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LA CRONICA DE INDIAS Rubén D. Medina Introduccién presenta de manera muy obvia una dificultad o un error -segun la perspec- tiva desde la que se juzgue-: supone que es posible examinar simulténea- mente y comparar la produccién literaria de dos culturas tan distintas en sus conceptos vitales, como Ia hisp4nica de los siglos de oro y la indfgena americana anterior a la transculturacin, cuando a todas luces resalta que el devenir hist6rico de cada una de ellas habfa recorrido caminos diferentes, De tal manera que ni si- quiera es posible calificar a una con los términos que corresponden a la otra; des- de este punto de vista serfa preciso, por ejemplo, ubicar a algunos grupos amerindios en un estadio cultural propio del perfodo neolftico,"o bien, reconocer- les ventajas muy significativas con respecto a los europeos (especialmente en al- gunos campos como la medicina y la astronom{a’). “Catarsis es valorar, mds alld de filias y de fobias, las palabras de vencidos y vencedores. Quer4moslo 0 no, en la doble herencia, ind{gena e hisp4nica, estén las rafces mds profundas de la realidad histérica de México", afirma el doctor Miguel FE: tema de este trabajo (contraste entre las crénicas espafiolas e indigenas) " Gf. LAFAYE, Jacques. Las conquistadores, 4a. ed., trad. de Elsa Cecilia Frost. México, Siglo XXI, 1981, pp.35-36. * Via. ABETTI, Giorgio. Historia de la astronomfa, 2a. ed. (2a, trad. de Alejandro Rossi. México, FCE, 152 Ledn-Portilla? ¥ la raz6n le asiste por completo. Por lo mismo, pretender estable- cer puntos de semejanza entre ambas producciones culturales, a efecto de some- terlas a concurso, resultarfa una labor estéril, equivoca. EI presente trabajo intenta aproximarse superficialmente al aspecto literario de la crénica de la conquista de América. La faceta hist6rica ha ameritado brillantes estudios; acaso es la parte mds estudiada de este importante momento. Pero la cré- nica de la conquista no es ni lejanamente una relacidn objetiva de acontecimien- tos, privada de intenciones estéticas. Todo lo contrario: en ella abundan los recursos ret6ricos que la distinguen de una enunciacidn cronoldégica de sucesos. La apreciacién de Tzvetan Todorov en torno de este aspecto es sumamente preci sa: para que la historia lo sea realmente, necesita concentrarse en un solo persona- je (y nada més que uno); mientras vaya “de uno a otro para decir lo que este segundo personaje hacfa ‘durante ese tiempo’... la historia es s6lo una conven- cidn” y se aproxima més al relato literario.* En relacién con la crénica "mestiza" a la que aluden algunos textos y progra- mas de estudio, creo advertir otra imprecisién (acaso motivada por afanes pedagé- gicos): consiste en confundir los efectos con las causas; esto es, tratar de clasificar un texto de cardcter hist6rico-literario segtin el origen racial del autor. La historia de la literatura debe distinguir a las crénicas indfgenas de los peninsulares porque entre ambos existen diferencias ideolégicas abismales, pero no hay motivo de que considere por separado a los mestizos.’ EI mestizaje consiste tinicamente en la mencionada filiacién étnica del escritor, mientras que la obra se inclina por una 0 por otra fuente de cultura -regularmente, la hispdnica-. En estas circunstancias, he preferido hacer referencia a la crdnica 3 LEON-PORTILLA, Miguel. Visién de las vencidos, 68..d., introduccién, seleecién y notas dv... México, UNAM, 1972 (BEU, 81),p. V. “TODOROV, Tuvetan. “Las categorias del relato literario", en Andlisis estructural det relate, 4a, ed. trad. de Beatriz, Dorriots. Buenos Aires, Tiempo Contemporéneo, 1974, p. 158. * Bste es el caso, por ejemplo, de Carlos Gonzilez Pefia (Vid. Historia de la Literauura Mexicana, 7a. ed. 20- sregida. México, Pornie, 1960, pp. 19-56), quien, & mi entender, mejor clasifica a los cronistas. © Aun en un eseritor tan ongulloso de su procedencia mestiza como’el Inca Garcilaso de la Vega. 153 ind{gena (casi siempre previa a la etapa colonial’) y espafiola, y situar en el segun- do grupo a los cronistas mestizos. Relaciones