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El libro de la esposa
Teatro
Unipersonal femenino
José Montero
Hacía seis meses que papá había fallecido y mamá me había alquilado
este piano de luto. “Por dos años, de esta casa no puede salir una sola nota –
me dijo–. Pero no quiero que pierdas la digitación. Una chica de sociedad debe
saber piano”.
Los cuadros cubiertos, las ventanas cerradas. La ropa de tienda Los Lutos,
ejercicios y me entregó este libro. “Lo compré para vos”, me dijo, y se fue.
(Tocando la portada del libro con las yemas de los dedos, leyendo.)
sea luz, y si por acaso Dios te elige para la misión de esposa, que encuentres
misión de esposa…”.
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Qué extraño que mamá hubiera escrito esas palabras. Ella misma me
había supervisado desde los once años a medida que preparaba mi ajuar. En
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únicamente como compañera del hombre en una unión para toda la vida.
“Las mujeres que pretenden tratar al hombre de igual a igual, y aún más,
papel que consiste en dar los primeros pasos para asegurar la paz del
“Las mujeres deseosas de representar otro papel van contra todas las
destinadas”.
***
que a mí me intrigaba.
verdad, las relaciones entre un hombre y una mujer. La única información que
“Los hombres son bestias –me decía–. Tienen esa cosa animal que los
peor”.
Ni siquiera con mi padre. Ni siquiera con Juan, mi único hermano, tres años
alguien.
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cuyo carácter deja mucho que desear tienen suficiente inteligencia para
“Su marido es un libro abierto, y sólo pide que aprenda a leer en él con
afectuosa solicitud. Pronto llegará a saber todo lo que significan las diversas
qué notas dar para dulcificar sus penas o hacer cantar su alegría”.
***
Pablo Combes era francés. Vivió entre 1856 y 1909. Fue sacerdote en
Herederos de Juan Gili Editores. En la última página hay una leyenda que dice
encargado en Librería Las Palmas, de Callao al 700, los dos títulos que
seguían de Pablo Combes, “El libro del ama de casa” y “El libro de la madre”.
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“Van a tardar algunos meses en llegar –me dijo–, pero quiero que tengas
Lee:
“La esposa debe poseer una condición que subyuga de modo irresistible
virtudes y defectos.
“Si son los defectos los que predominan, vuestra empresa será menos
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Salvador Martínez tenía 28 años y era el hombre más buen mozo que
pasteles de La Teatina, de avenida Santa Fe! ¡Mi debilidad! Hacía tanto que no
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los probaba… Me moría de ganas por comerme otro, y otro, y otro más. Pero
excelente posición”.
Lee:
“Gran número de mujeres no tienen ninguna idea del valor del dinero ni
de lo que cuesta ganarlo. No saben más que gastarlo, y como lo gastan con
***
Juncal.
Brandsen”, dijo.
advirtió.
En virtud del luto que debía guardar por mi padre, fue una ceremonia breve,
Ventana.
Lee:
“La luna de miel es esa fase del matrimonio durante la cual ambos
***
Dicen que lo van a cerrar. Una lástima. Porque si cierran el casino, el hotel se
muere.
Lee:
“No es cierto que el hombre haya sido creado para la agitación y las
pasiones. Nada tiene para él tanto valor como la vida tranquila del hogar
doméstico.
“No es extraño que el modo como uno se despierta influya sobre nuestra
“He aquí una circunstancia que debe tener presente la esposa que
buen humor.
arreglarse. Éste es uno de los puntos en los cuales puede y debe ejercer su
almohadón que gusta tener bajo sus pies, la luz que conviene a la habitación
para que pueda leer los periódicos. No perturbará su lectura con palabras
“Y así en todo, en todas las cosas de la vida ordinaria de aquel día, del
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marcha la casa. Que comprar las alfombras, que las cortinas, que supervisar a
la empleada.
silencio”.
que cumplí diecinueve años. “Para que puedas practicar todo lo que quieras –
termine el luto”.
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cinco de la tarde.
