Está en la página 1de 136
LA NATURAL CONCIENCIA 8 é ARIEL BENNETT 9s proesor do neocienciay ‘creo au deta Utero Soy y tor ‘Seeico dal Gran and Mind Resasrch itu. Su ‘rrr ohio, cola ques coaster Pa Hai, ‘son istry ofthe Sagan, Tho ea of Casas {yPriosphcal Foundates of Narco DDAVEL DENNETT we tar do citer ce oso ‘Austin B.Fetcery str del Canter fr Cognito ‘Sides dele Unvrie ta sauor e umececs rs, rece, Consencs pleatayLaioucan ce [bioead moe pubtendos por Pad PSTEH HACKER ee profesor y mlombro oo la uta rmtra tS. Clog de Ovo es uno dos Drops erates nel sensariato doWitgensin, Ene sus cores mis reeones se cusrtan furan ature: The Catagencal Framawork, Wetgensta CGonnactons and Cantovarses, y Philosophical Foundators of Neues, dla 2 cost contol Bort (0-5 S=AF 0 er dla ceca Jo xa Sse ‘ela Unersida do Gafena on Boxy, C5 ator > ‘oo fos, rt alos, 8 mista co conc, {a consinecén do la realidad sacl y Libertad ‘rascals p.bcats por Paces. ‘Los temas que abordan estos cuatro pen- ssadores no se reducen a la neurofisiologia ya flosoia de la mente, sino a la naturaloza de la propia flosofia y su relacién con la ciencia. Este debate debe considerarse ‘como una de las grandes controversias floséficas de nuestra generacién, y ofrece ‘allector una oportunidad sin igual para formar ‘8 propia opinién sobre unas cuestiones de ‘enorme relevencia intelectual» Anthony Kenny St John's College, Universidad de Oxford Esta obra recoge el provocative debate entre tres destacados fildsofos y uno de los principeles neurocientficos contemiporéneos sobre los supuestas conceptuales de la neuraciencia cognitiva. E! libro se inicia con un pasaje de Philosophical Foundations of Neuroscience, de y » texto en et que se cuestionan los planteamientos de los neurocientiicos cognitivos,y, continuacién, y expresan sus discrepancias con la ppostura de los anteriores. Por titimo, y exponen sus argumenttos contra estas crticas, Estas intervenciones configuran un apasionado y esclarecedor debate sobre un amplio abanico de cuestiones fundamentales: la naturaleza de la conciencia, la bicacién de los atributos psicolbgicos, la capacidad explicativa de los llamados mapas y representaciones cerebraies, la coherencia de la idea de una postura intencional, y las relaciones entre mente, cerebro y cuerpo. De manera clara y atractiva, los autores ponen al alcance de! lector interesado las distintas concep- ones del método filoséfico y de la explicacion neurocientiica y cognitiva y de la naturaleza humana, 70 hi 9788449'321320 21321 | PAIDOS 8 5 5 § : s PAIDOS TRANSICIONES Utimos titulos publicados 20.6. Garde, La intelgenci rformlag 20. Hagan, La mente por cescubrt 31, Lewontin, E'sveto del ganoma humaro yobs hsiones 182, J. Esto, Sabre as casiones $33. U. Borlenorenrer, La eagle de essa humaro 34D. A, Nerren, Bordoradir se 235. K. Davies, La canquiste da gona humano 36.6. Caxton, Aceon 87, © Hagige, Noa & muets deserves 238, C. Korner, sano det gusto 58.E S, Hochman, Lz Bauhaus. Cal oe 8 madera 40.M, Rees, Nussto Ada oSsmco 41, Garanory cos, Buen tabae 422. Fd Wal, E7 sino yo acre de sshd 23, RM, Hoga, Eavcarlaruicoo Wericerg, Planta cara ‘A.C, Dart, La Madonna dt iro NN, Lonawertn, Eaprendaaioa i lgo dea vie M. Love, Motes ateranis, arendaais fereries Pri, Laiabla ase FR. Aungos Elmore actico 1.6, Dern, Le saatn os la ibertas WM Lene, Conte ol mito dei pareza Debra’ J cron, Ale Sombra de is asain H, Garcher Montes fox GG. Nunber foam}, £0 dt tro IN Longnon, 2 aprendtzaj a lxgo 0a va on a eréctoa 57,6. Alege, Un 2oco de cena para foo ei mundo 58. D. Norman, € serio emocivea £35. Wats, Sas gad de separate La cfscia dens reds en le ead acoso 60. MP Lyreh, La mpotandla dee werd 51. M.S. Gazariga, B cert ico 1H, Gae, La escalera de Jacob. Hstona dl ganoma ho 166.6. Raza C. Sigal, Las neurenas espe. Los mecansmeos da eros 64, Sepals, El mono enamarace yaltos ensas sobre nesta vide ania 66, ©. Age, La socedad wiharebe, Daca retes dé paca cartifca 156. F de Ws, Brats yfscles La evan de & mora de sino al hombre 67S. Pri, £7 mando des palabras. Une inredvccén a erature humans 158. J. Dewey, Como pensaras| 6 x BRLSRISSSBAE 9, NIN. Taleb, cise negro 0, B.A. Komisaruky ofo8, La cenci dl orgasmo 7. H, Gerdher, Las cinco mets de fat 72M, Banat oes, La natuaiza de is concise MAXWELL BENNETT, DANIEL DENNETT PETER HACKER Y JOHN SEARLE LANATURALEZA DE LA CONCIENCIA Cerebro, mente y lenguaje “Tuo oak: Neurscence& Piosophy. Bran Mid 8 Lsrgua92 ‘toads eigrarmert ning, en 2007, por Cumbia Uriveraty Press, Nuss Yor “rackectn do Roo Fla Reve tence do Francesc Fan Cuber ce xcs comunescs SPER oars encase err SEN. Spr ennmensoopeouniea ore Spee seemmmata yeoman oo (© 2008 dos extracts do Phiosptica Found of Newosconco DbyManvel Gorn and PoterM.S, Hacker (©2007 ce -Phicaoor 6s Nave Artyopdgy: Comment en Bonnet and Hackers ‘pyDonid Demet (©2007 do -Puting CnciousnossBackin the rar: Rey to Barwa and Haske, Posophica Foundatons of Neroscianco by Jenn Sato (© 2007 do The Concept resapcations of Cogvive NewoodencsA el to Cites ‘byMaxtet R, Bernt and Peter MS. Hecker ©2007 col pogo by Marval. Bernat (62007 doa Fodor Stl Leokng Science and Piosophy in Put ‘of Pence Ronson by Combia overt Press Alright esened (© 2008 dea resus, Ros Fila (© 2008 de todas xicones en cstearo, Esckres Pacts irea, SA, 2. Dlagns, 02-884 08064 Bareione ‘wuspaidos. com Ise 97894-480-2100-0 anc nat 616.095:2008 Improso on Cayoea Quebec, SA (roe Cds, km. 8,7 - 08190 Sara Perptua ce Mogoda Batok lngroso en spars ~ Pintedn Span posses SUMARIO Introduccién 9 Dante ROBINSON LA POLEMICA Fragmentos de Philosophical Foundations of Neuroscience... 