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Todo era brillante, gris, brillante.

En ese tumulto
Vi su rostro
(cinco minutos despus, dislucid)
era el rostro de un hombre triste.
Un hombre de mirada perdida, de ojos sin pestaear.
De quien est a un paso de llorar.
Exhalaba,
(con la boca entreabierta y mirada tonta)
hlitos sin querer.
El hombre, triste, pobre,
vuelve los ojos locos ante el golpe del destino;
que con todo lo vivido lo golpea en el alma.
Es un hombre, pobre.
(de esa pobreza del alma que a nadie le interesa)
Pobre. Vuelve, camina, va, viene.
Pobre.
Vuelve y llora.
(El llanto impotente, que nos hunde en la melancola)
Ese hombre que en la vera de la vida, se lamenta con la mirada fija y los ojos
perdidos.
Vuelve.
Llora y llora.
Y entre cada llanto vuelve sus ojos.
Pero sus ojos no eran sus ojos.
Su boca no era su boca.
Era yo, quien lloraba, quien gema.

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