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Nuestra
mayor
recompensa
es
que
otros
pueden
ver
que
hemos
estado
con
el
Seor
en
comunin.
No
necesitamos
alardear
sobre
eso.
Se
vuelve
evidente.
Su
presencia
y
Palabra
nos
transforman.
Cuando
Dios
nos
habla
en
ese
encuentro
secreto,
su
voz
penetra
hasta
lo
ms
profundo
del
alma
y
del
espritu,
hasta
la
mdula
de
los
huesos,
y
juzga
los
pensamientos
y
las
intenciones
del
corazn.
(Heb.
4.12
NVI).
A
veces,
ni
siquiera
somos
del
todo
conscientes
de
los
cambios
que
Dios
produce
en
nosotros,
pero
los
dems
lo
notan,
es
algo
que
no
se
puede
ocultar.
En
cierta
manera,
nuestra
vida
resplandece
como
el
rostro
de
Moiss
cuando
descenda
de
un
tiempo
de
comunin
en
el
monte
Sina;
no
saba
Moiss
que
la
piel
de
su
rostro
resplandeca,
despus
que
hubo
hablado
con
Dios
(Ex.
34.29).
Una
vez
que
ests
realmente
delante
de
la
presencia
de
Dios,
una
vez
que
te
has
mostrado
con
sinceridad
ante
l,
todo
cambia.
El
rey
David
dijo
La
comunin
ntima
de
Jehov
es
con
los
que
le
temen,
y
a
ellos
har
conocer
su
pacto
(Sal.
25.14):
Cierras
la
puerta
con
dudas,
la
abres
con
respuestas;
entras
a
tu
habitacin
quebrantado,
sales
consolado,
vienes
con
el
pesar
que
produce
del
pecado,
regresas
con
la
alegra
del
perdn.
Hoy
tienes
una
cita
con
tu
Padre.
La
invitacin
est
hecha
desde
la
cruz,
acerqumonos
a
Dios
con
corazn
sincero
y
con
la
plena
seguridad
que
da
la
fe
(Heb.
10.22
NVI).
La
puerta
est
abierta,
la
cerrars
hoy
desde
dentro
o
por
fuera?