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Hambrienta soledad

Me siento solo, en el abismo de mi habitacin. Siento


cmo las paredes se alargan y me dejan ms solo cada
segundo, como si estuviesen alejndose de un leproso.
Mi mente se ahoga en lgrimas y slo pienso en las veces
que te dije cunto te quera y en respuesta reciba slo una
sonrisa nerviosa ms solo me hacen sentir esos
recuerdos, y la depresin viene a anidar en las esquinas de
mi cuarto como si fuese un buitre esperando mi muerte.
La rabia y mis dudas vienen acompaadas de mis temores
y desilusiones. Todos estn preparados para cenar y mi
alma (o lo que queda de ella) es el plato principal de este
men.
Por la ventana entra un tenue rayo de luz que slo ilumina
parte de mi hmedo rostro, el resto es oscuridad: la cuna de
mis demonios. Estn hambrientos, por lo que empiezan a
festinar.
No me duele, no estn interesados en mi cuerpo, sino en
vaciarme y dejarme como un caparazn ahuecado, sin ms
remedio que optar por lo comn y seguir patrones
ordinarios aceptados por la sociedad y establecidos por
esta cultura desechable.
Escucho el ltimo y desgarrador suspiro de mi alma
pareca como si hubiese querido decirme algo, pero no la
o con su muerte, tambin mor yo.

Daniel S.D.

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