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TEORIA Y REALIDAD DEL REGIMEN MONETARIO

COLONIAL PERUANO (SIGLO XVI) :


LA MONEDA DEL CONQUISTADOR
Carlos I'azo Garcfa

,,Mde el punto de ukla xr>nómía, el céleb¡e ¡escate de Afahua{p y el rcprto del te'
y
so¡o verifrado en Gjamarca el ¡nbmo año mnstifuyen ambos un solo hecho de enorme
ímprhncia, por cuanto de él armna la vida monetaia en nuaho tenitorio".
Manuel Moreym hz sotdán, Antecedentes epañoles y el clrculanfe durante
Ia conquista e iniciación del víneinato (1941)'
hesento a continuación un resumen sobre el origen - y ademas algunas nuevas
equivalencias - de las unidades monetarias en pasta que se emplearon durante la
con-
quirtu y primeros años de colonización española en el F¿ru. La información presentada
puede-resultar útil a quienes se encuentren habajando el siglo XVI y encuentren en los
documenios una aparentemente confusa variedad de unidades monetarias'
Puesto que habifualmente se enüende como moneda sólo a aquélla acuñada, in-
cluyo en los dos primeros apartados secciones del proemio de mi estudio sobre la mo-
neáa colonial, destinados aquí a aclarar la naturaleza monetaria del régimen económico
colonial desde sus mismos orígenes.
El interesado encontrará información adicional sobre la moneda en e[ siglo XVI en
el tomo I del citado estudio, y en el tomo ll, fórmulas y equivalencias sobre el manejo
del peso ensayado.

I. INTRODUCCIóT.¡: T¡ MONEDACOLONIAL, VEHíCUIO DE I"A


INSERCIóN DE UNA ECONOMíA DE CONSUMO EN UNA ECONOMIA
MUNDIAL DE PRODUCCION
La moneda constituye una realidad dinámica en las sociedades de economía mo-
netaria, porque las arritmias de su poder liberatorio y el angostamiento de su disponibi-
lidad configuran los síntomas más notables en los momentos de crisis, y también
por-
que durante los tiempos de las largas regularidades estructurales, su cuantificación ex-
presada en los recuentos de los beneficios logrados en la gestión empresarial privada, [a

talanza cornercial y la finanza pública permite medir la magnitud del crecimiento eco-
nómico conseguido.
L-os mencionados roles de la moneda los encontramos plenamente presentes en la eco-
las anteriores
nomía modema, nacida en la segunda miiad del siglo XV que a difercncia de
y acumu-
tuvo el rasgo disirntivo de constituir un proceso de producción, comercio, consumo
lación comptetamente monetario. Desde un comienzo este proceso englobó a Europa, Bpa-
y uniéndolos a fin de constituir la maquinaria perfeclible
ña y a las Llonias de Fenl México,
de una 'economía mundo', aún ügente. Así lo ha comprendido la historiogmfía contempo-
'ventajas comparati\'rasrdel comer-
ránea que, repensando la tesis de Adam Smith sobre las
y
cio colonial y la teoría hegeliana del desanollo desigual, se ha encargado de documentar
teo'jlzar los alcances de esta economía.
pe-
Las razones expuestas son suficientes para constatar que el tema de la moneda
ruana colonial interesa tanto a la historia de nuestro país como a la del sistema econó-

