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E. Wibro es la historia de Ia occidentainciOn le América Latina y des crib los procesos que, en el periodo transunrido desc el descubrimiento dle América en 1492 hasta I actualdad, han obstaculizado 0 favorecido lx convergencia entre hdres htinoamericams y europea, y entte &tsy los rents, En él se analzan Las imeraeciones econbmicas, socides, do alos ctoreslatinoamericanos a elegir emis co politcasy culrursles que ham dletemninadas opciones coletivas y a converse en sujetos ativos en et proceio de occidentalizacin. Ta occilentaizacin dls dreas latinoamericams es un historia global, et euanto supone relaciones entre distintas dimensiones regionales, nacio- nals y estas, y ente ls Sires ainoameicaas y el resto del mando, de To eal resulta tna red de interaceiones, Al analiza es imteracciones, este libro de historia intervacional nose limita ¢conscerat bs relaciones diplo- nics bilaterales © nubilaterles, sino que también abarea los contactos informales desivados de la proyeccion de lx actores histricos en la esera internacional, expresa, por ejemplo, en rligién, ta lengua, a clara ‘material o la emigracién, El testo analiza uo s6lo de qué manera Arica Latina se vuelve occidental, sino cémo el subcontinentey el mundo inven taron un recoride que acereé ns Seas ltnoamericanas als ibéicasy o¢- Mss baer y meas mes polis, 28, oni Se ere depen yrs elites, 273 ae jn de la Y. ta occidentalizacion 2... : 1, Del desorden internacional a la nueva diplomacia [Nacionalisno y sobera nacional, 287; E subsistema snteramericae to, 296 a patcipcin en el stems de Naciones Unis, 30; Ls ten- dencis plicgntiees, 308; Anéica Latina en el orden mater, 313 2. Las teas Jatinoamericanas en Ja economia intemacional Ta economia populisa, 326; Las décadas del optimisno, 331; Nuevos desequiibyios esonomicos, 255; fa reorientacin del desempeto eco ‘némicoy a prductividad, 2; Alero e inversiones, 46; olnerabi- Tidnd de fa economia fnancia, 351 3, Hacia la secularizacién social os vecores principales, 36¢; La sociedad wba, 367 4. La occidentalizacién de la politica . Tas opciones politics, 375; Cudadant, ase politica y partidos, 379; CConsttucionaliso e institcones, 36, Cenlizacin, federaismo y presiencalsmo, 393 Conclusién, Formas.y trayoctorias de las dreas latinoamericanias cen la historia mundial 7 Bibliografia 268, 286 286 325 359 374 401 as PRESENTASION 1 FIDEICOMISO HISTORIA DF TAS AMERICAS nace de Ia idea y Ia conviccién de que la mayor comprensiOn de nuestra historia nos permitira pensarnos como una comunidad plural de americanos, al mismo tiempo unidos y diferenciacos. La obsesién por definir y ‘caracterizar las identidades nacionales nos ha hecho olvidar que la rea- lidad es mas vasta, que supera nuestres fronteras, en cuanto se inserta fen procesos que engloban al mundo americano, primero, y a Occiden- te, después Recuperar Ia originalidad del mundo americano y st conttibucién a Ia historia universal es el objetivo que con optimismo intelectual trata- semos de desarrollar en esta serie de Ensayos, que en esta ocasién pre- senta una tilogia de textos sobre historia econdmica: Mecanismo y ele- ‘mentos del sistema econdmico colonial americano, sighs xvr-xvi, de Ruggiero Romano; Las polticas de desarrollo en la regién latinoaynert- cana, 1930-2000. Otro siglo perdido, de Victor L. Urquidi, ¥ el que el lector tiene en sus manos, le Marcello Carmagnani. La finalidad de esta serie es promover investigaciones en historia econémica y social y fue ppatrocinada por el Fideicomiso Historia Econémica de Banamex, funda- do en 1968, gracias al interés de don Antonio Ortiz. Mena, entonces di rector general del Banco Nacional de México. Al banco y a con Anto- rio Ortiz Mena les expresamos nuestro reconocimiento. El Colegio de México promueve y encabeza este proyecto que fue acogidlo por el gobierno fecleral, Al esimulo de éste se suma el ent- siasmo del Fondo de Cultura Econdmica en fa produccién ecltorial y la difusion de nuestras series de Ensayos y Estudios que entregamos al pablo, Ancra Heels Cvez Presidenta Fideicomiso Historia cle las Américas Introduccion