15 Maxweit Bennerry Perse HACKER Neurociencia y filosofia «+++ 69 Mawes BENNETT LAS REFUTACIONES La filosofia como antropologia ingenua 3 Dante. DeNNETT Situar de nuevo la conciencia en el cerebro « 121 JouN Seanie REPLICA A LAS REEUTACIONES Los supuestos concepruales de la neurocis Maxwett BENNETT ¥ Perer HACKER cia cognitiva ... 159 Epflogo .... eee Maxwett Benner La biisqueda continéa .... Danis Rosixson Notas 215 245 INTRODUCCION Dante Rosinson La editorial Blackwell publicé, en 2003, Philesophical Foundations of Neuroscience, de Max Bennett y Peter Hacker. El libro lamé la aten- cin de inmediato, porque era la primera evaluacién sistematica de Jas bases conceptuales de la neurociencia, tal como habian sido es- tablecidas por cientificos y filésofos. Lo que afiadfa atractivo a la obra eran dos apéndices dedicados a la critica en detalle de los in- fluyentes escritos de John Seatle y Daniel Dennett. Max Bennett, consumado neurocientifico, identificé con acierto a Searle y Dennett ‘como los filésofos ms leidos entre la comunidad neurocientifica, y tenfa mucho interés en dejar claro a los lectores por qué él y Hacker disentian de sus opiniones. En el orofio de 2004, la comisién de programacién de la Ame- rican Philosophical Association (APA) invité a Bennett y a Hacker a participar en una sesién de «Autores y crticos» en el encuentro de 2005 de la Asociacién, en Nueva York. La eleccidn de los crticos no pudo haber sido mejor: Daniel Dennett y John Searle aceptaron es- cribir sus réplicas a las crticas que Bennett y Hacker habfan formu- lado contra su obra. El contenido de este libro se basa en aquella se- sin de tres horas dela APA. Owen Flanagan presidié la sesibn, que estuvo marcada por un intercambio inusualmente animado entre los participantes. Antes de la sesién Dennett y Searle haban facili- tado sendas versiones escritas de sus refutaciones, alas que Bennett y Hacker replicaron a continuacién, 10 LANATURALEZA DE LA CONCIENCIA Plenamente consciente de la importancia de los temas filoséficos debatidos, Wendy Lochner, editora de la seccién de filosofia de Co- lumbia University Press, propuso a los participantes que las actas se publicaran en forma de libro. Por lo general, un debate en origen apasionado suele perder colorido y emocién en su versi6n escrita. El lector se ve forzado a recrea ens real a partic de la fragmentacién y el artificio de la prosa editada. Creo que es justo decir que este libro no padece de esta limitaci6n tan maginacién un acontecimiento comin. En los presentes ensayos ¢intercambios, el lector reconoce- 14 el poder motivador de la pasién intelectual. Los participantes abordan sus temas en profundidad. Sus destacadas aportaciones a lo largo de varias décadas les dan derecho a que se les come en serio. ‘Ademés, hay mucho més en juego de lo que es habitual en este tipo de discusiones. Al fin y al cabo, el proyecto de la neurociencia cogni- tiva es nada menos que la incorporacién a la estructura de la propia ciencia de lo que nos complacemos en llamar naturaleza humana. Dennett Searle, con una confianza que puede parecer entusiasmo, se inclinan a creer que el proceso de incorporacién va por buen e3- ‘ino, Por su parte Bennett y Hacker, con una cautela que puede parecer escepticismo, plantean la posibilidad de que el proyecto mis- ‘mo esté basado en una confusién. Fui honrado con la peticién de redactar un capitulo final para el libro proyectado, En él resumo mis concepciones més arraigadas so- bre el tema, al tiempo que sopeso los diestros argumentos y contraat= gumentos de las principales figuras que intervienen en el debate Confio en que los lectores se darén cuenta de que tengo pocas ideas definitivas sobre cl particular. Reconozco el decidido empefio de Searle y Dennett por ofrecer un modelo crefble y viable de eémo la vida mental se comprende gracias a acontecimientos que se produ- cen debajo de la piel. Norbert Wiener, uno de los hombres de cien- inrmropuccion un cia sabio de verdad, sefialé que el mejor modelo material de un gato «s un gato, a ser posible el mismo gato. No obstante, sin modelos incluso aquellos aderezados con tintes antropomérficos— la mis- ‘ma complejidad del mundo real acaba frustrando el progreso cien- «ifico en cualquier campo. No existen célculos ni ecuaciones que esta- blezcan la fronteras en cuyo interior deba confinarse la imaginacién de quien construye el modelo. AA final, este tipo de cuestiones se zanjan en el ambito dela estética. Con ello no quiero decie que haya menos espacio para el rigor ana- litico: en su méxima expresién, el andlisis filos6fico es una tarea es- kética. Seguramente, esto es lo que hace que el fisico y el matemd- tico se sientan atraidos por lo «clegante». :No es la estética a que cemplea la navaja de Occam para decidir sobre el refinamiento, la me- dida, la proporcionalidad y la coherencia? Estoy convencido de que, justamente bajo estos criterios, os lectores encontrarsin en la critica de Bennert-Hacker —en particular en la filoséficamente rica ¢ in- formada critica de Peter Hacker— no una inclinacién al escepticis- ‘mo, sino