indigenas de la conquista Diffcilmente podrfan calificarse como crénicas las obras indfgenas en que se trata el tema de la presencia de los conquistadores en tierras americanas. La crénica (0 corénica, como entonces se decfa) es una “historia en que se observa el orden de los tiempos". Su origen se pierde en la antigiiedad, muy posiblemente en los can- tos épicos griegos y latinos, y, por tanto, es una forma literaria plenamente occi- dental con c4nones propios, a la que sélo podrfa asimilarse la indfgena con una intencién clasiticatoria con fines docentes. Consecuentemente, las caracterfsticas de 10 que se ha dado en llamar crénica indfgena son muy particulares. Aparte la visin tragica de los acontecimientos (propia de quien ve sojuzgadas sus tradiciones, su religidn, su modo de vida, en suma) en los relatos anénimos de los habitantes de América prevalece la misma orientacién estética de su arte y, particularmente, de su literatura? La temética de éstos es semejante a Ia de la Ifrica. Asf, es posible advertir en ellos los sfmbolos més caracterfsticos de las culturas prehispdnicas, La flor, el canto, las piedras preciosas, la amistad entre amigos (raramente el amor a una mu- jer, asunto més propio de la literatura europea a partir del siglo XIV"), el dolor Muy pocos afios fueron suficientes para que acabaran casi ebsolulamente las manifestaciones p \digenas. En la Historia ventadera de la conquista de la Nueva Espana de Berval Diaz del Casillo, es evidente el cambio de conducia de los indios cuando empieza la expedicign de las Hibueras. Esto mismo puede inferirse, por citar otro caso, en Ricard, Roben (La conquisia espiritual de México, trad, de Angel Ma. Garibay K. México, Jus, 1947). * Diccionario de la Real Academia de la Lengua Espaitola. ° Como resultard evidente, considero manifestacién lileraria la produccién nihuall a pesar de las objeciones equivocas del padre Garibay (vid. GARIBAY K.., Angel Ma. "Introduccidn’ a Poesta indigena de la Aliiplani- cie. México, UNAM, 1940 [BEU, 11], p. VID). El mismo apora argumentos que deteminan Ia inclusiGn de la obra prehispénica en el seno de la literatura: "Concepto diffel de defini... La pura expresién de un hecho o una doctrina puede no ser literaria, en el sentido estricto de la bela literatura pero cuando se reviste de adomos ima- ginativos, o de un conato de belleza literaria, aunque narre realidadeshist6ricas o intente transmitir novionesfilo- s6ficas, quedari en el émbito de ls letras, tal como las entendemos hoy dia”. '® Dante, Boccaccio y Petrarca son los introductores de este nuevo concepto en la literatura. Vid. el andlisis del fenémeno en ROUGEMONT, Denis de. E! amor y occidente, Barcelona, Kairss. 154 por la fugacidad de Ia vida y por la incertidumbre de lo que espera al hombre des- pués de ella, el culto alos muertos y a las entidades naturales que mds vivamente han impresionado al ser humano de todas las latitudes y de todos los tiempos -el sol y la luna, por ejemplo- son asuntos que campean en las narraciones indfgenas de la conquista. Sin embargo, falso serfa atribuirles una calidad artistica igual a la de la produc- cidn literaria espafiola de ese tiempo. El concepto de arte y de belleza eran distin- tos en ambas culturas. Ademds, el trabajo literario en Espaiia habfa ganado para entonces valor de creacién personal y privilegiaba socialmente al escritor, mien- tras que en la literatura prehispénica era producto anénimo que asimilaba y se apropiaba la comunidad. Muchas de estas expresiones, por tanto, corrieron la suerte de la poesfa popular, pues se mantuvieron gracias a una tradicion familiar inquebrantable" y a su fijacién en los cddices pictogréficos que operaban como gufas nemotécnicas. Su translacidn a las lenguas indfgenas y su traduccién al cas- tellano fue obra de los sacerdotes evangelizadores (particularmente de los frailes franciscanos). En general, se trata de composiciones con Ia belleza propia de la literatura re- cién nacida. Sus recursos, por ende, obedecen a los de las manifestaciones art{sti- cas primigenias, aunque ya es posible advertir en ellas estrategias de