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La secular creencia en la Inmaculada Concepcién de Maria, definida dogmiticamente por
Pio IX en 1854, siguié un largo y lento proceso a través de una compleja historia enlazada con la
problemitica teolégica y pastoral, El debate fue prolongado; desde la patristica, pasando por las
enconadas discusiones de los teGlogos medievales, divididos en “maculistas” e “inmaculistas”,
para moderarse en los siglos posteriores al Concilio de Trento, hasta culminar finalmente en la
bula Ineffabilis Deus. is Be
La primera informacion acerca del nacimiento extraordinario de Maria esta en el
Proioevangelio de Santiago, relato surgido entre los siglos my 1v, posiblemente en Egipto 0 en.
“Asia Menor, en un medio que desconocia las tradiciones judias. Escrito en un lenguaje sencillo y
fantéstico, propio de un dmbito popular, contiene, no obstante, ciertas instancias teoldgicas, y
_aunque no especifica la ausencia de pecado, representa una primera foma de conciencia intuith
ymitica de la santidad perfecta y original de Maria en su misma concepcién.* basi
Muchos autores cristianos de aquellos primeros momentos fundamentaron la doctrina en la
autoridad de los textos escrituristicos. El saludo de Gabriel: lena eres de gracia (Le 1,28), 0 la
invocacién de Isabel en el versiculo 41 del mismo libro y hasta Génesis 3,15 fueron algunos de ellos.
Hasta el Concilio de Nicea (325), no existen determinaciones particulares acerca de este asunto,
Lacreencia se originé en el seno de la Iglesia Griega, que en ciertos lugares incluyé en el calendario
fitirgico la fiesta de la concepcién de Santa Ana el dia 9 de diciembre. De la misma manera que se
celebraban las fiestas de la concepcidn de Jesis y de Juan el Bautista, se agregé la de Nuestra Sefiora,
‘cya Natividad es conmemorada por la Iglesia Romana en el mes de septiembre.
Desde los siglos inaugurales, la Iglesia y los fieles intuyeron la gracia de la santidad perfecta
dela Madre del Redentor y la privilegiaron sobre la teologia. Ella es la Panagia, la toda santa, y ya_
enel siglo 1v se hablaba de su nacimiento sin macula, Para Gregorio de Nysa, célebre hermano de
‘Basilio el Grande, fa plenitud de la divinidad que residia en Cristo brillé a través de Maria, ta
—Inmaculada. En el siglo vu, Andrés de Creta, su ferviente devoto, afirmaba en la Homilfa I de la
fiesta de La Dormicién que el cuerpo de fa Virgen es una tierra que Dios ha trabajado, la primicia
dela masa adamitica que ha sido divinizada en Cristo, la imagen del todo semejante a la belleza
divina, la arcilla trabajada por las manos del artista divino.’ Dos siglos més tarde, Pedro Cris6logo
decia que Maria fue desposada con Dios desde el vientre de su madre y Maximo de Turin, un_
benemérito receptéculo del Seftor por gracia original.
Esta doctrina tiene su manifestaci6n en la citada fiesta, surgida entre los siglos vit y vi, que
1pas6 ala Italia bizantina en el siguiente, introducida luego en Inglaterra y cn el resto de Europa. En
Iatemprana Edad Media, no encontramos obras dedicadas con exclusividad a este asunto, como se
pueden hallar a partir del siglo x1 en adelante; empero, es posible afirmar que la idea circulaba en
Ciertos ambientes teolbgicos, aunque de modo nebuloso.
‘Agustin de Hipona se opuso a que Maria entrara en cuestién cuando se hablara de pecado,
_pero no admite una dispensa para Ella, Exceptuada, pues, la Santa Virgen Maria, acerca de lacual, por el honor debido al Seftor, nada quiero plantear cuando de pecados se trata, porque
sabemos que a Ella le fue concedida més gracia para vencerlos por tocas sus partes pues concibié
y parié al que no tuvo pecado alguno.* De todos modos, rechaza la acusacién de someterla al mal
en una frase célebre aunque ambigua: No adscribimos a Maria al diablo en virtud de su nacimien-
10, pero precisamente porque tal condicién es invalidada por la gracia del renacimientos
El impulso inaugural de los escritos marianos de San Anselmo de Canterbury ¢je
gran influencia en la mariologia de la Edad Media, a pesar de que son pocos y de cardcter devoto.
En ellos sentaba un principio que los tedlogos han utilizado desde entonces: en la divina materni-
dad se originan la dignidad y privilegios de la Virgen. De é1 se deduce la virginidad, santidad,
pureza y poder de intercesi6n. Aunque no incluia en sus textos la doctrina de que fue concebida sin
pecado, afirmaba Ia santidad de Maria antes de su nacimiento, rebatiendo de este modo la tesis
agustiniana. SS 7
_El primer tratado sobre la Inmaculada Concepcién’® fue escrito en 1140 por Eadmero, disci
pulo y secretario de San Anselmo y, como él, monje benedictino. En dicha obra defiende, por una
parte, la perspicacia del pueblo fiel y, por otra, distingue la concepcién activa de la pasiva o sin
pecado. Utiliza para ello el ejemplo célebre de la castaiia: Si Dios otorga a la castaiia poder ser
concebida, alimentada y formada debajo de las espinas y a salvo de ellas, {no pudo dar un cuerpo
‘humano—que él mismo se preparaba como templo donde habitaria corporalmente y del cual se
haria perfecto hombre en la unidad de su persona— que fuese concebido entre las espinas de los
pecados, pero que sin embargo resultara totalmente exento de los mismos aguijones de las espi-
nas? Lo pudo, por cierto. Si, pues, lo quiso, lo hizo.