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mico mundial señalado, pues, eviclentemente, desde mediados del siglo XVl,
el Ferú
quedó tan inserto en éste, que toda su esiructura económica fue organizada a efecto de
qu" .on suma funcionalidad cumpliera el rol que le fue deparado respecto al mercado
a saber el ser un exportador de dinero precioso y un importador de las manu-
"urop"o,del Viejo Mundo-
facturas
papel, porque en los cir-
Desde un principio el kru colonial cumplió a la per{ección su
no como mer-
cuitos de sus comerciG intemo y extemo impr.rso el oro y la plata, tratándolos
en el intercambio,
cancía vendibles, sino como moneda, sin inrportar [a forma que exhibiemn
en una Caja Real de Quintos. fuí lo re-
la de disco acuñado en una @ca o la de barm sellada
de carassa, Ensayador Mayor del Reino del
calcó más adelante, en 1761Joséph Rodríguez
krú, dando respuesta a una inquietud del Corsejo de Indias:
"La plata en pasta como ctrcIpo es una especie que se
puede comptar por más o
menos, jero después que se fitnde en barras recibe los punzones reales, ya no es es'
y
pecie síno .onidu que tiene un valor legal. esta razón, aunqLre los censos, por
fur
ejemplq deben imponerse en moneda conlada y no en especie, se imponen en barras
ensayadas, pues estas son verdadera numeracíón de moneda. fur esto
también, nadie
viene de Bpaña a compfar las barras con la moneda de Bpaña, st'no con géneros, y
cosa que la venla que hacen de sus géneros' y para que esa sea
esa compra no es otra
la barra debe ,", pniiq cuya naturaleza consiste en regular el valor de los géne'
venta,
ros que se compran." (l\
que conviene
El testimonÍo transcrito relieva tres aspectos de la moneda colonial,
subraya¡ porque esclarecen el panorama concerniente a su manejo y ayudan a la co-
rrecta interpretación de su función:
himero.- l-a odstencía de dos gáneros de moneda, que el tecnicismo monetario de la
é¡roca conüno en denominar'moneda meno/, refiriéndose a los reales
y escrrdos y
'moneda mayol, al tratar de ban:as y tejos. oficialmente esla distinción se mantuvo hasta
diciembre de 1683, fecha en que el viney Duque de la hlata, de un modo terminante,
prohibió los giros del comercio intemacional efectuados en barras de plaia.
En los hechos, sin embargo, situaciones coyunturales muy concretas condicionaron
que
la trasgresión de este mandato, al extremo que al Rey no le quedó más remedio
a disponer excepciones a la regla cuando resultara preciso
autorizar al vicesoberano
(Real cédula del 1" de mayo de 1689), V permitir luego al comercio de Lima embarcar
en barras hasia un 10% del valor de su giro monetario'
cálculos provisÍonales concernientes al monto circulante de ambos
géneros de
moneda, elaborados a partir de las cifras oficiales de rendición de quintos y moneda
que durante e[ siglo XVI el dinero argénteo en discos
acuñada, nos permiten á.nu"ru,
acuñaclos alcanzó a ser el 13.27o del monto iotal, mientras que el valor en banas repre-
en cifras
sentó el 86.8%. Para el siglo xVII, el lapso 1634-1661 que hemos compulsado
del Alto y Bajo pnrú nosie,rela una conelación de 50% para la moneda
bana y 50%
para la moneda disco. Exceptuando el período 1700-1725, a lo largo del siglo XVIII la
relación cambió notablemente en favor del dinero acuñado, pues en todos los casos

este significó más del 9O7" del circulante total (2)'


Cegundo.- En las plazas del comercio exterior, (Cartagena y Fortobello) mientras
se mantuvo el régimen de galeones (1564-1750) y en Lima, desde
que se instauraron
(1750-1821), las monedas mayor y menor actuaron como m€-
los navíos de registro
de compfa, decir como vehículos de un gasto improductivo que resultaba del
dioe es