una aplicacién cuidadosa y efectivamente elegante de las ‘mejores herramientas ideadas por los filésofos. Dicho esto, ¢s importante ir més alléy reconocer que no es pro- bable que nuestra vida realmente vivida desvele su realidad comple- «a, cambiante, a menudo voluble y maravillosamente interior, bien sea alas tablas veritativas, ala méquina de Turing o al laparoscopio. No es de extrafiar que el fil6sofo que tan a menudo nos ha propor- cionado la primera reflexién sobre un tema importante sea también quien tenga la dltima palabra sobre el mismo. Me reflero, por su- puesto, a Aristteles. Debemos buscar la precisin en aquellas cosas que la admiten, y escoger las herramientas adecuadas para lararea que tenemos entre manos. En tltima instancia, nuestras explicaciones deben mantener una relacién inteligible con aquello que pretende- 2 TANATURALEZADELA CONCHENCIA ‘mos explicar. Fl demégrafo que afirma con una precisién encomia- ble que la familia media se compone de 2,53 miembros no cree ne- cesario recordarnos que no hay tal cosa como un 0,53 de persona. Con. este tipo de datos no se pretende describir la naturaleza de los ele- ‘mentos contados esa cantidad es simplemente su resultado, La cues- idm es, claro esté, que la precisién cientifica 0, para el caso, la pre- cisibn aritmética, no pueden decirnos casi nada sobre qué es lo que se ha analizado con tal precisién. Aqui como en cualquier otra par- te, la maxima que tige es la de caveat emptor [tenga cuidado el com- prador]. Los lecrores abordarin este discurso con auténtico interés, in- ‘cluso con un poco de vanidad, ya que trata de ellos, Son sus propios criterios estéticos los que se impondrén aun material de este tipo, ¥ son ellos quienes finalmente decidirén si las explicaciones oftecidas ¢guardan una rclacién inteigible con lo que realmente importa, Pero tun buen jurado debe atenerse las prucbas disponibles, dejarse guiar cen sus deliberaciones por el sido criterio de la evidencia. ;Paciente lector! ;Digno miembro del jurado! He aqut algunas prucbas (pro- ccedentes de la neurociencia cognitiva) y una exposicion excepci nalmente clara de las reglas que cabe aplicar en su consideracién. No es necesario darse prisa en emitir un veredicto... Dawte N. Rosinson ce eeeaeaeae ee LA POLEMICA PHILOSOPHICAL FOUNDATIONS OF NEUROSCIENCE Introduccién Maxwel. BENNETT Y PETER HACKER El libro Philosophical Foundations of Neuroscience [Fundamentos f- los6ficos de la neurociencia] expone los frutos de un trabajo llevado a cabo conjuntamente por un neurocientifico y un fildsofo. Tiata de los fundamentos conceptuales de la neurociencia cognitina, unos fandamentos constituidos por las relaciones estructurales entre los conceptos psicolégicos que intervienen en las investigaciones sobre las bases neurales de las capacidades cognitivas, afectivas y volitivas hhumanas. Investigar las relaciones l6gicas entre los conceptos ¢s una tarea filoséfica. Orientar esta investigacién por unos determinados senderos, de modo que se vaya aesclarecer la investigacién del cere- bro es una tarea neurocientifica, De ahf nuestra empresa conjunta. Siqueremos comprender las estructurasy la dinmica neurales que hacen posible la percepcidn, el pensamiento, la memoria, el senti- miento y la conducta intencional, es esencial la claridad sobre estos conceptos y categorias. Ambos autores, que abordaban esta invest gacién desde perspectivas muy diferentes, se sintieron desconcerta- dos, ya veces incémodos, con el uso que de los conceptos psicol6- {gjc0s se hace en fa neurociencia actual. El desconcierto lo provocaban las implicaciones de lo que cierto neurocientifico afirmaba sobre el cerebro y la mente, o las razones por las que un neurocientifico crefa 16 LANATURALEZADELA CONCIENCIA que sus expetimentos esclarecfan la capacidad psicolgica objero de estudio, o los presupuestos conceptuales de las preguntas que se formulaban. La incomodidad provenia de la sospecha de que, en al- _gunos casos, los conceptos no se entendian, se aplicaban incorrec- tamente o més alli de su campo especifico de aplicacién. Y cuanto ds investigibamos, mas convencidos estabamos de que, pese alos impresionantes avances de la neurociencia cognitiva, algo andaba mal en la teorizacién general. Las preguntas empiricas sobre el sistema nervioso son el campo dela neurociencia, El cometido de ésta es establecer los hechos en !o que concierne a las estructuras y las operaciones neurales, Es varea de la neurociencia cognitiva explicar las condiciones neurales que ha- cen posibles las funciones perceptivas, cognitivas, cogitativas, afec~ tivas y volicivas. Las investigaciones experimentales confirman 0 cuestionan tales teor‘as explicativas. Por contrast, las preguntas con- ceptuales (ls que, por ejemplo, se refieren a los conceptos de men- te.o memoria, pensamiento 0 imaginacién), la descripcién de las re- laciones logicas entre los conceptos (como las que existen entre los conceptos de percepcién y sensacién, o los de conciencia y auto- conciencia) y el examen de las relaciones estructurales entre los dis- tintos campos conceptuales (por jemplo, entre el psicoldgico y el neu ral, oel mental y el conductista) son el campo propio de la filosofia Las preguntas conceptuales son previas alas cuestiones de verdad y falsedad, Son preguntas que conciernen a nuestras formas de re- ipresentacin, no