San Bernardo, a pesar de su gran amor a la Virgen, se opuso a la celebracién de la fiesta, y asi
lo declaraba en una carta a los canénigos de Lyon, y se puede decir que con ella’ se inicia ta
poléinicaconceps . Segiin él, Maria no pudo ser santificada antes de ser concebida ni ewan
“do fue concebida [..] se vio libre del pecado original después de su concepcién y antes de su
nacimiento.’ En esto siguié la opinién més difundida de que la concepcién se producia en pecado
y que el alma, al unirse al cuerpo, se contagiaba de la culpa.
Tomas de Aquino, cuyo punto central de su mariologia es la maternidad divina de Nuestra
‘Sefiora, también neg6 que estuviera libre de la falta original y en ello at
Bernardo; y el no reconocer la inmunidad de Maria de pecado desde el primer momento de su
‘concepcién se debié a la falsa nacién que las escuelas de pensamiento tenian sobre el momento de
la concepcién y de la animacion." Es menester recordar que en ese entonces no eran claras las
ideas que se tenian acerca de cémo es concebido el ser humano, del momento de la infusion del
alma, de la naturaleza de la concupiscencia y sus vinculos con el Pecado Original. Dichos concep-
tos se definieron con el correr del tiempo y al calor de las disputas en las controversias.
Casi contemporineamente al Doctor Angélico, surgia Duns Escoto, que supo encontrar una
solucion Brillante @ las dificultades teolégicas que sé oponian a esta doctrina’ y es s considerado
como el orientador del camino que conduciria a la definicién dogmética de Pio IX. A partir de Escoto,
“Taescuela de los Frailes Menores apoyé con mayor fuerza sus ensefianzas y, ala inversa, los domi
cos mantuvieron la contraria. Los frailes predicadores, apoydndose en Ia opinién de Santo Tomés,
s6lo aceptaban la “santificacién” de nuestra Sefiora después del Pecado Original y se limitaron a
celebrar la fiesta de la Santificacién de la Bienaventurada Virgen Maria. El debate fixe sostenido
especialmente por ambas érdenes hasta que Sixto IV, en la constitucion Cum preexcelsa de 1477,
anterior a la Grave nimis, declaraba reprobable negar la concepcién inmac
Dicho Papa, que era franciscano, fue el primero en apoyar of
la constitucién nombrada en segundo término, daba su beneplicito respecto de la celebra-
cidn de la fiesta y concedié indulgencias: Nos parece conveniente y hasta necesario invitar
10alos fieles a que den gloria a Dios concediendo indulgencias para la remisién de los pecados [...).
Einstamos a que se celebren o asistan a misas u otras divinas finciones institidas para este fin.
‘icos, por una
parte, y franciscanos, carmelitas y ys rvitas, por la otra. Dichas disputas estuvieron relacionadas
on I publicaciin deLlibro del padre Bandelli, provincial de los dominios, en el que negaba Ta
“doctrina inmaculista, En el segundo tomo se oponia al objeto de la fiesta, fo cual obligé al Sumo”
Pontifice a producir dos bulas, la primera dirigida a Lombardia, donde predicaba Bandelli, y la
otra la Iglesia Universal. En ella prohibe a ambas partes Ilamarse herejes e impugnar el misterio
“sopena de excomunién, pero, a pesar de la virulencia de las disputas y de las controversias susci-
“tadas por los libros del dominico, e! Papa aceptaba que aiin la Iglesia no se habia pronunciado
‘oficialmente sobre la cuesti6n.
La fiesta siguid teniendo el apoyo de algunos pontifices que sucedieron a Sixto IV, como
Julio I Len X-y Sixto V. La creencia y la devocién, que ya se habria manifestado y discutido en
Roma, se extendié con rapidez en otros paises europeos, especialmente en Espafia. Ya en 1333, se
“findé una cofradia en Zaragoza y otra en Barcelona, siguiéndoles las de la catedral de Segovia y
“otras, Las ideas no sélo tuvieron repercucién en iglesias y conventos, sino también en los ambien-
‘tes universitarios, donde fueron objeto de discusiones, algunas célebres, como las que tuvieron
‘ugar en Paris en los afios 1496 y 1497. Habria que agregar las de Colonia en 1499; Viena, 1501 y
‘mis tarde en Valencia, Gandia, Valladolid, Salamanca y otras ciudades hispanas. Lo mismo se
‘puede sefalar respecto de los cabildos eclesidsticos y ciudades enteras, como Sevilla, donde atin
‘hoy se saca en las procesiones un estandarte con la figura de la Purisima, llamado “sin pecado”.
Juan Duns Escoto esta como en el centro de un grupo de tedlogos cuyo pensamiento tenia varios
puntos de contacto. Unos, como Raimundo Llull, lo antecedian, y ya habian expuesto su doctrina
‘constituyendo un importante antecedente al Doctor Sutil. Posteriormente, se debe recordar a Alejandro,
"deNeckan, el padre Grosseteste y Guillermo de Ware, que también enseiié en Oxford.
Aunque la enorme fama de Escoto Hlevé a otorgarle el titulo de “Doctor Marianus”, su re~
no descansa en i
; -mpefié en el desarrollo det dogma de la Inmaculada. Supo hallar remedio brillante a los
oe que Se oponian a esas ideas, En Paris, como antes en Oxford, explicé e insistié en la