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Señor Eléctrico

por Ray Bradbury
Septiembre 1975

Los magos y su magia han pululado en mi y delirios. El fuego serpenteaba en las orejas
existencia desde que tenía yo seis años, del mago y parecía bailarle en las ventanas de
colmándome de alegría y bienaventuranza, en la nariz. Una luz azul centelleaba en sus
tal medida, que a causa de ellos un muchacho dientes.
se perdió para siempre en el laberinto de
espejos de su propia invención. Nosotros gritábamos, regocijados.

Pero permítaseme hablar del más grande de Entonces, cogía una espada que, al hacer
todos; lo considero así por la influencia que floreos en el aire, vibraba con llama azul y
ejerció en mi vida. No crean que se trata de despedía chispas; el mago extendía el brazo
Blackstone, ni de Houdini, ni de Thurston; no. para tocar con el acero a un muchacho en el
Trabajaba él en un pequeño y modesto circo hombre, o a una chica en el brazo. Cierto día,
ambulante, llamado Feria Itinerante de los cuando contaba yo doce años, se acercó a mí
Hermanos Dill, que llegó por vez primera a y -¡Dios mío, que emoción! -me dedicó
Waukegan (en el estado norteamericano de atención especialísima pues me había visto
Illinois) a fines de los años 20. Se llamaba acudir a su espectáculo durante años.
Señor Eléctrico.
Parado allí, ante él, rememoré la primera vez
Los hermanos Dill ignoraban qué portento que, a mis nueve años, vi un cartel en que
viajaba con ellos. Cada otoño, cuando los aparecía el Gran Blackstone partiendo en tres
integrantes del circo descargaban los viejos y a una mujer, con una sierra eléctrica. Fue tal
destartalados camiones a las 5 de la mañana, mi estupor, que retrocedí y fui a dar contra la
los propietarios se aburrían como ostras; y ventana de una peluquería; me asombró no
parecían estar agobiados por algo en su hálito haber provocado cortaduras de gargantas o
que olía, aún entonces, a pecado. De cual- fracturas de huesos. Recordé también cómo, a
quier modo, me aceptaban. Los ayudaba a los nueve y a los diez y a los once años, había
instalar las carpas y hacía mandados; de esa merodeado por las bibliotecas, husmeando los
manera conseguía boletos gratis para ver a mi secretos egipcios y hurgando en los trucos de
lunático preferido: El Señor Eléctrico. las cuerdas de los faquires hindúes. Todos los
enigmas, desde el nacimiento hasta el
No es posible imaginar mejor nombre que presente y el futuro, conformaban una lista
este. Significa energía; evoca tormenta y interminable; y yo no podía controlar todo
relámpagos. Un hombre que se hace llamar aquello... Quizá mediante la magia pudiera
Señor Eléctrico ha de saberlo todo, ¿o no? lograrlo.
Además, puede hacer cuanto desee.
El Señor Eléctrico tiró bruscamente de su
Se sentaba en una silla eléctrica mientras su flamígera espada. Me tocó con ella el hombro
ayudante anunciaba a voz en cuello: “¡Aquí derecho, luego el izquierdo y, con delicadeza,
van diez millones de voltios de fuego puro; la frente y la punta de la nariz. Sentí cómo
diez millones de rayos, al cuerpo del Señor una tormenta me atronaba los tímpanos, y
Eléctrico!” cómo aquel fuego azul ascendía hasta el
cerebro, bajaba a los brazos y escapaba por la
A continuación, conectaba un interruptor. El yema de los dedos, cual surtidores de
fuego saltaba hasta el enjuto rostro, de nariz electricidad. Vi los relámpagos que me salían
aguileña y ojos repentinamente iluminados. por los ojos. ¡Fue algo maravilloso! Cerré los
En seguida, sus blancos cabellos se erizaban ojos y acopié la imponente luminosidad para
en mil direcciones, apuntando hacia terrores retenerla dentro de mí.
Al abrirlos, vi que los labios del Señor En mis ojos, miraba despuntar a ese hombre,
Eléctrico se movían para conferirme la más que había dejado este mundo dos años antes
extraordinaria investidura que pudiese recibir de que yo naciera.
un caballero, y para expresar lo más
grandioso que un hombre podría decirle a un Cualquiera puede imaginar lo que significó tal
chiquillo: “¡Vive por siempre!”. revelación para un chico de doce años. ¡Qué
día aquel!; ¡qué semana! Sillas eléctricas,
Después, el sumo pontífice de la electricidad, espadas flamígeras, regalos y, para cerrar con
el monarca de los relámpagos, el sacerdote de broche de oro, ¡la inmortalidad!
las tormentas, retiró la espada.
Me fui al hogar y casi al punto empecé a
Pero yo había cambiado para siempre. Pensé escribir. Mis padres me habían regalado en
entonces: Cuando crezca, seré como él. Seré Navidad una máquina de escribir, de juguete,
el mago más grande que haya pisado la y la asalté con palabras. En cualquier mo-
Tierra. Las llamas azules se extinguieron. La mento que deseara podía yo abrir un grifo en
silla eléctrica estaba desconectada. Pero ya se cada dedo, para que salieran los milagros
me había conferido la magia. hacia la máquina y luego quedaran plasmados
en el papel, donde podría retenerlos y con-
Después de la función, anduve buscando al trolarlos para siempre. Desde entonces, no he
Señor Eléctrico detrás de las carpas. Mi dejado de escribir.
pretexto era un juego de magia que había
comprado en la feria el día anterior, y que no La magia de Blackstone, Houdini y el Señor
funcionaba. Justamente enfadado, consiguió Eléctrico ha influido mucho en mi vida. Y
uno nuevo y me lo dio. Cuando fijé la mirada también la de otros ilusionistas, como Julio
en la silla eléctrica, me permitió tocarla. Verne, quien concibió para mí un submarino
Después caminamos entre las tiendas y conocí en que pudiera sumergirme; como Herbert
a los enanos, a los trapecistas, al gigante, al George Wells, que me llevó raudamente a la
hombre tatuado. Antes de introducirnos en luna; y como William Shakespeare, que sabía
cada carpa, el Señor Eléctrico pedía: llenar de belleza el silencio.
“¡Cuidado con su manera de hablar!; vengo
con un muchacho”. No he dejado de abrir esos grifos que tengo
en las manos. Imagino conectar el interruptor
El vocabulario se depuraba al entrar nosotros. y grito: ¡Aquí van 10 mil millones de voltios!
Entonces, siento que me recorren todo el
Antes de despedirnos, me hizo dos regalos, cuerpo el fuego y las refulgencias del Señor
aparte del primero. Este había sido, por su Eléctrico; sus nebulosas y luces; su energía y
puesto, el fuego proveniente de la silla y de la sus soles en explosión. Todo ello me sale por
espada. El segundo, un juego de magia que los dedos y se consume en el papel. Genera
consistía en una copa y una pelota, pequeñas, relatos. Detiene lo maravilloso el tiempo
las cuales puso en mis manos. Aún las suficiente para fijarlo. Captura la energía
conservo. hasta que se convierte en palabras.

El tercero fue el mejor: como ya me había ¡Vive por siempre!, digo a mis fantasías.
otorgado el futuro, entonces me concedió el
pasado. Me dijo que en otros tiempos había yo O, por lo menos, hasta cincuenta años
vivido... y muerto. Él había tenido al otro Ray después de mi muerte. Lo que ocurra
Bradbury en los brazos en el campo de batalla primero.
de Argonne, en Francia, y lo había visto morir.

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