Está en la página 1de 8

Dos Bicentenarios

Fr. Nelson Medina F., O.P.,


Prior del Convento de N. S. del Rosario de Chiquinquirá

Este año recordamos en Colombia el


bicentenario del llamado Grito de
Independencia (20 de Julio de 1810) y el
bicentenario de la proclamación de
Chiquinquirá como Villa Republicana (1 de
Septiembre de 1810). Eso significa que, menos
de dos meses después del tímido intento de
Santafé, en el que apenas se pedía "Cabildo
Abierto," ya esta ciudad mariana se ponia de
parte de la causa "republicana," que en aquel
tiempo significaba abiertamente: opuesta al
régimen monárquico, y por tanto:
independentista. ¿Cómo pudo suceder eso? Es
fascinante descubrir que la imagen de la
Virgen, aquí venerada en el lienzo renovado,
tuvo una parte no pequeña en la manera como
se desenvolvieron los hechos. Los trazos
básicos de aquella epopeya permite entender
también por qué el ejército libertador vino con

Página 1 de 8
gran confianza a pedir, casi que a reclamar, que
la Virgen se desprendiera de sus joyas como
medio más expedito de re-financiar las exiguas
arcas de los combatientes patriotas.
Ante todo es bueno recordar que lo que
nosotros llamamos "independencia" fue un
proceso complejo que tuvo distintas vertientes,
diversas versiones y expectativas desiguales en
los varios sectores de la población
neogranadina. Una cosa eran las discusiones,
de cierto nivel teórico, de aquellos criollos que
estaban al tanto de la Ilustración y que tenían
por modelo a la Revolución Francesa; otra cosa
era la desazón y el disgusto de los campesinos
o pequeños comerciantes que simplemente
veían esfumarse sus modestas ganancias por
cuenta de los pesados impuestos de la Corona.
Ademas, entre los que se sentían descontentos
había de todo: gente que quería que el rey
viniera a gobernar aquí; gente que quería que
no hubiera más rey ni monarquía; gente que
quería simplemente más justicia en la
repartición del erario público; gente fastidiada

Página 2 de 8
de que la maltrataran y le cobraron impuestos
tan altos.
En este crisol de ideas y personas creo que se
destaca con brillo propio el Movimiento
Comunero, nacido en lo que hoy es el
departamento de Santander. Tres cosas me
llaman la atención de los Comuneros: primera,
que su primera preocupación no era el poder
sino la justicia. La fuerza de los Comuneros no
está en asuntos de raza o sangre sino en algo
más sencillo: los bienes deben llegar a todos.
En segundo lugar, es notable que se trata de un
movimiento autóctono. Mientras que las
discusiones de los criollos tuvieron desde el
principio la guía masónica y anticlerical
heredada de los pensadores ilustrados, los
Comuneros son más un movimiento que quiere
construir una sociedad mejor pero que no siente
el impulso de destruir lo que hay. No es tanto
anti-español como pro-neogranadino. En tercer
lugar, llama la atención el arraigo popular que
tienen los Comuneros desde sus comienzos.
Uno puede decir que esta es una de las pocas

Página 3 de 8
ocasiones en nuestra historia en las que no se
ha secuestrado el nombre del "pueblo" para
luego decir cualquier cosa. No se usó al pueblo;
se quiso servirlo.
La causa comunera agrupó gente sencilla,
elemental, incluyendo campesinos, labriegos,
artesanos y pequeños comerciantes. En su
marcha hacia la capital no se les veía muy
distintos de lo que uno pudiera encontrarse en
la Chiquinquirá de aquellos tiempos cuando
llegaban las romerías de Santander. Se trataba
del mismo renglón demográfico, por decirlo
así. José Antonio Galán, líder comunero por
excelencia, pasó por Chiquinquirá en agosto de
1781, a meses de su trágico e injusto final. La
Ciudad de la Virgen era paso obligado de los
santandereanos en sus correrías hacia la capital
del Virreinato, y en general hacia el centro del
país. Aquellos hombres de músculos templados
al sol y al arado, y aquellas mujeres de ojos
bellos, serios y penetrantes eran gente devota y
recia a la vez; cristianos de fe sencilla y
profunda, que sabían saludar el día con un