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consumismo de las élites, acostumbradas a exhibir su señorío mediante el lucimiento de
costosísimos artículos importados.
Puede asegurarse que desde el principio el krú concunió al mercado mundial como
comprador y no como productor, y por esta circunstiancia, los precios de las mercancías
adquiridas y aún el propio poder libemtorio de sus monedas dependieron de los costos de
produrción y comercialización establecidos en las esferas del mercado europeo; todo esto sin
desconocer que el juego de la oferta y la demanda en el mercado intemacional indiano tenía
también un gmdo de participación en la fijación de los precios (3).
La idea de que la colonia remitía oro y plata a España porser ésta la 'metrópoli
exaccionadora' debe desecharse por simple e ingenua. No era Fspaña, sino el con-
aumo exacerbado de una eociedad señorializada la causa de tales envíos. Tám-
poco esta metrópoli era la recipendiaria final de las riquezas embarcadas, sino los países
mercantilistas de Europa, como bien lo ha documentado el historiador portugués José
Gentil da Silva, a propósito del destino de los caudales renritidos en 1572 (4\.
Del virreynato peruano no se enviaban'tesoros de un lribuio', elno m<¡nedas
por lae compras efectuadas y los adeudos contraídos con el capital comer-
cial y financiero de la carrera indiana. Bte último hecho resulta tan cierto que ni
aún la renta del Real Fisco constituía una excepción a la regla. Así, si nos hacemos eco
del juicio ponderado del historiador norteamericano Clarence Haring (5) y lo respalda-
mos con las cifras que proporcionan los esposos Chaunu (6), durante la segunda mitad
del siglo XVI entre un 50 y un 607o del ingreso fiscal, antes de salir de la Colonia, fue
inmerso en los circuitos del comercio y consumo de productos importados por la vía del
gasto de la administración gubernamental, porcentaje que en los siglos venideros habría
de incrementarse a79.27" (lapso 1651-1739) segun las cifras de la española María En-
carnación Vcente Rodríguez (7), V a más del 957" en la segunda mitad del siglo XVlll,
según el cálcúlo que hemos documentado en un trabajo anterior (8).
Ilara mayor ilustración de lo acaecido en este último período, recalquemos dos cir-
cunstancias: que el ingreso general de la caja de Lima representó sólo el 50% de la cifra
total acuñada en la ceca de esta ciudad y que entonces el comercio de importación lle-
gó a ser tan intenso que prácticamente hizo desaparecer la reserva o fondo de circula-
ción interna, que en monedas macuquinas entonces ascendía a aproximadamente once
millones de pesos de a ocho (9).
Tercero.- Es un hecho constatable que al interior del país el seclor empresario
adjudicó a la moneda la función de medio de pago, pues ésta era la única que podía
garantizarle la acumulación dineraria que le asegurara la solvencia económica requerida
para la adquisición de los artículos europeos. En esta dirección, se puede aseverar que
estos personajes practicaron una suerte de'mercantilismo al revés', porque ganados
por el consumismo ya mencionado, que un crítico de la época tildó de 'fa/ta de eco-
nomía"(701, dieron a sus utilidades dinerarias la calidad de una renta y no la con-
dición de un capital destinado a dinamiear los términos del proceso económico que
conducían. For ello, la amortización y la reinversión de capital fueron ajenas a su activi-
dad empresarial, y el endeudamiento, la quiebra y e[ concurso de acreedores ,bucedían
de ordinario", como sentenció en 1763 el sacerdote Miguel de Rada (11).

II. EL ROL DE IA MONEDA EN LA DOCTRINA MONEIARIA DEL SIGLO XVI


El paisaje económico-monetario bosquejado nos describe la realidad tal como la

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n*oriun las fuentes primarias de la época. Otros documentos, en cambio, nos brindan
la reflexión doctrinal surgida a raíz de ella, con el objeto de avalarla y darle el respaldo
de una racionalidad también demostrable en el campo de las ideas.
Sobre este asunto, los hombres del virreinato asumieron una posición muy defini-
da, apoyándola en los argumentos monetarios difundidos por Tomás de Aquino en su
Suma Teológica, y que en el propio siglo XVI diversos autores españoles se encargaron
de difundir con amplitud de casufstica, verbigracia Tomás de Mercado, Veronense Sa-
ravia, Luis de Alcalá, Cristóbal de Villalón, entre otros.
La moneda fue definida de la única manera que resultaba admisible, "medio por el
cua/ se lrafan todas las cosas del universq y se haen a conversación pam poseerlas y
gozarlas I. .l de manem que el poseer todas las cosas críadas es el Íin y el dínerc con
que se alcanzan es el medio" (12). Definida la moneda de [a manem dicha, la dochina
vigente sentenciaba que ella no podía 'ber fin de ganancia, porque -contra el orden de
la natumleza- , se usaía de lo que es medío como fi¡f'.
En este contexto teórico, la ganancia empresarial era concebida como una renta,
pues para ser válida y no pecaminosa debía estar motivada por la necesidad de satisfa-
cer el sustento domrástico y las urgencias propias del status, según lo observó el oidor
Matienzo en 1567 (13). I2ara mayor abundamiento, un hatadista de la talla de Hevia
Bolaños, cuando tuvo que pronunciarse sobre este asunto, enfatizó que la ganancia
siempre "era censumble cuando el fin de su uso no era la uiñud -la necesidad- sino sólo
la ganancía misma" (74).
C-omo puede apreciarse, la doctrina monetaria descrita concebía la función del di-
nero en términos muy dilerentes a los del mercantilismo europeo, para el cual el dinero
era fundamentalmente capital, es decir un fin en sí mismo.