AMERICA LATINA EN LA HISTORIA MUNDIAL [Azmunio ne ar unto es rescaatolpapl de os pass latino americanos en la historia mundial. En este sentido, considero que ¢l andlisis histérico ofrece elementos que arrojan hz, ao largo del tiem- po, €n torno a cGimo, cu¥indo y por qué cada una ce ls reas latinoame- ricanas participan activamente en los asuntos mundiales y acerca de ¢6: ‘mo se aticulan en una red de relaciones instituciones de colaboracion entre el subcontinente y con el resto del mundo. las constantes en la modalidacl de la participacién de Latinoamérica en Ia historia mundial son las interconexiones, es decir, los nexos que sgeneran formas de colaboracién o negociacién entre las Areas latino- americans y las otras partes del mundo. Tales interconexiones son Fundamentales porque permiten visuclizar las acciones nacionales € internacionales y comprender las forms de interactuar de las regiones americanas en el sistema mundial Hl lector encontrard en esta introduccién una presentacién de las interconexiones internacionales, ast como de las formas de colabora- ci6n, conflicto y mediacin entte las freas del mundo, En la conclusién, fen cambio, se precisan, con base en la interaccién existente entre in- formacién y teorfa, las formas histéricas de participacion de las areas Jatinoamericanas en el sistema internacional. En consecuencia, este vo- lumen no es una historia general o sintética de América Latina, como tampoco lo es por areas 0 temas de ceda pais. Mi propésito es distin- to: mostrar que Latinoamérica es parte integral de la historia mundial Y¥ que, justamente por ello, ubicdndola en su dimensién mundial de- viene més comprensible. 1. Los motouts DE LA STOMA MUNDIAL Considero que las interconexiones —de orden econémico, social, poll- {ico, juridico y cultural entre las reas latinoamericanas y el resto del ‘mundo— son los motores que ponien en movimiento las formas de par- 4” 2 EDUCA ticipacién, amén de reorientar y modifcar el eumbo de dich participa Ga6n. A lo largo de cinco siglas ce interconexiones entre dimensiones intemas —las americanas— y extemnas —las mundiales—, podemos te- conocer que éstas mmudan con e. devenit histérico, Tiempo y circuns tancia confieren a la relacién matua una pluralidad de formas de ar ticulacién, de participacién; tales formas histOricas tlenen una vida de larga duuaei6n, secular, antes de transformarse dando vida a otra moda- Tidal de relacin muta Las interconexiones —independientemente ce su naturaleza— son de ipo formal o informal, Las primeras son insttucionales, como los ‘cuerpos administativos de las monarquias espatiola y portuguesa a lo largo del period colonial, o como las instituciones republicanas y mo- nnitquicas constitucionales que nacen a partir de las naciones soberanas latinoamericanas del siglo xxx. Ea cambio las segundas, las informales, ‘on respuestas naturales y espantineas de gobierno de parte de los actores sociales en clstintos tenitorios acordes con su tradicion hist6- fica, o una respuesta juridica a vacios institucionales. En Ia vida cot diana se entreveran las resoluciones institucionales ce gobierno, en particular ls de justicia, con el derecho consuetudinario, 10s sos y cos- tumbres locales. Son todas respnestas que buscan el consenso y la re- duccién del nivel de conflicio. Lo que vuelve atin mis complejo el rnudo de relaciones es el hecho de que norma y praxis se adecuan continuamente en consonancia con fas miiltiples formas de reciproci- dad, de asociacionismo, hermandades, grupos de ayuda mutua, tanto antiguas como contemporsneas, que perviven en los espacios latino- americanos, particularmente en el medio rural Desde ef siglo xm al presente se han acelerado y multiplicado las interconexiones entre las comunidades humanas latinoamericanas y de tas con las comunidacles norteamericanas, evropeas,alricanas y asté- ticas. Del estudio de los distintcs momentos destacamos que las cone xxiones se muliplican y se vuelven mas complejas con el pasar del tiempo. Justamente es la compkijdad de la relacidn mutua fa que in prime una dindmica a Ja intercenexién, dotindola de ereciente fluidex para relacionar las