interés para el fildlogo. Por ejemplo: 1. La semejanza entre prosa y verso es muy notoria. Ambos obedecen a una misma cosmovisién y, aun cuando el verso emplea recursos -por ejemplo el ritmo y los estribillos- de los que carece la prosa, las dos formas suelen ser utiles para tratar temas similares. La discriminacién de rima y métrica en el quehacer poético contribuye a acentuar el parecido, 2, Lo mismo en el caso de Ia prosa hist6rica que en el de la diddctica o.en el de Jos discursos, priva un dnimo de “exaltacién y entusiasmo en la frase"? que se an- tojarfa exclusivo de la poesfa lirica. Contra la teorfa del "tono menor" distintivo de "" El trabajo de preservacin corespondta principalmente # las escuelas. “En los Colmécac y Tepochealli, se transmitian y fjaban en la memoria desde tiempos inmemoriales, los cantares divinos, los mitos, las narraciones Epicas y otras formas de composicién literara.” LEON-PORTILLA, Miguel. Op. cit. p. 195. Vid. también TODOROV, Teveton. La conquista de América. El problema del otro, 2a. cd. México, Siglo XXI, 1989, pp. 85- 90, ” GARIBAY K., Angel. Panorama literaio de los pucblas paas, 4a, ed. México, Porta, 1979 (epan cusstos, 22), p. 12. ee ee 155 la literatura mexicana desde sus orfgenes,” en prosa y verso prehispdnicos creo advertir modulaciones de grandilocuencia contenida. Esto es, la tesitura mediane- ra entre lo vocal y lo estentéreo. 3. En lo que corresponde a la prosa, la anécdota nunca es relatada de manera impersonal. El narrador se compromete con su tema y lo expresa enfaticamente, aunque no participe como personaje de la narracién. A diferencia del narrador épi- co, que parece espiar los acontecimientos y describirlos desde un punto de vista imparcial, el relator mexicano se inclina por una de las partes en conflicto y ela~ bora su relato desde una perspectiva personal, esto es, individual y humana. 4. En lo que concierne especificamente a la crénica de la conquista, el énfasis susodicho adquiere los matices del dolor y de la impotencia, de un modo mds des- garrador -por la ira que causa la injusticia~ que, por ejemplo, en los himnos ritua- les o en los poemas de cardcter heroico. 5. "El uso de imagenes y modos metaféricos de expresién”,"* que podria pen- sarse exclusive de la poesfa, se presenta generosamente en las crdnicas, lo cual contribuye, como varias de las caracterfsticas anteriormente expuestas, a la indefi- nicién de los géneros literarios desde la perspectiva de los patrones occidentales de clasificacidn. La expresién literaria entre los aztecas tiende sensiblemente a la creacién de una atmésfera de belleza, que se apoya b4sicamente en la armonfa de la construccién lingiifstica y en el empleo frecuente de significaciones connotati- vas. 6. En cuanto a la relacién de las temporalidades discursiva e histérica, a veces (es preciso confesar que escasamente) se presentan tdcticas narrativas que parece- rfan més propias de un relato moderno que de la épica primitiva. En el siguiente ejemplo se puede advertir la conciencia del narrador en cuanto a la simultaneidad de los hechos y a la labor de guiaje que le exigen los receptores: Hincdbanse de rodillas los indios y adordbanlos por hijos del sol, su dios, y de- cfan que habfa Ilegado el tiempo en que su caro emperador Netzahualpitzintli muchas veces habfa dicho. De esta suerte entraron y los aposentaron en el im- perial palacio, y allf se recogieron, en cuyo negocio los dejaremos por tratar de oj MARTINEZ, José Luis. "Prélogo" de Poesfa roméniica. México, UNAM, 1941 (BEU, 30), p. XXII. ™ GARIBAY K., Angel. Panorania... ibid. 156 Jas cosas de México [subrayado mio], que por momentos entraban correos y avisos al rey Motecuhzoma.., La coincidencia temporal de los acontecimientos obliga al emisor del relato a em- plear un juego de di¢gesis y metadiégesis (referencias a la historia dentro de la propia historia), que apunta a una elaboraci6n narrativa compleja. 