IIl. LA MONEDA DEL CONQUISTADOR: EL PESO DE ORO Y EL MARCO


DE PIATA BIANCA.
El conquistador no trajo consigo monedas de cuño castellano. Se lo impedían las
trabas burocráticas que eran propias de la licencia que debía tramitar en Ia Casa de
Conkatación de Sevilla, y asimismo los obstáculos derivados de Ia política económica
monetaria bullonista de los reyes españoles, todo esto sin contar con el desgaste eco-
nómico que a cada expedicionario [e signilicaba el quedar expedito pam la'entrada''
For eso, entre los conquistadores, desde un comienzo resultó frecuenle el acuerdo "de
dar y pagar con la sigvienle fundición y repadintienlo de orc y plata" (I5l,.
La no existencia de cuños obligó a recurrir al uso de la moneda metálica en paeta
ensayada pero no acuñada, a la cual se convino en llamar'peso de oro'y'marco
de plata'. Como estas monedas o hozos de metal al peso poseían una diversidad muy
grande de fíneza, la conveniencia común en ambos casos dio lugar a la aparición de
una coffespondiente moneda de cuenta, que respecto a[ oro fue llamada 'peso de buen
oro' o 'castellano de buen oro', y respecto a la plata recibió la denominación de 'marco
de plata b[anca', 'de ley'o'fina'.
Así, eI peso de buen oro quedó constituído en la expresión cuántica de un peso
bruto de oro que alcanzaba 0.16 onzas (4.60093 gramos), una ley de 22 712 quilates
(937.5 milésimos) y un valor legal de 450 maravedís ó 13 reales 8 maravedís.
El marco de plata blanca, por su parte, se convirtió en expresión contable de un
marco de ocho onzas de peso bruto, una ley de 11 dineros 4 granos (930.5 milésimos)

