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Por lo cual estoy seguro de

que ni la muerte, ni la vida,


ni ángeles, ni principados, ni
potestades, ni lo presente,
ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo,
ni ninguna otra cosa creada nos podrá
separar del amor de Dios, que es un
Cristo Jesús Señor nuestro.
Romanos 8: 38, 39

¿Si murieras hoy, dónde pasarías la eternidad? Sra. Trinidad de Yáñez.

Una pregunta que me he hecho a mí mismo y a muchas personas a las cuales les comparto el men-
saje del evangelio. La eternidad… Si mi amigo, tarde o temprano vamos a enfrentar esta realidad.

Luego de la muerte de mamá, me puse a pensar en que no hay tragedia que se pueda comparar con
la muerte de una persona que ha rechazado a Cristo. Morir sin Jesús como Salvador es enfrentar el
destino más triste posible: una eternidad sin esperanza.
Hasta las personas más exitosas, por muy fantásticas y admirables que sean las cosas que lograron,
pierden todo lo bueno de la vida si mueren sin haber confiado en Jesucristo como Salvador.
¿Qué va a caracterizar el final de tu vida? ¿La paz o la desesperación? Te puedes regocijar en el
perdón de Dios. Puedes tener la seguridad de que la muerte no te separara del amor de Dios
(Romanos 8:38,39), sino que te llevará a Su presencia.
Eso puede suceder si, al igual que mi señora madre, pones tu fe en Cristo, confiando en que por la
muerte, sepultura y resurrección de Jesús, tus pecados son perdonados. Tus últimas palabras pue-
den ser entonces triunfantes cuando esperes con ansias la eternidad con Cristo.

Aceptar o rechazar la oferta de salvación dada por Dios es decisión es tuya, eres la única persona
responsable ante Dios. Este por esto que hoy te animo en medio de mi momento de dolor por la
pérdida de mi madre a que vengas a Cristo el verdadero dador de la vida.

Cristóbal Yáñez

Director del Instituto Educativo Cristiano

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