7. Otro tanto sucede con la comparacién. Se presenta exiguamente como un re- curso apenas delineado, caracterfstica propia de las literaturas incipientes. Sin em- bargo, no es posible dejar de consignarlo, porque a semejanza del anterior da testimonio del itinerario que probablemente siguen las literaturas en su proceso de gestaci6n y, en el caso concreto de la prosa néhuatl, aporta pruebas de sus experi- mentos, de sus buisquedas. Un ejemplo: Y después de sucedidas las matanzas de Cholula, ya se pusieron en marcha, ya van hacia México. Van en cfrculo, van en son de conquista, Van alzando en tor- bellino el polvo de los caminos. Sus lanzas, Sus astiles, que murciélagos seme- jan [yo subrayo], van como resplandeciendo... 8. El didlogo de los personajes que participan en las historias constituye también un elemento caracteristico de las crénicas de la conquista, Es preciso consignar, a fin de intentar un andlisis més objetivo, que los materiales de que se puede dispo- ner para el estudio de las literaturas indfgenas son el resultado de traducciones y de manipulaciones no siempre cuidadosas; por lo mismo, pudiera ser que esa for- ma directa de representacin respondiese al interés del traductor de dar mayor atractivo a su relato. = Aunque son abundantes los ejemplos en torno a este aspecto, he elegido el que corresponde al encuentro de Cortés y Moctezuma: Cuando él [Moctezuma] hubo terminado de dar collares a cada uno, dijo Cortés a Motecuhzoma: ~(Acaso eres tii? (Es que ya ti eres? (Es verdad que eres Motecuhzoma? '* Visidn de los venetdos, p.60. "Sia,p.43. 157 Le dijo Motecuhzoma. -S{, yo soy. Inmediatamente se pone en pie, se para para recibirlo, se acerca a él y se incli- na, cuanto puede dobla la cabeza; asf lo arenga, le dij -Sefior nuestro: te has fatigado, te has dado cansancio: ya a la tierra ti has lle- gado. Has arribado a tu ciudad: México... [J Y cuando [Cortés] hubo percibido el discurso de Motecuhzoma, luego le dio respuesta por boca de Malintzin. Le dijo en lengua extranjera; le dijo en lengua salvaje: -Tenga confianza Motecuhzoma, que nada. tema. Nosotros mucho lo amamos. Bien satisfecho est4 hoy nuestro corazon... 9, Un asunto que parece digno de consideracién en los presagios indfgenas de la conquista es la sutilfsima {nea divisoria entre lo veraz, lo verosimil y lo fantdsti- co, Lo importante no es la coincidencia de estas tres cualidades, que parece inhe- rente a la literatura en general, sino precisamente el propésito de confundi 10. Como podrd inferirse de los textos transcritos en este trabajo, la geminacién es una constante de la prosa ndhuatl. Es producto de una perspectiva dialéctica que expresa, “mediante un complejo de dos imagenes que se completan y explican una a otra y que dan, en ropaje de metéfora, lo que se intenta decir’, la versién del mundo del pueblo que las forja. Este difrasismo (paralelismo de frases), como le llama el padre Garibay, pro- porciona -desde mi punto de vista- indicios acerca de la concepcién de la vida y del tiempo por parte de los antiguos habitantes de América. En un relato actual, se buscarfa mas la direccidn, la concrecién de lo narrado. En la antigua prosa el emi- sor se deleitaba con la expresidn y paladeaba las palabras. Para explicar, por ejem- plo, la situacién del hombre frente a su dios, el poeta néhuatl se expresa asf: "7 td., pp-67-68. * Of: "Presngio de la veaida de los espafoles"; especialmente el afptimo en nus dos versiones. '? GARIBAY K., Angel. Panorama... pp.27-28. 158 En el centro de su palma nos tiene colocados; nos hace rodar, rodamos noso- tros, nos hacemos bola. Nos arroja de un lado a otro por diversos rumbos. So- mos objeto de su risa; se burla de nosotros.” Evidentemente, muchas de las metéforas empleadas escapan a nuestra capacidad de comprensién. Eso se debe (ademas de las diferencias de cultura) a lo hermético de esta modalidad estil{stica que, por otra parte, distingue también a la produccién Ifrica propiamente dicha. La er6nica espajiola de la conquista Pertenece a un género antiqufsimo. Sus antecedentes pueden rastrearse en las cr6- nicas de las conquistas romanas, Jo mismg que en las disquisiciones acerca de la ret6rica de los creadores y tedricos latinos.” El descubrimiento de tierras y realidades fascinantes para los europeos,” la conquista