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y un valor legal de 22'l,o maravedís o 65 reales, valor que en la práctica fue elevado
más adelante a22IL maravedís.
En un principio (1533), la predilección que el conquistador
manifestó por el metal
áureo y su indiferencia frente a la pasta argéntea, depreciaron
a esta última en más de
un 507o, pues e[ intercambio habrfa de efectuarse a razón
de un marco de plata de ley
por 2 o 2.5 pesos de buen oro, cuando el fndice bimetárico
vigente tr-io.rl señalaba
que el cambio debía realizarse por 4.9 pesos de oro.
Este coeficiánte ,n puro en práctica
recién cuando las riquezas del Ceno Rico de Fotosí absorbieron
el interés de los con-
quistadores, lo que ocunió en 15215.
Las monedas de cuenta indicadas facilitaron el manejo monetario
del oro y la
plata de leyes reconocidas e impidieron que sus giros
respectivos se convirtieran en un
caos dada la diversidad de leyes existentes. En ambos
casos, la fórmula de reducción
hubo de consistir en una sencilla operación aritmética.
El único inconveniente mdicaba en que el peso de buen oro
valía ¿l5o mamvedís y el
marco de plata fina 2211, formando una proporción incómoda pam
el manejo contable.
IV. I..AS MONEDAS EN PASTA DEL COLONO. EL PESO
ENSAYADO, EL
PESO CORRIENTE, EL PESO DE ORO REDUCIDO.
No es arbitrario señalar el año 1549 como el del inicio de la
colonlzación económl-
ca del rahuantinsuyo. Hasta entonces habían venido
sucediéndose gu"rru; muy cmeles
entre los conquistadores; la economía indígena continuaba
inmersa en sus anceshales
patrones de ordenamiento, y la ausencia de empresarios
de la producción era muy no_
toria. La tiena, el medio de producción por excálencia, se reclamaba
sólo para obtener
de ella los tributos necesarios a una existencia señorial muy costosa, pues
casl nadle
pensaba en convertirla en objeto de una negociación
empresarial. Las minas, por su
parte, se explotaban con una mínima o nula inversión, y
la preferencia era la labor a
flor de tiena y la afinación de los metales empleando la tácnica
aborigen.
Esto cambió mn la llegada del ucenciado fud¡o de la Gasca, quien
áphcando sumo
rigor las instrucciones recibidas, reshingió el poder de los encomena"ros
y sentó "on
las bases
económicas pam iniciar lo que se puede llamar la 'colonización
empresaria'iel funi, la única
que en vendad contaba, pues sólo ella podía asegumr la permaneniia
del poder regio y crear
los pilares pam que la Tesorería Real de Sevilla consiguiem los fondos
fiscales que tianto ne-
cesitaba la C,orona ante la debade de su Caia caslellana.
De conformldad con las medrclas tomaclas por La Gasca y qurenes
lo sucedreron
en el gobierno, entre 1549 y 1580 se instauró el anhelado rogtmen
colono empresarro,
que prácticamente quedó en manos de resldentes no encomenderos.
con este régimen
se sentaron las bases de lo que terminarían por ser los
circuitos de producción y comer_
cio más significativos.
El régimen empresarial y los inmensos tesoros que guardaba Fotosf,
ahora explo-
tados a un ritmo intenso, condicionaron hes sucesivas moáificaciones
del sistema mone-
tario. La primera fue la creación der peso ensayado, la segunda la
desaparición del peso
de plata corriente y la tercera el inicio de la acúñación.
Tales medidas fueron consideradas necesarias para garantizar
el orden monetario
exigido por el nacimiento de la actividad empresaria productora y
el crecimiento del
consumo de artículos importados que la nueva economía promovía.
al El peso ensayado en pasta. Según nuestras investigaciones, nació entre los
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años 1548 y 1553 como una moneda de cuenta en la cual, a través de su valor (450
maravedís) se pudiese expresar el valor conespondiente a todas las leyes de la nomen-
clatum argéntea, medidas en la unidad de un marco de 8 onzas de peso total. Cinco
pesos ensayados conformaban un marco ensayado imaginario, de 2250 maravedís, que
eran expresión de un valor intrínseco ascendiente a 7.58 onzas puras (217.84 gramos) y
de un valor legal que totalizaba los 66 reales 6 maravedís. Cada peso ensayado repre-
sentaba un peso ligado de 1.6 onzas, y por ello signaba un peso 10 veces mayor que el
del peso de oro.
La relación de peso total que acaba de ser revelada y también el hecho de que el
peso de oro y el ensayado valiesen zl50 maravedís y de que la relación bimetálica enhe
ambas monedas de cuenta estuviera sujeta a[ índice vigente en Bpaña, permite agregar
a las dichas una razón más para el nacimiento del ensayado: la necesidad de establecer
un sistema que permitiera relacionar e intercambiar las paslas de oro y plata de ley re-
conocida con suma facilidad, a pesar de las diferencias que les eran inherentes y la di-
versidad de flneza que ambas trafan consigo.
No debe confundirse el peso ensayado en pasta con el peso ensayado de nueve
reales (306 maravedís de valor legal), pues como en alguna oportunidad tuvo que acla-
rarlo el Ttibunal Mayor de Cuentas, el primero "...subsistía teal y físicamente en su mis'
ma especie en la barra"y el segundo "...fan sólo era un número artifícial buscado para
facilitar la cuenta" (16\.
Algo cercano ocurúa con el peso ensayado de doce reales y medio (425 maravedís),
una moneda imaginaria creada por el viney kancisco de Toledo pam el uso de los naturales
c¡ando rástos convenían en pagar sus hibutos en ensayados-pasta. El descuento de 25 mara-
vedís lo justificaba la costa de acuñar el peso ensayado, que más adelante tendría que ser
cubierta por el encomendero o el comerciante que lo recibiera.
b\ El peso corriente. Tál fue el nombre genérico conferido a la plata circulante
sin ensayar. Esta moneda nació en los años iniciales del auge potosino (1549-1552)' y
desde sus orígenes tuvo una existencla real, por lo que es completamente inapropia-
do calificarla de contable.
un peso corriente en pasta argéntea no acuñada poseía la gravedad bruta de 1..6
onzas o 46.009 gramos y en consecuencia 5 de ellos conformaban un marco de plata
corriente. En la composición de este peso se encontraban presentes ocho tomines de
doce gtanos cada uno, y su ley era tan incierta que puede sostenerse que el consenso
comercial le asignaba una a ojo de buen cubero-
Le fineza del corriente siempre estuvo por debajo de ta del ensayado, lo que no
const¡tuía ninguna novedad, porque definitivamente la pasta que se empleaba en su
confección era de muy baja calidad y depurada de un modo por demás deficiente. For
su menor ley, el cambio de pesos corrientes por ensayados, desde un comienzo se
ef.edu6 con el agregado de un interés, el cual -en proporción inversa al envilecimiento
de los conientes- fue alzándose con suma rapidez hasta sobrepasar largamenle el 6O7o,
lo que sucedió en la década del 70 (17).
La disminución gradual de la fineza de los pesos corrientes dio lugar a serios
transtornos económicos que directamente perjudicaron al trabajador indio, obligado a
recibir sus jornales en esta moneda. La Corona se vió también agraviada' pues en su
principal Caja de Fctosí admitía abonos en colrientes, atribuyendo a cada marco de
esta plata un valor de 2000 maravedís (841 milésimos), cuando en los hechos, ésta, en