dimensiones nacionales y locales con las interna ionales 1a exploraci6n de la relacion entre las 4rcas del mundo, su difusién yy permeabilidad, sus vineulos, sus nudos, permite superar una limita- ion bastante difundida en los paises latinoamericanos y que sobredi mensiona las condicionantes nccionales. Este tipo de andlisis nacional, AMERICA LATINA EN LA HSTORIA MUNDIAL » tanto Latinoamericano como de otras ltiudes, otorga escasa impostan- aa la comunidad de intereses y problemas entre los hombres de! mun- do, a los patalelismos, a Ia simultaneidad 0 a la convergencia de los procesos historicos. Este es un grave prejuicio que se traslada al estu- dio de las comunidades humanas del continente latinoamericano y ‘que ocasiona que incluso se haga caso omiso de lo que histéricamente identifica a la comunidad iberoamericana. Si quienes rescatan un pasa- do comtin afirman que la historia de cada pais se explica por el ascen- iente de la religién, de una lengua yuna cultura originaria comunes, olvidan que la comunicacién y las redes entre actotes histéricos de dlistintos patses constituyen el fundamento viviente de una historia en, comin. No debemos, sin embargo, caer en lt trampa de pensar que una his: toria comin a una ploralidad de Estados y naciones conlleva una evo- lucida tnica, un destino compartido. la historia en comin se refiere al hecho de que miltiples paises en distintas reas del mundo responden —en una era especifica— a desafios similares con base en experien- cas conocidas o recorias por los disintos patses del munclo. Desaffos que pueden ser ecoldgicos, econdmicas, sociales, politicos, culturales y tecnolégicos. Precisamente estas experiencias compartidas conducen €1fa comunicacién que genera formas de sociabilidad y de retacién en- tre espacios nacionales ¢ intemacionales. Una vez asentadas estas premisas basicas clebemos aproximamos de modo diferenciado a la historia de hi comunidad humana en Latino américa. Su estudio puede ser como comunidad abierta al mundo o en. su dimension hemisférica comiin, reconociendo sus vas0s comunican- tes, sus historias compartidas, Slo asi pocltemos ofrecer al lector una doble perspectiva: la hemistérica y la mundial La historia hemisférica permite comprender el significado, el cémo y cl cundo logra el hombre latinoamerieano trascender sus fronteras na- turales, su Ambito local 0 nacional, y entrar en contacto con otras freas latinoamericanas. La Optica mundial crroja luz en torno al cémo, al caxindo y al significado de Ia interelci6n entre las Areas latinoatne sicanas con las europeas, norteamericanas, alricanas y asiticas. Baste un botén de muestra. El nexo entre Amiérica y Africa genera —aclemnés del tifico de esclavos y del comercio triangular con Europa— una his toria rica en procesos de mestizaje cultural, social y étnico, La perspec- {iva hist6rica lleva a ver la-emigracién latinoamericana contemporaine como el resultado de varios elementos: no como consecuenicia del pro: “ retropuecién ceso ce globalizacién y del incremento de la pobreza general, ¥ el oo como el resultado de In construccién de una inédita pluralidad y com- pleja interconexién social, politica y cultural latinoamericana con Ia co- tmunidad humana europea, norteamericana y canadicnse. Al ubicar Ins dneas latinoamercanas en su dimensi6n global rescata- mos la cenuralidad del actor indizidual cuando se manifesta en colect virlad, y nos aproximamas una aamativa hist6rica que valoriza la acciGn del hombre. Lo anterior leva a superar la interpretacién del “sistema mundo” que —como la ofrecice por Immanuel Wallesstein en ZI mo- demo sistema mundial (1998)— da excesiva importancia a las estruc turns subyacentes a la accién himana, Est interpretacién —como to- das las de orden estructuralista— concede escasa libertad al hombre individual, « las unidades familias, y desdefia la espontaneidad y el ingenio de cada colectividad paca discemnir cusles nexos le convienen al relacionarse con otras colectividades. En summa, desconoce o menos precia el potencial humano ce colectividades especificas para inoremen- tar y desarrollar sus capacidades y los recursos de su entorno, Los