de pueblos tan cultos como el mexicano y el quechua, la convivencia con grupos tan barbaros como los habitantes de! norte de México o el dominio de grupos étnicos tan aguerridos como los araucanos, resultaban acontecimientos ex- traordinarios que ameritaban la memoria escrita. Para comprender esa necesidad de ver en un papel las experiencias del descu- brimiento y de la conquista, es preciso tomar en consideracién que la cultura euro- pea transitaba, entre los siglos XIV al XVI, de la forma auditiva de conocimiento al modo de aprendizaje visual,” en que la escritura desempefia un papel importan- tisimo. De la misma manera, es necesario enmarcar la cr6nica espafiola en el con- texto de un periodo prolffico de produccién literaria (al margen de la calidad * SAHAGUN, Bemardino de. Historia general de las cosas de la teva Espafta, libro VI. México, Pomia, 1974, capitulo 10. *" GERBI, Antonello. La naturaleza de las indias nuevas. México, FCE, 1978, pp. 319-327. ® Vid. LAUSBERG, Heinrich. Manual de retrica litraria,3 ts. Madrid, Gredos, 1975 (Biblioteca Romé- nica Hispdnica. Manuales, 15), passim, pero especialmente t. 1. ® GERBI, Antonello, Op. cit., passim. ** PAUL, Alan. El sitio de Macondo y el ge Tovonto-Buenas Aires. México, FCE, 1982 (Coleceién popula, 224), pp. 25-40. 159 acaso insuperable de las obras producidas), pues en la Espajia de los siglos de oro habfa un escritor en potencia detrds de casi todo aquel que conociese el alfabeto. Atal grado ejercfa atraccién la virtualidad de transladar a la escritura las expe- riencias, que aun aquellos que tenfan escasas posibilidades de que sus memorias fueran rescatadas del olvido se decidfan a fijarlas por medio de la letra:”* cuanti- més quienes pasaban a las nuevas tierras como parte de una expedicién militar 0 de una misi6n religiosa. Pero no solamente quienes se aventuraron a pasar al Nuevo Mundo ensayaron en la redaccidn de sus memorias. Inclusive aquelios que se enteraban de ofdas 0 por otros escritos lanzaron su "cuarto a espadas" y escribieron, a trasmano, su ver- si6n de la historia de la conquista. En el mejor de los casos, se trataba de hombres a quienes la vocaci6n les exigfa asumir el trascendental asunto; pero en otras oca- siones, quienes abordaban el tema eran escritores oficiosos, pagados por algiin protagonista de los hechos (0 familiar de éste) para elaborar una crénica favorable al demandante. Tal es el antecedente, por ejemplo, de la Historia de la conquista de México de Francisco Lépez de Gomara, que tanta irritacién causara a Bernal Diaz del Castillo y que lo orillara a escribir su Historia verdadera. En general, de acuerdo con la proposicién de Carlos Gonzdlez Pefia,* los cro- nistas que se refirieron a la conquista de México pueden clasificarse en cuatro grupos, a saber: ra Primero. El de “los que, sin haber venido al continente, trataron de Indias": Pe- dro Martir de Angleria, Francisco Lépez de Gémara, Antonio de Solis y Antonio de Herrera y Tordesillas. Segundo. Formado por la gente de armas que narra, desde su vivida perspecti- va, los acontecimientos bélicos en que participé: Hern4n Cortés, Gonzalo Fernan- dez de Oviedo (no era, precisamente, militar; pero pasé a América como parte de una expedicién castrense), Bernal Dfaz del Castillo y una pléyade casi innumera- ble. Tercero. Integrado por los misioneros religiosos que consignaban lo relativo a la conquista y, sobre todo, lo caracterfstico de las culturas americanas con las que convivieron: fray Bartolomé de las Casas, fray Toribio de Benavente (Motolinia), * En circunstancias de esta naturaleza escribié Gonzalo de Guerrero, el néufiago compaiiero de Jensnimo de Aguilar, sus memorias, Vid. AGUIRRE ROSAS, Mario. Gonzalo de Guerrero, padre del mestizaje iberomexi- ano. México, Jus, 1975, © Op. cit pp. 19-55. 