a la verdad o la falsedad de afirmaciones emplricas. Estas formas estén presupuestas en las afirmaciones cientificas ver- daderas (yen las falsas) y las teorlas cientificas correctas (e incorrec- tas), No determinan lo que es empiricamente verdadero o falso, sino ds bien lo que tiene y lo que no tiene sentido. De ab que las pre- guntas conceptuales no sean pertinentes en la investigacion y la ex- i ; LaroLenca 7 petimentacién cientificas ni en la teorizacién cientéfica. ¥ es que cualquiera de estas investigaciones y teotizaciones presuponen los conceptos y las relaciones conceptuales en cuestién, Nuestro inte- 1é5 aqui no estden las lineas de demarcacién gremiales, sino en las dis- tinciones entre tipos ligicamente diferentes de indagacién intelectual! Es de suma importancia distinguir las preguntas conceptuales de las empiricas. Cuando una pregunta conceptual se confunde con tuna clentifica, es inevitable que parezca singularmente abstrusa. En. estos casos, parece como sila ciencia debiera ser capaz de descubrir la verdad de lo que se investiga mediante a teoriay el experimento, yysin embargo fracasa continuamente en tal empefio. Y no hay que extrafiarse de ello, ya que las preguntas conceptuales no pueden tra- tase con los métodos empiticos de investigacién, del mismo modo {que los problemas de las matematicas puras no son resolubles por los mécodos de la fisca. Ademas, cuando los problemas empiricos se abordan sin la adecuada claridad conceptual, forzosamente se pla tean preguntas equivocas que conducen a la investigacién por ca- rminos infructuosos. Cualquier oscuridad en lo que respecta a los conceptos elevantes se reflejard en una correspondiente falta de cla- ridad en las preguntas y, por lo tanto, en el disefio de los experi- ‘mentos con los que se pretende responder a esas preguntas. Y cabe prever que cualquier incoherencia en la comprensién de la estructura conceptual relevante se manifieste en incoherencias interpre- tacién de los resultados de los experimentos. La neurociencia cognitiva opera a lo ancho de la frontera entre dos campos, la neurofisiologia y la psicologia, cuyos respectives con- ceptos son categéricamente disimiles. Las relaciones ligicas 0 concep- tuales entre lo fisioldgico y lo psicolégico son probleméticas. Nume- rosos conceptos y categorfas de conceptos psicoldgicos son dificiles cde definir con nitidez. Las relaciones entre la mente y el cerebro, yen~ 18 LANATURALEZA ELA CONCHNCIA te lo psicoldgico y lo conductual, son desconcertantes, La extra fieza ante estos conceptos y sus expresiones, y ante estos aparentes dominios» y sus relaciones, ha sido una caracteristica de la neu rofisiologia desde sus origenes.” A pesar de los grandes avances de la neurociencia a principios del siglo xx de la mano de Charles Sherrington, la baterfa de preguntas conceptuales popularmente ‘conocidas como el problema mente-cuerpo 0 mente-cerebro siguié tan inabordable como siempre, como se pone de manifesto en las cerradas ideas cartesianas defendidas por Sherrington y algunos de sus colegas y protegidos, como Edgar Adrian, John Becles y Wilder Penfield, Pese a la incuestionable brillantez de su obra, permane- fan graves confusiones conceptuales. El objeto de nuestra investi- gacién en ese libro es determina sila encracién de neurocientfficos actual ha superado con éxito las confusiones concepcuales de gene raciones anteriores, o se ha limitado a sustituir una mezcolanza con- ceptual por otras. ‘Tal mezcolanza es evidente en la persistente adscripcién de atri- ‘butos psicolégicos al cerebro. Mientras Sherrington y sus protegi- dos adscribfan atributos psicoldgicos a la mente (concebida como ‘una sustancia peculiar tal verinmaterial,distinta del cerebro), los neu- rocientificos actuals ticnden a adseribirla misma serie de atriburos psicolégicos al cerebro (del que se piensa comtinmente, aunque no de forma uniforme, que ¢s idéntico a la mente). Pero la mente, sos- tenemos nosotros,* ni es una sustancia distinta del cerebro ni una sustancia idéntica al cerebro. Y demostramos que la adscripcidn de atributos psicolégicos al cerebro es incoherente.* Los seres huma- nos poseemos una amplia diversidad de capacidades psicologicas, «que se cjercen en las citcunstancias de a vida, cuando percibimos, pen- samos y razonamos, sentimos emociones, deseamos cosas, hacemos planes y romamos decisiones. La posesidn y el eerccio de esis ca- LAroLetca 19 pacidades nos definen como el tipo de animal que somos. Podemos investgar cules son las condiciones y correlatos neurales de tal po- sesiin y de tal ejerccio, Esa sla tarea dela neurociencia, que est des- cubriendo cada ver mds cosas sobre todo ello. Pero sus descubri- mientos no afecan en modo alguno a la verdad conceptual de que estas capacidadesy su cjercicio en la percepcidn, cl pensamicnto yl sentimiento som atribucos dels sees humanes, no de sus partes, en conctet, node cerebro. Elser humano es una unidad psicofsica, un animal que puede percibir, actuarintencionadamente, razonary sentir emociones, un animal que utiliza el lmguaje, que no es me- ramente conscience, sino también autoconsciente; no un cerebro in- ctustado en el crineo de un cuerpo. Sherrington, Eccles y Penfield concebfan a los eres humanos como animales cuya mente, ala que imaginaban como portadora de los atributos psical6gics, est vin- culada al