estructuralistas confieren demasiada importancia a la. situacion sgeogrfica y econémica de cada frea en el orden munclal. En particu lar, Wallerstein recondluce la cagacidad expansiva de Ia actividad inter- nacional de las comunidades humanas a tina dominacién de éstas por parte de un sistema muy estrucurado, capaz. de ejercer su fuerza de ‘coetci6n en todas las eas y regiones del planeta. Fn tal sistema mun- do, toda sociedad, nacién, clase social 0 individuo se ubican y se des envuelven exclusivamente a pati de su posici6n en la divisin inter- nacional del trabajo —que segrin Wallerstein se firma con el capitalismo desde el siglo x—, dando asi vida a un sistema jerérquico intemacio- nal de Ja desigualdad, de la asimettia. 1 sistema mundo se impone y comanda las diversas éreas ¥ paises, asignando a unas pocas regiones la exclusiva centralidad en el sistema, cen tanto que a las drcas semipeaiféricas les reconoce benelicios parcia- les, y a las pedfésicas, que son las ms, solo desventajas, La concep: ci6n rigida, unidimensional y repetitiva implicita en cl sistema mundo conidena eternamente alas Areas y los pafses del mundo a la condicién fen que fueron ubicados; su destino inmtable, impuesto por una real dad abstracta —el sistema mundo—, es inmune a toda decisi6n aut noma tomada por los actores hist6ricos. De esta interpretacién emerge una versi6n act boc pata las dteaslatino- americanas: la denominada “teofia de la dependencia’, cuyos promoto- AMERICA LATING EN LA HISTORIA Mn res consideran que Ia pavticipacién cel subcontinente es pasiva y por (0 los actores latinoamericanos no tienen, no han tenido y tal vez no tendcin nunca la posibilidad de incidic en los destinos de! mundo. En sum, ls dveas del denominado Tercer Mundo tienen, en el mejor de los casos, un papel subalterno en la historia de los tiltimos cinco si los. Esto significa que viven al marge de la historia, de la “gran his- toria, que es la que viven las mettOpalis, las naciones industializadas (Andrew Gunder Frank, 1976 y 1998). ‘Una nueva y atenta lectura en torne a kas interconexiones entre co- lectividadles humanas permitiré a los llamados pueblos subaltemos res- catar los momentos en que los paises le Latinoamérica actuaron deci- didamente en la definici6n de su historia CEsie R. Wolf, 1991). Sélo asi lograremos comprender cmo dlstintos puebslos se esfuerzan para acte- ccentar su presencia en el sistema intemacional, aprovechar sus venta- jas y minimizar los efectos negativos de su pauticipacién en dicho siste- ma, En su actuar cotidiano los actores sociales no son anulados ni sometidos por el peso de la estructura o de los condlicionamientos ex- temnos. De tal actuar, el gran literato austriaco Robert Musil nos ofrece, en su novela de formacién I hombre sin atributos, una posible clave interpretativa al sostener que junto con “el sentido de la reali", que “existe, y nadie puede poner en duda que su existencia esté justifica- da’, existe también el “sentido de la pasibilidad”. Sentido de la posibi- lidad “que podria definitse como la capacidad de pensar todo aquello ‘que podria igualmente exist’, ser, deve. Si aceptamos que los actores histérizos ejercen su libre albedrio y actian transformando su realidad, debemos conceder esa caracteristica 4 todo ser humano, a toda colectividad humana, ya sea subalterna 0 periférica. EI anilisis dicotémico hasta ahora empleado: tradicién-mo- demidad 0 desarrollo-subdesarrollo, inpide una comprensién de la historia mundial en su complejidad y de las transformaciones vividas ios. i se quisiera dejar atti tal dicotomia se debe reflexionar que a lo largo de la historia todas las sociedades han experimentadlo periodos de florecimiemto, crecimiento, estancamiento ¥ crisis, En cambio —y a pesar de que los cstructuralistas Jo nieguen 0 lo dejen de notar—, si nos centramos en las interconexiones y la comuni- cacién entre las distintas éreas del mundo, notamos que todas las reas latinoamericanas y sus actores hist6ricos sin exclusién ni distingo, ma- nifestan una capacidad de actuar con ingenio en todos los émbitos. % snreapuccion local, nacional e internacional, De lo