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rectificar un error, hacedlo, pero sin ese tonillo profesional al cual nos
duda o incertidumbre, diciendo por ejemplo: Creía que las cosas no habían
“De este modo decís lo que queríais decir, demostráis que estabais bien
“Vale cien veces más para la esposa ignorar o aparentar que ignora una
cosa, y pedir una explicación, que dar lecciones y querer aparecer como mujer
sabia.
mujer que le demuestra que se interesa por lo que él dice y que se sentiría muy
“En todos los casos, será preferible que la esposa se interese en los
puesto que, procediendo así, sólo tendrá que dejarse llevar por una corriente
una nueva.
menor: las artes, la marcha de los negocios bursátiles, los deportes, la política.
“Conquistad a vuestro marido haciéndole feliz. Este fin justifica todos los
medios, sin excluir las amables artimañas con que logréis convencer al
***
Los jueves, que era el día libre de la empleada, al principio cocinaba yo.
Hasta que yo, avergonzada del plato que había preparado una noche,
Nunca lo vi tan enojado. “Vos sos mi esposa –me dijo–, no sos una
Lee:
realmente. Los culpables son los padres, los cuales, sin preocuparse del
ha de poner en juego mucha buena voluntad y mucho afán por instruirse, a fin
perdido”.
***
él no me había avanzado.
ignorancia, por supuesto; pero a la vez con mi anhelo de que eso finalmente
ocurriera.
sugerido.
muy nervioso.
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Lee:
“No se puede negar que la mujer está más expuesta que el hombre a
condición.
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“¿Dónde mierda las pusiste?”, me gritó. La primera vez que le oía decir
Brandsen con Eduardo, y mamá no tiene por qué enterarse. Voy y vengo en el
día”, aseguró. Rescató las bombachas del fondo del baúl, me dejó todo lo
Lee:
sitio, circunstancia que permite al marido dar con objetos que no hubiera
no hay orden. Por el contrario, otras retienen o atraen de nuevo a sus maridos
***
entregarse, por lo que toca a sus ropas interiores y peinado, a todas las
marido.
para él en una mujer ordinaria, semejante a otras que no quieren agradar, que
“Helo ahí todo. ¡Agradar, agradar siempre! A esto debe reducirse la gran
conseguir el amor”.
***
no atendía nadie.
acababa de levantarse.
“Lucía, qué sorpresa –dijo–. Perdón por la facha, pero pasá, pasá”.
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tarde. Y di por sobreentendido que vos sabías que se quedaba. Pobre Lucía,
tomemos un café”.
atravesada en la garganta.
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marido.
debilidad de carácter.
“El marido sabe todo esto, y no obstante hay muchos que se dejan
deberes”.
***
estaba yendo a la oficina, pero que no se molestara, no hacía falta que viniera
avisó que venía y utilizó su propia llave para entrar, toda sigilosa.
así me pagás?”.
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se marchó.
“Eduardo, por favor –le dije–, no sabés cuánto dolor y cuánta vergüenza
me ocasiona preguntarte esto, pero necesito saber con quién está Salvador”.
Eduardo hizo un largo silencio y luego respondió: “No puedo, Lucía, esas
cosas las tenés que hablar con Salvador, son muy privadas”. Y no hubo
Lee:
cuento el asunto.
***
Como dice el libro, “¡oh, santa y dulce costumbre!, ¡cuántos males curas,
único que podía darme una pista era Eduardo Just. Volví a su departamento, y
gustan los hombres. (Con desdén.) Le gustan los indios. ¿Dónde te creés que
estuvo toda esa semana? ¿En los brazos de una mujer? Ojalá. ¡Estuvo
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con vos para conformar a la madre, para cubrir las apariencias. Salvador… El
hermosa e intocada mujer. Que te quede claro, Lucía. La felicidad tendrás que
sepa que me ha juzgado mal, y que soy absolutamente incapaz de faltar a mis
besos. Y volvieron las caricias. Y volvió el avance incontenible… Y yo, con toda
aeroplano en Entre Ríos. Falleció en el acto. Fue el primer y único hombre que
tuve en mi vida.
Silencio.
Terminó en una librería de viejo de la avenida Santa Fe. Y ahí sí. Hace
historia escrita de puño y letra en los márgenes del tomo, y entonces, por fin,
pude hablar.
Apagón.
FIN