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orden.a su fineza realmente exislente, alcanzaba en el mejor de los casos los 1300 ma-
ravedís (6 dineros 13 granos o 545.1 milésimos), no siendo nada extraño que en los
hechos pudiera contener una fineza de menos de un dinero (83 milésimos) (18).
I-¡ inestabilidad del valor de esta moneda hizo que prácticamente fuem excluída del
comercio de er<portación y que su empleo se contrajese al mercado y la producción locales.
cl El peso de oro reducido. Esta moneda de cuenta aurígera nació en fos años
postreros del gobierno de Rancisco de Toledo, cuando el coeficiente bimetálico (1-10.i)
que había determinado la paridad de valor entre el peso de buen oro y el ensayado ya
no tenía ninguna vigencia, al haberse elevado en los hechos, por la escasez del oro y la
abundancia de la plata, el coeficiente de intercambio por encima de los 1-12.2 . For
entonces, en seguimiento de la disposición del gobierno madrileño (Reales Cédulas clel
23 de mayo y 8 de junio de 1578), un peso de buen oro pasó a estimarse en 556 ma-
ravedís (antes valía 45O) V por este nuevo valor tenía que ser intercambiaclo con el en-
sayado. Esta circunstancla y la proyección del todo evidenle de que el valor {el oro iría
lncrementándose aún más dieron lugar a la desaparición del 'peso de buen oro,y la
sustitución del mismo por una nueva moneda de cuenta a la cual se dió el nombre de
peso de oro reducido.
El peso de oro reducido era expresión de un peso de 22 y medio quilates, con el
valor ya referido. A diferencia de su antecesor, este peso contable sólo estaba capacita-
do para denetar el valor intrínseco de los pesos reales que se redujesen a su magnitud;
ello porque el su valor legal se entendía como un atributo circunstancial.

V. LA MONEDA ACUÑADA EL REAL DE PIATA


Los transtornos que el peso corriente ocasionaba al interior de la colonia, cuando
ésta se encontraba en un franco proceso de desarrollo empresarial productor, decidie-
ron el inicio de la acuñación del real, hecho que se produjo a fines de 1b6g en la ciu-
dad de Lima. Potosí habría de acuñar recién en 1574.
El real de plata de a ocho es una moneda ampliamente conocida y es conocido
que fue una moneda-mundo por excelencia, dada su fabricación abundante y la
ten-
dencia a atesorar los cuños aúreos. Obras muy serias como la que suscribiera Alonso
Herrera en 1914 bajo el título de E duro corroboran plenamente esta opinión.
Respecto al real peruano del siglo XVI se ha escrito bastante, y poco avanzaríamos repi-
üendo lo ya conocido. Fcr eso sólo nos interesa submyar que nació pam sustifuir al peso co-
rriente en el mercado colonial, de allí las primeras disposiciones que ordenaron que en su
confección se empleara la pasta corriente y que únicamente se acuñasen suertes de denomi-
naciones menores, muy próximas al valor de los tomines corrientes.
Btas órdenes testimonian la utilidad que tendría el real de plata en el contexto de
la economía interna del virreinato y en la relación de esta economía con e[ mercado
mundial, hacia donde fluiría la plata corriente ya amonedada sin ningún contratiempo.
A su lado discurriría la barra, reducida contablemente a pesos ensayados, en los cuales
se expresarían también sus valores legal y comercial en reales de a ocho.
Mientras que los reales acuñados se concibieron como monedas para las transac-
ciones menudas y medianas, las barras y su ensayado se destinaron al gran comercio.
En el siglo xvl, (1574-1600) una barra de 60 marcos de peso y una ley promedio de
11 dineros 22 granos poseía una capacidad liberatoria que de acuerdo a los precios
comerciales vigentes para la pasta oscilaba de 499 a 520 pesos de ocho reales; una
ba_

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na de 120 marcos de una fineza semejante fluctuaba entre 998 y 1040 pesos de 8 rea-
les. En este sentido el valor ponderado por marco era de 8.49 pesos de ocho reales.