contrario, al verse obstaculizados, fircnados, los actores hist6ricos acttan como five riders, es decir, al imargen de las normas y las instituciones. El contrabanclo colonial am- pliamente difundido fue la respuesta de los latinoamericanos al comer- io monopélico peninsular. Ott expresién del fre rider es la mano de ‘obra sujeta al latifundio al fnndo minero, la cual logea migrar para reerear un nuevo habitat y un odo de subsistencia en las fronteras no ccolonizadas latinoamericanas, Es probable que In aparicion dle asocia- Cones no gubernamentales internacionales como Amnistia Tnteracional sea, en los albores del siglo x la respuesta ciudadana a los gobiernas autoritasios latinoamericanos por Ia violacién de derechos hnumanos, ci- viles y politicos. En consectencia, una vez reconocida Ia capacidad del horabre indi vidual de actuar colectivamente, cle responder a los setos que el con- texto nacional y mundial le presenta, se puede también aoeptar su ci- pacidad para transformar su entomo. Por lo mismo, todo hombre 0 ‘olectividad dispone de conocimiento, de un capital social, necesatio para acompaiiat cualquier proceso de cambio interno ¢ intemacional Y para frenar, desarticularo dilair su impulso. Las colectividades huma- nas responden de modo diferenciado —con base en su haber hist co— a los contextos mundiales: ciertas paises o cegiones se montan sobre ln cresta de la transforracién, como acutié en el siglo xx con Jos pases asiiticos —Asia, Corea del Sur, Taiwan, Singapur y la propia China y otros actéan con meyor reserva o incluso a destiempo, como fue el caso de los Estados latironmericanos atin cautivos por el mode- lo estatista-nacionalista Contrariamente, al despuntar el siglo xn los paises latinoamericanos abrazaron el nuevo consttucienalismo, las formas republicanas y libe- rales, asf como la libertad de comercio y el potencial de fa diplomacia internacional la inversa, Japén, China y otvos patses asiéticos se mos- traxon mis refractarios, reacios al cambio Te pauticipacién diferenciad: de los dlitintos pafses incide en la his- toria mundial, primero porque el proceso no es linea, y, segundo, por {que la pattcipacién de cada pats no es continua ni ascendente, La historia panticular de los paises condiciona la forma de convergencia internacional, asf como su estzbilidad, sus resultados paniculaes y ge- nerales. Lo cierto es que la hisioxia muestra que los paises lideres mun- diales no siempre han sido los mismos. Lo fueron Espaiia en el siglo Holanda en el sv y Grav Bretafia en el x1, Una vez alcanzado el climax de su potencia, su plena madu-ez, perdieron terreno para dejar espacio al ascenso cle nuevos paises. Esa alternancia no debe pensarse exclusiva de las grandes potencias, da:io que un futuro escenario para 2050 postula como naciones lideres a Brasil, México y China ‘Tampoco es el destino dle los paises acompafiantes mantener st po- icin subordinada. Baste recordar que si bien Gran Bretafa fue wn pais acompaante a To largo ce casi toda la era modesna (1500-1800), para el siglo mx era potencia Kider. Asimismo, la historia mundial cnseda que durante el bajo medioevo dectinaron las ciudades ialianas para dar paso a la era de los grandes imperios de siglo xv (Espatia y Portugal); 41st vez, Its potencias ibéricas cedieson ante el cambio hist6rico que dio vida 2 los Estacos nacionales, Cambios similares ocurtieron en las, {reas latinoamericanas: del siglo xv al xv los principales dominios ‘eran el vitreinato cle Ia Nueva Espaiia (México) y el virreinato del Peri cen el siglo xx o fueron Argentina, Brasil y Chile, ya la vuelta del siglo sax en especial a partir de la primera Guerra Mundial, los Estados Uni- dos de Nosteamérica se convistieron en la gran potencia mundial [SSTEMA nvTERNACIONAL. AUTONOMA RELATIVA "Y FORRIAS DE COLAHORACION EI primer paso para la mejor comprensi6n de la geomettia variable del sistema mundial es reconocer el mecarismo de las interconexiones en- tre los paises y entre las regiones del mundo. Desprendemnos de este- reotipos y determinismos que el aniliss estructuralista nos impuso, y que ahora el deconstruccionismo posmodemista quiere imponemos, cexige