cerebro, Suponer que el cerebro ese portador dels atribuos psiolgicos no supone avance alguno sobre esa concepcidn fals. Eni los neurocienificos de hoy es muy habicual hablar de que el cerebro percibe, piensa, adivina o cree, 0 de que uno de sus he- misferios sabe cosas que el oto ignora. La justfcacin suee ser que ese tipo de discurso no es més que una mera forma de hablar, Pero csto es un grave error, porque la forma caracterstica de expicacién en la neurociencia cognitiva contempordnea consste en adscribie autbucos psicoligicos al cerebro y sus parts con elfn de explicarlapo- sesién de atibutos psicol6gicos y el ejerccio (y las deficiencias en el cjerccio) de capacidades cognitivas por parte de los eres humans Laadsctipcin al cerebro de atrbutos psicoldgicos, en particular cognitivos y los cogitativos, es también Fuente de graves confusi nes ales, como bien demostramos. La neurociencia puede vestigar las condiciones y los correlatos neurales dela adquisicién, la posesién y el ejercicio de capacidades sensoriales por parte de los 20 {ANATURALEZADELA CONCIENCIA animales, Puede descubrir cusles son las requisitos neurales del ejer- cicio de las capacidades distintivamente humanas del pensamiento y razonamiento, de la memoria declarativay la imaginaci6n, de la temocién y la volicién. Puede hacer todo ello mediante a paciente co- rrelacién inductiva entre los fenémenos neurales y la posesién y el eje- cicio de las capacidades psicol6gicas, y entre lesiones neurales y de- ficiencias en la funciones mentales normales. Lo que no puede hacer cs sustituir la amplia vatiedad de explicaciones psicolégicas comu- nes de las actividades humanas en términos de razones, intenciones, propésitos, objetivos, valores, normas y convenciones, por unas ex- plicaciones neurolégicas.°¥ no puede explicar c6mo percibe o piensa tun animal haciendo referencia al percibir o el pensar del cerebro, 0 de alguna de sus partes. Yes que no tiene sentido adscribir tales ati- ‘butos psicol6gicos a algo que no sea el animal en su conjunto, Quien percibe es el animal, no partes desu cerebro, y son los seres huma- rnos quienes piensan y razonan, no sus cerebros. El cerebro y sus ac- tividades hacen posible que nasotro, no él, percibamos y pensemos, sintamos emociones y elaboremos proyectos que intentamos hacer realidad. Sila respuesta inmediata de muchos neurocientificos ante la acu- sacién de confusién conceptual es afirmar que la adscripeién de los predicados psicolégicos al cerebro es una mera forma de hablar, st teaccién al hecho demostrable de que sus teorias explicativas ads- criben de un modo nada trivial capacidades psicolégicas al cerebro es la de sefalar que tal error cs inevitable debido a las deficiencias, del lenguaje. Discutimos esta falsa idea” [y] demostramos que los grandes descubrimientos de la neurociencia no exign esta falsa for- ‘ma de explicacién, que lo que se ha descubierto puede describirse y cexplicarse perfectamente con el lenguaje de que disponemos. ¥ lo demostramos aduciendo los muy debatidos fenémenos que restl- LAROLEMICA 2 tan de una comisurotomia, descritos (en nuestra opinién, mal des- critos) por Sperry, Gazzaniga y otros." En la Segunda Parte de Philosophical Foundations of Newwoscien- «ce (en adelante PEN) investigamos el uso de los conceptos de per cepcién, memoria, imagineria mental, emocién y volicién en la ac~ tual teorizacién neurocientifica, Caso por caso demostramos que la falea de claridad conceptual, la incapacidad de prestar la atencién adecuada a la estructura conceptual relevante, ha sido a menudo fente de errores tedricos y base de inferencias equivocadas. Es un error, un error conceptual, suponer que la percepcidn es una cuestién, deaprehender una imagen en la mente (Crick, Damasio, Edelman), formular una hipétesis (Helmholtz, Gregory) 0 generar un modelo descriptivo en tres dimensiones (Mart). Es confuso, una confusién conceptual, plantear el problema de la integracién (binding problem) como el de combinar los datos de forma, color y movimiento para formar la imagen del objeto percibido (Crick, Kandel, Wurtz). Es inexacto, conceprualmente inexacto, suponer que la memoria siem- pre es memoria del pasado, o creer que los recuerdos pueden abmace- nase en el cerebro en forma de la fuerza de ls conexiones sindpticas (Kandel, Squire, Bennett). ¥ es una equivocacién, una equivocacién conceptual, suponer que investigar la sed, el hambre y el deseo sexual es una investigacién sobre las emociones (Roles) o pensar que la fun- cidn de las emociones es informarnos de nuestro estado visceral y iisculo-esquelético (Damasio). La reaccién inmediata a tales observaciones crftcas bien puede ser de indignacién ¢ ineredulidad. {Cémo puede ser que una ciencia floreciente esté fundamentalmente equivocada? ;Cémo podrfa haber uuna inevitable confusién conceptual en una ciencia consolidada? Si hay conceptos problemiticos, sin duda pueden sustituirse con faci- lidad por otros que no lo sean y que cumplan los mismos fines ex- 2 LANATURALEZA DELA CONCIENCIA plicativos. Tales respuestas ponen de manifiesto una escasa com- prensién de la relacién entre la forma de la representacién y los he- hos representados, y una incomprensién de la naturaleza del error conceptual. Tambien revelan una ignorancia de la historia de la cien- cia en general y de la neurociencia en particular. 