

Finnkles?

FIN
RESURRECCIÓN HYLE - RELATOS - 108

ÍNDICE

RESURRECCIÓN HYLE 3

LAS CRIATURAS DEL POZO 18

POLLITOS FOSFORESCENTES 24

INFECCIÓN 37

BAJO LA CAMA 49

EL PROCESO DE CREACIÓN 57

LOS PACIFISTAS 65

CONEXIÓN PERDIDA 79

LA REVELACIÓN 87

D-MENTE EN MENTE 97

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