reconocer la flexibilidad, la espantaneidad y la impredecibilidad de los procesos histricos, aceptar la mtiplcidad de los mecanismos de interconexién material e inmaterial que genera el actuar colectivo. Fn cuanto a fa interconexidn, ésta puede ser intermitente 0 perdu- rable, En el primer caso estin los vikirgos 0 los chinos, que atribaron 4 América antes que los europeos, s6bo que los vikingos no lograron asentarse de modo esabe y dradero en hs costs de Nuewa Ingle 1a, como tampoco los chinos en las costas del Pacifico. Asi se explica que la historia mundial retenga los vinculos permanentes que generan una interacci6n mutuamente benéfica y duradera en el tiempo. El beneficio de una colaboracién sostenida por largos periodos en- tre actores histéricas se reconoce en las miitiples maneras de repre 1 eonuacton sentas al rmundo, La imagen del orbe de la Cosmeguayia blaviana —pw biicada en 1662, en Amstercam-—, que esti presente en la portada del libro, muestra Los cuatro continentes con proporciones idénticas, sin precominio de ninguna de sus >attes, pues en lo ako impera el princt pio divino orginizador garante de Ia colaboracién entre las regiones el mundo. Casi un siglo mis tude, en 1753, en el ciclo del salén de baite del palacio de un gran mercader veneciano, en la Ca'Rezzonico, se repradice una imagen del undo donde aparecen los custo conti nentes —Europa, Asia, América y Affiea— en distancia y proporcién cequidistante; al centro impera Ie divinidad, simbolo del supremo poder orginizador de una convivencia ordenada del mundo. Una vez mis, resalta una concepcién equilibrida y ordenada entre freas lel mundo. En Trieste, puerto del Mecitearineo abierto hacia el exterior, consta- tamos la seculavizacién del principio organizador del mundo. plaza principal, centro de la vida mercantil, se yergue la fuente de los Cuatro Continentes (1751-1754. fsta tiene cuatro estatuas que repre- sentan los continentes y que vierten agua en unas conchas que simbo- lizan el destino comtin de los continentes: la colaboraci6n. La fuente representa las formas de tal colaboraci6n internacional porque la orna- rmeniacion de las cuatro estatuas es profusa en naves, instrumentos, cordeles, pacas de algedén y granos; todo fruto y simbolo de un co- mercio que organiza Ia colaboracion intercontinental. Corona este mo- ‘numento la Fama, simbolo de la unién y la recttud de todo nexo entre comunidades humanas. Fama y comercio sugieren una pluralidad de voluntades, tanto individuales como colectivas, que interactiian para dlialogar y partcipar en Jos asuntos de! mundo sin renunciara sus pat= ticularidades locales y nacionales Si me detuve en el simbolismo de la representacién cel mundo fue para insistr en sus caractersticas esenciales: competencia y colabor i6n entre colectividades humanas en el Ambito continental ¢ intercon- tinental. En dicho Ambito se desenvuelve la historia mundial, que de ninguna manera es una sumatoria de historias nacionales. Por el contraio, Ia historia undial explica por que y cémo se des- envolvi6 un pais 0 un area en selacién con ota. Por ejemplo, pregun témonos acerca de las circunstancias que provocaron que se diera una dlivergencia entre China y Europa en el siglo xvu y que determinaron tuna situacion distinta de las dos grandes Areas en la historia econdmi- ‘ca mundial contemporinea (Kenneth Pomeranz, The Great Divergence China, Europe, and the Making of the Modern World Economy, 2000) -AIEHICA LATINA BN 1A HISTORIA MUNDIAL » Hoy comprencemos las razones por as cuales Europa lleg6 a ser la regién mis rica del mundo; circunstarcia que se debi6 no sélo a fac- tares de indole econémica, sino también politica. Si comparamos el dlesenvolvimiento de China con el de Europa, mientras en la primera predominé la forma imperial de gobierno, en Europa la existencia de dltintos Estados nacionales en un textorio compaeto condo a la com- petencia, al intercambio de experiencias, 1s ejemplos citados son s6lo una muestra de otra perspectiva cle andlisis que permite dejar ats los estrachos cauces que delinea la his toria nacional o las ideas de una primacia europea. El eurocentrismo