1a ciencia no es més inmune al error conceptual y a la confu- sién que cualquier otra empresa intelectual. La historia de la ciencia cesté repleta de los despojos de teorias que no eran s6lo factualmen- te erréneas, sino conceptualmente fracasadas. La teoria de la com- bustin de Stahl, por ejemplo, contenia el error conceptual de adscribir, en ciertas cicunstancias, un peso negativo al logisto —una idea que no tenia sentido en su marco conceptual, el de la fisica newto- nniana—. Las famosas criticas de Einstein a la teorla del érer (el su- puesto medio por el que se crefa que se propagaba la luz) no iban dirigidas dnicamente a los resultados de los experimentos de Michelson-Morley, que no habfan conseguido detectar ningsin efec- 10 de movimiento absoluto, sino también ala confusién conceptual con respecto al movimiento relativo que suponta el papel adscrito al éter en la explicacién de la induccién electromagnética. La neuro- ciencia no ha sido una excepcién, como mostramos en nuestro estudio histérico.? No cabe duda de que hoy es una ciencia floreciente, pero clo no la hace inmune a las confusiones y los enredos concepeua- les, La cinematica newtoniana fue una cienciafloreciente, pero ello no evité las confusiones conceptuales de Newton sobre la inteligi- bilidad de la accién a distancia, ni su desconcierto (no resuelto has- ta Hertz) sobre la naturaleza de la fuerza. Del mismo modo, pues, el mayor logro de Sherrington, el de explicar la acci6n integradora de las sinapsis dela médula espinal y, consiguientemente, el de climinas, de una vez por todas, la confusa idea de un «alma espinal», era per- fectamente compatible con las confusiones conceptuales referentes - LAroustaca 2B al «alma cerebral» o mente y su relacién con el cerebro. Asimismo, los extraordinarios logros de Penfield en la identificacién de locali- zaciones funcionales en la corteza, as! como en desarrolar brillances técnicas neuroquintingicas, eran perfectamente compatibles con as im- portantes confusiones sobre la relaci6n entre la mente y el cerebro y sobre la efuncién superior del cerebro» (una idea que tom6 presta- dda de Hughlings Jackson). En pocas palabras, el desbarajuste conceptual puede coexistir con la ciencia floreciente. Tal vez parezca extrafio. Si la ciencia puede flo- recer pese a tales confusiones conceptuales, ;por que iban a preocu- parse por ellas los cientificos? Los arrecifes ocultos no implican que los mares no sean navegables: sélo que son peligrosos. La cuestién dis- ceatible es cémo se manifiesta el avance sobre esos arrecifes, Las con- fusiones conceptuales se pueden manifestar de diferentes formas yen distintos puntos de la investigacién. En algunos casos, es posible que Ia falta de claridad conceptual no afecte a la plausibilidad de las pre- guntas nial provecho de los experimentos, sino tinicamente lai terpretacién de los resultados de éstos y sus implicaciones tebreas. ‘Asf, por ejemplo, Newton se embarco en la Oprica en busca de ideas sobre el cardcter del color. Su investigacién fue una contribu- cidn imperecedera a la ciencia. Pero su conclusion de que «los colo- res son sensaciones en el sensorium» demuestra que no consiguié alcanzar el tipo de comprensién que ansiaba. Porque los colores, sean lo que fueren, no son wsensaciones en el sensorium. Ast pues, Newton, en la medida en que se preocupaba por la inrerpretacién de los resultados de su investigacién, tenia buenas razones para preo- cuparse por las confusiones concepruales con las que trabajaba, ya que ‘entorpectan el camino hacia una interpretacidn correcta. Sin embargo, en otros casos la confusién conceptual también afecta a la investigacién empitica. Es muy posible que las preguntas 24 LASATURALEZA DELA CONCIENCIA equivocadas hagan trivial la investigacién.Y en el oteo extremo, la errada construccién de los conceptos y las estructuras conceptuales conducir en algunos casos a una investigacién que en modo algu- no seré trivial, peto s{incapaz de demostrar aquello para lo que fue disefiada.'! En estos casos, es posible que la ciencia no sea tan flore- ciente como aparenta ser, y se requiera una investigacién concep- tual para localiza los problemas y eliminarlos. Son inevitables estas confusiones conceptuales? En absoluto. El Xinico propésito de escribir este libro ha sido el de mostrar cémo evi- carlos. Pero, naturalmente, no se pueden evitarsi todo lo demés se deja, intacto. Se pueden evar, pero si se evitan dejarin de formularse de- terminados tipos de preguntas, ya que se pondré de manifiesto que se asientan en un malentendido. Como dice Hertz en su magnifica introduccién a sus Prinepios dela meednica: «Cuando seciminan esas lamentables contradicciones, ...] nuestra mente, libre ya del des- concierto, dejaré de formulae preguntas espurias», Del mismo modo, dejardn de hacerse ciertos tipos de inferencias a partir de un deter- minado cuerpo de estudios empiricos, ya que se revelard que tienen ‘poco 0 nada que ver con la materia que se pretendiaesclarecer, aun- ‘que puedan tener algo que ver con otra cosa Si existen conceptos problematicos, ;se pueden reemplazar por otros que cumplan la misma funcién explicativa? El cientfico siem- pres libre de introducir nuevos conceptos si considera que los exis- ‘entes son inadecuados 0 no estén lo bastante elaborados. Pero nues- tra preocupacién en este libro no radica en el uso