Robustos hálitos del viento refrescante Kioscos de calor que acarician suavizante Alborada brillosa seductora, fascinante.
Haciendo frontera en la márgen del tiempo
Embelesante carrera recompensa del lamento Diciendo a todos del villano pasado Sin dejar de revelar el Nuevo estado Que amerita hacer público el enamorado.
Gruñen las tiniblas en la penumbre lejanía
Culpandose de descuido por su vieja presa Jurandose venganza y reconquista presta Triturando labios entre dientes mal olientes. Revoloteando el perímetro insolentes Esperando la oportunidad siempre latente.
Nuevos caminos de esperanza serán forjados
Primaveras arribarán al espíritu rescatado Con esplendorosa mañana renovado En cada ardiente prueba purificado.
Nada como la existencia del Evangelio.
Es el lugar en el cual no hay temor, Hasta las piedras se parten por el amor, Su dureza no pueden retener, Ni aún sus dolorosas esquinas defender.
Es ahí que las espinas se afanan por herir,
Se esfuerzan las tormentas por atemorizar, Los raudales se encrespan para espantar; Pero hay soporte, aliento y refugio; Donde los pétalos de las nubes destilan rocio Llueve miel después de amarga hiel, Y el terciopelo de los montes trae la brisa Que apacienta el alma y apaga el fuego.
Se acerca la mañana que nunca terminará
La cicatriz será borrada, nunca se abrirá, Acabará el grito, el lamento se desvanecerá, A la sonrisa bondadosa dadora de vida La que el maligno dijo que estaba perdida Ahi estará el Señor con su dulzura Recibiendonos en un abrazo que perdura Con su calor sanador que fortifica los huesos Y su radiante amor que concreta los sueños Del idilio eterno que empezó cuando le conocimos Y nos renueva a diario mientras le seguimos Manteniendo viva la esperanza