condluce a ln pretencla universalidad de la cultura europea, y la histo- ria nacional se extravia en ta brisqueds de una originalidad congénita 1a insistencia en la cokaboracién entre eas y paises det mundo de ninguna manera soslaya el conflicto, la guerra, las cisputas, lo cual per- mite subrayat, una vex mds, que las dimensiones internas y mundiales estin constantemente en interaceién, De aif que las interacciones cons tituyan el argumento central de la historia munclial. A diferencia de la historia de las relaciones internacionales, que estudia los mecanismos Dilaterales y multilaterales de las relaciones entre Estados, lt historia ‘mundial hace hincapié en las interacciones entre todas las limensiones nacionales ¢ intemacionates. 12 historia mundial reconoce las rekciones entre Estados, pero su el fundamento de la autoridad del jefe-chamén al interior de la tribu, Al momento de fa llegada de los ceuropeos existian dos imperios: el azteca y el inca, los cuales, a su vez, {jercian su dominio sobre numerosos seniors estatales. Habia asimismo sefioris estatales en Amética Central, Colombia, Venezuela, Ecuador, hose de Chile, noroeste cle Argentina algunas zonas amazénicas ‘Todas estas organizaciones son resulkado de un prolongada historia de tansformaciones intemas, migraciones y contactos interculturales, {que han dejado sus huellas en el arte, la asronomfa, las materméticas, fa arquitectura y la ingenieria. Es muy interesante notar que gracias a la cexpetiencia y a las numerosas tentativas y errores, los imperios y sefio- ros lograron mantener un equilibrio muy eficiente entre ecologias ‘muy distintas y fueron capaces de gobernar a una poblacién numerosa ‘mediante mltiples y complejos mecanismos de disciplin y jerarquiza- ci6n que imponian un acceso diferenciado a los bienes y servicios dle 1h comunidad, diferencia de los grupos y tribus, los imperios y seitorios fueron capaces de absorber el impacto de la invasién europea, precisamente porque consiguieron reforzar la organizaci6n de clanes tipica de la poblacion americana, Cabe detenerse, pues, en dos de estas organiza- ciones, el calpull del rea mesoamericana y el apie det mundo anci- no, las cuales no sélo no se disuelven durante el periodo colonia, sino que siguen existiendo hasta hoy en rumerosas regiones mexicanas, colombianas, ecuatorianas, peruanas y bolivianas Hemos dicho que la revolucién neoltica da origen a las aldleas agi colas que permiten la convivencia en un misito tertitorio de los o mis linajes familiares, La versiGn mesoamericana de esta conformacién de lanes no presenta una sola dimensiéa econémica y social, sino tam- bign politica y cultural, puesto que el cafpull retine a un determinado ‘mimero de familias ampliadas y nucieares emparentadas entre si a condicién de que todas ellas reconozean una divinidad tnica protectora de todo el clan, Se trata del reconocimiento cebido a la divinidad que ha ensefiado a los miembros del calpalli un oficio, una profesi6n 0 AINsENCION tuna habilclad que, aclems de ser iil al conjunto det clan, debe trans- mittse a los hijos. 1 fundamento religioso del calpulli supone que el clan dispone de todos los recursos locales, ya sean de tierra o de agua. Son las autori- dades del clan quienes asignan a los miembros del calpullt no solo las parcelas de tierra sino también la canticad de agua necesaria para los culivos, y controlan ademis las tierras no asignadas a las familias, cuyo producto esta destinado al sustento de los nobles, los sacerdotes, el scfor o el emperador. El mecanismo de asignacién de recursos ala autoridad imperial 0 sefiorial, ast como a los funcionarios, se basa en cl tvibuto, una insttucién preexitente a la formaci6n del imperio azteca, sugida seguramente en la fase de secentarizacién definitiva de Ia po- blaci6n con la configuracién de una red de aldeas enlazadas mediante el intercambio de bienes. El cafpull! es al mismo tiempo un elemento sico de la vida material ¢ inmaterial de las comunidades de aldeas, ademas de constitu el primer escal6n de una mas vasta organizacién politica, seforial y, luego, imperial. ‘También el ayilu andino presenta esta doble