de nuevos conceptos técnicos, sino en el uso indebido de viejos conceptos no técnicos, aginacién, sen- Jos concepros de mente y cuerpo, pensamiento sacién y percepcién, conocimiento y memoria, movimiento volun- tario y conciencia y autoconciencia, Nada hay de inadecuado en es- tos conceptos en lo que se refiere alos propésitos alos que sirven. No Lapoussaica 25 hay razén para pensar que se deban sustituir en los contextos que rnos ocupan. El problema estéen la interpretacién errénea que de cllos hacen los neurocientifics y los malentendidos que se siguen de ella, Tales malentendidos pueden remediarse mediante una expli- cacién correcta de a categorfa l6gico-gramatical de los concepros en ccuestién. Yesto es justamente lo que hemos intentado proporcionar. Siadmitimos que los neurocientifcos tal vez no estén utilizando «estos conceptos comunes como los utiliza el hombre dela calle, zcon qué derecho puede pretender corregirlos la filosofia? ;Cémo puede [a filosofiacuestionar con tanta seguridad la claridad y la coherencia de los conceptos empleados por cientificos competentes? «La mejor forma de caracterizar» el objeto de una investigacién dela conciencia, sefiala Chalmers, ¢s ela cualidad subjetiva de la expe- rienciao, Un estado mental, dice, es consciente «si tiene una sensacién ‘walitativa, una cualidad de la experiencia asociada a él, Estas sensa- ciones cualitativas se conocen también como cualidades fenoméni- caso, més brevemente, qualia El problema de explicar estas cualida- des ferioménicas no es més que el problema de explicar la concienciay + ‘También es de la opinién de que pensar es una experiencia con un contenido cualitativo: «Cuando pienso en un leén, por ejemplo, pa- rece que haya un tono de cualidad leonina en mi fenomenologta: lo {que-sesiente al pensar en un le6n es sutilmente distinto de lo que se siente al pensar en la torre Eiffel.? Los neurocientificos siguen a los filésofos Los neurocientificos han secundado la idea de los qualia, lan Glynn. sosticne que «aunque aquello con lo que con mayor evidencia se aso- cian los qualia son las sensaciones y las percepciones, también se en- ccuentran en otros estados mencales, como las ereencias, los deseos, las esperanzas y os temores, durante episodios conscientes de estos cestados». Damasio afirma que «los guatia son las simples cualidades, Larotéwca 55 sensoriales que encontramos en el azul del ciclo 0 en el tono del so- nido de un violoncelo, y, por consiguiente, los componentes fun- damentales de las imagenes [en los que supuestamente consiste la percepcién] consisten en qualia.’ Edelman y Tononi sostienen que «cada experiencia consciente diferenciable representa un quale distinto, tanto si ¢s primariamente una sensacién, una imagen, un pensa- riento o incluso un humor (J para luego afirmar que wel problema de los quatia» es «tal vex el problema més desalentador de la con- Explicaci6n del carécter cualitativo de la experiencia desde a perspectiva de que al tenerla se siente algo La sensacién subjetiva 0 cualitativa de una experiencia consciente se caracteriza, a su vee, desde la perspectiva de que algo se sientecuan- do un organismo tiene una experiencia, «Una experiencia u otra en- ‘idad mental subjetiva es “fenoménicamente consciente” —dice la Routledge Encyclopaedia of Philosophy—sélo si hay algo que uno sien- teal tenerla.»? oLos estados conscientes son cualitativos —explica Seatle—en el sentido de que para todo estado consciente[..] hay algo que se siente cualitativamente al estar en ese estado.»"® La idea, y el uso mistificador de la expresién shay algo que se sienter 0 shay algo que es como...», proceden de un articulo del fildsofo Thomas Nagel titulado «,Qué se siente al ser un murcidlago?». Nagel sostiene que «el hecho de que un organismo tenga experiencias conscientes sig- nifica, bisicamente, que hay algo que se siente al ser ese organismo [..J] Fundamentalmente un organismo tiene estados mentales cons- cientes sy s6lo si hay algo que se siente al ser ese organismo, si ser ese organismo es algo para el organismos."' Esto, es decir, lo que el orga- 56 LANATURALEZA ELA CONCIENCIA niismo siente al ser ese organismo, ¢s el cardcter o la cualidad subje- tivos de la experiencia. Explicacién que Nagel hace de la conciencia desde a perspectiva de que shay algo que se siente como...» Si damos por supuesto que entendemos la frase «hay algo que se siente comor asf usada, entonces parece que la idea de Nagel nos aclarael concepto de una criatura consciente y el de una experiencia consciente: 1) Una criatura esconsciente o tiene experiencia si y silos para la cria- ura ay algo ques sense como ser la eriasura que 2) Una experiencia es una experiencia conscient iy slo si para el sujex to que la tiene hay algo ques siente como tener la experiencia De modo que, para un murcilago, hay algo que se siente como ser el murciélago (aunque Nagel afirma que no podemos imaginar ‘guées), y hay algo que se siente como ser un set humano (y afirma {que todos sabemos qué sentimos al ser nosotros). Es importante observar que la frase “hay algo gue se siente como tener una experiencia E para un sujeto” no indica una comparacién. Nagel no dice que tener una determinada experiencia consciente se ‘parezca aalgo (por ejemplo, a alguna otra experiencia), sino que hay algo que se siente como tenerla para el sujet, es decit, «que se sien tecomo...» se pretende que signifique «mo se siente para el propio sujeto».”