Página 4 de 8
Avemaría y sellar la jornada con un buen
rosario.
Es apenas natural entonces que las ideas
libertarias y anti-esclavistas que circulaban por
Charalá, Mogotes, Socorro y tantos otros
poblados tuvieran resonancia en los claustros
del antiguo convento de Nuestra Señora del
Rosario, residencia de los frailes dominicos,
que por entonces llevaban siglo y medio como
custodios del Lienzo sagrado. Aquellos
religiosos conocían el alma del pueblo y sabían
cuánto dolor se escondía en las lágrimas de
aquellos que habían sido desposeídos por la
codicia del imperio extranjero. Era tanto lo que
se sabía de Galán antes de que él viniera que
cuando llegó en 1781 un hacendado de esta
región chiquinquireña pretendió "castigarlo"
por fomentar la insurrección. El hecho
demuestra que el lenguaje comunero era
moneda corriente en la Tierra de la Virgen y
hace explicable la sintonía casi inmediata entre
el grito independentista de 1810 y la
proclamación de la Villa Republicana.

Página 5 de 8
La Virgen misma tuvo un papel que creo que
no se ha destacado suficientemente. Mucho
antes de la muy celebrada donación de sus
joyas para el ejército libertador, la imagen de la
Virgen hizo algo que estimo más profundo y de
mayor alcance.
Sabemos, en efecto, que España nos trajo su
sistema judicial, su lengua y su religión. Luchar
contra España podría parecer una sublevación
contra la fe. De hecho, los criollos masones
vieron en la independencia la oportunidad de
deshacerse de la influencia de la Iglesia en
muchos órdenes de la vida social, de donde vio
una tensión que atravesaría el siglo XIX. El
resultado es conocido: el conflicto de poder
entre la Iglesia y el Estado habría de producir la
expropiación de bienes y el lanzamiento al
destierro de centenares de religiosos. Sólo la
tenacidad de alguien como Fray Buenaventura
García hizo que este convento dominicano de
Chiquinquirá no siguiera ese camino. Pero ello
muestra hasta qué punto la causa de la
independencia quiso ser asociada por algunos a

Página 6 de 8
la causa de la destrucción de la fe. Estos tales
encontraron su mayor obstáculo en la Virgen de
Chiquinquirá. No sólo por la heroica resistencia
de Buenaventura y sus compañeros, sino sobre
todo porque el Santuario de la Virgen vino a
mostrar de modo bien visible que la causa de
los pobres es su propia causa, y que luchar por
la justicia no es un pretexto para alejarse de
Dios ni para darle la espalda a la Iglesia.
Si el ejército patriota pudo recoger gente y
recursos de entre la gente más sencilla, que
también es la más creyente, fue, en buena parte,
porque esa misma gente sentía que no estaba
traicionando su fe, recibida de los españoles,
aunque tuviera que luchar contra los españoles.
La Virgen ayudó a hacer la diferencia entre la
fe y el sistema de gobierno: una cosa es que
España trajo la fe y otra es si el sistema español
funcionaba dentro de los parámetros de la
justicia y no simplemente de la explotación de
recursos que luego debían servir a las guerras
que la Corona sostenía en Europa. El pronto
apoyo de los frailes dominicos y la declaración

Página 7 de 8
de la Ciudad Mariana como Villa Republicana
enviaron un mensaje muy fuerte, que hoy
podríamos traducir así: Se puede ser creyente y
no estar de acuerdo con el sistema de
dominación implantado por la corona
española, a pesar del hecho de haber recibido
la fe de los españoles.
Pienso que también hoy la Virgen sigue
catequizándonos en ese sentido. Desde su
silencio orante, el Lienzo Renovado nos
recuerda que ningún sistema político, y ningún
gobernante, es el Reino de Dios. Más allá de
las precariedades o logros de la política y la
administración, el Reinado de Dios permanece
como ruta del cristiano y como brújula que a
todos inspira y a todos sirve. Y ahí está la
Virgen de Chiquinquirá para recordárnoslo.

Página 8 de 8

También podría gustarte