160 fray Bernardino de Sahaguin, fray Jerénimo de Mendieta, fray Diego Durdn, el pa- dre José de Acosta, fray Juan de Torquemada e igualmente un sinnimero de reli- giosos més que alternaban la labor evangélica con la de la pluma. Cuarto, Compuesto por historiadores indios, primer producto del mestizaje cul- tural en América, que proporcionan una temprana imagen del trauma de Ja con- quista; los mds destacados: Hernando de Alvarado Tezozémoc y Fernando de Alva Ixtlix6chitl. Naturalmente, la abundancia de las crénicas de Indias dificulta la apreciacién homogénea del género. Sin embargo, en atenci6n a la finalidad did4ctica de este trabajo, valgan las siguientes caracterfsticas como sus rasgos distintivos. Con ellas podrdn advertirse las diferencias, desde mi punto de vista enormes, en relacién con la crénica elaborada por los antiguos mexicanos. 1. Estén elaboradas de acuerdo con las reglas preceptivas clasicas. La ratioci- natio (argumentacién Idgica que tiene la finalidad de elogiar al contrincante) es un ejemplo de ello. Consiste en ponderar la fuerza, la habilidad, la inteligencia del ri- val y, al mismo tiempo, “los sacrificios que se hicieronpara conseguir el objeto elogiado".” Si fuera indispensable citar ejemplos, piénsese en la descripcién enco- midstica de la ciudad de México Tenochtitlén y de la cultura mexica, elaborada por todos los que abordaron el tema: Hernan Cortés, Bernal Dfaz del Castillo, An- tonio de Solfs, Francisco Lopez de Gémara. Como el anterior, serfa posible citar otros elementos que comprobaran el apego de la composicién de las crdnicas a la preceptiva cl4sica (un aspecto muy intere- sante de estas obras es el proceso de cambio que denotan; el testimonio mas evi- dente al respecto es la coincidencia de los cénones tradicionales de composicién con los conceptos de valor literario vigentes en la época), 2. Los conquistadores y primeros colonizadores de América pertenecfan a los més diversos estratos sociales, econémicos y culturales de Espaiia.* Pero todos los que narraron por escrito sus memorias posefan una caracteristica comin: eran lectores. Y especialmente lo eran de los libros de caballerfa, lo cual modifica sus- tantivamente la apreciacién de las crénicas. Su visién de los acontecimientos, de los lugares y de los habitantes que buscaban en sus exploraciones se vefa modifi- 7” LAUSBERG, Heintich. Op. cit. pp.343-344. * Gfx MARTINEZ, Joss Luis. Pasajeras de Indias. México, Alianza Editorial, 1984,303 pp. También LA- FAYE, Jacques. Opcit.,p.19. 161 cada por los efectos de este material de lectura.” Baste para confirmar la asevera- ci6n, en gracia de la brevedad, el recuerdo de algunos topénimos con que toma- ban posesién los descubridores (nombrar es poseer) de los sitios adquiridos para la corona: Isla (de) Mujeres, uno de los primeros lugares en que las expediciones de Francisco Hernandez de Cérdova y Juan de Grijalva buscaron el mitico reino de las amazonas (evidentemente, el nombre del rfo de la América austral tampoco es gratuito), indudablemente acuciados por las copiosas posesiones de oro con que se describe a estas mujeres en los amadises. Con el nombre de California parece suceder algo semejante: aunque cabe la posibilidad de que sea la suma de dos pa- labras (calida fornax=horno caliente), también es probable que haya surgido de Calafia, apelativo de la reina de las amazonas. Aun en el escrito con que da inicio el subgénero, la bitécora de los.cuatro viajes de Cristobal Coln,” pueden documentarse descripciones teitidas por la fantasfa. Sin embargo, la influencia de la novela de caballerfas afecta en gran medida y en varios otros 6rdenes a las crénicas de Indias, 3. A propésito de la tenue frontera entre lo fantdstico y lo real, rasgo que distin- gue a la literatura latinoamericana contempordnea, habrfa que abonar en favor de los cronistas un Animo de objetividad, probablemente inspirado en el método de la historia natural. Su testimonio intenta dar cuenta no sélo de los acontecimientos bélicos, cuanto de la naturaleza del Nuevo Mundo, Para ello, a diferencia del mé- todo de Plinio, componen sus relatos con base en la experimentacién directa a la par que en las lecturas; de este modo, ademds, rompen amarras con la autoridad de los cientfficos cl4sicos” y ensayan formas de conocimiento que juzgan mas adecuadas a los vuelcos que habfa sufrido la ciencia. 