? Sorprende, sin embargo, que Nagel nunca diga, respecto ani siquiera una sola experiencia, cémo es el renerla, Sostiene que el carécter cualitativo de las experiencias de otras especies puede estar LAPoLEaca 57 rds alld de nuestra capacidad de concebir. De hecho, lo mismo se pue- de deci de las experiencias de oteos eres humanos. «El caricter sub- jetivo cle la experiencia de una persona sorda y ciega de nacimiento, por ejemplo, no me es accesible nila mia lees accesible a ela.» Pero sabemos cémo es ser nosottos, «y aunque no poseamos el vocabula- rio para describirlo adecuadamente, su cardeter subjetivo es alta- mente especific y, en algunos aspectos, descriprible en términos que sélo criaturas como nosotros podemos entender».!? Los filésofos y los neurocientificos coinciden Fildsofos y neurocientéficos han secundado esta idea. Les parece que capta la naturaleza esencial de los seres conscientes y la experiencia consciente. Asf, Davies y Humphries defienden que, «pese a que no hay nada que se sienta como ser un ladrillo, o una impresora de in- yeccién de cinta, probablemente hay algo que se siente como ser un murcidlago, o un delfin, y sin duda hay algo que se siente como ser un ser humano. Un sistema, sea una criatura 0 un artefacto, es cons- ciente sdlo en el caso de que haya algo que se sienta como ser ese sis- tema». Edelman y Tononi convienen en que «ya sabemos qué s sien- te al ser nosotros mismos, pero queremos explicar por qué somos conscientes, por qué hay “algo” que es como ser nosotros, explicar, en fin, como se generan las cualidades subjetivas experienciales».!* Y Glynn sostiene que, en lo que a nuestras expetiencias se refiere, por ejemplo las de oler el café recién molido, escuchar las notas del oboe © contemplar el azul del cielo, «sabemos cémo se siente al tener es- tas experiencias slo porque las tenemos o ls hemos tenido. ..] Del mismo modo que al oler el café recién molido uno se siente de una determinada forma, también uno se puede sentir de una determi- 58 [ANATURAIEZADELA CONCIENCIA rnada forma (al menos intermitentemente) al creer que... al desear que... oal temer que...». “Ast pues, los qualia se conciben como las caracteristicas cualita- tivas de los westados mentales»o las wexperiencias», caegorfas que incluyen no sélo la percepcién, la sensacién y el afecto, sino tam= bign el deseo, el pensamiento y la creencia. Para toda wexperiencia conscienter o cada vestado mental conscienter, hay algo que se sien- te como tenerla o estar en él Este algo es un quale: un wsentimiento cualitativo». «El problema de explicar estas cualidades fenoméni- eas —dice Chalmers— no es otto que el problema de explicar la 10.31 «QUE SE SIENTE» AL TENER UNA EXPERIENCIA Principales razones para extender el concepto comtin de conciencia ‘Una de las razones offecidas para extender el concepto de conciencia ms ald de sus prudentes y legitimas fronteras es que To que las ex- petiencias tienen de distintivo, notable y, sin duda, misterioso es que ‘aay algo que sesiente como tenerlas . Se argumenta que una expe cia es una experiencia consciente s6lo en el caso de que para el sujeto dela experiencia haya algo aque se siente como» tenerla, La concien- cia, asf concebida, se define en términos de la sensacién cualitatina de a experiencia, Hay una forma especifica de sentir al ver, oft y oler, sentir un dolor, incluso a «tener estados mentalese (Block); rodo es- tado consciente conlleva una determinada sensaci6n cualitatia (Searle, y cada experiencia consciente distinguible representa un guale dis- exclusiva de tinto (Edelman y Tononi). Esta sensacién cualit LAPOLEMCA 9 toda experiencia distinguible, es lo que se siente como tener la expe- riencia para el sujeto de la experiencia. O esto es lo que se sostiene. El uso de esas extrafias frases para invocar algo que se supone que todos nos es familiar deberfa levantar nuestras sospechas. En pric _mer lugar, analizaremos las formas de sentir y, después, ese valgo que se siente como... éHay siempre una manera especttica de sentir el tener una experiencia consciente»? En verdad hay un modo espeifico en que se siente el ver, ofr u oler? De hecho, podemos preguntarle a alguien que haya recuperado la vista, el ofdo 0 el sentido del olfico «zqueé se sienteal ver (oft, oles) de rnuevo2». Cabe esperar que la persona responda: «Es maravilloso», 0 quizd: «Es una sensacién muy extrafiao. La pregunta se refiere a la actitud de la persona ante su experiencia y su recuperada capacidad de percepcién, por ejemplo que le parece fantéstico poder ver de nuevo, 0 extrafio volver a oir después de tantos afios de sordera. En estos casos, hay un modo en que se siente el ver w ofr de nuevo, con- cretamente es fantistico 0 extrafio. Perosiinterrogésemos a una per- sona cortiente sobre qué se siente al ver la mesa, la sill, el pupitre, Ja alfombra etc. se preguntarfa qué es lo que nos proponemos. Nada hay de distintivo en el hecho de ver esos objetos cotidianos. Evi- dentemente, ver la mesa difiere de ver la slla el pupiere la alfombra, etc, pero la diferencia no consisteen el hecho de que ver el pupitre se siente diferente de ver lasilla. Ver una mesa o una sila cortientes no provoca ninguna reaccién emocional ni actitudinal en circunstan-

También podría gustarte