VI. LA TEORíA DEL VALOR MONETARIO


La teoría del valor de la moneda colonial resulta imprescindible para comprender
las razones de su poder liberatorio y asimismo para entender [a paridad de intercambio
entre e[ peso ensayado y el real. Se reconocía la presencia de tres valores: El intrínseco,
el legal y el municipal o de plaza.
El valor lnlrínseco expresaba el contenido fino presente en la pieza. El valor le-
gal o abeoluto se refería al precio de la pasta no acuñada establecido por los Reyes
Católicos en7497, cuando estipularon que se abonara 65 reales por un marco de 11
dineros 4 gTanos. \230.0465 gramos de plata de 930.5 milésimos), y que por esta razón
cuántica se dedujera e[ precio de compra de los marcos en pasta sin acuñar de otras [e-
yes. Esta cuantía, que en el Ferú habría de fijarse en 65 reales un maravedí, había sido
determinada tomando en cuenta el costo de acuñar el marco citado con inclusión del
real de señoreaje y la ganancia del mercader de [a plata.
Al tratarse de un marco de L1 dineros 4 granos acuñado en reales, el concepto
valor legal admitía una valía derivada, que el tecnicismo de la época dió en llamar va'
lor extrínseco o legal amonedado, cuyo monto alcanzaba los 67 reales (2278 ma-
ravedís). En esta valía se encontraba presenle el coste de la acuñación, ascendente a
dos reales. Recordemos que 67 reales de 11 dineros 4 granos fue la talla monetaria vi-
gente durante el siglo XVI.
El vator municipal, a dife¡encia de los anteriores, em el prccio por el que la pasta sin
acuñar corría en el mercado. Su monto lo establecía la oferta y la demanda, y la convención
comercial, sopesando las camclerísticas de la coyuntura e@nómica, las utilidades mzonables
del mercader de la plata y los costos reales de acuñar moneda. En e[ krú, este valor em infe-
rior al legal, por ser los costos de acuñar superiores a los de Bpaña'
A lo largo del tiempo virreynal, el valor municipal fue gradualmente incrementán-
dose. fuí, mientras en 1565 un marco en barra de 11 dineros cuatro granos discurría en
la plaza por el precio de 61 reales 14 maravedís y fracción de otro, esta misma pieza co-
nía en 1746 al cambio de 64 reales 19 maravedís.
En proporción a la fineza que representaban, los tres valores se encontraban tam-
bién presenies en el peso ensayado de 450 maravedfs y en su marco de 2250, a los
cualei ya nos hemos referido, y asimismo se hallaban presentes en el ensayado mayor'
que no era otra cosa que la acumulación de 100 ensayados menores' siendo por ello la
expresión formal de un valor intrínseco ascendente a aproximadamente 18 marcos y 7
onzas de plata pura y un valor legal que en reales bordeaba los 1323 y en pesos de a
nueve alcanzaba 147 ll17 (19).
En lo tocante al valor municipal del ensayado mayor, es preciso señalar que el
mismo, conformándose con la gradual revaluación de la pasta argéntea, quedó sujeto a
un proceso permanente de alza, de manera que si en 1565 un ensayado mayor en ba-
rra corría por 138 8/9 pesos de a 9, en 7748 el comercio lo adquiría ya por 1116 pesos
de a9 (164.25 pesos de a ocho).

VII. NOTAS BIBLIOGRÁFICAS


(1) Dictamen de don Jocéph Rodrtgaez de Carassa del Orden de Calatrava y
Nueva Síntesis, Nro 3 - 1995
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de la Nación del furú. colección MorerTra.
(17)IAZO GARCÍA, Carlos, ob. cit
(i8) IAZO GARCíA, Cartos, ob. ctt
(I9) IJUO cARCfA, Carlos, ob. crt.

Nueva Síntesis, Nro 3 - 1995


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