4. La cronica de la conquista constituye en muchos casos una argumentacién defensiva de la expansién imperialista de Espafia. Para muchos de los cronistas, el derecho natural y la ley divina justifican la intervencidn en la vida de un pueblo en defensa de lo que se considera, sin dpice de duda -es decir, honestamente-, la LEONARD, Irving A. Los libros det conquistador, 2a. ed. México, FCE 1979, pp.34-35. * COLON, Cristébal. Los cuatro vials del almirante y su tstamenso, 7, ¢d, Madrid, Espasa-Calpe, 1980 (Austral, 633),221 pp. >" Of IGLESIA, Ramén. Cronistas ¢ histariadares de la conquista de México. México, SepSetentas-Diana, 1980, pp. 132-133. 162 verdad.” A fin de lograr ese objetivo, es imprescindible recurrir a la dispositio de la retorica cldsica (vid. supra). 5, La crénica de Indias consolida el trabajo de dignificacién de las lenguas po- pulares. El castellano en que estén escritas estas relaciones presenta un estado de evolucién muy préximo al espajiol hablado en la actualidad* Aun en tos soldados sin instruccién académica que se aventuraron en la escritura se puede advertir un 4nimo de limpieza en la expresién, y hubo quienes (Alonso de Ercilla, verbigra- cia) lograron obras con verdadera sustancia literaria, En los historiadores de las cosas de Indias "puede observarse cémo el neologismo latinizante desaparece, el vocabulario se depura: no hay aquf ‘domadores de palabras'; se propende a la sen- cillez, al habla comtin, ‘la que todos participan'"* 6. En lo que corresponde a los recursos narrativos, la crénica espafiola deja en- trever una disposicién estructural que remite, necesariamente, a una cultura litera- tia desarrollada. En la organizacién de la temporalidad, en la perspectiva del narrador, en el empleo de las funciones, en la conformacién de ejes actanciales, etcétera, transluce la sabidurfa individual de cada narrador, pero también el mode- lo vigente de composicién literaria. Conclusiones En términos generales, no es posible hablar de la crénica indfgena, salvo por el hecho de que los relatos son el producto de la observacién directa de los aconteci- mientos y dan cuenta v{vidamente de ellos. Esta imposibilidad de calificarla precisamente como crénica obedece-a la im- precision de los I{mites genéricos de la literatura prehispanica mexicana. Las na- traciones que relatan el encuentro con la cultura espafiola presentan las caracterfsticas distintivas de esta literatura; en particular, las que identifican a las manifestaciones Ifricas. * Vid. GINES DE SEPULVEDA, Juan. Tratado sobre las justas causas de la guerra contra los indies. México, FCE, 1979, pp. 153-157. ® Vid. MENENDEZ PIDAL, Ramn. La lengua de Cristébal Colin, Sa.ed. Madrid, Espasa-Calpe, 1968 (Austral, 280), p. 80. i ee 163 Son muchos los puntos de diferencia entre la creacién literaria de los pueblos americanos y el ideal de la literatura de los europeos. El motivo fundamental de ello es la perspectiva, a veces diametralmente opuesta, desde la que se concibe la vida. El mundo de los signos de cada una de estas culturas parece no tener nada en comin, La cr6nica de la conquista elaborada por soldados, religiosos y amanuenses es- pajioles, por su parte, también es el reflejo de la atmdsfera cultural y artistica en que vive el pueblo que la produce. En ella pueden advertirse las tendencias lin- giifsticas y la orientacién estética de la literatura espafiola de los siglos de oro. I clusive, podrfa pensarse que los conquistadores acttian con la intencién primordial de verter los acontecimientos a la escritura. A ese mismo concepto épico de la existencia obedece su interés por la lectura, que, a su vez, determina la visién de la conquista. La novela de caballerfas (sobre todo ésta por tratarse de la literatura mds popular en el momento) influye en la composicién de la crénica de Indias. El relato frecuente de acontecimientos fabu- losos, de batallas multitudinarias, de comportamientos heroicos y hasta de actos milagrosos que conceden la victoria a los cristianos, son algunos de los rasgos que demuestran que en la relacién histérica subyacen los relatos fantdsticos.

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