connotacién, pero otorga una mayor importancia a la dimensi6n territorial. El apie es tuna agrupacién de familias que se consideran descendlientes de un antepasado comtin en una determinada localidad geogréfica, Antes de la conquista de distinios sefiorias andinos lleva a cabo en la segunda mitad del siglo xv, los mismos incas no eran otra cosa que un seitorio territorial asentado en las cercanias de Cuzco, en los Andes meridions. les, que abarcaba once avi. También esta organizacién presenta una dimension religiosa, represented por el ceque o linea imaginaria que vincula el ayia a un lugar sagiado. Rasgo comin dle todas las oxganizaciones amerindias es, pues, la es twecha vinculacin entee religién y sociedad. En el mundo mesoameri- ccano maya y azteca, esta asociecion se manifiesta en I idea de que los hombres no son mas que la expresi6n dle una doble voluntad dlvina 4 que gobierna la esfera superior —el cielo— y la que gobierna lo in- ferior —la tierra—. Y no son muy diferentes las creencias del mundo andino, segin las cuales la interaccién entre lo material y lo inmaterial dlefine los principios esenciales de la organizacién social: la tipatt- in, el dualismo y la organizacién decimal imperial. La tripartici6n establece la relacién entre los principios sagracos y los criterios profa~ nos que se manifiestan en la divisi6n territorial de los barrios; el dut- lismo sanciona la idea de la integracién de las partes desiguales de un re TA mSERCION Pa ‘ayllu mediante mattimonios exogmicos; el principio decimal define la forganizacién poltico-administrativa del imperio, especialmente el sis- tema tibutatio. Resulia entonces evidente que las sociedades americanas no son ficiles de describir 0 interpretar. Podenos constatar, de todos mocos, {que a medida que las culturas amerindias se van aproximando al mo- elo imperial se vuclven cada vez mds frdequicas y levantan esuucturas ten las cuales se va reforzando el temor reverencial a los superiores ‘sean ést05 el anciano, el responsable del cafpull, el sacerdote local, el mercader, el guertero u, obviamente, el sefior étnico. Los sefiores étnicos, 10 sea los latoan en México central, los batab en Yucatin, los kuraca en Jas regiones andinas, denominados genéricamente por los congqistado- res ibéricos como cacigques, expresan la rtvalizacion dle un proceso cul- tuaal, politic y social iniciado algunos milenios antes de la invasién europea. Fl msgo distintivo de las sockedades americanas es, pues, la Corganizaci6n jerérquica, lo que resulta evidente en la distineién entre nobles y plebeyos ¢ incluso entre dife-entes tipos de nobles y plebe- yyos. La caracterstca disciplina social de los pueblos americanos esta arraigada en una concepcién religiosa segiin la cual s6lo la dlivinidad es etema, frente al hombre y la naturaleza frgiles y efimeros. Si bien la organizacién jerarquica generé cambios signifcativos en el sistema productivo y permitié un mejor uso de los secursos para man- tener a una poblaci6n creciente, fue tamoién causa ce muchas tensiones y conflictos. Sabemos de etnias arrasades por rebelarse contta la domi- naci6n imperial, de desplazamicntos forzados de miles de personas, de luchas intestinas por sustituic 2 unos jefes étnicos con otros. Las varia- las formas’ de servidumbre y los sacrficios humanos demuestran que las sociedaces americanas, como todas las sociedades histéricas, encie- san pulsiones que las conducen tanto a la convivencia pacifica como al conflict. os conflictos, que se desencadenan tanto en los grupos de nobles ‘como en ln plebe, adquieren particular importancia, puesto que favo- recerin puntuales alianzas con los invasores. En México es un seitor indio, de la etnia zapoteca, en Oaxaca, quien propone una alianza a Hernan Cortés con el objetivo de someter 2 un potente sefiorio mixte- 0, y no hay que olvidar que gracias a la alianza entre los conquista- ores y los taxcaltecas Cortés logea expugnar Tenochtitlan, Ia capital del imperio azteca, No es muy diferente la situacién en el impetio inca, donde los escasos espaitoles mandados por Francisco Pizarro y

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